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PRINCIPIOS DEL DLM

El masaje linfático es una práctica relativamente reciente. A pesar de que los griegos de la
escuela médica de Hipócrates, cuatro siglos antes de Cristo, se ocuparon ya de la linfa y de que
mucho mas tarde, entorno al año mil de nuestra era, los estudiosos árabes describieron la
circulación linfática, hay que esperar al siglo XVII para encontrar una documentación mas
amplia, fruto del estudio de científicos europeos, como el francés Jean Pecquet o el danés
Thomas Bartholin. Hasta finales del siglo XIX y principios del XX no se desarrollaron estudios
rigurosos y científicos sobre el sistema linfático y sobre su relación con el sanguíneo, sobre los
mecanismos que lo regulan y sobre la función que asume en las diversas situaciones el paso de
la linfa al organismo. Sobre todo la medicina austriaca, a través de la obra de A. Winiwarter,
definió un método de intervención sobre el sistema linfático que incluía también un
tratamiento manual. Sin embargo, la contribución más significativa al desarrollo de una terapia
de masaje sobre los canales y los ganglios linfáticos se debe a Emil Vodder, experto
fisioterapeuta danés, que ideó un método eficaz, el llamado DLM (Drenaje Linfático Manual).

Hoy la práctica del masaje linfático se ha consolidado con resultados óptimos no sólo en el
ámbito terapéutico, sino también en el de la estética. La manipulación adecuada puede actuar
positivamente sobre el paso de la linfa al organismo.

El masaje linfático se convierte en terapia de apoyo adecuada para quienes quieren prevenir
molestas enfermedades, o bien eliminar o evitar antiestéticas alteraciones de los tejidos de
diversas partes del cuerpo. Es necesario aprender a dosificar cuidadosamente la cantidad de
presión necesaria para poner en movimiento la linfa, y también a realizar movimientos, a
menudo combinados, de ambas manos para dirigir la linfa hacia la zona de confluencia con la
sangre.

El masaje linfático requiere la capacidad de identificar las zonas sobre las que hay que
intervenir, la habilidad de ejercer la presión correcta y al mismo tiempo manipular en la
dirección adecuada ajustando el ritmo y la fuerza de acción. Hay que superar la tendencia a
presionar demasiado. Un toque suave sobre el sistema linfático sólo se consigue si se posee
una notable sensibilidad y si se controla el propio cuerpo. Quien desee realizar una masaje
linfático realmente eficaz y que no resulte demasiado fatigoso debe tener capacidad de
relajarse y habilidad para seguir ritmos lentos, en sintonía con el latido del corazón. El
masajista, esteticista o fisioterapeuta debe actuar con placer para transmitir energía positiva al
sujeto que confía a él.

LA LINFA Y LA SALUD

EFECTOS DEL DRENAJE

¿Cuáles son los beneficios de una circulación linfática correcta y activa?

Efecto antiedematoso
El paso a los capilares linfáticos de los residuos presentes en los espacios intersticiales de los
tejidos interviene en la eliminación de los edemas, serosidad infiltrada en el tejido celular que
la sangre no siempre consigue eliminar y que tampoco la linfa en condiciones normales es
capaz de absorber por completo.
Los edemas pueden afectar a una o varias partes del cuerpo. La parte edematosa se presenta
hinchada, tensa lisa, casi brillante. Una presión manual provoca un hundimiento que tarda en
desaparecer. El edema puede ser provocado por un estancamiento de la sangre en las venas o
por el aumento de cloruro sódico y de agua en la sangre. Lo pueden provocar trastornos
cardiacos o bien enfermedades de la circulación sanguínea, como la flebitis. Los edemas de
este tipo se localizan en general en las extremidades inferiores o superiores, o incluso en la
zona del cuello.
Los edemas producidos por intoxicaciones, trastornos del metabolismo, del hígado o de los
riñones, por el contrario, aparecen inicialmente en la cara, sobre todo en los párpados o
alrededor de ellos, y sólo en una segunda fase tienden a extenderse a otras partes del cuerpo.
La composición química de la sangre sufre alteraciones significativas que perturban el
equilibrio entre la sangre y los diversos tejidos de los que se compone el organismo.
Efectos igualmente negativos para la sangre y para su relación con el cuerpo los producen
episodios traumáticos como fracturas, contusiones, quemaduras, estados inflamatorios e
infecciones.
Un experto en masaje linfático combina las terapias con medicamentos con intervenciones
capaces de reducir los edemas mediante la estimulación de la circulación linfática.
Se ha convertido en algo muy habitual el uso del masaje linfático para tratar los edemas que se
presentan en las mujeres durante el periodo premenstrual, el embarazo o bien en el verano,
en personas que pasan mucho tiempo de pie.
Efecto cicatrizante
El masaje linfático acelera la corriente del flujo linfático. Cuando se presentan en el cuerpo
heridas o ulceraciones, la llegada de la linfa fresca, rica en células reconstructoras, favorece el
proceso de cicatrización. El masaje es capaz de eliminar de la zona afectada las sustancias
irritantes, que impiden la reconstrucción de los tejidos conjuntivos.
Por tanto, el masaje resulta útil en casos de úlceras varicosas, llagas por estar postrado en
lecho, quemaduras y después de las intervenciones quirúrgicas.

