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Daniel Zimmerman
Ningún desenlace para el enigma del deseo es posible sin el pasaje por el
objeto a. El deseo, en tanto función del sujeto, se establece en la medida en
que ese objeto es situado como tal en el campo del Otro En otras palabras : el
objeto a agujerea la relación del sujeto y el Otro ; y lo hace a nivel del cuerpo
Sus especies son identificables como fragmentos del cuerpo : añicos que, en la
medida de ex-sistirle, constituyen la condición, el núcleo abordable del goce.
La angustia que gracias al talento del artista, en este caso Marguerite Duras,
podemos reconocer en el personaje de Jacques Hold de su novela "El arrebato
de Lol V. Stein". Esa angustia que lo atormenta cuando, desde la ventana del
hotel, descubre a Lol, la protagonista, en el campo de centeno vecino..
En la psicosis todo está en sus voces ;el psicótico cree allí .Y no solamente
cree allí, sino que a esas voces les cree. Ellas constituyen un reclamo de más
verdad, apuntan a una identidad con esa verdad. La voz, en tanto objeto
esencial, resuena en un vacío. Ese vacío es el vacío del Otro y, en tanto tal, se
corresponde con su falta de garantía. En consecuencia, responde a lo que se
dice, pero no puede responder de eso que se dice. La voz psicótica, en cambio,
da cuenta de la certeza de que la cosa sabe.
FUERA DE DISCURSO.
El deseo nos llega desde el Otro, el goce está del lado de la cosa y el objeto a
la cosquillea desde su interior fabricando el discurso de la renuncia al goce. Un
discurso que se ordena de modo tal que funda un lazo social. Aproximarse a la
psicosis es acudir al encuentro de quien sostiene su existencia fuera del lazo
social; vale decir, sin el apoyo que el discurso constituye .