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SAYWITE, UN HITO EN EL ANDE

- UBICACIÓN:

- Región Natural : Sierra.

- Departamento : Apurímac

- Provincia : Abancay

- Distrito : Curahuasi

2.- UBICACIÓN GEOGRÁFICA

SECTOR CORDENADAS UTM ALTITUD

Latitud Sur Longitud Oeste m.s.n.m.

Monolito de Saywite 13º 32’ 50” 72º 48’ 1” 3,622

Fuentes de agua 13º 32’ 48” 72º 48’ 0.7” 3,605

Rumihuasi 13º 32’ 45” 72º 47’ 57” 3,571

Usnu de Saywite 13º 32’ 52” 72º 47’ 53” 3,545


4.- DISTANCIAS

- Del monolito a Rumihuasi: 450 metros aproximadamente.

- De Rumihuasi al Usnu: 300 metros aproximadament

5.- ETIMOLOGÍA DEL NOMBRE

Definitivamente el elemento central del conjunto arqueológico es el monolito, que desde tiempo
remotos se destacaba como un hito en la meseta donde se ubica, pues todavía no se habían
descubierto los recintos incas ni las fuentes de agua que están hacia el sur, de modo que el lugar
ha de haber recibido su nombre de ella.

Al igual que en los primeros años de la colonia, nos inclinamos a señalar que el nombre Saywite, o
Sayhite o Salhuite, que lo largo de la historia se ha señalado como denominación de este sitio,
viene del vocablo quechua “Sayhua” que según la segunda edición del Diccionario de la Academia
Mayor de la Lengua Quechua[i] (Qheswa Simi Hamut'ana Kurak Suntur) de 2005, significa: “saywa.
s. Arq. Columna, pilar. || Hito, mojón, señal de lindero. SINÓN: hará. || Planta decrecimiento
erecto.”, esto no lo hacemos por capricho sino basados en la referencia que sobre este nombre ha
hecho el Corregidor[ii] de Abancay don Niculoso de Fornee, todavía en el año 1586, en su
“Descripción del Partido de Chinchaysuyo”[iii]:

"9.- ….; y que el pueblo de San Pedro de Saiuta, se llama Saiuita, que quiere decir "mojón de
piedra"…..”

Los primeros viajeros e investigadores que conocieron dibujaron y describieron este sitio, lo
llamaban Concacha o Cconcacha, nos inclinamos a pensar que este nombre viene de las palabras
quechuas: Qonqa = Olvido y Qaqa = Peñón, es decir “peñón olvidado”, debido que en esos
tiempos el monolito se exhibía solo en su terraza, y que aproximadamente 500 metros más abajo
hacía el Sur, estaban las otras piedras labradas y hacia el Oeste el Usnu de Saywite.

6.- BREVE RESEÑA HISTORICA DEL SITIO


Los documentos publicados por Rafael Varón y Catherine Julien, señalan que Choquequirao
formaba parte de la encomienda de Hernando Pizarro de 1539, así como las tierras de Urubamba y
las de Apurímac “el pueblo de Urco de ques cacique curama ó curiana o carima. Este pueblo de
Urco es el mismo que fue mencionado por Vaca de Castro, perteneciente a Hernando Pizarro y
ubicado cerca del tampu de Curahuasi”. También señalan estos documentos: "...y otro que se
llama Xubitay el cacique[iv] Ynescache", ubicado al sur de Cachora.

Como ya tenemos dicho, fue el Corregidor de Abancay Niculoso de Fornee, que desde Curahuasi
en el año 1586, nos da cuenta de la existencia en la ruta hacia el Chinchaysuyo de tres reducciones
de indios hechas por el Licenciado Nicolás Ruiz de Estrada, en el año 1572, por encargo del virrey
Francisco de Toledo, veamos:

"9.— Al noveno se responde, que al pueblo de Curauaci le llaman deste nombre porque en tiempo
del inga vivía en este pueblo un indio que se llamaba deste nombre, y por esto se llama Curauaci; Y
que el llamarse Santa Catalina es por el nombre de la iglesia; y que el pueblo de San Pedro de
Saiuta, se llama Saiuita, que quiere decir "mojón de piedra" Y que el pueblo de Santiago Hamancay
quiere decir "azucena", por haber muchas destas flores en aquel pueblo; y questos nombres son
del tiempo de los ingas, y los nombres de los santos son por los apellidos de las iglesias, las cuales
se hicieron cuando se redujeron los dichos indios a los dichos pueblos en la visita general por [el]
licenciado Estrada, visitador por mandado del señor virrey don Francisco de Toledo, puede haber
doce años, poco más o menos."

Cuando el Corregidor de Abancay, señala que Saiuita quiere decir “mojón de piedra” sin duda se
está refiriendo al monolito de Saywite, lo que significa que la reducción de indios[v] hecha en el
año de 1572 por Nicolás Ruiz de Estrada en esta parte, fue en Saywite, bajo el nombre de San
Pedro de Saiuita, según aparece de la citada Descripción, en los siguientes términos:

“4.─ …….y el pueblo de Saiuita está en una ladera junto a una sierra;……”

Y que en este mismo lugar se fundó un pueblo a la traza española:


“10.─ Al décimo capítulo se responde, que ya está declarada sobre el sitio de los pueblos, y
que la traza de ellos es por cuadras”.

[i] Diccionario Quechua - Español – Quechua /Qheswa - Español – Qheswa Simitaqe. Academia
Mayor de la Lengua Quechua Qheswa Simi Hamut'ana Kurak Suntur. Segunda edición. Cusco, Perú,
2005.

[ii] El corregidor era un funcionario real cuya jurisdicción fue el Corregimiento, lo que equivale al
ámbito de una provincia, que en el siglo XVI se llamaban Partidos. El corregidor era un cargo para
los tiempos de paz, pero en tiempos de guerra debía auxiliar al que asumía el mando.

Tenía muchas funciones como el de promover y ejecutar todo tipo de obras públicas, mantener la
salubridad y la policía, procurar que los juegos fuesen moderados, garantizar los abastos de las
poblaciones, establecer que los precios fueran justos, verificar las pesas y medidas, evitar el
contrabando, las mercancías prohibidas, la usura, etc.

Durante la administración colonial éstos eran representantes del rey en las provincias, tenían
intervención en asuntos judiciales y debían proporcionar ayuda militar a los españoles cuando
fuera necesario. Existían dos tipos de corregimiento: 01) Los corregimientos de las ciudades o de
españoles, encargados de poner orden y hacer respetar la autoridad del cabildo, el cual presidía.
No eran jueces pero si controlaban la administración de la justicia. También fueron conocidos
como Alcaldes Mayores o Justicias Mayores; y 02) Corregimientos de indígenas, a cargo de los
territorios ocupados por los indios, debiendo ofrecerles protección y atender sus demandas para
evitar que llegaran a las audiencias indianas.

Su tarea más importante era la de recaudar tributos y organizar el envío de mitayos a los
lugares de trabajo, siendo secundados en esa tarea por los caciques. Su paga estaba supeditada a
la capacidad impositiva de la provincia en que residía, como no podían ser comerciantes ni ejercer
ningún otro tipo de actividad privada, para mejorar su pobre salario se les permitió hacer
repartimiento o reparto que era entregar a los indígenas mercancías con la obligación de pagar
forzosamente con dinero o con su trabajo en las haciendas, sin importar si les pudieran ser útiles o
no.

[iii] FORNEE, Niculoso. “Descripción de la tierra del corregimiento de Abancay, de que es


corregidor Niculoso de Fornee”. En Relaciones Geográficas de Indias – Perú por D. Marcos Jiménez
de la Espada. Biblioteca de Autores Españoles. Ediciones Atlas. Madrid. 1965. Págs. 16.

[iv] Cacique: Durante la colonia el cacique era el jefe político local que jugaba un papel importante
como mediador entre los indios y los españoles. El término cacique, palabra de etimología taína de
las Antillas, pasó a ser un concepto aplicado por los españoles a los Curacas que durante el
incanato eran los jefes de los pueblos o Ayllus que hicieron el papel de intermediarios entre el
Tucuyricuq y el Hatunruna (pueblo), pues recibía el tributo de éste para entregárselo a aquél.

[v] Las reducciones de indios, fueron la concentración de los ayllus y parcialidades nativas en
pueblos con traza española (plaza central, cuadras y calles) con el objetivo de facilitar la
recaudación de los tributos, disponer de la mano de obra nativa, permitir el repartimiento
compulsivo de mercancías que hacían los encomenderos y para que los curas y doctrineros
pudieran cobrar sus diezmos y primicias, así como tener controlada la población destinada a la
mita minera, los obrajes y el mantenimiento de los tambos y caminos y la propia edificación de las
ciudades españolas, y finalmente con el objeto de facilitar su adoctrinamiento y evangelización.
Durante la administración colonial estas reducciones se llamaron "pueblos de indios" y fueron el
germen de muchos de nuestros distritos y Comunidades Campesinas.

Vista parcial de la Comunidad Campesina de Saywite - Suyuccacca

SAYWITE:

En el Testimonio de los títulos coloniales de Sayvite, Occoruro, Cachora[1] y otros nombres, de


sitios en el departamento de Apurímac, aparece que por mandato del XV virrey del Perú don
Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera[2], de fecha 30 de agosto de 1644, se
comisionó a don Luis de Sotomayor Pimentel para la visita, venta y composición de tierras de
chacras y estancias en los distritos de los Corregimientos de Abancay y Quispicanchis.
Ahora bien, de qué se trataba esta visita, venta y composición; del documento que contiene esta
comisión podremos entenderlo mejor, veamos:

“…en nombre de su Majestad y en virtud de los poderes y comisiones que de su persona real
tengo, doy comisión, poder y facultad a don Luis de Sotomayor Pimentel Caballero del Orden de
Santiago para la visita, venta y composición de tierras, chacaras, estancias de los distritos de los
Corregimientos de Abancay y Quispicanchi, compeliendo a todas y cualesquier personas que en
ellos tienen chacras, estancias, tierras y otras heredades a que exhiban sus títulos y conforme las
fanegadas que en ellos se expresaren para que se las midan y amojonen y a los que hallaredes con
demasias así por haberse encaminado el medidor, como porque se hayan entrado en las que no
pudieren ni se han vendido ni compuesto antes de ahora, por tratarse de composición con quien
tuviere las dichas demasías para que por ello sirvan a su Majestad, con lo que fuere justo según la
calidad y cantidad procurando que todo sea de contado y si algo se fiare sea a cortos plazos, y con
la seguridad necesaria y de lo que de ello procediere se ha de enterar en las Reales Cajas de los
Distritos y fecha cada composición se dará testimonio a las partes para que dentro de un breve
término acudan al Gobierno para el título y confirmación y en el caso que algunas personas
reserven dicha composición declarará por vacas las dichas demasías, las cuales y las demás tierras
que lo estuvieren hará sacar a la almoneda con los pregones necesarios y los rematarán en el
mayor ponedor con calidad de la dicha confirmación guardando demás de lo referido el orden y
forma que se expresa en el auto del señor Virrey Conde de Chinchón suso incorporado en que
también se dice lo que se ha de hacer para que a los indios les quede las tierras necesarias según
la voluntad de su Majestad, expresara en la dicha real cédula y capítulo de carta. Y así mismo
guardará y cumplirá lo que se refiere en el testimonio que con esta le será entregado, firmado del
infrascrito secretario de la Gobernación de estos reynos de la instrucción que se remitió a don
Francisco de Blas Marquez de Navarra, fiador del señor Licenciado don Fernando de Saavedra, que
para todo lo susodicho y lo ha ello anexo y concerniente y nombrar escribano, alguacil y medidor,
le doy la dicha comisión, poder y facultad cual en tal caso se requiere en todo lo cual procederá
bien y sumariamente con presupuesto que las apelaciones que se interpusieren se han de remitir
al Gobierno y no a otra parte alguna como materia de esa calidad que tal lo declaro. Y porque en
caso de que haya lugar de admitirse, se mandaran en vos los autos en este grado a la Real
Audiencia de esta ciudad donde toca según las reales cédulas. Mando a los Corregidores y demás
justicias no se entremetan en manera alguna en lo tocante a esta comisión con ninguna causa ni
pretexto porque de todo les inhibo y le den y hagan dar todo el favor y ayuda y el avío y
mantenimientos que les pidiere y hubiere menester, pagándolos a los precios del arancel. Y le
guarden y hagan guardar todas las honras, gracias, mercedes, franquezas, libertades,
preeminencias, prerrogativas é inmunidades que debeís haber y gozar y os deben ser guardadas
sin que os falte cosa alguna con lo cual deben pasar cuatro meses que han de correr y contarse
desde el día que empezare a usar de esta comisión y hayáis y lleváis de salario, en cada un día diez
pesos ensayados y otros cuatro el Escribano y derechos de escritura, conforme el arancel real,
cuatro el alguacil y cuatro el medidor que se pagarán de lo que beneficiaren de las dichas tierras y
no ha de poder comenzar a usar de esta comisión sin que primero y ante todas cosas consta por
certificación de los oficiales reales de la ciudad del Cuzco que pondrán a las espaldas de ella de
que ha pagado y satisfecho en la Caja de su cargo los derechos de media anata por el orden y en la
forma contenida en el auto del señor Juez privativo suso incorporado, el que se ha de guardar y
cumplir como en él se contiene y tomará la razón el Tribunal de Cuentas de este Reino.”

