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FORMACIÓN DEL ESPÍRITU Y SABER DEL CUERPO EN LA DICTADURA

CÍVICO-MILITAR URUGUAYA (1973-1985)

Raumar Rodríguez Giménez (Udelar)

Si dentro del cuadro general que compone una educación del cuerpo se
pueden identificar elementos específicos vinculados a la “formación del
espíritu”, ¿cómo aparecen estos elementos durante la dictadura cívico-militar
uruguaya (1973-1985)? ¿Por qué se ha apelado a algunas prácticas en
detrimento de otras? Desde el punto de vista de la educación del cuerpo, ¿por
qué se apela al deporte, en términos generales, y específicamente a la
gimnasia, como ámbitos privilegiados para la educación del cuerpo? Para el
caso de Uruguay, algunas investigaciones han mostrado que durante la
dictadura no se ha hecho más que reforzar el rasgo militarista del deporte y la
gimnasia. Por esa razón, se entiende que es relevante distinguir entre los
elementos que estructuran estas prácticas en términos de saber, de aquellas
que lo estructuran como una práctica ideológica. Para iniciar la indagación,
hemos de suponer que en la formación del espíritu como elemento de un
programa político-pedagógico, opera la indistinción entre saber e ideología, así
como la superposición ideológica de ambas instancias.

1
Introducción

Después de algunos años de un tenso clima político-institucional cuyo inicio


Demasi (2009) ubica en 1967, el 27 de junio de 1973 Juan María Bordaberry,
en calidad de Presidente de la República (Uruguay), decreta la disolución del
parlamento.1 A partir de allí, se abre el período de la dictadura cívico-militar,
hasta la recuperación de la democracia, en marzo de 1985. La presencia de los
militares en la vida política del país había estado cada vez más presente desde
fines de los sesenta, y se enfatizó desde 1971, con el surgimiento de las
“Fuerzas Conjuntas” y el “Estado Mayor Conjunto”, instancias de coordinación
para el enfrentamiento de la guerrilla.
Entre lo comisarial y lo fundacional, 1976 fue un año de inflexión: a partir de la
destitución de Juan María Bordaberry y la designación de Aparicio Méndez
como Presidente, “el régimen puede definirse nítidamente como una dictadura
militar (aunque prefirió calificarse a sí misma como ‘cívico-militar’)” (Demasi,
2009, p. 20).2 Cuando Aparicio Méndez3 asumió como Presidente el 1º de
setiembre de 1976, decía lo siguiente: “El Uruguay, resueltos los aspectos más
apremiantes de la seguridad, emprendió la difícil tarea de restauración integral
de valores” (En: Caetano y Rilla, 1998, p. 77).4
Por otra parte, 1975 había sido declarado “Año de la Orientalidad”, consigna
que sirvió de plataforma para desarrollar una serie de eventos caracterizados
por la exaltación patriótica, para dar lugar al “nuevo Uruguay” basado en un

1
Este trabajo forma parte de las líneas de investigación “Saber del cuerpo, educación y
política” (FHCE, Udelar) y “Cuerpo, educación y enseñanza” (ISEF, Udelar). A su vez, se
articula con el texto de Alonso, V., Corvo, L., González, J., Mato, L. & Rodríguez Giménez, R.
(2017). Fue presentando en el XIII Congreso Iberoamericano de Historia de la Educación
Latinoamericana, Montevideo, 28 de febrero a 3 de marzo de 2018; panel: Eje temático:
Perspectivas histórica-metodológicas sobre la educación estética, discurso visual y
sensibilidades, coordinado por Myriam Southwell.
2
Hasta 1976 había la expectativa de que se convocara a elecciones generales. Desacuerdos
varios entre Bordaberry y los militares, condujeron a la remoción del primero como Presidente,
la suspensión de las elecciones y la creación del Consejo de la Nación (Caetano y Rilla, 1998,
p.35-38).
3
Aparicio Méndez, abogado procedente del Partido Nacional, fue uno de los presidentes civiles
del período dictatorial. “El nombre de pila del Presidente y el año de su nacimiento (1904)
fueron utilizados como enlace simbólico para vincular al gobierno con la tradición del partido
blanco; bajo su presidencia el régimen reivindicó la figura de Aparicio Saravia y le realizó
homenajes (…)” (Demasi, 2009, p. 65).
4 o
El mismo día, en el Acto Institucional N 4, el Poder Ejecutivo decretó la prohibición “por el
término de quince años, el ejercicio de todas las actividades de carácter político que autoriza la
Constitución de la República, con inclusión del voto” (En: Caetano y Rilla, 1998, p. 83).

