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EL FEMINISMO POSMODERNO COMO FORMA ENTRÓPICA DE LA RACIONALIDAD

La entropía es un concepto nacido en la ámbito de la termodinámica y que pasó al campo filosófico.


Se refiere al hecho de que en cualquier proceso de transformación de la energía esta se degrada, de
forma que la cantidad total de energía disponible en el sistema se reduce ineorablemente.
Filosóficamente hablando, hace referencia a la degradación de la materia entendida como un
fenómenos físico (fisicalismo materialista), lo que lleva a apuntar hacia un final del universo
conocido. Podemos aplicar la noción de entropía al ámbito de la racionalidad también, para hacer
referencia a la pérdida de la racionalidad en los discursos del llamado posmodernismo progresista.
Una de las características más destacadas de la nueva izquierda, surgida de los movimientos
contestatarios del mayo francés del 68, ha sido la abandonar el economiscismo clásico del
marxismo y sustituirlo por otras variantes discursivas rupturistas como pueden ser el feminismo, el
animalismo, el ecologismo o la politización del espacio. En general estos discursos de la nueva
izquierda, que algunos autores (Mauricio Schwarz) denominan izquierda Feng Shui por sus
vinculaciones con las pseudo ciencias, tienen como característica su irracionalismo patológico. Esto
se deriva del hecho de ser la nueva izquierda sesentayochista heredera de todas aquellas llamadas
filosofías de la sospecha (Ricouer), que tienen a denigrar el racionalismo como la ideología que
sustenta la racionalidad instrumental heredera de la ilustración (Horkheimer).

Si entendemos el materialismo en un sentido más amplio, a la manera que lo hace Gustavo Bueno
en su materialismo filosófico, podemos aplicar perfectamente los principios de la termodinámica a
la esfera del pensamiento y así concluir que el nivel de racionalidad de nuestro universo también
parece disminuir progresivamente, a la vez que avanzamos en el desarrollo de la especie humana.

Esto es muy patente, en la llamada posmodernidad , donde se han instalado una serie de ideologías
y creencias supuestamente “racionales” y “progresistas”, que en realidad lo que encubren es una
irracionalidad manifiesta. Este fenómeno, el del triunfo de la irracionalidad en el siglo XX, se
encuentra perfectamente descrito, en el muy recomendable libro del pensador argentino Juan José
Sebreli El olvido de la razón, ensayo donde desenmascaran doctrinas pseudo cientificas como el
psicoanalisis, las filosofías vitalistas y las posmodernidades del estructuralismo.

Un poco esto es lo que encierra el llamado feminismo radical o feminismo de tercera ola, tan en
boga entre ciertos sectores de la progresista intelectualidad, que realiza un interpretación del
fenómeno de la desigualdad de sexos en clave antropológica y en clara oposición, tanto al
feminismo de corte marxista como al de índole liberal. La tesis básica de este peculiar forma de
feminismo incide en los factores culturales y en los roles de la masculinidad en la sociedad, como
causa explicativa de una supuesta sociedad patriarcal opresora de la mujeres. La reversión de los
roles tradicionales de la masculindad y la feminidad se convierte en objetivo necesario para lograr
la emancipación femenina.

En realidad, el feminismo radical no es más que una forma de pensamiento holista, es decir una
doctrina que hipostatiza colectividades y las hace titulares de derechos, de forma que no razona en
términos individualistas como en el caso del feminismo liberal (en esto se aproxima al marxismo).
Es propia de lo que Popper llama sociedades tribales, poco evolucionadas y con tendencias al
totalitarismo. Confunde los planos epistémicos del ser y de la cultura. Además en el caso del
feminismo radical , hay un error de base al hacer un reduccionismo cultural del hecho biológico
(son los roles los que determinan los sexos y no a la inversa).

En el fondo, lo que subyace en el feminismo es lo que Hayek, en su obra La fatal arrogancia,


conceptúa como “ racionalismo constructivista” que se caracteriza por una exagerada confianza en
las potencialidades planificadoras del ser humano, de forma que es la racionalidad la que construye
el mundo y no la racionalidad la que se conforma con éste. Los orígenes de esta forma hiperbólica
de racionalismo los encontramos en el transito a la modernidad, con la quiebra del realismo
epistemológico, cuando Kant atribuye facultades conformadoras de la realidad a la razón humana.

Desde entonces se considera que la razón deja de ser una intermediaria entre la realidad y el sujeto
pensante para convertirse en instancia creadora de la misma. Este tendencia se ve acrecentada con el
llamado idealismo absoluto que reduce toda realidad y toda racionalidad a lo que dictamina el
espíritu. El problema del idealismo consiste en hacer imposible cualquier objetividad y
veriicabilidad del conocimiento, al quedar éste reducido a mera representación de la voluntad del
espíritu (Schopenhauer), haciendo imposible la ciencia y el progreso.

El positivismo,en sus diversas variantes, trajo consigo una recuperación de la autentica


racionalidad, al rehabilitar la importancia de la experiencia como el banco de pruebas de la certeza
de nuestro conocimiento. El darwisnismo nos mostró que podíamos confiar en nuestros sentidos
para conocer e interpretar el mundo, pues ellos son los que en último termino han favorecido el
proceso selectivo y adaptativo de nuestra especie.

Sin embargo , los excesos del reduccionismo positivista trajeron de nuevo la irracionalidad como
reacción opuesta, esta vez disfrazada de rimbombantes teorías superadoras del reduccionismo
científico, supuestamente garantizadoras de un conocimiento más allá de los límites de la
experiencia. Es en este contexto de irracionalidad , disfrazada de ropajes pseudo cientificistas, es
donde hay que contextualizar estas extravagantes teorías del feminismo radical , que se puso de
moda en los USA en los años 60's.

La mayoría de las teorías feministas de la época eran una extraña mezcolanza de una antropología
de inspiración marxista (Bachofen), de corte evolucionista especulativa, que afirmaba que los males
de la mujer derivaban de una especie de patriarcado, el cual se había apoderado del mundo con las
civilizaciones mesopotámicas y que había subvertido un estadio previo idílico de un matriarcado
neolítico .Un poco en la línea del marxismo clásico, estas feministas defendían que había que
conseguir que las mujeres alcanzasen el poder por medio de la subversión de los patrones culturales.
Al igual que el marxismo preconizaba la tiranía del proletariado, en el caso del feminismo tendría
que ocurrir algo similar, una dialéctica pseudo -dictatorial , donde la mujer alcanzase los roles
masculinos , que son los que ostentan el poder en la sociedad. Situaciones como la maternidad,
diferencias temperamentales o determinados roles en la sociedad o en la familia debían ser
eliminados" ipso facto" por constituir elementos que perpetuaban la tiranía masculina. Con ello se
lograban resultados paradójicos; como por ejemplo el de conseguir de facto negar lo mas
característico de la feminidad; la maternidad u otros hechos biológicos que se consideran
manifestación de roles de la feminidad y causa, por lo tanto, de la opresión de la mujer (Firestone).

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