Pero este Visitador fue destacado a Huancavelica por lo que el 08 de febrero de 1645, en su
reemplazo se comisionó a don Diego de Alcázar, leamos:

“Por mandado del Virrey- don José de Cáceres y Ulloa.—Provisión.-Y porque habiendo comenzado
el dicho don Luis de Sotomayor Pimentel a ejercitar la dicha comisión suso incorporado le ha
encargado el Gobierno de Huancavelica, con orden de que sin dilación alguna vaya a él como lo ha
hecho proveí el derecho siguiente:---Decreto.--- Lima diez y ocho de febrero de mil y seiscientos y
cuarenta y cinco, por cuanto para la visita, venta y composición de tierras chacras, estancias de los
distritos de los Corregimientos de Abancay y Quispicanchi se dió comisión a don Luis de
Sotomayor Pimentel Caballero de la orden de Santiago y habiendo comenzado a ejercitarla le ha
encargado el Gobierno de Huancavelica con orden que sin dilación alguna fuese a él, dejando en el
estado que estuviese la dicha comisión como lo ha hecho y conviene que se continúe nombro para
ello a don Diego del Alcázar para que prosiga en la dicha comisión usando de los despachos dados
al dicho don Luis como si con él hablaran y gozando del término que se le señaló al dicho don
Diego con los mismos salarios suyos y del escribano, alguacil y medidor y se le dá facultad para
nombrarlos y para este efecto se le entregaran las provisiones é instrucciones y papeles del dicho
don Luis y se le despachará la provisión necesaria. El Marquez de Mansera.”

Dentro esta comisión, estas tierras fueron vendidas a Juan Dávalos de Toledo, veamos:

“TESTIMONIO.- Yo Juan Martel Melgarejo, Escribano del Rey nuestro señor y de la visita, venta y
composición de tierras de los corregimientos de Quispicanchi, Abancay y Chilquez y Másquez que
está haciendo el Capitan don Diego del Alcázar por comisión del Excelentísimo señor Marquez de
Mansera, Virrey de estos Reynos, doy fe y testimonio de verdad que habiendo el dicho Visitador
repartido a los indios del pueblo de Cachora de esta provincia de Abancay todas las tierras que
habian menester conforme a la última revisita y enterándoselas en las partes que escogieron
sobraron cantidad de tierras entre las cuales fueron cincuenticuatro fanegadas de sembrar trigo-y
veintiséis de punas de sembrar papas en los asientos de Occoruro-Challhuacho, Saivite y otros
nombres las cuales se declaró por vacas y pertenecientes a su Majestad y mandó se sacasen a la
almoneda y que se diesen treinta pregones a ellas y habiéndose dado y precedido las demás
diligencias necesarias-ultimamente se rematarón las tierras de los dichos asientos-en don Juan
Dávalos de Toledo vecino de la ciudad del Cuzco como en mayor ponedor en ochocientos y
noventiséis pesos de a ocho reales pagados la mitad para el día de San Juan y la otra mitad para el
dia de Navidad de este presente año con facultad de poner corral y cabaña para ganados en las
dichas tierras y otras calidades…..”

Más adelante a petición del Sargento Mayor don Pedro de Toledo Dávalos, el día 04 de noviembre
de 1956, el Alférez Nicolás Pérez de León, medidor de la Visita hecha por el Reverendo Padre
Maestro Fray Domingo de Cabrera Lartaún de la Orden de Predicadores Juez de Venta Medida y
Composición de Tierras y desagravios de indios, presentó las medidas de las tierras contenidas en
los títulos presentados por su dueño, de donde resultó:

“Linderos y medidas. En el asiento de Occoruro Sayvite y otros nombres se midieron unas tierras
que son de sembrar maíz, trigo, papas y otras legumbres que lindan por la parte del pueblo de
Curahuasi con tierras de los herederos de Diego Gallegos que las divide una quebrada que
comienza desde el río que baja a Curahuasi y subiendo por ella va lindado con tierras de don Pablo
Achi que hasta llegar a la cumbre de donde se les cubren las vertientes al río Apurímac y de la que
se vuelve prosiguiendo vertientes en Tayroma y mas adelante por dicha cumbre vertientes a
Cachora y mas adelante vertientes a Huanipaca y dando vuelta sobre mano izquierda a la dicha
puna y cumbre y prosigue vertientes a Abancay y vuelve hacia abajo sobre dicha mano izquierda
tres huaycos que el uno baja de Saybite donde hay muchos abismos y se llama Huatanay y otro
baja de dichas punas altas y el otro que baja junto a las tierras de Miguel de Sierra que todas tres
vienen a dar a un riachuelo grande que es el que baja a Curahuasi y pasa por la herrería hasta
llegar a la quebrada que se dijo dividir tierras de los herederos de Diego Gallegos y hasta aquí
lindando con otras de los herederos de Miguel Sierra que es la Hacienda Punchaupuquio con
declaración que debajo de dichos linderos hay un pedazo de tierras eriázas que llaman el Alameda
que posee Bernardo Ruis y es una fanegada y rebajada de esta medida quedaron por de esta
hacienda ciento y noventa y dos fanegadas de tierras de esta manera las sesenta y dos de sembrar
trigo con algunos pedazos para maíz y todo de temporal veinte de sembrar papas y otras
legumbres y las restantes que son ciento y diez son de punas y pastos que no sirven ni son de
labor por ser yermas de ningún provecho. La cual dicha medida declaró haber hecho bien y
fielmente dando a cada fanegada doscientos y ochenta y ocho varas de largo y ciento y cuarenta y
cuatro de ancho y así lo juró a Dios y a una Cruz y lo firmó con el dicho Reverendo Padre Juez
Visitador Fray Domingo de Cabrera Lartaún, Nicolás Pérez de León. Ante mi: Juan de Moreira.
Escribano de su Majestad”.
El dia 05 de noviembre de 1656, el Sargento Mayor don Pedro de Toledo Dávalos, compuso estas
y otras tierras que posesía en las estancias de Occoruro, Saywite, Chalhuahuaco ante el Reverendo
Padre Maestro Fray Domingo de Cabrera Lartaún de la Orden de los Predicadores, Juez Visitador,
por haber sido declaradas tierras vacantes y de propiedad de la corona española, componiendo
unas con el pago de 50 pesos de ocho reales y otras 54 fanegadas de tierras de sembrar trigo a 10
pesos cada fanegada y “…sesenta y dos fanegas las buenas para y trigo estando pagadas las
cincuenta y cuatro a los diez pesos pagaré los ocho al mismo precio que son ochenta reales y las
veinte y seis fanegas de punas a seis pesos, siendo como son de ningún provecho su excesivo
precio porque son para papas ni otra semilla que cuando lo fueran lo que siembra en una parte no
se vuelve a sembrar en siete años…” “Y en cuanto al tercero y último cargo de las ciento y diez
fanegadas que se hallarón de demasías en esta medida es teniendo atención a la declaración del
mismo Medidor… y quien Vuestra Paternidad muy Reverenda se halló presente a ella y que sirven
solo de pastos que son comunes y compuse corral y cabaña en ellos por el cual sirva a su Majestad
con cien pesos quiero servirle con otro ciento de a ocho reales por la propiedad y señorío de
dichas tierras…”. Hace la composición de esas tierras en Curahuasi, alegando haber servidor a su
Majestad por 10 años en el presidio del Callao y en el Reino de Chile.

Finalmente, estas tierras y otras de las estancias de Occoruro y Saywite, le fueron ministradas en
posesión a mérito del auto firmado por el Fray Domingo de Cabrera Lartaún de la Orden de los
Predicadores en el pueblo de Curahuasi el día 10 de noviembre 1665, a su favor y en los siguientes
términos:

“Posesión.- Don Juan de Torres. Alguacil Mayor de esta Visita por su Majestad en virtud del auto
del muy Reverendo Padre Visitador fui al paraje nombrado Coruro Sayvite y otros nombres y
estando en él cojí de la mano al Sargento Mayor don Pedro de Toledo Dávalos y le metí en
posesión de las tierras contenidas en estos autos al cual estándolo y para ellos arrancó yerbas, tiró
piedras é hizo otros actos de posesión por los cuales se la dí razón Corporal jure domine bel quasi
y como la aprehendía quieta y pacíficamente sin contradicción de persona alguna. Me lo pidió por
testimonio y yo se lo doy en la forma que quedo siendo testigos Antonio de Cuellar. Nicolás
Fernández de Escobar y Alonso de Loayza presentes que lo firmaron y yo en el pueblo de
Curahuasi en diez días del mes de noviembre de mil y seiscientos y cincuenta y seis años Entre
renglones autos. vale. Don Juan de Torres. Testigo. Antonio de Cuellar. Testigo Alonso de Loayza.
Por la Cruz. Nicolás de Escobar."
Campiña de Saywite

En el Catálogo del Fondo Cabildo del Archivo Regional del Cusco, Legajo 36, Cuaderno 02, Fojas.
97, correspondiente al año 1771, aparece un documento de los Autos ejecutivos y de concurso de
acreedores seguidos por el Monasterio de Santa Catalina contra don Pablo del Río y don Francisco
Gallegos, poseedores de las haciendas de Saywite y Occororo, ubicadas en términos de la doctrina
de Curaguasi de la provincia de Abancay, para el cobro de 4,000 pesos de principal y 1,900 pesos
de los intereses atrasados que se están debiendo por las rentas débitas de nueve años y medio. En
este proceso intervino como opositor don Miguel Velasco y Galán, tesorero de la Cofradía de
Nuestra Señora del Rosario de Abancay. De este documento se infiere que a esa fecha los
demandados eran los posesionarios de Saywite y Occoruro, mientras que el Monasterio de Santa
Catalina y la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario de Abancay, se disputaban la propiedad de
estas estancias.

Después de haberse realizado un sin número de actos contractuales, hacía segunda década del
siglo pasado, aparece como propietario del predio “Sayvite” a don Nazario Celso Valer, quien a su
fallecimiento instituye como sus herederos forzosos a sus hijos Nazario Valer de la Quintana,
Visitación de Valer y Eleodoro Valer de la Quintana. Más adelante Nazario Valer de la Quintana
adquirió las acciones de sus coherederos.

Posteriormente, mediante Testamento Público de fecha 23 de febrero de 1938, don Nazario Valer
de la Quintana deja en herencia el sector “Sayvite” a sus hijos Nazario, Julio, Edilberto y Juan Pablo
Valer Medina.

