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EL SACRIFICIO DE JESÚS

Cuando Juan el Bautista estaba bautizando en el Río Jordán, vio a Jesús


caminando hacia él y exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo” (Juan 1:29).

Una doctrina fundamental en la religión cristiana es que el sacrificio de Jesucristo


pagó la pena por los pecados de la humanidad —que, sin este acto de amor por
parte del hijo de Dios, la humanidad no tendría esperanza de vida después de la
muerte.

Pero, ¿por qué fue necesario el sacrificio de Jesucristo?

El cordero sacrificial

La denominación de “Cordero de Dios” hace referencia a épocas pasadas, cuando


Israel fue liberado del antiguo Egipto bajo la guía de Moisés. Antes de la décima
plaga —la muerte de los primogénitos— a las familias israelitas se les ordenó que
sacrificaran un cordero y con su sangre untaran el marco de sus puertas. El
cordero sacrificado para este propósito fue llamado el cordero de Pascua, y la
celebración de esta ceremonia era conocida como Pascua.

Durante la primera Pascua en Egipto, Dios estaba dispuesto a aceptar la sangre


del cordero de Pascua en los dinteles de las puertas a cambio de la vida de sus
primogénitos. A los primogénitos de los israelitas que rechazaran la sangre del
cordero, no se les hubiera perdonado la vida. De esta forma, la sangre de este
cordero les permitía a los israelitas escapar del castigo que iba a venir sobre la
tierra de Egipto (Éxodo 12:21-24).

La Pascua debía convertirse en una celebración anual en Israel para que ellos
pudieran recordar como Dios los salvó de la muerte. Por supuesto, todas las
experiencias en el antiguo Israel llevaban consigo lecciones espirituales más
importantes para los cristianos (1 Corintios 10-11). Jesucristo se convirtió en el
Cordero de Pascua para la Iglesia cristiana. El apóstol Pablo enseñó en 1 Corintios
5:7: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura
como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.

Jesucristo es la propiciación o sacrificio expiatorio de nuestros pecados (1 Juan


2:2). Sin el sacrifico de Jesucristo, no tendríamos perdón.

Pero, ¿por qué un hombre tuvo que dar su vida para que nosotros fuéramos
perdonados? Para saber por qué, debemos ir primero al libro de Génesis.

El primer pecado

Génesis 3 nos narra el primer pecado cometido por la humanidad,


específicamente, Adán y Eva comiendo del fruto prohibido del árbol del

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conocimiento del bien y del mal. Dios les había advertido que si lo desobedecían
el castigo sería la pena de muerte (Génesis 2:17).

Algo muy trascendental ocurrió cuando ellos cedieron ante la astucia de la


serpiente. No sólo tendrían que morir en algún momento, sino que fueron
expulsados del jardín del Edén y fueron puestos ángeles en la entrada para que
nunca más pudieran regresar (Génesis 3:24). El acceso al árbol de la vida ya no
era posible. La relación con Dios se alteró dramáticamente. El pecado había
entrado a los seres humanos y había causado una separación de Dios.

El pecado es la antítesis del carácter perfecto y justo de Dios. Él lo aborrece, es


una terrible mancha en su hermosa creación. El pecado es la causa del dolor, el
sufrimiento y todos los males en este mundo. Un Dios justo y recto no puede
aceptar o coexistir con el pecado.

Esta separación de la presencia de Dios es resaltada a través de todas las


ceremonias rituales que eran llevadas a cabo por el sacerdocio en el tabernáculo,
sitio principal de adoración en el antiguo Israel. Nadie estaba autorizado para
entrar en la presencia de Dios, representada por el lugar santísimo en el
tabernáculo, excepto el sumo sacerdote una vez al año.

Dios revela el significado de esta dimensión espiritual para los cristianos, en


Hebreos 9:8: “dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había
manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del
tabernáculo estuviese en pie”. Desde el pecado de Adán y Eva, el camino a la
presencia de Dios no ha estado abierto.

¿Cómo podría sanarse la brecha entre Dios y la humanidad? ¿Cómo podríamos


nosotros los seres humanos tener de nuevo una relación con el santo Dios y
disfrutar directamente en su compañía? ¿Cómo podríamos convertirnos en sus
hijos e hijas espirituales y llamarlo Padre?

Dios no va a transigir con el pecado que no ha sido perdonado (Isaías 59:2).