Efecto inmunizador
El drenaje contribuye a aumentar las defensas inmunitarias. Resuelve rápidamente los
problemas provocados por el acné, las heridas accidentales o causadas por una intervención
quirúrgica, las amígdalas, la sinusitis o la faringitis. En los casos de trastornos causados por
operaciones, el masaje se realiza en los momentos previos y nunca en concomitancia con
afecciones agudas.

Efecto regenerativo
El drenaje contribuye a nutrir mejor los tejidos y es capaz de devolver el equilibrio hídrico a las
zonas deshidratadas. La piel amarillenta, señal típica de envejecimiento, recupera poco a poco
el tono rosado y luminoso. La piel seca, escamosa gana en compactibilidad y tono. Los tejidos
óseos afectados por fracturas se renuevan más rápidamente. Tras la lactancia, los pezones
recuperan su aspecto y desaparecen por completo las grietas.

Efecto relajante
El tratamiento manual, lento y rítmico, tiene un efecto relajante sobre los músculos afectados
por contracturas y desgarros. Quienes reciben un masaje linfático, sobre todo si están ansiosos
o cansados, recuperan el bienestar psicofísico.

Efecto estimulante de la microcirculación


El masaje es capaz de aumentar la capacidad de cada vaso linfático para contraerse. Los
capilares, liberados del exceso de líquidos intersticiales, permiten que los tejidos se oxigenen y
revitalicen mejor. El masaje es fundamental para la prevención y el tratamiento de la celulitis y
el acné rosáceo.
EL MASAJE

Los movimientos de las manos ponen delicadamente en movimiento la linfa, que circula a nivel
superficial y profundo. La habilidad de un auténtico masajista consiste en la capacidad de
sentir cuál es el nivel idóneo de presión de los dedos, similar al necesario para sujetar un trozo
de papel. Las manipulaciones linfáticas, sin embargo, son compresiones que se aplican sobre la
piel sin que haya fricción o resbalamiento. Se practican siguiendo una secuencia precisa. En la
fase inicial, apoyando las manos, se crea el contacto; en la segunda fase se ejerce
comprensión; en la tercera se induce a la relajación.
Las secuencias se suceden con evoluciones diversas (circulares, elípticas o en espiral) y se
realizan con las palmas de las manos y los dedos, de modo que la superficie de contacto con el
sujeto tratado sea lo más amplia posible.

