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problemas en torno al ser de las cosas (problema ontológico), en relación a su conducta moral
(problema ético) y en relación al origen y validez de sus conocimientos (problema gnoseológico).
La filosofía es además una disciplina que nace de la cultura del mismo hombre como quehacer
racional que explica o critica la realidad para transformar el mundo en el que vive. “MARX”
La filosofía es una ciencia universal, difícil, rigurosa, didáctica, preferible, principal y divina”; la de
Santo Tomás de Aquino en la Edad Media: “La filosofía es la sierva de la teología” y la de
Emmanuel Kant en la época moderna: “La filosofía es una ciencia crítica que se pregunta por el
alcance del conocimiento humano”.
¿qué sentido tiene vivir?, ¿por qué existen las cosas y no más bien hay nada?, ¿cómo se originó
todo esto que veo?, ¿por qué se debe ser bueno?, ¿cuál es la diferencia entre creer y saber?, ¿por
qué me gustan algunas cosas y otras no?, ¿hasta dónde puede llegar mi conocimiento? ¿existe
Dios?.
La filosofía se ocupa con la totalidad de los entes -a diferencia de las ciencias,
cada
una de las cuales trata de un determinado sector de entes tan sólo. En este
sentido no
hay ningún saber que tenga radio mayor, un alcance más totalizador, que aquel
que es
propio de la filosofía. Podría pues caracterizársela diciendo que la filosofía es el
saber
más amplio de todos -ya que, según la definición aristotélica, no hay nada que no
esté a
su alcance, pues todo, de una manera u otra, cae bajo su consideración, nada le
escapa,
ni siquiera la "nada" misma
NIETZSCHE
¡SÉ TÚ MISMO!
☝
Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive,
no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son
cobardía, no vida. Por eso odio a los indiferentes.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la conciencia de los de mi parte el pulso de la actividad
de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita
sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino
obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la
sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los
indiferentes.
Antonio Gramsci
¿Qué es la filosofía?
La mejor manera de acercarse a la filosofía es preguntarse cuestiones filosóficas. Son preguntas
cuyas respuestas no las encontramos en ningún libro o enciclopedia. Son preguntas que
permanecen sin respuestas.
Capacidad de asombro
La filosofía es un escándalo: el escándalo de la condición humana.
la filosofía nos aleja del mundo de la práctica, nos desvía de
la vida concreta, de sus problemas, ocupaciones y quehaceres.
Érase una vez un joven —nos cuenta nuestro admirable filósofo-escritor-
que parecía estar enfermo de amor. Pero
todos los que creían que estaba enamorado de una mujer se engañaban.
En verdad, se había enamorado de algo por completo diferente: amaba la
filosofía, concebida no como un ocio o
como una disciplina entre otras, sino como profunda pasión, como forma
de vida que quisiera elegir y abrazar. «Si
su frente pensativa se inclinaba como una espiga madura, no era porque
escuchara la voz de su amada, sino porque escuchaba el murmullo
secreto de sus pensamientos. Si su mirada se volvía soñadora, no era
porque codiciara la imagen de su dama, sino porque el movimiento del
pensar se le hacía visible».
Esto le procuraba casi un orgasmo especulativo: «Le gustaba partir de un
pensamiento particular, subir a partir de éste por la escala de la
implicación lógica, escalón tras escalón hasta lo más alto. Una vez
alcanzado el pensamiento más alto, advertía una alegría indescriptible, un
placer apasionado en precipitarse en caída libre en las mismas
implicaciones lógicas hasta volver a encontrar el punto del que había
partido».
se había enamorado de la filosofía desde su infancia. La filosofía que los
otros niños encontraban en los encantamientos de los cuentos o de la
poesía, él la encontró en la persecución rigurosa del movimiento
incansable de sus pensamientos. De esta manera, de movimiento en
movimiento, de abstracción en abstracción, terminó por perder contacto
con la realidad y volverse extraño al mundo.
Un día fatal fue a dar en esta proposición: de ómnibus dubitandum
est, «hay que dudar de todo». Este principio habría de marcarlo para
toda la vida. Si se quiere llegar a ser filósofo —se decía a sí mismo— es
preciso comenzar por aquí. Esta máxima se convirtió para él en una
tarea. Con el arma aguda de la dialéctica en la mano, comenzó a aplicar
la duda a toda teoría, a todo asunto o argumento que encontraba: atacaba
toda proposición, cada accidente y cada predicado, atacaba incluso la
realidad y el mundo entero, incluido él mismo.
Frente a la destrucción de toda certeza, empezó a percibir la peligrosidad
de la filosofía. Pero no era ya capaz de desembarazarse de ella, como si
un misterioso poder lo
encadenara. Era una especie de vértigo: cuanto más intentaba apartarla de
sí, tanto más era atraído por ella y en ella se precipitaba.
Sin embargo, Johannes Climacus no estaba seguro de dudar a fondo.
¿Qué debía hacer para dudar verdaderamente?
¿Bastaba para ello un simple acto del pensamiento? ¿O acaso se debía
comprometer en ello toda nuestra voluntad? ¿Y cómo?
La gente desconfía de esta disciplina, glorificada en otro tiempo como la
reina de las ciencias, y ríe cuando se da cuenta de que los filósofos se
contradicen. Es difícil hacerle entender a la gente que la filosofía,
precisamente, es el arte de contradecirse uno a otro sin anularse. La
sabiduría popular siempre se ha burlado y siempre se burlará de la
filosofía pues la considera un saber abstracto, inconcluyente, ineficaz.
Para el hombre de la calle, la filosofía no es sino la lógica de aquel
discurso que tiene por tema lo absurdo. O el arte de inventar razones para
dudar de lo evidente
Los verdaderos problemas filosóficos no acosan al
hombre para que los resuelva, sino para que los viva.
Se debe pensar para disentir o para estar de acuerdo, pero siempre
para asumir el ejercicio de la libertad