Nuestro justo Dios no puede pasar por alto la mortal enfermedad del pecado; Él
debe removerlo de nosotros y limpiarnos de sus terribles efectos. Por esto es que
el sacrificio de Jesucristo fue necesario —para pagar por la pena de nuestros
pecados y convertirse en nuestro Salvador.

Reconciliados con Dios

En el evangelio encontramos información acerca de cómo la humanidad puede


ser perdonada, caminar de nuevo con Dios diariamente y recibir la promesa de
vida después de la muerte física.

El apóstol Pablo explica que el fundamento del mensaje cristiano es el de la


reconciliación. Él afirma en 2 Corintios 5:18-19: “Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación”.

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Dios permitió que la brecha fuera sanada a través del sacrificio de Jesucristo. Fue
por el amor que Dios siente por nosotros que estuvo dispuesto a sacrificar a su
propio hijo por la humanidad (Juan 3:16). Toda la idea central de la iglesia
cristiana y el ministerio se trata de esta reconciliación. Pero, ¿cómo fue llevado a
cabo todo esto y por qué Jesús tuvo que sufrir una muerte tan terrible?

El plan de salvación para la humanidad es de Dios. El método que Él escogió para


quitar —perdonar— nuestros pecados, fue que un miembro de su familia —el
Verbo que fue hecho carne (Juan 1:1-2,14)— debería venir a la Tierra como el ser
humano Jesucristo, y morir por nuestros pecados. Pablo expresa este profundo
acto de misericordia en Filipenses 2:5-8:

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

La justicia y el amor de Dios

Por medio de la muerte de Cristo, Dios demostró su profundo amor por nosotros
y la espantosa naturaleza del pecado. De haber afrontado los pecados de la
humanidad de una manera superficial, habría sido un perdón sin esfuerzo y
habría transmitido el mensaje a la humanidad de que la rebelión y el rechazo de
las leyes de Dios no era nada grave. Al mandar a su hijo para que fuera golpeado
y crucificado, el precio de nuestro perdón fue muy grande para Dios,
demostrándonos de manera muy poderosa que el mal si importa.

Como dice en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna”. Juan escribió más adelante en 1 Juan 4:9-10: “En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados”.

Jesucristo estaba totalmente comprometido a ser este sacrificio para demostrar


su amor por nosotros también. Como lo enseñó en la noche de la última Pascua
que celebró con sus discípulos antes de ofrecerse como el perfecto cordero
Pascual —el sacrificio perfecto por el pecado: “Nadie tiene mayor amor que este,
que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). Juan también escribió
refiriéndose al sacrificio de Jesucristo en 1 Juan 3:16, “En esto hemos conocido el
amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner
nuestras vidas por los hermanos”.

El sufrimiento de Cristo es también un recordatorio del terrible sufrimiento que


causa el pecado. Nuestro justo Dios no va a minimizar lo horrible que es el pecado.

Gran parte del enfoque del libro de Romanos es para mostrarnos lo justo que es
Dios. Si Dios arbitrariamente perdonara a unos y a otros no, entonces no sería
justo. El pecado tiene un castigo. Misericordiosamente Dios permite que el
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sacrificio de Jesús pague ese castigo, pero eso no quiere decir que simplemente
Él pase por alto nuestro pecado.

Parte de lo que nos debe hacer reaccionar es la comprensión de que Dios no hizo
simplemente borrón y cuenta nueva, alguien más ha pagado nuestra bien
merecida pena. Dios no puede pasar por alto el pecado y ser justo. Él es el que
dijo que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Si no hubiera muerte, la
deuda no hubiera sido pagada.

¿Por qué es tan importante para nosotros que Dios sea justo? Porque nuestra fe
está basada en el carácter de Dios. Si Dios fuera arbitrario, sería imposible para
nosotros tener fe en Él. Nunca sabríamos cuando nos va a exigir justicia y cuando
simplemente pasaría por alto la injusticia. Debemos estar agradecidos porque el
carácter de Dios es tanto justo como amoroso.

Establecido en el plan de Dios

Los detalles del sacrificio de Cristo fueron profetizados en el Antiguo Testamento.


En Isaías 52:14 leemos: “Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue
desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de
los hombres”.

Jesús fue azotado y golpeado justo antes de su crucifixión. Isaías profetizó que
quedaría prácticamente irreconocible y que sería una de las golpizas más severas
que un ser humano hubiera tenido que soportar.

