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¿CÓMO DELIMITAR SI UN ACTO JURÍDICO ES INVÁLIDO O INEFICAZ?

1. Introducción.

En la práctica del derecho civil a menudo nos encontramos con problemas al interior de la
celebración de un determinado acto jurídico, por lo que al momento de resolverlo se generan
ambigüedad en los conceptos y sustentos que se manifiestan para resolver tal o cual caso. Sobre
todo en cuanto a la falta de delimitación en términos de invalidez e ineficacia de un acto jurídico.

Anibal Torres Vásquez explica: “Nuestra legislación no distingue claramente entre la invalidez y
la ineficacia del acto jurídico.(…) No se puede identificar VALIDEZ con EFICACIA, porque
reuniendo el acto los requisitos de validez y sin vicio alguno que los afecte, una circunstancia de
hecho extrínseca e intrínseca (que no constituye requisito de validez) puede impedir su eficacia.
De acuerdo a esta consideración la INEFICACIA puede deberse: a) a la invalidez del acto, es decir,
a causas internas, y b) a causas externas a un acto válido. (…)El código utiliza como sinónimas
las expresiones nulidad absoluta e inexistencia del acto jurídico y vincula la validez con la
nulidad (ver redacción de los arts. 140 y 219 del Código Civil). No hay una terminología constante
para indicar a la nulidad: unas veces se habla de nulidad (ej. Art. 219 del Código Civil), otras de
invalidez (ej. Art. 171 del Código Civil) y otras se dice “no hay” acto jurídico (ej. Art. 1359 del
Código Civil), “no tiene eficacia”, “no puede adquirir derechos” (ej. Art. 1366 del Código Civil),
etc.

Por otro lado algunos doctrinarios rechazan la distinción entre invalidez e ineficacia por
considerarlos conceptos idénticos, es así que Díez-Picaso, L., afirmaba que “la distinción entre
invalidez e ineficacia no me parece admisible”; sin embargo posteriormente se ve en la
necesidad de distinguir los dos términos al analizar un caso particular.

Como podemos apreciar, este problema de delimitación no solo pasa por las personas
judicialmente encargadas de dar solución a problemas de esta orden, pasa también por
doctrinarios y por qué no decirlo por estudiantes de derecho, que a la hora de determinar si
una acto presenta patologías en su celebración, estructura o efectos se le puede atribuir la
misma denominación o es que se debe precisar qué figura se presenta para poder dar solución
a determinado caso.

Es por ello que atendiendo a las anteriores situaciones planteadas que me he permitido
investigar el tema para poder vislumbrar con mayor objetividad ¿Cómo delimitar si un acto es
válido o ineficaz?

2. ¿Qué es el Acto Jurídico?

El acto jurídico[2] en la delimitación conceptual que traza la doctrina nacional, es entendido


como el hecho jurídico, voluntario, lícito, con manifestación de la voluntad y efectos jurídicos.
De igual modo se ha afirmado que el acto jurídico: “es una especie dentro del hecho jurídico,
pues aquel descarta la involuntariedad y la ilicitud. Del mismo modo es necesario considerar que
el artículo 140 del Código Civil, establece que “el acto jurídico es la manifestación de voluntad
destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Aclarar que la teoría del
acto jurídico es producto de la doctrina clásica francesa, que no fue acogida por el Código Civil
francés del 1804. Sin embargo dicha teoría fue asimilada aunque con ciertas variantes en
Latinoamérica. (Espinoza, 2008).
Es el acto con el cual el individuo regula por sí los intereses propios en las relaciones con los
otros (acto de autonomía privada) y al que el Derecho enlaza los efectos más conformes a la
función económico-social que caracteriza su tipo (típica en este sentido). (Betti, 2000).

3. Invalidez e Ineficacia del Acto Jurídico

Es necesario aclarar que el sistema jurídico busca que los actos jurídicos y contratos sean
eficaces, a fin de que los particulares puedan satisfacer sus más variadas y distintas necesidades
de orden social y personal. Sin embargo, el ordenamiento jurídico reacciona en forma negativa
cuando se celebra un acto jurídico que no cumple con alguno de los requisitos que establece
las normas jurídicas, o cuando carece de alguno de los elementos, o presupuestos que se
establecen normativamente, o cuando el contenido del acto jurídico celebrado no se ajusta a
derecho, por contravenir los principios de orden público, las buenas costumbres o normas
imperativas.

