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INTRODUCCIÓN:

El concepto de derecho electoral tiene dos sentidos: un sentido amplio y uno estricto. En
el sentido amplio contiene las determinaciones jurídicas positivas y consuetudinarias
que regulan la elección de representantes o personas para los cargos públicos. El
derecho electoral es, en este caso, el conjunto de normas jurídicas que regulan la
elección de órganos representativos y sus instituciones.

Este concepto abarca todas las regulaciones jurídicas positivas y todas las convenciones
desde las candidaturas hasta la verificación de la elección. Dentro de este concepto es
correcto considerar por ejemplo, cuestiones del sistema electoral como cuestiones
jurídicas electorales, puesto que no hay duda de que se trata de regulaciones que se han
de determinar de modo legal.

El concepto estricto de derecho electoral alude únicamente a aquellas determinaciones


legales que afectan al derecho del individuo a participar en la designación de los
órganos representativos. Este concepto estricto concretiza el derecho de sufragio y se
limita, en su contenido, a establecer las condiciones jurídicas de la participación de las
personas en la elección y de la configuración de este derecho de participación. El
derecho electoral en el sentido estricto señala, en concreto, quién es elector y quién es
elegible y trata de determinar además, si el derecho de sufragio es o no universal,
igualitario, directo y secreto. Con ello, el concepto estricto de derecho electoral se
remite a postulados y cuestiones jurídicas que, por lo general, tienen un carácter jurídico
constitucional.

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1.2 Principios Clásicos del Sufragio:

Los principios clásicos del sufragio tienen el contenido siguiente:

a) Universal:

Todos los ciudadanos tienen el derecho a elegir y a ser elegidos sin importar su sexo,
raza, idioma, ingreso y propiedad, profesión, estamento o clase, educación, religión o
convicción política. Este principio no sufre merma por el hecho de que se exijan
algunos requisitos imprescindibles, como una cierta edad, la nacionalidad, la residencia,
el estar en posesión de las facultades mentales y de los derechos civiles, así como de la
plena capacidad jurídica. También se ha de considerar, como condición formal para
poder ejercer el derecho a voto, el estar inscrito en los registros electorales. La
elegibilidad puede estar sometida a otros requisitos, como una edad mayor a la del
ciudadano o la incompatibilidad con el ejercicio de otros cargos públicos. Asimismo no
constituye lesión al principio del voto universal la exigencia “de hecho” o de derecho de
que la candidatura sea respaldada por la pertenencia a un partido político.

b) Igualitario:

Todos los votos son iguales en cuanto a su valor numérico. No es lícito diferenciar la
importancia del voto de los electores en función de criterios de propiedad, ingreso, pago
de tributos, educación, religión, raza, o posición política. Cada elector puede tener –
según el procedimiento de votación - uno o varios votos. Lo decisivo es que el número
de votos del conjunto de electores sea el mismo del cuerpo electoral.

c) Secreto:

Este principio se opone a la emisión pública o abierta del voto, así como al voto “al
dictado”, por aclamación o por mano alzada. Se debe garantizar jurídica y
organizativamente (mediante cabinas electorales, papeletas oficiales opacas, urnas
selladas, etc.) que la decisión del votante no puede ser conocida por nadie.

d) Directo:

2
Este último de los principios clásicos establece la no existencia de intermediarios entre
el votante y el elegido, que hayan de ser previamente elegidos por los electores
(compromisarios) y que, posteriormente, realicen la elección de los representantes. Son
los propios ciudadanos electores los que determinan a los titulares de los escaños o de
los cargos a elegir. No afecta al principio del sufragio directo la elección por listas de
tipo cerrado o bloqueado. Sin embargo, son incompatibles con ese principio los cambios
arbitrarios que puedan introducir los partidos en el orden de sucesión y en la selección
de los candidatos de una lista, una vez realizada la votación.

