Вы находитесь на странице: 1из 188

LOS

HABITANTES
Maximiliano Larraín
“No llores más, ya no tengas frío.
No creas que ya no hay más tinieblas,
tan solo debes comprenderla.
Es como la luz en primavera”
Spinetta. “A Starosta, el idiota” Artaud (1973)

Para papá, mamá, hermana, familiares


amigos, compañeros de aventuras,
Leo y las otras estrellas que brillan en mi cielo.

1
AGRADECIMIENTOS

Escribir el presente texto no fue nada fácil, y bien pueden


dar fe ello las personas que me acompañaron en el
proceso, quienes son además los primeros a los que
quiero agradecer: Mis padres, mi hermana, a la profesora
Loreto Chaura y a mis compañeros de curso, todos y cada
uno de ellos.

Poniéndome más específico quisiera dirigir


agradecimientos a Gustavo Muñoz, Sofía Burgos, Carlos
Rodriguez, Valentina Faundez, Valentina Muñoz, Diego
Tapia, Natalia Montaña y Gabriel Godoi por haber
cooperado con alguno que otro comentario con respecto a
la trama del texto, por más pequeño que este pueda haber
sido, siempre se agradece.

Además quiero agradecer a todas las figuras que a lo


largo de mi vida me han dado inspiración, sobre todo a
dos figuras del mundo de la música, una banda y un

2
solista que tuvo muchas bandas: The Beatles y Spinetta;
que si bien no tuvieron directa influencia en mi estilo de
escritura, siempre han influido en mi como persona y si
no fuera por ellos, nada de lo que se encuentra presente
en este libro sería posible.

3
PRÓLOGO

“Los Habitantes” es un texto que se plantea como


principal objetivo el analizar las actitudes que uno como
persona toma para enfrentarlas las diversas dificultadas
que la vida nos va planteando. El lector sabrá decidir
entonces si este objetivo está cumplido o si más bien se
trata de una lectura superficial de algunas complicaciones
de la vida moderna. En ese sentido el rol que toma el
lector también resulta importante, ya que en este y su
imaginación recaen muchas veces los aspectos más
estéticos del libro, de una forma completamente
intencional. Así podemos ver por ejemplo que los
personajes o los lugares nunca son descritos
explícitamente, permitiendo que la figura del lector los
perciba de la forma que considere más acorde, según
también su personalidad propia y la visión que este tenga
de los acontecimientos, cumpliendo con la intención de
hacer que el relato resulte más realista. Esto último, ya

4
que en la realidad uno nunca se va a encontrar con
personas y va a obtener descripciones detalladas de cómo
son ellos, si no que tendrá que irlos conociendo, y
entonces uno se podrá formar recién una imagen. El
motivo para perseguir este efecto en el relato es
finalmente el causar que el lector se involucre con la
historia, que pueda sentirse parte de esta y la vea como
algo que va sucediendo al tiempo que lo va leyendo (lo
que también se ve en el tiempo de la narración, que está
mayormente en presente).

Finalmente con un lector que se encuentra involucrado


con los sucesos del texto, se podrá dar la posibilidad de
que el lector finalmente decida extrapolar los mensajes
que vaya captando durante su lectura a su propia vida,
solo si el efecto deseado está correctamente logrado por
supuesto.

Entrando más en profundidad con el tema de los


personajes como tales, se puede decir que los dos ejes
gravitatorios del libro son Maitén y los habitantes
mismos.

5
Maitén es la protagonista, y como tal encarna muchas
actitudes que se ven en la sociedad, que yo he visto en mí
mismo o en los demás (pero sobre todo en mí mismo) en
muchas ocasiones.

Por otra parte los habitantes son criaturas de origen


misterioso que existen en la casa de Maitén, y por
consecuencia, solo existen en relación a Maitén.
Solamente ella puede verlos, puede interactuar con ellos y
solo ella se tiene que enfrentar a los problemas que
acarrea su existencia. La interpretación que se le dé a la
existencia de estos recae una y exclusivamente en el
lector, y no soy yo (el autor del libro) ni los personajes de
este, dueños de la verdad en torno a que son o que
representan, por lo que también cualquier hipótesis que se
entregue en el texto sobre que son estos seres, es
solamente una teoría sin comprobar, y finalmente la única
verdad va a ser la verdad individual a la que puede llegar
cada uno de los que lea el texto.

El otro punto importante son las temáticas que intenta


abordar. Por eso al final, no todo está cerrado. Porque la

6
vida sigue, y lo justo es que el libro termine cuando ya se
dio el mensaje que se quería dar, nada más.

7
I

En la última habitación, al final de un pasadizo tan oscuro


que ni si quiera durante el día está completamente
iluminado, en una casa que da el aspecto de no haber sido
habitada por un ser humano en décadas, de golpe se abre
una ventana. La brisa nocturna se cuela dentro del lugar,
rápidamente mezclándose con el aire de soledad que
cubre todas las habitaciones. La antigua madera comienza
a crujir, como si la casa se quejara del frío. Maitén
entonces, interrumpe su lectura.

Piensa un rato, hace un doblez en la esquina de la hoja y


deja el libro a un lado. Mira a la nada, como buscando la
energía para levantarse de su cómoda silla y dirigirse al
vestíbulo, luego al comedor y finalmente, hacia aquel
lúgubre pasillo que da a la habitación donde sigue
haciendo ruidos el marco de la ventana al chocar contra la
pared. Finalmente la encuentra.

8
Cruza puerta tras puerta hasta llegar a la que va a dar al
pasillo, y se queda mirándola un buen rato. Sujeta el
picaporte y lo gira lentamente, cuidándose de hacer el
menor ruido posible. Cuando siente que ya llegó al punto
en el que la puerta está abierta y solo tiene que empujar,
empieza a pensar.

Recuerda un poco de aquella helada mañana, cuando la


niebla aun cubría las silenciosas calles y avenidas que
atravesaban su pueblo natal, y ella en la parada del bus, se
despedía de papá y mamá, y abandonaba de una vez la
casa y la ciudad que la acogió durante toda su infancia.
Meses antes había fallecido su tía, una persona misteriosa
que nunca dejó herederos, solo recuerdos. Eso y su hogar,
una construcción antigua de madera, de una gran
extensión, con múltiples habitaciones, en cada una de las
cuales reinaba la soledad. La familia decidió que no sería
correcto venderla, así que decidieron conservar la
propiedad. El problema era que alguien debía mudarse
ahí para cuidarla, para protegerla de los, a veces dañinos,
efectos del paso del tiempo. Nadie se ofreció. Nadie

9
excepto Maitén. A sus veinte años, ya sentía que la
independencia y la vida libre la llamaban. Pero no era
solo una sensación de la edad. Desde muy joven, Maitén
daba vueltas en su tristeza y soledad, y buscaba
ocupaciones e ideas para taparla, para cubrirla. Se
esforzaba en hacer amigos, pero nunca lo lograba, la
gente simplemente no era como ella, no se sentía que
fueran como ella. Ya hace mucho tiempo había decidido
que su única solución era irse, necesitaba irse, necesitaba
empezar de nuevo en otro lugar, ansiaba que pasara el
tiempo luego para poder vivir finalmente la vida de sus
sueños, llena de amigos, diversión, fiestas, locuras,
descontrol, y muchas otras cosas que vivían en las
historias que alucinaba de camino a casa cada día de
vuelta del colegio, historias que resonaban en su mente
cuando estaba a punto de tomar el bus, cuando le daba el
último adiós a sus entristecidos padres, y partía, llena de
sueños y aspiraciones.

La chica respira hondo y finalmente abre la puerta, con el


alma en un hilo y con sumo cuidado de no hacer ningún

10
ruido. La cruza, la cierra una vez más a sus espaldas y
entonces atraviesa sigilosamente el corredor, guiada solo
por la tenue luz de la noche que entra por la ventana
abierta. Una vez frente a ella, la mira un poco, se
pregunta cómo es que se abrió, aunque sin ansias de
realmente averiguarlo, y finalmente la cierra lentamente,
asegurándose de que no se vuelva a abrir. Da media
vuelta y emprende el camino de regreso a su solitaria
habitación, la única parte de la casa donde ha estado
viviendo en los últimos meses.

Al volver por el pasillo, nota de pronto que una de las


numerosas puertas que se encuentran hacia los lados está
abierta. La joven se queda quieta un rato, se pega a la
pared contraria, y avanza con cuidado, pero más
velozmente esta vez. Pasa por el frente de la puerta
abierta, e intenta no mirar adentro, pero lo hace de todas
formas. No se distingue nada, solo las siluetas de los
escasos muebles que aún quedan. Se da la vuelta y casi
corriendo llega a la puerta por donde vino, comienza a
girar la manilla, abre la puerta en un movimiento y al

11
estar ya cerrando la puerta desde el otro lado, un halo de
luz proveniente del vestíbulo le permite divisar entre las
sombras una figura en el medio del pasillo. Aunque solo
la pudo ver por unos instantes, quedó grabada en su retina
por el resto de la noche. Era un ser, de aspecto casi
humanoide, que se arrastraba muy lentamente por el piso.
Su piel tenía un aspecto demacrado, casi colgando de su
cuerpo. En lo que podría ser su cabeza no tenía nada,
salvo tres agujeros donde deberían haber estado sus ojos.
El resto de su cuerpo, apenas divisible, parecía expedir
una especie de líquido viscoso y desagradable, que
chorreaba por su piel. Maitén, ante tal espectáculo, cierra
la puerta de golpe, se dirige de vuelta a su habitación y
una vez allí, continua con su lectura por un rato. Luego se
va a dormir.

12
II

Caminando por la facultad, Maitén piensa un poco en lo


que le pasó ayer, o hace cuatro días, o hace dos semanas,
o un mes y medio, o todas las otras oportunidades en las
que ha tenido encuentros con estas espeluznantes
criaturas que se escabullen por entre las habitaciones de
su hogar. Ha pensado muchas veces en contarle a alguien,
pero no sabe a quién decirle, ni cómo hacerlo. En todo
caso, la idea de hablarlo suele abandonar pronto su
cabeza, porque en realidad no tendría sentido hacerlo, al
menos como ella lo ve, o la tratarían de loca, o no
importaría de todas formas. Nada pueden hacer para
ayudarla. La posibilidad de volver a vivir con sus padres
también se le cruza de pronto, pero no lo hace, se aferra a
la opción de vivir la vida que siempre quiso. “No habrá
nada ni nadie en este mundo que me impida vivir mi
vida” dijo un día que se sentía optimista mientras se

13
miraba al espejo, y con estas palabras acabó con la idea
de abandonar su peculiar hogar.

Absorta en sus pensamientos se encuentra con sus amigos


más cercanos, a quienes saluda como hace habitualmente,
mientras ellos conversan sobre sus series de TV favoritas,
o sobre los profesores, o sobre cualquier cosa en realidad.
La verdad es que no les toma mucha atención.

Y es que a pesar de que se ve que sinceramente la


aprecian, para Maitén sus amigos no son más que la
prueba fidedigna de su fracaso para sociabilizar con sus
pares. De vez en cuando siente que no los quiere
realmente, que solo fueron los únicos que la quisieron
aceptar, que son sus amigos solo para no sentirse sola,
mientras que ellos solo se juntan para llevar sus soledades
mutuamente, mientras se ahogan en conversaciones
banales donde nadie realmente se esfuerza en decir algo
sustancial, porque a nadie le importa. Nunca ha sentido
que tenga confianza con ellos como para contarles sus
problemas o sus inquietudes. Están más preocupados de
sus dispositivos electrónicos que de lo que piensa el otro.

14
Maitén repasa un poco esta idea en su mente, dejando de
lado a sus extraños convivientes, pero la descarta porque
se deprime pronto. Recuerda su infancia, totalmente
solitaria, dando vueltas por el patio de la escuela,
inventando historias en su mente para entretenerse
mientras todos los demás jugaban y corrían por doquier.
A veces llegaba a pensar que la soledad era parte de ella,
algo de lo que nunca podría realmente deshacerse.
Pensaba que había nacido con un halo de soledad a su
alrededor, y que la gente no se le acerca para evitar
contagiarse con un poco de esta. Nadie quiere estar solo.

-… En volá, sale más a cuenta irse por la calle que queda


como al frente de la bencinera, esa donde se pone el viejo
de los completos.

-Ah ya, si la cacho, demás que llego allá como a las ocho,
pero tengo que pasar a mi casa primero.

-Ya buena, igual. Y tú Maitén, ¿vas?

-…

15
-¿Maitén?

-… ah sí, perdón, ¿Qué estaban hablando?

-La Maitén como que siempre está volada –sugiere


Valeria entre risas- ¿Qué te fumaste?

-Ya, que pesada –ríe un poco Maitén, sin ganas.

-Habíamos dicho que nos podíamos juntar en mi casa en


la tarde y así aprovechamos de estudiar un poco para la
prueba de filosofía, que se viene el lunes.

-Ah ya po’, ósea, tengo que cachar igual, pero de ahí les
aviso.

-Ya buena, pero trata de venir si po’.

-Sí, si tranqui.

Maitén entonces se llenó de un extraño sentimiento de


angustia, del que no se podía deshacer. Llevaba por lo
menos tres semanas eludiendo cada salida, cada junta,
cada panorama al que sus amigos la invitaban, y aun así
estos se esmeraban en procurar que siempre esté invitada

16
a alguna parte. Pese a que todas las veces que se imaginó
su vida independiente, nunca concibió la posibilidad de
pasar los fines de semana en casa, tampoco estaba entre
sus planes juntarse a estudiar y jugar juegos de mesa, que
era quizás lo más emocionante que hacían estas personas
a las que ella dudaba en llamar sus amigos. Maitén quería
algo de emoción en su vida, y no la iba a conseguir así.
Pronto se le ocurriría alguna excusa, otra repentina
reunión familiar quizás, como la que sus amigos piensan
que tuvo la semana pasada, o la antepasada. Quizás
tendría algo más original.

Son las cinco de la tarde. Día viernes. El sol ya no está


por sobre las casa, pero aún se las arregla para proveer de
luz al continente, sin mayor esfuerzo. Esta luz,
acompañada de la tenue brisa primaveral y el cielo
despejado, llena de una especie de paz a Maitén, una paz
completamente gratuita, pero que se ve interrumpida
cuando llega a la puerta de su casa y comienza a pensar
una vez más. No sabe si son las monstruosas apariciones

17
que siguen rondando, o la presión de la nueva junta de
sus amigos, pero algo la incómoda.

Se saca las zapatillas, y va caminando descalza hacia la


cocina. Toma una caja de cereal, que junto a muchos
otros víveres y utensilios, se compró con el dinero que
mensualmente le envían sus padres para poder
alimentarse y subsistir sola, sumado al que obtiene de
algunos trabajos temporales que intenta desempeñar para
cooperar y también para matar el tiempo. Lástima para
ella que pronto los cereales acabarían desparramados por
el piso.

La impresión que le causa esta nueva aparición


sobrepasa, en cierta medida a las últimas dos o tres, ya
que la agarra totalmente desprevenida. Jamás pensó que,
con toda la luz que entra por las ventanas de su cocina,
algún ser extraño se atrevería a visitarla.

Y aun así, ahí estaba, midiendo fácilmente unos dos


metros, un ser oscuro y sin extremidades que parece
brotar del piso, se encorva un poco para observar con su

18
único ojo, de color morado de aspecto siniestro, a la
aterrorizada muchacha.

Luego del susto inicial, y notando que la criatura solo la


mira, Maitén opta por tomar una vía violenta para
resolver de una vez por todas su problema con las
apariciones. Y es que si bien en un principio, el
simplemente observar a alguno de estos entes le causaba
una desesperación terrible, ya por la séptima u octava vez
que los vio, comenzó a perderles el miedo. Sus respuestas
eran casi mecánicas. Moverse con cuidado, cerrar las
puertas, refugiarse en su pieza, lo de siempre. Hoy sin
embargo se siente un poco más osada.

Retrocede un poco, abre un cajón, y de él saca un


cuchillo. A pesar de que nunca ha sido violenta en
absoluto, la adrenalina del momento la impulsa. Sujeta el
cuchillo con ambas manos. Se echa para atrás un poco.
Con un movimiento, el filoso utensilio sale despedido de
su mano en dirección hacia el ser, que no se inmuta, ni
por el proyectil que le fue arrojado, ni por el estruendoso
grito que la chica deja salir en el momento. El cuchillo

19
pasa a través del monstruo, que continua mirando cada
rincón con su ojo. Maitén queda atónita.

Con gran temor, pero más gran curiosidad, intenta tocar


al misterioso ser, escondiendo un poco su mano en la
manga de su abrigo, solo para evitar el contacto directo.
Se acerca un poco y estira su brazo, lo piensa un segundo
y al darse cuenta que si lo piensa más no lo va a hacer,
hace contacto. Para su sorpresa, una vez más, el ser no
siente nada en absoluto. Maitén tampoco.

Tal parece que, rompiendo todo lo que dicta la lógica, su


mano atravesó el cuerpo del extraño ser, como si no
estuviera realmente ahí. Nada.

La pobre mujer ya comienza a sentir que está perdiendo


la cordura, que estos extraños seres son solo un producto
de su retorcida mente, que después de años de soledad ya
olvidó lo que era real y lo que no. Se sujeta por un
segundo de la despensa para recordarlo, para saber que
está ahí. De pronto empieza a pensar. Su imaginación
corre.

20
Estoy loca, estoy loca, estoy loca, listo, se acabó, listo.
No puede ser, no era real, eso no era real. Como sé yo si
es real, cómo sé ahora si algo es real. ¿Qué voy a hacer?
¿Qué se supone que voy a hacer? Me van a mandar al
manicomio seguramente ¿Eso si quiera existe? Nunca he
visto un manicomio en mi vida ¿No es como esas cosas
que solo pasan en TV? ¿Qué hacen con la gente con
problemas mentales? ¿Lobotomía? Oh Dios, me van a
hacer una lobotomía… no ya no hacen eso. A los locos
solo les dan unas pastillas, y los mantiene dopados en sus
casas para que puedan seguir viviendo sus miserables
vidas sin hacerle daño a los demás. Eso va a hacer. Lo
que me faltaba, pastillas, y seguramente con eso también
me va a dar depresión. Como si no fuera todo lo
suficientemente malo ya, me voy a terminar matando. Ya
veo las noticias, joven estudiante se ahorca en su casa…
vivía sola, y así murió completamente sola… sin nadie…
no llores ahora. No llores maldita sea. ¿Por qué estás
llorando? ¿Por qué es tan difícil vivir conmigo? ¿Por
qué no pude quedarme en casa de mis padres cuando a la

21
vez vine para acá, y así por lo menos no tendría que
soportarme?.. La cosa sigue ahí… mirándome, ¿Qué
quiere? ¿Qué cresta quiere? ¿Por qué no se va?...

-¡Por qué no te vas y me dejas solo, por qué, de todo lo


que existe en este mundo, los únicos que se acercan a mí
son estas aberraciones! ¡Ándate! ¡Ándate mierda!-
Maitén grita desde el fondo de sus pulmones mientras
lágrimas brotan de sus ojos y se deslizan por su cara. El
ser misterioso se da vuelta lentamente, la mira un poco y
luego vuelve a sus asuntos. Maitén entonces va corriendo
a su cuarto.

A veces uno está tan constantemente abrumado que en


varios momentos se siente al borde de las lágrimas, pero
nunca cruza ese abismo entre el tormento interior y el
exterior. Sin embargo, luego de mucho tiempo, ya es
inevitable no estallar. Las lágrimas que ahora corren por
las blancas mejillas de Maitén no son lágrimas de tristeza,
si no de desesperación, de crisis, de chocar con un
callejón sin salida. Lo que siempre vio cómo su única
oportunidad de vivir una nueva vida, su única

22
oportunidad de ser feliz, se ve abruptamente arruinada,
por nada menos que seres que al parecer no son de este
mundo, que nadie conoce, de los que nunca se ha escrito
o hablado salvo en historias ficticias, y que nadie excepto
ella ve.