El siguiente capítulo narra que el hijo de Dios fue golpeado por nuestras
transgresiones y por nuestros pecados y que finalmente Él dio su sangre como un
completo sacrificio por nosotros —para reconciliarnos con el Padre ofreciéndose
a sí mismo por nuestros pecados. Todo esto fue de acuerdo con la voluntad de
Dios y el plan que tiene para que la humanidad sea perdonada y eventualmente
alcance la vida eterna (Isaías 53: 4-5,10).

Jesús estaba tan decidido a ofrecerse a sí mismo totalmente, que estando en la


cruz, se rehusó a tomar una poción para disminuir el dolor de la crucifixión
(Mateo 27:34). Por su amor por nosotros, Él ofreció su vida completamente como
una ofrenda por el pecado. Él estaba dispuesto a sufrir y morir por nosotros, para
que no hubiera ninguna transigencia con la magnitud del pecado. Dios el Padre
aceptó entonces este increíble sacrificio desinteresado de su único hijo
engendrado que jamás había pecado.

Dios nos permite ir delante de su presencia ahora, si reconocemos y aceptamos lo


que su hijo hizo por nosotros. Si reconocemos nuestros pecados (1Juan 1:9), y nos
arrepentimos de corazón (Hechos 26:20) y estamos dispuestos a perdonar a los
demás (Mateo 6:14); entonces Dios promete que va a perdonarnos y nos va a dar
el don del Espíritu Santo a través del bautismo y la imposición de las manos. Si
hacemos esto, entonces Él no se acordará de nuestros pecados nunca más
(Hebreo 9:14).

Este perdón no puede ser ganado por buenas obras a nuestro favor. Viene a través
de la fe y la gracia de Dios. Pablo dijo en Romanos 3:24 que nosotros “siendo
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justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús”.

¿Qué sucede con usted? ¿Se ha reconciliado verdaderamente con su Creador? ¿Ha
pensado seriamente en el arrepentimiento y el bautismo? Asegúrese de leer los
artículos que tenemos en este sitio acerca del “Cambio” y todo el mensaje del
evangelio del Reino de Dios. Luego, actúe de acuerdo con lo que aprenda de la
Biblia. ¡Es lo mínimo que podemos hacer si valoramos el increíble sacrificio de
Jesucristo!

La Cruz de Cristo: Los Cuatro Aspectos de su Significado


En el corazón del Cristianismo histórico se yergue una cruz. El mensaje del
evangelio es que Dios nos ofreció la redención (a) [para liberarnos de nuestro
estado] de pecado por medio de la crucifixión de su Hijo (Colosenses 1:19, 20). La
cruz, por tanto, existe como una característica distintiva de la fe cristiana. ¿Pero
cómo debe uno entender el profundo significado de la muerte de Jesús en la cruz?
La expiación (b) de Cristo ha sido entendida en varias perspectivas sobre la obra
total de la Redención. (1)
1. LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ ENTENDIDA COMO SACRIFICIO
Muchos han interpretado la muerte expiatoria del Mesías en la cruz del Calvario
como el “sacrificio perfecto” acerca del cual los diferentes sacrificios del Antiguo
Testamento solo podían apuntar e insinuar, pero nunca consumar (Hebreos 10:
1-22). Por tanto, esa muerte sacrificial fue única porque consistió de una
“expiación de una vez y para siempre” (Hebreos 10:10) que eficazmente consiguió
el perdón del pecado humano. Es más, al ofrecerse a sí mismo en la cruz, Cristo
realizó las funciones tanto de sacerdote como de sacrificio. En otras palabras, en
este sacrificio él ejecutó la inmolación (c) y también se ofreció a si mismo [en el
mismo acto]. A la luz de la histórica crucifixión de Cristo a manos de Poncio
Pilatos, no hay ningún otro sacrificio para el pecado disponible ni necesario. El
sacrificio perfecto requería la muerte del único Hijo de Dios, así que el pecado
extrajo su terrible e inevitable pago.
2. LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ ENTENDIDA COMO PERDON.
La cruz de Cristo es la manera de Dios de resolver final y completamente el
problema del pecado humano. La expiación realizada por Jesús quitó el pecado
(Juan 1:29) y consiguió el acceso completo a Dios y absolución y remisión por
todas las transgresiones. Con el perdón de Dios, por medio de la cruz, se obtiene
la completa eliminación de todo lo que haya producido separación entre Dios y el
pecador. La absolución que Dios ofrece regenera a la persona [estableciéndola de
inmediato] en un estado de aprobación, de aceptación, por Dios, y El Señor no
recordará nunca mas su pecado. La expiación en el Calvario limpia a la persona
de todo pecado, proveyéndola de verdadero perdón, paz, y la restauración de la
unión espiritual con Dios (2 Corintios 5:19). Esta capacidad de perdonar