En cuanto a las elecciones indirectas, habrá que distinguir entre elecciones mediatas
formales e informales. Elecciones formalmente indirectas son aquellas en las que
aparece una instancia de intermediarios entre los electores y los elegidos, pero en las
que el elector, sin embargo, determina la orientación del voto del compromisario. En
oposición a esto, las elecciones materialmente directas son aquellas en las que el
intermediario procede a elegir sin vinculación alguna a los titulares definitivos de los
cargos públicos de elección popular. Existen dos criterios de derecho electoral que
ocasionalmente aparecen junto a los clásicos ya señalados, aun cuando su función e
importancia son controvertidas.

e) Libre:

Delimitar con claridad este principio resulta bastante complejo. El concepto puede
entenderse como que el derecho al sufragio ha de ejercerse sin coacción o cualquiera
otra influencia externa ilegal. Este sentido del concepto afirma el carácter subyacente
cualitativo de la elección consistente en ofrecer al elector la posibilidad de elegir
libremente entre diferentes ofertas políticas. Si así no ocurriera, no sería elección libre y,
por lo tanto, no sería elección, en su sentido más cabal. La protección del libre ejercicio
del sufragio y la ausencia de control en la emisión del voto ya están cubiertas con la
exigencia del voto secreto. No obstante esto, hay autores que conciben el criterio libre
como un requisito complementario sustancia del Derecho electoral democrático,
delimitando así, con mayor claridad, la diferencia con elecciones autoritarias o
totalitarias de tipo semi o no competitivas.

3
f) Obligatorio:

Los electores inscritos deben ejercer su derecho electoral. La justificación teórico


jurídica de la obligatoriedad del sufragio reside en la tesis de que la realización del
derecho político de participar en la elección de la representación política es sinónimo de
deber cívico. Sin embargo, la introducción del voto obligatorio en varios países ha sido
motivada por otras razones. Entre ellas se destaca la de contrarrestar riesgos de
manipulación electoral mediante un abstencionismo forzado de los estratos bajos,
promovido por los sectores sociales poderosos. Así, paradójicamente, el voto obligatorio
podría ser presentado como una contrapartida de la ampliación del sufragio en función
de un libre ejercicio del derecho a voto.

1.3 El aspecto Político del Sufragio

El derecho electoral se vincula en forma estrecha y vital con el sistema político. Es más:
el carácter del sufragio determina, en buena medida, el carácter del sistema político.
Para que un sistema político sea reconocido como democrático es imprescindible en la
actualidad que el sufragio sea universal, igual, directo y secreto. Así el desarrollo de la
democracia moderna es inconcebible sin su componente electoral, es decir, la extensión
permanente del sufragio hasta materializarse el derecho electoral conforme a los
principios clásicos. Por otro lado, es notorio en cualquier proceso de democratización de
un sistema político el postulado de las elecciones libres.

1.4 Breve historia del Derecho electoral

Nohlen (1988 :13) nos hace un resumen sobre la lucha por el sufragio universal, libre,
igual, directo y secreto, es decir la democratización fundamental de los sistemas
políticos con órganos representativos que llevó más de un siglo. Sostiene que en los
países industrializados, la extensión del sufragio democrático estuvo inserta en el
proceso de industrialización y de los fenómenos sociopolíticos que lo acompañaron.
Existe pues, un vínculo estrecho entre la revolución industrial, el desarrollo de las
fuerzas productivas, la formación de un movimiento obrero fuerte y el Derecho electoral