Por su mente ya no circulan pensamientos, solo


sentimientos que fluyen libres y rebotan en los bordes de
su conciencia, mientras ella yace sobre su cama con una
sus ojos tornándose ya de color rojo carmesí, y por los
que corren y corren las lágrimas, que nublan su mirada
que se clava en el techo, como traspasándolo, viendo al
vasto infinito del espacio, del todo, y a la vez, de la nada.
Sufre.

Se da vueltas en su cama y no sabe qué hacer para huir de


la desilusión de su vida soñada desmoronándose ante el
terror de estar perdiendo la cordura. Respira un poco y
pasado un rato, unos minutos, o quizá varias horas, logra
sentarse al borde de su cama, con un dolor de cabeza
intenso. Su pierna tirita agitada y piensa en ir al baño a
lavarse la cara, pero eso significaría verse al espejo y

23
observar su fracaso, su tristeza y su desesperación una
vez más. Mejor ver la tele. Algo para no pensar.

Se da vueltas, busca el control. Mira el viejo aparato que


pertenecía a su tía, verdaderamente antiguo, quizás a
blanco y negro. Maitén no lo ha prendido nunca desde
que llegó, prefiere los libros, o la música. Desganada, da
la vuelta, abre la cómoda, primer cajón, segundo cajón,
ya llegando al último se da cuenta de que está cerrado.
Vuelve al primer cajón. Sabía que vio una llave ahí.

Toma la llave y la prueba en el tercer cajón. No funciona.


Vuelve un rato a la cama y siente que las lágrimas se
aproximan de nuevo, siente que ya no lo puede soportar.
Que con un poco más de sufrimiento en su vida, decidirá
acabar consigo misma, y eso es algo que de verdad le
aterra pensar. Rápidamente vuelve a sentarse en la cama,
como para recobrarse. Mira el velador. Prueba la llave en
el pequeño cajón y esta vez, para su sorpresa, funciona.

Lentamente lo abre escarba dentro de él, apartando el


montón de baratijas viejas y abandonadas que quizás

24
alguna vez pertenecieron a su tía. Anillos, pilas viejas,
trozos de papel, un cuaderno viejo y gastado, y debajo de
todo, el control remoto.

La televisión es la mejor droga que tiene Maitén a su


alcance en el momento y cuando la prende, espera quedar
como la mayoría de las personas, embobada, distraída,
como llegando de un largo día de trabajo y esperando no
pensar en absoluto.

Da unas vueltas por los canales, pasando por sobre las


películas viejas, los dramas de jóvenes estrellas que nadie
recordará en un par de años, los presentadores de la
sonrisa eterna, las series vacías con risas enlatadas y poco
significativas. Prontamente recuerda por qué no ve
televisión. Ya por la tercera vuelta alrededor de la
programación, cruza por su mente una vez más la
posibilidad de que deba abandonar sus sueños para
siempre y vivir una vida de ermitaña en casa de sus
padres. Quizás para siempre suena algo demasiado
grande, pero en la situación en la que se encuentra ahora
Maitén, guardar las proporciones es muy difícil. La

25
esperanza se le agota y la vacía entretención que divierte
al grueso de la población no la está ayudando.

Sigue escapando de sus temores, y en un último intento


desesperado, recurre una vez más al cajón del velador,
como si hubiera algo más interesante, algo que no
hubiese visto. Desgraciadamente, no encuentra nada
nuevo. Finalmente toma el viejo cuaderno y lo abre un
poco.

Una lágrima solitaria, que quizás quedó de antes, o quizás


lidera al resto de lágrimas que quieren seguir saliendo,
cae sobre la primera página del cuaderno y deja un poco
borroso las primeras palabras, un escrito que comienza
con una fecha: 3 de diciembre de 1989

“Caminaba hacia mi casa, era quizás de día. O no estaba


oscuro, al menos. De pronto me subí a un taxi y le di mi
dirección al taxista, le pedí que me lleve. “Doble aquí” le
dije en un momento, y mientras dábamos la vuelta, lo
miro y me doy cuenta de que ya no está. Nada. El auto no
tiene chofer, pero avanza, el manubrio da vueltas y

26
vueltas en torno de su eje y los cambios se pasan solos.
Al parecer me estaba llevando aun a mi casa, pero ante
la duda, decidí yo tomar el volante. Faltando dos calles
más para llegar a mi casa, doblé a la izquierda en el
lugar en el que habitualmente lo haría, pero no llegué a
donde pensaba. Estaba en otra calle, en otro segmento
del lugar. Pronto había oscurecido y ya no estaba en
ningún taxi. Caminaba por una calle muy transitada, con
gente que corría en dirección opuesta a la que yo
intentaba avanzar. De pronto me encontré con mi padre
y, entre toda la multitud, me pidió que lo siguiera, que
tenía que hacer un trámite muy importante y que por
favor lo acompañara. Yo le preguntaba dónde estábamos,
pero no respondía, solo avanzaba y seguía hablando y
hablando de su trámite. Sin darme cuenta, él ya me había
tomado de la mano, y me arrastraba entre este montón de
gente. No sé cuánto tiempo habremos estado así, ni
cuanto habré avanzado, pero finalmente, vi para atrás y
noté que había un punto donde llegaba la luz, como de un
reflector, y decidí avanzar hacia allá. De pronto estaba

27
ahí y sentía que la luz me bañaba, que estaba por
doquier, pero luego recordé a mi padre y su trámite, y
cuando me volví hacia él, me di cuenta de que había
seguido caminando sin mí, o quizás no había notado que
yo ya no estaba. Solo seguía hablando y hablando de su
trámite, y aunque estaba muy lejos, podía escucharlo
como si estuviera a mi lado. En un parpadeo ya tampoco
estoy donde estaba. Me encuentro ahora en una fiesta,
rodeada de gente haciendo ruido, con una música que
ahora no recuerdo, pero si recuerdo que estaba muy
fuerte. Entonces las cosas se empiezan a poner muy
raras, cuando una criatura similar a la que vi el otro día
en el dormitorio de alojados…

(Maitén hace una pausa en su lectura, piensa un poco, y


luego continua, intrigada)

...apareció de la nada entre medio de la gente y me fue a


buscar. La música se detuvo de golpe. Todos dejaron de
hacer lo que estaban haciendo y se quedaron quietos
mirándome. El monstruo entonces comenzó a dar a
vueltas alrededor mío y yo lo único que quería es que se

28
vaya, que se aleje, que desaparezca para siempre, pero
en su lugar, sentí que yo estaba desapareciendo. Cada
vez me sentía menos ahí con ellos y aun así todos me
miraban claramente, y comenzaban a dar vueltas a la vez
que la criatura. Sentía que debía escapar. Tenía ganas de
gritar. Entonces desperté. Tenía lágrimas en mis ojos, y
me di cuenta que también había lágrimas sobre mi
almohada, pero el sueño había acabado ¿Cierto? Me
intriga saber si me volveré a encontrar con estas cosas
que andan dando vueltas, aun cuando no esté
durmiendo”.

No sabe que es lo que acaba de leer, ni quién lo escribió,


pero Maitén se siente más tranquila, aliviada, quizás
comprendida. La pequeña posibilidad de que, el monstruo
al que alude el escrito, sea como los que ella ve en su
casa todo el tiempo, es quizá una prueba de que son
reales, que aún conserva su cordura. Que no está tan sola
después de todo. Que hay, o hubo, alguien en este mundo
que comprende su dolor.

29
Avanza un poco más en las páginas y va saltando de texto
en texto y de fecha en fecha, buscando dónde sumergirse
de nuevo en la lectura, con intriga. Va leyendo los
primeras palabras: “Era invierno en…”; “Esta noche lo
vi de nuevo, pero ahora…”; “Hace mucho tiempo que no
soñaba con Martín, esta vez estaba…”. Pero ninguno le
llamaba la atención.

Divagaba entre los dibujos ocasionales y los textos que


podían variar su extensión de media plana a varias
páginas llenas de intriga. Claramente no relataban más
que sueños, pero entonces ¿Cómo podía Maitén encontrar
más referencias a algo que ella esperaba, no estuvieran
solo en los sueños?

Comienza a leer textos al azar. Revisa uno que estaba


hacia más o menos la mitad de las páginas del cuaderno,
y en él, quien sea que haya escrito el libro, relataba otro
sueño, uno en el cuál se encontraba en el liceo en el que
había estudiado de joven, esperando a que comenzara la
prueba de matemáticas. Cuando se la entregaron, recordó
que no había estudiado nada, y de pronto al ver hacia

30
delante, obtuvo una imagen más bien siniestra de su
maestra, que lo miraba fijamente, y a pesar de que dentro
del sueño era su profesora de matemáticas, al despertar
recordó bien que esa imagen no correspondía a su
profesora, sino más bien a un amiga suya, con la que se
había encontrado hace unos días. La clase de cosas que
pasan en los sueños.

Maitén retrocede unas 3 páginas y le da un vistazo a otro


texto, fechado 2 semanas antes del que había leído recién:

“Histórico, no sabría qué decir, el país entró en lo que


parece ser un estado de emoción y euforia por todo lo
que depara el futuro ahora que estamos en democracia,
siendo hoy 12 de marzo de 1990, pareciera que todavía
hay gente dando vueltas por las calles, esto no es un
sueño, aunque algunos no lo crean, no es un sueño, y aun
así tengo que escribirlo acá para recordar cómo se siente
todo, ya que no tengo a quien más contarle.

Ayer, como a eso de las 1:30 de la tarde, finalmente y


después de 17 años de una dictadura brutal, asumía el

31
poder en Chile un hombre electo democráticamente,
sonriéndole al público y quizás pensando que haría
ahora para resolver tanta división. Los fachos aun
tiemblan pensando que el libertinaje, el caos y el
comunismo se apoderaran de Chile, mientras los jóvenes
de hoy salen a las calles a celebrar, con guitarras, con
garrafas de vino tinto, escuchando a la Violeta Parra y a
Quilapayún. Es casi como volver a los tiempos de la UP.
Si tan solo nos escucharan a los que fuimos los jóvenes
de ayer.

Sí, yo también estoy feliz, pero no sé si tanto, no sé si


podría confiar en que los Demócratas Cristianos sean
ahora distintos, y gobiernen con los socialistas y nos
lleven al mundo que todos los que entregamos nuestra
voluntad y nuestros sueños a su proyecto. Me cuesta
creer que alguien que antes aparecía en el diario
criticando a Allende e incitando a quebrar la democracia
hoy sea nuestro presidente. No sé cuánto más durará.
Quizás está bien escribirlo aquí, quizás también es un
sueño.

32
Pero así son las cosas, y es mejor que los jóvenes sigan
soñando, y nos dejen a los viejos con nuestra amargura,
en una de esas a ellos si les resulta. Quizás si escucharan
la experiencia.

Aprovechando esta entrada no relacionada con algún


sueño, y ya que me siento más aliviado de poder escribir
todo esto, aprovecho de contar que ayer de nuevo me
encontré con estos engendros que andan viviendo en mi
casa. ¿O será que yo vivo en su casa? El que me la
vendió, nunca dijo nada al respecto, aunque
probablemente lo sabía. Por algo estaba tan apurado en
venderla. Podría decir muchas cosas sobre él, pero no
me gusta hablar mal de los muertos, y menos pensando
que fui de las últimas personas que lo vio antes de su
suicidio. Como sea, solo espero no enloquecer ante tanto
bicho raro que anda dando vueltas acá. O quizás ya
enloquecí, qué se yo. Da igual.
Ahí está, lee el pasaje varias veces para asegurarse una
vez más de que todo es cierto. Ya no dudaría incluso en
llamar al misterioso escritor, su amigo. Triste, piensa ella

33
con algo de sarcasmo, pero no tiene tiempo para sentir
autocompasión, necesita seguir leyendo a su amigo.

Hace rato que perdió la noción del tiempo, y luego de


tanto leer, sin saber si quiera que horas eran, cayó en un
sueño profundo.

34
III

Sábado, como a eso de los dos de la tarde, a esa hora


Maitén es despertada por el zumbido de su celular. La
tercera llamada que recibe durante el día, proveniente de
la misma persona que realizó las primeras dos: Sebastián.

Sebastián es en general un buen tipo, pero sí de Maitén


dependiera, no se hablarían. Y no es que alguno de los
dos sea una mala persona. Es solo que Seba es esta clase
de gente que se mete a la fuerza en la vida de las
personas, y del que no se deshace uno fácilmente, y a
veces es difícil decir si realmente hay amistad ahí o es
solo algo pasajero y forzado.

La joven no consigue contestar su celular ya que, luego


de la batalla que significa abrir los ojos, debía descansar
un rato. Ve el cuaderno botado en el piso al lado de la
cama y descubre pronto que fue lo que pasó y recuerda un
poco los eventos de la noche anterior. La cabeza le duele
y tiene la boca muy seca, pero aún está feliz, y mientras

35
va a buscar algo para comer, repasa un poco todo lo
sucedido para no perder detalles.

Luego de un rato, se dispone a revisar su celular para


enterarse de que está pasando en el mundo, cuando se da
cuenta de que tiene por lo menos cincuenta mensajes de
sus amigos, queriendo saber qué pasó con ella y por qué
no fue a estudiar con ellos. Decide ignorarlos por un rato,
mientras piensa. Lee lo de siempre.

Niños mueren de hambre en África, mientras en Siria los


matan en cada bombardeo, cada día es una batalla, y lo
seguirán siendo en otras partes, porque si no es en Siria
será en Afganistán y si no, en Bosnia, y así. Maitén ya
está acostumbrada. En las dos décadas que lleva de vida,
ya ha visto muchas noticias del mundo, de la gente, de las
guerras y la violencia. Pasa las siguientes noticias. Más
robos, asaltos, tiroteos. Ayer Corea del Norte envía una
amenaza y hoy Estados Unidos responde con una
amenaza más fuerte. “Ojalá se maten todos luego” piensa
Maitén, pero luego se siente culpable por haber tenido un
pensamiento tan macabro. Después de pasar un poco por

36
las noticias de deporte (que en realidad es solo futbol),
política (lo de siempre) y ver uno que otro avance
científico, como para subir el ánimo quizás, decide parar
de informarse del mundo, porque el mundo sigue siendo
el mismo de ayer, y probablemente el mismo de mañana,
y ya está por llegar a las noticias de farándula y
actualidad, y prefiere no amargarse cuestionándose por
qué la gente aún se preocupa de eso. Tiene otras cosas en
las que pensar.

Da unas vueltas, y cuando se da cuenta de que es sábado


en la tarde; que se despertó pasado el mediodía porque se
quedó hasta tarde leyendo el diario de sueños de un
desconocido, solo por la posibilidad de sentir que alguien
más vivió su problema; de que estuvo llorando gran parte
de la noche y de que aún no es capaz ni de ducharse, ni de
cambiarse la ropa que lleva puesta desde ayer y con la
que durmió, ni de estudiar para la prueba para la que sus
amigos estuvieron estudiando, ni de enfrentar a dichos
amigos que se preguntan qué le pasó, que se preocupan
por ella a pesar de que ella no los aprecie; es entonces

37
cuando se siente profundamente miserable, y sumida en
este estado de tristeza, pero a la vez de necesidad de un
cambio, es que se ve enfrentada a la cuarta llamada de
Sebastián. Maitén mira la pantalla del móvil un rato, y
ante tanta insistencia, finalmente contesta.

-Aló, ¿Seba?

-Hola Maitén… ¿Cómo estás?

-Bien bien acá, ¿y tú? ¿Qué pasó?

-Yo bien… sí, no nada, que ayer nos quedamos


esperándote po’, ¿Qué onda? ¿Segura que está todo bien?

-Ay sí, no te preocupes oh.

-Pero ¿Por qué no fuiste?

-Es que no pude ir.

-Ah…

-…

-Y… ¿Por qué no pudiste?

38
-No pude nomás.

-Ya, ¿Qué onda?

-Es que no pude po’ Seba, no necesito más explicación.

-Ya pero ¿Por qué eres tan pesada conmigo siempre?

-No estoy siendo pesada, ¿Pa’ qué te lo tomas personal?

-Ya sí, pero dime, por fa.

-No, no te pongai cargante.

-Ya oh…

-Ya…

-…

-…

-Y… ¿Qué cuentas?

-Nada Seba, no tengo nada que contar.

-¿Nada?

-(Suspira) Nada

39
-¿Vas a hacer algo hoy?

-Sí, tengo muchas cosas que hacer, estoy ocupada.

-Ya, sorry.

-Si…

-Ya chao.

-Chao… que estés bien.

-Ya gracias, igual.

-Chao.

Corta Maitén la llamada y se cuestiona si es que quizás


fue muy descortés con Seba, pero la verdad es que le
resulta difícil no serlo, si en todo el tiempo que lleva
conociéndola, él se ha esforzado desproporcionadamente
en hacerse un hueco en su vida. Llegó sin que nadie lo
invitara. A Maitén esto le resulta incomprensible.

“¿Cómo puede alguien esforzarse tanto por ser mi


amigo? Yo no valgo la pena, no valgo tanto”. Piensa
siempre que Seba la saluda en las mañanas, o siempre que

40
le habla espontáneamente. Este especie de incapacidad
que tiene Maitén para comprender el actuar de su
particular “amigo” causa también que no disfrute mucho
su compañía. No tiene caso preocuparse quizás. No
importa realmente lo que ella haga, tal vez nunca se
deshará de su insistente amistad. No tiene caso.

Y de todas formas, ¿Cuál es la idea de andar por la vida


deshaciéndose de amistades?… Así nunca voy a llegar a
nada con mi vida. Voy a seguir siendo la rara, que se
junta exclusivamente con raros, como el bueno de Seba,
que aún no se merece que yo lo trate como lo trato. Y yo
definitivamente no merezco que él me trate como me
trata. Merezco más bien que nadie nunca me hable, como
lo hace la mayoría del mundo, sobre todo cuando soy tan
mala con Seba, y además le miento. Obviamente no tengo
nada que hacer hoy ni mañana, ni ningún día. Nada
excepto estudiar y sentirme miserable.

Y en eso, su celular vuelve a vibrar. Son los múltiples


mensajes que Seba envía al grupo de chat que tiene con
su grupo de amigos. El grupo se llama “Los Dementes”.

41
Maitén se lamenta una vez más el haber sido incluida en
un grupo con semejante nombre, le parece ridículo.

Seba les comenta a los demás que habló con Maitén, y


que está bien, pero que no le dijo por qué faltó. Todo esto
Maitén lo lee y se extraña de que hablan de ella en un
grupo donde todos saben que está, pero como si ella no
estuviera. Igual y es comprensible, ya que muy rara vez
ha escrito ahí o se ha preocupado de lo que digan. Así es
Maitén, lee cada mensaje e intenta entender todas las
actitudes de la gente que la rodea, sin tomar nunca
participación directa. Con el tiempo, Maitén se ha
convertido en una verdadera analista, una espectadora de
la vida y el mundo, una socióloga cotidiana que estudia al
mundo, con el secreto deseo de ser participe en las
situaciones que mira a diario.

42
IV

Lunes otra vez, Maitén se encuentra en lo suyo, dando


vueltas por los pasillos de la facultad. Va sola,
observando los rostros y escuchando las conversaciones
de sus compañeros, que hablan de lo que hicieron en el
fin de semana.

