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ONTOLOGÍA (NICOLAI HARTMANN)

PUNTO DE PARTIDA MÁS ACÁ DEL IDEALISMO Y EL REALISMO


La ontología empieza en una cierta posición, más acá de los problemas metafísicos así como de
la oposición entre puntos de vista y los sistemas filosóficos. No es de antemano importante
para el planteamiento de su propia cuestión saber si hay un “principio del mundo”, si este
principio tiene o no la forma de una inteligencia, si la fábrica del mundo tiene sentido o el
proceso del mundo se dirige hacia una meta.

Y entonces sin duda de que la manera de tratar la cuestión del ser resultan consecuencias que
son decisivas para la metafísica. Pero esta relación no se deja invertir. Ni antes de entrar en el
problema del ser podemos saber sobre el mundo y su principio nada que rebase la experiencia,
ni pueden decidir del problema del ser hipótesis acerca de estos objetos. Justo el problema
del ser es por su esencia un problema que tiene sus raíces en el más acá, en el primer plano.
Parte de fenómenos, no de hipótesis.

En principio existe muy bien la posibilidad de comprender todo ser ostensible –y justamente
también el de un “ente en cuanto tal”- como referido a un sujeto.

EXTRAVÍO DE LA CUESTIÓN MODIFICADA DEL SER


Martin Heidegger ha impugnado lo anterior. En lugar de la cuestión del “ente en cuanto ente”
pone la cuestión del “sentido del ser”. Una ontología es ciega mientras no aclara esta cuestión;
la vieja ontología tiene por esta causa que sucumbir a la destrucción; tiene que ganarse un
nuevo punto de partida. Debe ganarse en el “ser ahí”, que por su parte se restringe
inmediatamente al “ser ahí” del hombre. Todo comprender el ser tiene sus raíces en él, y la
ontología debe basarse en el análisis existenciario de este “ser ahí”.

La consecuencia de este punto de partida es comprender por adelantado todo ente como
relativo al hombre. Es el suyo en cada caso. Todas las determinaciones ulteriores son el
resultado de esta relativización al yo del hombre: el mundo en que yo soy es el “en cada caso
mío”, pudiendo muy bien, pues, ser otro para cada uno; igualmente es la verdad la “en cada
caso mía”.

El verdadero error desde el punto de partida estaría en acercar demasiado entre sí el ser y el
comprender el ser, hasta confundir prácticamente el ser y la manera de darse el ser.

ACLARACIÓN DEL CONCEPTO ONTOLÓGICO DE REALIDAD


Su concepto toma la manera de ser de las cosas materiales por la realidad propiamente como
tal (lo que responde efectivamente al primer sentido literal de realitas). Justo las cosas son
para la conciencia ingenua los inmediatos representantes de lo real. Por su sustancialidad
parecen tener preferencia en punto al ser sobre todo lo demás que hay en el mundo.

Las cosas materiales no son sólo objetos de la percepción; son también objetos del apetecer,
del conquistar, del trocar, del comprar, del tratar, de elaboración, de utilización, de disputa y
litigio. Están, pues, en el centro de la esfera en que trascurre la vida humana, en la esfera del
obrar y tender, del padecer y luchar, de las relaciones y situaciones humanas así como de los
sucesos históricos. Siempre que en el mundo se trata de la realidad de las cosas materiales, se
trata justamente también de la realidad de las humanas relaciones, situaciones, conflictos,
destinos, incluso de la realidad del curso de la historia. En esto descansa el peso del problema
de la realidad: éste afecta siempre a la vez y tan directamente al ser de las cosas y al ser del
hombre, al ser del mundo material y al del espiritual; y con inclusión de todo lo que se
encuentra entre éste y aquél en el orden gradual. El concepto natural ampliado de realidad
concibe al “mundo real” en que vivimos como dotado de unidad, es decir, como un mundo que
contiene en sí lo múltiple enlazado: las formaciones vivientes y las carentes de vida, los
procesos de las cosas y los del espíritu. Ambos, materia y espíritu abarcan los mismos
momentos, tanto de individualidad como de temporalidad. El ser espiritual pasa en el tiempo,
pero sólo la espacialidad distingue de él a las cosas materiales.

LA REALIDAD Y LA TEMPORALIDAD
La realidad presupone, de la manera más expresa, el universal paralelismo de todos los
sucesos, los físicos como los histórico-humanos, en un tiempo.

EL CONOCIMIENTO Y LA CONCIENCIA EMOCIONAL DE LA REALIDAD


Como con las personas, así es con todo lo que pertenece a la esfera de la vida humana. Por
todas partes se muestra el primado del experimentar y vivir algo sobre el conocer. La
conciencia emocional de la realidad es la fundamental. Inserto en el conjunto de la vida se
inicia el conocimiento. Y aun allí donde éste borra posteriormente y deja tras de sí aquél, sigue
vuelto duraderamente hacia él por uno de sus lados. Este lado es la manera primitiva de darse
el “ser ahí” real del mundo que conocemos. Pues es el mismo mundo en que vivimos.

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