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Hernández Martínez, quien tenía además el carácter de Secretario
de la Guerra del Gobierno del presidente Araujo, guardaba
prisión en el Cuartel del Primer Regimiento de Artillería […]
el Directorio Militar tuvo el mando sobre la fuerza armada
mientras el Presidente Araujo permanecía en el territorio nacional;
pero una vez lo hubo desocupado, en la tarde del día 4 de
diciembre, dio libertad al Vicepresidente, General Hernández
Martínez, llamado por la Constitución al ejercicio de la Presidencia
de la República, después de consumada la remoción de aquél.
Y con ese acto restableció el Directorio mismo el orden
constitucional, alterado por sólo breves cincuenta horas, en
ejercicio de un derecho constitucional, el de la insurrección
reconocido por el Art. 36 de nuestra Carta Fundamental. (5)
Existen fuertes dudas con respecto a este encarcelamiento del
Vicepresidente en funciones. El estadoundinense Thomas A. Anderson
resume varias objeciones. (6) Con anterioridad, el sociólogo Alejandro
D. Marroquín revierte la máxima de Julio Acosta -"no me parece ficción
legal sino realidad verdadera"- en una condena total al golpe y al
nombramiento del nuevo mandatario. (7)
Martínez, a quien el presidente había confiado el Ministerio de
Guerra, prepara en la sombra un golpe de estado […] después
de unos días de incertidumbre […] asume el poder en una
mascarada de procedimiento constitucional urdido por abogados
de la antigua oligarquía. (8)
De proseguir las ideas de Marroquín, el libro que examinamos sería
también una verdadera fantasía jurídica. Rebasa nuestras intenciones
desmentir la referencia factual de esos informes contradictorios. En
cambio, nos interesa desentrañar la lógica interna de los más diversos
enfoques sobre los sucesos de 1932. La sentencia es clásica: "hay más
quehacer al interpretar las interpretaciones que al interpretar los
hechos". Por tanto, aceptamos la versión oficial tal cual, sin crítica
alguna.
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que jurídicamente, si algo ha de significar, es una manifestación
del Pueblo que se encamina a la anulación de otra anterior del
mismo Pueblo […] es la rectificación que éste hace de un error
sufrido en una votación popular […] y de esa manera, elevado
a la Presidencia de la República, el 1o. de marzo de 1931, fue
depuesto de ella por el Pueblo en los días del 2 al 4 de diciembre.
(9)
Esta explicación la refrenda un buen número de notables eruditos.
Más que apelar a su "plano doctrinario" -"estrictamente científico", en
palabras de Manuel Castro Ramírez- hay que indagar el concepto de
democracia que ahí se despliega. (10) Por vez primera, anotemos, la
política se vuelve ciencia exacta. En El Salvador, aplica nociones
racionales rigurosas para volverlas operativas en otros países vecinos
y lejanos. Martínez será el ejemplo de muchas democracias científicas
por venir.
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Si a esta identidad Ejército-Pueblo añadimos la obligación de todo
ciudadado por fortalecer "el fuego sagrado" de su "patriotismo", a
imagen del "Estado-Padre de la humanidad", obtenemos un concepto
bastante peculiar de democracia. Ejército-Pueblo-Estado conforman
una trinidad que genera todo orden político y cultural. En ese tríptico,
sea símbolo vacío o simple comodín, el "Pueblo" ofrece la excusa para
justificar los dos términos que lo engloban.
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"marejadas insurreccionales" se originan en el incumplimiento "de la
ley"; asimismo informa que "el predominio socialista devastador" podría
amenazar al país como lo hiciera en Francia la Comuna de París en
1871. (17) Desde la perspectiva del fundador del Museo Nacional
(1902), Martínez repite el gesto de "un caudillo afortunado y celoso
de la tranquilidad pública [al] restablecer el orden [y] cesar las violaciones
[de quienes propagan] ideas antipatriotas" por la "revolución proletaria"
(lugar citado). El anticomunismo -el lazo libertad-propiedad privada-
está inscrito en la instrucción cívica nacional veinte años antes de la
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de ideas terroristas, desenfreno que, al ser controlado por el
gobierno del Gral. Martínez salvó a la Patria del Intervencionismo
que la amenazaba […] la defen[dió] de la Ola Roja que avanza
[por] todos los pueblos de la tierra. (19)
La destitución de lo popular es de vital importancia. Enmarca el
levantamiento dentro de la lucha mundial contra "la ola roja". La
revuelta representa un capítulo temprano de la guerra fría en el
continente americano. Por esa constancia notarial se logra un doble
objetivo. Martínez mantiene íntegra la soberanía nacional, a la vez que
se convierte en paladín del nacionalismo panamericano en contra de
la intromisión comunista bolchevique.
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nos concentramos en rastrear la manera en que la objeción al Tratado
nos remite de nuevo a un ideal por salvaguardar la soberanía nacional.
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exclusiva del ejército. Esta institución se identifica con la noción misma
de "Pueblo" y, por tanto, un golpe de estado será considerado acto
democrático. En cuanto figura paterna, al "Estado" le corresponde
velar por el bienestar moral y económico de todos sus retoños filiales,
los ciudadanos. En el gobierno se encarna la representación legal de
la nación y la de sus "hijos". Por una sinonimia tal -Ejército-Pueblo-
Estado- se destituye el arraigo regional del levantamiento de enero.
