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TÍTERES
CUENTOS
DRAMATIZADOS
DECIMAS
CUMANANAS
EL ZAPATERO Y LAS BRUJAS
(Guion para títeres)
Autor de esta adaptación: José Luis García
Este guion está inspirado en un cuento del escritor asturiano, nacido en 1920,
Manuel Pilares. Es adecuado para niños a partir de los 5 años. Tiene cuatro
personajes: Tevo y Kosé -que son dos hermanos-, Vecino y Vecino 2.
El valor que resalta, fundamentalmente, es la solidaridad.
(En la escena vemos dos casas, una con aspecto muy pobre en un extremo del
escenario, y otra con aspecto rico en el otro extremo del escenario).
(Suena el sonido del viento).
(Desde la Casa Pobre entran en escena Tevo y Kosé, ellos también tienen
aspecto pobre, como su casa; ambos tienen aspecto rudo, podrían ser leñadores
y son hermanos).
TEVO.-
Kosé, tengo hambre.
KOSÉ.-
Cómete una piedra. No tenemos comida y no tenemos dinero.
TEVO.-
Los vecinos nos darán comida.
KOSÉ.-
Los vecinos sólo te dirán que eres tonto.
TEVO.-
No soy tonto, sólo un poco bruto. Les pediré comida.
KOSÉ.-
Haz lo que quieras. Yo vuelvo a casa a ver si encuentro un ratón para comer.
TEVO.-
Tu también eres bruto.
KOSÉ.-
Bueno, pero no le hago daño a nadie.
(Kosé entra en la Casa Pobre).
(Tevo se acerca a la Casa Rica).
TEVO.-
-¡Vecino!
(Pasa un rato y no pasa nada).
TEVO.-
(Llamando con más volumen).
-¡Vecino!
(Pasa otro rato y sigue sin pasar nada).
TEVO.-
(Con una voz atronadora).
-¡Vecino!
(La Casa Rica se mueve, como sacudida por un terremoto).
(Vecino entra en escena desde la Casa Rica).
VECINO.-
Pero, por; pero, por; -¿se puede saber qué pasa?, -¿un terremoto o qué?
TEVO.-
(Como si nada).
Hola, vecino.
VECINO.-
Pero, por; pero, por; -¿qué pasa?
TEVO.-
Tengo hambre.
VECINO.-
Pues cómete un plato de sopa.
TEVO.-
No tenemos dinero y tampoco comida.
VECINO.-
Trabaja y tendrás dinero.
TEVO. -
No consigo trabajo y mi hermano tampoco.
VECINO. -
Pues haber estudiado… Si pudiera te daría algo de comida, pero la situación
está muy mala para todos. Lo siento.
(Y sin decir ni media palabra más, sale de escena y entra en la Casa Rica).
(Tevo se acerca a la Casa Pobre).
TEVO. -
- ¡Kosé!
(Pasa un rato y no pasa nada).
TEVO. -
(Llamando con más volumen).
- ¡Kosé!
(Pasa otro rato y sigue sin pasar nada).
TEVO. -
(Con una voz atronadora).
- ¡Kosé!
(La Casa Pobre se mueve, como sacudida por un terremoto).
(Kosé entra en escena desde la Casa Pobre).
KOSÉ. -
- ¿Estabas aquí?, no te había oído llegar; estaba entretenido chupando una
piedra.
TEVO. -
- ¿Un piedrolo?
KOSÉ-
Tienen minerales.
TEVO. -
- ¿Un piedrolo?
KOSÉ. -
- ¿Te dio comida el vecino?
TEVO. -
No, me dijo que trabajase.
KOSÉ. -
No hay trabajo.
TEVO. -
Ya…
(Un momento de silencio y se escucha el aullido de un lobo).
TEVO. -
Aquí hace frío.
KOSÉ. -
Sí, hace frío aquí afuera.
(Otro momento de silencio y se vuelve a escuchar el aullido de un lobo).
TEVO. -
Los lobos comen y no trabajan.
KOSÉ. -
No trabajan y comen.
TEVO. -
Eso es. Y cuando los lobos no tienen comida se ponen a aullar.