Se imagina un poco como sería si ella le contara a alguien


su fin de semana, pero la verdad lo tiene que repasar sola
en su mente, porque imagina que a nadie le importaría
saber que fue de su patético fin de semana. Luego de los
eventos del viernes por la tarde y sábado por el medio
día, se dedicó a estudiar para la prueba de filosofía, de la
que acaba de salir, y de leer más entradas en el misterioso
cuaderno del que aún no sabe quién es el dueño, y así
pasó los días. Un poco de Kierkegaard y un poco de
sueños, pensamientos y relatos de monstruos que viven
aún en su casa, acompañado de alguno que otro

43
remordimiento o pensamiento melancólico. Ese fue su fin
de semana.

Fuera de eso, el domingo tuvo otro encuentro, con un


ente de aires más bien animalescos, como una fiera o algo
así, que se trepaba sobre el marco de la puerta de su
habitación. El solo hecho de que los monstruos estén
entrando ya en su habitación la llenó de un tremendo
pesar. Siente que están ganando terreno en toda la casa, y
que ya pronto ella será desplazada, y no tendrá lugar en el
mundo donde habitar y ser ella, y entonces no tendrá
nada.

Mientras sentía que el ser la observaba, ella intentaba no


verlo y concentrarse en su lectura, pero no podía. Sentía
su presencia en toda la atmósfera del lugar.

Finalmente se fue tal y como llegó, es decir, sin que


Maitén lo notara, como si hubiese desaparecido.

La muchacha llega al comedor, donde almuerzan a veces


los estudiantes, cuando tienen horarios de clases muy
próximos y no les queda tiempo para ir a comer a otro

44
lugar. Ahí ve que está conversando su grupo de amigos.
Lamentablemente para ella, la ven y le hacen señas.
Maitén muere de vergüenza pues piensa que en un
contexto universitario, sus amigos se comporta de
maneras muy ridículas, como si aún asistieran a una
escuela primaria, y esto despierta en ella una sensación de
ansiedad muy grande, pues a veces siente que cualquiera
la puede estar mirando, y pensado lo ridículos que son
ella y sus amigos. Por supuesto que sabe que todos tienen
mejores cosas en que pensar más allá de ella, pero es
difícil deshacerse de esa sensación.

Finalmente Maitén no puede ignorarlos y se va a sentar


junto a sus amigos, quienes de inmediato comienzan a
hacerle preguntas:

-Buena Maitén, ¿Qué onda? ¿Por qué no te juntaste con


nosotros? –pregunta Miguel.

-Sí, ¿Qué pasó?

-Como que igual y la Maitén no va nunca a las juntas, sí.

45
-Es que siempre tiene que hacer algo.

-Ya pero cuenta po’, ¿Qué onda?

-No nada, es que la verdad no me sentía muy bien –


explica Maitén.

-Oh, que lata. Y ¿Por qué?

-No sé, me dolía la cabeza y eso.

-Ah sí, igual y me ha pasado de repente-añade Valeria

-Hola Maitén, ¿De qué me perdí chiquillos?- Dice Seba,


que viene llegando con una caja de jugo.

-Hola Seba… no nada, hablaba con los chicos de su junta.

-Sí, parece que le dolía la cabeza.

-Ya, de verás. ¿Por qué no me dijiste cuando te llamé?

-Nah, no sé, no te quería preocupar.

-Y ¿Cómo estás ahora?

-No si ya estoy bien –Maitén ya se comenzaba a cansar


de la conversación, pero los chicos no lo notaban.

46
-¿Segura?

-Si Seba, estoy segura, si me sintiera mal lo sabría.

-Relax Maitén –Ríe un distendido Alonso, que había


estado callado.

-Y bueno… ¿Cómo les fue en la prueba?

Inmediatamente, Maitén se sume de nuevo en su silencio


habitual, y se limita a escuchar las respuestas de sus
compañeros ante la pregunta planteada.

Pasado un rato, Miguel revisa su celular para darse cuenta


de que son ya las 1:30, y tienen que partir a clases de
introducción a la etnolingüística.

Maitén recuerda que entiende bastante del ramo, porque


leyó unos libros antes, así que piensa que puede
prescindir de la clase. No tiene ganas de ir.

-Vayan sin mí, yo me voy a quedar acá un rato.

47
Sus amigos, al principio quieren insistir en que no falte a
la clase, pero viendo que igual van llegando tarde,
prefieren apurarse y dejarla sola, como es su voluntad.

Maitén queda sola, mirando a la nada, sentada en una


mesa del comedor.

No le gusta mucho estar sola, pero finalmente, es como


siempre ha estado, aunque pueda rodearse de personas.
Dentro de ella, la soledad es inevitable.

Saca el cuaderno de su mochila, y comienza a leer un


poco más, para sentirse un poco mejor. Para no
preocuparse tanto.

Pasa las páginas intentando recordar las que ya ha leído y


las que aún no, y se detiene en una de las más cercanas al
final del cuaderno, a pesar de no haber leído muchas de
las que están antes.

“Cada vez más oscuro. Voy avanzando en la misma


habitación en la que recuerdo haber estado en otros
sueños, pero cada vez que aparece es más y más oscura.

48
Hoy ya no pude ver los retratos que adornaban las
paredes, ni las elegantes alfombras, que combinaban tan
bien con las cortinas y las sillas que estaban en todo el
lugar. En eso tropecé con una de las sillas y caí al piso,
pero debo haber estado muy alto porque caí mucho
tiempo, como si hubiera traspasado el piso y solo hubiera
estado en caída libre. Debo haber estado cayendo por lo
menos en dos sueños más, o ese fue el instante de
transición y entre un sueño y otro, la verdad no sé, no se
puede medir el tiempo cuando uno duerme, solo sé que
fue mucho. Tampoco supe dónde caí, pero lo siguiente
que pasó fue que estaba en un jardín que daba a una
casa, que, a pesar de que no se veía como mi casa, era mi
casa de todas formas. Yo estaba ahí con Matilde, lo cual
es extraño, porque hace tiempo que no pensaba en ella,
no desde que partió a Argentina. Pero estábamos ahí
conversando, y ella me decía que vayamos adentro de la
casa. Yo me negaba rotundamente. No la podía dejar
entrar, porque si entraba vería todas las criaturas
extrañas que viven dentro, huiría, y probablemente no

49
querría saber nunca más de mí. No podía dejar que eso
pasara. Creo que muy dentro de mi mente, aun siento
cosas por ella.

Entonces estábamos los dos ahí, tendidos sobre el pasto.


Ella tenía mucho frío, tiritaba. Yo también tenía frío,
pero tenía que ser firme y no entrar a la casa. Ya
comenzaba el cielo a arrebolar y el jardín se teñía con
esta especie de sombra que comienza a cubrir todo,
dando los primeros indicios del anochecer. Intenté
abrazarla para disipar un poco el frío, pero entonces,
ella se paró y empezó a caminar a mi casa. Yo le tomé la
mano e intenté impedir que siga avanzando, pero ella
solo se quería ir adentro. Estuvimos así un buen rato,
hasta que en un punto, se puso a llorar, histéricamente.
Entonces ya no estábamos en el jardín, sino que, sin
saber cómo llegamos ahí, estábamos a la entrada de la
casa. Ahí se parecía más a como era mi casa realmente,
pero su rostro ya no se parecía, estaba casi
completamente desfigurado y yo solo podía escuchar su
estridente llanto, que escalaba en mis oídos hasta niveles

50
alarmantes. Entonces me volteo y lo veo. Otra vez un
monstruo, como los que han estado apareciendo en mis
sueños constantemente, los que han estado apareciendo
en mi casa constantemente, los que en ningún momento
de mi vida parecen dejarme tranquilo. Ni si quiera
cuando duermo estoy a salvo.

En ese instante desperté, y acá estoy, escribiendo estas


palabras, con miedo de que quizás, este también sea otro
sueño. ¿Cómo puedo saber cuándo estoy despierto y
cuándo no? Si finalmente, ambas cosas son tan
parecidas. Cuando estoy durmiendo, pienso que tengo el
control de toda la situación, hasta que despierto y me doy
cuenta de que nunca tuve nada, que solo fue un sueño.
Cuando estoy despierto también pienso que tengo el
control de las cosas, pero ya pareciera que tampoco es
así. Pareciera más bien que son ellos, los monstruos, lo
que me controlan, me dominan completamente. Ya no
vivo fuera de la casa, y tal como la dulce Matilde de mi
sueño, todos se han apartado de mí. Estoy solo, solo y
cada vez más solo, y no parece que haya otra alternativa.

51
Me doy cuenta de que no tengo como escapar de esta
vida mía cuando los entes me siguen hasta en mis sueños
para atormentarme. No sé cómo me desharé de este
problema, pero esta vida, tal y como la estoy llevando, ya
no puede seguir”.

Maitén queda helada, mirando el cuaderno mientras


siente que ya las lágrimas la sobrepasan una vez más.
Habiendo tomado conciencia de la precaria situación en
la que estuvo su amigo en estas últimas páginas del
cuaderno, se siente abrumada pensando que quizás este
sea su destino también. Se siente afortunada por lo menos
de no poder recordar la mayoría de las cosas que sueña,
así al menos no tiene que enfrentarse a estas
desesperanzadoras visiones.

Le gustaría poder ayudar, pero sabe que poco puede hacer


por una persona que vive en otro tiempo, y de la que no
sabe nada en la actualidad. Quizás puede estar muerto
incluso. Es difícil decir.

-Hola, ¿Qué haces acá?

52
Maitén es abruptamente apartada del trance en el que se
encuentra y no sabe que decir. El joven que le habló
entonces se percata de que quizás no era el mejor
momento para hablar, pero lo hace de todas formas.

-Soy Jaime. No sé si me recuerdas, pero estamos juntos


en clases de filología I, creo. Vi que estabas sola y pensé
saludarte… pero quizás no fue buena idea. Bueno, ya me
iba.

-No pero… no te preocupes, estaba pensando… creo que


te he visto alguna que otra vez, aunque la verdad solo he
ido a algunas clases.

-Ah sí, bueno igual. Y ¿Cómo te llamas?

-Maitén.

-Un gusto entonces… Maitén, ¿Y cómo te dicen tus


amigos?

-Maitén.

-Ah, ya veo.

53
-Si.

-…

-Y tú eras ¿Javier?

-Jaime.

-Perdón, soy un asco recordando nombres.

-No te preocupes-ríe – está bien, no es que mi nombre


diga mucho de mí tampoco.

-¿No te gusta? Creo que tengo un tío abuelo o algo así,


que se llama Jaime.

-No no, si me gusta. Es que no sé. ¿Tú crees que algo tan
brígido como un ser humano pueda ser contenido en solo
un nombre?

-Chuta, ahora que lo pones así, supongo que no, no se


puede.

-¿Cachai?

-Ósea igual tiene sentido, pero ¿Tú crees que seamos tan
complejos?

54
-Pero obvio, somos como… como si cada uno fuera un
mundo.

-Sí, eso dicen siempre, pero yo no sé, no me siento como


si fuera un mundo. Quizás una hectárea o algo así, pero
no un mundo- Ríe un poco.

-Ya, demás que eres más compleja que eso.

-Ósea, puede ser pero igual está como la típica gente que
vive sus vidas superficiales, preocupados de asuntos
banales, y no sé, me cuesta pensar que ellos son un
mundo.

-Mmm, y ¿Has hablado con alguien así?

-La verdad no, no soy mucho de hablar con la gente, soy


más de observar desde lejos- dice Maitén mientras se
ruboriza un poco, luego de pensar en lo que acaba de
decir.

-Ahí está po’. Los ves superficiales porque de lejos solo


puedes ver la superficie. Debes sumergirte en sus vidas
para entenderlos a fondo.

55
-Ah bueno si, supongo que sí, pero nunca he sido muy
buena para darme con la gente en realidad. No sé si se me
dé la oportunidad para hacerlo.

-No creas, yo la verdad te encuentro súper simpática…


ósea, al menos en este rato que llevamos hablando.

-Gracias… tu igual eres buena onda.

-Mira, cachai que este sábado me saco carrete en mi casa.


Voy a invitar a hartos amigos de por acá, así que eso, no
sé, ósea, si quieres tener la oportunidad de conocer a más
gente, y juzgar que tan superficiales son, puedes hacerlo,
estás invitada.

-¿De verdad?... ósea, ya buena, bacán… ahí estaré


entonces.

-Te tengo que decir dónde es mi casa si po’.

-Ah sí, que tonta- ríe incómodamente.

-Calma, te mando la ubicación… ¿Cuál es tu número?

56
Luego de intercambiar números, continúan conversando
un buen rato. Ya la clase de introducción a la
etnolingüística había terminado y Maitén pudo ver como
sus amigos se largaban. Afortunadamente para ella, no la
vieron y siguieron su camino. Mientras, ella sigue
intercambiando pensamientos e ideas con Jaime, quien no
parece tener nada mejor que hacer.

-Igual y todavía estoy viendo, quizás el otro año deje la


carrera y me vaya al conservatorio o algo así. Siempre me
ha gustado la música- comenta Jaime.

-Ah mira, que buena, yo creo que me voy a quedar en


esta nomás, si igual es interesante.

-No sé, tú tienes pinta de socióloga igual.

-¿Tú crees?

-Ósea, te empeñas en entender la sociedad.

-Pero eso no es porque me guste, es porque de verdad no


la entiendo. Me gustaría más bien, poder encajar.

-Ya veo, pero con calma.

57
-Si si, con calma, supongo.

-Ya Maitén, yo me tengo que ir, pero de verdad que me


gustó conversar contigo, nos estamos viendo. Chau.

Maitén de inmediato se pone a pensar y se da cuenta de


que en todo el tiempo en el que estuvo hablando con
Jaime, no pensó en ningún momento en la terrible
sensación de vacío que la invadía una vez terminó de leer
aquel relato en el cuaderno, y al verse ante la posibilidad
de quedar sola de nuevo, y además, tener que irse a casa y
enfrentarse una vez más con los monstruos, decide
aferrarse a la opción de no pensar en ellos un poco más.

-Pero y ¿A dónde vas? Te puedo acompañar si quieres.

-¿Sí? Voy a hacer unos trámites al centro, no creo que


quieras venir.

-Sí, te acompaño si igual no tengo nada mejor que hacer.

-¿Segura?

-Segura.

58
Maitén lamenta esta decisión luego, estando parada en la
cola de un banco junto a su nuevo amigo. Ya los temas de
conversación se habían agotado hace rato y el momento
juntos alargado artificialmente ya no hace más que
regalarles largos silencios incómodos acompañado de
breves comentarios.

Esta sensación de incomodidad hace que Maitén se sienta


mal, al mismo tiempo que empieza a sentirse insegura
con respecto al asunto del cuaderno una vez más, así que
opta por una nueva estrategia.

-Cachai que hoy estaba leyendo este libro nuevo que me


compré, es bien bueno, pero igual me deprime un poco.

-¿Sí?, ¿Cómo se llama?

-… Diario de sueños- Inventa Maitén.

-Mira ah, y ¿qué onda? ¿Por qué te deprime? ¿De qué se


trata?

-Mmm, es que igual está escrito de una forma súper


original, cachai. Es como experimental.

59
-Ya ya.

-Entonces la idea es que el libro simula como un diario


donde el narrador va escribiendo sus sueños, y los
combina con elementos de su vida real.

-Buena, bacán.

-Claro, y entonces uno va de a poco cachando como que


le pasa en la vida y lo relaciona con sus sueños. Es muy
loco.

-Y ¿Qué te había deprimido? Sin spoilers sí, porque en


una de esas me lo compro.

-No no, es que es como una parte súper deprimente,


porque el tipo dice que siente que pierde el control sobre
su vida, ante todos los… problemas que lo abruman,
entonces no sabe qué hacer, y empieza a soñar con sus
problemas que le pasan, y resulta todo peor.

-Chuuu, pucha, igual y medio predecible ¿O no?

-No no, es que la manera en la que lo cuenta. No sé.

60
-Bueno si igual y eso influye caleta, pero demás que
termina bien.

-Yo no sé, es que igual el libro es súper realista, así que


demás que el final es triste también.

-Ya pero que sea realista no significa que tengo que ser
triste si po’.

-No sé Jaime, la realidad a veces es triste.

-Que te vas en la volá- ríe- Tranqui oh, no te pongas tan


pesimista.

-Sí, supongo que igual y estoy siendo pesimista. Demás


que va a estar bien.

-Si si, pero y si no igual piensa que es un libro, no dejes


que te afecte tanto.

-Es que a veces como que me meto demasiado ¿cachai?


Y empiezo a sentir que no es como solo un libro, pienso
que igual me puede pasar a mí, porque me siento muy
identificada.

61
-Ah, pero piensa que estas cosas las hacen como para que
uno se sienta identificado, nada más.

-Sí, puede que tengas razón.

-Y en todo caso, ¿Cuáles son tus problemas que ves


reflejados en el libro?

-No, no sé, tonteras nomás.

-¿Segura? Yo creo que si te afectan no pueden ser


tonteras, o ¿no me quieres decir?

-No, no es eso… es solo que…

-Ya está bien, no te preocupes, si igual es difícil hablar


estas cosas.

-Sí, igual.

-Háblalo con tus amigos más cercanos sí, ellos pueden


ayudar.

-Si…

-…

62
-Ya, yo me tengo que ir, sorry por no acompañarte más
tiempo pero me acorde que… me tengo que ir.

-Ya, tranqui, igual gracias por acompañarme. Chao, que


estés bien.

-Ya gracias, igual.

Maitén se aleja y mientras va caminando piensa en lo


mala idea que fue contarle esto a Jaime. Se lo imagina
buscando el nombre de un libro que no existe y se siente
ridícula. Siente de pronto que todo su problema es
completamente absurdo, pero además, siente que
probablemente no la va dejar nunca, y tiene miedo de leer
el resto del cuaderno, porque probablemente el final sea
aún más desesperanzador.

63
V

Llegando a su casa la joven intenta pensar que, a pesar de


todo, Jaime es simpático y serán buenos amigos. A la
entrada sin embargo, la recibe la desesperanzadora
imagen de dos criaturas corriendo por el comedor, pero
ya le da igual, ni si quiera repara en cómo se ven, solo
sigue su camino hasta su cuarto, donde se recuesta y saca
su celular, solo para no sacar el cuaderno y seguir
leyendo.

Una vez la luz brillante y clara del aparato llega a sus


ojos, se percata de dos cosas. Una, que le llegó la
ubicación de la casa de Jaime, por lo que decide escribirle
agradeciéndole, en realidad solo para tener un pretexto
para hablarle y así mantenerse ocupada en una
conversación con él. Lo otro es que en el chat grupal de
sus amigos añadieron a un nuevo participante, ahí está su
número.

64
En lugar de preguntar quién es, Maitén espera a que
empiecen a hablar. Pasado un rato se entera de las
noticias. Ese mismo día, conocieron a otra chica:
Catalina. Catalina de inmediato se dio bien con el grupo y
después de charlar un buen rato con ella, resolvieron
añadirla, lo que vendría siendo el mayor simbolismo que
pudieron encontrar para decir que estaba aceptada en su
conjunto: Su chat.

Luego de un rato de distendida conversación entre los


integrantes (excepto Maitén, que aún estaba en su
constante faceta de espectadora), alguien sugiere que
quizás sería buena idea juntarse en algún lugar.
Súbitamente, Maitén ofrece su casa, en un breve y
conciso mensaje. “Mi casa” es todo lo que dice, y a pesar
de que no había dicho palabra en al menos la media hora
que llevaban de conversación y probablemente el nuevo
elemento del grupo ni si quiera sabe quién es ella, todos
acceden.