La revuelta expresa una ingerencia del comunismo internacional en la
soberanía política, interna de la nación. Una amenaza bolchevique se
cierne por toda la región centroamericana.
necesitamos […] unificación de todas las fuerzas activas del país con
los poderes públicos […] unidad de acción con el gobierno actual […]
apartarse de la política militante […]los políticos [de oposición], en
el futuro, DEBEN SER TRATADOS COMO COMUNISTAS. No habrá
más partidarismos ni divisiones. Nunca el país ha comprendido que
debía estar del lado del gobierno. (33)
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se hizo ayer. La bomba provocó gran explosión… de risa […] era
nada menos que una inofensiva ampolla de Minimax". (36)
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Nacional Salvadoreña (1904), David J. Guzmán, declara al "socialismo"
como "antipatriótico" y en detrimento de la soberanía nacional.
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voluntad ciudadana y enaltecerá el patriotismo […] el mejor
Estado es el padre de la humanidad, porque es la cuna de la
filosofía, de las ciencias y de las artes. (45)
No vamos a estudiar el Estado desde el punto de vista jurídico
[…] porque carece de base inconmovible, eterna […] es un
concepto materialista […] bajo el concepto espiritual el
jurisconsulto tomará en cuenta que la pena no es una venganza
[la que] ha de tener por objeto despertar en el penado sus
poderes latentes [divinos] con la civilización que viene, todo
ha de cambiarse en el hombre. (46)
Según esta concepción espiritual, "la cultura" materialista
"contemporánea" -capitalismo y comunismo- quedaría trascendida
gracias al descubrimiento del grano de "Dios" en "todo lo que nos
rodea". El panteísmo del martinato sería la nueva constitución política.
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la prístina Costa del Bálsamo. Los líderes comunistas lo saben; "los
balsamares" son "titanes que con su silencio alentan" ideologías extrañas
y una revuelta sin precedente. (48)
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En resumen, el anticomunismo absorbe el imaginario poético e intelectual
de un vasto segmento nacional, ante todo citadino. Tanto es así que
existe una estrecha relación entre "formación de sectores medios
urbanos", sociedades artesanales y anticomunismo. (57) En la ciudad
este sentimiento negativo rige la nueva recomposición política y artística;
en el otro extremo social, la vocación indígena por el "socialismo" la
anticipa la imaginación historiográfica sobre la Balsamera. Esta afición
por mancillar el "concepto eterno" de lo privado hace que esas
comunidades atenten contra "el fundamento de la soberanía nacional".
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La religión capitula ante la voluntad política del Reino de este Mundo.
En particular, participa en renovar el imaginario histórico nacional.
La iglesia sigue los preceptos del estado; "la iglesia resultó sometida
al estado". (6) "El Arzobispo es persona del séquito oficial". (7)
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indígena], y de buscar, por este camino nuestra civilización. (12)
El indio es el eterno habitante del pasado; porque lo presente es lo
hispano, o bien lo inter-nacional. La pujanza de "lo nuestro" reside en
la capacidad por distinguirse de esa civilización indígena que se percibe
moribunda, sin futuro ni actualidad: "nuestros antepasados los nahoas".
(13) Lo indio -etimologías, mitología prehispánica, civilización pipil-
ilustra la primacía de lo moderno. (14) Su inclusión en la revista
funciona en contrapunto primitivo a la nota social y al acontecer
artístico urbano.
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(20) Extraña que decaiga la afición de "un pueblo ardientemente
patriótico [que] mantiene muchos festivales conmemorando eventos
famosos en su historia". (21) El triunfo nacionalista lo celebra el
abandono; a las víctimas las evoca el desdén.
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Desde la primaria, un año después, la instrucción escolar nacional
inculca la mudez. Para "conocer la Historia Patria", hay que hacer caso
omiso de 1932 y ocultar el triunfo nacionalista. (25) Dos años después,
Manuel Vidal (1935/1969) asienta que callar es la mejor manera de
escribir la historia nacional. Ni siquiera los capítulos que agrega a las
ocho ediciones de su libro insinúan los sucesos de 1932. A la juventud
se le enseña que los hechos de ese año son página en blanco.
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unidad científica desde el punto de vista histórico, etnológico, físico y
social", declaran que hay un tema tabú: la existencia de lo indígena, la
diversidad étnica de lo salvadoreño. (34)
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se quedara en el poder". (40) Para Quino Caso, la carencia de rituales
cívicos deriva de ese cargo de conciencia que embarga a la oficialidad
salvadoreña. En lugar de conmemorar la derrota comunista -la victoria
del nacionalismo- opta por el olvido y el silencio.
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Cure her [= the Salvadoran nation] of that.
