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“Hiperespacio” de Michio Kaku.

Sobre la bondad de las


supercuerdas (I - II)
por simbiotica

“Hiperespacio” de Michio Kaku. Sobre la bondad de las supercuerdas (I)

Una obra altamente recomendable. Mas, precisamente, no particularmente por cuestiones un tanto
especulativas como la “máquina del tiempo”, la máquina “Astropollo” o el “escape a través de una
dimensión más alta”. El resto es de una de la indudable calidad desde el punto de vista de la
divulgación de la compleja, pero muy interesante teoría de supercuerdas.

Y no solo las supercuerdas, sino el interés que suscita en el campo de la historicidad de la Ciencia,
en especial la Física y la Matemática, el relato del ascenso en la dimensionalidad del tejido
espaciotemporal. Así, describe perfectamente cómo ha habido un desarrollo histórico desde la
Geometría, a la Teoría de Campos, las soluciones clásicas de la Relatividad General, y la Teoría
Cuántica.

O lo que es lo mismo, a la Teoría Relativista con la geometrización del “Principio de


equivalencia”, a la Teoría del campo gravitatorio de Einstein, basada en el campo de Faraday y el
tensor métrico de Riemann, a las soluciones tipo clásicas para los agujeros negros y el Big Bang, y
a la Teoría cuántica de la gravedad. Resulta que la Teoría de las Supercuerdas va en sentido
contrario, desde esta última a la primera.

La cuarta dimensión (la temporal) entró en la Física de mano de Albert Einstein. La quinta de
Theodr Kaluza al escribir el tensor métrico de Riemann en cinco dimensiones (de la matriz con
cinco filas y cinco columnas, la quinta fila y columna se identifican con el campo
electromagnético de Maxwell, y el bloque 4×4 restante es la métrica tetradimensional de Einstein).
De esta forma se unificaban la teoría de la gravedad relativista con la luz, añadiendo esta quinta
dimensión. (Es la teoría de Kaluza-Klein.)

Posteriormente, el campo de Yang-Mills, como generalización del campo de Maxwell con muchas
más componentes y con carga eléctrica, basado en el intercambio de cuantos de energía para
explicar las interacciones fuerte y débil, abrió una nueva época donde la teoría de perturbaciones y
los diagramas de Feynmann, llegaron a decantar el conocido Modelo Estándar como teoría global
de toda la materia.

Como el Modelo Estándar, a pesar de su éxito, no tiene un simple grupo de simetría, ni tampoco
llega a describir de forma “económica” el mundo subatómico, se ha intentado ir más allá del
mismo. Uno de estos intentos ha sido la Teoría de la Gran Unificación (GUT) que trata de unir las
simetrías de los cuantos fuerte, débil y electromagnético disponiéndolos en un grupo de simetría
mucho mayor, como SU(5), O(10) o E(6). Por ejemplo, la SU(5) utiliza vienticuatro cargas de
Yang-Mills, pero dentro de una simetría (no tres simetrías separadas).

Las GUT hacían una predicción clara y verificable: la desintegración del protón. Pero la
unificación de las tres fuerzas fundamentales se producía a 10 elevado a 12 miles de millones de
electronvoltios, o sea, algo menor de la energía de Planck.

El siguiente paso fue cuando la teoría pentadimensional de Kaluza-Klein se generalizó a N


dimensiones, imponiéndose así una simetría en el hiperespacio. Cuando se enrollaba la quinta
dimensión, el campo de Maxwell surgía -como vimos- de la métrica de Riemann. Pero cuando se
enrollan N dimensiones, ¡de sus ecuaciones surgía el celebrado campo de Yang-Mills, la clave del
Modelo Estándar!

Las misteriosas simetrías SU(N) que aparecen en la física subatómica serían “subproductos de un
hiperespacio vibrante”.

Haciendo lo mismo que hicimos anteriormente con la matriz del tensor métrico ampliada, es decir
N×N, la quinta y superiores filas y columnas suponen el campo electromagnético de Maxwell y el
campo de Yang-Mills. Así que, de golpe, la teoría del hiperespacio permite unificar el campo
gravitatorio de Einstein, con el campo electromagnético de Maxwell y el de las fuerzas débil y
fuerte o campo de Yang-Mills. Las fuerzas fundamentales encajarían como en un rompecabezas.