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completamente y para siempre se origina en la naturaleza de gracia y de
misericordia de Dios.
3. LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ ENTENDIDA COMO AMOR.
La muerte de Jesús en la cruz se mantiene como evidencia del amor de Dios hacia
los humanos. Aunque la rebelión humana entristeció y enfureció a Dios, El, sin
embargo, respondió proveyendo a los pecadores una vía de escape a su justa ira.
El Padre envió a su Hijo al mundo a morir en lugar de los pecadores (Juan 3:16).
El Encarnado Hijo de Dios mostró su devoción al dejar su morada celestial y
tomar para sí la naturaleza humana para finalmente ofrecer su vida en una cruz
romana. El Salvador aceptó la humillación, el dolor, la muerte, y por último, su
separación de su Padre para conseguir la redención. La muerte expiatoria de
Cristo es la demostración definitiva de su amor ágape (d) hacia sus imperfectas
criaturas (Romanos 5:8). El teólogo Louis Berkhof describe la expiación como
profundamente cimentada en dos de los atributos de Dios: “Es mejor decir que la
expiación se origina en el amor y la justicia de Dios; el amor ofreció a los
pecadores una vía de escape, y la justicia exigió que los requisitos de la ley fueran
cumplidos.” (2)
4. LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ ENTENDIDA COMO VICTORIA
Jesús ganó la suprema victoria. Su batalla en la cruz derrotó a las ocultas y
hostiles fuerzas que esclavizaban y abrumaban a la humanidad. La muerte
expiatoria del Señor y su resurrección física de la tumba derrotó
permanentemente a tan colosales poderes del mundo como el pecado, la muerte,
y el diablo. El Señor Jesús liberó a aquellos que habían sido hecho cautivos
(Efesios 4:8) y surgió como el héroe conquistador que rompió las cadenas de la
cautividad. Jesús es el Cordero de Dios que derrotó a aquel que anda al acecho
como león rugiente buscando devorar las almas de los hombres (1 Pedro 5:8). Los
cristianos celebran el nuevo Día V E, “Victoria en la Tierra” (Victory upon
the Earth), por medio de la cruz del Señor y Salvador.
Sea que se le adorne trivialmente como una expresión de la moda o que se la
utilice con reverencia como un monumento conmemorativo de los caídos en la
guerra, la cruz siempre convoca la atención. Es la cruz de Jesucristo y los cuatro
aspectos de su significado de expiación que separan al cristianismo histórico de
todas las demás religiones y sistemas filosóficos.
NOTAS
(a) Redimir: Rescatar o sacar de esclavitud al cautivo mediante precio.
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001)
(b) Expiar: Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio. .
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001)
(c) Inmolar: Ofrecer en sacrificio una victima. (Pequeño Larousse Ilustrado,
1990)
(d) Agape: El amor profundo y constante, e interés de un ser perfecto hacia
personas que no lo merecen, el cual produce [en respuesta] un amor reverencial

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en ellos hacia el Dador, y un amor práctico hacia aquellos que[ también] son
partícipes del mismo, y el deseo de ayudar a otros en sus búsquedas del Dador.
Es un ejercicio de la voluntad Divina en una elección deliberada, hecha sin causa
identificable, excepto la que existe en la naturaleza de Dios.
El amor busca el bienestar de todos, y no le produce daño a ninguno; busca la
oportunidad de hacer el bien a todos.

LA CRUZ

...Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se
salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. 1Corintios 1:18.

La Cruz es sin duda alguna el símbolo del Cristianismo por excelencia, porque en
ella murió el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, resucitando al tercer día.
Aquél símbolo de la maldición romana para muerte del reo, el madero de
tormento, se convertiría en símbolo de la vida y la resurrección, en el símbolo de
la obra del Hijo de Dios, del perdón que Dios otorga por el pecado del hombre, de
aquellos que creen en Él. Tal sería la relevancia y la santidad de su significado que
el mismo Pedro lucharía con sus verdugos, cuando le crucificaban, para morir de
otra forma, porque no se consideraba digno de morir como su Señor, y le
crucificaron boca abajo. En el siglo IV Constantino abolió la crucifixión en el
imperio Romano que gobernaba, al convertirse al cristianismo y por piedad
cristiana.

