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FILOSOFÍA DE LA MENTE: UNA PANORÁMICA PARA LA CIENCIA COGNITIVA (WILLIAM BECHTEL)

DUALISMO
El dualismo de substancias considera que la mente es una entidad no física separada del cuerpo. El dualismo de
propiedades es una posición más modesta que no postula entidades no físicas pero que mantiene que algunas de las
propiedades que poseen esos objetos constituyen una clase distinta de propiedades mentales. El dualismo de
substancias es la posición mejor conocida.

La cuestión misma de si la mente es una substancia diferente del cuerpo físico es un legado de Descartes. La
diferenciación entre la mente y el cuerpo era completamente extraña a la perspectiva aristotélica que precedió a
Descartes.

Aristóteles distinguió entre la materia y la Forma de un objeto, pero mantuvo que cualquier objeto consistía en la
materia organizada de acuerdo con una Forma particular. Habló de la Forma de las cosas vivientes como su psique o
alma, pero no pensaba en ella como una parte discreta del organismo viviente. Más bien, él la contemplaba como
carácter definidor del organismo.

Distinguió tres clases de organismos en términos de las actividades que son capaces de realizar y, por consiguiente,
identificó tres géneros diferentes de almas. Las plantas son capaces de tomar nutrientes y reproducirse, y esas funciones
definen el alma vegetativa. Los animales no sólo son capaces de esas actividades, sino que son capaces también de sentir
las cosas de su entorno y de moverse en él, y esas funciones definen el alma animal. Finalmente, los humanos son
también capaces de razonar, que es la función distintiva de sus almas

La revolución científica de los siglos XVI y XVII tuvo como resultado el rechazo de la explicación aristotélica de la
naturaleza en términos de materia y Forma, y esto llevó últimamente a una perspectiva diferente sobre la actividad
mental. La nueva física tenía como concepción básica que la materia era pasiva e inerte, sujeta a las fuerzas que incidían
sobre ella desde fuera. La tarea de la física era desarrollar las leyes que gobiernan las maneras en que los objetos se
afectan entre sí, bien golpeándose o ejerciendo fuerzas sobre ellos.

Descartes estaba fascinado por la conducta de los sistemas hidráulicos y los contempló como posibles modelos de los
procesos fisiológicos en los humanos y en otros animales. Él no negaba que los sistemas mecánicos u otros animales
(que él consideraba que eran simplemente sistemas mecánicos) podían emitir palabras, pero afirmaba que «jamás
sucede que [un animal no humano] dispone sus palabras de varias maneras para responder apropiadamente a todo lo
que puede decirse en su presencia, como puede hacer incluso el tipo menos instruido de hombre». Esas diferencias entre
los humanos y otros animales podrían explicarse solamente si postulamos un género especial de substancia en los seres
humanos: la substancia mental.

Para la substancia física esta propiedad es la extensión (esto es: la ocupación de espacio). Descartes afirmaba que,
aunque podemos imaginar que otras características de los objetos físicos cambian o se eliminan radicalmente, tenemos
siempre que interpretarlos como ocupando alguna cantidad de espacio. En contraste con la substancia física, Descartes
consideró que la propiedad definitoria de la substancia mental era el pensar. Descartes interpretó el pensar
genéricamente de modo que incluyese creer, suponer, esperar, y así sucesivamente.

Descartes concluyó inicialmente que sólo su creencia de que él existe como una cosa pensante está más allá de toda
duda. Aunque era capaz de dudar que tenía un cuerpo, no era capaz de dudar de que tenía una mente. Puesto que
Descartes podía imaginar su mente existiendo sin su cuerpo, concluía que hay dos géneros totalmente separados de
entidades.

Descartes se preguntó: « ¿Cómo puede el alma del hombre, que es sólo una substancia pensante, determinar que sus
humores corporales realicen acciones voluntarias? » Defendía que tenemos que detener la búsqueda de la explicación de
la interacción postulando la existencia de un modo de interacción causal entre la mente y el cuerpo.