2
impulso nacionalista. Ese mismo año se había creado la Dirección Nacional de
Relaciones Públicas (DINARP), que se ocupó de “controlar los discursos que
los militares realizaban en actos oficiales, conmemoraciones, inauguraciones,
etc., y luego, en junio de 1977, se le atribuyó también la tarea de controlar la
prensa” (Demasi, 2009, p. 53). La DINARP sirvió, entre otras cosas, para dar
publicidad a aquello que los militares consideraban más relevante del “nuevo
Uruguay”. En esa publicidad, propaganda del régimen, ocupaba un lugar
destacado la construcción de nuevas infraestructuras y, en consonancia, el
desarrollo de nuevas actividades. Es en esa línea de acción que se acopla la
reorganización de la Comisión Nacional de Educación Física (CNEF).
Lo que se deja ver nítidamente en 1976, es que la CNEF participa de lo que
Marchesi (2009, p. 330) identifica como “tres apuestas culturales desarrolladas
por el régimen en la segunda mitad de los setenta: la exaltación patriótica
vinculada al impulso del desarrollo de diferentes prácticas conmemorativas y
celebratorias que buscaban promover el sentimiento nacionalista; la
construcción de un sistema de medios de comunicación proclive al régimen; y
las políticas hacia la juventud”.

La educación física en la formación integral del ciudadano

En 1976, el directorio de la CNEF era presidido por un Coronel, y tenía como


vice-presidente a un Teniente Coronel, además de un civil como secretario, un
Mayor como ayudante del presidente y un Mayor como Coordinador General
Ejecutivo. Dicho directorio se enfrentaba, según sus propias afirmaciones, a la
delicada tarea de reactivar la Comisión, de rehabilitar servicios, en pleno
conocimiento de “la trascendencia que tiene la educación física en la formación
integral del ciudadano” (MEC, 1976, p. 4).
El papel pedagógico de la CNEF, por lo menos a partir del impulso del “Año de
la Orientalidad”, está fuertemente dirigido a formar a los niños y jóvenes para el
nuevo Uruguay.5 Esta línea de acción puede verse como parte de lo que
Romano (2010) identificó como “segunda intervención” en la educación: febrero
de 1975, momento en el cual los militares asumen cargos de dirección en la

5
Sobre la relación cuerpo-moral en el Año de la Orientalidad, cf. Bailón (2007).

3
educación público-estatal. Desde ese marco se propicia la “educación integral”,
en la cual encuadra a la perfección el impulso dado a la educación física. La
educación integral supuso una apuesta de las FF. AA. contra la subversión
(Romano, 2010, p. 156). En este sentido, los historiadores han considerado
clave una conferencia dictada por el Coronel Julio Soto6 en octubre de 1975, en
el que habla del “Proceso de educación en el Uruguay”, y que se imprime para
distribuir entre todos los docentes que formaban parte del Consejo Nacional de
Educación. En la conferencia, de carácter programática, Soto decía que
“educar significa proporcionar orientación formativa integral, eso es, fortalecer
el espíritu de la persona humana, enriquecer su mente y robustecer su cuerpo”
(cit. en Marchesi, 2009, p. 372). Por esos años también se divulgaba una
especie de credo pedagógico, el credo del “educador oriental” y su fe,
publicado en la revista El soldado.7 El primer punto del credo dice: “Creo en la
superación del espíritu por sobre la materia”; en el punto 18: “Creo que por ser
el cuerpo morada del Espíritu, la Educación Física es parte imprescindible de
un buen sistema educativo” (Centro Militar, 1978, p. 3).
Si la educación física es imprescindible, es por el carácter integral del credo
pedagógico militar. En el primer número de la revista El soldado ya se apelaba
a una “cultura física con menos gimnasia de papeles y palabras”, tras el
supuesto de la “plenitud física” como “fuente de todas las demás plenitudes
humanas y comunitarias” (Centro Militar, 1974, p. 30).
Sin embargo, como muy bien se aclaraba por parte de la CNEF, “la referencia a
la parte ‘física’ no significa que esta disciplina esté dirigida únicamente a lo
corporal del educando, sino que su acción educativa tiene su influencia en la
formación de la personalidad total del individuo” (MEC, 1976, p. 30). La
educación física siempre osciló, de derecha a izquierda y de izquierda a
derecha, entre el biologicismo radical y el moralismo, entre tratar al individuo
humano como un organismo y reivindicar el carácter moral o espiritual de toda
educación. En el caso de la CNEF en su etapa re-fundacional, acoplada al
discurso de la “integralidad”, se entendía que la singularidad que caracteriza a

66
Coronel Julio Soto, Vicerrector del Consejo Nacional de Educación (CONAE) desde febrero
de 1975 (cf. Romano, 2019).
7
Se trata de una publicación del Centro Militar, iniciada en setiembre de 1974.