KOSÉ. -
Sí. Los lobos no trabajan. No piden a los vecinos. Los lobos aúllan cuando no
tienen comida.
TEVO. -
Sí. Cuando no tienen comida los lobos aúllan así: -¡Auuu!
KOSÉ. -
(Más alto que su hermano).
Así: - ¡Auuu!
TEVO. -
(Aún más alto).
- ¡Auuu!
(Y así los dos hermanos siguen aullando sin decir nada más, intentando en cada
aullido superar el de su hermano. En un momento determinado, ambas casas se
tambalean con el sonido de los aullidos. Tevo y Kosé, impasibles, siguen
aullando).
(Vecino entra en escena desde la Casa Rica).
VECINO. -
(Mientras se acerca a los dos hermanos, que siguen aullando).
Pero, por; pero, por; - ¿se puede saber qué pasa?, -¿un terremoto o qué?
TEVO. -
(Como si nada).
Hola, vecino.
(Siguen aullando).
VECINO. -
Pero, por; pero, por; - ¿qué pasa?
TEVO. -
Los lobos cuando no tienen comida se ponen a aullar.
KOSÉ. -
Sí. Los lobos aúllan cuando no tienen comida.
(Siguen aullando).
VECINO. -
Así no hay quien duerma.
(Siguen aullando).
(Desde el centro del escenario entra Vecino 2).
VECINO 2.-
- ¿Qué pasa?, no puedo dormir con este escándalo.
VECINO. -
Tienen hambre y dicen que los lobos aúllan cuando no tienen comida.
VECINO 2.-
(A los hermanos).
Pero vosotros no sois lobos.
KOSÉ. -
Pero tenemos un hambre de lobos.
(Siguen los aullidos).
VECINO 2.-
Así no hay quien duerma.
(Salen los dos Vecinos y los dos hermanos insisten en imitar a los lobos).
(Al cabo de un rato entran los dos Vecinos, traen patatas, zanahorias y otros
alimentos; cada uno de ellos lleva una cesta llena).
VECINO 2.-
Aquí tenéis comida.
VECINO. -
Pero callaros de una vez.
(Los dos hermanos detienen sus aullidos).
KOSÉ. -
- ¡Comida!
TEVO. -
Yo preparo el perolo.
VECINO. -
En silencio, por favor.
(Salen los dos Vecinos).
KOSÉ. -
Tevo.
TEVO. -
- ¿Qué?
KOSÉ. -
Los lobos no son tontos.
TEVO. -
Sí. Los lobos no son tontos.
(Y ambos hermanos entran en la Casa Pobre con las dos cestas de comida).
Fin
CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO
AUTOR: JOSÉ LUIS GARCÍA
(En un extremo de la escena vemos el exterior de la casa de Caperucita. Varios
árboles completan el paisaje).
(Suena una música de misterio. La Luna atraviesa la escena).
(Entra Madre Loba y se acerca hasta una de las ventanas de la casa).
MADRE LOBA.-
Caperucita está dentro. Bien.
(Sale Madre Loba).
(Se escucha el aullido de un lobo).
(Entra el Lobo y se acerca también a la ventana, mira y se aleja).
LOBO.-
Sí, sí… Je, je…
(Sale).
(El Sol comienza su paseo por el cielo).
(Los siguientes diálogos son en off, hasta que se indique lo contrario).
MADRE.-
-¿Quieres darte prisa, Caperucita?
CAPERUCITA.-
Pero si ya casi estoy.
(Entra la Madre desde la casa. Lleva consigo una cesta con diversos
alimentos).
MADRE.-
Si es casi, no estás.
CAPERUCITA.-
(Que entra también desde la casa).
Jo, mamá; hoy estás muy nerviosa.
MADRE.-
Claro que estoy nerviosa. La abuela está enferma.
CAPERUCITA.-
Pero ya voy para allá.
MADRE.-
Además, soy tu madre y no tengo que darte explicaciones. Las madres
podemos estar nerviosas.
CAPERUCITA.-
-¿Y las hijas no podemos?
MADRE.-
(Dándole la cesta).