Queda sumido en un gran misterio el explicar cómo las dos naturalezas pueden combinarse para formar una entidad.
Así pues, el debate sobre cómo puede ocurrir la interacción entre mente y cuerpo continúa. Aunque Descartes se
contempla a menudo como el dualista paradigmático, ha habido muchos otros desde su época. Brentano y William
James son dos prominentes dualistas del siglo XIX. En nuestros propios días el filósofo Karl Popper y el neurofisiólogo
John Eccles han avanzado conjuntamente una versión del dualismo (en realidad un tri-ísmo) que prefieren denominar
«interaccionismo». Uno de tales aspectos es la capacidad de las actividades mentales para generar objetos abstractos de
pensamiento que asumen una vida por sí mismos. Aquí se incluyen los objetos matemáticos, las teorías científicas y las
obras literarias.

Popper caracterizó esos objetos como constituyentes de un mundo separado que él llamó el «Mundo 3». El Mundo 3 se
distingue del Mundo 1 —el mundo de los objetos físicos— y del Mundo 2 —el mundo de la actividad mental— por el
hecho de que está gobernado por principios normativos tales como las reglas de la lógica. Popper ha insistido en que los
principios de la lógica tienen una validez objetiva, sígalos o no alguien alguna vez, y de este modo postula que tienen una
existencia objetiva en un mundo separado del mundo físico o del mundo del pensamiento.

Popper ha afirmado que ningún sistema puramente físico puede captar los contenidos abstractos del Mundo 3. Por
tanto, tiene que haber actividades mentales que capten objetos del Mundo 3 y, a continuación, interactúen causalmente
con eventos del Mundo 1. Los no dualistas mantienen que no hay nada problemático en que los objetos físicos capten
objetos abstractos. Incluso sistemas claramente físicos como los computadores pueden diseñarse de tal manera que
sigan las reglas de la lógica y razonen sobre teorías científicas u obras literarias. La clave para que sean capaces de hacer
esto es su diseño, pero este diseño se encuentra en su existencia física y no es algo distinto.

Puesto que es implausible negar de modo absoluto la ocurrencia de eventos mentales, la única posición plausible para
un fisicalista es, de acuerdo con Popper, el epifenomenalismo. El Epifenomenalismo mantiene que los estados mentales
están apareados con estados cerebrales, pero mantiene que no hay relaciones causales entre ellos. Sólo los estados
cerebrales tienen eficacia causal y, de este modo los estados mentales son mudos.

Popper afirma que el epifenomenalismo es inconsecuente con la teoría evolucionista, puesto que, de acuerdo con él, la
teoría evolucionista está obligada a explicar todos los rasgos de la especie en términos de selección natural. Pero la
selección natural puede sólo explicar la emergencia de un rasgo mostrando cómo su posesión proporciona a los
individuos de la especie instrumentos para la supervivencia. Puesto que el epifenomenalismo convierte en ineficaz a la
actividad mental y, de este modo, en un instrumento inútil para la supervivencia, la teoría evolucionista no puede
explicar el origen de la actividad mental. Dado que Popper considera que la teoría evolucionista es la única que da una
explicación plausible de cómo podrían emerger los rasgos, su conclusión es que la posición fisicalista es insostenible.

Muchos fisicalistas, especialmente los proponentes de la Teoría de la Identidad, rechazarían el tratamiento de Popper de
su posición en tanto que entraña epifenomenalismo. Ellos mantienen que los estados mentales son simplemente estados
físicos y como tales proporcionan los mismos beneficios que los estados físicos proporcionan.

Por introspección observamos el carácter cualitativo de nuestra vida mental, que parece estar rellena de imágenes,
sentimientos y cosas por el estilo. Parece caracterizarse también por la intencionalidad intrínseca. Esas características
parecen ajenas al universo físico de modo que hay una inconmensurabilidad entre lo que reconocemos en nosotros
mismos cuando percibimos un objeto y las actividades neurales que ocurren en nuestro cerebro.