4
la educación física es “la participación simultánea del cuerpo, la inteligencia y la
voluntad” (MEC, 1976, p. 30).
La Ley de Educación General de 1973 ya había incluido el elemento específico
de la educación del cuerpo: “Hacer obligatoria la cultura física e incentivar el
deporte y las actividades recreativas” (Uruguay/MEC, 1973, Cap. III, Art. 10,
Inc. 11). Esto se refuerza en abril de 1975 cuando se declara obligatoria la
educación física en la enseñanza media. En esos años se celebraba que por
primera vez se podía “cumplir en la totalidad de los Liceos del Interior y de la
Capital con la asignatura de Educación física, dando así cumplimiento con la
Ley de Educación General, que hace obligatoria la Cultura Física y la
Recreación” (MEC, 1976, p. 31). Esto formaba parte de la rehabilitación de la
CNEF y la expansión de la educación física, rehabilitación que, según el
directorio cívico-militar de la CNEF, se pudo realizar gracias al “espíritu
patriótico de nuestro pueblo” (MEC, 1976, p. 5).

La educación física y la unidad de la Juventud del Nuevo Uruguay

En el análisis realizado por Marchesi (2009) sobre el papel de la educación en


la fundación de un “nuevo Uruguay”, se le asigna un papel central a la CNEF,
ya que esta recibió un fuerte impulso durante la dictadura, por su articulación
con el papel que podían cumplir la educación física y el deporte, especialmente
aquella destinada a formar a las jóvenes desde una concepción militar.
En 1976, el Ministerio de Educación y Cultura realizaba una publicación en la
que se incluía un artículo firmado por el Directorio de la CNEF, en el cual se
realizaba un balance del organismo, una suerte de rendición de cuentas
pública, así como algunas proyecciones en función de la reestructura operada
ese mismo año. Se trataba de un verdadero impulso a la educación física, la
recreación y el deporte. Allí se ubicaba a la CNEF como institución al servicio
de la salud física y mental de la nación, a la vez que se afirmaba lo siguiente:
“la Comisión Nacional de Educación Física se encuentra en una etapa de su
evolución, donde se proyecta hacia el futuro acompañando el plan de
renovación que vive nuestro país” (MEC, 1976, p. 12). Plan de renovación es
uno de los eufemismos utilizados para referirse a la dictadura cívico-militar que
se había iniciado tras el golpe de Estado de junio de 1973. Al final del mensaje

5
del Directorio que abre la publicación de 1976, dice: “no desconocemos que la
acción estuvo guiada por un impulso patriótico, consustanciado con el
acontecer histórico que vive actualmente nuestro país, en cuanto a recuperar
sus sanos valores morales y dar a sus hijos, los hombres del mañana, el
ambiente de democracia en que desenvuelvan sus valores espirituales que
conducirán al engrandecimiento de nuestro Uruguay” (MEC, 1976, p. 12). Con
sus políticas, el Directorio del Organismo tenía “la certeza de estar forjando una
generación de niños y jóvenes que el Uruguay requiere sea físicamente aptos,
moralmente sanos y mentalmente capaces” (MEC, 1976, p. 30).
Reorganización, reinstitucionalización, recuperar los sanos valores morales
perdidos o distorsionados por la presencia de ideas extrañas a la patria (léase,
fundamentalmente, comunismo o “marxismo internacional”), a fin de la
formación del espíritu de niños y jóvenes, los hombres del mañana, tal era la
tarea a la cual se acoplaba la educación física, todavía en 1976 con elementos
propios de la “dictadura comisarial”.8 No se trata de un acople inusitado, más
bien, al contrario, se trata de una acople natural, aunque aquí natural no
signifique otra cosa que la amigable concordancia históricamente constituida, a
la vez que históricamente deshistorizada. El higienismo no sólo se dirige al
organismo, también se dirige al espíritu, o tal vez, se dirige sobre todo a él. Un
cuerpo sano para que en las mentes no proliferen ideas enfermas, porque la
enfermedad es distorsión de la naturaleza, distorsión provocada por agentes
externos, patógenos.
Que la publicación referida se haya realizado en 1976, punto de inflexión en la
dictadura cívico-militar, no parece responder a una casualidad. El tono
discursivo está claramente orientado por referencias a lo nuevo, a lo que se
está construyendo, al porvenir. El editorial de la publicación terminaba con
estas palabras: “La Comisión Nacional de Educación Física en homenaje a
quienes hicieron posible la labor desarrollada con su activa participación:
funcionarios, docentes y educandos; que, dando razón a los que tuvieron fe en
el país, al revitalizar sus fuerzas morales, permitieran la recuperación de la