Llévale esta cesta a tu abuela. No te pares a mirar las flores. No vayas a
dormirte. No hables con desconocidos. No te apartes del sendero. Y cuando
llegues dale un beso a tu abuela.
CAPERUCITA.-
Sí, mamá; y después del beso le daré una patada…
MADRE.-
-¡Caperucita!
CAPERUCITA.-
Jo, mamá; era una broma.
MADRE.-
Y no tardes.
CAPERUCITA.-
No, mamá.
MADRE.-
Pues ya estás tardando.
CAPERUCITA.-
Jo, mamá. Adiós…
(Sale Caperucita).
MADRE.-
(Alto, para que la escuche Caperucita).
Ten cuidado. Dicen que ha venido un lobo.
CAPERUCITA.-
(Que asoma).
Si, mamá; tendré cuidado con el topo.
(Sale).
MADRE.-
-¡Caperucita!… Esta niña, -¡no se a quién ha salido!, -¿o sí?; no sé, estoy muy
nerviosa.
(La Madre entra en la casa y dejamos de verla).
(El Sol vuelve a aparecer en el cielo. La casa desaparece de escena y en su
lugar se colocan más árboles. Estamos en el bosque).
(Entra Caperucita. Se acerca hasta unas flores, se agacha y las mira).
CAPERUCITA.-
Qué olor tan bueno tienen. Y qué calorcillo hace aquí, al sol.
(Mira al Sol, en lo alto).
Y que lo sepas, das mucho sueño.
(Caperucita se acurruca en la base de un árbol y se queda dormida).
CAPERUCITA.-
(Como en sueños).
Sólo un poquito.
(Entra una vaca, que pastando, pastando, llega hasta donde duerme la niña).
VACA.-
(Habla siempre masticando, bueno, más bien, rumiando).
-¿Hierba roja?
(Mira a Caperucita).
Decididamente, esto no es hierba. -¡Niña, despierta!
CAPERUCITA.-
(Que despierta, pero no se levanta).
Hola. Yo soy Caperucita Roja.
VACA.-
-¿Y qué haces en el bosque?
CAPERUCITA.-
Voy a casa de mi abuela, a llevarle un pastel y una botella de vino. Es que está
enferma, -¿sabes?
VACA.-
No vas a ninguna parte. Estás dormida.
CAPERUCITA.-
Bueno, sólo un poquito.
VACA.-
Ten cuidado. El lobo Jacobo ha llegado al bosque.
(Y con su rumiar, sale de escena).
CAPERUCITA.-
(Que vuelve a dormirse).
Ya me lo dijo mi madre. Jacobo, el topo.
(El sol avanza un poco más en el cielo).
(Entra un conejo, que avanza a saltos por el lugar).
CONEJO.-
Busco cosas naranjas, porque las zanahorias son naranjas.
(Se acerca hasta unas flores blancas).
-¿Naranja? No, no, no; esto es blanco.
(Con sus saltos llega hasta Caperucita).
-¿Naranja? No, no, no; esto es rojo. -¿Eres una zanahoria roja?
CAPERUCITA.-
(Que despierta, pero no se levanta).
-¡Hala, eres un conejo!
CONEJO.-
-¿Y tú, una zanahoria roja?
CAPERUCITA.-
No, soy Caperucita Roja. Voy a casa de mi abuela, a llevarle un pastel y una
botella de vino. Es que está enferma, -¿sabes?
CONEJO.-
Ya me parecías muy grande pare ser una zanahoria.
CAPERUCITA.-
Eres un conejo que habla.
CONEJO.-
(Mientras sale con sus saltos).
Los conejos no hablamos. Y las vacas tampoco. Estás dormida y sueñas. Y
recuerda, Jacobo el lobo está cerca.
(Sale).
CAPERUCITA.-
(Que se levanta de un salto).
-¡Ay!, que me he dormido. Se me está haciendo tarde.
(Entra el Lobo).
LOBO.-
-¿Y a dónde llegas tarde, niña?
CAPERUCITA.-
Voy a casa de mi abuela, a llevarle un pastel y una botella de vino. Es que está
enferma. -¿Sabe usted algún camino más corto que este sendero? Es muy
tarde y me van a reñir.
