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EVANGELIZAR A LOS BAUTIZADOS

Si comparamos la tare de la evangelización, se parece un poco a un partido de futbol.


Así como en un partido de fútbol hay dos tiempos , en la tarea central como Iglesia, también
tenemos dos tiempos; el primer tiempo le corresponde a los testigos, a aquellos que han
experimentado el amor del Señor, han sentido el fluir de una nueva vida. Aquellos que han
experimentado el amor y perdón de Dios. Son los que tienen el corazón encendido del fuego
del espíritu y que viven lo del profeta Jeremías; “Hay días en que quisiera no acordarme más
de ti ni anunciar más tus mensajes; pero tus palabras arden dentro de mí; ¡son un fuego que
me quema hasta los huesos! He tratado de no hablar, ¡pero no me puedo quedar callado
Jeremías 20:9
Estos son los primeros evangelizadores; testigos llenos de fervor y entusiasmo y que
son capaces de contagiar a quienes están alejados de nuestra fe.

Luego vendrá el “segundo tiempo”, y allí si es la tarea de los catequistas. Es el


momento de profundizar y cimentar la vida de fe. Es donde debe entrar en juego una
formación sólida y fuerte. La catequesis y la formación teológica son vitales en nuestra vida
cristiana.

LA FE SIN FORMACIÓN LLEVA AL FANATISMO, Y LA FE SIN ORACION, LLEVA AL FORMALISMO.

Aquí aparece la necesidad imperiosa de un “mediador” que puede llamarse comunidad


parroquial, sacerdote o laico que tenga la palabra oportuna llena de esperanza que llame a una
vida nueva. Palabra misericordiosa y no acusadora; palabra que llegue al corazón y que sea
liberadora. Una palabra encendida que sea capaz de encender ¡

La mayor parte de las veces damos por sentado que eso ya está vivido y asumido por la
persona. Error que cometemos creyendo que el sólo hecho de estar en una comunidad
parroquial ya hemos vivido esta experiencia.

RE-EVANGELIZAR A LOS BAUTIZADOS

Este error ha provenido porque no nos damos cuenta que la época de cristiandad ya
pasó. La sociedad de hoy no conoce las bases de nuestra fe cristiana. Mucha gente no ha
escuchado hablar de Jesús. Y por eso no entiende lo que muchas veces suponemos que ya se
sabe. No se puede pretender que alguien que no ha conocido y experimentado el amor de
Jesús en su vida pueda entender y ver la vida desde nuestra perspectiva. Y eso es lo que hemos
querido hacer durante mucho tiempo; catolizar y moralizar.

EL COMIENZO: REDESCUBRIR AL DIOS-PADRE

Podríamos decir que el mundo occidental sufre una gran crisis de paternidad. Se ha
olvidado de redescubrir al Dios-Padre. El primer paso del kerygma es despertar a la hermosa
realidad de Dios en la vida. Y de esa forma iniciar un proceso para llegar a “estar enamorado”
de Dios. Y el primer paso del anuncio kerygmático es ese; encontrarse con Jesús y enamorarse
de El, y al igual que en una pareja, el amor no nace espontáneamente, sino que se va
gestando, lenta y progresivamente, de la misma forma se va conociendo al Señor de a poco. Es
como una suave brisa que va haciéndonos despertar a una nueva vida. Esa ha sido siempre la
“pedagogía de Dios”. En esta etapa es que la comunidad cristiana juega un papel fundamental.
Acompañar y ayudar al que esta en este búsqueda. Es vital la acción de la comunidad con una
actitud llena de misericordia y perdón, lejos de una actitud moralista y enjuiciadora.

UN CORAZÓN LLENO DE ARDOR Y ENTUSIASMO

La persona que comienza a despertar a la luz de Dios, va a ir tomando


conciencia de sus errores y equívocos. Va a descubrir el inmenso valor del cual ha estado
alejado; del “tesoro escondido ”, del cual nos habla Jesús; “Además el reino de los cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de
nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo”. San Mateo
13:44-46

Y lentamente la persona experimentará en su vida lo que llega a expresar el apóstol


San Pablo en la Carta a los Filipenses 3:8-9; “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he
perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo mi
propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo, la justicia
que procede de Dios y se basa en la fe”.

Y esto, querido lector, es obra de la fuerza y el poder de Dios. Sin oración, su acción
será estéril. El gran evangelizador es el Espíritu Santo ¡ No bastan lindas palabras, hace falta
experimentar a Dios en nuestras vidas ¡!

Diác. Víctor Hugo Méndez

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