8
De acuerdo a la periodización establecida por Luis Eduardo González, se pueden identificar
tres períodos en la dictadura: de 1973 a 1976, “dictadura comisarial”, de 1976 a 1980 “ensayo
fundacional” y de 1980 a 1985 “transición democrática” (Caetano y Rilla, 1998). Elementos de
las tres etapas están presentes durante toda la dictadura, por lo tanto, lo que cada una de ellas
establece es un énfasis.

6
educación física, logrando que una juventud transformada se plegara de lleno a
la sana y formativa actividad deportiva” (MEC, 1976, p. 3).

Estrechar los lazos espirituales de la juventud

Durante la dictadura, desde la educación física se hacía un énfasis muy


específico en los valores, un énfasis singular, acorde a una CNEF “guía y
custodia de la juventud oriental”9. Como espacio pedagógico, en un país con
las dimensiones demográficas como Uruguay, no es para nada despreciable
que se contara con 76 plazas de deportes distribuidas en todo el territorio
nacional. Las plazas de deportes podían ser un espacio muy fértil en el cual
podía germinar la juventud del nuevo Uruguay: “La práctica organizada y
sistemática de la educación física se inserta en el proceso de transformación
del país formando una juventud físicamente apta, moralmente sana y
mentalmente capaz, protagonizando con su patriótico esfuerzo la afirmación de
una vida mejor para todos los orientales” (MEC, 1976, p. 2).
Las competencias deportivas fueron un elemento importante de la pedagogía
integral de la dictadura: “la evolución operada en los distintos servicios (…)
trajo como complemento indispensable, la exigencia de realizar competencias
que permitieran, no sólo la lucha franca y leal de los alumnos, sino el estrechar
los lazos espirituales de nuestra juventud” (MEC, 1976, p. 6). En 1976 se
realizaban Juegos Deportivos Estudiantiles. En ocasión de dichos juegos, se
destacaba que los estudiantes de la Universidad del Trabajo del Uruguay
(UTU)10 habían competido junto con los de Educación Secundaria. Había allí
una juventud que se redimía, que participaba unida en un “desfile multicolor”,
“dando así muestra de la unidad de la Juventud del Nuevo Uruguay, del cual
todos serán sus futuros dirigentes. Estas competencias poblaron todos los
ámbitos de la Patria, haciéndoles vibrar de emoción (…)” (MEC, 1976, p. 32).
La afirmación es incontrastable: la CNEF se ubicaba ideológicamente al
servicio de la dictadura. “La Patria está de fiesta cuando sus hijos son felices, la
Patria está segura cuando los brazos de sus hijos son fuertes para defenderla

9
Cf. Rodríguez Giménez (2009).
10
Durante los Juegos mencionados, la UTU estaba dirigida por un “Consejo Interventor” (MEC,
1976, p. 32).