Reacciona de modo negativo cuando por eventos posteriores a su celebración, los actos jurídicos
que han venido produciendo normalmente sus efectos, desde la fecha misma de su celebración,
dejan luego de producirlos, por lo tanto se sanciona con que los actos sean ineficaces.

La regla general es que en un acto jurídico válido produzca efectos jurídicos, vale decir, sea
eficaz. Sin embargo, nos podemos encontrar frente a casos de actos jurídicos válidos pero
ineficaces, como el supuesto del acto jurídico sometido a condición suspensiva o frente al caso
de actos jurídicos inválidos, pero ineficaces, como el supuesto del (denominado) matrimonio
putativo, regulado en el art. 84 del Código Civil, en el que el matrimonio invalidado produce
efectos jurídicos (como si se tratase de un divorcio) con respecto al cónyuge que lo contrajo de
buena fe. (Espinoza, 2008)

Así, la diferencia lógica entre ineficacia e invalidez es que la ineficacia es el género y la invalidez,
la especie. Es decir, la invalidez es una clase de ineficacia que ataca a un acto a causa de un vicio
en su constitución.[3]

A continuación describiremos en mayor detalle los conceptos relativos a eficacia e ineficacia


para luego describir los conceptos validez e invalidez.

3.1. Eficacia vs. Ineficacia

En cuanto a eficacia e ineficacia, veremos que son términos opuestos y que la eficacia del acto
o acto jurídico consiste en la aptitud de éste para producir los efectos pretendidos por el sujeto
o los sujetos que lo realiza. La ineficacia, al contrario, será la incapacidad de éste para producir
sus efectos, bien porque ha sido mal constituido, o bien porque ciertas circunstancias exteriores
a él impiden tales efectos.

En opinión de Diez Picazo, la ineficacia representa la contrapartida de la eficacia. Así si nos


referimos a la eficacia, aludimos a la producción de determinadas consecuencias, es decir debe
de observar lo convenido y una vinculación a lo establecido; cuando se habla de ineficacia nos
referimos a la falta de producción de consecuencias, o bien de aquellos resultados que debieron
producirse u operarse por la celebración del contrato o acto jurídico.[4]

Se debe tener en cuenta que la ineficacia de los actos resulta ser un concepto jurídico que no se
corresponde con su sentido semántico, porque algo ineficaz, según la definición académica, no
puede producir efectos ya que carece de actividad. Mientras que para el derecho aun los actos
ineficaces producen algunas consecuencias. De este modo en muchos supuestos los actos
jurídicos no producen nunca efectos jurídicos o dejan de producir efectos jurídicos que se han
venido produciendo. En estos casos nos encontramos frente a supuestos de ineficacia del acto
jurídico. De esta manera puede señalarse que los actos jurídicos ineficaces son aquellos que
nunca han producido efectos jurídicos o aquellos que habiéndolos producido dejan de
producirlos posteriormente por la aparición de una causal sobreviniente a la celebración del
mismo acto jurídico.[5]

A partir del estudio de nuestra legislación y doctrina podemos concluir que se denomina ineficaz
al acto jurídico que por causas ajenas a su propia conformación no surte efectos o no pueda
continuar produciendo los efectos que se propusieron las partes. Observando el acto desde el
sesgo de su funcionalidad, la ineficacia convierte al acto en inservible o inútil.

La ineficacia no está tratada de modo sistemático en nuestra legislación civil y las causales que
las producen están desperdigadas por el Código Civil (Francisco Moreyra Sayán, 2005). Sin
embargo, es adecuado delimitar las principales fuentes o causales de ineficacia, y como operan
las que nuestro código ha tipificado, así como la tipología de actos ineficaces.

