Вы находитесь на странице: 1из 2

AUTOR: Cecil Bowra

LIBRO: “Historia de la literatura griega” (Resumen de la introducción)

Entre las literaturas europeas, la literatura de Grecia antigua ocupa un sitio singular.
Es la más antigua que realmente sobrevive y ha ejercido la mayor influencia de la
posteridad. Sus principios, formas y medidas gobernaron la literatura naciente en Roma y
desde allí al mundo moderno. La literatura griega merece atención por su valor intrínseco
porque los griegos inventaron y perfeccionaron ciertos tipos de arte literaria y realizaron
obras maestras que todavía nos asombran y deleitan. En la poesía épica, lírica y dramática,
en la prosa histórica, filosófica y retórica los griegos llegaron a resultados tan satisfactorios
en la forma y tan seductores en el contenido que sus obras se han considerado siempre
como el tipo de perfección y suelen proponerse e imitarse como verdaderos modelos.
De esta literatura sólo poseemos fragmentos, pero se conservan aún una gran
montaña de literatura ulterior cuyo valor es escaso. El acervo actual de la literatura griega
es pequeño y el abarcarlo no supera las posibilidades de una sola mente, pero aún dentro de
estos límites sobran elementos valiosísimos por cuanto a su mérito literario. La reputación
de los escritos griegos no depende de la abundancia de los documentos, sino de la suprema
excelencia de algunas obras maestras que han sobrevivido.
Debemos la preservación de la literatura griega a los hombres cultos de Bizancio,
que estudiaron y editaron las obras heredadas de la Antigüedad. Desde allí los libros
griegos se difundieron por la Europa occidental. En el proceso de copia y edición pudieron
menos que deslizarse algunas corrupciones de los textos, pero es lícito pensar que nuestros
actuales textos no difieren mucho de los que circulaban entre los antiguos.
A esta fuente ha venido a sumarse otra. Se han descubierto en Egipto ciertos
fragmentos escritos de los cuales algunos corresponden a la literatura griega. A Egipto
debemos las primeras transcripciones de Safo, Alceo y Baquílides.
Los escritos encontrados son hechos por hombres de nuestra misma clase. Aquellos
escritores parecen haber tenido un sentimiento de la lengua y de sus empleos que todavía,
en lo general, es lo nuestro. La poesía griega opera sus efectos mediante el ritmo sostenido
de las palabras, que son escogidas por su fuerza imaginativa, y la prosa mediante la facultad
persuasiva y la claridad esenciales a la verdadera elocuencia. El pueblo y su habla dejan
sentir gradualmente ciertas cualidades constantes, manifiestas a lo largo de su historia, y
como logremos aislarlas, habremos alcanzado alguna noción específica sobre los rasgos de
la literatura griega.
Comparada con la mayoría de las modernas literaturas, la griega asombra por su
sencillez y su falta de adornos, pero no hay nada de común entre esta sencillez y el candor
pueril del folklore o la simplificación consciente a que llega el super-civilizado, esta resulta
de omitir cuanto no parece esencial y de insistir en cuanto parece importante para la
emoción o la estructura de la obra. Los griegos poseían un tacto instintivo y seguro para
escoger lo significativo y prescindir de lo ocioso.
A este sentido artístico natural viene a sumarse la gran seriedad y energía
intelectuales. Todo lo veían con ojos nítidos y así acertaban a aplicar toda su capacidad
mental al logro de su arte. No escribían sobre cosa alguna sin someterla antes al tamiz de la
propia crítica. A la poesía procuraban cimentarla en las emociones primarias, dejando de
lado los rincones penumbrosos y las fluideces escurridizas de la “sensiblería”. Buena parte
de su arte fue popular pero aun así, no incurrieron nunca en el error de juzgar la inteligencia
de un auditorio conforme al nivel más bajo de sus miembros.
Las lecciones recogidas en el estudio y práctica de la poesía habían de servir a los
griegos cuando llegaron a la prosa. Hablando en términos generales, al griego le disgusta la
escritura excesivamente refinada y, a pesar de su sutileza y su vigor innegables, su prosa
parece evitar cuanto no responda a su inmediato propósito informativo.
La prosa griega procura sus efectos a través de la inteligencia. Los oradores
mismos, obligados a apelar a las emociones más a la mano, también apelaban
insistentemente a la inteligencia del público. Su primer cuidado era probar su punto.
Su épica y su dramática parecen llanas y un tanto rudimentarias ante un Ariosto o un
Shakespeare. La actitud griega ante la naturaleza nos parece un tanto despojada de
imaginación.
La historia de la poesía griega es la historia de un proceso en que las formas
tradicionales van plegándose al arte bajo el toque de algunos hombres de genio. La poesía
épica, lírica y dramática tuvieron igualmente su cuna en ciertas formas sencillas. Pero los
poetas transformaron estos rudimentos en algo diferente, aún sin prescindir necesariamente
de las vetustas peculiaridades y rudezas que más bien contribuyeron a sazonar el conjunto.
Pues es característico de los griegos no haber inventado nuevas formas literarias, sino tan
sólo de haber perfeccionado las que ya andaban en su vida. Semejante espíritu conservador
se manifiesta en la elección de asuntos. Épica, drama y lírica coral buscan sus temas en el
pasado remoto, en la Edad Heroica. El poeta griego escoge su historia y la maneja a su
guisa, alterándola o dirigiéndola a su arbitrio. Puede darse el gusto de recrear un asunto ya
manejado y su éxito está precisamente en convertirlo en algo nuevo y hermoso. En tal
empeño, le ayudan las mismas peculiaridades del habla griega. La sintaxis singularmente
flexible simplifica la expresión de pensamientos complicados. El vasto vocabulario
construido por múltiples dialectos y lenguas ya desaparecidas, permite una inmensa
variedad de estilo. Las combinaciones de sílabas cortas y largas consienten una métrica
elástica y musical.
No obstante sus restricciones, la literatura griega nunca fue árida. Acaso le falte
vaguedad, fantasía y sentimiento extremo pero nunca misterio, imaginación ni pasión.
La visión imaginativa propia de toda verdadera gran literatura es singularmente notoria en
el caso de Grecia. Lo que se aceptaba en un relámpago de la atención era luego ofrecido a
los demás con una consumada capacidad comunicativa, a través de las palabras. Poseía el
don infantil de contemplar todo con absoluta claridad y concentración.
Muchas de sus obras son algo oratorias y difíciles, pero es que se dirigían a multitudes y
tenían que habérselas con las dificultades de expresar por primera vez ciertas cosas.

Вам также может понравиться