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Juan Ignacio Ruiz García

Historia y Periodismo
Campus de Vicálvaro
4º curso
Comentarios revoluciones liberales
Declaración de Independencia Griega
El presente texto es un fragmento de la Declaración de Independencia Griega de 1822.
Es un texto redactado por la Asamblea Nacional griega, reunida en Epidauro durante la
Guerra de Independencia griega contra el Imperio Otomano. Es por tanto, una fuente
primaria y un texto de carácter político, reivindicativo y legal en el que los griegos se
erigían como nación libre pese a no haber concluido la guerra de Independencia. El
destinatario de este documento sería no solo el pueblo heleno, y a modo de
reivindicación el Imperio Otomano, sino también las naciones europeas, de las que se
buscaba que sus simpatías por la causa griega derivasen en un apoyo real.

Respecto al contexto en el que se origina este documento, hay que entroncarlo en el


primer periodo de las revoluciones liberales burguesas del siglo XIX, iniciado en 1820.
El sentimiento nacional turco y la llegada de las ideas liberales, puestas en práctica
durante la Revolución francesa gestarán la creación de sociedades secretas como las
filiki Eteria y la aparición de grupos guerrilleros patrióticos como los kleftes.

En este contexto de rechazo al invasor turco, presente desde hacía cuatro siglos, en 1820
el pachá de Grecia se negó a enviar los impuestos al sultán, por lo que éste envió tropas.
Pero en 1821, aprovechando la rebelión de Egipto contra los otomanos, campesinos y
comerciantes helenos se alzan en armas, dando comienzo a la Guerra de Independencia.

Entre las ideas principales que se extraen del texto podemos señalar como la más
relevante es la afirmación de la existencia del pueblo griego, y su voluntad de
emancipación. Asñi se demuestra en la siguiente afirmación “La guerra contra los
turcos (…) es una guerra nacional, una guerra sagrada”. Aunque la era de los
nacionalismos en Europa será posterior a esta época, la idea de soberanía nacional ya
existía, y había sido ampliamente expandida por Europa durante la expansión del
Imperio Napoleónico. A ese principio de soberanía nacional, podemos sumar como
legitimación presente en el texto para la independencia frente a los turcos la afirmación
de un pasado común y espléndido, argumento que será tomado después por los
nacionalismos durante la segunda mitad del Siglo XIX.

Otro de los principios propios del nacionalismo que se observa en el argumentario de


esta declaración de independencia es la identificación de un enemigo común, encarnado
en este caso en la figura del invasor extranjero: el Imperio Otomano.

Entre las ideas presentes en el texto se observa también la influencia de las ideas
liberales en el alzamiento griego, como así demuestra el apoyo que recibió la causa
independentista griega por parte de la burguesía comerciantes y que aparece reflejada en
el texto en la frase: “una guerra cuyo objeto es reconquistar los derechos de la libertad
individual, de la propiedad y del honor”. En esta afirmación se pueden observar
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reclamaciones propias de la burguesía liberal como es el derecho a la propiedad privada
o a la libertad personal.

Otra de las ideas relevantes que pueden extraerse del texto es la petición velada de
apoyo a las potencias europeas en la guerra griega contra Turquía. Así puede verse en el
inicio del texto, cuando se apela al origen griego de la cultura y el saber europeo y al
final, cuando se argumenta que el objetivo final de la rebelión es que Grecia pueda tener
“Derechos que los pueblos civilizados de Europa (…) gozan hoy”.

La importancia de este texto podría vincularse más con el último punto, con la petición
de apoyo exterior. En Europa se dará una clara simpatía por la lucha de independencia
helénica, aunque inicialmente esta no cristalizará en el apoyo claro por parte de ninguna
potencia. A título personal, algunos europeos lucharán junto a los griegos, como por
ejemplo Lord Byron, pero las ayudas iniciales se limitaron a iniciativas privadas para la
compra o distribución de armas entre los rebeldes.

