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¿QUÉ PASÓ CON LILITH?

De aquella mujer que fue creada con el mismo barro que a Adán nunca más se
supo, no hay nada escrito, pero en los mitos judíos se habla de esa mujer
primigenia se llamaba Lilith. Adán y Lilith nunca encontraron la paz juntos, pues
cuando él quería acostarse con ella, Lilith consideraba ofensiva la postura
recostada que él exigía. “¿Por qué he de acostarme debajo de ti? -preguntaba-.
Yo también fui hecha con barro, y por consiguiente soy tu igual”. Parece que Lilith
trató de lograr una audiencia con Dios para plantearle el dilema pero no la
consiguió. Como Adán trató de obligarla a obedecer por la fuerza, Lilith,
enfurecida, pronunció una fórmula cabalística, se dice que el nombre verdadero de
Dios, y le salieron unas alas y salió volando. Adán se sintió muy triste. Dios
encargó entonces a sus tres ángeles que la trajeran de vuelta al edén, pero Lilith
se negó, ante ello, el señor la amenazo diciéndole que los hijos que pariera en el
futuro al momento mismo de nacer, nacerían muertos. Desesperada Lilith pensó
en quitarse la vida, pero los ángeles se compadecieron de ella y le ofrecieron una
solución; conservaría a sus hijos al menos hasta el octavo día de su nacimiento.

El destino de Lilith: Revisando en Internet, buscando datos sobre Lilith, encuentro


el siguiente texto firmado por Antonio Tausiet: “Esta narración considera a Lilith la
reina de los súcubos (demonios femeninos), por alinearse en el bando enemigo de
Dios al marcharse del Paraíso. Y de ahí se ha pasado a suponerla una perversa
ninfómana, que seduce a los hombres con maestría para estrangularlos después.
Esa condición diabólica de Lilith le ha llevado a ser también la Reina de los
Vampiros. No sólo mantiene relaciones sexuales con hombres a los que después
asesina, sino que también se alimenta de su sangre. Es en esa encarnación
donde Lilith se asimila a diferentes divinidades y monstruos femeninos presentes
en la mitología clásica: Lamia, Empusa y las lamias, hijas de Hécate, diosa de la
brujería; las harpías y las estriges, también macabras visitantes nocturnas; las
harpías, ayudantes de las erinias o furias; las moiras o parcas, las grayas y las
gorgonas, siniestras ancianas habitantes de los infiernos. En todas estas figuras
se repiten las alusiones a muerte de hombres y niños.

Otras referencias mitológicas afines a Lilith se pueden encontrar en la Brunilda de


los Nibelungos, o en la diablesa babilonia Lilu. La misma Reina de Saba de
Salomón es un trasunto de Lilith. Etimológicamente viene del hebreo layil, (noche),
y aparece representada como un demonio nocturno peludo o como una mujer de
cabellos muy largos. Lilith ha sido traducido por lechuza o ardilla, evitando toda
referencia a la figura precedente de Eva. En nota al pie se hace constar: "Los
hebreos creyeron que significaba un ser diabólico, en forma femenina, noctívago,
espantajo de la fantasía popular". Las variaciones del mito llevan a Lilith a
convertirse en seductora de lo de los propios hijos de Adán y Eva (abordando a
Caín con palabras de consuelo y reposo tras la muerte de Abel), o a asimilarla con
la propia serpiente del Paraíso (como en los frescos de Miguel Ángel de la Capilla
Sixtina). Un relato de Primo Levi nos recuerda que Lilith es la amante del mismo
Dios creador, y que vive en el Mar Rojo comandando una corte de demonios. Y
otra tradición afirma que Samael, luego Satán, el ángel caído, se convierte en
pareja de Lilith, e incluso que juntos seducen a Eva para que engendre a Caín”.

La luna negra: “En astrología, Lilith es un punto que se averigua mediante las
posiciones de la luna y la Tierra. Su representación es una Luna Negra, y hace
referencia a “deseos ocultos, lados reprimidos de nuestra personalidad,
experiencias dolorosas y rincones oscuros de nuestra psique”.

En astronomía, Lilith es simplemente el asteroide 1.181, descubierto el 11 de


febrero de 1927. Sea como fuere es evidente que Lilith es el perfecto símbolo para
representar a la mujer emancipada, la que no se somete al hombre y busca la
igualdad. Dejando a un lado las referencias al infanticidio o a los sueños eróticos
masculinos, Lilith es un ejemplo de cómo la mitología también nos puede ayudar a
encontrar las raíces del feminismo”.

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