Merece la pena señalarse en este punto que algunas personas extraen su apoyo al dualismo de una esfera completame
diferente. Ven la perspectiva dualista como algo esencial para la comprensión del status moral y religioso de los seres
humanos. Para mucha gente, nuestra perspectiva moral exige que los agentes humanos sean libres puesto que los juicios
morales sólo tienen sentido si los agentes son libres de elegir acciones de acuerdo con sus propias voliciones. En la
medida en que cualquier forma de fisicalismo parecería ser determinista al colocar a los seres humanos bajo el control
de las fuerzas causales de la naturaleza, el fisicalismo parece eliminar la potencialidad de la libertad humana y, de este
modo, nuestra perspectiva moral. Nuestro sistema de juicios morales parece exigir, por tanto, el dualismo.

Una de las réplicas consiste en argumentar que la forma de libertad que es fundamental para nuestra perspectiva moral
no es incompatible con el fisicalismo. Es más, hay una concepción filosófica conocida como determinismo débil que
mantiene que el libre albedrío y el determinismo son compatibles. Esta posición mantiene que la forma de libertad
necesaria para la moralidad es libertad suficiente de constricciones externas de modo que seamos capaces de hacer lo
que elegimos hacer (esté o no nuestra elección determinada). Cuando se cumple esta condición, podemos mantener que
es posible dar moralmente cuenta de nuestras acciones. No es necesario además que el procedimiento por el que
llegamos a nuestra elección sea libre (Daniel Dennett).

Respecto al dualismo de propiedades: una versión más clásica, la teoría del aspecto dual avanzada por Huxley en el siglo
XIX, mantiene que algunos eventos tienen dos aspectos. Generalmente, este punto de vista ha abrazado el
epifenomenalismo y mantiene que el aspecto mental del evento no tiene efecto sobre el aspecto físico, aunque se
mantuvo algunas veces que el aspecto físico causaba el aspecto mental.

El dualismo de propiedades ha sido revivido recientemente por Kim. Se mantiene que, si dos individuos o actos son
iguales en todas sus propiedades físicas, entonces también son iguales en sus propiedades morales. Él propuso, sin
embargo, restringir el concepto clásico de sobrevenir introduciendo el concepto de «sobrevenir fuerte», que mantiene
que, si los individuos comparten las mismas propiedades físicas, entonces tienen que compartir las mismas propiedades
mentales. Así, mediante la teoría del sobrevenir podemos reconocer la diferencia entre propiedades mentales y
propiedades físicas, hacer un lugar a la eficacia causal de las propiedades mentales y no tener que explicar la interacción
entre lo mental y lo físico.

El género más común de objeción que se ha planteado en contra del dualismo, ya sea de objetos o de propiedades, es que
resulta metafísicamente extravagante. Se interpreta como violando la navaja de Occam, el principio de que debemos ser
parsimoniosos en nuestras suposiciones ontológicas y postular solamente aquellas entidades necesarias para nuestra
ciencia. Si podemos dar cuenta de todos los fenómenos sin postular entidades o propiedades mentales adicionales,
deberíamos hacerlo así. Una razón para adherirse a la navaja de Occam con respecto a la mente es que, si la mente o las
propiedades mentales son tan radicalmente diferentes de los objetos o propiedades físicas, entonces podemos pasarlo
mal estudiándolas por medio de la ciencia natural. Las técnicas de la investigación científica, incluyendo las de la ciencia
cognitiva, suponen generalmente que estamos tratando con mecanismos físicos que funcionan de acuerdo con principios
físicos ordinarios. Por esta razón hasta Popper está de acuerdo en que la investigación debería fundamentarse en
supuestos fisicalistas. Popper presenta el dualismo como una posición que estaremos llevados a aceptar como resultado
de los fallos de la investigación física a la hora de explicar los fenómenos mentales, no como una posición que debería
guiar nuestra investigación. Dada esta aparente falta de resultados del dualismo como un fundamento para la ciencia,
necesitamos empezar a considerar las distintas teorías no dualistas que han sido propuestas para reemplazarlo.

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