LOBO.-
Claro, claro. Un camino corto, muy corto. Lo conozco y también dónde está la
casa de tu abuela. Ve por el centro del bosque. No hay camino, pero llegarás
antes; te lo dice Jacobo.
CAPERUCITA.-
(Que se dirige al centro de la escena y desde allí camina hacia el fondo).
Es usted muy amable, Jacobo. Alguien me ha hablado de usted. Aunque no
recuerdo quien pudo haber sido. Adiós y gracias.
(Sale Caperucita).
LOBO.-
Ha sido más fácil de lo que imaginé. Y yo llegaré a la casa de la vieja antes que
la niña. Y allí me la comeré. Si lo hubiese intentado aquí, se habrían escuchado
sus gritos. En la casa, nadie la oirá.
(Sale el Lobo por la izquierda).
(El sol desaparece, así como todos los árboles).
(Mientras suena una música rítmica, se coloca en escena el interior de la casa
de la abuela. A la derecha está la puerta que da al exterior, a la izquierda otra
puerta que da a otra habitación de la casa. Un armario y una cama forman
parte de la decoración del lugar).
(La Abuela entra desde la puerta de la izquierda).
ABUELA.-
(Mientras se mete en la cama).
Esto no me gusta. Caperucita se retrasa.
(Alguien toca en la puerta: toc, toc, toc).
-¿Eres tú, Caperucita?
LOBO.-
(En off, falseando su voz).
Sí, abuelita. Caperucita soy. Te traigo vino y una tarta.
ABUELA.-
Pasa, Caperucita; entra.
(Se abre la puerta y entra el Lobo).
LOBO.-
(Ya con su voz).
Hola, querida abuelita.
ABUELA.-
-¡Eres el lo… lo…!
(Se incorpora en la cama).
-¡Bo… bo…!
(Se desmaya).
LOBO.-
-¡Bobo no, soy Jacobo!
(La mira).
-¡Buah! Todo está resultando muy fácil. Se ha desmayado. Mejor, la esconderé
para que no la vea la niña.
(La saca a rastras de la cama).
Esta me servirá para hacer una sopa.
(El Lobo se acerca con la Abuela hasta el armario, lo abre e introduce a la
mujer dentro. Eso sí, durante el proceso, la anciana cae encima del Lobo varias
veces, aplastándolo, ante las quejas del mencionado).
(Una vez la Abuela dentro del armario, el Lobo se introduce en la cama y se
tapa hasta arriba. Tocan a la puerta y entra Caperucita).
CAPERUCITA.-
-¡Hola, abuela!
LOBO.-
(Simulando su voz).
Acércate a la cama, Caperucita. Siéntate a mi lado, que no puedo levantarme.
CAPERUCITA.-
(Que se acerca hasta la cama).
Abuelita, qué orejas tan grandes tienes.
LOBO.-
(Aún con la voz cambiada).
Para oírte mejor, Caperucita.
CAPERUCITA.-
Abuelita, qué ojos más grandes tienes.
LOBO.-
Para verte mejor, Caperucita.
CAPERUCITA.-
Abuelita, qué boca más grande tienes.
LOBO.-
(Que se levanta de un salto).
-¡Para comerte mejor!
(Y en ese preciso instante entra la Madre Loba por la puerta que da al exterior).
MADRE LOBA.-
-¡Te he encontrado, Jacobo!, sabía que tarde o temprano pasarías por aquí.
LOBO.-
(Acobardado).
Pero mamá, madre querida; te equivocas. Caperucita y yo sólo jugábamos. -
¡Uy, y cómo nos hemos divertido!
CAPERUCITA.-
Eso es mentira. -¡Me querías comer!
LOBO.-
Y ahora seguimos jugando. Contamos mentiras, se llama el juego.
CAPERUCITA.-
-¡Mentira!
LOBO.-
Ay, ay; siempre jugando, Caperucita.
MADRE LOBA.-
-¡Déjate de cuentos, que éste se ha acabado! Vamos para casa. Ya
hablaremos allí.
LOBO.-
-¿No empezarás otra vez con eso de ir al colegio?
MADRE LOBA.-
Me has adivinado el pensamiento.
LOBO.-
Mamá, el colegio es para los corderos.