La cruz se ha convertido en símbolo de sanidad espiritual, pero el mundo la ha


convertido en símbolo de sanidad médica: las ambulancias, las farmacias, la cruz
roja, los botiquines, etc. La Cruz es, pues, símbolo de la salvación de Cristo, pero
también la cruz es la vida del cristiano que predica el Evangelio para salvación y
que pone su vida por los hermanos en la fe de Cristo. Los frutos de la Cruz son la
Salvación, el Evangelio y la Iglesia.

LA CRUZ. EL OBJETIVO DE CRISTO EN ESTE MUNDO

La Cruz de Cristo, más que un símbolo, es el objetivo a conquistar en la mayor


guerra de la Historia: las almas para la eternidad. Es en ella que Cristo obtiene la
corona de justicia, la corona del Reino de Dios, la victoria sobre la muerte, el
perdón por el pecado y el cumplimiento de la Ley. Donde abre la puerta, el camino
y la vida a la eternidad para nosotros que no Le merecemos. La resurrección
emana de la Cruz del Calvario. Sin la obra de la Cruz de Cristo no tendríamos
esperanza ni en esta vida ni en la eterna.

Las consecuencias de la Cruz incluyen: Se rasgó el velo que nos separaba de la


presencia de Dios, del Lugar Santísimo. Mt.27:51. Los sepulcros se abrieron: Mt.

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27:52. El centurión exclamo "verdaderamente este era el Hijo de Dios" Mt.27:54.
Su Sangre fue derramada al pie de la Cruz; un manantial abierto de vida
expiatoria para el pecado de aquellos que reciben a Jesucristo como Su Salvador
hoy, cuando predicamos y creen para salvación, cambiando sus vidas en ese
momento, naciendo de nuevo y siendo llenados del Espíritu Santo. 1Corintios
2:12.

Cristo en la Cruz fue levantado como la serpiente de bronce, que es símbolo de la


Ley de Dios. Juan 3:14. En la cruz, los pies y las manos son clavados,
inmovilizados. Este es el significado de la cruz, quedar imposibilitado para hacer
nuestra voluntad, negarse a uno mismo. Si nuestros pies están clavados en la cruz,
no podemos ir a donde queremos. Del mismo modo, si nuestras manos están
clavadas en la cruz, no podemos hacer lo que queremos, ni protegernos, ni
defendernos; nada, quedamos a la merced de Dios. La anulación total del yo.
¿Tomaremos nuestra cruz para seguir al Maestro, cada día y compartiremos Su
yugo?

La liberación del pecado y de una conciencia que nos acusa por la Ley de Dios,
que es el Ministerio de la Condenación y de la Muerte, nos permite vivir para
Cristo y para nuestro prójimo llevando nuestra cruz como discípulos y también
compartiendo el yugo, cumpliendo así la llamada Ley de Cristo:

...2Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de
Cristo... ...Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia
mano. 12Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os obligan a
que os circuncidéis, solamente para no padecer persecución a causa
de la cruz de Cristo. 13Porque ni aun los mismos que se circuncidan
guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para
gloriarse en vuestra carne. 14Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es
crucificado a mí, y yo al mundo. 15Porque en Cristo Jesús ni la
circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
16Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia
sea a ellos, y al Israel de Dios. Gálatas 6.

7 EVENTOS QUE OCURREN EN LA CRUZ DEL CALVARIO

Jesucristo firma con Su sangre el Nuevo Pacto que nos salva, clavando en la Cruz
el acta que nos condenaba. El cristiano firma con la fe en Su obra. ¿Ha firmado
Ud.?. Colosenses 2:14.

Jesucristo paga el pecado del mundo, reconciliándonos con Dios por la fe en el


llamado Ministerio de la Reconciliación de 2Corintios 5:11. Romanos 5:10,
Efesios 2:16.

Jesucristo cumple la profecía sobre Su obra como Mesías sufriente de Isaías 53.

Jesucristo muestra el amor de Dios por el hombre pecador. Juan 15:13.