7
en la paz, con el fruto de su esfuerzo en el trabajo” (MEC, 1976, p. 32). La
educación física al servicio de la Patria, del Nuevo Uruguay, formando parte
ahora de la dictadura en su “ensayo fundacional”.
Si los lazos espirituales eran tan importantes, si recuperar los valores era un
asunto fundamental, era porque la “subversión marxista” los amenazaba y
destruía. La guerra subversiva, decía el Gral. Julio C. Rapela en mayo de 1978,
tiene como blanco “antes las almas que los cuerpos” (En: Caetano y Rilla,
1998, p. 85), y por eso la necesidad de una doctrina, doctrina en la cual podría
encuadrarse perfectamente la revitalización de la educación física y los
deportes a partir de la reorganización de la CNEF en 1976. Si la “legalidad
constitucional estaba “vacía de todo sentido de nacionalidad y patriotismo”
(Rapela, en Caetano y Rilla, 1998, p. 86), el desarrollo de la educación física y
los deportes podría contribuir a llenar ese vacío.
Como casi siempre sucede en una educación integral, sobre todo si pretende
recuperar valores perdidos y maximizar el tiempo pedagógico, el tiempo libre
también es pedagogizado. Monitorear y encauzar las conductas en los
espacios pedagógicos escolarizados, pero también en los no escolarizados.
Por eso “Se estimó y planteó al personal docente, con relación a los problemas
comunitarios, que la adecuada utilización del Tiempo Libre, donde se encuentra
ubicada la práctica de la Educación Física en sus Centros de Recreación, es
fundamental para el desarrollo equilibrado del ser, y la formación de su
personalidad, prestando entonces, una atención creciente a las relaciones
interpersonales en la que los individuos establecen una integración de diversas
situaciones” (MEC, 1976, p. 22). De esta manera, no sólo la educación formal
era el ámbito para la educación moral, patriótica. Los campamentos, instancia
máxima de las pedagogías del tiempo libre, también contribuían a la formación
espiritual nacionalista: en el Campamento de Parque del Plata (campamento
estable de la CNEF) los niños izaban la bandera nacional.
Si el campamento es un elemento tan valorado en el campo de la educación
física, es porque se coloca al “acampante en contacto con la naturaleza” (MEC,
1976, p. 23); es a través de ese contacto que se busca “incentivar el
sentimiento de felicidad”. La vida en la naturaleza es el complemento
conceptual e ideológico de una educación física orientada por el cuidado del
organismo; la physis es el común denominador. La vida en la naturaleza

8
desintoxica, y por eso es un excelente antídoto contra las “toxinas marxistas”,
tal y como se las denominaba en el credo pedagógico del educador oriental
publicado en la revista El Soldado en 1978: “Creo que para las toxinas
marxistas, el mejor anticuerpo es una correcta educación” (Centro Militar, 1978,
p. 3).

El resurgimiento del deporte

Durante los años 1975-76, promovido por distintos departamentos


administrativos de la CNEF, se realizaron campeonatos atlético-deportivos. El
resurgimiento del deporte en el “nuevo Uruguay” era parte de la apuesta
ideológica: el suceso obtenido en torneos internacionales daría cuenta del
trabajo realizado y permitiría adquirir “un prestigio internacional deportivo
acorde con el esfuerzo del resurgimiento de nuestro Deporte (…)” (MEC, 1976,
p. 40). El nuevo Uruguay se construía “mediante la conjunción de esfuerzos de
civiles y militares”, declaraba el Gral. Rapela en mayo de 1978 (En: Caetano y
Rilla, 1998, p. 86).
La práctica del deporte, cuando está orientada por fines competitivos, exige
disciplina. Si se trata de deportes colectivos, exige además “espíritu de equipo”.
Los buenos resultados deportivos serán signo del progreso. Por eso, desde la
CNEF se destacaba lo siguiente: “El deporte reúne a los hombres en una
actividad común que desarrolla el conocimiento mutuo y el espíritu de equipo,
factores ambos de progreso individual y social” (MEC, 1975, p. 61). Los
campeonatos deportivos realizados en 1975-1976, según la retórica de la
CNEF, “procuraron brindar a los educandos la oportunidad de convivir y
confraternizar bajo la bandera del Deporte (…); integrando al niño y al joven,
despertando sentimientos de solidaridad, con un mejoramiento de su aptitud
biosicoespiritual” (MEC, 1976, p. 52). Los juegos atléticos deportivos
estudiantiles de 1975 llevaron el nombre de “Sesquicentenario de los Hechos
Históricos de 1825”, aludiendo a los hechos que desembocaron en la
declaratoria de la independencia. Desde esa enunciación, que reúne una
ideología deportiva con una patrótica, se dio impulso a la actividad deportiva, a
los torneos, a las competencias. Según se consigna, participaron cincuenta mil
estudiantes de todo el país.

