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POEMAS PARA PRACTICAR MÉTRICA

Porque son, niña, tus ojos

verdes como el mar, te quejas;

verdes los tienen las náyades,

verdes los tuvo Minerva,

y verdes son las pupilas

de las hurís del Profeta.

El verde es gala y ornato

del bosque en la primavera.

Entre sus siete colores

brillante el Iris lo ostenta.

Las esmeraldas son verdes,

verde el color del que espera,

y las ondas del océano,

y el laurel de los poetas.

Gustavo Adolfo Bécquer

Antonio Torres Heredia,


hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros.
Moreno de verde luna
anda despacio y garboso.
Sus empavonados bucles
le brillan entre los ojos.
A la mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue tirando al agua
hasta que la puso de oro.
Y a la mitad del camino,
bajo las ramas de un olmo,
guardia civil caminera
lo llevó codo con codo.

El día se va despacio,
la tarde colgada a un hombro,
dando una larga torera
sobre el mar y los arroyos.
Las aceitunas aguardan
la noche de Capricornio,
y una corta brisa, ecuestre,
salta los montes de plomo.
Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
viene sin vara de mimbre
entre los cinco tricornios.

Antonio, ¿quién eres tú?


Si te llamaras Camborio,
hubieras hecho una fuente
de sangre con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se acabaron los gitanos
que iban por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando bajo el polvo.
A las nueve de la noche
lo llevan al calabozo,
mientras los guardias civiles
beben limonada todos.
Y a las nueve de la noche
le cierran el calabozo,
mientras el cielo reluce
como la grupa de un potro.

Federico García Lorca, 1928

Una, dos, tres estrellas, veinte, cien

mil, un millón, millares de millares,

¡válgame Dios, que tienen mis pesares

su retrato en el alto firmamento.

(Diego de Silva y Mendoza, conde de Salinas)

Y todo un coro infantil

va cantando la lección:

mil veces ciento, mil;

mil veces mil, un millón.

(Antonio Machado)

Era un simple clérigo, pobre de clerecía,

dicié cutiano missa de la sancta María;

non sabié decir otra, diciéla cada día,

más la sabié por uso qe por sabiduría.

(Gonzalo de Berceo)
Pasó un día y otro día,

un mes y otro mes pasó,

y un año pasado había;

mas de Flandes no volvía

Diego, que a Flandes partió.

(José Zorilla)

Si de mi baja lira

tanto pudiese el son, que en su momento

aplacase la ira

del animoso viento

y la furia del mar y el movimiento...

(Garcilaso de la Vega)

¿Qué se hizieron las damas,

sus tocados, sus vestidos,

sus olores?.

¿Qué se hizieron las llamas

de los fuegos encendidos

de amadores?

(Jorge Manrique)
¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos

áridos ni una lágrima brotaban

cuando ya su color tus labios rojos

en cárdenos matices cambiaban,

cuando de tu dolor tristes despojos

la vida y su ilusión te abandonaban

y consumía lenta calentura

tu corazón al par de tu amargura.

(José de Espronceda)

¿Dónde está ya el mediodía

luminoso en que Gabriel

desde el marco del dintel

te saludó: -Ave María?.

Virgen ya de la agonía,

tu hijo es el que cruza ahí.

Déjame hacer junto a ti

ese augusto itinerario.

Para ir al monte del Calvario

cítame en Getsemaní.

(Gerardo Diego)

Muerto se quedó en la calle

con un puñal en el pecho.

No lo conocía nadie.

(Federico García Lorca)


Un soneto me manda hacer Violante,

que en mi vida me he visto en tal aprieto;

catorce versos dicen que es soneto:

burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante

y estoy a la mitad de otro cuarteto;

mas si me veo en el primer terceto

no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando

y parece que entré con pie derecho,

pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho

que voy los trece versos acabando;

contad si son catorce, y está hecho.

(Lope de Vega)

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