4
democrático. Sin embargo, no se trata de una evolución simultánea o automática. El
sufragio democrático y, por consiguiente, la participación política masiva, fueron
producto de la lucha de las organizaciones políticas y sociales del movimiento obrero y
de los sindicatos y de los partidos obreros. Así se explican las diferencias significativas
entre los países en la evolución que describimos. No obstante los aspectos específicos,
el sufragio democrático fue conquistado en dos grandes impulsos democratizantes
durante y después de las dos guerras mundiales. Se puede afirmar que las mayorías de
las democracias capitalistas introdujeron el sufragio universal después de la segunda
guerra mundial. En Francia, Italia, Bélgica, el voto femenino sólo se introdujo después
de 1945. En Estados Unidos las discriminaciones raciales se abolieron sólo en la década
del 60.
Con respecto a América Latina, ya en el siglo XIX hubo elecciones esporádicas basadas
en el sufragio universal para hombres (Colombia, Haití, Rep. Dominicana). Pero en
general, el Derecho electoral democrático se materializó sólo después de haberse
impuesto en los países industrializados. Por otra parte, la democratización del sufragio
en América Latina no estuvo vinculada, como en el caso de los países industrializados, a
la industrialización y el cambio social. Esos procesos no tuvieron lugar o se iniciaron
tardíamente, sin que –salvo excepciones – hayan dejado atrás la etapa de
subindustrialización. “El surgimiento de estructuras económicas heterogéneas
contribuyó a generar y a petrificar las estructuras sociales, modificándose así la
importancia del sufragio democrático en cuanto a su capacidad para transformar las
relaciones reales de poder” . Las estructuras de dominación autoritarias no se han
podido superar ni siquiera en aquellos países donde el pueblo es llamado a las urnas
esporádica y regularmente. Además, el reconocimiento del sufragio democrático se ha
quedado frecuentemente en un nivel formal, manteniéndose la vigencia de la
manipulación electoral en la práctica. La deficiencia administrativa de los procesos
electorales y la frecuente influencia ilegal sobre los electores, facilitada por la estructura
social, han disminuido el contenido democrático del voto, de modo que es frecuente el
desconocimiento o la deslegitimación de los resultados electorales.

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2. LA CONVOCATORIA A ELECCIONES

2.1 Concepto

El Diccionario define “convocar”, voz que deriva del latín convocare, como:
“Citar, llamar a varias personas para que concurran a lugar o acto determinado” y
“convocatoria”: “Anuncio o escrito con que se convoca; La convocatoria a elecciones
es el acto jurídico por el que autoridad legítima llama a los ciudadanos para que
concurran a elecciones, a ejercitar sus derechos de elegir y ser electo, dándose inicio
con la misma al proceso electoral” 1.
La convocatoria puede ser a elecciones ordinarias previstas en la legislación nacional
con sus modalidades de tipo de elección, cargos a elegir, tiempos y lugares y a
elecciones extraordinarias, también previstas en la legislación con sus respectivas
causas de vacancias, declaratoria de nulidad de elecciones, imposibilidad de elecciones
regulares u otros motivos.
El concepto debe extenderse a la convocatoria a plebiscitos, referéndum o consultas
populares, por tener la misma naturaleza: acto jurídico por el que autoridad legítima
llama a los ciudadanos para que concurran a participar en un plebiscito, referéndum o
consulta popular.

Duverger (1988) señala como características esenciales de la convocatoria:


1) que la haga autoridad legítima;
2) que se haga con apego a la legislación vigente;
3) que tenga efectos jurídicos erga omnes; y
4) que se le de la debida publicidad.

2.2 Autoridad convocante

1
CABANELLAS, GUILLERMO (1972), Diccionario de Derecho Usual. Editorial Heliasta S. R. L.
Séptima edición. Tomo I. Buenos Aires p 29.

6
La convocatoria a elecciones, o en su caso a plebiscito, referéndum o consulta popular
la debe hacer la autoridad que el régimen jurídico establece, ya sea en normas de
carácter constitucional, en leyes ordinarias o en ambas.
“En la mayoría de los países de Latinoamérica las autoridades legitimadas para hacer
la convocatoria son los organismos electorales que tienen diversas conformaciones y
denominaciones (Tribunal Supremo Electoral, Tribunal Supremo de Elecciones,
Tribunal Nacional de Elecciones, Tribunal Electoral, Corte Electoral, Consejo
Electoral, Junta Central Electoral, Consejo Supremo Electoral, etc.). En otros países
corresponde tal atribución al Organismo Ejecutivo y en algunos, al Organismo
Legislativo. Como caso especial está México, en donde conforme su legislación
electoral no es necesaria la convocatoria a elecciones ordinarias, pues la propia ley
establece el inicio del proceso electoral, en determinada fecha, sin necesidad del acto
jurídico de la convocatoria.”2