Pasada una hora, los muchachos comienzan a llegar con


sonrisas en el rostro y bolsas de comida chatarra. Maitén

65
estuvo ansiosamente esperando a la llegada de sus
amigos, sin ni si quiera ella alcanzar a comprender en su
totalidad de dónde vino el gesto de prestarles su morada
para que puedan juntarse, a pesar de que quizás los invitó
solo por cierta impulsividad inusitada en ella, quizás por
el temor de quedar abandonada y apartada como la
persona del cuaderno, o quizás por el necesidad de
mantenerse ocupada en otras cosas para no pensar en los
seres que habitan en su hogar, y que en estos momentos
observan con cautela la llegada de estos “intrusos”. De
todas formas, la dueña de casa confía ciegamente en que
sus extraños compañeros de vivienda no se manifestarán
hoy, sin saber realmente por qué. Invitando a la gente a
pasar, ella los desafía y espera que, así como ha estado
perdiendo terreno en su hogar en los últimos días, pueda
hoy ganar un poco de espacio.

Sin tardar, los jóvenes se acomodan como pueden en la


sala de la casa y se quedan conversando un buen rato con
respecto a la universidad, a sus deseos futuros y a la vida
en general. Pasan de mano en mano las bolsas de frituras

66
que caían en forma de migajas al piso para luego ser
recogidas por una laboriosa Maitén, a la par que circulan
las palabras y alguno que otro trago por las bocas de los
estudiantes. Maitén incluso es capaz de tomar parte en
algunos de los temas que surgen de vez en vez, causando
además que sus pares la vuelvan a percibir más cercana.
Aún están un poco sorprendidos de que luego de semanas
y semanas de negarse completamente a ellos, hoy los
invite a su casa de la nada, y se muestre tan abierta a
compartir sus ideas y sentimientos. Un misterio, la
verdad.

Más tarde, los chicos emprenden su rumbo de vuelta a sus


respectivas casas, agradecidos por el rato agradable que
tuvieron en donde su amiga, y esperando que se repita.
Maitén piensa que seguramente así será, mientras los
mira alejarse, satisfecha, desde el marco de la puerta.
Satisfecha, no solo porque finalmente pudo pasar un buen
rato con estas personas que desde siempre se hicieron
llamar sus amigos y porque Catalina resultó ser
agradable, sino también porque sus sospechas resultaron

67
ciertas, y los espectros que habitualmente rondan por los
rincones de su casa no se dignaron en aparecer. Ha
resultado una verdadera victoria, y Maitén se siente una
auténtica genio por haber triunfado con tal maniobra. Ya
ni si quiera siente la necesidad de recurrir al cuaderno
para ver que pasó luego con su amigo, siente que quizás,
solo quizás, tiene amigos reales después de todo.

Sin embargo este solo es el comienzo, la declaración de


guerra a los monstruos, y aún faltan muchas batallas por
dar.

68
VI

Martes por la tarde, Maitén va saliendo de la clase de


introducción a la sociología y se haya en el conflicto
interno de hablar con Jaime o hablar con sus amigos, a
quienes aprecia una vez más. Quedarse sola no es una
opción para ella. El problema parece resolverse cuando
ve que Jaime está conversando con unos compañeros y,
movida por su timidez, evita ir a saludarlo y se va con los
suyos.

-Hola chicos, ¿Cómo estuvo su día?

-Piola- Contesta Alonso.

-Bien bien Maitén, y ¿el tuyo?- Responde Valeria

-Bien igual, han estado buenos los días.

-Sí sí igual caché que ahora andai como más animada.

-Si, en volá sí. ¿Qué onda Maitén? ¿Estai pololeando?

69
-Ya… ¿Qué onda? ¿No puede estar una mujer feliz
nomás porque si?- Ríe Maitén.

-Si po’ Alonso, ubícate- Remarca Valeria.

-Chuta sorry, me anduve medio desubicando parece ah.

-¿Ya están peleando?- Interrumpe Miguel, que viene


recién llegando con Catalina.

-Hola chicos- Añade Cata.

-Nah, como se les ocurre, estamos dialogando- Bromea


Valeria.

La conversación prospera en los diversos temas que son


habituales en sus charlas, y a pesar de su nueva actitud,
Maitén no puede evitar distraerse un momento en sus
pensamientos, lo cual le resulta peligroso.

-…y hubieras visto la cara de Miguel cuando se dio


cuenta.

-Ya, pero ¿para qué tienes que seguir contando esa


historia?

70
-Son bromas oh.

-Y ¿Han avanzado en la nueva temporada de “Rick and


Morty”? Está bien buena ah.

Ya están de nuevo con su “Rick and Morty”… más fome


la serie. No ya, si igual está bien, no me voy a poner a
pensar en eso ahora… buena onda los chicos, pero ojalá
y tuvieran buenos gustos…. anoche no pensé en esto, no
tiene por qué ser distinto hoy…

-… igual brígido ese capítulo.

-Sí, es todo loco, dicen que hasta tiene toques medios


existencialistas.

Ya, le dan color, si no es existencialista su serie, es


súper… gustos son gustos Maitén, por cosas así es que
nadie te quiere… no ya, no pienses así, si ellos si te
quieren… ¿de qué están hablando?

-Si en verdad el trap igual y es bien bueno, yo creo que en


un tiempo más va a reemplazar al reggaetón.

-Si es que no lo hizo ya.

71
No puede ser, ¿cómo llegaron a esto?

-Oigan, ¿alguien cacha un músico que se llama “Art


Pepper”?- Pregunta Maitén.

Las caras de los amigos se llenan de confusión.

-¿Hace trap?

-No… olvídenlo, permiso, voy al baño.

Maitén se va como entre caminando y corriendo al baño,


sumida en una especie de angustia momentánea.

-Ya, y a esta, ¿Qué le dio ahora?- Comenta Alonso.

-No cacho, pero bueno, así es la Maitén supongo.

-Hola chicos, ¿Cómo están?- Dice Seba, que venía


llegando con un café en su mano.

-Bien bien acá, estábamos conversando un rato.

-Y la Maitén ¿la han visto?

-Sí sí estaba acá recién pero se fue súper rápido al baño


de repente.

72
-Anda rara la Maitén ahora último, ¿sí o no?

-No sé, Seba, ayer andaba re buena onda.

-Sí pero esa actitud tampoco es tan normal en ella. Es


como si estuviera forzando algo.

-¿Tú crees?

-Sí, si yo la conozco.

-Nosotros igual Seba.

-Sí…

-A lo mejor anda, tu cachai… en esa época del mes-


sugiere Alonso

-Ya, el weón, ahora las mujeres no podemos no cumplir


con lo que se espera de nosotras porque seguramente
andamos con la regla po’- protesta Valeria.

-Chuta, sorry.

Se produce un silencio incómodo y mientras tanto,


Maitén está en el baño, mojándose un poco la cara.

73
Ya a ver, a ver Maitén: Esfuérzate un poco más. Ellos te
quieren, no necesitas nada más. No tienes a nadie más,
los necesitas. Nadie quiere estar solo, y tú tampoco… y
respétale sus gustos ¿tanto te cuesta?, o ¿quieres volver
a casa con todas esas monstruosidades? Obvio que no.

Luego de un rato, la joven vuelve con sus demás amigos.

-Oye Maitén, ¿estás bien?

-Sí, tranqui… Hola Seba.

-Hola…

-¿Y qué van a hacer hoy?

-No sé, yo cacho que nos vamos para nuestras casas


nomás.

-Ah, pero y ¿no sé quieren ir a mi casa un rato?

-No sé Maitén, no queremos molestar, además hay que


estudiar para introducción a la ética.

-Ya pero estudiemos juntos.

74
-Yo no puedo hoy, tengo que ayudar a mi mamá a cargar
unos muebles- comenta Alonso.

-Si yo igual creo que tengo que ir a ver un acto de mi


hermano- Dice Miguel.

-Pucha, ¿y los demás?

-Mejor otro día Maitén, descansemos un rato.

-Ya… bueno

Llegando a casa, Maitén casi puede sentir como los entes


de su casa se ríen de ella y de su fracaso el día de hoy.
Sin embargo, la muchacha tiene mejores cosas de que
ocuparse que de los seres de aspecto humanoide que se
arrastran por la sala principal –o de su prueba de ética.
Llegando a su cuarto, saca su celular y se dispone a
entender completamente a sus amigos, viendo episodio
tras episodio de las series que ellos disfrutaban, y a
escuchando canción tras canción de sus artistas favoritos.
Lo único que desea es dejar de ser Maitén. Esa Maitén, la
Maitén que vive en su burbuja y no se relaciona con el

75
mundo exterior, la que está siempre observando y nunca
está siendo parte de nada, está cansada de esa Maitén, y
se quiere convertir en una Maitén protagonista, una con la
que siempre soñó, con la que esperaba ser cuando era una
niña solitaria, cuando crecía entre medio de todos esos
niños que la ignoraban, cuando sacaba los mejores
promedios solo porque no tenía nada que hacer con su
vida excepto estudiar, cuando salió del colegio y todos
sus compañeros lloraban por la pena de separarse,
mientras ella estaba ansiosa de un nuevo comienzo, y
definitivamente, la Maitén a la que esperaba llegar a ser
cuando decidió mudarse a esta vieja y solitaria casa. Es
un sueño que no podía dejar escapar. Esta era la nueva
Maitén.

76
VII

Al día siguiente, la joven tiene aún sueño, pues se quedó


hasta tarde sumida en su afán de ser como sus amigos.
Llegando a la facultad, primero se encuentra con Jaime,
con quien no había hablado el día anterior, así que se
quedan un rato conversando sobre sus vidas y sobre la
junta que tienen planeada para el fin de semana.

-Van a ir unos amigos de derecho igual.

-Buena, no conozco a nadie de derecho.

-Sí, igual y no salen mucho, todo el día aprendiendo


jurisprudencias y esas cosas, a los pobres apenas les da el
tiempo para respirar.

-Mira, capaz que debería haber estudiado derecho, así por


lo menos tendría algo que hacer con mis ratos libres.

-No tendrías ratos libres, Maitén.

77
-Por eso, mejor, siempre que estoy sin nada que hacer, me
pongo a pensar mucho, y eso no me gusta.

-La volaita.

-Si…

-Bueno, yo me tengo que ir a estadística. Una lata.

-Oh sí, bueno igual y que te vaya bien.

-Gracias, nos vemos.

-Sí sí, bye.

Maitén queda un rato pensando en Jaime, y en lo mucho


que disfruta estar con él. Quizás se atrevería a pensar que
de hecho él le atrae, pero no lo hace porque nunca, aun en
todo el tiempo que lleva dando vueltas en este mundo, se
ha enfrentado a esa clase de sentimientos. De todas
formas lo que le gusta a Maitén de juntarse con él es que
le da una sensación de seguridad mayor, y eso es porque
en su mente aún están los rastros de los años en el
colegio, donde todo parece estar tan jerarquizado, y
puede existir gente que está por encima de otros solo por

78
con quien se junta o con cuánta gente, o por lo que hace
en sus ratos libres. Estas ideas que quedaron en la mente
de la joven hacen que se sienta continuamente inferior al
resto de las personas, pero a la vez causan que la
posibilidad de juntarse con alguien que se ve tan por
encima la haga pensar que quizás no está del todo abajo,
y hace también que fantasee con la posibilidad de que
incluso su grupo de amigos la mire a ella como alguien
superior. Eso no va a pasar, porque para ellos, estas
jerarquías no tienen ningún sentido.

Se puede decir que sus amigos tampoco son ajenos a los


sentimientos de alienación y de inferioridad a los que
Maitén se enfrenta continuamente, en algún momento
ellos también han pasado por lo mismo, pero tiempo
atrás. La vida no es fácil para nadie.

Saliendo del examen de ética, Maitén siente que por lo


menos la suerte la acompañó esta vez, y es que a pesar de
no haber estudiado, pudo defenderse en algunas
preguntas, o eso espera. De todas formas las notas no son
su principal preocupación en este momento, claro está.

79
En su mente hay muchas otras preocupaciones que están
antes, y está a punto de hacerle frente a una de estas,
cuando se topa una vez más con sus amigos.

-Hola chicos, ¿cómo les fue?

-Mal, súper mal la verdad.

-Sí, el profe se fue en la volá.

-Loco, yo estoy seguro de que Álvarez me tiene mala, no


importa lo que conteste siempre me lo encuentra malo.
Yo ya me rendí con su ramo.

-Sí, sí igual es pesado el viejo.

-Chuta, y yo pensaba que me había ido bien.

-Pero demás que sí, si igual eran como estas preguntas


súper ambiguas.

-Sí, es difícil saber.

-Y cachen que finalmente empecé a ver “Rick and


Morty”.

-Bah, ¿y eso?, pensé que no te gustaba.

80
-Sí, como que siempre dijiste que la encontrabas fome.

-Sí pero bueno, tenía que darle una oportunidad igual.

-Bacán, no te vas a arrepentir.

-Oigan y ¿les tinca si nos juntamos hoy? Vemos unos


capítulos de repente.

-Oye Maitén que andai con ganas de junta parece.

-Si po’, es que una igual de repente se aburre viviendo


sola, tu cachai.

-Si ya, en volá podemos ir a dar una vuelta o algo.

-Buena Migue.

-Ya sí, yo hoy no tengo nada que hacer-Comenta Valeria.

-Buena, yo tampoco, igual estaría bacán su junta- Dice


Cata, sumándose a la idea.

-Sí, le entro- sentencia Alonso.

-Oigan, ¿Y Seba?

81
-Verdad sí, a mí me pareció verlo que se estaba yendo,
pero igual sería como raro, que se vaya sin despedirse.

-Bah, otro más.

-¿Otro más qué?-Pregunta Maitén.

-No, nada… ¿Vamos entonces?

-Vamos po’.

Durante la tarde, Maitén una vez más se ve poseída por la


idea de pertenecer a algo, de tener gente que es como ella,
de poder compartir con sus pares y estar relajada,
apartada de todos los problemas y preocupaciones a los
que ha estado expuesta en el último tiempo. Pareciera que
la vida le sonríe una vez más, a la vez que le da otra
oportunidad para ser quien siempre quiso ser. Ya no se
siente apartada. Está siendo parte.

Los muchachos dan vueltas por el centro de la ciudad,


para luego dirigirse a la casa de Alonso, quien ofreció que
pasaran allá, ya que quedaba más cerca, aliviando a
Maitén por un lado, pero también decepcionándola, ya

82
que quería seguir desafiando a los seres de su casa,
continuando con esta especie de guerra fría que se está
librando.

Estando allá, y luego de un rato, deciden llamar a Seba


para invitarlo también, y a pesar de que este titubea al
principio, finalmente decide sumarse a sus amigos.

La nueva actitud de Maitén, acompañada por su nuevo


gusto por las mismas series y la misma música que gusta
a sus amigos, es en general bien recibida por el grupo,
excepto por Seba, quien está evidentemente incómodo.

-¡Buena cabros, llegaron las pizzas!- grita de júbilo


Alonso.

-Oh bacán.

-Pasen la plata pa’ pagar si po’.

-Sí sí.

-Oye Seba y ¿qué onda tú? No has dicho nada en todo el


rato- comenta Valeria.

83
-…

-¡Seba!

-Ah, ¿Sí?

-¿Qué onda po´? Nos juntamos para pasarla bien.

-No nada.

-¿Seguro?

-…Voy a estar afuera un rato.

-…

Un silencio sepulcral llena la previamente dichosa


habitación mientras los amigos ven a Seba, quien quizá
sería la persona más alegre del grupo, abandonar el lugar
con un aire de tristeza que lo llena todo. Nadie entiende
bien qué es lo que le pasa.

-Alguien debería ir a hablar con él.

-Maitén, ¿Por qué no vas tú?, yo creo que a ti te va a


escuchar más que a nadie- sugiere Alonso.

84
-¿Tú crees?

-Por fa

Maitén abandona el cuarto en busca de Seba, mientras los


demás aun observan.

-¿Estás seguro de que Seba va a escuchar más a la Maitén


que a nosotros?- susurra Valeria, algo confundida.

-Tengo una sospecha…

-Ah chuta, ¿Qué onda?

-Hay que cachar.

Seba está sentado en la vereda, mirando fijamente a la


luna, que ya comienza a salir a esa hora, en eso llega
Maitén.

-¿Puedo sentarme acá?

-Si quieres…

-…

-…

85
-Pucha Seba, ¿Qué onda? ¿Qué pasa?

-¿De verdad te importa saber?

-Obvio que si po’, estamos todos preocupados- responde


Maitén, aunque la verdad es que quizás ella es la menos
preocupada de la salud emocional de Seba.

-No sé… si quieras saber.

-Sí, sí quiero saber.

-Pero si sabes quizás no quieras hablar más conmigo, y


eso no me gustaría.

-No hables tonteras, eso no va a pasar- la verdad es que


no le importaría tanto no hablar más con Seba.

-Es que me incomoda… como estás ahora último, sé que


esa no eres tú.

-¿De verdad? Nada que ver oh- dice Maitén, algo molesta
por lo último, además de sorprendida por verse aludida en
este problema, que parecía ser solo de Seba.

86
-No lo niegues Maitén, a la larga te va a hacer mal fingir
ser algo que no eres.

-Esta es como yo siempre he sido, solo que ahora me


atrevo a mostrarlo…

-No lo creo, yo te conozco, y tú eres mucho más especial


que eso.

-Seguramente tú vas a conocerme, si me conocieras no


pensarías que puedo ser especial… porque no lo soy.

-No hables tonteras…

-Y en todo caso, ¿por qué se supone que te afecta tanto lo


que yo haga o deje de hacer?

-¿No es obvio ya?

-No, la verdad es que no, y empieza a molestarme.

-Es porque…

-…sí…

-Porque me gustas Maitén, la verdad es que…

87
-¿Lo dices en serio?

-Sí, desde que te conozco, he encontrado que en ti hay


algo que es diferente a los demás, algo muy diferente…

-Y ¿tú crees que eso es bueno? ¿No sabes lo doloroso que


es ser diferente?

-Maitén…

-Sabes que Seba, esta conversación no me está gustando,


yo me voy adentro.

-…

-Chao.

-…

Seba queda afuera, solo, ahogado en su tristeza. De sus


ojos no caen lágrimas, pero a cada segundo siente que ya
lo harán. La amargura reina esta noche en su pecho,
mientras la chica que reinó su corazón y sus mejores
pensamientos, se va para no volver. Esa no es la que yo
conocía, ni de la que me enamoré, y aunque nunca me

88
mirara de vuelta, vaya que me hizo sentir bien. Aunque
nunca nada fue real, vaya que te extrañaré, a donde
vayas, mucha suerte, mucha suerte Maitén.

A su lado llega su amigo Alonso, cuyas sospechas


resultaron ciertas. No dice nada, solo lo abraza.

Adentro, las cosas están extrañas.

-Entonces, ¿no vas a decirnos qué pasó?

-Es que, no creo que debería hacerlo.

-…

-Bueno, está bien, quizás que habrá pasado.

-Sí, yo creo que igual y debería irme yendo mejor- señala


Maitén.

Ante lo incierto de la situación, todos prefieren omitir los


comentarios, y simplemente se despiden de su amiga,
quien parte hacia su hogar, con su cabeza dando vueltas y
vueltas en otro lugar.

89
Cuando se va marcha, le hace una última seña de
despedida a Alonso y a Seba, pero ninguno de los dos
hace nada.

Las cosas se van a poner raras en su grupo.

Llegando a casa, Maitén aun no comprende bien todo.


Ella nunca se ha considerado merecedora del amor de
nadie, y aun así descubre que, sin ningún esfuerzo pudo
causar tanto en el pobre Seba, ¿cómo pudo pasar? Y, más
importante aún, ¿será cierto lo que él dice? ¿No está
siendo ella misma? Quizás si ser yo misma no fuera tan
deprimente, no tendría problemas con serlo. Sería una
larga noche para todos.