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Jesucristo derrota al Diablo, y a la muerte, resucitando tras Su muerte. Juan
16:33, 1Corintios 15:54,55.

Jesucristo nos otorga la victoria y la vida eterna por la fe. Efesios 2:5.

Jesucristo, como maestro, nos muestra el Camino para aprender a negarnos a


nosotros mismos y a morir por Cristo y por la Iglesia, llevando la cruz. Lucas 9:23.

El fruto es la resurrección de los muertos; los justos para vida eterna y los injustos
al castigo eterno. Mateo 25:31 al 46, Juan 3:36 y 6:54, Romanos 2:7. Jesucristo
abrió de nuevo el paraíso a los hombres. Es nuestro regreso al principio, al génesis
de la vida, a acceder al Árbol de la Vida junto a nuestro amado Dios y Padre. Jesús
es el postrer Adán. Lucas 23:42,43.

5 PUNTOS DE LA CRUZ EN LA PROFECÍA DE ISAÍAS 9:6

El Señor Jesucristo va a la Cruz para ganar el Reino. Como Príncipe, es el


Heredero. En Isaías 9:6 se nos muestra al Hijo de Dios como Príncipe de Paz,
pero también se nos muestra como Dios fuerte y Padre Eterno. Es en la Cruz que
el Hijo obtiene el derecho de llevar al trono del Reino a aquellos que creen en la
obra redentora de la Cruz, por el Nuevo Pacto en Su Sangre.

...Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado


sobre su hombre; y se llamará su nombreAdmirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la
paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino,
disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y
para siempre. El dedo de Yahweh de los ejércitos hará esto...

En la Cruz de Cristo encontramos estas 5 cualidades del Hijo


de Dios de este Texto profético de Isaías:
1.- La base de la cruz que es lo primero que vemos de abajo
arriba, porque somos el estrado de Sus pies. Su fundamento, la
base del Evangelio de la salvación, es de Dios la gran
obra: Admirable.
2.- La derecha del Crucificado es símbolo de poder y
consejo: Consejero.
3.- La Cabeza es Dios Padre: Dios Fuerte.
4.- El centro, es el Corazón de eterna misericordia de Dios
Padre, cuando entrega a Su Unigénito por nosotros: Padre
Eterno.
5.- La izquierda es la debilidad, la antesala de la paz que simboliza el principado,
que es la antesala del Reino: Príncipe de Paz.

Del mismo modo que la Cruz tiene 5 partes, nuestra mano tiene 5 dedos que nos
servirán en la oración en el enfoque de llevar nuestra cruz:
1.- La cruz por Cristo.
2.- La cruz por nuestros seres queridos que son de Cristo.
3.- La cruz por nuestros hermanos en la fe.
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4.- La cruz por nuestro prójimo para que conozca el Evangelio de Salvación.
5.- La cruz de la persecución, a veces como iglesia y otras en nuestra soledad
cuando somos perseguidos por anunciar, luchar y defender la obra de Cristo en
la Cruz, un honor; y si estamos haciéndonos este planteamiento, significa que
hemos nacido de nuevo, y hemos aceptado en nosotros la Cruz de Cristo, la obra
de Salvación.

LA CRUZ DE CRISTO Y LA CRUZ DEL CRISTIANO

La cruz es el principio y el fin del sacerdocio Cristiano. La cruz es morir al yo, la


cruz es el Señor y ellos. A ningún discípulo de Jesucristo se nos escapa que hay
dos cruces: la del Señor y la nuestra. La cruz del cristiano, como la de Cristo, es
una forma de vida. El centro de la Cruz de Cristo es el amor del Padre por
nosotros, entregando a Su Hijo, y el amor del Hijo entregándose por nosotros por
amor a nosotros y al Padre. El centro de la cruz del cristiano es, como no podía
ser de otro modo, por su origen el amor al Señor Quién nos amó hasta la muerte,
y muerte de Cruz, y es el amor al prójimo, porque este es el mensaje que salvará
las almas de los que a Él se entregan por la fe en Su Cruz, para la eternidad.

La Cruz es el lugar eterno del sufrimiento y la muerte expiatoria de nuestro Señor,


conquistando la victoria sobre el pecado y sobre la muerte eterna de los que
creemos en Su obra de Salvación, resucitando y obteniendo la vida eterna para Su
Esposa, la Iglesia, la Novia y Princesa del Hijo de Dios. Las bodas del Cordero de
Apocalipsis 19:9.