En la primera mitad de los años 60’, fueron supuestamente “descubiertas” por la prensa nacional,
las estructuras piramidales del monolito, el santuario inca, las fuentes de agua y la gran escalinata,
aunque los locales ya tenían noticia de su existencia. Esta noticia creo un gran alborozo en la
ciudad de Abancay y en el distrito de Curahuasi, de modo que muy pronto la gente del lugar y los
vecinos de ambas ciudades se ofrecieron a realizar jornadas masivas y gratuitas destinadas a
“destapar” lo que según la fantasía popular era un sitio arqueológico igual o mejor que
Machupicchu.
Movilización del pueblo de Abancay a Saywite

Ya dentro del proceso de Reforma Agraria del Decreto Ley Nº 17716, mediante Decreto Supremo
Nº 1600-76-AG, del 28 de junio de 1976, se aprobó el plano definitivo de afectación del predio
rustico “Sayvite-Suyuccacca”, ubicado en el distrito de Curahuasi de la provincia de Abancay del
departamento de Apurímac, de propiedad de los condóminos Juan Pablo, Nazario, Julio y Edilberto
Valer Medina, de una extensión superficial de 1,274.3600 hectáreas, fijando como área inafectable
a favor de algunos de los propietarios una extensión de 15.6500 hectáreas.

Dentro del plano de afectación se consideró un extensión de 10.50 hectáreas como Zona
Arqueológica, pero dadas las circunstancia establecidas por la Ley Nº 28296, Ley General del
Patrimonio Cultural de la Nación, a la actualidad el Conjunto Arqueológico de Saywite estaría
ocupando aproximadamente 49.08 hectáreas.

Más adelante dentro del predio rústico “Saywite” y “Suyuccacca”, mediante Resolución
Directoral Nº 051-84-DR-XIX-A, del 30 de marzo de 1984, se reconoció a la Comunidad Campesina
de Saywite-Suyuccacca”, cuya personería jurídica se encuentra inscrita en el Tomo 1, Folio 3,
Asiento 21 del Registro de Personas Jurídicas de la Oficina Registral de Abancay, su fecha 30 de
marzo de 1984. De mismo modo se encuentra inscrito el territorio comunal en una extensión
superficial de 1,274.3600 hectáreas, en la Ficha Nº R-355 del Registro de Propiedad de la misma
Oficina Registral.

El 21 de marzo del 2002, el Banco Central de Reserva del Perú puso en circulación las
nuevas monedas de un Nuevo Sol alusivas a la Piedra de Saywite de Apurímac. Fue la octava de la
serie numismática “Riqueza y Orgullo del Perú", con una edición limitada por ser una moneda de
colección, pero que puede ser utilizada para cualquier transacción económica porque tiene curso
legal.
7.- EL CULTO AL AGUA EN EL INCARIO.

Algunos de los que visitamos Saywite, hemos leído en alguna parte o, ya en el sitio, se nos ha
dicho: “¡Es un lugar destinado al culto del agua!”, pero muchas veces no hemos sabido porqué, ni
de qué se trata todo eso. A ver si lo que leamos más adelante, nos esclarece esta duda.

El mundo andino prehispánico, esencialmente agrario, además de haber desarrollado una


ingeniería hidráulica (represas, andenes, acueductos, reservorios y sistemas de riego), llegó a
establecer una relación entre el agua, lo espiritual y el paisaje, tal vez porque, desde siempre,
nuestra temporada de lluvias es bastante corta y algo azarosa debido a la cíclica perturbación
climática que produce la presencia del Fenómeno del Niño,[1] razón por la cual la relación de la
población andina con el agua perteneció y pertenece todavía a un ámbito asociado a lo sagrado y
por ello vinculado a una espiritualidad que forjó un culto al agua.

Quizá debido a esto, un buen porcentaje de los adoratorios incas fueron destinados al culto
de los manantiales y a las fuentes de agua (Tipón, Tambomachay, etc.), y no hubo adoratorio
emblemático (Ollantaytambo, Machupicchu, Choquequirao, Saywite, etc.) que no tuviera sus
fuentes rituales que encauzara estas aguas. Estas fuentes fueron construidas para beber o para
hacer abluciones rituales (bañarse o lavar a los muertos y su ropa), sin dejar de mencionar que en
las inmediaciones o islotes de las grandes lagunas "ccapaccochas" se erigieron santuarios para el
culto a estas aguas contenidas, como el de Sondor en las inmediaciones de la laguna Pacucha en
Andahuaylas.

A manera de introducción a esta parte del trabajo, estimo necesarísimo transcribir el texto íntegro
de las “GENERALIDADES SOBRE EL CULTO AL AGUA” que nos dejó Rebeca Carrión Cachot en
su obra: “El culto al agua en el antiguo Perú”,[2] para que tengamos una idea más cabal acerca de
esta especial devoción al líquido elemento durante el incario, sin dejar de advertir que las fotos
son nuestras. Leamos:

EL MONOLITO:
Está ubicado a 3,622 metros sobre el nivel del mar. Se llega a la plataforma donde está ubicada
esta piedra sagrada por la carretera que se dirige a Concacha, así:
Por el Oeste, a través de una portada central, accedemos a una pirámide de tres plataformas
superpuestas, cuya cúspide culmina en un campo rectangular de aproximadamente 34.00 m. de
largo por 20.00 m. de ancho, en cuyo centro se encuentra instalado el monolito que es un gran
bloque de granito de 2.28 metros de altura; con 11.14 metros de circunferencia mayor, y 8.14
metros de circunferencia menor.
Plataforma piramidal y explanadas del monolito y el santuario inca.
Puerta de ingreso a la explanada.

De acuerdo a la información especializada que se dispone, éste complejo arqueológico fue


construido a fines del siglo XIV y a comienzos del XV. El monolito es su parte más impresionante,
pues su mitad superior está ornamentada con 208 figuras talladas en la piedra, donde han sido
representados todos los símbolos andinos asociados a la acumulación y manejo racional de las
aguas pluviales, pero también están presentes los referidos a su culto y a la fertilidad en general.
Rebeca Carrión[1] lo vio así:

“……En las sinuosidades del bloque está representado el medio geográfico; montañas,
depresiones, quebradas, flancos verticales, lagunas en las partes encumbradas, ríos y cursos de
agua que corren hacia las partes bajas, canales y acequias distribuidas en diversas direcciones;
reservorios, estanques, cascadas, y otros elementos de esta índole. Como custodios de estos
lugares sagrados se ven felinos, pumas y monos en actitudes de alerta; o de descender
violentamente apoyándose en las patas delanteras. Pero lo más importante de este conjunto lo
constituyen los dioses antropomorfos, generalmente dispuestos en "parejas" de hombre y mujer,
ella con un cantarito de agua en la mano; y colocados en los nacimientos de los arroyos o ríos o en
sitios vecinos a los reservorios. Hay varias de estas parejas, que encarnan a las que figuran al sol y
luna en las leyendas que se estudian en el capítulo III. Además se ven grupos más amplios en
pequeñas plataformas o terrazas en las que figuran "parejas" de simios, felinos y lagartos en
actitudes eróticas, como simbolizando la fusión de las fuerzas masculina y femenina para el mayor
rendimiento de la producción agrícola. Asimismo, se han representado junto a los dioses
antropomorfos plantas vigorosas de maíz, indicando el significado inmediato de la composición,
así como llamas o auquénidos no bien determinados en los altares de sacrificio. Particularmente
interesante son las pequeñas fuentes o manantiales con la simbólica rana en su interior, a
semejanza de las cisternas de la fuente de Lavapatas de San Agustín, en las que es un batracio
mítico, de larga cola dividida en dos, el dueño de ellas; las pacchas, o canales en zigzag que
descargan sus aguas en otros colectores más amplios; los edificios o templos alrededor de los
cuales se hallan todos estos seres. En fin, hay otras diversas figuras, símbolos de otras tantas ideas,
como camarones cruzando los ríos, cangrejos, etc., que pueden indicar que se ha hecho una
minúscula reproducción de ciertos aspectos de la costa.

Es interesante observar que algunos de los felinos están situados simétricamente, Como
apuntando los cuatro puntos cardinales, y estos son de mayor tamaño que los restantes, y que se
hallan casi al borde de la fuente monumental, contiguos a grandes aberturas de salida de las
aguas.”

(…..)

Puede afirmarse que se trata en conjunto de una gigantesca fuente o paccha, con complejas
composiciones en su morfología, en la que el agua de las lluvias empozada eventualmente en las
fuentecillas, cisternas y pocitos, salía al exterior a través de varias decenas de perforaciones, de
diferentes tamaños que existen en el borde o circunferencia del bloque. Era la piedra sagrada del
templo de Saywite, en la que el cielo" derramaba" sus aguas, que eran recogidas por este
"colector mágico terrestre". Este símbolo de las lluvias, del agua que había de irrigar y fertilizar las
tierras, se hallaba sobre el propio templo, posiblemente en la gran plataforma superior y contigua
a los altares de sacrificio. En ella se hacía "el derramamiento divino" del agua, así como en los
ídolos o altares se repetía este mismo fenómeno con la chicha sagrada. Esta fuente externamente
afecta la figura de un gigantesco sapo o rana cuya cabeza escultórica y maciza se halla a un
lado….”
Esta magnífica obra, que además de glorificar el dominio del hombre sobre el curso de las aguas,
también tiene impresas las alegorías precolombinas de su culto, pues estas eran un obsequio de
los dioses andinos, en consecuencia no podía faltar entre las aves, la presencia del cóndor andino,
el mensajero de los Apus y de los espíritus de la naturaleza, los encargados de llevar la súplica de
los hombres a la Mama Quilla, la dueña de las lluvias, para que haga caer desde el agujero de su
cántaro celestial, el líquido elemento que fecunda a la Pachamama (Madre tierra) cuyos frutos
sostienen la vida, y por eso están representadas en esta roca sagrada las plantas domesticadas por
la actividad agraria, así como la presencia humana en la forma de una pareja, donde la mujer carga
un cántaro de agua. También aparecen las figuras de niños, que en aquellos tiempos estaban muy
asociados al culto del agua: "....A estas llegaba la "pareja" de niños o adolescentes que
personificaban al sol y la luna. En las leyendas del sur andino, como se verá en el capítulo
respectivo, la pareja va en romería a varias fuentes (la de Huanacaure, Calispuquio y Yavirá): él
portando símbolos de poder y fuerza como la honda y la alabarda, y ella, el cántaro de chicha o de
agua, símbolo de las lluvias y de la fertilidad...."
También están presentes y magníficamente esculpidos las figuras de los animales asociados a la
presencia de las aguas en los ríos, las lagunas y los manantiales, así podemos ver ranas, sapos,
peces, camarones, serpientes, lagartos, cangrejos, sin faltar una alegoría a la fertilidad
representada por monos, lagartos y felinos en actitud erótica.

Tampoco dejaron de simbolizar sobre esta roca granítica, los santuarios, fuentes rituales y otras
magníficas construcciones, como señalando a sus contemporáneos y a nosotros mismos, que su
grandiosa ingeniería hidráulica había logrado sostener una vasta población bien alimentada y por
eso próspera, capaz de concebir y levantar estos portentos arquitectónicos.
Lamina 1: Detalles del Monolito
Lamina 2: Detalles del Monolito
Lamina 3: Detalles del Monolito
Lamina 4: Detalles del Monolito
Lamina 5: Detalles del Monolito
Lamina 6: Detalles del Monolito
Lamina 7: Detalles del Monolito

La maqueta de un sistema hidráulico

Sabemos que una maqueta es la reproducción de un monumento, edificio u otra construcción, real
o proyectada, hecha en tamaño reducido, y eso fue el monolito de Saywite, un modelo donde
nuestros antepasados grabaron para su satisfacción y orgullo, la colosal ingeniería hidráulica que
habían logrado en aquellos tiempos, que por supuesto no es diferente a la que ahora aspiramos.
Veamos por ejemplo una maqueta de ingeniería hidráulica de nuestros tiempos.