3.2. Causas de la Ineficacia del Acto Jurídico

La ineficacia tiene muy diversas causas, tantas y variadas, que no pueden ser taxativamente
enumeradas, sin embargo, sí podemos hacer una lista de las principales:

 Una intrínseca a la conformación de acto, constituida por la falta de alguno de sus


requisitos esenciales: agente capaz, objeto física y jurídicamente posible, fin lícito,
observancia de la forma bajo sanción de nulidad. En todos estos casos nos hallamos ante
la nulidad del acto jurídico declarada por el artículo 219 del Código Civil.
 Incumplimiento de una norma imperativa, a las que el código Civil peruano llama
preferentemente normas de orden público. Esta es una causal de nulidad expresamente
considerada en el artículo V del título Preliminar del Código y en el inciso 8 de su artículo
219.
 Simulación absoluta, que es causa de nulidad del acto según el artículo 219 inciso 5 del
código Civil.
 Incumplimiento de obligaciones recíprocas en los contratos que las contienen. En este
caso, se produce una ineficacia por lo menos temporal, que ha sido establecida en el
artículo 1426 del Código Civil.
 Anulabilidad del acto jurídico, producida por las causales establecidas en el código, cuya
norma general es el artículo 221.
 Revocación[6]
 Rescisión[7]
 Acto sujeto a modalidades (condición, plazo, cargo) en tanto ellas no se cumplen si son
suspensivas, o a partir del cumplimiento si son resolutorias.[8]
 Mutuo disenso[9]
 Resolución
 Caducidad del acto jurídico.
 Imposibilidad sobrevenida de cumplir la obligación
 Ineficacia frente a terceros, cuando el acto es válido para las partes, pero inoponible a
los demás.
 Necesidad aún no satisfecha de que el acto sea aprobado por terceros, por algún
magistrado (por ejemplo el juez), o por la autoridad administrativa.[10]
 Circunstancia varias como por ejemplo capitulaciones matrimoniales con muerte de uno
de los otorgantes antes del matrimonio, etc.

3.3. Tipos de Ineficacia del Acto Jurídico

De estas muchas formas, puede apreciarse que la eficacia (y la ineficacia) del acto jurídico ha
sido clasificada por la doctrina en parciales, o totales, temporales o permanentes, inicial,
sobrevenida y posterior.[11] Definiremos a continuación algunas de estas tipologías.

Hay ineficacia total cuando el acto no produce ninguno de sus defectos, para ningún sujeto; es
decir afecta a todo el acto jurídico y deja sin valor las cláusulas o pactos que aisladamente no
merecen sanción. Es el caso de los actos nulos o convalidables (acto nulo convalidable es el
matrimonio, en ciertos casos).

Hay ineficacia parcial cuando sólo invalida a una parte del acto jurídico dejando que produzca
sus efectos en el resto; el acto produce alguno de sus efectos o también, cuando los produce
para ciertas personas pero no para ciertas cosas.

Por su parte, Compagnucci de Caso, R., distingue a su vez entre ineficacia absoluta y relativa,
atendiendo a los sujetos a quienes alcanzan los efectos de la ineficacia, Cuando el acto jurídico
es ineficaz absoluto. La ineficacia se produce para nadie, ni para las partes, ni sus sucesores, ni
para los terceros. Como afirma Díez picazo, se trata de una ineficacia que se produce erga
omnes. Y será, ineficaz relativo, tal como indica su enunciado, en los supuestos en que produce
efectos solamente respecto a ciertas personas o núcleo de personas. Se une en ciertos casos lo
actos inoponibles, cuando por ejemplo el deudor o un tercero realizan el acto en fraude a sus
acreedores. Entre las partes es ineficaz, pero no puede ser opuesto a ciertos acreedores; o bien
en el caso de los actos simulados cuya ineficacia no puede alcanzarse contra los terceros de
buena fe, pero sí entre los concurrentes al acto ficticio.

Sin embargo la doctrina nacional mayoritaria expresada en la opinión de Lizardo Taboada nos
habla de dos tipos de ineficacia del acto jurídico: la ineficacia inicial: la ineficacia inicial u
originaria (denominada también ineficacia por causa intrínsecas o ineficacia estructural) y la
ineficacia sobreviniente o funcional (denominada también ineficacia por causa extrínseca). Los
supuestos de ineficacia funcional son todos aquellos en los cuales un acto jurídico que venía
produciendo normalmente efectos jurídicos, deja de producirlos posteriormente por la
aparición de una causal sobreviniente a la celebración del acto jurídico. Los supuestos típicos de
ineficacia funcional son la resolución y la rescisión (coetánea a la celebración del acto jurídico).