La Pasión de Cristo por nosotros y Su gran amor le llevaron a dar Su vida para
volverla a tomar, sentándose a la diestra de Dios Padre. Esa Pasión es el fuego del
Espíritu que a su vez toca nuestro corazón y lo enciende con la llama de la pasión
del cristiano por Cristo. Esa pasión que cambia nuestro corazón, nos lleva a la
transformación espiritual que hace que nuestro corazón y nuestra alma se
enamoren de Él. Un horno de fuego espiritual es lo que se prende en el alma del
cristiano; un horno que lentamente va dando forma al nacido de nuevo en todo
su ser, espíritu, alma y cuerpo, 1Tesalonicenses 5:23, hasta convertirlo en un
templo del Dios Vivo.

La cruz del cristiano trae persecución, trae desprecio de los que no aman a Dios,
trae lucha con el enemigo espiritual que no quiere perder las almas que ahora
tiene bajo su poder, a las que quiere llevar a la muerte eterna del infierno; pero
también trae gozo por las almas que son salvas que compensa con creces la
persecución, trae afecto fraternal y amor de Dios desde los hermanos que se han
salvado por la fe en la Cruz, que también compensa con creces todo el desprecio
de otros, y trae victoria, el Reino de Dios en las almas y en la eternidad, porque el
Reino de Dios está entre nosotros. Lucas 17:21.

Si has decidido tomar tu cruz, ten en cuenta lo siguiente:

...Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían
en las riquezas! 25Más fácil es pasar un camello por el ojo de una
aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 26Ellos se asombraban
aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser

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salvo? 27Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es
imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles
para Dios. 28Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo
hemos dejado todo, y te hemos seguido. 29Respondió Jesús y dijo: De
cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos,
o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa
de mí y del evangelio, 30que no reciba cien veces más ahora en este
tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con
persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31Pero muchos
primeros serán postreros, y los postreros, primeros. Marcos 10:24.

La cruz del cristiano es anunciar el Evangelio y sus consecuencias, ser discípulo y


la persecución que conlleva, es poner tu vida al servicio de Dios y de la Iglesia,
como ministerio de vida, poner tu vida por los hermanos; además de aceptar tu
misión en la gran comisión: salvar almas por medio de la predicación de la Cruz
de Cristo y hacerles parte de Su Cuerpo por el que ha dado Su vida, habitando los
hermanos juntos en armonía. Salmo 133.

EXPERIENCIAS CRISTIANAS CON LA CRUZ

En Simón de Cirene vemos el mayor exponente de las Escrituras de aquel que


tiene la oportunidad de llevar la Cruz de Jesucristo, al lado Suyo, una experiencia
que transforma a los discípulos y que se refleja en la cruz del cristiano.

En Sodoma y en Egipto, ...donde también nuestro Señor fue crucificado... Fue,


pues, el Señor crucificado además de en Jerusalén en estas dos ciudades. ¿Acaso
fue crucificado Cristo en tres ciudades?. No, como todos sabemos solo hizo falta
una, pero Jerusalén es a la vez Sodoma y Egipto, en el sentido de que la Cruz de
Cristo abarca las tres ciudades espirituales por las que pasa el hombre espiritual.
Salimos de Egipto -el mundo-, pasamos por Sodoma -bien por falta de fe, "Lot",
bien para sacar a Lot, "Abraham"- y llegamos a Jerusalén, la religión y la Ley de
Dios. De las tres nos tiene que redimir el Señor: de la esclavitud, de la duda y de
la auto-justificación por nuestras obras, a la espera de la nueva Jerusalén
celestial, la libertad espiritual en Cristo.

El ladrón que reniega está en Egipto, el ladrón que se arrepiente está en Sodoma
y Jesús está en Jerusalén, en la terrenal, al mismo tiempo que en la celestial,
haciendo la obra espiritual eterna de salvarnos. Cristo, pues, lucha en la Cruz en
el lugar de la religión terrenal, venciendo en la Jerusalén terrenal, que repercute
en la Jerusalén celestial, que es eterna, para salvación de las almas. La Cruz
anunciada produce las dos reacciones de los dos ladrones: o se arrepienten o se
revelan. La Cruz. Tres cruces; tres lugares; tres bendiciones. Una salvación.

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