Maqueta moderna de un sistema de riego en los andes peruano

Viendo con detenimiento la parte hidráulica de estas representaciones, observamos que en la


piedra se ha figurado el entorno natural de las montañas y sus quebradas, y en la cumbre de esta
maqueta lítica, que no está a la vista del visitante, se ha esculpido una laguna altoandina
represada, cuya función es almacenar las aguas pluviales, pues ahí era donde empezaba todo el
sistema andino de almacenamiento, conducción, manejo y uso de las aguas provenientes de las
lluvias. [2]

Leonce Angrand[3], hizo un dibujo genial del monolito del Saywite, visto "desde el cielo", es decir
por encima de él, donde en su parte superior podemos apreciar una laguna coronando la escultura
lítica, y luego podemos ver que en la gradación decreciente de la piedra se han cincelado ríos,
lagunas, canales, saltos de agua, acueductos y reservorios, observándose muy claramente cómo
estas aguas a medida que descienden son derivadas, primero a reservorios y luego a los andenes,
los campos de cultivo y las chacras, que también están bellamente representados en la escultura.
Lamina 248. Vista superior del monolito de Concacha. Dibujo del 12 de setiembre de 1847.

Ronald Ancajima Ojeda,[4] en su Conferencia Magistral sobre “Tecnologías Ancestrales -


Sistemas Hidráulicos Pre Incas e Incas”, nos dice:

"La historia de nuestro país, antes de la invasión española, data de hace más de 5,000 años, años
de convivencia con la naturaleza, producto de la cosmovisión que ellos tenían, donde los astros (el
sol, la luna y las estrellas) y los recursos naturales (agua y suelo) formaban parte de sus divinidades
y a los cuales debían respeto y este era correspondido en alimentos abundantes para los pueblos.
De aquí probablemente la explicación a las grandes obras hidráulicas que nos han dejado y que
ahora son motivos de admiración y constante investigación, no solo porque la estructura era la
solución a los problemas del agua, sino que esta era parte de una veneración a la yacumama
(madre agua)."

(…..)

“El principio filosófico, aparentemente era muy simple, el sol, la luna, los astros y los recursos
naturales, eran parte de su divinidad por lo que le debían respeto y veneración para su uso. Pero,
esa simplicidad traía consigo espacios de protección (sistemas de canales, amunas, andenes por
citar algunas) porque representaban la vida y el abastecimiento de alimentos a sus poblaciones, es
probable que una casta social de alta ingeniería se dedicara a estas soluciones y con muchas
prácticas que ahora nos sorprenden. En el siguiente esquema representamos los principales
sistemas hidráulicos conocidos, como alternativas tecnológicas que ahora debemos de revalorar e
imitar.”

Y nos muestra este gráfico de la gestión sostenible del uso de agua que hicieron los
incas, que no está muy lejos del gráfico que nos muestra la piedra de Saywite, y que
magistralmente dibujó Angrand, veamos:
En muchas obras y estudios, este monolito ha sido también visto como una obra de arte del
antiguo Perú. Sobre esta clase de objetos, Patricia Victorio Cánovas, en sus “Reflexiones en torno
al estudio del arte del Perú antiguo”, publicado en el Tomo L de la Revista del Museo Nacional, nos
aclara: “Los objetos del Perú antiguo que se reconocen ahora como obras artísticas no fueron
concebidos solamente como objetos de contemplación o de goce estético. En la mayoría de los
casos, fueron hechos para cumplir una función dentro de la sociedad, que puede haber sido ritual,
propiciatoria, como ofrenda funeraria, entre otras que desconocemos totalmente.”. Esto quiere
decir que a través de esta muy sofisticada escultura lítica, los indígenas de aquel lugar, no solo
hicieron arte, sino que al representar el sistema hidráulico del almacenamiento, manejo y uso de
las aguas provenientes de las lluvias, que ellos ampliamente habían dominado, entregaron a sus
dioses esta artística “Sayhua”, como un símbolo propiciatorio para que se cumpla el ciclo anual del
agua (evaporación, condensación, precipitación, infiltración y escorrentía) que en esos tiempos no
era el fenómeno natural que conocemos ahora, sino un regalo de sus dioses, que algunas veces
eran caprichosos y hasta egoístas.

Aparecen diseminados en esta escultura varias figuras de pumas, y esto es a propósito, porque en
el incario: “El puma simboliza la sabiduría, la fuerza, la inteligencia. Simbolizaba el gobierno, de allí
que probablemente por esa razón la planificación de la construcción de la ciudad del Qosqo
tuviera la forma de un puma.”, escriben A. Rojas G. y Ángel Y. Huanco A. En esta maqueta que
simboliza el manejo y dominio de las aguas, se ha querido demostrar que quienes son capaces de
controlar este escurridizo estado de la materia, que fácilmente puede perderse en la tierra o
elevarse a los cielos, eran unos pumarunas (ingenieros incas). Es decir, gentes de mucha fortaleza
y con suficiente conocimiento e ingenio como para lograr contener las aguas, hasta que éstas
lleguen a las plantas y a la boca de las bestias y los hombres, para perpetuar la vida. Cabe señalar
que para destacar que ese mundo era de los pumarunas, cuatro felinos en posición de ataque,
señalan los puntos cardinales desde el monolito.
Lado norte del monolito plagado de pumas. Dibujo de Pedro Rojas Ponce en 1955.

El puma simbolizaba la sabiduría, la fuerza, la inteligencia y el buen gobierno

A una distancia de aproximadamente cuatro kilómetros de la piedra ceremonial, en el lugar


llamado Rumiccasa, se encuentra un bloque lítico natural, que a lo largo de los siglos la naturaleza
ha esculpido un relieve semejante al bloque tallado. Probablemente inspirados por esta piedra
original, los artistas nativos emprendieron la empresa de tallar el soberbio monolito que nos
asombra.

EL SANTUARIO DE LA HUACA DE SAYWITE.


La religiosidad que se desarrolló y prosperó en el mundo andino, se construyó sobre la base de
una fuerza vital y primera que animaba todo cuanto existía en la tierra, y que sus creyentes
llamaron: camaquen. Los seres vivos, hombres y bestias, plantas y hasta los muertos tenían
su camaquen, incluso las piedras, los cerros, las fuentes de aguas y todo aquello que era
considerado sagrado por ellos, estaban animados por esta energía.

Cuando llegaron los españoles, establecieron que este concepto era distinto al “alma” de la
creencia católica, entendida ésta como una entidad inmaterial, creada e infundida por Dios al
momento de la concepción, para ser el principio vital del hombre y por tanto superior a su cuerpo.
Es a partir de este dogma religioso que conjeturaron que los incas no tenían "alma", y seguirían no
teniéndola hasta tanto y por piedad no sean convertidos a la fe cristiana, mientras tanto se
mantendrían en poder de los demonios que estaban metidos en sus huacas.
Desde su devoción el hombre andino creyó que todo lo que le rodeaba estaba dividido en tres
mundos: 01) Hanan pacha, el mundo de arriba, de los fenómenos meteorológicos y los cuerpos
celestes; 02) Kay pacha, la tierra de aquí o del mundo que dominan los hombres; y 03) Uku
pacha, el misterioso mundo de abajo o de las profundidades. El primero y el tercero fueron los
lugares de los dioses y el segundo el punto de encuentro entre estos y los hombres, un sitio para
un tinkuy[i] sagrado.

Según el Diccionario Quechua – Español – Quechua Simi Taqe de la Academia Mayor de la Lengua
Quechua, del 2005, la palabra waka, tiene el siguiente significado:

“waka. s. Arqueol. Santuario y necrópolis preinkas situados en la costa y sierra del Perú. ||
Etnohist. Adoratorio, objeto sagrado inka. El universo cosmológico andino tawantinsuyano estuvo
dividido y jerarquizado en tres niveles: Hanan Pacha, o el universo celestial; Kay Pacha, o la
naturaleza, tierra, agua, aire; y Ukhu Pacha, o el mundo interior, de los muertos, de los profundos
abismos. Los elementos deificados de estos tres universos eran objetos de culto y ceremonias
rituales, representados en wakas u objetos sagrados. Existían wakas de diferente naturaleza, tipos
y funciones en todo el Tawantinsuyu. Especialmente en el Qosqo, en el denominado Espacio
Sagrado, habían más de 350, representando a diferentes deidades: manantiales, rocas, árboles,
cuevas, palacios, etc., distribuidos en 41 seq'es. Cada waka tenía su propio sacerdote o tarpuntay y
estaba asignada o a cargo de los ayllus, familias reales o panakas….”

Otros estudios nos dicen que “uaca” “waca”, “huaca” o “guaca”, era el término quechua con que
se designaba a todas las sacralidades fundamentales incaicas que podían materializarse
en ídolos, santuarios, tumbas, momias, lugares sagrados, animales, formaciones geológicas,
aquellos astros o montañas de los que los ayllus decían descender desde sus antepasados, es decir
su pacarina[ii] = “Su amanecer al mundo”, su lugar de origen, el "portal" por el cual fluyen las
fuerzas de la vida y la muerte; incluyendo al sol y la luna que eran las deidades principales del
imperio, a las cuales se les veneraba en estas huacas o santuarios por medio de un sinnúmero de
ceremonias que mensual y anualmente se sucedían en el calendario religioso incaico.

Esta fue la concepción religiosa que los regnícolas cusqueños impusieron a todas las
poblaciones asentadas en sus dominios imperiales. Sobre esta religiosidad oficial andina, el
cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala,[iii] en su “Nueva Crónica y Buen Gobierno”,[iv] nos
señala con mucho detalle, pero plagado de sus prejuicios de creyente cristiano, todos los ritos que
los pueblos de los cuatro suyos practicaban, mes a mes y en todas las estaciones dentro del
Tahuantinsuyo, así como todas las ceremonias rituales que realizaba la élite sacerdotal, e incluso
agrega varias de las supersticiones de sus chamanes. Leamos algunos fragmentos de esta “nueva
crónica”, para conocer cómo los incas impusieron esta fe dentro de su imperio:

“De como dio los ingas modo y orden y sacrificio a los indios para mochar al sol y a la luna, y a las
estrellas y uacas, y piedras y peñas, y lagunas, y otras cosas; y a los que no lo hacían luego lo
mandaba matar y consumir toda su generación de ellos, y de su pueblo lo mandaba sembrar sal
para memoria.

De cómo sacrificaban al Illapa, al rayo que ahora le llaman Santiago, quemando coca y comidas, y
chicha, ayunando sal y no durmiendo con sus mujeres, ni las dichas mujeres con sus maridos,
velando una noche, paraciconmi, zaraconmi; y otro nombre le llaman: curi, cacha, illapa.

De cómo ordenó vestidos y ropa de sus dioses uacas, se llama Capacocha. Lo hacían de cumbi y de
auasca, y de su vajilla de oro y plata, y de barro, y mollo y cobre, y donde soterraba, y tenían pasto
y sementeras y ganado, y indios llamados yanayaco del sol y de las uacas, ídolos de este reino.
Pachacuti Inga dio muy mucha hacienda para sacrificar a las uacas, y de las casas del sol y del
tempo de Curicancha; el trono y asiento de los Ingas en cada uamani señaló.

De cómo por suerte de los demonios sabía todas las minas de este reino, de plata, de oro, cobre,
estaño y plomo, azogue y colores; y por no tener herramientas no las sacaban tantas riquezas,
aunque están hoy día por descubrir bravas minas de este reino, están encubiertas.

De cómo todos los Ingas desde su antigua comenzaron a idolatrar, y fueron a más idólatras los
Ingas, y salieron muchos hechiceros y pontífices, y obispos y sacerdotes, otros buenos y otros
falsos; como los buenos los llamaban criados de los demonios, que hablaban con ellos, como
Mama Uaco Coya, y los ruines engaña al diablo y a los indios, dicen que les habló no le hablando,
dicen que comió y bebió, no comiendo.”
De este modo atroz los incas impusieron su religión en el Tahuantinsuyo, no menos brutal
fue lo que hicieron los españoles a través del “EL ACTA DE REQUERIMIENTO Y LA GUERRA JUSTA”,
que les leían a los indígenas al momento de tomar sus tierras y sus vidas, leamos un parte de ella:

“… Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os
hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y
reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado
Papa, en su nombre, y al Emperador y Reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a
superiores y Reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis
lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

“… Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda
de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las
partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus
Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos,
y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y os
tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a
vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen…”

En la obra: “La extirpación de la idolatría en el Perú”[v] del jesuita Pablo José de


Arriaga,[vi] escrita en 1621, se nos dice a qué dioses adoraban los indígenas y en qué consistía,
según el autor, su herejía y quiénes eran sus sacerdotes, a los que en aquellos tiempos se los
menospreciaba llamándoles hechiceros o laiccas. Leamos algunos párrafos de los capítulos II y III
de esta obra, para ilustrarnos, cómo después de casi cien años de la presencia del cristianismo
español, todavía persistía la religiosidad incaica con todos sus dogmas y supersticiones, pero ya
mezclada con la religión traída de Europa, y que subsiste aun en nuestros tiempos y en este
espacio geográfico que llamamos Apurímac. Léelo con atención y sin perjuicios y así podrás sacar
tus propias conclusiones.