Al incluir fermiones (partículas con espín semientero como los electrones) y bosones (partículas
con espín entero que transmiten la fuerza, como el fotón, el gravitón, etcétera) en un nuevo
supertensor métrico de Riemann, añadiendo la supersimetría (spartículas), nos encontramos ante la
Supergravedad, de la que se derivarían geométricamente todas las fuerzas y partículas del universo
(el antiguo sueño de Einstein).
Los nuevos componentes de la matriz del supertensor de Riemann corresponden a quarks y
leptones -componentes básicos de la materia-. Así que el supertensor de Riemann incluye,
entonces, la teoría de la gravedad de Einstein, los campos de Yang-Mills y de Maxwell y los
quarks y leptones. La Supergravedad, así, es la única teoría con una simetría gauge local entre
fermiones y bosones.

Pero, la Supergravedad seguía siendo no renormanizable (seguía teniendo infinitos que no se


podían evitar), y la simetría más alta para poder incluir la Supergravedad era la O(8), demasiado
pequeña para acomodar la simetría del Modelo Estándar.

Por fin, la teoría de Supercuerdas acudió al rescate, sustituyendo el variado zoo de las partículas
subatómicas del Modelo Estándar por las “resonancias” de una increíble minúscula “cuerda”, lo
que será el tema de la siguiente entrega del artículo.

Esta parte (II) corresponde a la segunda entrega del artículo del mismo nombre.

La teoría de cuerdas tiene su nacimiento en el año 1968, cuando Gabriel Veneziano y Mahiko Suzuki
encontraron y aplicaron la llamada "función beta de Euler" para explicar las interacciones fuertes de
las partículas elementales.

Pero fue en 1970 cuando el misterio que rodeaba al modelo de Veneziano-Suzuki fue explicado
parcialmente por Yoichiro Nambu y Tetsuo Goto al descubrir que era una "cuerda vibrante" la que
yacía detrás de sus maravillosas propiedades.

Así que la teoría de cuerdas fue descubierta hacia atrás y por casualidad, por lo que los físicos aún
"no conocen el principio físico que subyace en ella". Pero, "una cuerda es una de las formas más
compactas de almacenar grandes cantidades de datos de un modo en que la información puede ser
replicada".

La imagen de cuerda de Nambu indica que cuando un fragmento de cuerda se mueve por el espacio,
su trayectoria puede asemejarse a una hoja imaginaria bidimensional. Cuando es una cuerda
cerrada, su trayectoria se parece a un tubo.

Las cuerdas interaccionan rompiéndose en cuerdas más pequeñas o uniéndose a otras.

Cuando se calcula la expresión numérica que corresponde a esas imágenes o diagramas, se


recupera la función beta de Euler.

Ahora, el truco esencial en esta imagen de cuerdas fue propuesto por Kikkawa- Sakita-Virasoro
(KSV) y equivalía a añadir todos los posibles diagramas en donde las cuerdas pueden colisionar y
romperse.
Hay un número infinito de diagramas"cerrados", y añadiéndolos nos van acercando a la respuesta
final; es, pues, una teoría de perturbaciones, el arsenal básico de cualquier físico cuántico. Y los
diagramas de cuerdas poseen una bella simetría, conocida como "simetría conforme" en dos
dimensiones.

KSV afirmaba que la suma total de todos estos diagramas cerrados daría la fórmula matemática
exacta que explica la interacción de las partículas subatómicas, pero dicho programa KSV era sólo un
conjunto de reglas convenientes pero no una verdadera teoría de campos.

Y es que, como sucede habitualmente en todas las ramas de la Física, debería construirse una teoría
de campos, aún cuando las mismas violaran la "dualidad" de Veneziano y las reglas de Feynmann.

La solución: "Aunque la teoría de campos construida viola la dualidad, es aceptable porque al


dividirse en dos fragmentos, la suma final reproduce la fórmula de Veneziano-Suzuki".

En 1984, Green y Schwarz demostraron que la teoría de supercuerdas era la única teoría
"autoconsistente" de la gravedad cuántica, y la esperada unificación de la teoría cuántica y la
relatividad general requiere la autoconsistencia de las supercuerdas.

La cuerda bosónica (que describe espines enteros) es solo autoconsistente en 26 dimensiones, y la


supercuerda (que describe tanto espines enteros como semienteros) es autoconsistente sólo en 10
dimensiones.