En el caso de la ineficacia estructural nos encontramos con actos que por su misma estructura
o constitución no pueden desarrollarse, ya sea por su propia imperfección, defecto o vicio, ello
le impide dar vida normalmente a la relación jurídica. El acto jurídico no produce nunca efectos
jurídicos por haber nacido muerto o deja de producir retroactivamente todos los efectos
jurídicos que hubiera producido por haber nacido gravemente enfermo. Es así que la ineficacia
originaria se presenta en dos supuestos: la nulidad y la anulabilidad (art. 219 del Código Civil),
recibiendo ambas el nombre genérico de invalidez en el código Civil peruano, debiendo quedar
claro que el sistema nacional no reconoce la categoría de inexistencia. La sanción de ineficacia
inicial se aplica desde el origen del acto; en cambio en la sobrevenida lo es desde que ocurre la
circunstancia prevista en la ley o en la voluntad de las partes.[12]

En cuanto al tema de ineficacia funcional, el jurista Taboada afirma que ésta se da ante la
existencia de causas sobrevinientes que hacen perder efectos a éstos actos jurídicos como la
rescisión, la revocación y la resolución, sin dejar de lado otros supuestos como el acto jurídico
sometido a condición o la caducidad de los derechos.

Entendida la rescisión como una acción de impugnación en favor de personas desprotegidas,


que son perjudicadas aun ante la aplicación normal de las leyes, la revocación, como la facultad
que la ley concede a ciertas personas, otorgantes de actos de confianza, para dejarlos sin efecto
en virtud de su propia voluntad y la resolución, donde importa el rompimiento del vínculo
jurídico del acto jurídico para acaecer circunstancias sobrevinientes.

Por ello, presentamos el siguiente cuadro elaborado por Andrés Cusi Arredondo:

3.4. Validez o Invalidez del Acto Jurídico

En el caso de la validez podemos afirmar que es aquella característica que el acto jurídico asume
al haber reunido en él todos los requisitos fácticos y jurídicos establecidos por el derecho para
su conclusión debida.[13] . Por su parte, invalidez es aquella situación donde el acto jurídico que
carece de algún elemento reputado esencial o constitutivo, el elemento sin el cual el acto no
llega a formarse.[14]

Al respecto, Betti señala que “Se denomina inválido, propiamente, el acto jurídico en el que falte
o se encuentre viciado alguno de sus elementos esenciales, o carezca de uno de los presupuestos
necesarios al tipo de acto jurídico o que pertenece. Invalidez es aquella idoneidad para producir
los efectos esenciales del tipo que deriva la lógica correlación establecida entre requisitos y
efectos por el dispositivo de la norma jurídica y es, conjuntamente, la sanción del deber
impuesto a la autonomía privada de utilizar medios adecuados para la consecución de sus fines
propios”.

Por su parte, el jurista Savigny distingue dos formas de invalidez, la invalidez completa y la
invalidación parcial: “Llamo invalidación completa a aquella que quita toda la eficacia al acto
jurídico y por consiguiente, que es igual en extensión y poder al hecho que destruye. La
expresión técnica empleada en este caso es la de nulidad”; y por “La invalidación parcial es por
naturaleza es enteramente variable, pues se pueden concebir una multitud de obstáculos que
en diferentes grados se opongan a la eficacia de los actos jurídicos. Se muestra bajo la forma de
una acción, de una excepción, de una obligación que tenga por objeto un nuevo acto jurídico
contrario al anterior, de una restitución o finalmente de una bonorum possesio contra tabulas.
Para comprender estos casos tan diversos bajo una designación común, digo que la relación de
derechos es entonces vulnerables”.[15]

La validez es el momento estático del acto jurídico y se configura cuando el mismo cuenta con
todos sus elementos esenciales (agente, objeto, fin y formalidad, si se trata de un acto ad
solemnitatem). La eficacia es el momento dinámico del mismo y se configura como consecuencia
de la validez, al producirse los efectos jurídicos del acto jurídico.