Canst thou not minister to a mind diseased,
Pluck from the memory a rooted sorrow,
Raze out the written troubles of the brain
And with sweet oblivious antidote
Cleanse the stuff'd bosom of that perilous stuff
Which weigh upon the heart? (45)
El abstracto crimen freudiano de un padre primordial -Macbeth, Hamlet,
Edipo- Caso lo traduce en el origen violento de la (pos)modernidad
nacional: el etnocidio de 1932. Borrar la matanza con "un antídoto de
dulce olvido", es la tarea primordial de la historiografía por varias
décadas. En resonancia, en vez de expiar la culpabilidad, el arte articula
un triste, un desconsolado silencio similar.
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A la retaguardia escondido entre la sorda monotonía, el ronquido
desnudo de una población desarmada. Nadie escucha su lamento.
Todos, con los oídos cerrados, buscamos la justa mesura del verso.
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Los más renombrados artistas ratifican el absoluto carácter mestizo
de lo salvadoreño, la antigüedad revocada del indígena: Arturo Ambrogi,
Miguel Angel Espino, Francisco Gavidia, Alberto Masferrer, José María
Peralta Lagos, Serafín Quiteño (Quino Caso), Francisco Miranda Ruano,
Salarrué, Toño Salazar. (11) Su naturaleza campestre el arte lo hace
leyenda. Parece existir una correlación directa entre literatura y silencio
campesino. Lars declara tajante "el nahuat más lleno de nosotros nunca
se escribe". La literatura redobla la matanza en un etnocidio verbal:
"el indio no existe" o, si habla, hace parte del folclor regional.
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A lo más, al igual que los poetas vanguardistas, Cáceres Madrid reclama
su arraigo urbano marginal:
Exaltación de lo nuestro […] Cáceres nos lleva a ver, primero,
lo que pudiéramos llamar arte moderno. Unos quince cuadros,
representando, reproduciendo más bien los arrabales de San
Salvador, casi todos ellos con el Quetzaltepeque o el San Jacinto
con el fondo, con mucha luz y colores brillantes acentuados,
como conviene para reproducir los paisajes de una comarca
donde el sol blanco, albeante, alumbra con intensidad. (13)
Aun si su apologista visualiza la barriada citadina al frente del cuadro,
de inmediato, el trasfondo soleado del paisaje diluye a su poblador
marginal en albor y en colorido tropical. El formalismo crítico opaca
cualquier comentario que encuadre la pintura en su medio social.
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En círculos sociales de alto prestigio, sus vistosas galas se lucen en
"Concurso[s] de trajes típicos" femeninos. (16) "Pleno de belleza
plástica y musical", por "indio" la nacionalidad salvadoreña entiende un
"festival", un "desfile típico de carrozas", un "concurso" anual (véase:
Figura 26). (17)
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Al otorgarse una imagen de sí, la ciudad inaugura un espacio abierto
a la discusión estética. Absorbida por "la religión del arte", imagina su
trascendencia más allá de lo mundano, de la política en curso. No
obstante, su trazo convencional hace que el campo y su poblador
caigan en la "fijeza". En la imagen estática de lo indio, la oposición
entre los dos polos de la pintura salvadoreña -México e Italia, clásico
y moderno, universal y nacional- se reduce a una cuestión de formalismo
técnico.
Nadie más que el pintor cuzcatleco por excelencia -José Mejía Vides-
nos orienta en la distinción étnica que reconoce el trazo pictórico.
A la individuación del retrato urbano -"Señora Didine Poma de Rossoto"-
se contrapone la despersonalización genérica y la semidesnudez de la
indígena, "Pancha" sin más (véase: Figura 27). (23) Lo que la gramática
distingue en nombre propio y común, en pintura es diferencia étnica.
Hacia finales del siglo XIX, el antropólogo sueco Carl V. Hartman
establece una triple diferencia racial más depurada: "europeos del
norte" a quienes los indígenas llaman "ich chiltik (cara roja)", "nativos
de raza mezclada y [...] descendientes de españoles puros [...] tez color
amarillo pálido". (24)
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El nacionalismo en pintura no dialoga de frente con la realidad campesina.
En cambio, la observa a través de una lente técnica extraña: "sólo
percibimos lo que se nos presenta como tal, a la luz o bajo la perspectiva
de una idea” ". (25) En lo propio reproduce lo ajeno: "por reflejo de
Europa, nos ha llegado a los americanos la estimación de lo nuestro".
(26) Lo exótico, tropical y decorativo lo sintetiza un nombre propio
masculino: "Gaugin". Acaso todo nacionalismo obra por imitación.
"Lo nuestro" lo descubrimos en diálogo con lo extraño.
Más grave aún, Mejía Vides hace que lo indígena sea una mujer
semidesnuda. Lo étnico equivale a lo femenino; se identifica con lo
erótico y lo sensual. En el rescate del paisaje y del pueblo de Panchimalco
abundan imágenes de mujeres con el torso desnudo. En los bosquejos,
el pintor se atreve a presentarnos imágenes desvestidas completas.
Estas se las reserva para sí. En ambas representaciones -públicas y
privadas- el hombre desaparece. Extraña que la indígena se desvista
mientras su consorte permanece oculto (véase: Figura 28).