“En efecto, en Costa Rica (artículo 102 de la Constitución Política), Ecuador (artículo
19 de la Ley de Elecciones), Guatemala (artículo 196 de la Ley Electoral y de Partidos
Políticos), Honduras (artículo 104 de la Ley Electoral y de las Organizaciones
Políticas), Panamá (artículos 171 y 172 del Código Electoral), República Dominicana
y Venezuela, El Salvador y Nicaragua, son los organismos electorales “las instancias a
las que el ordenamiento jurídico respectivo encarga la periódica convocatoria del
cuerpo electoral para la celebración de elecciones ordinarias”.
En Argentina (artículo 53 del Código Electoral Nacional), Bolivia (artículo 142 de la
Ley Electoral), Chile, Cuba, Paraguay (artículo 158 del Código Electoral) y Perú
(artículo 80 de la Ley Orgánica de Elecciones) es competente para la convocatoria el
Organismo Ejecutivo. En Uruguay también corresponde la convocatoria al Ejecutivo
en el caso de disolución de la Asamblea Legislativa y para elecciones de senadores y
representantes, correspondiéndole a la Corte Electoral la convocatoria a plebiscitos.
Las legislaciones de varios países prevén la convocatoria por parte del Organismo
Legislativo en los casos en que no lo haga el organismo competente originario
(Ejecutivo en Bolivia y Perú; Tribunal Supremo Electoral en Guatemala); asimismo en
casos de plebiscitos (Nicaragua, Paraguay) y en Guatemala también en el caso de

2
FERNÁNDEZ FRANCISCO (1998), Tratado de Derecho Electoral Comparado de América Latina.
Primera edición. Fondo de Cultura Económica, México, 1998.

7
convocatoria a elecciones de Asamblea Nacional Constituyente, correspondiéndole en
este caso al Tribunal Supremo Electoral, la fijación de la fecha de la elección.”3
En los casos en que la convocatoria a plebiscito, referéndum o consulta popular también
corresponde al organismo electoral, previamente debe existir un acto jurídico de
solicitud por parte de quien tiene la legitimación para hacerlo.

2.3 Formalidades de la convocatoria

Usualmente la Convocatoria a Elecciones se hace mediante un Decreto (Resolución,


mandato, decisión de una autoridad sobre asunto, negocio o materia de su competencia)
que emite la autoridad legitimada que se denomina “Decreto de Convocatoria a
Elecciones”, o bien “Decreto de Convocatoria a Plebiscito” o “a Referéndum” o “a
Consulta Popular”. El acto de Convocatoria a Elecciones, o a otro de los eventos
electorales señalados, debe estar revestido de certeza (Colomer 2004).
En cuanto a la fecha en que debe emitirse, la mayoría de legislaciones preceptúan fechas
precisas para la celebración de las votaciones de donde se deriva el tiempo de la
convocatoria, normándose usualmente períodos mínimos en que la misma debe hacerse.
En algunas legislaciones de Latinoamérica se establecen específicamente los requisitos
que debe contener la convocatoria, mientras que en otras no se hace tal regulación. En
términos generales, la convocatoria debe especificar:
a) la elección o elecciones para las que se convoca;
b) los cargos que se deben elegir con indicación de su período;
c) sistema electoral aplicable;
d) la fecha de celebración de la elección;
e) la circunscripción electoral en que debe realizarse la elección;
f) las normas que rigen el evento electoral para el que se está convocando y
g) las prevenciones y demás disposiciones que sean pertinentes.

Tratándose de plebiscito, referéndum o consulta popular, la convocatoria debe contener


los requisitos anteriores, en lo aplicable, así como los términos precisos de las preguntas
a realizarse.

3
COLOMER, JOSEPH (2004), Cómo votamos. Los sistemas electorales del mundo: pasado, presente y
futuro, editorial Gedisa, Barcelona

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3. ABSTENCIONISMO O NO PARTICIPACIÓN

La acción de votar es el acto mediante el cual se elige a los gobernantes del pueblo, en
otras palabras el pueblo es el encargado de elegir a sus representantes. El objetivo de la
participación de los ciudadanos en la vida política es lograr una democracia plena.
El índice de abstencionismo cada vez es mayor, ¿Qué es lo que esto refleja?, ¿Al pueblo
no le importa el candidato que resulte electo?, ¿Qué han hecho las autoridades
encargadas de promover el voto para combatir el abstencionismo?
Los padrones electorales contienen listas enormes de votantes, de los cuales en
elecciones recientes del 2003, solo el 50% o quizá menos del 50% ejerce su derecho.
(TSJE)