DURACIÓN DEL MASAJE

Un tratamiento completo, realizado en todo el cuerpo y respetuoso con los diversos pasos,
requiere entre noventa minutos y ciento veinte minutos.
Los tratamientos específicos, que se ocupan de una sola parte del cuerpo, requieren
intervenciones de al menos treinta minutos y deben ser indicadas por un médico.
Cuando se realiza un masaje a personas que sufren trastornos ligados al aparato respiratorio
(sujetos asmáticos), el aparato cardiocirculatorio (cardiopatías leves, hipertensión) o bien a
personas que hayan sufrido intervenciones quirúrgicas, la sesión no debe superar los quince
minutos.
El masaje linfático puede aplicarse diario o dos veces a la semana. El tratamiento debe
interrumpirse pasadas unas semanas.
Un tratamiento preventivo o revitalizante, no ligado a problemas específicos, dura unas pocas
sesiones y se repite con frecuencia semestral o anual.
En presencia de trastornos de naturaleza crónica la intervención tampoco debe ser continua.
Es necesario planificar un tratamiento intensivo que puede ir seguido de intervenciones de
mantenimiento. Durante el periodo de interrupción conviene permitir que el organismo
exprese autónomamente su capacidad para regenerar los tejidos.
CONTRAINDICACIONES Y PRECAUCIONES

Cualquier intervención sobre el organismo de los seres humanos requiere algunas


precauciones.
Médicos y fisioterapeutas recomiendan no realizar un masaje cuando el sujeto se encuentra en
situaciones particulares.

Asma bronquial
El masaje linfático tiene una acción vagotónica y puede desencadenar una crisis de asma.

Eccemas
No reaccionan positivamente a ningún estímulo mecánico.

Infecciones
El masaje linfático está contraindicado en caso de infecciones cuando se producen estados
febriles y fuerte dolor localizado, por ejemplo en la garganta, los oídos y las articulaciones.
En las zonas afectadas aumenta enormemente la producción de linfocitos, cuya función es
activar los procesos defensivos. Cuando las infecciones no están en la fase aguda, un masaje
linfático puede ser específicamente beneficioso.

Insuficiencia cardiaca
Cuando el corazón no es capaz de proporcionar sangre suficiente para el normal metabolismo
corporal es frecuente que en el sujeto aparezcan edemas.
El masaje linfático enfocado a eliminarlos requeriría mayor cantidad de líquidos en el sistema
circulatorio afectado por la insuficiencia y no haría más que aumentar la carga para el corazón.
Antes de intervenir en caso de edema, hay que asegurarse de que este no depende de
trastornos cardiacos.

Insuficiencia renal
Cuando se debilita la funcionalidad de los riñones por insuficiencia aguda, la falta de capacidad
de reabsorción de las proteínas por parte del riñón puede dar origen a edemas localizados en
las piernas, en la zona genital, en la que rodea a los ojos o en los párpados. El masaje linfático
puede sobrecargar los riñones, por eso es necesario practicarlo solo una vez que se haya
superado la fase aguda de la insuficiencia renal.
Hipertiroidismo
La excesiva producción de hormonas caracteriza el hipertiroidismo, que se manifiesta con una
gordura anormal, aceleración del pulso, temblor en los dedos. El masaje linfático puede
estimular el paso de las hormonas a la sangre con peligro de empeoramiento de los síntomas.
Por eso hay que evitar el masaje linfático sobre todo en las zonas del cuello y los brazos.

Tuberculosis
La estimulación de la circulación en los sujetos afectados de tuberculosis podría aumentar la
difusión del bacilo en el organismo, con un agravamiento de la enfermedad.

Tumores malignos
La ciencia médica no se pone de acuerdo sobre la posibilidad de realizar masajes linfáticos en
personas afectadas por tumores confirmados o solo sospechados.
Algunos sostienen que la activación del líquido plasmático favorece la circulación de las células
tumorales. Otros piensan que es posible realizar intervenciones de masaje linfático en sujetos
que hayan sido operados resolutivamente de tal patología.
Recurra al masaje linfático solamente bajo estricto control médico.

Vagotonía
Los pacientes que sufren esta patología experimentan cambios bruscos de tensión que se
manifiestan con náuseas, mareos y angustia.
Conviene que el paciente permanezca tumbado en la camilla durante unos minutos al final de
cada sesión, que no debe superar los quince minutos.

Bibliografía:

Cruz Sánchez, Pilar M Correcher, Isabel Guijarro y otros. Masaje y Drenaje. 1ª Edición, 2005. Editorial
Videocinco. Madrid, España.

Perina, Linda. El Drenaje Linfático. 1ª Edición. Susaeta Ediciones, S.A. Madrid, España

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