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Desde el silencio, la ausencia masculina reclama su presencia como
espectador exclusivo de la obra. Quien observa la voluptuosidad
femenina indígena, por contraposición, define su hombría y su modernidad
citadina. El catálogo José Mejía Vides. Pintor de Cuzcatlán explicita esta
mirada masculina única (1987). A excepción de "Pescadores en el
estero", sólo el retrato del maestro japonés Tamiji Kitagawa y el del
mismo Mejía Vides -ambos vestidos de traje- presentan figuras masculinas.
(27) Todos los demás cuadros son paisajes, retratos de indígenas y
semidesnudos de mujeres. Al igual que la naturaleza -abierta y sin
secretos- la modelo femenina posa sin recato a la vista artística de un
pintor omnisciente.
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El gesto que el antropólogo captura con dificultad -por imposición
autoritaria- al pintor se le presenta con la más diáfana claridad. Si el
arte crea la verdad en pintura -un diálogo pacífico entre observador
en traje y observada desvestida- la ciencia nos informa del origen
violento de toda representación. La "verdad al desnudo" se juega en
este contraste arte-ciencia. El uno inventa un mundo en el cual luz y
color tiñen todo conflicto y jerarquía; la otra descubre la disimetría
social entre observador y observada. Acaso este contraste provoca
el espasmo: ¿si la indígena no se desnuda, es comunista? (29)
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Es la misma polaridad que encontramos entre el lector masculino de
periódicos y el anuncio, al igual que la presentación de lo indígena bajo
el atuendo de un personaje femenino en la novela sobre la revuelta.
(30) El deseo por reafirma la hombría a través de mirar semi-desnudos
de mujeres indígenas, Galindo Pohl se lo atribuye a la población ladina
masculina: "con la parte superior del cuerpo desnuda y la parte inferior
cubierta con un fustán […] las bañistas [indígenas] se entregaban a sus
quehaceres e ignoraban a los ladinos que correteaban por aquellos
lugares". (31)
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trópico hasta "las momias egípcias" y al Oriente. Acaso la fascinación
del italiano por la mujer indígena sea la misma que la que describen
las novelas de la época y la que recupera el canon pictórico salvadoreño.
Lo "nuestro" es lo exótico: su orientalización pictórica.
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sociológica. (37) Folclorizado, el pensamiento antropológico rechaza
toda reflexión social. Las creaciones culturales indígenas sólo se prestan
al estudio si no refieren el contexto político en el que nacen. Interesan
porque visten de gala las festividades nacionales en la capital. Ante
todo, son mujeres las que adoptan el atuendo indígena. La revaloración
urbana de la etnicidad cobra un sesgo de política sexual.
En una nueva sociedad del espectáculo, "la rara belleza morena. Ojos
verdes, pacíficos y misteriosos como el Océano que besa nuestra playa
árida. Boca sangrienta y dulce como una herida de amor. Cuerpo
primoroso, estuche dorado de seducción y gracia" se viste de "princesa
india […] acompañada de doncellas núbiles" para celebrar el arraigo
étnico de lo salvadoreño. (38) "30.000 personas" fijan su atención en
"los retazos más simpáticos de nuestro regionalismo". Se festeja la
urbanización femenina de "lo indio", en un país sin un Instituto Nacional
Indigenista. El éxito de la ceremonia cívica es tal que "la magnífica
celebración del Día Típico", "el 3 de agosto en la pista del campo de
Marte", se repite "en el Estadio Nacional" tres días después. (39) El
exclusivo atuendo indígena de la mujer reitera la feminización de lo
étnico. En su calidad de dominado, lo indígena queda identificado a la
mujer. En sus galas, sólo ellas se visten de trajes típicos.
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En esas breves líneas,Viera Altamirano anticipa el destino de la posguerra,
de la globalización, de la posmodernidad. Pregona nuestra más lacerante
realidad contemporánea. Estamos de lleno bajo el Imperio. El legado
lascasiano reverbera en eco certero: "caciques e indios de tierra firme
de tal pueblo [de los Izalco], hacemos os saber que hay un Dios e un
Papa y un rey", el Capital, "que es señor de estas tierras; venid luego
a le dar obediencia […] y si no sabed que os haremos guerra". (44)
Sea como fuere, como en la actualidad, desde 1933, olvidar los orígenes
violentos es necesidad primordial para el equilibrio social y el desarrollo.
Para la omnipresencia del "Capital" y del "militar". A despecho, siempre
en la retaguardia, se escuchará el chasquido, el lamento de las víctimas.
Población vuelta carroña, por reclamar el retorno al calpulli o tierras
del común. Los caídos, en una sociedad que se niega a expiar errores
añejos, a rendirle homenaje, propia sepultura a los muertos. Quienes
no tienen cabida; no son "hispanos".
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"Escuchado desde larga distancia porque se colocaron alto-parlantes,
en el atrio de la catedral y en el parque Barrios", el eco del discurso
resuena -"de confín a sinfín"- por el olvido de las víctimas (véase: Figura
37).
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El relato sigue el modelo de los "cuentos de barro". Traza una
consonancia entre el destino de la naturaleza y el del héroe de la
narración. Calcando el título, el árbol de bálsamo le ofrece una horma
vegetal al personaje. Dentro de un marco idealista, casi platónico, el
mundo circundante exhibe el modelo que la acción del dirigente
indígena imita a la letra.