Capítulo II

Qué cosas adoran hoy en día los Indios, y en qué consiste su idolatría

Mucho se podía decir acerca de esto, y algo está escrito en el tratado, que está al fin del
confesonario, hecho por orden del Concilio de Lima, el año de mil y quinientos y ochenta y dos. Y
quien lee aquello, entiende, qué es lo que los Indios hacían antiguamente: pero yo haré ahora una
breve suma de las cosas, que adoraban todos estos pueblos, que están visitados, y se van
visitando, que son los mismos, que adoran los que no están visitados.

En muchas partes (especialmente de la sierra) adoran al Sol, con nombre de Punchao, que significa
el día, y también debajo de su propio nombre Inti. Y también a la Luna, que es Quilla, y a alguna
Estrella: especialmente a Oncoy (que son las siete cabrillas) adorar a Líbiac, que es el rayo, es muy
ordinario en la sierra; y así muchos toman el nombre y apellido de Líbiac, o Hillapa, que es lo
mismo.

El adorar estas cosas no es todas los días, sino e tiempo señalado para hacerles fiesta, y cuando se
ven en alguna necesidad o enfermedad, o han de hacer algún camino, levantan las manos, y se
tiran las cejas, y las soplan hazla arriba, hablando con el Sol, o con Líbiac, llamándole su hacedor, y
su criador, y pidiendo que le ayude.

A Mamacocha que es la Mar invocan de la misma manera, todos, los bajan de la sierra a los llanos
y viéndola, y le piden en particular, que no les deje enfermar, y que vuelvan presto con salud y
plata, de la mita, y esto hacen todos sin faltar ninguno, aun muchachos muy pequeños.

A Mamapacha, que es la tierra también reverencian especialmente las mujeres, al tiempo que han
de sembrar, y hablan con ella diciendo que les dé buena cosecha, y derraman para esto chicha, y
maíz molido, o por su mano, o por medio de los hechiceros.

A los Puquios que son los manantiales, y fuentes hemos hallado que adoran de la misma manera,
especialmente donde tienen falta de agua, pidiéndoles que no se sequen.

A los Ríos, cuando han de pasarlos, tomando un poco de agua con la mano, y bebiéndola, les piden
hablando con ellos, que les dejen pasar, y no les lleve, y esta ceremonia llaman, mayuchulla, y lo
mismo hacen los pescadores, cuando entran a pescar.

A Cerros altos, y montes y algunas piedras muy grandes también adoran, y mochan, y les llaman
con nombres particulares, y tienen sobre ellos mil fábulas de conversiones, y metamorfosis, y que
fueron antes hombres, que se convirtieron en aquellas piedras.

Las Sierras nevadas que llaman Razu, o por síncopa Rao, o Ritri, que todo quiere decir nieve, y
también a las casas de los Huaris, que son los primeros pobladores de aquella tierra, que ellos
dicen fueron Gigantes, y es cierto que en algunas partes lo fueron, y se halla huesos de disforme, e
increíble grandeza, que quien no lo ve, ni los toca con las manos, no lo creerá, porque se muestra
por la proporción de los huesos, haber sido seis tanto mayores que los hombres de ahora, y de la
tierra de ellos llevan para sus enfermedades y para malos fines de amores, etc. Invocan a Huari
que dicen es el Dios de las fuerzas, cuando han de hacer sus Chácaras, o casas para q' se las preste.

A las Pacarinas, que es de adonde ellos dicen que descienden, reverencian también. Que como no
tienen fe, ni conocimiento de su primer origen de nuestros primeros Padres Adán, y Eva, tienen en
este punto muchos errores, y todos especialmente las caberas de Ayllos saben, y nombren sus
Pacarinas. Y ésta es una de las causas, porque rehúsan tanto la reducción de sus pueblos, y gustan
de vivir en unos sitios tan malos, y trabajosos, que algunos he visto, que era menester bajar por el
agua cerca de una legua, y a muchos no se puede bajar ni subir si no es a pie y la principal razón
que dan es, que está allí su Pacarina.

Todas las cosas sobredichas son Huacas que adoran como a Dios, y ya que no se les pueden quitar
delante de los ojos, porque son fijas, e inmóviles, se les procura (como dice arriba) quitárselas del
corazón, enseñándoles la verdad, y desengañándoles de la mentira, y así es necesario enseñarles
muy de propósito las causas de las fuentes, y de los ríos, y cómo se fraguan los Rayos en las nubes,
y se congelan las aguas, y otras cosas naturales, que a menester saber bien quien las enseña.

Otras Huacas ay móviles que son las ordinarias, y las que van nombrados en cada pueblo, que se
les han quitado, y quemado. De ordinario son de piedra, y las más veces sin figura ninguna, otras
tienen diversas figuras de hombres o mujeres, y a algunas de estas Huacas dicen, que son hijos o
mujeres de otras Huacas, otras tienen figuras de animales. Todas tiene sus particulares nombres,
con que les invocan, y no ay muchacho que en sabiendo hablar no sepa el nombre de la Huaca de
su Ayllo; porque en cada parcialidad, o Ayllo tiene su Huaca principal, y otras menos principales
algunas veces, y de ellas suelen tomar el nombre muchos de aquel Ayllo. Algunas de éstas las
tienen como a guardas, y abogados de sus pueblos, que sobre el nombre propio llaman Marca-
apárac, o Marcachárac.

Estas Huacas tienen todas sus particulares sacerdotes, que ofrecen los sacrificios, y aunque saben
todos hacia dónde están, pocos las ven porque ellos se suelen quedar atrás, y sólo el sacerdote es
el que habla, ofrenda. Y así no es pequeña causa, y motivo de admiración, y de desengaño del
común del pueblo: cuando ve lo que no había visto, y adoraba, y temía tanto. Y no sólo
reverencian las Huacas, pero aun los lugares, donde dicen que descasaron, o estuvieron las
Huacas, que llaman Zamana, y a otros lugares de donde ellos las invocan, que llaman Cayan,
también los reverencian…..”

(….)
“Después de estas Huacas de piedra la mayor veneración es la de sus Malquis, que en los llanos
llaman Munaos, que son los huesos, o cuerpos enteros de sus progenitores gentiles, que ellos
dicen que son hijos de las Huacas, los cuales tienen en los campos en lugares muy apartados, en
los Machays, q' son sus sepulturas antiguas, y algunas veces los tienen adornados con camisetas
muy costosas, o de plumas de diversos colores, o de cumbi. Tienen estos Malquis sus particulares
Sacerdotes, y ministros, y les ofrecen los mismos sacrificios, y hacen las mismas fiestas que a las
Huacas. Y suelen tener, con ellos los instrumentos, de que ellos usaban en vida, las mujeres husos,
y mazorcas de algodón hilado, y los hombres las tacllas, o lampas con que labraban el campo, o las
armas con que peleaban. Y en uno de estos Machays de los Malquis estaba una lanza con su fierro,
y recatón que la había dado (según dijeron) un conquistador de los primeros de estos Reynos, para
pendón de una Iglesia. Y en otra estaba otra lanza muy vistosa que ellos llamaban, Quilcasca
choque, que quiere decir lanza pintada, o esculpida, la cual se trajo al Señor Virrey. En estos
Malquis, como también en las Huacas, tiene su bajilla para dalles de comer, y beber, que son
mates, y vasos unos de barro, otros de madera, y algunas veces de plata, y conchas de la mar.”

(…..)

“Chíchic, o Huanca llaman una piedra larga, que suelen poner empinada en sus Chácaras, y la
llaman también Chacráyoc, que es el Señor de la Chácara, porque piensan que aquella Chácara fue
de aquella Huaca, y que tiene a cargo su aumento, y como a tal la reverencian, y especialmente en
tiempo de las sementeras le ofrecen sus sacrificios.

Compa, o Larca, villana llaman otras piedras a este mismo modo q' tienen en las acequias, a las
cuales hacen la misma reverencia antes de sembrar, y después de pasadas las aguas, porque las
acequias no se les quiebren, y les falte el agua.

Zaramamas, son de tres maneras, y son las que se cuentan entre las cosas halladas en los pueblos.
La primera es una como muñeca hecha de cañas de maíz, vestida como mujer con su anaco, y
lliclla, y sus topos de plata, y entienden, que como madre tiene virtud de engendrar, y parir mucho
maíz. A este modo tienen también Cocamamas para aumento de la Coca. Otras son de piedra
labradas como choclos, o mazorcas de maíz, con sus granos relevados, y de éstas suelen tener
muchas en lugar de Conopas. Otras son algunas cañas fértiles de maíz, que con la fertilidad de la
tierra dieron muchas mazorcas, y grandes, o cuando salen dos mazorcas juntas, y éstas son las
principales, Zaramamas, y así las reverencian como a madres del maíz, a éstas llaman también
Huantayzara, o Ayrihuayzara. A este tercer género no le dan la adoración, que a Huaca, ni Conopa,
sino que le tienen supersticiosamente como una cosa sagrada, y colgando estas cañas con muchos
choclos de unos ramos de sauce bailan con ellas el baile, que llaman Ayrihua, y acabado el baile,
las queman, y sacrifican a Líbiac, para que les dé buena cosecha. Con la misma superstición
guardan las mazorcas del maíz, que salen muy pintadas, que llaman Micsazara, o Matayzara, o
Caullazara, y otros que llaman Piruazara, que son otras maçorcas en que van subiendo los granos
no derechos sino haciendo caracol. Estas Micsazara, o Piruazara, ponen supersticiosamente en los
montones de maíz, y en las Piruas (que son donde guardan el maíz) parque se las guarde, y el día
de las exhibiciones se juntan tanto de estas mazorcas, que tienen bien que comer las mulas.

La misma superstición tienen con las que llaman Axomamas que son cuando salen algunas papas
juntas, y las guardan para tener buena cosecha de papas.”

(…..)

Capítulo III

De los ministros de la idolatría

Éstos, que comúnmente llamamos Hechiceros, aunque son raros los que matan con hechizos, con
nombre general se llaman Umu, y Laicca, y en algunas partes Chacha, y Auqui, o Auquilla, que
quiere decir, Padre, o viejo, pero como tienen diversos oficios y ministerios, así también tienen
diversos nombres particulares.

Huacapvíllac, que quiere decir el que habla con la Huaca, es el mayor, y tiene cuidado de guardar
la Huaca, y hablar con ella, y responder al pueblo, lo que él finge que te dice, aunque algunas
veces les habla el Demonio por la piedra. Y llevar las ofrendas, y hacer los sacrificios, y echar los
ayunos, y mandar hacer la chicha para la fiesta de las Huacas, y enseñar su Idolatría, y contar sus
fábulas, y reprehenden a los descuidados en el culto, y veneración de sus Huacas.

Malquipvíllac. El que habla con los Malquis, tiene el mismo oficio respeto de los Malquis, que el
pasado con las Huacas.

A este mismo modo es Libiacpvíllac, que habla con el rayo, y Punchaupvíllac que habla con el Sol.
Cada uno de estos tiene su ministro menor, y ayudante y le llaman Yanápac, el que ayuda, y aún
en muchas partes usurpando nuestro nombre le llaman comúnmente Sacristán, porque le sirve en
los sacrificios, y cuando falta el ministro mayor suele entrar en su lugar, aunque no siempre.

Macsa, o Viha son los que curan con mil embustes, y supersticiones, y procediendo de ordinario
sacrificio a la Huaca, o Conopa, del particular que le consulta. Y estos se ha experimentado en
estas Provincias, que se han visitado ser los más perjudiciales, porque son consultados para todas
las cosas, y para que también hablen con las Huacas, aunque no sean los que las guardan.