Este problema cada vez es mayor aunque la participación debe ser permanente, ya que
todos los ciudadanos deben tener iguales oportunidades para participar en la elección de
sus representantes; esto se debe lograr, mediante la distribución de publicaciones
informativas para despertar el interés de los ciudadanos, aún cuando no sea período de
votaciones, ya sea a través de periódicos, programas de radio, cursos de capacitación
como los que se realizan para las campañas electorales para capacitar a los funcionarios
de los partidos políticos que cuentan con todos los medios para promover el voto, sin
embargo esto solo se hace durante el proceso electoral, esto no es suficiente según nos
muestra el índice de abstencionismo.
Por todo lo expuesto puede ser considerado como ideal, el lograr un 100% de
participación ciudadana, pero si esto no es posible por lo menos se puede lograr que el
índice de abstencionismo disminuya considerablemente en cada proceso electoral.
El abstencionismo es uno de los problemas que se manifiesta durante las elecciones, el
cual representa un obstáculo que se debe derribar si queremos lograr una democracia
plena, ya que muchas veces la no participación de la llamada "mayoría silenciosa",
ensombrece el resultado del proceso electoral.
Más que el margen que dicha abstención proporciona a quienes quieran manipular una
elección, preocupa que el destino del futuro político del Estado se decida por el voto de
una minoría que es tomada como "mayoría relativa", como se ha dado en elecciones
pasadas.

9
Se ha dicho que el abstencionismo, es cada vez menor en teoría, sin embargo los
resultados de las propias elecciones son el reflejo de una continua disminución de
participación ciudadana.

El registro de los electores constituye un requisito previo a la celebración de los


comicios, las tareas relativas implican la realización de esfuerzos de gran magnitud y
complejidad, ya que se trata de mantener permanentemente actualizada la información
sobre la población mayor de 18 años, a fin de permitir el ejercicio del derecho al
sufragio, garantizar elecciones confiables y ubicar a cada ciudadano en un ámbito
territorial especifico previamente determinado.
Para que el padrón sea confiable se debe registrar, con la mayor exactitud posible, el
universo ciudadano de la República, ya que el mismo sirve para medir tanto el grado de
participación electoral como de abstencionismo.
“Para medir el abstencionismo se atiende al porcentaje de no votantes respecto al total
que tienen el derecho al voto. También existe el llamado "abstencionismo cívico", que
se presenta cuando el elector participa en la votación, cumpliendo así con su deber
cívico, pero deposita en la urna una boleta en blanco, lo que da como resultado que no
contribuya directamente al triunfo de ningún partido.
El grado de participación y de abstencionismo varía a través del tiempo en el interior
de un mismo sistema político. También varía el porcentaje de participación y de
abstencionismo con relación a los diferentes tipos de consulta electoral, en los
regímenes presidenciales, las elecciones generales son más concurridas que las
relativas a las elecciones de autoridades locales o municipales.
Con objeto de favorecer la participación electoral, se determina que las consultas
electorales se celebren en domingo o en días festivos; o bien que el día de la elección se
considere como día no laborable.
La responsabilidad de los partidos no se agota en la mera participación periódica en
las elecciones, sino que deben realizar actividades permanentes entre las que destacan
los programas de educación política, por ser el medio a través del cual la persona
conoce sus derechos.”4

4
BÉCKER, G. (1996), El sistema electoral paraguayo. Bases constitucionales y legales, editorial Konrad
Adenauer Stiftung Asunción.

10
En algunos países el voto es obligatorio y se penaliza de algún modo la abstención
justificada. En otros se ha abolido la norma de obligatoriedad pero persisten sus efectos
en beneficio de niveles comparativamente más altos de participación electoral. Lo cierto
es que puede afirmarse que la norma de obligatoriedad legal reduce en gran medida las
cifras de abstención mientras está vigente, e incluso abolida la obligatoriedad los países
que han convivido con dicha norma siguen presentando niveles relativamente mucho
más bajos de abstención electoral.

