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A fines de los 70, la Central Única de Trabajadores de Bolivia propuso una nueva
reforma agraria. Paralelamente, los Chiquitanos, Ayoreos, Guarayos y Guaraníes
comenzaron a organizarse en la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia
(CIDOB). En 1984, se aprobó el Proyecto de Ley Agraria Fundamental que reivindicó
la autogestión de las tierras indígenas. Sin embargo, en la Amazonía Boliviana las
empresas y traficantes de madera continuaron ocupando territorios indígenas, y se
continuó consolidando una elite agroindustrial, comercial, y de explotación de gas
natural. Ante ello, en 1990 los Chimanes, Sirionós y Moxeños del Oriente Boliviano,
realizaron la Primer Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, en la que las
familias recorrieron más de 600 km hasta La Paz, y lograron que el gobierno de Paz
Zamora (1989 – 1993), emitiera cuatro Decretos Supremos reconociendo cuatro
territorios indígenas
El avance del acaparamiento de los latifundios en las tierras bajas, condujo a una crisis
estatal en 1992, en la cual se intervino el Consejo Nacional de la Reforma Agraria. En
1994, la reforma de la Constitución Nacional incorporó la categoría de Tierras
Comunitarias de Origen (TCOs) como tierras colectivas a favor de los Pueblos
Indígenas. Dos años después en Octubre de 1996 se sancionó la Ley 1715 o Ley del
Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA)[2], que regula la figura de los TCO y
abrió la posibilidad de titular tierras favor de los indígenas de tierras bajas.
Posteriormente, la Ley de Participación Popular y la Ley Municipal incluyeron la
categoría de Municipios Indígenas, como figura de autonomía indígena integrante del
ordenamiento territorial y administrativo del país.
Desde la sanción de la Ley INRA en 1996, en la siguiente década se titularon sólo
30.000 has para 3 comunidades. Desde la llegada de Evo Morales a la presidencia en
el año 2005, se titularon en dos años, 1 millón de has para 100 comunidades (75% en
Pando). En el año 2009, la nueva Constitución Nacional reconoció plenamente la
figura de los Territorios, que pasan de llamarse Tierras Comunitarias de Origen
a Territorios Indígenas Originarios Campesinos (TIOCs); y el derecho a la
Autonomía Indígena Originaria Campesina (AIOC), a una cuota de parlamentarios
indígenas, y a un sistema judicial indígena campesino de igual nivel a la justicia
ordinaria. El desafío de la Autonomía, ha sido tomado por la CIDOB, que desarrolla
como figura de gobierno la Gestión Territorial Indígena (GTI).