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Venado. Para mí fue la desgracia;
Para mí que nací venado
Si del tigre me defiendo
El chucho me da cansado.
He llegado a este pueblo
Por María y su pureza,
Y a pesar de todo, conocen
La desgracia del venado. (2)
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producción campesino"" se hallan transcritas en el epílogo de los
"Cuentos de barro". (4)
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13. Gilberto González y Contreras. En los albores de la
poesía de protesta
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González y Contreras es uno de los mejores ensayistas salvadoreños.
En Cuba y México obtiene un reconocimiento internacional. No
obstante, su poesía y prosa aún permanecen inéditas en El Salvador.
La renovación actual de la Dirección General de Publicaciones de
CONCULTURA no juzga conveniente sacarlas del olvido. Ni la
"Biblioteca Básica de Literatura Salvadoreña", tampoco la "Biblioteca
Popular" le hacen justicia a un escritor fecundo, polémico, mordaz y
profundo.
Más que subrayar nuestro juicio personal, recordemos que los fundadores
de la historia literaria en El Salvador-Luis Gallegos Valdés y Juan Felipe
Toruño- comentan su obra de manera favorable. Por eso, le conceden
un mayor espacio que al "poeta nacional", Alfredo Espino (1900-1928).
Las razones son obvias. Mientras González y Contreras vive lo suficiente
para llevar poesía y prosa a la madurez, en Espino, el quehacer poético
queda truncado, debido a su trágica y prematura muerte.
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Al releer su voluminoso libro Hombres entre lava y pinos, publicado en
México en 1946, nos percatamos del novedoso enfoque que propone
sobre la nacionalidad salvadoreña y hondureña. González y Contreras
es el primer escritor que indaga la personalidad particular de ambos
países vecinos y sistematiza su canon artístico. Más que de ficha
condenatoria a Martínez, su artículo "Los orígenes del comunismo
salvadoreño", publicado en Diario Latino después de la revuelta, nos
revelaría ahora cómo evitar un nuevo conflicto social.
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tragedias han visto […] ¡qué el río remonte el cauce/dramático del
olvido!". (7) Ante todo, hay una definición del Yo-poético, del propio
escritor o cronista, quien denuncia al estado por la destrucción de la
identidad nacional autóctona. El estado aniquila a la nación.
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filósofico central, no del materialismo histórico y dialéctico, sino de
un idealismo existencial y nacionalista. Este existencialismo nacionalista
no se halla muy lejano del que expresan en sus obras escritores
argentinos de la mismo época, tales como Eduardo Mallea y Carlos
Alberto Erro, entre otros.
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intitula "¡Soy la tierra!". El poeta se define por su identificación con
la tierra. El ideal crístico da lugar a un panteísmo nacionalista. Hay
una renuncia con respecto al Yo individual y una clara desposesión de
ese mismo Yo. En la ausencia, poseído por el terruño, el poeta
salvadoreño reconstituye el pretérito, la historia, y su geografía física
y moral en la escritura del poema.
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Al reconocer esta amalgama, en absoluto pretendemos desvirtuar el
impacto político del proyecto literario del compromiso. Por lo contrario,
juzgamos que en esa honda convicción idealista reside su propuesta
más radical. El arraigo espiritual, el intimismo subjetivo de esos dos
poemarios fundadores de la protesta, supera en peso y vivencia a
cualquier prueba sociológica factual y a toda demostración filosófica
racional.
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la "ficción" expresa una compasión por las víctimas. Acaso la literatura
reemplaza a toda iglesia. Es la única instancia que administra el
sacramento de la extrema unción. Fuera de la ficción, combatir el
comunismo es tarea más noble que honrar a sus propios muertos.
(12)
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De seguro, el prestigio intelectual de Martínez influye en el silencio de
artistas y escritores. Desde finales de los veinte, Martínez asienta sus
amplias dotes intelectuales. En 1929, ejerce la Presidencia del Ateneo
de El Salvador. (20) Posteriormente, se mantiene como "socio titular".
(21) Aunque su nombre no aparece en la nómina de 1932, lo sustituye
el "Gnral. Dn. José Tomás Calderón". El "dio lectura a su proyecto
"Legión Nacional Pro-Patria", cuyos fines tienden a fomentar, robustecer
y aunar la buena voluntad de los salvadoreños y extranjeros, en pro
del orden público, del progreso y del bienestar de la nación". (22) Sin
duda, las conferencias que Martínez imparte hacia 1929 le crean una
aureola de intelectual crítico, nacionalista tenaz, frente al embate del
capitalismo materialista extranjero y del bolchevismo internacional.
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Nos concentramos en comentar el primer ensayo. El lector recordará
que el título lo retoma directamente del costarricense Octavio Jiménez
Alpízar (30 de enero de 1932). Se trata de un debate frontal entre la
posición crítica del Repertorio Americano y el periodismo salvadoreño,
sometido a la censura desde la segunda quincena de enero.