De esta manera el acto jurídico válido puede ser a su vez ineficaz, no porque le falten requisitos
intrínsecos, sino porque algún factor externo le impide producir sus efectos. Para Rubio Correa,
Marcial, las relaciones entre invalidez e ineficacia son claras: aquélla es una de las especies de
ésta. En otras palabras, la invalidez es la ineficacia producida por vicios intrínsecos al acto, en
tanto que la ineficacia es general, es cualquier situación en la que el acto deja de producir
efectos. Es más un acto válido puede devenir en ineficaz (por ejemplo, si es revocado,
rescindido, o terminado por mutuo disenso, o si la condición a la que estaba sujeto no se verifica,
etc.). A la inversa, un acto inválido puede volverse eficaz si el vicio es subsanado, es decir, si el
acto es convalidado.

La calificación de inválido o ineficaz, que entonces se le adjudica, presupone, precisamente, un


cotejo entre el acto jurídico concreto que se considera y el tipo o género de acto jurídico que
éste pretende representar. Y expresa una apreciación negativa que es, en cierto modo, el
reverso de aquella otra, positiva, que hace la ley respecto al acto jurídico-tipo, al que faculta
para producir nuevas situaciones jurídicas.[16]

Sobre esta relación entre invalidez e ineficacia, García Amigo, afirma: “(…) ambos conceptos se
manifiestan en dos planos distintos; la validez-invalidez se refiere a la celebración del acto
jurídico, mientras la eficacia-ineficacia es la consecuencia del acto jurídico la invalidez actúa
como causa de ineficacia, originando uno de sus supuestos más importantes”.

Ahondando en estas diferencias, Renato Scognamiglio, expone “es preciso distinguir la invalidez
de la ineficacia en sentido estricto. Esta se presenta cuando el contrato válidamente celebrado
no produce todavía sus efectos y también cuando los efectos regularmente producidos decaen
posteriormente (…) La ineficacia en sentido estricto consiste en la falta inicial, o a partir de un
momento posterior, de los solos efectos finales del contrato (que en todo caso es válido). Su
fundamento radica en un defecto funcional del contrato, de acuerdo con las disposiciones de las
partes o en razón de una norma legal”.[17]

Concluyentemente podemos afirmar que la invalidez se configura por una patología de los
elementos esenciales del acto jurídico por presentarse un vicio en la manifestación de la
voluntad (error, dolo, intimidación y violencia). La ineficacia se produce por la no configuración
de efectos jurídicos el acto jurídico.

Por lo expuesto debemos inferir que los vocablos ineficacia e invalidez son distintos, pues tiene
significados y efectos diferente; un acto ineficaz no necesariamente es inválido, sin embargo el
acto válido no implica que necesariamente sea ineficaz y pues hay actos inválidos que producen
efectos.
Así, podemos definir la invalidez como la privación de tutela jurídica a efectos típicos y
consustanciales a la especie negocial jurídicamente tutelados, o porque hay un vicio que deriva
de la propia estructura del acto jurídico o de sus elementos, o de específicas disposiciones
legales.

Por su parte es importante destacar que nuestro Código Civil en los artículos 171, 743, 757, 806,
1497, 1629, 1634, 1635, 1694, y 2013 utiliza el término invalidez como sinónimo de nulidad. El
artículo 798 utiliza como expresión particular “carece de valor” y el artículo 1643 habla de
“invalidación de pleno derecho”, lo que constituye una referencia conceptual a la nulidad. Esta
referencia es particularmente importante pues expresa la intención del legislador peruano quien
en la lógica de los términos anteriormente descritos ha asimilado la figura de Nulidad como una
forma de Invalidez del Acto Jurídico.

En este orden de ideas, la doctrina mayoritaria y la jurisprudencia han definido 2 clases de


Invalidez del Acto Jurídico: Nulidad y Anulabilidad.