9
Cuando la dictadura uruguaya se propuso usar a su favor los posibles
resultados deportivos, ya estaba muy claro el potencial ideológico de esta
práctica. Pocas cosas como el deporte despiertan el fervor nacionalista; luego,
la causa de la patria exige un lugar en el podio. “El elevado número de
participantes y los adelantos técnicos comprobados, permiten alentar la
esperanza de un resurgimiento del deporte de competencia en estas
especialidades, que junto a las actividades desplegadas por las distintas
Federaciones, serán las base firmes por la que se ha emprendido la senda en
búsqueda de victorias de nuestros representantes en sus enfrentamientos
internacionales” (MEC, 1976, p. 56).
Como no podía ser de otra manera, también el deporte se articuló en el
discurso de la educación integral: “El deporte contribuye al armonioso
desarrollo físico del niño y del joven, lo prepara psicológicamente para el
esfuerzo, le ayuda a su equilibrio físico y psíquico, participa en la formación de
la voluntad y de su carácter favoreciendo su adaptación a la sociedad donde
actúa” (MEC, 1976, p. 50). En ese esquema de estímulo al deporte, el boxeo
tuvo su lugar. La CNEF, que por esos años se definía “Guía y Custodia de la
Juventud Deportiva del Nuevo Uruguay”, promovía un campeonato nacional de
boxeo a realizarse en noviembre de 1976. Con el campeonato se proponía
reunir a todos los cultores del boxeo, esa “dura experiencia” que exigía ser
“debidamente controlada y tomada como sana expresión física” (MEC, 1976, p.
43).

Consideraciones finales

Si los emprendimientos de la CNEF de cara al ensayo fundacional de la


dictadura tuvieron el efecto esperado, no podemos saberlo. Pero es
incontrastable el carácter ideológico de dichos emprendimientos. Es en esos
momentos cuando la educación física encuentra una conexión directa con su
vertiente militar; se trata de un higienismo dirigido al físico, pero también, y
sobre todo, al elemento moral del individuo, se trata ante todo de una
educación espiritual, porque como señala el credo pedagógico divulgado en la
Revista El Soldado, la guerra al marxismo suponía afirmar que el espíritu prima
sobre la materia. Sin embargo, no deja de ser paradójico: la actividad física

10
permanente, sin afectación racional por parte de quien la practica, es una forma
de prescindir del pensamiento. El testimonio de un estudiante del Liceo y
Escuela Militar durante la dictadura da cuenta de ello: un superior se dirigió a él
diciéndole “Salte, salte, aunque se esté vistiendo salte, siempre en actividad
nada de pensar o perder el tiempo” (Semanario Jaque, 25 ene. 1985, cit. en
Caetano y Rilla, 1998, p. 89).

Fuentes

Centro Militar. (1978). El educador oriental: su fe. El soldado, n. 42, oct. 1978.
Montevideo: Centro Militar.

Centro Militar. (1974). El soldado, n. 1, set. 1974. Montevideo: Centro Militar.

Ministerio de Educación y Cultura. (1976). Comisión Nacional de Educación


Física. Montevideo: Ministerio de Educación y Cultura.

Uruguay/MEC (1973). Ley 14.101. Ley sobre enseñanza pública primaria,


normal, secundaria e industrial, denominándola Consejo Nacional de
Educación. Disponible en:
https://parlamento.gub.uy/documentosyleyes/leyes?Ly_Nro=14101&Ly_fechaD
ePromulgacion%5Bmin%5D%5Bdate%5D=&Ly_fechaDePromulgacion%5Bma
x%5D%5Bdate%5D=&Ltemas=&tipoBusqueda=T&Searchtext= Acceso: 20 dic.
2017.

Referencias

Alonso, V., Corvo, L., González, J., Mato, L. & Rodríguez Giménez, R. (2017).
Ambivalencias de las exhibiciones gimnásticas durante la dictadura cívico-
militar en Uruguay (1973- 1985). Inédito.

Bailón, M. (2007). 1975: Año de la Orientalidad. El cuerpo/moral en el proceso


de Reorganización Nacional. Educação Temática Digital, UNICAMP, Vol. 8, p.
290-313.

Caetano, G., Rilla, J. (1998). Breve historia de la dictadura. Montevideo: Banda


Oriental.

Demasi, C. (2009). La evolución del campo político en la dictadura. En Demasi,


C., Marchesi, A., Markarian, V., Rico, A. & Yaffé, J. La dictadura Cívico-Militar.
Uruguay 1973-1985 (p. 15-116). Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.

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Marchesi, A. (2009). “Una parte del pueblo uruguayo feliz, contento, alegre”.
Los caminos culturales del consenso autoritario durante la dictadura. En:
Demasi, C., Marchesi, A., Markarian, V., Rico, A. & Yaffé, J. La dictadura
Cívico-Militar. Uruguay 1973-1985 (p. 323-398). Montevideo: Ediciones de la
Banda Oriental.

Rodríguez Giménez, R. (2009). El espectáculo del cuerpo militarizado. Educar,


Curitiba, n. 33, p. 129-140.

Romano, A. (2010). De la reforma al proceso. Una historia de la Enseñanza


Secundaria (1955-1977). Montevideo: Trilce.

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