Retraso en una información. La información que aparece hoy
sobre los graves acontecimientos comunistas estaba preparada
para la edición de ayer, pero en atención a la justa y atenta
excitativa de las autoridades superiores, hecha a todos los
periódicos, para que no se diera ninguna información, sino hasta
hoy, a fin de no perjudicar la información de la policía. (24)
Bajo esta regulación constitucional, el argumento de González y
Contreras exalta el nacionalismo. El "gobierno está enfrentando los
más serios problemas, que tiene ante sí responsabilidades que ningún
otro gobierno ha conocido, y que se mantiene firme, contando sólo
con la opinión salvadoreña". El problema del irreconocimiento
internacional de Martínez se halla al centro del debate con Jiménez
Alpízar. Sin notarlo, le concede la razón al costarricense. González y
Contreras aboga lo que Jiménez denuncia. Establece una relación
directa entre la inflación del ataque comunista y el reconocimiento del
gobierno en el exterior.
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González y Contreras demuestra una insensibilidad por el carácter
indígena del Occidente del país. Le costará el destierro para entender
que esa "falta de cultura" significa la existencia de una visión del mundo
alternativa a la citadina. Exclusivamente, en su juicio sobre el abandono
de toda política agraria, anticipa una poesía de protesta por venir.
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14. La "matanza de indios" según Juan de Izalco
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El artículo se inicia así: "voy a referir, ciñéndome fielmente a los informes
recogidos". Esa primera oración enmarca la totalidad del escrito en
una intención de carácter testimonial explícito y en plural. Hay una
búsqueda de fuentes primarias. "He recogido informes", reitera en la
sección "¿Robaron los comunistas?". En otras ocasiones, recurre a su
propia memoria y conocimiento de la región. Nos asegura que "he
querido con estos datos dejar constancia de que no es verdad que los
comunistas asesinaran ricos". El izalqueño escribe un testimonio a
varias voces, un relato polifónico. Varios testigos vierten sus opiniones:
"personas honorables han declarado este hecho significativo […] una
persona muy verídica me dijo".
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Guiados por este giro teórico, afirmamos la naturaleza testimonial del
izalqueño. Creemos que la intención del autor prevalece sobre la rigidez
tardía del concepto. Su escrito lo leemos como uno de los primeros
testimonios publicados sobre 1932. Después del documento de
Rodolfo Buezo -quien rescata "las propias memorias de Mario Zapata
por intermedio de un miembro del Consejo de Guerra" - el relato
descubre vetas inexploradas de los sucesos. (3) El olvido y la ortodoxia
se han encargado de soterrarlo.
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Todas las descripciones pormenorizadas de los "asesinatos en masa"
se refieren a comunidades indígenas del occidente del país. Bien se
les llama "obreros", pero "Sonzacate, Izalco, Nahuizalco, Juayúa, fueron
los poblados más castigados". En casi todo el ensayo hay deslizamientos
semejantes de lo "comunista" hacia lo indígena, como si una categoría
político-filosófica fuese equivalente a otra de carácter étnico. De Izalco
lo refiere así "interesados en matar indios".
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La hacienda de San Luís, de don Gabino Mata, en el cantón de
La Majada, como de 20 caballerías de terreno, cultivadas en parte
de zacate y en parte de café; en esta hacienda hay esmerada
crianza de ganado vacuno y caballar, y existe una pequeña
maquinaria para despulpar café. (10)
En efecto, desde finales del siglo XIX, el conflicto entre la familia Mata
y la comunidad indígena se remonta a un problema de tierras y de
poder local.
En1885 algunos comuneros de Juayúa se quejaron ante la oficina
del presidente de que un alcalde anterior llamado Gabino Mata
[…] les evitaba repartir un largo lote llamado Los Cañales [los
indígenas] querían el retorno de las tierras que poseían Gabino
Mata y Apolinario Magaña. Cuatro años después, Gabino Mata,
entonces alcalde de Juayúa, pidió permiso al ministro para ofrecer
los títulos de Los Cañales, puesto que Juayúa necesitaba dinero
para el nuevo edificio de la alcaldía. (11)
En menos de veinte años -1885-1904- la producción ganadera de la
familia Mata adquiere un prestigio nacional sin precedente. A principios
del siglo XX, durante el "Certamen Nacional" por el cual desfilan más
de "diez mil personas", sus reses compiten con los del general Regalado.
En la exposición de animales vivos […] las recompensas
discernidas a los expositores de este Grupo, fueron las siguientes:
Gran Diploma de Honor, al general Tomás Regalado, por su
colección de ganado; primer premio, al general Miguel Batres;
segundo premio a Gabino Mata, por su colección de ganado
vacuno. (12)
Al mismo hijo del propietario lo entrevista el connotado estadista e
historiador salvadoreño Pedro S. Fonseca. En el encuentro relata la
historia familiar y el estado actual de sus propiedades. Aun si Mata h.
no refiere los conflictos políticos municipales ni la lucha por controlar
los recursos naturales en Juayúa, confirma las fechas iniciales sobre la
formación de la propiedad familiar. Su empresa ganadera data de "antes
del año 1892".