CONCLUSIÓN

11
El voto obligatorio es la norma común en el derecho electoral de América Latina. Sólo
dos países - Colombia y Nicaragua - constituyen la excepción a esa regla.
Aparentemente la explicación de esta tendencia tan generalizada en la región se
encuentra en la tradición jurídico-electoral. Prácticamente no existe ninguna fuente en la
que se haya tratado el problema, lo que obliga a un ejercicio inductivo para describirlo ,
tanto desde las tendencias generales del desarrollo electoral de los países de la región
como a partir de la connotación jurídico-teórica que presentan los textos legales en los
que el voto obligatorio está establecido.
El tema de los derechos subjetivos constituye un campo de controversia clásico de la
ciencia jurídica. En él se sitúa la interrogante planteada, con la complejidad adicional de
que no se trata de una materia del derecho privado, donde cabe más plenamente la
subjetividad jurídica, sino que nuestro problema constituye una interrogante muy
compleja de responder en el campo de la filosofía del derecho y del derecho público.
ARDITTI, BENJAMÍN (1988) señalaba que los derechos subjetivos públicos se dividen
entre los “derechos cívicos" y los “derechos políticos", entendiéndose por los primeros
aquellos destinados a obtener del Estado ciertas libertades (derechos humanos) o
prestaciones (protección jurídica), y por los segundos aquellos que “permiten intervenir
en la gobernación y en la marcha del Estado", siendo el más importante de ellos el
derecho de sufragio activo y pasivo.

El debate sobre el concepto de derecho subjetivo no ha conducido a un consenso; pues,


por una parte, se presenta la pregunta acerca de cuáles derechos tienen los hombres,
independientemente de los que reconozca el orden jurídico concreto (Derecho Objetivo)
y, por otra, la relación entre “derecho" y “deber" que incide directamente en el voto
obligatorio. Se trasladó la polémica sobre los derechos subjetivos surgida entre Ihering
y Windscheid (teorías del interés y de la voluntad) al campo de derecho público,
combinando ambas visiones: “Por lo tanto, el derecho subjetivo es el poder de la
voluntad humana dirigido a un bien o interés, reconocido y protegido por el orden
jurídico" (idem 1998).

Desde otra perspectiva, más directamente apuntada del derecho de sufragio, los
estudiosos han postulado la importancia de distinguir entre el sufragio como “derecho"
y el sufragio como “función", que se vincula directamente con el contenido que tiene el

12
ejercicio del derecho de sufragio, mandatado por un deber moral subjetivo o por una
norma socialmente funcional del orden jurídico
Es en virtud de esta discusión normativa, que resulta igualmente justificable el
establecimiento de la obligación o de la voluntad de ejercer el voto que presentan los
distintos ordenamientos jurídico-políticos.

13
BIBLIOGRAFÍA

ARDITI, BENJAMÍN (1988), Sistema de partidos y sistema electoral, en Céspedes,


Roberto y Caballero, Javier; Realidad social del Paraguay, CEADUC-CIDSEP,
Asunción.

BÉCKER, G. (1996), El sistema electoral paraguayo. Bases constitucionales y legales,


editorial Konrad Adenauer Stiftung Asunción.

BENÍTEZ LUÍS G. (1996) – Historia Cultural Reseña de su evolución en el Paraguay -


Editorial Gráfica Comuneros – Asunción.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN:............................................................................................................2

1.2 Principios Clásicos del Sufragio:.............................................................................3

1.3 El aspecto Político del Sufragio..............................................................................5

1.4 Breve historia del Derecho electoral.......................................................................5

2. LA CONVOCATORIA A ELECCIONES.................................................................7

2.1 Concepto..................................................................................................................7

2.2 Autoridad convocante..............................................................................................8

2.3 Formalidades de la convocatoria.............................................................................9

3. ABSTENCIONISMO O NO PARTICIPACIÓN.....................................................10

CONCLUSIÓN...............................................................................................................13

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................................15

ÍNDICE............................................................................................................................16

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