La mañana siguiente de todas formas, no estaría exenta


de distorsiones, y si bien en un principio Maitén
conversaba un poco con Valeria y Catalina, al notar que
Miguel, Alonso y Seba estaban conversando por su
cuenta en otro lado, decide poner fin a esta suerte de
segregación sexual dando un paso al lado y yendo a
conversar con Jaime, para que así las chicas se reúnan

90
con el resto y las cosas fluyan de mejor manera. Luego
piensa que quizás fue un error porque podrían estar
hablando mal de ella a sus espaldas, pero ya es demasiado
tarde.

Cuando está con Jaime, le aprovecha de comentar lo que


pasó la noche anterior evitando dar nombres.

-Vaya, tus amigos sí que suenan bastante complicados, yo


siempre pensé que en la universidad estaban todos más
relajados.

-Es que la gente es complicada. Es extraña.

-O quizás somos tan simples que parecemos extraños


cuando intentamos ver las cosas como no son realmente.

-No sé Jaime, no me confundas más.

-Yo solo digo. ¿Y si le das una oportunidad al chico?

-No creo que sea buena idea, no creo que funcionaría. Él


es buena gente y tampoco quiero crearle falsas
expectativas, después de todo, sigo siendo inútil para
relacionarme con las personas.

91
-Y dale con lo mismo, no me gusta esa Maitén que
siempre se siente abrumada por la sociedad.

-Sí, perdón. Intento no ser más esa Maitén.

-… bueno, igual y no es tu deber estar con él, no te


sientas culpable por eso. Eres libre de hacer lo que
quieras.

-Sí, eso es cierto.

-Y ¿no puedo saber quién es?

-No, ya te dije que no sería bueno.

-Sí, es verdad.

-… y ¿Sigue en pie lo del sábado?

-Si po’ obvio, demás que incluso ahí encuentras a alguien


que si te guste.

-No me importa mucho eso la verdad.

-Está bien.

92
Ese día por la tarde Maitén se encuentra en un momento
con Miguel.

-Hola Migue, ¿cómo estás?

-Bien acá, ¿y tú?

-Sí, bien, un poco confundida. Al final ¿te dijeron lo que


pasó?

-Si, finalmente supimos, pero está bien.

-¿No están enojados conmigo?

-No, obvio que no, no tendríamos razones para estarlo,


solo estamos acompañando a Seba un poco, hasta que se
le pase la pena.

-Entiendo.

-Y esta tarde…

-No Maitén, no creo que sea buena idea seguirnos


juntando más.

-Ya veo.

93
Esa tarde de jueves fue una tarde solitaria para Maitén,
una vez más, expuesta a los seres misteriosos de su casa,
que no escatimaron en apariciones ante sus ojos ese día.
La joven intenta no darles importancia, mientras mira
más episodios de alguna u otra serie, ya no para no
encajar, si no para tener otra cosa en la que pensar que no
sean estos monstruos que aparecen por la casa. Que fome
que es todo esto, aun no entiendo como los chicos lo
disfrutan.

94
VIII

Viernes ya, una impaciente Maitén conversa con Jaime,


pero luego este se debe ir a Argumentación I, ya no queda
nadie para hablar.

A lo lejos Maitén ve caminar a Catalina, quien es la


persona del grupo con la que tiene menos confianza, pero
aun así decide ir a hablarle. Comienza a detestar la
soledad. La nueva imagen que Maitén espera proyectar es
la imagen de una mujer que nunca está sola, y no quiere
que nadie la vea sola.

-Hola Cata, ¿Cómo estás?

-Bien, dando vueltas acá, ¿Y tú?

-Bien acá. Aunque han sido raro los días.

-Bueno sí, parece que sí. Y yo que los venía recién


conociendo. A veces pienso que la desgracia reina a
donde quiera que voy- ríe.

95
-Imagínate yo, a veces creo que yo soy una desgracia en
sí.

-Bueno, tenemos algo en común.

-Sí, parece que sí.

-Son buena gente los chicos sí, yo creo que pronto las
cosas volverán a la normalidad.

-Yo no sé, quizás vuelvan a la normalidad, pero sin mí.

-¿Sin ti? Pero te vas a quedar sola.

-No, no sé, tengo otros amigos por ahí- comenta Maitén,


pensando en el sábado.

-Ah ya, bien igual.

-Sí, no hay problema.

-Entonces, ¿No nos juntaremos más en tu casa? El lunes


estuvo entretenido.

-No, yo creo que sí, pueden venir hoy si quieren.

-Oye sí, puede ser. En volá invitamos a la Valeria.

96
-Claro, suena bien.

-Una junta de chicas.

-Yo nunca había tenido nada como una junta de chicas.

-Ni yo…

-Mira, de hecho si nos parecemos.

-Sí, la verdad es que sí.

-No sé si eso sea bueno.

-¿Por qué?

-Es triste ser yo…

-Entonces sí nos parecemos.

Las chicas llegan luego de un rato a casa de Maitén,


dispuestas a pasar un rato tranquilo, alejado de todo el
ajetreo que se vive por estos días en su grupo.

-Pónganse cómodas chicas.

-Buena Maitén, gracias por invitarnos.

97
-De nada, siempre van a ser bienvenidas acá.

-Igual y es grande tu casa, ¿nos vamos a quedar acá


nomás?

-Sí… no creo que sea buena idea ir a otro lado.

-Sí, yo tampoco limpio en el resto de mi casa.

Ríen.

-Y bueno… ¿qué se hace en una junta de chicas?

-Da igual, hagamos cualquier cosa.

-¿Veamos una película?

-¿Y si vemos “Rick and Morty”?- Sugiere Maitén, sin


realmente querer hacer eso.

-A la Cata no le gusta en realidad.

-¿No?

-No, yo soy más de “Bojack Horseman”

-¿Y esa? No la cacho- dice Maitén

98
-Te la recomiendo.

-Veámosla entonces- Sentencia Valeria.

Pasa un rato en que las chicas ven series, luego optan por
una película y finalmente resuelven por una conversación
tranquila.

-Igual piola la junta.

-Si bueno, quizás en qué estarán los demás también hoy.

-Es que al final todos buscan como excusas y pretextos


para portarse como animales una vez a la semana.

-Claro, para una que es más piolita, da como lo mismo.

-Si po’, según yo no es la gran cosa.

-No sé, yo cuando entré a la U pensé que las cosas iban a


ser más alocadas.

-Te estás juntando con la gente equivocada entonces


Maitén- ríe Valeria, aunque con un dejo de seriedad.

-Ya pero en todo caso yo no te imagino que seas como


los demás- añade Cata.

99
-¿Insinúas que soy rara?

-No… o bueno si, pero como todos lo somos al final. No


encuentro que te pierdas de mucho.

-Es que en todo caso, eso de esperar que algún evento en


tu vida vaya a cambiarlo todo, no le veo sentido.

-¿Cómo así, Vale?

-Es que Maitén, si te fijas un poco, vivimos rodeados de


gente que está constantemente eludiéndose a sí misma.
Todos prefieren pensar que su felicidad depende de cosas
que no pueden controlar, y se aferran a eso para no tener
que tomar las riendas de su vida.

-Claro, es súper común que la gente viva esperando que


le pasen las cosas. Quieren que esa persona especial les
hable, que las oportunidades le lluevan, pero cuando se
ven frente a eso, no hacen nada. ¿Quién en el colegio no
quiso solamente entrar a la U porque pensaba que así su
vida mágicamente mejoraría? Sin tener que hacer nada al
respecto.

100
-Sí, y si no es eso es viajar, irse lejos, irse a vivir solo, a
otra ciudad o a otro país.

-Como si los problemas se quedaran allá y no te siguieran


a dónde vas.

-Pero la triste verdad es que, cuando uno tiene problemas,


nunca se puede escapar por mucho tiempo.
Eventualmente hay que enfrentarlos.

-Sí, y después nos encontramos con todos estos amigos


del viernes en la noche y el desorden luchando por
encontrar un espacio donde se rompa la ley de causa y
efecto, y puedan olvidarse por un momento lo
verdaderamente miserable de sus existencias.

-Chicas, chicas, ¿No habrán ido un poco lejos?- sugiere


Maitén, que había estado escuchando a sus dos amigas
desarrollar esta idea.

-¿Tú crees?

-Pero ¿No es así?

101
-No sé, a veces los problemas son demasiado grandes, y
es mejor solo evitar pensar en ellos.

-Pero ¿Hasta qué punto?, es decir ¿te ha pasado?

-No, obvio que no, pero de todas formas ¿qué hay de


malo en querer relajarse y solo pasarla bien?

-Nada. El problema es que el mundo moderno no se trata


de relajarse o pasarla bien, se trata de mantenerte sedado
el mayor tiempo posible para no acordarte de lo ridículos
que nos hemos vuelto como sociedad.

-Pero entonces, la sociedad tiene la culpa de las cosas, no


uno ¿Cierto? Ese es el problema, que viven limitándonos
y controlándolos, y nunca podemos ser nosotros mismos.

-No Maitén, el problema eres tú… hipotéticamente


hablando, quiero decir, el problema es uno, es la persona
que no se quiere dar cuenta de que algo anda mal.

Un inusitado silencio incomodo reemplaza la


previamente acalorada discusión que se estaba llevando a
cabo. Maitén aprovecha entonces para ir al baño.

102
-Capaz que nos fuimos en la volá.

-Demás, pero qué onda la Maitén, ¿cachaste que se puso


como a la defensiva?

-Sí, sabes que sí. ¿Le pasará algo?

-Yo creo que sí.

-Bueno igual y demás que le afecta todo lo de Seba.

-Claro.

-Y además igual desde que la conocemos ha sido como


media extraña y distante, si de hecho esta actitud que
tiene ahora, como desde que llegaste, igual es nueva en
ella.

-Bueno, tú la conoces más que yo ahí.

-Sí, pero ni tanto tampoco.

-¿Tú crees que necesite ayuda?

-No sé.

103
Luego de uno de los típicos momentos donde Maitén
acude al baño para ponerse en su lugar y continuar firme
con su personaje, la joven se dirige de vuelta a la sala
para pasar más tiempo con sus amigas, ojalá conversando
sobre algo más placentero.

Sin embargo antes de poder volver, se topa con una


visión espeluznante. Dirigiéndose hacia el mismo lugar
donde va ella, va uno de los monstruos a los que ella
sentía estar venciendo con su estrategia de aplazarlos e
ignorarlos, llenando la casa de amigos. Se trata de una
verdadera abominación, una auténtica pesadilla
lovecraftiana (en tamaño más reducido, por supuesto) de
un aspecto absoluta y completamente indescriptible, casi
incomprensible. Cada vez que Maitén tiene la osadía de
dirigir su visión a la bestia, se encuentra con algo un poco
distinto y un poco más grotesco. Afortunadamente, el ser
iba sin ninguna prisa, lo que le dio a Maitén la
oportunidad de correr hacia la sala y tomar medidas.

-Oigan chicas, sorry pero me acordé de algo importante


que tengo que hacer, así que se tienen que ir por fa- dice

104
Maitén, ni si quiera esforzándose en buscar una buena
excusa, ya que toda su concentración está en no parecer
desesperada para no causar sospechas.

-¿Qué onda Maitén?, si la estábamos pasando bien.

-¿Esto no es por la conversación que tuvimos recién?

-No, no tiene nada que ver, pero por favor, por favor
váyanse.

-Mira, Maitén, si tienes un problema, puedes decirnos.

-Sí, de verdad.

-No, no tengo problemas, y si es que los tengo no los


quieren saber, así que váyanse.

-Pero no hay por qué ponerse así, de verdad queremos


saber.

-Sí, para eso somos las amigas se supone.

-No, los amigos son para pasarla bien, para tener buenos
ratos, buenas memorias, no para estar siempre
recordándole a uno lo miserable que es.

105
-Pero esa no es nuestra intención…

-¡Es lo que siempre hacen!- Expulsa una cada vez más


nerviosa Maitén- Desde que los conozco a todos ustedes,
siempre se las han arreglado para recordarme lo patética
que es mi vida, lo patéticas que son mis ideas, lo patéticos
que son mis amigos, lo patética que soy yo, así que todos
ustedes háganme un favor, váyanse de mi casa y váyanse
de mi vida.

-¿Qué mierda te crees? ¿Sabes qué? yo me voy, y ojalá


no verte nunca más, pobre weona- Dice una molesta
Valeria.

-Maitén, cuando entres en razón, puedes hablarnos-


Sentencia Catalina, haciendo un esfuerzo por ser más
comprensible que su alterada amiga.

Una vez más, la muchacha se queda en el marco de la


puerta, observando las siluetas de quienes, hace unos
instantes, habrían sido sus dos amigas, desaparecer en la
oscuridad de la noche urbana. Da un largo suspiro y, un
poco mareada, entra a su casa solo para ver que el

106
monstruo que causó todo esto en primer lugar, ahora se
encuentra cómodo en la sala, sin saber lo que acaba de
provocar.

El primer impulso de Maitén es ir en su contra, atacarlo,


gritarle o algo, pero luego recuerda que nada de lo que
haga servirá para deshacerse de él, así que prefiere irse
abrumada a su pieza, mientras siente como los monstruos
toman total posesión de la habitación. Puede sentirlos por
doquier, saliendo de detrás de los muebles, colándose por
entre medio de las más minúsculas grietas y llegando a
cada rincón. Cada vez tiene menos espacio.

En su pieza, Maitén considera la posibilidad de volver al


viejo cuaderno, a leer algunas historias y encontrar
respuestas ahí, pero piensa que ya no tiene caso. Ni si
quiera alcanza a estar triste, solo está resignada a perder
esta efímera amistad de una semana más que agitada, más
quien sabe cuánto tiempo donde nunca se preocupó
realmente de quienes eran las personas que la rodeaban.

107
La única persona a la que se puede aferrar ahora es Jaime,
Jaime y a nadie más. Teme comenzar a aburrirlo si se
juntaba mucho con él, pero no quiere estar sola. Podría
hacerse amiga de sus amigos incluso. Algo encontraría.

108
IX

Sábado, ya está atardeciendo en la ciudad y un color entre


naranja claro y rosado aún más claro reina en el
horizonte, adornando el cielo que hasta hace poco era
celeste, sin ninguna nube. Maitén se pone nerviosa
cuando comienza a arreglarse para asistir a la fiesta que
ha estado esperando toda la semana. “Ojalá esta noche
salga todo bien, ojalá no me ponga tan típica Maitén”
piensa mientras sale de la ducha.

Los eventos de la noche anterior aun dan vueltas y


vueltas en su cabeza, y aunque está un poco triste de
cómo se dieron las cosas, decidió que de todas formas
tarde o temprano se iba a alejar de sus amigos, y que
después de todo había sido un error acercarse tanto a
ellos. Es decir, por alguna razón no están invitados hoy a
lo de Jaime. Claramente nunca fueron las personas con
las que me debí juntar, y si hubiese seguido la amistad
por más tiempo, quizás me hubiese quedado atrapada en

109
su grupo por siempre, no conocería a nadie más. Esto la
hace sentirse menos culpable por los eventos previos.
También la protege de la culpa de haber ignorado el
mensaje que Miguel le envió en la tarde, pidiéndole que
conversen los dos por todo lo que ha pasado. Obviamente
Miguel, intentando ser más sensato que el resto de sus
amigos, quiere resolverlo todo, quiere que las cosas
vuelvan a ser como antes, volver a la homeostasis, al
status quo. Pero Maitén no quiere nada de eso, anhela un
cambio, por lo que cree que lo mejor es no hablar con
Miguel.

La fiesta ya ha empezado hace por lo menos unos


cuarenta minutos, cuando Maitén se digna finalmente en
aparecer por el lugar. Después de mucho pensarlo había
determinado que ese sería el momento propicio para
llegar, ya que no quería llegar tarde para no ser descortés,
pero si llegaba muy temprano corría el riesgo de tener
que saludar a los pocos que estén en el lugar, y al no
conocer a nadie, optó por llegar ligeramente tarde, para
así poder entrar y pasar desapercibida entre los asistentes,

110
sin parecer maleducada. En realidad está preocupada de
lo que piensen de ella.

Al llegar decide permanecer con Jaime lo más posible, ya


que realmente no desea estar sola en el medio de una
fiesta. Es algo que no necesita experimentar.

-Hola Maitén que bueno que vinieras.

-Hola… bueno, gracias de nuevo por invitarme.

-Está bien, mira relájate y pásala bien nomás. ¿Quieres un


trago?

-Ya po’.

-¿Pisco? ¿Ron? ¿Vodka? ¿Qué prefieres?

-Yo cacho que Vodka, con jugo de naranja por fa.

-Ya buena, te traigo un vaso, y por mientras conversa con


los cabros… Chiquillos miren, ella es Maitén, una amiga
mía… Maitén, ellos son el Mati, el Roger, la Paula y el
Esteban.

-Hola.

111
-Hola hola, un gustazo…

-Buena.

-Buena buena.

-Hola.

-Bueno ya, yo voy y vuelvo- dice Jaime.

En este preciso momento, Maitén se encuentra


completamente fuera de su elemento. Fuera de su zona de
confort. No tiene absolutamente nada de lo que aferrarse
y aun así está dando la batalla para hacerse un hueco en
este nuevo ambiente, casi desconocido para ella. Y la
verdad siendo universitaria es extraño que no se sepa dar
en lo que quizá debería ser casi rutinario para ella, pero
una suma de factores acabaron apartándola de la fiesta
estándar moderna que triunfa en las casas de los jóvenes
de la sociedad neoliberal, esa que sueña con ser la fiesta
de las absurdas películas juveniles que Maitén
constantemente intenta evitar, en un acto de desprecio a

112
la cultura a la que ahora está haciendo el esfuerzo por
abrazar.

A la edad a la que naturalmente empieza la gente a ser


participe en este tipo de reuniones sociales, Maitén estaba
considerablemente sola, siempre le fue difícil hablar con
las personas, y la poca empatía de sus pares nunca la
ayudó en absoluto. Al comienzo ignoraba simplemente la
existencia de estas juntas entre sus compañeros de curso.
Su mundo era el colegio, su casa, y el camino entre el
colegio y su casa. Con el tiempo comenzó a preguntarse
qué harían sus compañeros con sus vidas, pero en una
especie de sentimiento de aversión a quienes nunca la
tomaron en cuenta por lo que finalmente serían doce
años, nunca quiso tomar parte de nada que tuviera que ver
con ellos, sepultando sus posibilidades de vivir lo que
está viviendo en este momento. Quería esperar a la
universidad.

Tuvo que esperar más de lo presupuestado cuando


decidió tomar un año sabático, pero no lo importó, estar
sola no era problema, y esa quizás fue su mejor decisión,

113
ya que en este año fue cuando se le presentó la
oportunidad de mudarse.

Aun una vez viviendo en su nueva casa, en la universidad


a la que hoy asiste, y con su deseo de una nueva vida, no
fue capaz de asistir a las acostumbradas fiestas de
principio de año, por vergüenza, pues no conocía a nadie.
No entendió que los demás tampoco conocían a nadie.
Cuando comenzó a juntarse su grupo, pensó que quizás
las cosas cambiarían, pero siendo ellos más bien
tranquilos, resultaba que pensó mal. Y acá está.

Por la misma razón, está quizás demás decir que no está


particularmente acostumbrada a beber alcohol. Lo ha
hecho antes, y aunque el sabor le disgusta mucho, es lo
que se supone que hay que hacer en esta clase de eventos.
Parte de la experiencia.

-Y bueno, la U no es como yo me imaginaba, pero no me


quejo.

-Si bueno, igual y suele pasar.

114
-Si…

-Y tú Maitén, ¿qué estás estudiando?

-… Ah bueno sí, yo estoy estudiando…

-Buena Maitén te traje tu copete- dice Jaime que viene


llegando con dos vasos.