Siendo la ganadería en cuanto a calidad una de las soluciones
del problema económico centroamericano, sometí al experto
ganadero Gabino Mata h., graduado en una de las mejores
escuelas norteamericanas, y que ha trabajado con éxito en el
ramo […] ¿cómo formó Ud. su ganado? Caracteres de la
selección "Gabino Mata h." Historia: mi padre, por tradición de
familia, fue ganadero apasionado, tanto vacuno como caballar.
Antes del año 1892 había comprado un lote de vacas y unos
toros de raza extranjera, predominando el Durham y Holstein.
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En 1892 hizo su última importación de dos toros Durham y
se llevaron a la hacienda San Luis, de mi padre y que es hoy de
mi hermano Secundino Mata […] en 1907, el 11 de agosto […]
arribé yo de Norteamérica después de haber verificado mis
estudios de ganadería. El 15 del mismo mes […] me trasladé
a Juayúa a la hacienda San Luis a principiar mi trabajo […] en
22 de noviembre de 1909 me trasladé a este sitio en donde
fundé mi Granja "El Canelo" con cuarenta vacas y tres toros
que mi padre me obsequiara […] desde 1909 hasta la fecha
nunca he introducido sangre extranjera a mi ganado. (13)
Al ilustrar el testimonio del izalqueño con los reportes periodísticos
de la época y la historia local, descubrimos una dimensión política,
económica y étnica profunda. Esta línea de choque se remonta al siglo
XIX y, de manera violenta, culmina en 1932. Años después, hacia 1937,
la influencia política de los Mata se prolonga en la selección de
autoridades municipales que la familia le sugiere nombrar al Gobernador
de Sonsonate. (14) En la conclusión, ampliaremos este conflicto indio-
ladino. Por el momento, basta anotar que aun si en verdad todos los
indígenas se vuelven "comunistas", la conversión ideológica augustiniana
no oculta una problemática fundamental: la lucha por el poder municipal
y la privatización de las tierras comunales, medio siglo antes. Las
referencias citadas abarcan sesenta años de historia: 1885-1944.
En este último poblado, "la evidencia […] revela una larga historia de
conflicto político intenso entre indios y ladinos". (16) La revuelta de
1932 no se explica por el simple detonador de una depresión económica
en curso, la de 1929, o la difusión de ideas radicales en la década de
los veinte. A esta causa inmediata añadimos una honda disputa municipal
por las alcaldías y los recursos naturales. La longue durée, la historia
regional, completa el testimonio. En esta larga dimensión, vaticinamos
una de las líneas de investigación de una historiografía regional por
venir. En cada uno de los archivos municipales de los pueblos sublevados,
habríamos de reconstruir los conflictos por la tierra y por el poder
local a partir de 1880. La historia intelectual se nos ofrece como
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desafío a otra de carácter político y social exclusivo. Limitada en el
tiempo, esta última rehúsa estudiar "las causas estructurales de la
revuelta" más allá de 1920. (17)
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departamento como un verdadero perito agrónomo […] se [le] confió,
con fecha 3 de marzo de 1927, la Subsecretaría de Agricultura". (22)
Dadas sus credenciales se esperaba del nuevo funcionario un
programa bien definido que analizara, en todas sus faces, los
distintos problemas de la agricultura en el país; programa
armonizado con las angustiosas circunstancias del momento,
que no podían ocultarse al ojo avisor del experto funcionario.
El público esperaba del superior talento que se suponía en don
Gabino Mata h., verdaderas iniciativas que orientaran, en forma
práctica y concreta, la solución de los diversos problemas que
a diario se presentan en las oficinas del Departamento de
Agricultura, y que, una dilatada experiencia capacita para resolver
sabiduría y pericia. (23)
Luego de coordinar giras de investigación científica en varios
departamentos de Occidente y Oriente, forma "trece Juntas Agrícolas".
Aun si "solamente la de Sonsonate formuló su reglamento, que fue
aprobado por el Poder Ejecutivo", el estallido mismo de la revuelta
comprueba el fracaso de sus propuestas en materia de política agraria
cinco años antes.
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Dados así los hechos del etnocidio, de Izalco asegura que la matanza
adquiere un giro de carácter racista. Ahí se expresa un conflicto por
145
el poder local y por privatizar las tierras comunales indígenas. El
Salvador se convertiría en un país cuyos habitantes serían "solamente
niños de cabecitas rubias". Una conciencia de diferenciación étnica -
vivida en cuanto distinción biológica-racial- recubre el leve enchapado
de teoría marxista. Este escrúpulo sobre el sino biológico del indígena
la reitera el novelista santaneco J. Edgardo Salgado:
-El mal está en la sangre […] hablar del indio es como hablar
de un animal ponzoñoso. ¡No somos más que guatera, zacate
seco que jamás reverdecerá! […] cargaban [los indios] marcado
en la faz el anatema de la esclavitud […] ya es innato en él su
estado costumbrista, muy criollo, viviente reflejo del pasado […]
una raza que puede hacer mucho daño. (26)
El ejército "diezmó una raza". Esta fijación étnica es una condición
social vivida como hecho natural, inscrito en la sangre. La matanza
remata la conquista de América. En el discurso oficial, 1932 sella el
triunfo de la patria del criollo. Anuncia un capítulo olvidado de la
destrucción de las Indias Occidentales.