MADRE LOBA.-
-¡A casa, te digo!
LOBO.-
(Mientras sale).
El colegio es muy aburrido.
MADRE LOBA.-
Tú si que eres aburrido, siempre con las mismas tonterías.
(A Caperucita).
Lo siento por el susto, Caperucita. Éste hijo mío es un simplón.
LOBO.-
Jo… No soy simplón.
MADRE LOBA.-
Adiós Caperucita.
(Al Lobo).
-¡Andando para casa!
(Salen los dos).
(Suenan unos golpes en la puerta del armario).
CAPERUCITA.-
Ay, mi madre. -¡Otro lobo!
ABUELA.-
(Desde dentro del armario).
-¡Por el bigote de tu abuelo!, -¡sácame de aquí, que me falta el aire!
CAPERUCITA.-
-¡Abuela!
(Caperucita se acerca hasta el armario, abre la puerta y la Abuela sale de él.
Se abrazan ambas).
ABUELA.-
Ay, hija; como bien dice su madre: ese Jacobo tiene que aprender a ser un
buen lobo.
(Suena una música de fiesta).
-¡Ha comenzado la fiesta del pueblo! Vamos a buscar a tu madre y nos vamos
para allá las tres.
CAPERUCITA.-
-¿Vas a ir en camisón?
ABUELA.-
Es una fiesta de disfraces y yo voy disfrazada de abuela dormilona.
CAPERUCITA.-
-¿No estabas enferma?
ABUELA.-
Claro. Y una fiesta es el mejor remedio.
CAPERUCITA.-
Jo, abuela; eres la bomba.
ABUELA.-
Y ya me verás cuando comience el baile.
CAPERUCITA.-
Jo, abuela…
(Salen las dos).
FIN
EL FLAUTISTA DE HAMELÍN
AUTOR: JOSÉ LUIS GARCÍA
Este texto para teatro está basado en el popular cuento infantil “El flautista de Hamelín”.
Intervienen cuatro personajes principales: Alcalde, Hombre, Mujer y Flautista. Además aparecen
grupos de ratones, de niños y niñas, y de hombres y de mujeres, que pueden ser más o menos
numerosos en función de las posibilidades de cada puesta en escena, y dependiendo de los
medios y del número de actores y actrices que participen en ella.
Es una obra recomendada a partir de los 5 años, que resalta la honestidad como enseñanza en
valores.
(Estamos en la ciudad de Hamelín. Vemos sus casas. Entra un Hombre perseguido por un grupo
de ratones. Cruzan la escena y salen. Entra una Mujer perseguida por los ratones y como antes
sucediera, cruzan la escena y salen).
(Entra el Alcalde. Es un hombre gordo, elegantemente vestido y coronado por un gran sombrero.
Pasea).
HOMBRE.-
ALCALDE.-
-¿Ratones?
(Mira a su alrededor).
Yo no veo ratones.
(Entra un ratón, luego dos más, tres en un rato, y cuatro un poco más tarde).
MUJER.-
ALCALDE.-
El municipio no tiene dinero para esas cosas. Además, son unos ratoncitos de nada.
(Los ratones, que ahora son multitud, se acercan hasta el Alcalde y algunos de ellos lo
mordisquean).
ALCALDE.-
HOMBRE.-
-¡Alcalde!
(Salen Hombre y Mujer tras el Alcalde, perseguidos también por ratones. Así, los tres entran y
salen en varias ocasiones, siempre perseguidos por los roedores).
(Ahora entran los tres perseguidos, pero esta vez están libres de sus perseguidores. No vemos a
ningún ratón).
HOMBRE.-
MUJER.-
(Entra el Flautista, que para que no exista confusión trae una flauta entre sus manos).
ALCALDE.-
-¿Quién eres?
FLAUTISTA.-
He librado a otras ciudades de murciélagos y cucarachas. Y por 1.000 florines puedo liberar este
lugar de los ratones.
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
(Sale).
HOMBRE.-
ALCALDE.-
(Sale).
MUJER.-
(Salen ambos).