Aucáchic, que en Cuzco llaman Ichuris, es el Confesor, este oficio no anda solo sino q' siempre es
anexo al Víllac, o al Macsa sobre dicho. Confiesa a todos los de su Ayllo, aunque sea su mujer, y
hijo. Estas confesiones son siempre en las fiestas de sus Huacas, y cuando han de ir camino largo. Y
son tan cuidadosos en su oficio, que he topado yo algunos muchachos, que nunca se habían
confesado con Sacerdote alguno de Dios nuestro Señor, y se habían confesado ya tres, o cuatro
veces con estos ministros del Demonio, el cómo, se dice después.

Açuac, o Accac es el que tiene cuidado con hacer la chicha para las fiestas, y ofrendas de las
Huacas, que en los llanos son hombres, y en la sierra son mujeres, y en algunas partes las escogen
doncellas para este ministerio.

Sócyac es sortílego y adivino por maíces, hace algunos montoncitos pequeños de granos de maíz
sin contarlo, y después va quitando uno de una parte, y otro de otra, y conforme quedan pares, o
nones, es buena, o mala la suerte. Aunque en un pueblo exhibió uno de este oficio una bolsa con
muchas piedrezuelas, que dio se llamaban Chumpirum, y que las había heredado de su abuelo
para este efecto.

Rípiac es también adivino, y responde a los que le consultan, por los molledos de los brazos, y si se
le menea el derecho dice que sucederá bien y si el izquierdo que mal.

Pacharícuc, o Pacchacátic, o Pacchacuc, es otro adivino por los pies de unas arañas, que llaman
Paccha, y también Oroso, y son muy grandes y peludas. Cuando le consultan para alguna cosa; va a
buscar en los agujeros de las paredes, o debajo de algunas piedras, una de estas arañas, cuya
especie es conocida, y poniéndola sobre una manta, o en el suelo la persigue con un palillo, hasta
que se quiebran los pies y luego mira que pies o manos le faltan, y por allí adivina.
Móscoc, es adivino por sueños, llega una persona a preguntarle, si sanará, o morirá, o si parecerá
un caballo que se le perdió, etc. Y si es varón el que le consulta, le pide la huaruca de la cabeza, o
la chuspa, o manta o otra cosa de su vestido, y si es mujer, le pide el chumbi, que es la faja, o cosa
semejante, y las lleva a su casa, y duerme sobre ello, y conforme a lo que sueña así responde. Y si
les consultan para amores les piden los cabellos, o ropa de la persona de quien han de adivinar.

Hacarícuc, o Cuyrícuc es el que mira cuyes, y abriéndoles con la uña adivina por ellos, mirando de
qué parte sale sangre, o qué parte se menea de las entrañas. Que era el modo muy usado entre
los gentiles Romanos.

Todos estos oficios y ministerios son comunes a hombres y mujeres, aun el confesar, que también
ay mujeres grandes confesoras. Pero lo más común es los oficios principales ejecútalos
hombres….”

(…..)

“De una de tres maneras entran en estos oficios de sacerdotes de Huacas. La primera es por
sucesión, que el hijo lo hereda del padre, y si el heredero no tiene uso de razón, entra en su lugar
el pariente más cercano hasta que el legítimo heredero sea suficiente para el oficio. La segunda
manera es por elección, cuando falta el primer modo por vía de herencia, o cuando les parece, los
otros ministros eligen el que juzgan, que será más a propósito, con parecer de los curacas, y
Caciques. Y cuando acontece que algún herido del rayo quede vivo, aunque quede lastimado está
ya como divinamente elegido para el ministerio de las Huacas. El tercero modo es, que ellos
mismos se toman el oficio, y se introducen en él especialmente de los oficios menores de adivinos,
curanderos, por sola su voluntad, y autoridad, y esto es ordinario en los viejos, y viejas, que por
ganar de comer, y como ellos dicen Vicçaraycu, que es ventris causa, se hacen oficiales en estos
mismos ministerios.”

El Padre Calancha[vii] en su “Crónica Moralizada del Orden de San Agustín en el Perú con
Sucesos Ejemplares en esta Monarquía”,[viii] escrita u publicada en Barcelona en 1631, nos refiere
las deidades, mitos y creencias de los incas, sorprendiéndole el parecido de su culto con la de los
pueblos griegos, romanos, egipcios y otras religiones del cercano oriente, el norte de África y
Europa, anteriores a instalación ecuménica del cristianismo, leamos:
“Adoraban pues ídolos, o tenían por guacas al Sol con nombre de Punchao o Inti, i a la Luna con
nombre de Quilla; i los ingas llaman Ni a las estrellas, al lucero de la mañana y la estrella Venus de
la tarde; las cabrillas que ellos llamaban Collca, que los Gentiles (de Europa) llamaron Pléyades
hijas de Atlante i Pléyona, que las adoraron por Diosas; i los Ingas las llamaron Fur, i por ellas
contaban los años, i cada uno la estrella que quiere invocar, porque atribuyen a diversas estrellas
diversos oficios, (…..) i así los pastores i ovejeros adoraban a una estrella que ellos llaman
Urcuquillay, que dicen es un carnero de muchas colores, que entiende en la conservación del
ganado, (….)i también a otras dos estrellas que andan cerca de esta, que llaman Catuchillay,
Urcuchillay, que fingen ser una oveja con un cordero”

(….)

“Otros Indios que vivían en las montañas, adoraban otra estrella, que ellos llaman Chuquichinchay,
que dicen es un tigre, a cuyo cargo están los tigres, osos i leones. También adoraban otra estrella,
que llaman ellos Anchochinchay, que dicen conserva otros animales; i otra que llaman Machacuay,
a cuyo cargo están las serpientes i culebras para que no les hagan mal, i generalmente todos los
animales i aves que ay en la tierra, creyeron que hubiese un su semejante en el cielo, a cuyo cargo
estaba su procreación i aumento. I así tenían cuenta con diversas estrellas que llamaban Chacana i
Topatorca, Mamana, Mirco, Miquiquiray i otras así.”

(…)

“El modo de hacer oración al Dios supremo Pachacamac, al Sol que llamaban Punchao, al
Viracocha, i a las estrellas era un mismo, que es abrir las manos, i hacer cierto sonido con los labios
(como quien besa) alzando las manos, inclinando la cabeza, i a los demás Dioses, se arrancaban
cejas o pestañas, i las echaban hacia el ídolo, torbellino, arroyo o quebrada. El modo de consultar
dudas, o pedir respuestas los Sacerdotes en casos futuros o mercedes presentes, era entrar a
prima noche vueltas las espaldas al ídolo, agobiando el cuerpo. Respondía con un silbo temeroso, i
decía razones confusas, todas encaminadas a muertes o estragos de los Indios, vaticinio cruel i
señorío infame. En el Cuzco les hablaba el demonio visiblemente, en la forma i modo que habló
con Adán i Eva en el Paraíso, en figura de una culebra muy pintada. Al ídolo, o guaca entraban los
menesterosos, i pedíanle lo que cada uno quería, i ofrecíanle sacrificio, aunque en las palabras
avía diferencia, porque cada uno de estos tres en la comarca donde era tenido por supremo Dios,
le atribuían el sumo poder i mando de todo lo criado; i a las demás guacas o ídolos de estrellas, i
las que iremos diciendo, se les decían como a señores, o Dioses particulares, cada uno en su cosa, i
que eran intercesores o con el Pachacamac, o para el Sol, o para el Ticci Viracocha, al modo que
los Cristianos damos adoración a los Santos de la Iglesia por bienaventurados, i a sus bultos por sus
prototipos, valiéndonos de sus intercesiones, dando más o menos adoración a unos que a otros.”

(….)
“Después del Pachacamac, Sol i Viracocha, Luna i de las estrellas se seguía en orden, i a quien se
daba mayor veneración, particularmente en las sierras, al rayo que llaman Libiac o Hillapa; i ahora
porque los Españoles decían Santiago al tiempo de disparar, le llaman Santiago, adoran al
relámpago, al arco del cielo (al cual también reverencian los Indios de los llanos) i al trueno, al cual
llaman por tres nombres Chuquilla, Catuilla, Intiillapa; fingiendo que es un hombre que está en el
cielo con una honda, que al sacudirla da el estallido i trueno, i tiene una maza o porra; i que está
en su mano el llover, granizar i tronar, i todo lo demás que pertenece a la región del aire donde se
hacen los nublados. Este es ídolo i guaca general a todos los. Indios, i ofrécenle muchos i diversos
sacrificios. I en el Cuzco se le sacrificaban niños como al Sol. Cuando alguna mujer pare en el
campo en día que truena, dicen, que la criatura que nace es hijo del trueno, i que se le ha de
dedicar para su servicio, i así hay mucho número de hechiceros de estos que llaman hijo del
trueno, adoraban las tempestades, los torbellinos, los remolinos del viento, las lluvias i el granizo.”

“También adoraron estos Indios de los llanos a la mar, a quien llamaron Ni, i le ofrecen harina de
maíz blanco, almagre u otras cosas, para que les dé pescado, o no se embravezca, i los Serranos al
modo que adoran las lagunas, reverencian la mar, a quien llaman Mamacocha; i los Aymaraes
Mamacota, i en especial los Serranos que bajan a los llanos a sus negocios, comercios o
embajadas, adoran con diferentes ceremonias al mar i a los llanos i playas, i los Indios de los llanos
i sierra adoran las cordilleras nevadas, i a cualquiera sierra alta que tenga nieve, que llaman Razu o
Rao o Ritti; i a los manantiales que llaman Puquios, a los arroyos, esteros i ríos, lagos, pozos i
lagunas que reverencian porque no los ahogue, o no les niegue el agua.”

(….)

“Adoran estos Indios a la tierra, i la llaman Pachamama o Mamapacha, i los Iungas Vis,
derramando en ella chicha, que es su bebida, coca, i otras muchas cosas, con maíz molido, i ésta es
adoración más de las mujeres cuando han de sembrar, pidiéndoles dé buena cosecha, i lo mismo
al tiempo de arar, cultivar, barbechar i coger su maíz, papas, quinua i demás frutos i legumbres.”

(….)

“Usaban los Indios que van a minas de plata, de oro o de azogue, adorar los cerros o minas,
pidiéndoles metal rico, i para esto velan de noche, bebiendo i bailando, sacrificio que hacen a la
riqueza; a los de oro llaman Coya, i al Dios de las minas de plata i a sus metales Mama, i a las
piedras de los metales Corpa, adóranlas besando, i lo mismo al soroche, al azogue i al bermellón
del azogue, que llaman Ichma, o Linpi, i es muy preciado para diversas supersticiones…..”
“Adoraron montes altos, cerros levantados i las casas de los Huaris, que son los primeros
pobladores hijos de cada tierra, que ellos dicen fueron gigantes, i es cierto (dicen así
las informaciones de la visita de la idolatría, i el Padre Pablo Josef en el capítulo décimo) que a la
otra banda del pueblo estaba una cueva muy grande, i en ella muchos difuntos Gentiles, i entre
ellos tres cuerpos de gigantes de disformes cabezas, vestidos de cumbi, éstos son los progenitores
de todos los de este pueblo a quien adoran…..i en el capítulo segundo el Padre Pablo Josef
ablando de los progenitores de estos Indios, dice, que en algunas partes fueron gigantes, i se
hallan huesos de disforme e increíble grandeza, que quien no los ve, ni los toca con las manos, no
lo creerá. Porque se muestra por la proporción de los huesos haber sido seis tanto mayores que
los hombres de ahora. I de la tierra de ellos llevan para sus enfermedades i para malos fines de
amores, invocan a Huari gigante, que dicen es el Dios de las fuerzas, para que les dé cuando
trabajan en sus chacras i labores valentía. El testimonio de tan cierta averiguación, i que sacaron
de estos gigantes de las guacas los visitadores para quemarlos, es auténtico, i sería cada gigante
por lo menos de doce varas de alto, puesto que un hombre mediano de ahora tiene dos varas, i
ellos tienen por seis hombres. Creen los Indios que muchos se convirtieron en montes, i por esto
los adoran en piedras. Hoy están en Lima los huesos de un gigante que la semana pasada envió de
Chuquisaca el Dotar Ávila Canónigo que viene a esta Catedral yo los vi en el oficio del Secretario de
la santa Inquisición, i siendo las canillas i huesos de los muslos larguísimos, sólo el encaje tiene
más de media vara, no se podía dar cierta medida a lo largo, porque están quebrados; la quijada
de abajo es media no más, i tiene dos dedos más de media vara. A Lima trajeron a un criollo de
Guamanga mestizo que entró a primero de Setiembre del año pasado de mil i seiscientos i treinta,
llamado Juan Núñez, muchacho de diez i ocho años, i tenía tres varas de cuerpo, i más de media
vara de pie, ahora murió en Pizco.”

