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Estimados hermanos Obispos:

Sucedió lo que nadie de nosotros quería: el Tribunal Constitucional consideró que las
razones en contra de la despenalización del aborto en sus tres causales no fueron de peso
para probar que la Carta fundamental consagra en estos casos el derecho a la vida del que
está por nacer.

Estimo que con esto no se cierra una etapa, sino que se abre una más peligrosa
todavía: el aborto bajo cualquier circunstancias. Así, por lo menos, está probado en los países
que ya han transitado por este camino.

En nombre propio y del Comité Permanente quiero agradecer a todos los hermanos
obispos que de modo permanente nos ayudaron a representar como Conferencia Episcopal
ante los organismo correspondientes del Estado la dignidad de la persona y la inviolabilidad
de la vida humana. Nuestro agradecimiento se extiende a todos las instituciones católicas y
personas que, desde su fe y con la ayuda de sus profesiones, defendieron el valor de la vida
humana y de la maternidad. En este agradecimiento, no queremos dejar de ningún modo de
lado al pueblo fiel y sencillo que –sobre todo con su oración– acompañó todo este proceso.

Dios tiene sus caminos. Habrá que seguir descubriéndolos ahora en esta nueva
situación que nos toca vivir como Iglesia. Está claro que nuestro compromiso es siempre por
la vida y por la gente más débil, los que el Papa Francisco llamaba «los descartables». A
partir de ahora, tal como ya lo conversamos en la Asamblea pasada, tendremos que
organizarnos para ofrecer todas las personas posibles y todas las estructuras posibles para
atender a madres en riesgos en su embarazo y aquellas que decidan abortar. Todos sabemos
el gran peso que esto significa, lo quiera o no, para la conciencia de aquella madre que aborta
a su hijo.

Estimo que hoy más que nunca tenemos que mostrar la dimensión humanizadora del
anuncio de Jesucristo. Él es el Hombre nuevo y perfecto que no sólo se nos revela como
modelo de lo que estamos llamados a ser, sino que es también la fuente para serlo. Todo ser
concebido en el seno materno tiene el derecho de ser persona y de vivir la alegría de serlo.

Que María, nuestra Madre, nos ayude a seguir anunciando el Evangelio de la vida y a
organizarnos con todos los recursos disponibles para salir al encuentro y acompañar a las
madres (y sus familias) que acudan a alguna de las tres causales para buscar el aborto del
niño en gestación.

Un saludo fraterno en el Señor Jesús.

+ Santiago Silva Retamales


Obispo Castrense de Chile
Presidente

21 de agosto de 2017.

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