(Escuchamos el sonido de una flauta y al poco rato vemos al Flautista que entra seguido por una
multitud de ratones. De esta manera entran y salen de escena en varias ocasiones. Después de
una de estas salidas, cesa el sonido de la flauta y al poco entra el Flautista, solo).
FLAUTISTA.-
(Que llama).
(Entra el Alcalde).
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
HOMBRE.-
MUJER.-
FLAUTISTA.-
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
(Enfadado).
(Sale).
MUJER.-
El Flautista tiene razón.
HOMBRE.-
ALCALDE.-
Ya os dije que no entendéis de política. Gracias a mi gestión, nos hemos ahorrado 50.000
florines.
(Sale).
MUJER.-
HOMBRE.-
MUJER.-
(Salen ambos).
(Escuchamos una vez más el sonido de la flauta y entra el Flautista seguido por un grupo de niños
y niñas. Entran y salen en varias ocasiones. Es en una de estas entradas cuando uno por uno, los
niños se convierten en ratones, hasta que la escena queda llena de los roedores y no vemos ni
a uno solo de los niños. Sale el Flautista).
HOMBRE.-
(Que entra).
MUJER.-
(Que entra).
ALCALDE.-
(Que entra).
-¿Qué sucede?
MUJER.-
La culpa es suya. Por haber roto su palabra con el Flautista, que ha convertido en ratones a todos
los niños.
(Entra el Flautista).
ALCALDE.-
No quiero el dinero.
HOMBRE.-
FLAUTISTA.-
ALCALDE.-
FLAUTISTA.-
(Sale).
UNOS.-
OTROS.-
HOMBRE.-
ALCALDE.-
UNOS.-
OTROS.-
TODOS.-
MUJER.-
EXALCALDE.-
Son unos bárbaros que nada saben de política.
(Un grupo de ratones entra. El Alcalde huye. Así, entradas y salidas del Alcalde perseguido por
los ratones).
(La escena queda vacía, ocupada tan sólo por las casas de Hamelín. Escuchamos una melodía
interpretada por una flauta. Entra un niño, luego una niña, luego otro, y otra, y así hasta que
tenemos un nutrido grupo de infantes en escena).
(Entra el Hombre).
HOMBRE.-
Esta es la verdadera historia del Flautista de Hamelín, que al final no quiso cobrar nada por haber
devuelto la felicidad a la ciudad, sino que en Hamelín vivió para siempre, enseñando música a
todos los que lo desearon.
(Hombre coge una flauta del suelo y comienza a tocar una alegre melodía. Y de esta manera sale
de escena).
FIN
LA RATITA PRESUMIDA
AUTOR DE ESTA ADAPTACIÓN: JOSÉ LUIS GARCÍA
Continuamos aquí la serie de guiones para títeres, sencillos y con pocos personajes. La historia
de hoy está basada en un cuento popular español muy conocido, titulado “La ratita presumida”.
Es adecuado para niños a partir de los 3 años. Como personajes tiene a la Ratita, el Gallo, el
Cerdo, el Perro, el Ratón y el Gato -seis en total-; y los valores que resalta el cuento son la
comprensión, la autoestima, la autenticidad y la prudencia.
(Escenografía: se ve la casa de la ratita presumida, desde fuera. Debe tener unos pequeños
escalones).
(Entra la Ratita Presumida vestida con un sencillo delantal, trae una escoba y con ella se pone a
barrer delante de su casa).
RATITA.-
RATITA.-
Si en un rato no aparece nadie para reclamarla, me compraré algo con esta moneda de oro.
(Sigue barriendo. Cada vez que habla, deja de barrer; y cuando guarda silencio, barre).
RATITA.-
Parece que no viene nadie. -¿Y qué podré comprarme con la moneda? -¡Ya lo sé!, unos
caramelos. No, no; las chuches producen caries y no quiero estropear mis bonitos y blancos
dientes.
(Barre).
-¡Ya lo sé! Unas buenas agujas con las que coser y dejar bonito mi delantal. No, no; me podría
pinchar con una de las agujas.
(Barre).
-¡Ya lo sé!, me compraré una rebeca nueva. El otro día vi una preciosa en la tienda que está en
la plaza. -¡Eso haré!