-¡Esa!- exclama con júbilo un amigo de Jaime

-Está medio fuerte igual- comenta Maitén luego de tomar


un sorbo.

-Nada que ver, si le eché súper poco… mira, prueba el


mío.

-Oye pero esto es puro trago- ríe Maitén.

-Dale color- ríe Jaime.

-Dale Maitén, si tomai más de ahí ni lo vai a sentir oh.

La conversación progresa en la medida que Maitén se


baja su vaso. Todos están dando vueltas por la casa
mientras la música monótona satura los parlantes. A la
quinta canción con el mismo patrón rítmico, ya Maitén

115
está hastiada, pero no dice nada. El grupo que la
acompaña cambia constantemente sus integrantes, todos
quieren estar en todos lados y de repente algunos chicos
van a otro lado y de pronto llega gente nueva. Mateo,
Raquel, Fernando, Laura, Hernán, son algunos de los
nombres que la joven escucha mientras se baja su trago.
El ambiente claramente no es el más grato y la oscuridad
del ambiente solo le causa confusiones, pero los demás la
disfrutan. Les da un sentimiento de libertad, de
inmunidad. Maitén puede entender un poco más lo que
comentaban el día anterior las que fueran sus amigas,
Valeria y Cata, y no lo disfruta.

-Mira Maitén, se te acabó el vodka. Calma, te traigo más-


afirma Jaime, que toma el vaso y se marcha sin esperar
respuesta alguna de Maitén. Vuelve luego de un rato con
otro vaso lleno.

-Buena… gracias- dice Maitén, quien realmente ya no


quería más.

116
El buen ánimo de Maitén se ha reducido
considerablemente durante la noche. En un principio sus
expectativas eran altas, tenía ganas de pasarla bien, de
conocer gente, hacer nuevos amigos, de bailar, de vivir
nuevas experiencias. Toda su buena actitud fue siendo
minada lentamente por la música terrible que emanaba de
los dispositivos de reproducción, el alcohol, la oscuridad
constante y la calidad de las conversaciones que ha estado
teniendo de hace una hora. Cada vez es menos parte, y
cuando finalmente y a duras penas acaba su segundo
trago, decide que necesita sentarse.

Apenas logra encontrar un sillón vacío, va y se sienta.


Desde su posición ahora puede ver como el resto de los
asistentes baila, bebe, conversa, toma decisiones pobres
de las que se arrepentirán al día siguiente, sigue bebiendo,
fuma, se besa y escucha música desagradable, todo
mientras ella siente un inmenso mareo que solo se ve
empeorado por la música envasada. Sale a tomar aire.

Afuera hay un par de personas fumando, pero no se


atreve a hablarles. Permanece mucho tiempo ahí sin hacer

117
nada, viendo las estrellas, a vista y paciencia de los
fumadores que se comportaban como si fueran muy
buenos como para estar adentro, así que prefieren
enfrentarse al frío de la noche. De entre los techos baja un
gato negro, que se acurruca en los pies de Maitén, y
aunque ella nunca ha sido muy de gatos, disfruta su
compañía, siente que es la muestra de afecto más real que
ha recibido en toda la noche, y se queda un buen rato con
su amigo peludo en la intemperie, sin pensar mucho en
que dirán los fumadores esta vez. Finalmente el felino se
fue tras una gata, olvidándose rápidamente de su amiga
humana, que de pronto recordó que estaba en el medio de
la fiesta que estuvo esperando toda la semana, que se
sentía mal, y que los fumadores la podrían estar viendo y
quizás podrían se estar riendo de su ridiculez. Además, le
estaba comenzando a dar frío. Maitén decide entonces,
regresar a su sillón, no sin antes mirar por última vez a su
compañero nocturno que se desvanecía entre la niebla.

De vuelta en el sillón, esta vez le toca sentarse junto a una


pareja que se está demostrando todo su afecto, pero no le

118
importa, de verdad necesita sentarse. En eso aparece
Jaime, que le conversa un poco.

-¿Cómo la estás pasando?- pregunta el joven, alzando


notablemente la voz para poder ser escuchado aun con
toda la música.

Maitén no desea alzar la voz.

-…Más o menos.

-¿Qué?

-Dije que más o menos.

-¡Habla más fuerte Maitén!

-¡Jaime!- Grita una voz proveniente desde la cocina.

-¡Voy!- grita de vuelta el dueño de casa, mientras hace un


gesto a Maitén, como diciéndole que volverá luego.

Luego de que Jaime se va, Maitén se ve finalmente


encerrada por completo en sus pensamientos, sin escape.

Estás completamente sola otra vez, pero ya te habías


dado cuenta ¿Cierto? Siempre tiene que terminar así, no

119
solamente hiciste que tus únicos amigos te dejaran de
hablar… y no, esto no tiene nada que ver con Seba, esto
solo pasa porque eres una mierda de persona, y como tal,
mereces estar sola, mereces permanecer siempre sola, no
deberías estar en esta estúpida fiesta llena de gente que
es mejor que tú, deberías estar en tu casa leyendo o
cortándote las venas.

–Oye, amiga, ¿me pasas esa chaqueta que está ahí al lado
tuyo?

-… sí sí, toma.

-Gracias.

Patética Maitén, ridícula, ¿Por qué no puedes ser


normal? ¿Por qué no puedes ser como todos los
demás?... Quizás que habrá pensado de mí el chico de la
chaqueta. Que estoy completamente sola y abandonada,
que me veo ridícula, sentada acá en medio de una fiesta,
mientras todos la pasan mejor de lo que yo jamás la
pasaré. Sin ir más lejos, estos de acá al lado están a poco

120
de ponerse a tirar aquí mismo, y yo al lado, como weona.
Puta la wea, que difícil es vivir… que difícil que es todo.

Sin si quiera notarlo, los de al lado han súbitamente


cesado lo suyo, y la gente que está cerca la mira con algo
de discreción. Está llorando, llora desconsoladamente y
no puede controlarlo, aunque esté completamente rodeada
de gente. Ir al baño y hablarle al espejo no la ayudaría en
nada esta vez. No. Ya no le queda nada.

-Ya, ya, tranquila amiga, todo va a estar bien- la chica


que estaba con quien quizás sea su pololo en el sillón
ahora intenta consolar a Maitén- ¿Cómo te llamas?

-M… Maitén- logra esbozar la chica entre medio de todo


el llanto.

-Ya Maitén, no te preocupes, está bien llorar de repente,


nadie te juzga. ¿Qué es lo que pasó?

La pregunta no obtiene respuesta alguna de una


confundida Maitén que lo único que quiere es irse a su
hogar, a su muy perturbador hogar, y quizás imitar a su

121
tía y encerrarse ahí por lo que le quede de vida, entre
medio de todos los monstruos.

-Tranquilita ya, no te sientas mal- continua la


desconocida, haciendo gala de toda su empatía.

-Sí… Maitén, no te sientas mal, vinimos a pasarla bien


acá- comenta uno de los asistentes a la fiesta, que se
encontraba de pie mirando la escena.

Pasa un rato y Maitén se logra estabilizar ligeramente.


Pareciera ser que está más abierta a hablar ahora de lo
que le pasa. Es lo mismo que piensa su compañera de
sofá.

-Ya Maitén, ¿estás mejor ahora?

-… no sé.

-¿Qué puedo hacer para ayudarte?

-¡Déjala tranquila oh! Si es otra weona curada, va a estar


así toda la noche- se escucha una voz proveniente de la
multitud, que cada vez estaba menos interesada en el
sufrimiento de Maitén.

122
El escuchar esto gatilla las lágrimas nuevamente, pero
esta vez Maitén opta por no soportar más esto y se va de
la casa, ante la vista de la pareja del sillón, los que se
acercaron a verla, los que estaban en otra por el resto de
la sala y los chicos que fumaban afuera.

-Maitén ¿A dónde vas?- alcanza a escuchar Maitén


cuando ya está cruzando la calle. Es Jaime que recién se
viene enterando de todo lo acontecido, y que no puede
evitar sentirse culpable- Maitén, por favor contéstame, no
te vayas.

-Déjame sola Jaime, yo no importo.

-No, Maitén, no digas eso. Tranquila… vuelve adentro


mejor y conversemos.

-No, no quiero conversar, me quiero ir a mi casa, todos


ahí adentro deben estar hablando de la loca que se puso a
llorar como histérica.

-No Maitén, está bien, nadie te juzga, solo tomaste


demás, a cualquiera le puede pasar.

123
-No Jaime, no se trata de eso.

-¿Qué es entonces?

-Yo… da igual.

-Pero Maitén, nunca nadie podrá ayudarte si no les dices


qué te pasa.

-No Jaime, no puedo, nadie entiende lo que me pasa.

-No, y nadie entiende lo que me pasa a mí, y yo no puedo


entender lo que le pasa a nadie, porque tú eres tú y yo soy
yo y todos son todos y nadie es nadie, y así es. Todos
somos solo nosotros y no hay nadie más así, así que nadie
nunca nos entenderá, pero si nos podemos apoyar y
ayudar mutuamente. Maitén, acepta la ayuda. Deja de
escapar de todos problemas y acepta que vas a necesitar
ayuda.

-No, no puedes ayudarme, ni tú ni nadie. No puedes


decirme que deje de escapar si haces estas juntas en tu
casa. Todo eso solo se trata de escapar, de juntarse a
hacer cosas cuestionables esperando romper la ley de

124
causa-efecto para poder olvidar si quiera por una noche lo
miserables que son. Eso es escapar. Yo ya no escapo, yo
intenté escapar. Ahora solo dejo que mis problemas me
consuman.

-…

-Chao Jaime, no creo que volvamos a vernos.

-Maitén, ¿Qué vas a hacer?

-No sé, aun no lo sé.

-Maitén, no hagas weas.

-Chao.

-¡Maitén!

La joven se va, entremedio de las oscuras avenidas, de


vuelta a su cada vez más lúgubre morada.

125
X

Una vez de vuelta, Maitén se siente aun miserable. La


cabeza le duele, los ojos le duelen, la soledad le duele, el
mundo le duele. Llegando, se sienta sobre su cama y se
queda mirando un punto sin importancia en su cuarto,
mientras reflexiona todos los sucesos de la última
semana. Durante su repaso, a veces las lágrimas caen por
sus ojos, pero ella permanece inmóvil, sin expresión,
como alguien que ha muerto por dentro.

Finalmente, Maitén opta por descubrir que pasó


finalmente con el dueño del cuaderno y ver si es el fin de
su último “amigo”.

Abre la tapa lentamente, y comienza a recorrer página


tras página, pensando cuando leyó algunas de las historias
por sobre las que pasa en su camino al final de las hojas.
Al llegar al último texto, que está sucedido por algunas
páginas en blanco, Maitén comienza a leer.

126
“De pie, absorto en el laberinto
que no conoce de principio ni de fin,
que todo lo mutila lentamente
desde adentro, en silencio.
Esperando por mí está el recuerdo
paciente, observándome en otro lugar
desde donde ya no hay mar de gente
en el que ahogarse nunca más.
Y yo, intentando hacer aparecer lugares
donde poder habitar, quizás por un tiempo más,
y aunque me esforcé demasiado
hoy no pensé ningún lugar”
Decepción es lo que siente Maitén luego de leer aquel
intento de poesía. Ella esperaba algo más. Ya no está en
el cuaderno por sentimientos, está por respuestas. La
clase de respuestas que ninguna de las personas de la
fiesta o ninguno de los otros amigos que ha tenido le
podrían dar, pero que al parecer, este tampoco le puede
dar. Rápidamente, Maitén le pega una leída a cada uno de
los textos cercanos al final, y no descubre nada. La

127
mayoría son intrascendentes y hablan de sueños que no
tienen absolutamente nada que ver con monstruos o seres
extraños. Maitén se siente traicionada y una vez termina
de leer el último de todos los textos de todo el cuaderno
que le faltaba por leer, lo arroja lejos y se recuesta sobre
su cama en posición fetal.

Su mente permanece en blanco, pero de pronto comienza


a tiritar y una vez más, en su mente se agolpan las más
distópicas ideas. Está al borde de la crisis de pánico,
siente que ya no tiene control de lo que haga y en un
impulso de adrenalina salta y queda sentada una vez más
sobre su cama. Ahí recobra un poco la voluntad y alcanza
a verse a sí misma reflejada en la oscura pantalla del
televisor de su tía. Ve a una persona miserable y acabada,
completamente agotada. Ya no sabe qué hacer con su
vida ni como seguir ahora. Se le acabaron todas las
opciones.

De pronto, de un momento para otro, Maitén comienza a


sentir que ya no está sola en la habitación, que hay otra

128
persona. O quizás no es otra persona. Bien sabe la joven
que en su casa lo que menos hay son personas.

-¿Qué quieres?- pregunta Maitén, triste, sin siquiera


voltearse a ver y sabiendo que no obtendrá respuesta
alguna de este ente, lo que es quizás una de las cosas que
más le molestan- Obviamente yo tampoco te importo,
igual que todo el mundo, si viniste a asustarme, créeme
que hoy no es el día. Tú y los que son como tú ya me
hicieron mucho daño- añade Maitén, como si pudiera
tener una conversación con este ente.

La joven va a continuar con su interpelación hacia la


presencia que siente detrás de ella, cuando se da vuelta
para enfrentarlo, y lo ve parado ahí, al borde de su cama,
mirándola fijamente. No puede creer lo que ve.

No se trata de ninguna bestia, ni ningún ente de aspecto


extraño y aterrador. En su lugar, la visión que obtiene
Maitén es la de un niño. Un niño parado al lado de su
cama, que salió de la nada, que la mira con gran
curiosidad. Parece ir vestido con una especie de manto

129
extraño que lo cubre. Parece, porque la verdad nunca se
ha visto en la casa de Maitén uno de estos extraños
moradores vistiendo ropa, no tendrían de donde sacarla,
por lo que es más probable que sea así su cuerpo.

-… tú… no eres un monstruo. ¿Eres un fantasma?-


Pregunta Maitén, atónita.

-¿Por qué debería yo ser un monstruo?

Maitén se da vuelta y se restriega los ojos mientras siente


que la abruma un intenso mareo que podría incluso
hacerla vomitar. Le acaba de hablar este ser extraño.
Quizás ya enloqueció.

-Perdón, ¿Por qué piensas que sería un monstruo o un


fantasma?

-… la casa… la casa está llena de monstruos.

-Los únicos monstruos que yo conozco son los seres


humanos y me siento afortunado de no ser uno… tan
necios, tan superficiales.

-…

130
-Tu claramente eres una de ellos, piensas que los demás
habitantes de la casa también son monstruos solo porque
los encuentras feos, y solo los encuentras feos porque son
distintos a ti, distintos a lo que estás acostumbrada a ver
¿no es así?

-N-no, no es así.

-No lo niegues humana, te damos asco.

-… Si hay alguien que me da asco acá- dice Maitén


tomando un poco de soltura, intentando no dejar pasar la
oportunidad de dialogar con uno de estos seres- soy yo.
Tienes toda la razón al decir que los humanos somos
seres monstruosos.

-Típica baja autoestima y misantropía juvenil, en un par


de años más no vas a pensar igual.

-…

-…

-Entonces ¿tú eres uno de ellos?

131
-Si te refieres a los demás habitantes, sí, sí lo soy.

-Pero no eres como los demás.

-Obvio que no, todos somos diferentes.

-Yo también soy diferente.

-Sí, pero te sientes culpable por eso, y eso es patético, los


seres humanos viven intentando ser como el resto y están
tan cegados dentro de sí mismos que ni si quiera se dan
cuenta de que al resto también le pasa, todos son
diferentes entre sí.

-¿Cómo sabes tanto de la humanidad?

-Porque yo la estudio.

-¿La estudias?

-El tiempo es extraño adentro de esta casa, y es por eso


que los que vivimos acá sentimos la necesidad de saciar
nuestras inquietudes de distintas formas. Yo suelo mirar a
los seres humanos en su hábitat e intento comprenderlos.

-¿Me has estado estudiando?

132
-A veces, la verdad no haces mucho que sea digno de ser
estudiado.

-…

-Lo más interesante fue cuando trajiste a todos esos seres


similares a ti. Tus “amigos”.

-…

-Qué pena que no supieras como tratar con ellos.

-Tratar con la gente es difícil.

-Eso no te lo discuto. Tienen todas sus costumbres


implícitas y ritos. Se hace difícil comprender todo eso.

-Pero y ustedes ¿De dónde vienen? ¿Por qué están aquí?

-No lo sé.

-¿No sabes? ¿Cómo no vas a saber?- Replica Maitén un


tanto decepcionada, ya que esperaba poder comprender
un poco más la naturaleza de estos habitantes extraños.

-Tú ¿sabes acaso por qué estás acá?

133
-Yo estoy acá cuidando la casa que solía ser de mi tía.

-Para eso viniste al mundo ¿Para cuidar la casa de tu tía?

-Obvio que no.

-Entonces ¿Por qué lo haces? Si ese no es tu propósito.

-Porque no sé cuál es mi propósito. No sé si quiera si


tengo un propósito.

-Entonces no me juzgues por no saber tampoco por qué


estoy acá.

-… me refería a la casa, ¿Por qué están en la casa?

-Yo te preguntaba a ti por qué estás en el mundo. Tú me


preguntaste por la casa, pero resulta ser que lo que para ti
es solo una casa, es todo nuestro mundo, es todo lo que
tenemos.

-Y ¿No pueden salir?

-No queremos hacerlo.

-¿Por qué no?

134
-No tenemos que explicarlo, solo no queremos, y no
tenemos por qué, incluso según tus patéticas
convenciones humanas. Estamos aquí desde antes de que
tú y todos los otros llegaran.

-¿Otros? ¿Conociste a los que estaban acá antes?

-Obviamente.

-¿Hablaste con ellos?

-Con algunos, la mayoría siempre se enfocó en pretender


que no existimos.

-Y ¿Por qué puedes hablar?

-¿Estás escuchándome? Estudio a los seres humanos, para


eso obviamente necesito entender su lenguaje.

-Ósea que solo aprendiste a hablar nuestro idioma.

-Básicamente.

-… Esto es tan confuso- Dice Maitén mientras se toma la


cabeza con ambas manos, perpleja por la conversación

135
que está teniendo- ¿Por qué nunca ninguno de los tuyos
intento comunicarse?

-Porque siempre has estado muy asustada de nosotros, y a


diferencia de ustedes, creadores de guerra y lanzadores de
cuchillos, nosotros somos seres pacíficos. Queremos
evitar problemas.

-Perdón… por lo del cuchillo.

-Da igual, no causaste mucho daño tampoco.

-…

-…

-Y ¿Por qué estás hablando conmigo entonces?

-Solo porque quiero evitar que llegues a la misma


decisión a la que llegaron las demás personas que
vivieron aquí.

-¿A qué te refieres?

-… Mira, entendemos que para ustedes los humanos no


sea fácil entender todo esto, porque desde que son niños

136
les enseñan que el mundo es de una forma y no hay salida
a eso, y nunca podrán aceptar que en realidad no saben
tanto como creen… y muchas veces nuestra presencia los
agobia, por eso vivimos solamente en esta casa, y aun así
es preocupante que la mayoría de los inquilinos que
hemos tenido hayan acabado… muertos.

-¿Muertos?
-Se suicidan muchas veces. Eso les pasa cuando se
enfrentan a algo que no pueden vencer. Quedan
devastados. Algunos no, algunos solo se van para no
volver, y a mí por lo menos me preocupa, porque siempre
es bueno tenerlos acá para estudiarlos.

-¿Solo te importan porque los quieres estudiar?

-…humana… Maitén ¿no?, no creo que entiendas bien el


asunto, el punto es que dejes de enfrentarte a nosotros,
porque no nos vamos a ir de acá y no vamos a estarnos
escondiendo de ti siempre, esta es nuestra casa y la
queremos recorrer libremente.

