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Carbón activo en el tratamiento de aguas

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La filtración por carbón activo se emplea en la industria azucarera, química,
farmacéutica etc. así como en el tratamiento de aguas, debido a su gran capacidad
de adsorción de diversos elementos, sumado a la posibilidad de limpieza del lecho
filtrante con gran facilidad y rapidez, así como a la capacidad de regeneración de
este.

En el ámbito del tratamiento de aguas, estos procesos se emplean para


depuraciones de agua subterránea, purificaciones del caudal final de las Estaciones
de Tratamiento de Agua Potable ETAP, decloraciones del agua, depuración de
aguas para piscinas, refinamiento de las aguas residuales tratadas, etc.

El carbón activo se compone en un 75-80% de carbono y un 5-10% de cenizas.


Físicamente se presenta en polvo o en grano. Existen varios tipos de carbón activo,
según la materia prima, el tipo de activación y la duración del proceso de activación,
pero, en cualquier caso, se caracteriza por su pequeño y homogéneo calibre y su
estructura interna, formada por un gran número de poros de tamaños similares que
puede alcanzar una superficie interna entre 500 y 1.500 m2/g. Estos poros se
dividen según su tamaño en macro poros, con un radio mayor a 25 nm, meso poros,
entre 25 y 1 nm y, micro poros, con radio inferior a 1 nm.

Los lechos de carbón activo se instalan en columnas de filtrado, con o sin presión,
siendo la función desarrollada por éste la de filtrado final, en combinación con filtros
de arenas, actuando como adsorbente o, individualmente, actuando como filtro
mecánico y adsorbente.

La adsorción con carbón activo consiste en retirar del agua las sustancias solubles
mediante el filtrado a través de un lecho de este material, consiguiéndose que los
oligominerales pasen a través de los microporos, separando y reteniendo en la
superficie interna de los gránulos los compuestos más pesados.

Este proceso retiene sustancias no polares como aceite mineral, polihidrocarburos


aromáticos, cloro y derivados, sustancias halogenadas como I, Br, Cl, H, F,
sustancias generadoras de malos olores y gustos en el agua, levaduras, residuos
de la fermentación de materia orgánica, microorganismos, herbicidas, pesticidas,
etc., todo ello sin alterar la composición original del agua, respetando los
oligominerales y sin generar residuos contaminantes.

Por otro lado, los compuestos residuales derivados de procesos de cloración y


ozonización son catalizados y pasan a formas reducidas inofensivas. En este caso,
es recomendable emplear carbón de gran dureza, como los procedentes de hueso
de aceituna y cáscara de coco, aunque también existen procedentes de hulla,
lignito, madera, etc., obtenidos todos ellos a partir del calentamiento a temperaturas
extremas en ausencia de oxígeno.

El tipo de filtro de carbón activo depende principalmente de la calidad del agua y del
objetivo de depuración planteado. Existen dos tipos básicos: abiertos o cerrados a
presión. En ambos casos, para una misma calidad del agua filtrada, la actividad del
carbón activo depende de su propia naturaleza y de la temperatura en el interior del
filtro.

Su funcionamiento es muy simple, consiste en introducir el agua por la parte


superior de una columna que contiene el carbón activo para que, mediante la acción
de la gravedad o una presión artificial, circule hacia abajo y se recupere a través de
un sistema de drenaje inferior. Durante este filtrado, el lecho va acumulando
sustancias que, cada cierto tiempo es preciso retirar.

Filtros de carbón activo

Filtrar es base de la depuración

El sistema más simple, pero no completamente eficaz, de limpieza del lecho filtrante
es el contralavado con agua, mediante el cual se produce un arrastre de partículas
y una expansión del lecho de aproximadamente un 20%. Además, según la cantidad
y tipo de sustancias retenidas, será preciso, cada cierto tiempo, regenerar el carbón
mediante la oxidación de la materia orgánica, etc. En estos procesos se destruye
una parte pequeña del carbón activo que deberá ser sustituida.
Esta técnica de filtrado se encuentra cada día más desarrollada y, a pesar de
suponer un coste más elevado que otro tipo de sistemas, el abanico de sustancias
que puede retener es tan alto en comparación con otros filtrados que, finalmente,
resulta rentable y necesario.

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