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Tres años después del izalqueño, otro escritor salvadoreño confirma
el sentimiento racista que prevalecía en la época. Al idealizar los EEUU
como una sociedad homogénea -étnica y culturalmente- Francisco
Machón Vilanova describe el antagonismo que domina en el campo
salvadoreño: "aquí hay dos razas completamente distanciadas en hábitos
y sentimientos. La una está frente a la otra" (véanse: Figura 39 y 40).
(30) La división indio-ladino -visualizada en términos biológicos y
raciales- se filtra en la casi totalidad de los escritos de la época.
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No extraña que la necesidad de mantener esa distinción sea uno de
los mayores temores. Hay un horror incontrolable por la mezcla de
razas: "se escuchaban gritos despavoridos, penetrantes, que revelaban
terror elevado a la enésima potencias "¡Mis hijas!... mis hijas…mis
hijas!" […] curiosamente, aquellas señoras no parecían tan aterrorizadas
por la muerte inminente, sino por el asalto generalizado a las mujeres
[ladinas y blancas] de toda edad". (31) Tres años antes de la revuelta,
la "novela vernacular" de Alcides Chacón (1929) anticipa la angustia
de las sonsonatecas. Si una mujer blanca, de origen español, cede ante
los ruegos amorosos de un indígena rico, acaba como esclava y su hija,
presa del acoso sexual de su propio padrastro.
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En sus orígenes, el comunismo salvadoreño y su antónimo -el
anticomunismo nacionalista- tienen el papel de expresar el conflicto
étnico indio-ladino. Puede ser cierto que "reducir estos acontecimientos
a una narrativa sobre un movimiento indio […] es volverlo insignificante";
no obstante, sin la referencia al antiindigenismo, la percepción y el
discurso de quienes viven la revuelta y la represión quedarían truncados.
(35) La falta de instituciones y de una política indigenista en el país -
a lo largo de todo el siglo XX- resulta un simple corolario de esa
"insignificancia".
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las bancas, la lámpara de gasolina, la gasolina, una frazada de lana
mía, la mesa, todas las pertenencias de Pedro [Bonito, "nuestro
querido, joven trabajador indio"], de hecho, limpiaron la capilla.
Así, de una sola vez, el trabajo que se desarrollaba tan bien
prácticamente lo han arruinado. Dijeron también que me matarían
si regresaba a Nahuizalco. (41)
Al pastor A. Roy MacNaught se le informa "que si regresaba lo matarían
a él también". "Los creyentes son comunistas genuinos". (42) "Los
Nuevos Testamentos eran "propaganda comunista" y los protestantes
habían sido los cabecillas" de la revuelta. (43) "En algunos lugares, los
soldados les quitan los Testamentos a quienes los llevan". (44)
"Nahuizalco quedó sin población indígena masculina". (45)
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A la época, una afirmación semejante sería juzgada de "comunista".
Nadie se atrevería a cuestionar la amenaza que se cernía sobre la
patria. Sin embargo, no sólo es posible rastrear el alejamiento del
escritor con respecto a la rebelión "comunista"; a la vez, la historiografía
contemporánea calca su argumento original, fundado en la experiencia
testimonial. Una simple aserción -"dan los comunistas la mejor ocasión
para que se afiance la dictadura militar"- nos demuestra cómo enjuicia
el estallido mismo de la revuelta. Sin el levantamiento y la represión
exagerada contra "las hordas comunistas", a Martínez se le dificultaría
obtener una legitimidad jurídica interna.
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es una necesidad para legalizar el golpe de estado. Martínez obtiene
la confirmación jurídica de su mandato y - antes de imponerse como
"benefactor de la patria"- logra el reconocimiento estadounidense en
1934. (55) Desde mediados de 1932, la inspiración poética se regocija
al juzgarlo "Presidente muy Constitucional de la República [y por su]
desinter[és,] destello de luz armoniosa en el cielo de nuestra historia"
. (56)
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(1) Borran el recuerdo de toda participación indígena, aceptando sin
crítica la versión oficial. La acción del estado salvadoreño se legitima
como acto contra la "amenaza del comunismo internacional" que
proviene de Moscú. Curiosamente, las iglesias protestantes también
adoptan el mismo discurso. Aun si sus neófitos salvadoreños - ladinos
e indígenas- sufren la represión de la sociedad civil, la ideología
anticomunista opaca la memoria de las víctimas. (2) Para los religiosos,
la lealtad política al Imperio y un arragaido sentimiento anticomunista
hacen que el olvido dé cuenta de sus feligreses mártires.
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Ubico (1931-1944)]". (7) En Honduras, la historia regional se diluye
en un conflicto global contra el "bolchevismo". De manera más abstracta,
Centroamérica expresa un apéndice de la contienda metafísica entre
el bien y el mal. Lo que el discurso guatemalteco particulariza en la
administración estatal, el hondureño lo abstrae hacia la lucha entre
dos opuestos morales irreconciliables.
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un entendimiento casi total entre administración militar recién inaugurada
e iglesia.
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