-¿Quieren que me vaya?

137
-No, queremos que dejes de convertir esto en una guerra
entre tú y nosotros, porque inevitablemente vas a salir
perjudicada. Podemos convivir en paz.

-… no sé si pueda encontrar la paz en esta casa.

-Obvio que no, los humanos no encuentran la paz en los


lugares o en las cosas o en otras personas. La encuentran
en ellos mismos.

-Eso dicen siempre, pero yo creo que mi interior está


vacío.

-Entiende que yo no soy un humano. Tú me puedes decir


esas cosas de lo miserable que te sientes pensando que yo
intentaré subirte el ánimo pero no va a funcionar, no me
comporto como ustedes ni me gustaría. Yo los estudio
solamente.

-Sí… entiendo…

Se produce entonces un silencio que para Maitén resulta


incómodo, en tanto el curioso ser se mantiene mirando a
la joven, que ahora no solo se siente mal, también se

138
siente insignificante en su condición de ser humano.
Pasado unos minutos, la tristeza vuelve a ella y las
lágrimas continúan cayendo por su rostro.

-Perdón- Se intenta disculpar la joven, apenada de


mostrar tanta debilidad ante este ser.

-Está bien, te he visto llorar antes. Lo haces mucho, de


hecho.

-Sí lo sé, pero no puedo evitarlo. Soy muy débil- Intenta


excusarse Maitén, mientras continua llorando.

-…

-…

-Pero ser débil nunca ha sido malo en los humanos. Así


son por naturaleza, cada uno de ellos, solo lo expresan de
forma diferente, se refugian en cosas diferentes, buscan
escapes diferentes. Tú eres quizás un poco más fuerte o
más inteligente al saber que eres débil. Esa es una
ventaja.

139
-…gracias- contesta Maitén, advirtiendo que quizás, solo
quizás, este misterioso ser intenta ayudarla.

140
XI

El amanecer del día siguiente fue casi tan confuso como


la noche anterior. Maitén abre los ojos al sin recordar
muy bien que pasó con este misterioso habitante con el
que estuvo hablando. Después de un rato comienza a
cuestionarse la existencia de dicho ser.

¿Cómo podía estar segura de que las cosas que recuerda


de verdad pasaron? Quizás todo fue nada más que un
muy extraño sueño.

Piensa un poco también en todo lo que pasó en la junta en


la casa de Jaime, pero luego considera que quizás no es
bueno para ella pensar más en eso, así que se levanta.

Botado al pie de su cama encuentra el cuaderno, un


indicio de que quizás algunas cosas de verdad pasaron.
Recuerda un poco su conversación con el extraño ser que
la visitó y en todo lo que hablaron referente a los
habitantes de la casa, los previos dueños humanos y la

141
humanidad en general, y a pesar de que todo fue muy
breve, está intrigada. Ansía encontrarlo de nuevo,
encontrarlo y continuar su conversación, ver si puede
aprender más de las casa y de sus habitantes.

Sale de su habitación, va hacia el vestíbulo, luego del


vestíbulo al comedor, y de ahí pasa directo al pasillo
oscuro, la mitad de la casa donde solían estar encerrados
todos los monstruos.

Siendo ya mediodía, algo de luz logra colarse al lugar. No


como para iluminarlo completamente, pero si para que se
puedan distinguir bien las cosas. Algunas puertas están
abiertas y otras permanecen cerradas, y con una
inspección más minuciosa uno puede apreciar hasta la
espesa capa de polvo que recubre los muebles que aún
quedan ahí.

Maitén camina como si recién estuviera conociendo el


lugar, a pesar de ya haber estado algunas veces ahí antes,
sobre todo cuando era nueva en la vivienda y desconocía

142
aun la existencia de estos extraños habitantes, los cuales
por cierto aún no se han manifestado.

Le parece un poco preocupante que aun estando en esa


parte de la casa, no vea a ninguno de los seres que habían
estado cohabitando con ella el lugar. Abre la primera
puerta, y nada, segunda y tercera, tampoco. Tiene miedo.
Quizás todos abandonaron definitivamente la casa y no
los verá nunca más, y no sabe si eso sería un motivo de
alegría o de pena. Quizás nunca estuvieron realmente en
la casa, quizás fueron todos una muy larga alucinación,
producto de su locura, la cual está cada vez más
convencida de que padece.

Finalmente, en la penúltima habitación del lado izquierdo


del pasillo, Maitén se encuentra con un ser sumamente
extraño, mayormente de un color verde oscuro, que
parece tener más extremidades de lo normal y que anda
dando vueltas por la sala. Primero, la joven se sobresalta
un poco al verlo, pero luego recuerda que era justamente
lo que estaba buscando, y que no debería ya tenerles

143
miedo a estos seres solamente por su apariencia. Entonces
decide saludarlo.

-Hola- Dice Maitén, bastante dudosa mientras levanta su


mano.

El misterioso morador ni si quiera considera la presencia


de Maitén ni su saludo, y sigue en sus cosas. Quizás no
todos los seres de la casa pueden comunicarse con ella o
entenderla. Dándose vuelta hacia el lado del pasillo por
donde venía Maitén tiene otro avistamiento. Luego en la
puerta que está a su izquierda tiene otro más. Y otro, y
luego otro, y estos entes continúan apareciendo, como si
se hubiesen puesto de acuerdo. La joven intenta
permanecer lo más tranquila posible. Siente que está en
su mundo ahora, un mundo por explorar.

Maitén respira profundo y decide seguir adelante,


recordando que después de todo, es un solo habitante el
que vino a buscar, aquel que se ve como un niño.

Una vez más, entra a cada una de las habitaciones de la


casa, observando a cada uno de los seres que

144
anteriormente ella pensaba, eran monstruos. Se encuentra
incluso con algunos que ya había visto antes, pero no ve
señal alguna del que la visitó la noche anterior. Sale de la
última habitación que había quedado sin revisar. Nada.

En su búsqueda, Maitén vuelve a su lado de la casa,


donde también hay algunos habitantes dando vueltas.
Pasa por todos los rincones, pero nada. No se le ocurre
que más hacer, es imposible que haya salido de la casa,
luego de que este mismo haya comentado que su especie
se negaba a abandonar el lugar. De todas formas, la joven
desconoce mayormente a estos seres, y en su imaginación
existen quizás muchas posibles ideas de que es lo que
puede haber pasado con este, aunque la verdad es que
tiene miedo de quizás habérselo imaginado todo. De
pronto lo comienza a ver como otra esperanza, otro
amigo, alguien más en quien aferrarse para seguir
adelante con su vida.

Cuando ya no quedaba donde más revisar, Maitén tiene


una repentina idea. Guiada únicamente por su intuición
vuelve a atravesar su casa para llegar al pasillo oscuro y

145
pasando el pasillo llega a la última habitación, aquella
habitación a la que también fue hace poco más de una
semana, cuando tuvo que ir a cerrar una ventana. Y una
vez más ahí estaba, la ventana abierta, sin ninguna
explicación aparente.

La joven se asoma por la ventana y desde ahí busca en


los alrededores. El limitado jardín de la casa, donde hace
ya mucho tiempo que no está, se encuentra sin rastro
alguno del ser que busca. Lo recorre con la mirada una y
otra vez y nada. Cuando ya está a punto de darse por
vencida, la muchacha se fija una vez más y, gracias a la
posición del sol, distingue una sombra. Ahora ya sabe
dónde está, o eso cree al menos.

Maitén sale de la casa y vuelve a la ventana, pero esta vez


desde fuera, con una escalera que estaba botada en una
bodega de afuera de la casa y que asume antaño sirvió
para subir al techo y limpiar las viejas chimeneas de la
casa (que quedaron en desuso una vez instalado el nuevo
sistema de calefacción). Coloca la escalera contra la
pared de la casa y comienza a subir, hasta poder verlo.

146
Ahí está sentado, sobre el techo de la casa, con la mirada
perdida en las calles de la ciudad, absorto en sus
pensamientos, ni si quiera nota su presencia. O quizás si
la nota, pero está más preocupado de ver las calles.

-Hola- Dice Maitén, mientras hace su mejor esfuerzo por


subir al techo de la casa sin tropezar ni caer.

-¿Qué haces aquí?

-Te estaba buscando.

-¿Por qué?

-Quiero hablar contigo, creo que tú me puedes ayudar a


entender las cosas.

-… me temo que pierdes tu tiempo.

-…

-…

-Y ¿qué haces acá arriba?

-Observo a la gente en las calles. No siempre, pero a


veces me subo acá y los veo pasear, caminando entre

147
ellos o solos o paseando a sus mascotas o en sus autos.
Solo los veo y me pregunto qué estarán diciendo.

-Tú sí que te tomas en serio lo de estudiar a los humanos.

-Así es.

-¿Por qué lo haces tanto si somos tan despreciables?

-… no creo que lo entiendas completamente.

-Puede que no.

-Puedes quedarte acá si gustas, pero no te acostumbres,


prefiero hacer mis investigaciones solo.

-Está bien… es solo que ya no pienso seguir saliendo de


esta casa, así que me tendrás que soportar más tiempo.

La última declaración causa cierto sobresalto en el nuevo


amigo de Maitén, que hasta entonces permanecía
inmutable contemplando la ciudad.

-No, no lo harás, el ser humano es un ser social, necesita


de los demás.

148
-Yo no, ya llevo mucho tiempo completamente sola, sin
importar cuanto he luchado por no estarlo. Ahora no me
voy a esforzar.

-… ese es un error, confundir soledad emocional con


verdadera soledad, puede que estés completamente
aislada o rodeada de gente y te sientas sola igual.

-Por lo mismo.

-El problema es que no puedes aislarte, vives en sociedad,


tendrás que salir a comprar comida al menos, y para eso
necesitarás dinero, y tienes que ir a estudiar para después
trabajar para tener más dinero para poder comer más.
Capitalismo básico.

-…

-…

-Si bueno, puede que tengas razón, pero no estaré fuera


tanto tiempo tampoco.

-Haz lo que quieras.

149
-Mi tía solía vivir acá antes de mí. Ella tampoco salía
mucho. Recuerdo haberla visto varias veces siendo yo
una niña, pero luego ya no. Vivía encerrada acá.

-Sí, la recuerdo…

-¿Hablabas con ella también?

-¿Por qué no mejor te bajas del techo y te vas a ver una


pantalla digital o algo?

-Perdón, solo era curiosidad.

-Una curiosidad más bien mediocre.

-Bueno perdón, por lo menos yo no me paso todo el día


viendo a la gente de lejos.

-¿Crees que me voy a sentir ofendido por algo de lo que


digas?

-…

-No te pongas a llorar de nuevo, por favor.

-Está bien, de todas formas te entiendo.

150
-No, no es así.

-La verdad es que antes también solía pasar los días


mirando a las personas.

-Por supuesto, todos los hacen.

-Pero quiero decir, sin tomar parte, viéndolos de lejos.


Quizás debí pensar mejor mis palabras antes, después de
todo he hecho lo mismo que haces tú. Y tú lo haces con
fines científicos, yo lo hacía porque pensé que si los
entendía podría encajar.

-Mientras más entiendes a la gente menos encajas.

-Quizás sea cierto. Yo nunca he encajado.

-No es tan terrible como lo piensas.

-Para mí sí ha sido difícil. Nadie nunca quiso estar


conmigo.

-Eso es en gran medida culpa tuya.

-Lo sé, no tienes por qué ser tan duro conmigo.

151
-Es que fuerzas tanto ese sentimiento de lástima y es
completamente inútil. Si has estado tanto tiempo “sola”
como dices, ya no te debería importar, no deberías pasarte
los días llorando. Y tendrías otras cosas que hacer,
además de molestarme.

-Perdón, ya me voy entonces…

-Mejor.

Maitén se empieza a parar, con mucho cuidado de no


caer.

-Quizás tu problema es que esperaste demasiado tiempo


para hacer algo al respecto.

-¿Ah?- Maitén es interrumpida mientras bajaba a las


escaleras, y se queda mirando al curioso ser.

-Todo el mundo se aferra a distintas promesas porque


están demasiado cómodos como para luchar por algo.

-Yo no diría que he estado cómoda.

152
-Pero has estado lo suficientemente cómoda como para
no hacer nada al respecto, o sí has hecho cosas han sido
externas… y tienes que tener cuidado con eso, porque la
comodidad lleva a la gente a muchas cosas.

-¿Cómo así?

-Muchas veces los humanos se verán enfrentados a


problemas cuya solución depende absoluta y
completamente de ellos, pero actuarán como si no fuera
este el caso, como si tuvieran que esperar a que pase algo
para hacerse cargo, y vivirán esperando y esperando a
que algo mágicamente les cambie la vida. Piensan que si
viajan, que si tienen más dinero o cualquier otra cosa les
servirá para mejorar, y viven esperando a que eso pase, lo
usan como una excusa.

-Ya veo… ¿Tú crees que yo soy así?

-No lo sé. Pareciera que antes sí, pero ahora también te y


esforzaste mucho en encajar con tus amigos. Más bien
deberías aprender a encajar siendo tu misma, redirigir tu
causa y esforzarte en eso.

153
-Nunca lo había visto así.

-Quizás el tiempo que pasaste analizando a los demás


para poder encajar, deberías haber aprendido de ti misma.

-Quizás sea cierto.

-Cuídate de la comodidad Maitén, la comodidad lleva a la


hipocresía. Todo el mundo dice tener sus propios valores,
principios y hasta ideales, pero son muy pocos los que
realmente están dispuestos a sacrificar algo por ellos. En
tu vida no seas así, es mejor que luches, aunque la pases
mal, lucha siempre. Lucha y sigue luchando para estar
mejor que ayer, y no te pongas excusas ni esperes que las
cosas pasen.

-…

-Ahora si quieres puedes irte.

-¿Cómo aprendiste tanto sobre ser un ser humano? ¿Fue


todo viendo desde el techo?

-Han pasado muchas personas por esta casa.

154
-Y ¿de ellos has aprendido todo esto?

-No de todos, algunos han valido más la pena que otros.

-…

-Tu tía me enseñó mucho.

-¿La extrañas?

-Yo no tengo los mismos sentimientos que los humanos


tienen.

-…

-…

-¿Y yo valgo la pena?

-Por algo te hablé.

Maitén vuelve a su habitación con una sonrisa en el


rostro, y no está segura, pero cree que mientras bajaba, el
habitante también sonrío por un momento.

155
XII

Los días pasan y a medida que van pasando Maitén desea


más el sostener conversaciones con este extraño
compañero de vivienda, pero este siempre se muestra
esquivo.

Ir a la universidad el lunes significó sin duda un enorme


problema para Maitén. Tenía mucho miedo, mucha
vergüenza, sentía que todos la miraban, que todos
hablaban de ella, que todos se reían de ella. La chica
extraña que se puso a llorar en la casa de Jaime. Andaba
por los pasillos ocultándose, esforzándose por no
encontrarse con sus viejos amigos ni con nadie. Fue
realmente horrible. Llegó a echar de menos los tiempos
en los que sentía que nadie la tomaba en cuenta.

Llegando a su casa, no quiso buscar a su compañero de


vivienda, pensando que quizás él la buscaría, para
aprender de ella o algo. No fue el caso.

156
El martes fue más sencillo, ya que solo tiene una clase los
martes. Llegó a la hora justa y se fue lo más rápido
posible a la salida, evitando una vez más toparse con sus
antiguos amigos. Ese día tampoco vio al ser con el que
habló el fin de semana.

Siendo ya miércoles, Maitén vuelve de otra larga jornada


en la universidad. La lluvia cae hoy sobre la ciudad, sus
calles y sus casas, y aun así, el misterioso amigo de la
chica se encuentra sentado en el techo de la casa una vez
más, o eso parece distinguir ella mientras entra a su
hogar.

Maitén entonces va corriendo hacia la habitación al final


del pasillo para cerciorarse de que, efectivamente, su
amigo esté en el tejado. Así es. Por la ventana entra un
poco la lluvia, y Maitén teme que el agua y la humedad
dañen el piso, pero más se preocupa de aquel extraño ser
que está solo en el techo mirando a la gente en la calle.
¿Se podrá resfriar? ¿Podrá resbalar y caer? ¿Le pasaría
algo en algunos de estos escenarios? Maitén ciertamente

157
no entiende a estos seres ni cómo funcionan, pero de
todas formas se asoma por la ventana y grita hacia arriba.

-¡¿Estás bien allá arriba?!

-¡Estoy estudiando! ¿Qué quieres?

-Mejor éntrate, está lloviendo muy fuerte.

-No me va a pasar nada, no soy como los humanos.

-Pero puedes resbalar y caer.

-No me pasaría nada.

-¿Te has caído antes?

-Nunca.

-Entonces no te arriesgues y entra. Podemos conversar de


la humanidad si quieres.

-¿Por qué te preocupas por mí?

-Tú te has preocupado por mí antes.

-No es así, ya te lo he dicho, yo no siento como los


humanos lo hacen.

158
-Yo creo que de tanto tiempo de estudiarnos, empezaste a
sentir un poco como nosotros.

-No hables si no sabes.

-Bueno…

Maitén está un poco decepcionada, porque la verdad ha


disfrutado sus pasadas conversaciones con este ser
extraño, pero el aún se muestra reacio a que sigan
charlando. Todo lo que la joven quiere es un amigo, y al
no querer seguirlo buscando entre sus pares, lo ha
comenzado a buscar en los lugares más insólitos.

Entrando en su habitación, Maitén siente un poco de


melancolía que le llega desde lejos. Piensa que no pudo
encontrar amistad ni en su grupo, ni en Jaime, ni en el
cuaderno y tampoco lo hará en este extraño ente que
sigue en el techo. Se siente un poco ridícula por si quiera
considerarlo.

En todo este proceso de recordar, Maitén agacha la


cabeza y encuentra, botado aún en el piso, al cuaderno

159
que antes solía leer. Lo toma una vez más, lo abre, lo
hojea, recuerda el momento en el que leyó los distintos
relatos que ahí están y llega de nuevo hasta las hojas en
blanco. Las mira por un tiempo.

Siguiendo un impulso, la chica decide que no pueden


seguir así por más tiempo, así que va a buscar un lápiz y
se sienta con el cuaderno. No lo quiere llenar con sueños,
pero piensa plasmar dibujos y poemas en él. Con su lápiz
entonces, hace algunos primeros trazos, de lo que podría
ser una bella obra de arte.

Cuando era niña Maitén dibujaba mucho, pero con el


tiempo lo había abandonado completamente. Este le
pareció el momento apropiado para reconectarse con esta
parte de ella.

-El arte es una de las expresiones humanas más nobles.


Qué bueno que te guste.

El habitante del techo estaba ahora parado al lado de


Maitén, quien se llevó un susto considerable cuando este
habló, ya que no lo vio pasar en ningún momento.

160
-¿Cómo llegaste?

-Perdón, pensé que querías conversar.

-Ah… sí ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

-Preferiría no decirlo, pero creo que tienes razón.

-¿Razón en qué?

-… Esta casa ha pasado por muchos dueños humanos. Yo


empecé a interesarme en su especie con los primeros que
llegaban acá, y así fue como terminé estudiándolos,
aprendiendo de ellos. También aprendí como sienten,
como sufren, como ríen, y eso fue lo que más me costó,
los sentimientos, pero lo aprendí… Y finalmente llegó
Amanda.

-¿Amanda? ¿Mi tía?

-Justamente, tu “tía”. La verdad es que ella fue la primera


persona con la que hablé, el primer ser humano con el
que hice algún contacto. A pesar de que todos los otros
habitantes en la casa se dejaban ver de vez en cuando, yo

161
permanecía siempre escondido, los veía de lejos. A ella
en cambio… compartí mucho con ella.