“Adoraban también montones de piedras que llaman Apachitas los del Cuzco i los Collas, i en otras
partes Cotorayac Rumi, añadiendo otras para que les favorezca en su viaje o pretensión,… Adoran
cada Provincia o familia al que tienen por su progenitor, i principio de su descendencia, que
llaman Pacarina.”

(….)

“…..Adoraban los Guacas piedras, que decían eran Dioses de sus labranzas i cosechas, i a los
campos Dioses del regadío, i a tres maneras de Zaramamas, unas como muñecas vestidas al traje
de India, echas de mazorca de maíz, otras de piedras labradas como mazorca, otras son como
cañas fértiles de maíz, que llaman Huanta i Zara, i a éstas i a las Ajomamas por Diosas de sus
sembrados i frutas. Adoraban a los hijos que nacían de un vientre si moría alguno, i los llamaban
Chuchos o Curi.”
(….)

“Los Indios de los Andes, que viven en tierras tras las cordilleras nevadas, donde continuamente
llueve, i es calurosísima (como Panamá i Cartagena) i los Indios que habitan en las montañas
adoran Tigres, Leones, Osos, Culebras i Serpientes, porque ay abundancia de estos géneros en sus
países. Los de Huánuco un León rapante, los de Tiahuanaco una Culebra enroscada, los de
Tomebamba un Oso, i los de Chachapoyas a los Tigres.”

(…..)

“Los Indios de los llanos que están en las costas del mar, siembran su maíz con guano, estiércol de
pájaros marítimos, que traen de peñoles, isletas i peñas. Adoran al ídolo Huamancantac,
derramándole chicha en la playa, i le ayunan dos días, i a la vuelta otros dos…..I ningún Indio adoró
al Demonio (excepto los hechiceros) con nombre, ni pensando que era el Demonio, como advirtió
Garcilaso, a quien ellos llaman Zupay, antes huían i blasfemaban de él.”

(…..)

“I los Indios tuvieron tres por supremos dioses, como está dicho, Pachacamac por Dios oculto no
conocido, el Sol Dios visible, i el Viracocha Dios, que fue hombre, i volvió a producir los hombres;
pero los que adoraron por deidades pasan de veinte mil, puesto que dice el Concilio, que en cada
Provincia había un ídolo o guaca común, i en cada pueblo otro particular, a que se juntan
los Conopas[ix], dioses caseros, Apachitas, Pacarinas i demás multitud. I la instrucción del Concilio
dice, que algunas leguas alrededor del Cuzco se habían hallado 340 guacas i adoratorios de
diversos nombres. Veamos sus ritos, i en breves sus ceremonias, que entonces tuvieron, i después
diremos las que ahora tienen, que todas están expresadas en el Concilio segundo de Lima parte 2.”

En su Historia del Tahuantinsuyo,[x] María Rostworowski, nos señala el estadio de desarrollo de


esta religiosidad andina al momento de instaurarse el Estado inca, leamos:

“Con la formación del Estado se instituyeron “visitadores” religiosos encargados de poner y quitar
huacas y establecer a nuevos sacerdotes. Tanto Sarmiento de Gamboa como Cabello de Valboa
nombran a Amaru Yupanqui y a Guayna Auqui como los personajes enviados a visitar el país con
ese fin.
En el ámbito andino existía una gran afición por los oráculos y se predecía el futuro de muy
distintas maneras. Ningún acto importante se efectuaba en el Cusco sin consultar primero con la
callpa: se trataba de extraer el palpitante corazón de un camélido y leer en él los augurios. Los más
famosos oráculos fueron el de Pachacamac, el de Apurímac, el oráculo Chinchaycamac de Chincha,
Mullipampa de Quito, el de Catequil en Huamachuco, y otros. Sin embargo, la mayoría de las
huacas contaba con alguna suerte de adivinos.

Sacerdotes especiales llamados guacarimachic hablaban con las huacas y los ayatapuc se
comunicaban con los muertos (Cabello de Valboa 1951: 287-288). Los caviacoc bebían pócimas y
daban sus oráculos; es curioso constatar que un nombre parecido era el de la princesa-huaca
llamada Cavillaca, y es posible que fuese una sacerdotisa o profetisa (ver Avila).

La Relación Anónima (1968:164) nombra como adivinos a los huatuc, quienes después de beber un
brebaje se trastornaban y emitían entonces sus profecías. Otros, los hamurpa, miraban las vísceras
de los animales sacrificados. Los informantes de Avila (1968, cap. 18) narraron un augurio sobre el
fin de la adoración del dios Pariacaca. Contaron que al ser conquistada la región, los incas
quisieron honrar a dicha huaca e instituyeron quince sacerdotes de Hanan Yauyos y otro tanto de
Hurin Yauyos dedicados a su culto. Un día, estando todos reunidos auscultando las vísceras de una
llama sacrificada, uno de los sacerdotes pertenecientes al grupo étnico de los llacuaces exclamó:
"iQué desgracia! los augurios son nefastos; hermanos, nuestro padre Pariacaca será abandonado".
Furiosos los demás lo insultaron, pero pocos días después se supo la noticia de los sucesos de
Cajamarca. Ante esos acontecimientos los sacerdotes se dispersaron y retornaron a sus ayllus de
origen.

En esa misma Relación se distinguen dos suertes de sacerdotes, unos eran, los yañca,
pertenecientes al ayllu de Cacasica y su principal ocupación consistía en mirar los desplazamientos
de la sombra del sol proyectada en un muro. Según el movimiento del astro sabían cuándo era el
momento propicio para celebrar ciertas fiestas. Además, cada ayllu poseía un huacasa o huacsa a
cuyo cargo estaba la ejecución, tres veces al año, de los bailes rituales (ibídem, cap. 9). Es obvio
que entre los yañac y los huacsa existían diferentes funciones y también jerarquías sacerdotales.
Cuando la conquista inca a la región, el soberano vistió las prendas de un huacsa y tomó parte,
como tal, en los ritos en honor de Pariacaca, gesto que halagó a todos los yauyos.

Arriaga (1968) al escribir sobre la extirpación de idolatrías menciona a los diferentes hechiceros,
nombre, como ya hemos visto, que los españoles dieron a los antiguos sacerdotes. Según él,
el huacapvillac era el que hablaba con la huaca y el de mayor jerarquía entre los demás ministros.
El malquipvillac tenía por misión comunicarse con los antepasados momificados, de la misma
manera el libiaopavillac adoraba al rayo y el punchaopvillac al sol. Cada ministro tenía su yanapac
o ayudante, concepto sumamente andino como ya lo vimos en los curacas.

Los aucachic, llamados ichuri en el Cusco, cumplían las funciones de confesores, se trataba de una
práctica panandina, usada en las grandes ceremonias o fiestas al mismo tiempo que se efectuaban
los ayunos que consistían en no probar ají, sal, ni tener acceso a mujeres. Los azuac o accac a
quienes se encomendaba la preparación de bebidas para ser consumidas durante los ritos eran, en
la costa, hombres, mientras en la sierra eran mujeres. Una obligación de las mamaconas de
los aclla huasi en tiempo del incario era preparar suficiente bebida para los fines estatales y
festivos.

Los socyac eran los que a través de los granos de maíz podían predecir el futuro.
Los pacharicuc o pacchacaticadivinaban los acontecimientos venideros por intermedio de arañas
de gran tamaño. Según documentos sobre la idolatría, las arañas se guardaban en huesos
humanos vacíos, y de la forma como caían al suelo dichos arácnidos se podían emitir las
predicciones. Las arañas tenían su importancia en la costa, como lo comprueba su presencia en la
iconografía nasca y mochica. Además, entre los geoglifos de la famosa pampa de Nasca existe una
araña que quizá se relacionaba con este tipo de vaticinios. A ese gran número de sacerdotes y de
adivinos hay que añadir a los curanderos, macsa o viha.

Diversos eran los modos de ingresar al sacerdocio; podía ser por herencia, pero primero el
individuo debía mostrar aptitudes para el desempeño de sus funciones. Existían ayllus dedicados a
ciertos cargos como los yañacs de Cacasica, mencionados anteriormente, o los tarpuntay del
Cusco encargados de los ritos agrícolas. El segundo modo era por elección. Los ministros reunidos
nombraban al que debía ocupar una vacante. Si algún fenómeno especial acaecía, como ser herido
por un rayo y sobrevivir, era considerado como una predestinación. Tanto hombres como mujeres
cumplían muchos de estos quehaceres; había sacerdotisas famosas como aquella del ídolo de
Apurímac que prefirió lanzarse al abismo antes de caer en manos de los españoles (Pedro Pizarro
1978).Por lo general, los ritos y ceremonias en honor de la luna y de la tierra estaban en manos de
la Coya o reina de las mujeres de la élite cusqueña (Santillán 1927). Una de las mayores fiestas en
el Cusco era el Coyaraymi, tenía lugar en el equinoccio de septiembre y coincidía con la llegada de
las lluvias. Durante esos días celebraban la fiesta de la citua, que consistía en actos de purificación
para alejar de la ciudad a todos los males. Las celebraciones duraban varios días y el cuarto era
dedicado a la luna y a la tierra (Molina 1943).”

Una de las huacas más famosas del incario fue la del río Apurímac, donde oficiaba de sacerdotisa
Asarpay, una hermana del inca, y que al decir de Pedro Pizarro:
“Pues aquí, como digo, en este Apurímac había un buhío muy pintado, y dentro de él hincado un
palo muy gordo, más grueso que un hombre muy gordo, y este palo tenía muchos pedazos
desgajados. Estaba muy lleno de sangre de lo que le ofrecían. Tenía un cinto de oro de ancho de
una mano que le ceñía todo, soldado a manera de encaje, y en la delantera de él dos tetas de oro
grandes, como de mujer, soldadas en el mismo cinto. Tenían este palo vestido con ropas de mujer
muy delicadas, y con muchos topos de oro, que son a manera de alfileres que las mujeres de este
reino usaban, grandes de más de un palmo de largo, y la cabeza muy ancha y llana, y colgaban de
estas cabezas muchos cascabelitos chiquitos. Estos usaban ellas para prenderse las mantas que se
ponían. A los lados de este palo grueso que tengo dicho, había otros pequeños en renglera, de un
lado y otro, que tomaban todo el aposento de una parte a otra. Estos palos estaban asimismo
bañados en sangre y vestidos con mantas como el grande, con sus topos, semejando estatuas de
mujeres. En este palo mayor decían les hablaba el demonio, que se llamaba Apurímac. De éste era
guarda una señora que se decía Asarpay, hermana de estos ingas. Esta se vino después a despeñar
de un paso muy alto que hay a la bajada para la puente del río de Apurímac, tapándose la cabeza
se arrojó en el río que va junto a esta barranca más de doscientos estados de alto, llamando al
Apurímac, el ídolo a quien ella servía.”

Huaca del puente incaico sobre el río Apurímac


Volviendo a lo que nos ocupa, hacia el cardinal Este y contiguo al emplazamiento del monolito,
existe otra plataforma de aproximadamente 48 metros de largo por 16 metros de ancho, en cuyo
frente se ha construido un santuario para la huaca de Saywite, que nos presenta unos pequeños
recintos y un Usnu, todo dentro de un área de más o menos 270 metros cuadrados.

