Gadamer se remite a la tradición humanista para recoger insumos que permitan comprender la

formación de conocimiento de las ciencias del espíritu, puesto que es distinto este conocimiento al
de las ciencias naturales.

Vico

Vico en su defensa al humanismo se remite a los conceptos de sensus communis y eloquentia.

La eloquentia como arte de “hablar bien” refiere no sólo al expresarse claramente o el decir algo
bien, sino también al decir lo correcto, lo verdadero. Tanto el sensus communis como la
eloquentia no son aptitudes naturales, sino que es necesario formarse en ellas.

Vico se remite a la tradición antigua para recuperar los conceptos de sensus communis,
eloquentia, sophía y phrónesis.

Gadamer nos dice que en la antigüedad se estableció una oposición entre sophía y phrónesis,
establecida por primera vez por Aristóteles. En esta oposición sophía representaba al erudito y la
escuela (de la escolástica) y phrónesis al sabio. Gadamer afirma que Vico actualiza esta oposición
para referirse no al erudito o la escuela, sino a la ciencia moderna; no para criticar la ciencia
moderna, sino para advertir sus límites. Por ello Vico considera, según Gadamer, que “la sabiduría
de los antiguos, el cultivo de la prudentia y la eloquentia, debería seguir manteniéndose frente a
esta nueva ciencia y su metodología matemática. El tema de la educación también sería ahora
otro: el de la formación del sensus communis, que se nutre no de lo verdadero sino de lo
verosímil” (p. 50).

Gadamer rescata del pensamiento de Vico que sensus communis no refiere tanto a una capacidad
general que poseen todos los hombres, sino al sentido que funda la comunidad. Desde este punto
de vista se advierte que el sentido común no lo tiene un individuo fuera de la comunidad ni se
funda en la abstracción de la razón (y, se podría decir, el sentido común varía de una comunidad a
otra. Esto queda para la discusión). De acuerdo con Vico, el sentido común es sentido de lo
verdadero y lo justo. Este sentido “no es un saber por causas pero que permite hallar lo evidente”
(pp. 50-51). Contrario a la ciencia moderna que se fundamenta en la demostración para hallar lo
verdadero, Vico retoma la vieja tópica. Por vieja tópica se entiende al “arte de encontrar
argumentos” (p. 51) que contribuyen a la “formación de un sentido para lo convincente que
trabaja instintivamente ex tempore y que precisamente no puede ser sustituido por la ciencia” (p.
51). De este modo, Vico reinvindica la noción de verosimilitud como conocimiento válido para las
ciencias.

No obstante, siguiendo a Gadamer, esta oposición planteada por Vico remite a la oposición
aristotélica entre saber técnico y práctico que no se puede reducir a la mencionada oposición
entre lo verdadero y lo verosímil. Mientras el saber técnico se orienta a principios generales, “el
saber práctico, phrónesis, es una forma de saber distinta” que se orienta a situaciones concretas y
que, por ende, tiene que atender toda la variedad de circunstancias que rodean a cada situación
concreta. Aristóteles describe la phrónesis como una virtud dianoética (intelectual) que busca
saber qué es lo correcto. No le interesa saber qué es lo verdadero o verosímil. Esta virtud no se
adquiere siguiendo reglas ni procedimientos, sino que se adquiere por medio de la experiencia.

Gadamer también nos advierte que, contrario al pensamiento escolástico que consideraba el
sentido común como la raíz común de los sentidos externos o la capacidad de combinarlos que
juzga sobre lo dado, para Vico el sensus communis es el sentido de lo justo y del bien común. Este
sentido de lo justo y del bien común es retomado de los romanos que consideran que las pasiones
humanas no pueden regirse por prescripciones generales de la razón. Vico retoma este concepto
romano del sensus communis que estaba orientado contra la especulación teórica de los filósofos
para oponerse precisamente a la ciencia moderna. Es así que Vico se remite a la retórica
humanística y el concepto romano del sensus communis para comprender el tipo de conocimiento
que se forma en las ciencias espirituales.

Shaftesbury