-¿En verdad la extrañas?

-Con ella comencé a entender lo que significa la amistad,


el aprecio hacia alguien más, y me atormenta siempre que
ya no esté. Ahora también entiendo lo que es la
melancolía, y lo peor es que, a diferencia de ustedes,
tengo que quedarme con eso.

-¿A qué te refieres?

-Los humanos no lo entienden, porque ellos viven su vida


escapando de sus sentimientos. Los esconden, los
inhiben, los entierran, los ahogan, se esconden ellos
mismos y no saben qué más hacer para poder ser
maquinas que no sienten, porque los sentimientos
finalmente traen también sufrimiento. El problema es que
si los aceptaran, tendrían mucha más paz. Tienen la
posibilidad de hacer algo de sus sentimientos, de crear.

-…

162
-Sigue dibujando Maitén. Escribe, escucha música,
aprecia el arte y créalo tú también. El arte es una de las
cosas más humanas, porque mediante él pueden
expresarse de una forma superior. Pueden transmitir
emociones y eso es valiosísimo. Es lo que me hace… a
veces… desear que yo también fuera un ser humano.

-… pero… yo pensaba que… ¿no decías tú que somos


seres despreciables?

-Es que es lo que yo siempre pensé. Siempre los he visto,


los he estudiado, siendo miserables, tratándose mal los
unos con los otros. Así son los humanos. Se insultan, se
desprecian, se mienten, se roban, se matan entre ellos, se
hacen mucho daño. Muchos humanos de por sí ya
desprecian a la humanidad por lo mismo, es cosa de leer
los diarios o ver los noticieros. Siempre hay una guerra
pasando, siempre hay un delincuente prófugo, siempre
hay niños sufriendo, siempre hay políticos corruptos… y
aun así se levantan todos los días e intentan enfrentarse a
la insignificancia de sus vidas, sin hacer nada para
cambiar nada.

163
-…

-Entonces me cuesta creer que sean los mismos seres


despreciables que hacen todo esto, los que a la vez son
capaces de sentir tanto, de amar tanto, de crear momentos
tan bellos, de hacer arte. Pero así es.

-¿Entonces no somos seres despreciables?

-Todas las personas son seres despreciables… hasta que


los conoces en verdad. Trata bien a la gente Maitén, todos
tienen algo que enseñarte y algo que pueden aprender de
ti. Preocúpate por los que te rodean y por ti misma… y
deja de buscarme, creo que entenderás que no quiero
establecer más relaciones con humanos.

-Está bien… pero, ¿Qué será de mí ahora? ¿Cómo puedo


empezar de nuevo? Estos días en la U han sido horribles,
puedo sentir como todos me miran.

-No tienes que empezar de nuevo, tienes que seguir de


donde te quedaste, todos ya viven escapando, no seas tú
así también… enfréntate a las consecuencias de tus actos

164
y supéralas. Deja de sentirte mal porque te sientes
diferente, y empieza a apreciarlo. Pronto la gente volverá
a ti, pero tienes que esforzarte para que eso pase, tienes
que entender que no los necesitas para tener paz, no
necesitas aferrarte a las personas, solo tienes que aferrarte
a ti misma y estarás bien… y no pienses que todos te
están mirando, la gente tiene mejores cosas en las que
pensar. Solo sonríe, sonríe porque eres algo hermoso.
Eres un ser humano.

Maitén intenta abrazar a su amigo, pero cuando pone sus


brazos alrededor de él, cae en la cuenta de que no lo
puede tocar. Los ojos de ella una vez más tienen
lágrimas. Esta vez, los ojos de él también las tienen.

165
XIII

Los días que siguieron fueron días más bien extraños.


Maitén dejó de buscar a este ser por su casa, pero sus
palabras seguían resonando en su mente. Aún quería
volver a empezar con su vida, pero decidió hacerle caso a
su amigo y continuar con las cosas como las dejó, a pesar
de las posibles consecuencias.

Viernes, la joven se encuentra en los pasillos con Valeria


y siente la necesidad de hablarle, pero no lo hace.

Después de un fin de semana sin eventos remarcables,


Maitén se sienta un lunes en una banca de la facultad con
el cuaderno, que ahora es tan suyo como de la persona
que escribía sus sueños en él. Está dibujando ahí cuando
se acerca a ella Jaime.

-Maitén… hola, ¿Cómo estás?

166
Maitén está evidentemente sorprendida por el gesto
espontaneo que tuvo Jaime al querer hablar con ella, pero
intenta no demostrarlo mucho.

-Hola Jaime… yo bien acá, ¿Y tú?

-Bien acá… hace días que quería hablar contigo la


verdad, pero nunca me atrevía… y tú te ibas muy rápido-
ríe un poco.

-Ah sí, he estado ocupada en realidad- Miente Maitén.

-Bueno, yo te quería pedir disculpas por lo de mi casa el


otro día, lo que pasa es que…

-No Jaime- Interrumpe Maitén- no es tu culpa, así que


quédate tranquilo, simplemente estaba triste, pero no te
preocupes.

-Entonces ¿no estás enojada conmigo?

-La verdad es que no.

-Y ¿Por qué no me has hablado entonces?

167
-No sé… es solo que, yo antes siempre me sentía sola, y
nunca estaba realmente sola… ahora si estoy sola y me da
lo mismo.

-Entonces ¿No te importo?

-No es eso, solo estoy despreocupada.

-No te entiendo Maitén.

-Está bien, yo muchas veces tampoco me entiendo.

-… bueno, yo tengo clases ahora, así qué… me voy,


supongo.

-Podemos hablar después si quieres.

-Ya, chao.

-Pero… ¿Somos amigos, cierto?

-No sé, no sé si alguna vez lo fuimos la verdad.

-Pucha Jaime, yo no quería que las cosas fueron así…


perdón de verdad, he sido súper pendeja con todo esto.

-Ya si da lo mismo.

168
-Chao entonces, que te vaya bien.

-Gracias.

Maitén se sintió un poco mal por el resultado de las cosas


con Jaime, pero quizás era como debía pasar. Esa breve
conversación la hizo pensar que debía hablar con sus
otros amigos, con quienes valdría más la pena volver a
hablar como antes. Y es que si bien Maitén y Jaime se
llevaban bien, su relación solamente era producto de la
joven buscando gente en la que poder aferrarse para
poder ignorar todos sus problemas. Ya no necesitaba
nadie así.

Aún en su banca, Maitén puede ver como Valeria y


Alonso pasan caminando. Los mira un poco, pero intenta
no verlos mucho porque siente que se pueden dar vuelta,
y le daría mucha vergüenza que ellos la vean. Un poco
más atrás venían caminando Seba y Miguel, y por otro
lado ve a Catalina, que le hace una seña a sus amigos
diciendo que la esperan porque tiene que contestar una
llamada en su celular. Esa llamada proviene del celular de

169
Maitén, que quiere conversar con ella. Cata le dice al
resto de sus amigos que se vayan solamente, después ella
los alcanzará.

Las dos chicas se sientan juntas, evidentemente


incómodas.

-…

-…

-…

-Cata yo… te quería pedir perdón a ti… y también a la


Vale… por lo del otro día en mi casa. De verdad, fui
como la mierda y…. no sé, no tengo excusas, perdón.

-Maitén… está bien, yo te perdono, pero explícame…


¿por qué?

-No me creerías si te lo dijera.

-Entonces ¿Para qué me hablas?

-Porque quiero que volvamos a ser amigos. Tu yo y todos


los chicos.

170
-Eso va a ser difícil Maitén… yo ya te perdoné y Miguel
estaría dispuesto a conversar contigo… pero Alonso y la
Vale, ya sabes como son. Y con Seba ya es un rollo
aparte. Es difícil y requiere tiempo.

-Está bien, yo estoy dispuesta a esforzarme y esperar el


tiempo que haya que esperar.

-…

-…

-Qué bueno volver a ser amiga tuya entonces… las cosas


en el grupo estaban aburridas sin ti.

-¿De verdad?

-¿No cachaste?

-¿Qué cosa?

-La Vale y el Alonso están pololeando ahora y andan


todo el día juntos.

-¿Qué? No, no te creo- Ríe Maitén, sorprendida y alegre,


alivianando un poco el ambiente.

171
-Sí, yo tampoco lo tampoco lo podía creer, cuando supe
quedé como “¿What?”.

-Oh la volá brígida. Igual bacán por ellos sí.

-Sí eso sí.

-...

-Pucha Maitén, que lata sí que no nos quieras contar lo


que te pasa, podríamos ayudarte.

-Pero yo no quiero molestarlos a ustedes con mis


problemas, ustedes ya deben tener sus propios problemas.

-… sí, también los tenemos, pero si estás verdaderamente


mal, seríamos unos egoístas si al menos no te
escucháramos.

-Sí, supongo que tienes razón… pero no ahora. Otro día,


otro día si quieres te puedo contar.

-… bueno, está bien… cosa tuya.

-Sí…

172
Las dos amigas compartieron un buen rato ahí,
poniéndose un poco al día con los últimos eventos, felices
de haber retomado el contacto. Aún es incierto si Maitén
logrará retomar la amistad con todos, pero Cata es un
comienzo.

El miércoles de la misma semana, Maitén estaba saliendo


de clases de filosofía clásica, cuando se topa en el pasillo
con otro viejo amigo, uno del que no pensaba volver a
tener noticias.

-Hola Maitén.

-Hola Seba ¿Cómo has estado?

-Bien… la verdad es que, te quería pedir disculpas.

-¿Pedirme disculpas?

-Sí, es que… no puedo evitar sentirme culpable, tu


cachai, de que te hayas distanciado de nosotros y toda la
tontera, es mi culpa al final, si yo no hubiese sido tan
cargante y tan melodramático.

-Nada que ver, quédate tranquilo.

173
-¿De verdad? Es que tu cachai que igual… igual y aun me
gustas, y no sé… eso es complicado.

-Sí bueno, lo es… es que tú a mí no me gustas, y me


gustaría que fuera de otra manera pero no es el caso.

-Si lo entiendo y está bien.

-Pero podemos volver a ser amigos.

-¿Y los chicos?

-Me gustaría retomar la amistad con todos ustedes.

-Perdón, de verdad perdón, es mi culpa que te hayas


alejado.

-Deja de disculparte oh, si no es tu culpa… han pasado


más cosas… cosas difíciles de explicar.

-¿Cómo qué?

-Son difíciles de explicar po’ Seba.

-Ya pero cuenta po’.

-No te pongai cargante tampoco- ríe Maitén.

174
-Ya bueno.

-Ojalá poder arreglar las cosas con los demás así de fácil.

-Paciencia nomás.

-Sí, paciencia…

175
EPÍLOGO

Por uno esos días también pasó algo más bien extraño.
Fue quizás el jueves o viernes, o tal vez durante un fin de
semana. Estaba Maitén sentada a la puerta de su casa,
mirando a la calle y escribiendo un poema, cuando un
señor de aspecto más bien extraño pasó caminando frente
a ella, y con él tuvo la siguiente conversación:

-¿No te han dicho que es de mala educación leer diarios


privados ajenos?

-Disculpe señor, no sabía que este cuaderno era suyo.

-Sí es mío, pero por lo visto lo has estado usando.

-Sí, a veces escribo poemas o cuentos… o sino hago


dibujos, porque el arte es una de las expresiones humanas
más nobles… o eso me dijo un amigo una vez.

-Tu amigo es bastante sabio ah…

-Sí, creo que sí.

176
-Yo ahí solía escribir mis sueños, pero creo que escribí
uno que otro poema alguna vez.

-Sí, si los leí.

-¿Lo leíste todo?

-Todo.

-Que entrometida eres.

-Perdón, no quería hacerlo, es solo que… en el cuaderno


hablaba usted a veces de los monstruos que viven en la
casa… y pensé que si lo leía más obtendría respuestas.

-Y ¿Obtuviste respuestas?

-No, de hecho hablé con uno de ellos también, pero no le


quise preguntar mucho, porque creo que ellos tampoco
comprenden completamente su naturaleza o su existencia.

-Yo creo que los entiendo, o por lo menos tengo una


teoría.

-¿Qué piensa usted?

-Yo creo que no existen.

177
-Pero usted los vio.

-Vaya que sí, los solía ver todos los días.

-Y ¿Qué pasó? ¿Por qué dejó de escribir en el cuaderno?

-Porque apareció una mujer. Una bellísima mujer.


Matilde, con un hijo de unos 10 años. Entonces
comprendí que ese hijo era mío, y que tenía que hacerme
cargo. Me fui con ella, pero los monstruos me siguieron,
nunca me abandonaron.

-¿No se fueron? ¿Pero entonces cómo dice que no


existen? Y si se fueron con usted ¿Por qué yo también los
veo?

-Es que cuando yo me fui, ellos me siguieron, pero ya no


los veo. Ahora son invisibles. Viven en mi cabeza, por
eso digo que no existen, ¿entiendes?

-Entonces, ¿Estamos los dos locos?

-No sé, yo creo que es la casa.

-¿Qué tiene la casa?

178
-La casa tiene una propiedad muy extraña, la de
materializar tus miedos más profundos, todas tus
inquietudes. ¿Entiendes?

-¿Usted de verdad cree eso?

-Me parece lo más lógico. Es decir, hay veces en que uno


no quiere llegar a casa, para no tener que estar solo con
sus problemas y pensamientos. Puede ser, ¿Por qué no?

-Y ¿nunca le contó a Matilde?

-Sí, sí lo hice.

-¿Y ella podía ver a los habitantes?

-Yo siempre me esforcé porque no los viera… pero creo


que los terminó descubriendo de todas formas.

-¿Entonces debería dejar que mis amigos los vean?

-Si es que ellos pueden verlos, entonces sí. Y si no


pueden entonces no son buenos amigos.

-Pero señor, no tiene ningún sentido… Yo una vez hablé


con uno de estos seres… parecía un humano… pero él

179
estudiaba humanos, los miraba desde lejos… y decía que
conocía a mi tía y a los habitantes anteriores de la casa.

-Amiga, lamento decírtelo, pero estás loca- Ríe


estridentemente el caballero.

-En el fondo lo sabía.

-No te preocupes, creo que yo también estoy loco.

-¿Sí?

-Quizás… solo déjame decirte una cosa.

-¿Qué cosa?

-Quizás no te puedas deshacer de todos estos monstruos


de la casa… pero puedes ayudar a uno que otro
fantasma…

-¿Ah?

Maitén nunca supo realmente bien que fue lo que pasó,


solo recuerda haber tenido esa conversación con aquel
señor una vez. Quizás fue realmente un sueño, o quizás
fue un día de la semana en el que estaba sentada

180
escribiendo en la calle o dibujando, como ya lo ha hecho
otras veces.

Al principio lo consideró totalmente un sueño, pero luego


empezó a pensar que quizás no, quizás pudo pasar de
verdad y simplemente no lo recordaba con toda claridad.
Sin duda fue algo extraño, pero lo que le hiso pensar que
de hecho todo el evento fue más que un sueño fue un
breve poema que encontró luego en el cuaderno, que no
había sido escrito por ella. Por lo menos no recordaba
haberlo escrito.

“Linda estrellita de mi cielo


brillas esta noche una vez más
y en mi mar de cielo estrellado
angelito, ojalá encuentres paz”

Maitén lee el poema una vez más, sentada en el techo de


su casa, pensando. El día que lo descubrió, recorrió toda
la casa buscando a su amigo, y a pesar de que se encontró
con muchos habitantes, no lo pudo encontrar por ningún
lado, ni en el techo ni en ninguna parte. Quizás no lo vea

181
más, pero está intensamente agradecida de lo que él hizo
por ella.

Viendo las calles, las avenidas, y la gente que pasa por


doquier, la joven se pregunta cómo le saldrán las cosas
con sus amigos ¿Podrán volver a ser amigos
definitivamente o no? Al menos las cosas están mejor con
Seba y Cata, solo resta esperar a ver qué pasa con el
resto.

Y bueno, quizás tampoco vaya a ser tan fácil como llegar


y hablar con ellos sencillamente. Quizás sería más fácil
si les dijera lo que pasa en mi casa… pero quizás
también sería peor, probablemente no me creerían.
Quizás algún día le mostraría a la Cata, ella me cae
bien… pero bueno, así es la vida también. Supongo que
mi vida nunca va a ser como yo quiera, pero seguiré
luchando, y si sigo luchando, por lo menos sabré que
puedo confiar en mi misma ahora. Quizás hable con
Jaime también… o quizás no aun, yo no sé. Me gustaría
poder conversar todo esto con el habitante con el que
hablaba, pero supongo que a él no le gustaría. Quizás ya

182
no está en la casa, pero yo creo que en alguna parte
sigue estudiando a las personas, y vaya que lo hace bien.
Igual han estado soleados los días ahora último, y los
días así hacen que me den ganas de dibujar más… los
días lluviosos en cambio, me motivan a escribir… ya
bueno, voy a ponerme a dibujar mejor, aprovechando
que es temprano y en una de esas más tarde le digo a la
Cata que venga, a ver Bojack Horseman o una volá así.
Un poquito de “music” para inspiración nomás, quizás
un tema de Chet Baker o algo más Beatle… no, pero hoy
ando con ganas de un poco del flaco Spinetta, que tiempo
que no escucho nada de él. Kamikaze… Quedandote o
Yendote… que buen tema.
Maitén se pone a dibujar mientras canta de memoria la
letra de la canción que escogió. A veces mira un poco a
las calles, otras veces mira hacia el cielo, llena de
esperanza y con una que otra lágrima de alegría.
“Y deberás plantar
y ver así a la flor nacer
y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz.
El sol empuja con su luz,

183
el cielo brilla renovando la vida.
Y deberás amar,
amar, amar hasta morir,
y deberás crecer sabiendo reír y llorar.
La lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma.
De ti saldrá la luz,
tan solo así serás feliz.
Y deberás luchar
si quieres descubrir la fe.
La lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma.
Esta agua lleva en si la fuerza del fuego,
la voz que responde por ti,
por mí.
Y esto será siempre así,
quedándote o yéndote”.

184
SOBRE EL AUTOR

¿Quién es Maximiliano Larraín? Maximiliano Larraín


soy yo, un alumno del colegio Domus-Mater de Valdivia,
Chile, amante de la música, la poesía y la filosofía.
Incorregible romántico y optimista la mayoría del tiempo,
durante toda la elaboración del texto he estado expuesto a
distintos problemas que han significado mucho en mi
persona y me han hecho replantearme mucho las cosas.
El libro es en parte fruto de todo esto.
Movido por constantes desilusiones amorosas y
conflictos personales varios me llevaron a la idea original
de este proyecto, que finalmente decidí llevar a cabo por
una nota en el colegio. El proceso comenzó más bien en
una época calmada de mi vida, pero hacia el fin, las cosas
se empezaron a poner más problemáticas. Es por eso que
en las últimas páginas intento concentrar todo mi
optimismo en el mensaje central que quiero dar: No
importa realmente si las cosas salen como esperamos o

185
no, lo importante es que aprendamos a apreciar la vida a
pesar de todo.

186
Índice:
AGRADECIMIENTOS.................................................................. 2
PRÓLOGO ................................................................................. 4
I ................................................................................................. 8
II .............................................................................................. 13
III ............................................................................................. 35
IV............................................................................................. 43
V.............................................................................................. 64
VI............................................................................................. 69
VII............................................................................................ 77
VIII........................................................................................... 95
IX ........................................................................................... 109
X ............................................................................................ 126
XI ........................................................................................... 141
XII .......................................................................................... 156
XIII ......................................................................................... 166
EPÍLOGO ............................................................................... 176
SOBRE EL AUTOR .................................................................. 185

187

Вам также может понравиться