En 1985, Edward Witten demostró que la teoría de campos puede derivarse, utilizando la teoría
matemática denominada "cohomología", con una forma completamente relativista.

Pero, el hándicap de la teoría de supercuerdas es, precisamente, tener demasiado éxito. ¡Hay
demasiadas soluciones tipo Veneziano!, así que ¿cuál es la solución correcta?... Aunque las
soluciones no perturbativas son inestables.

Volviendo a la teoría, lo curioso y lo que la caracteriza: "La teoría de cuerdas, de hecho, es la única
teoría cuántica conocida que exige completamente que las dimensiones del espacio-tiempo estén
fijadas en un número (10)", consecuencia básicamente de las llamadas funciones modulares.

La cuerda heterótica consiste en una cuerda cerrada que tiene dos tipos de vibraciones, una en
sentido de las agujas del reloj y la otra en sentido contrario, que son tratadas de distinta forma. Las
del sentido de las agujas del reloj viven en un espacio de diez dimensiones. Las del sentido contrario
del reloj en un espacio de veintiséis dimensiones, de las que dieciséis han sido (como la quinta
dimensión de Kaluza-Klein) compactificadas. Su nombre "heterótica" proviene de la palabra griega
"heterosis", que significa "vigor híbrido".
Y es el espacio compactificado de dieciséis dimensiones el más interesante, pues la simetría del
espacio 16-dimensional es una simetría E(8)×E(8) mucho mayor que cualquier simetría GUT, lo que
era suficientemente grande para acomodar la simetría del Modelo Estándar. (El espacio 26-
dimensional de la cuerda heterótica tiene suficiente potencia para explicar todas las simetrías
encontradas de la teoría de Einstein y de la teoría cuántica).

Las simetrías del dominio subatómico no son sino remanentes de la simetría del espacio de más
dimensiones. O sea, de la simple teoría de una cuerda vibrante pueden extraerse la teoría de
Einstein, la de Kaluza-Klein, la supergravedad, el Modelo Estándar e incluso la teoría GUT de la Gran
Unificación.

Pero manipulando los diagramas de lazos KSV creados por cuerdas en interacción, se encuentran
las extrañas funciones modulares investigadas por el genio matemático Srinivasa Ramanujan, en las
que el número diez aparece en los lugares más extraños.

En la obra de Ramanujan el número 24, origen de las cancelaciones "milagrosas" de la teoría de


cuerdas, aparece repetidamente. Cada uno de los 24 modos de la función modular de Ramanujan
corresponde a una vibración física de la cuerda.

Los movimientos complejos de la cuerda deben satisfacer un gran número de identidades


matemáticas descubiertas por Ramanujan. Como los físicos añaden dos dimensiones más al contar
el número total de vibraciones en una teoría relativista, ello significa que el espacio-tiempo debe tener
24+2=26 dimensiones espacio-temporales.

Al generalizar la función de Ramanujan, el número 24 queda reemplazado por el número 8. Luego el


número crítico para la supercuerda es 8+2=10, origen de la décima dimensión.

En conclusión: La cuerda vibra en diez dimensiones porque requiere las funciones de Ramanujan
generalizadas para "permanecer autoconsitente". "Son precisamente estos números mágicos que
aparecen en las funciones modulares elípticas los que determinan que la dimensión del espacio-
tiempo sea diez".

Para rematar el artículo, decir que hoy se ve más claramente que nunca que la relación entre Física
(basada en principios físicos) y Matemáticas (basadas en estructuras autoconsistentes) es evidente.
Para la resolución de un principio físico, los físicos pueden necesitar muchas estructuras
autoconsistentes, por consiguiente, la física "une automáticamente muchas ramas diferentes de las
matemáticas".

Para Isadore A. Singer del MIT: "La teoría de supercuerdas debería tratarse como una rama de las
matemáticas, independientemente de si es físicamente relevante".
Respecto al Big Bang, decir que para la teoría de supercuerdas, el universo decadimensional se
rompe en un universo de cuatro dimensiones (el conocido), y otro hexadimensional que colapsa
hasta un tamaño infinitesimal.

Como dije al principio del artículo: La obra "Hiperespacio" de Michio Kaku es un enjundioso tratado
de la física de nuestros días, y por tanto de necesaria lectura.

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