4. Nulidad y Anulabilidad: Similitudes y diferencias

La nulidad es “la forma más grave de invalidez del acto jurídico” e importa la definitiva idoneidad
del acto para producir efectos”. Sin embargo, esta no excluye que el acto jurídico” pueda ser
relevante frente a terceros y que pueda producir efectos entre las partes”. La nulidad puede ser
total o parcial. Por su parte la anulabilidad es aquella forma de invalidez que somete al acto
jurídico “a la sanción de ineficacia de aplicación judicial”. Se sostiene que el acto jurídico
anulable “es provisionalmente productivo de sus defectos; pero es susceptible de ser declarado
ineficaz mediante sentencias”.[18]

En este sentido reitera Albaladejo que: “los actos jurídicos nulos y los anulables se llaman
inválidos, advirtiéndose que, en ellos, la carencia de efectos en los primeros o la amenaza de
destrucción que pesa sobre los segundos procede de un defecto intrínseco al acto jurídico; a
diferencia de lo que ocurre en las otras categorías de acto jurídicos ineficaces inicialmente o de
eficacia amenazada, en las que la ineficacia procede de una causa externa al acto jurídico”.

Es menester realizar la delimitación de las características de la nulidad y de la anulabilidad,


estableciendo sus semejanzas y diferencias: En el caso de las semejanzas Lizardo Taboada
Córdova, señala que todas las causales de nulidad como aquellas de anulabilidad se presentan
siempre al momento de la celebración del acto jurídico, ambos suponen un defecto en la
estructura del acto jurídico, de manera que las causales de nulidad como las de anulabilidad son
de carácter legal, es decir, establecidas e impuestas por la ley, no pudiendo ser creadas por los
particulares.

Precisando sus diferencias, Lizardo Taboada indica que. “el acto jurídico nulo es aquel que carece
de algún elemento, presupuesto o requisito, o aquel que teniendo todos los aspectos en su
estructura tiene un contenido ilícito, por contravenir las buenas costumbres, el orden público o
normas imperativas. Por el contrario el acto jurídico anulable es aquel que tiene todos los
aspectos de su estructura y su contenido es perfectamente lícito, sólo que tiene un vicio
estructural en su conformación. Se dice de éste el acto jurídico viciado”.

Esta diferencia ha sido reiterada por la Jurisprudencia de la Corte Suprema:

….“Nuestro ordenamiento distingue dos clases de nulidades, la que tiene por principio el
interés público (absoluta) y la que concede a favor de ciertas personas o intereses privados
(relativa). La nulidad relativa conduce al acto anulable, y esta se produce cuando en el acto
concurren los requisitos esenciales, pero que adolece de algún vicio, tal como lo prescribe el
artículo 221º del Código Civil.”…..[19]

Una diferencia adicional en relación a los efectos de ambas nulidades es que el acto jurídico nulo
nunca produce los efectos jurídicos que tenía que haber producido y en caso del acto jurídico
anulable nace con vida y produciendo todos sus efectos jurídicos, pero por haber nacido con un
vicio en su conformación tiene un doble destino alternativo y excluyente: o es confirmado; es
decir subsanado por la parte afectada por la causal, en dicho caso seguirá produciendo
normalmente todos sus efectos.

Otra diferencia importante es que la nulidad está basada en la tutela del interés público,
mientras que las causales de anulabilidad tutelan el interés privado. A su vez los actos jurídicos
nulos no son confirmables, a diferencia de los actos jurídicos anulables que sí son subsanables.

La naturaleza de los interés que se tutelan determinan que la acción de nulidad puede ser
interpuesta no sólo por cualquiera de las partes sino cualquier tercero, siempre que acredite
legítimo interés económico o moral, incluso puede ser interpuesta ante el Ministerio público;
por el contrario la acción de anulabilidad que tiene por objetivo declarar la nulidad, sólo pueden
interponerla la parte perjudicada por la causal en cuyo beneficio la ley establece dicha acción.

Las decisiones a las que se llegue por medio de una pretensión de nulidad de un acto jurídico
nulo es simplemente declarativa, se limita a constatar que el acto jurídico nunca ha producido
sus efectos mientras que la sentencia en materia de nulidad del acto jurídico anulable es
constitutiva y por ello tiene efecto retroactivo a la fecha de celebración del acto jurídico.