(Y ni corta ni perezosa, deja su escoba apoyada en los escalones de su casa y sale de escena).
(Al poco rato, entra el Gallo).
GALLO.-
-¡Qué mala suerte!, hoy no está la Ratita Presumida barriendo delante de su casa. -¡Cachis!, da
igual, daré un paseo y volveré dentro de un rato.
(Sale el Gallo).
(Entra un Cerdo).
CERDO.-
Por las bellotas de mi tío Abelardo, no está hoy la Ratita… -¡Bellotas podridas! Iré a comer algo
y pasaré a ver si la veo.
(Sale el Cerdo).
GALLO.-
RATITA.-
GALLO.-
RATITA.-
GALLO.-
RATITA.-
GALLO.-
RATITA.-
CERDO.-
RATITA.-
CERDO.-
RATITA.-
CERDO.-
Todas las noches, antes de acostarme, me paseo por toda la casa, gritando por si hay ladrones:
-¡oink, oink!
RATITA.-
CERDO.-
Vaya con la presumida. Que sepas que hay unas cuantas cerdas que estarán encantadas de
casarse conmigo.
(Sale el Cerdo).
RATITA.-
-¿A qué cochino se le ocurre pasearse por la casa gritando “oink, oink”?
(Entra un Perro).
PERRO.-
RATITA.-
PERRO.-
RATITA.-
PERRO.-
En cuanto llega la noche, me encanta ladrar, para desear las buenas noches a todo el vecindario.
-¡Guau, guau!
RATITA.-
PERRO.-
(Sale el Perro).
RATITA.-
(Entra un Ratón).
RATÓN.-
RATITA.-
Vete de aquí, que no me casaré contigo, que eres más pobre que las ratas.
RATÓN.-
RATITA.-
RATÓN.-
RATITA.-
RATÓN.-
Vale, vale. -¡Vaya, si parece que las rebecas nuevas la ponen de mal humor!
(Sale el Ratón).
RATITA.-
Dicen mis amigas que es el mejor ratón del barrio… Si al menos tuviese un descapotable, o una
casita en la playa… Menudo pobretón.
(Entra un Gato).
GATO.-
RATITA.-
RATITA.-
GALLO.-
Maullar suavemente y cantarte las más hermosas canciones. Y después, dormir y callar.
RATITA.-
GATO.-
Entremos en tu casa y hablemos de los planes para la boda, que todo tiene que estar muy bien
preparado, para que nada falle.
RATITA.-
GATO.-
RATÓN.-
(Sale).
GATO.-
(En off).
Ven aquí, rata tontorrona. Empecemos por el banquete de bodas… -¿Dónde te has escondido?
RATITA.-
RATÓN.-
RATÓN.-
RATITA.-
(En off).
GATO.-
RATITA.-
(En off).
(El Gato se acerca hasta el lugar en el que se esconden los otros dos).
GATO.-
(En ese momento, una red sale desde abajo y atrapa al Gato, que intenta escaparse, sin
conseguirlo).
GATO.-
RATITA.-
RATÓN.-
RATITA.-
RATÓN.-
En la vida hay que ser valiente, si no quieres que te coman los gatos.
RATITA.-
RATÓN.-
RATITA.-
Contigo me casaré, Ratita querida… Adiós, señor Gato; ya avisaremos al señor Perro que usted
lo está esperando por aquí.
GATO.-
(Entra el Perro).
PERRO.-
GATO.-
PERRO.-
Te cogeré, ya lo verás.
(Al rato vuelven a hacer su aparición, el Gato gritando y el Perro ladrando. Entran y salen).
(Entra el Gallo).
GALLO.-
-¡Kikiriki!, esta historia termina aquí. La Ratita y el Ratón se dieron un beso y fueron felices
comiendo queso. Y todos fueron felices…
GATO.-
GALLO.-
Es verdad, todos fueron felices, menos el Gato, al que durante un tiempo, tocaron las narices.
(Sale el Gallo).
Fin
PREGUNTAS A:
ACHMED
La hora es de mañana
Que soy un lame medias porque hago lo que sea por mis amos menos
meterme en serios problemas.
5. ¿CUÁL ES MI OBJETIVO?