Vista frontal del adoratorio de la huaca de Saywite

Hacia la mano derecha entrando, se distingue un acceso que haciendo un zigzag acaba en un
corredor de 17 metros de largo, que se dirige al gran patio posterior, pero antes de ello existe un
desvío a una gradería de varios peldaños que conduce a un Usnu de aproximadamente 40 metros
cuadrados. También hacia la mano izquierda se puede distinguir otra entrada y una pequeña
gradería para este mismo objeto. Este es el sitio más elevado del complejo arqueológico y es muy
seguro que en su época de esplendor tuvo fines ceremoniales.
En el extremo izquierdo de la entrada principal se observa una puerta hacia un ambiente ciego.
En el lado superior derecho se aprecia el ingreso a un cuarto de "puerta y calle"

Pasando el corredor que mostramos en la imagen de arriba, se llega a un amplio patio de una
extensión aproximada de 27 metros de largo por 16 metros de ancho, donde podemos apreciar
que el Usno y los otros ambientes de la huaca terminan en una alta pared frontal con un amplio
pórtico de una jamba al centro, cuyo dintel se encuentra en el suelo. Al fondo de esa puerta
podemos observar una hornacina-altar trapezoidal, donde debe haberse exhibido la deidad
principal o huaca de este adoratorio, que bien pudo ser una momia o un ídolo sagrado.
El adoratorio de la huaca de Saywite visto desde el patio interior
Pórtico de ingreso de una jamba y hornacina-altar trapezoidal de la huaca de Saywite
Hornacina-altar de la huaca de Saywite. En esta imagen podemos observar que los lugareños
aún hacen sacrificios de animales menores, (¿cuy o gallina?) y entrega de flores a la ancestral
deidad
que consangraba este santuario.

Debemos recordar que durante la Colonia, los evangelizadores y doctrineros del poder eclesiástico
español, se dieron a la tarea de convertir a los indígenas en practicantes de la fe católica, para ello
no dudaron en atacar a sus principales dioses destruyendo todo signo de su culto (huacas,
apachetas, mallquis, etc.). Es probable que el santuario de la huaca de Saywite haya sido uno de
sus principales objetivos de destrucción y extirpación, sin embargo a pesar de los esfuerzos de
estos misioneros, los pontífices españoles se dieron cuenta que el culto a los dioses nativos
continuaba en esos tiempos y que nosotros constatamos que aún pervive en la actualidad, como
una forma de resistencia a las costumbres extranjeras y un modo de preservar las tradiciones del
Perú antiguo.

Incluso en nuestros días, desde el gobierno local, se promueven


ceremonias de recordación a los dioses andinos.

Este bárbaro atropello fue documentado en visitas que se denominaron “Extirpación de idolatrías”
e indagaciones sobre la religión andina, la que fue documentada en su época, siendo algunos de
los más importantes testimonios, los siguientes: “Ritos y tradiciones de Huarochirí”, texto quechua
de autor anónimo que reúne las creencias de los habitantes de la sierra de Lima, cuya compilación
fue mandada hacer por Francisco de Ávila, párroco de Huarochirí; y, la “Extirpación de la idolatría
del Pirú”, de 1621, de Pablo José de Arriaga. Tres fueron las campañas de extirpación del siglo XVII,
la llevada a cabo por Francisco de Ávila entre 1609 y 1619; la de Gonzalo de Ocampo entre 1625 y
1626; y la última realizada por el Arzobispo Pedro de Villagómez entre 1641 y 1671.

Por el pórtico que da a la hornacina-altar del santuario, por una entrada que está al lado izquierdo
se puede ingresar a unos recintos cuadrados y rectangulares, y por el lado derecho se camina por
un pasadizo que se despliega a manera de “laberinto”, por donde se puede acceder a varios de
estos pequeños cuartitos.
Por su reducido tamaño es muy probable que estos ambientes hayan sido sitios para que los
devotos dejasen sus ofrendas u obsequios a la huaca que se veneraba en este santuario, o tal vez
un alojamiento temporal para los devotos que venían a sanarse de sus males, pues no olvidemos
que los sacerdotes incaicos eran además curanderos. Se nota que uno de estos recintos fue el
principal, pues tiene una puerta con un dintel de piedra. Es probable que este recinto haya sido el
alojamiento del sumo sacerdote en los días de ceremonia.
Finalmente se baja por una pequeña escalera, para luego doblar a la derecha y salir del santuario
por su propia puerta, es decir, la que al momento de ingresar al patio, se encuentra a la mano
izquierda.
Debo aclarar que este itinerario, lo he trazado para llevarlos a través de un paseo imaginario por
los ambientes del santuario de la huaca de Saywite, pero nadie conoce a ciencia cierta, si los
devotos de este culto tenían libertad para ingresar a este sacro espacio.

000ººº000
Las más modernas investigaciones científicas nos dicen que las deidades y espíritus son
significaciones que de modo infalible han estado en cada pueblo de la humanidad, desde dioses
poderosos hasta simples entidades de las florestas, pues las personas tienden a suponer que
detrás de cada evento existe un responsable, o sea, que cada vez que ocurre algo pensamos en un
agente vivo que lo causa. Considerar que había un algo o alguien causando el más mínimo
chasquido dentro de la caverna, podía ser muy útil en términos de supervivencia.

Este tipo de razonamiento es una herencia evolutiva de los instintos, pues en épocas remotas las
posibilidades de sobrevivir eran mínimas teniendo en cuenta los depredadores y lo agreste del
medio, de modo que aquellos hombres cuyos instintos eran suspicaces pasaban sus genes a sus
hijos, lo que fue determinando un modo mental de procesar la información, que ahora se nos da
de forma automática.

Además de la propensión de ver entes actuando detrás de cada evento, los hombres poseen
tendencias empáticas, que es el modo cómo vemos a los demás para entender su modo de actuar.

Para los hombres de las cavernas era indispensable vivir en comunidades para su común
protección, pero como la convivencia humana siempre ha sido difícil, resultó imprescindible lograr
comprender las conductas y creencias del resto de la tribu, es decir debieron asumir, también de
modo automático, que existían razones detrás del comportamiento de los demás y para eso
buscaban explicaciones, como las buscamos hoy, para saber qué clase de sujetos eran y para
descubrir sus buenas o males intenciones para con nosotros, e incluso poder develar sus más
profundos secretos, pues saber lo que piensa el otro, otorga poder.

Así que evolucionaron mostrándose suspicaces ante cada evento desconocido. De modo que
cuando de pronto un guijarro caía en la cueva, luego de averiguar y no encontrar un autor
material, por instinto tendían a suponer que era una criatura invisible la que lo había arrojado.
Esto mismo nos sucede ahora, cuando en medio de la noche oímos un ruido extraño en alguna
parte de nuestra casa, pero cuando acudimos a averiguar nos enteramos que no fue un gato, un
ladrón u otra causa material, tendemos a suponer que ha sido un fantasma u otra fuerza extraña e
irracional, pues nuestro instinto natural está dirigido a suponer que todo debe producirse por una
causa, sino es material entonces puede ser inmaterial.

Cuando el evento era catastrófico o traía consecuencias nefastas para la comunidad, como un
volcán, una plaga, un huayco, una sequía, la tendencia colectiva estaba dirigida a creer que lo
había provocado un ser poderoso y que lo había hecho en primer término, para demostrar su
poder y más adelante, ya deificado, como un castigo por desobedecer los deseos de esa poderosa
fuerza.

Estos dos mecanismos mentales pudieron acabar en la creencia de que lo que acontece en la
realidad, pero que no podía ser explicado racionalmente, era ejecutado intencionalmente por
criaturas sobrenaturales conscientes, lo que explicaría la existencia de dioses, espíritus y fuerzas
sobrenaturales en todas las culturas y en todos los tiempos.

Por eso ahora conocemos que no se trata de saber qué dioses son los más poderosos o quiénes
los verdaderos, pues en su tiempo histórico, cultura y lugar, los hombres han tenido los dioses que
su entorno natural, sobre el que tenían que sobrevivir, les ha revelado. Así fue como surgieron
estos dioses andinos, aunque distorsionados por el dogma católico y los prejuicios de los
españoles que además tenían la obligación de imponer su credo, fueron y son aun las deidades
que desde hace miles de años han recibido la devoción de los pueblos ecológicos que siguen
viviendo en estos inmensos y telúricos paisajes cordilleranos.

[i] tinkuy. v. Encontrarse, entrevistarse dos o más personas. || Llegar a tocarse dos cosas. SINÓN:
laythuy, tupay, tupay. ||Agri. Unión de las dos zonas ecológicas andinas: qheswa y puna, entre los
3,500 y 4,300 m. s. n. m. (Diccionario Quechua – Español – Quechua Simi Taqe de la Academia
Mayor de la Lengua Quechua, del 2005).

[ii] Paqarina, es un término que los antiguos hombres de los andes utilizaban para señalar el lugar
de su origen y el destino final de sus antepasados. Las paqarinas estaban asociadas con sitios
físicos, tales como agujeros en los suelos, cuevas, lagos, lagunas. En quechua esta mitológica
palabra también describe un tipo de "portal" a través del cual fluyen las fuerzas de la vida y la
muerte.

[iii] Felipe Guamán Poma de Ayala, ocasionalmente escrito también como Felipe Huamán Poma de
Ayala (San Cristóbal de Suntuntu, Ayacucho, 1534 - Lima, 1615), fue un cronista indígena de la
época del virreinato del Perú. Se dedicó a recorrer durante varios años todo el virreinato y a
escribir su Primer nueva crónica y buen gobierno, uno de los libros más originales de la
historiografía mundial. En esta obra, de 1180 páginas y 397 dibujos, que presuntamente terminó
de escribir en 1615, muestra la visión indígena del mundo andino y permite reconstruir con mucho
detalle aspectos de la sociedad peruana después de la conquista, a la vez que ilustra sobre la
historia y genealogía de los Incas con textos en el castellano del siglo XVI y en el quechua general.
La obra, tenía como destinatario al rey Felipe III y fue enviada a España, sin embargo, se extravió
en el camino. Hoy se conserva en la Biblioteca Real de Dinamarca.
[iv] GUAMAN POMA DE ALAYA, Felipe. NUEVA CRONICA Y BUEN GOBIERNO. Prólogo de Franklin
Pease. Pág. 187.

[v]DE ARRIAGA, Pablo José. La extirpación de la idolatría en el


Perú. http://www.biblioteca.org.ar/libros/155230.pdf

[vi] Pablo José de Arriaga (Vergara, España, 1564 - Capitanía General de Cuba, 1622) fue un jesuita
español. Llegó al Virreinato de Perú en 1585, donde recibió las sagradas órdenes. Participó en las
campañas de extirpación de idolatrías con los jesuitas Fernando de Avendaño y Luis de Teruel
siguiendo las disposiciones del Arzobispo de Lima Bartolomé Lobo Guerrero.

[vii] Fray Antonio de la Calancha, conocido también como Padre Calancha (Ciudad de la Plata de la
Nueva Toledo, hoy Sucre 1584 - Lima, 1 de marzo de 1654), fue un religioso agustino y cronista de
Charcas (hoy Bolivia).

[viii] DE LA CALANCHA, Antonio. CRONICA MORALIZADA DEL ORDEN DE SAN AGUSTÍN EN EL PERÚ
CON SUCESOS EJEMPLARES EN ESTA MONARQUÍA Tomo III. Archivo y Biblioteca Nacionales de
Bolivia. Págs. 39 a 48.

[ix] Este pie de página es nuestro. Conopas o illas.- Eran pequeños ídolos de piedra de veneración
particular de una familia o ayllu cuyo culto se trasmitía de generación en generación,
representaban a la fecundidad de animales y buen producción de las cosechas, generalmente eran
estatuillas antropomorfas o zoomorfas de distintas denominaciones como por ejemplo: saramama
o madre de maíz, uchumama o madre del ají, etc.

[x] ROSTWOROWSKI DE DIAZ CANSECO, María. Historia del Tahuantinsuyo. Instituo de Estudios
Peruanos – IEP. Sexta reimpresión. Lima. 2009. Págs. 227 al 230.

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