De esta forma, la anulabilidad siempre es expresa; viene declarada directamente por la norma
jurídica, mientras que la nulidad puede ser expresa o tácita. La nulidad expresa o textual es
aquella que se presenta cuando la norma declara directamente la nulidad del acto jurídico en
un determinado supuesto, mientras que la nulidad tácita o virtual es aquella que se configura
cuando el acto jurídico celebrado contraviene las buenas costumbres, el orden público o una o
varias normas imperativas.

El Código Civil peruano no aplica el principio de la imprescriptibilidad de la acción de nulidad,


por cuanto la acción de nulidad prescribe a los diez años, mientras que la acción de anulabilidad
a los dos años.

“…..Hay que reparar que cuando el artículo 2001 del Código Civil establece una escala para
fijar el tiempo de prescripción de los actos jurídicos, tiene en cuenta para su graduación: la
naturaleza del acto que se pretende cautelar; así, a mayor importancia mayor tiempo para la
prescripción y a menor importancia menor tiempo. Es por eso que las acciones personales,
reales, las que nacen de una ejecutoria y la nulidad del acto jurídico tienen como plazo de
prescripción diez años, el más largo de los que contempla el Código Sustantivo. Ello se debe a
que en estos casos se protege relaciones obligacionales, o se defiende al titular de un derecho
real, o la obligación surge de la intervención del ente jurisdiccional o el vicio compromete la
estructura del propio acto jurídico. Por el contrario, cuando la importancia del acto es menor
(artículo 2001 inciso 4° del Código Civil), éste prescribe a los dos años, como en el caso de la
pensión alimenticia (acto siempre renovable), la responsabilidad extracontractual (que no
surge de una obligación contraída), la acción pauliana (que supone un fraude que debe
invocarse con rapidez para salvaguardar el circuito económico) y la acción de anulabilidad
(que cuestiona elementos del acto jurídico que pueden ser subsanados vía
confirmación)….”[20].
Por ello, presentamos el siguiente cuadro elaborado por Andrés Cusi Arredondo:

No obstante la aparente claridad de estas terminologías en relación a la nulidad la práctica


jurisdiccional y los conflictos en materia contractual en relación con temas como la prescripción
adquisitiva de dominio y la tercería excluyente de propiedad han planteado problemas para la
jurisprudencia que aun no ha dado soluciones uniformes en todos los casos. En ese sentido será
un reto importante para los jueces y los propios litigantes tener claridad en los conceptos de
validez e ineficacia en el momento de interpretar los supuestos de nulidad y anulabilidad del
Acto Jurídico.

5. Conclusiones:

– La Ineficacia consiste en la deficiencia de los efectos de que debe surtir un acto jurídico
en su celebración, la cual puede darse desde su celebración o por deficiencias
posteriores a la celebración del mismo.
– La ineficacia puede ser de dos clases: Estructural y Funcional. Se habla de ineficacia
estructural en referencia a actos que por su misma estructura o constitución no
pueden desarrollarse, ya sea por su propia imperfección, defecto o vicio, ello le impide
dar vida normalmente a la relación jurídica mientras que se habla de ineficacia
funcional cuando existen causas sobrevinientes que hacen perder efectos a éstos actos
jurídicos como la rescisión, la revocación y la resolución.
– La invalidez es una clase de ineficacia que ataca a un acto a causa de un vicio en su
constitución, es decir, un vicio que ataca a uno de los elementos del acto en el
momento de su celebración.
– La invalidez puede ser de dos clases: nulidad y anulabilidad que son las dos formas de
invalidez delimitadas por la doctrina y reguladas en el código civil peruano.
– El acto jurídico nulo es aquel que carece de algún elemento, presupuesto o requisito, o
aquel que teniendo todos los aspectos en su estructura tiene un contenido ilícito, por
contravenir las buenas costumbres, el orden público o normas imperativas. Por el
contrario el acto jurídico anulable es aquel que tiene todos los aspectos de su
estructura y su contenido es perfectamente lícito, sólo que tiene un vicio estructural
en su conformación.

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