No será hasta 1827, con la batalla de Navarino cuando Francia y Reino Unido participen
activamente en favor de Grecia. Este apoyo permitió a los helenos no caer ante el ataque
conjunto de turcos y egipcios, aunque no hay que ver los apoyos occidentales como una
mera simpatía hacia la causa griega. El objetivo de estos países era frenar las
aspiraciones rusas sobre Grecia que veía en la defensa de la causa helena una manera de
hacerse con un puerto en el Mediterráneo. Así, este nuevo escenario desembocó en la
paz de Adrianópolis de 1829, por la que se reconoció la independencia griega que en
este documento se había ratificado siete años antes.

Manifiesto a Europa
El texto propuesto es un fragmento del manifiesto a Europa publicado en 1848 en
Francia tras la caída de la monarquía de Luis Felipe de Orleans y la instauración de la
IIª República francesa. El texto es por tanto una fuente primaria de carácter político-
diplomático cuyo autor es el presidente del gobierno provisional de la República,
Alphonse de Lamartine. Los destinatarios de este documento serían las potencias
absolutistas europeas del momento.

El contexto en el que se podría situar este documento es el de las revoluciones liberales,


más concretamente en la última etapa de este proceso (1848). La monarquía de Luis
Felipe de Orleans sufrió en sus últimos años una serie de inestabilidades provocadas por
la conflictividad social por la gestación del movimiento obrero, la crisis agraria y la
división política entre la clase que apoyaba su monarquía: los burgueses. En este
contexto, algunas medidas duras contra los sectores críticos llevadas a cabo por el
ministro Guizot provocaron un levantamiento de carácter popular en el que se sumaron
estudiantes y obreros. Ante estas manifestaciones, el gobierno envió al ejército, pero la
guardia Nacional se interpuso entre las tropas y los manifestantes.
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Luis Felipe ante esta situación abdicó en favor de su nieto el conde de París, pero
cuando este intentó ser reconocido en la Asamblea, grupos populares proclamaron un
gobierno provisional dirigido por Lamartine que desembocó en la promulgación de la
Segunda República francesa.

Se pueden destacar dos ideas principales dentro del texto. Por un lado la afirmación de
Francia como república por derecho y por otro lado el deseo de mantener unas buenas
relaciones con el resto de potencias europeas del momento. Con respecto a la primera
idea, puede observarse que a nivel de discurso, la República se liga directamente con
una evolución desde el periodo revolucionario de 1789, en esa identificación de la patria
francesa con los valores de soberanía nacional y las ideas ilustradas. “La república
francesa no tiene necesidad de ser reconocida para existir”.

Sin embargo, la más reseñable sería la segunda idea. Si se lee sin contexto el texto
podría parecer contradictorio que reafirmasen la República como forma idónea y se
niegue la legitimidad de lo establecido en el congreso de Viena de 1815 para acto
seguido reconocer a las potencias absolutistas “Las formas de gobierno tienen
diversidades tan legítimas como las diversidades (…) de los pueblos”.

Esta afirmación hay que explicarla en el contexto de debilidad e inestabilidad en el que


nace la IIª República, lo que le impedía hacer frente a una guerra abierta contra las
potencias europeas como la que tuvo que hacer frente la primera república en 1792. Así,
aunque declara la superioridad que implica para un país un sistema republicano, busca
calmar a los países absolutistas para que no declaren la guerra a Francia.

Es con este objetivo de tranquilizar a las potencias en las que pervivían estructuras del
Antiguo Régimen que por ejemplo, se reconocen las fronteras artificiales impuestas en
el Congreso de Viena o se manifiesta la voluntad francesa de ser reconocida como una
potencia más:

“Sin embargo, la República Francesa, desea entrar en la familia de los gobiernos


instituidos como una potencia normal, y no como un fenómeno perturbador del orden
europeo”

Se hacen en este sentido alusiones directas a la guerra que se produce en 1792,


remarcando que no se va a volver a repetir esta situación y que la guerra contra el
exterior no es una condición sine qua non para la revolución de Francia.

Con respecto a la importancia posterior de este texto, cabe destacar que es a pesar de las
desconfianzas mutuas, finalmente cumple su objetivo de evitar una guerra
especialmente contra Prusia y Austria. Sin embargo, y aunque Francia no trabaja para
exportar la revolución hay que remarcar que el ejemplo galo provocó un efecto contagio
por Europa que desembocó en revoluciones en territorios germánicos, Austria,
territorios italianos, Prusia y otras zonas europeas.

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