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Esto significa que, para mí, establecer condiciones, un humus hecho de conceptos y de
representaciones sobre el cual pueda realmente crecer una forma viva, se ha convertido cada vez
más en el deber de creación, en el imperativo del artista plástico. En este punto de mi discurso, me
parece importante decir que no estoy hablando de una cosa en la que haya que creer, sino al
contrario, simplemente propongo la cuestión a los hombres, informo sobre un resultado de mi
trabajo de taller. Pero cuando afirmo una cosa, no quiero decir que haya que creer en ella. Sólo
digo: cada uno debería mirarse a sí mismo, cada uno debería efectivamente formularse a sí mismo
como la lengua aquello que exige la sensibilidad y el pensamiento; esto actúa sobre la voluntad, y
la voluntad actúa sobre la lengua. Así se desencadena un movimiento en espiral ascendente. Debe
despertar en cada ser humano la conciencia, y una conciencia aguda de mí, es decir, una voluntad
de afirmación de uno mismo.
En este sentido es lógico que el artista que se determina a sí mismo – hablo ahora del ser humano
como artista – sea el creador. Me apropio de este modo de un concepto de Dios. Me apropio de
un concepto de Dios y le doy este concepto al hombre, pero no tengo necesidad de hacerlo, soy
demasiado débil. Cristo lo ha hecho. El acto que hará libre al hombre, el acto que representa a
Cristo en el ser humano y crea el soberano en el ser humano, este acto ya se ha realizado – pero
nos lo callamos. Las ideologías materialistas lo silencian y las Iglesias lo cubren con un silencio de
muerte. Éstas son las verdaderas líneas directrices, para decirlo simplemente, de nuestra
antropología, de nuestra humanidad que ha pasado en silencio por estos mismos instintos de
poder que le han llevado a la decadencia. Insisto aquí que mi objetivo no es criticar, sino indicar
una posibilidad: el soberano puede decidir sobre una constitución, y en una democracia habría
que pedirle su parecer cuando haya que tomar una decisión vital para su pueblo.
Para que nazca un orden económico enteramente nuevo. El hombre que se halla y que vive su vida
en tales, digamos, meditaciones, que vive en a apariencia de su libertad, en la sensación de la
manera con la que su libertad nace de él, de la manera por su propio trabajo, su preparación, llega
a convertirse en una fuerza creativa fabulosa. Y el hombre vivirá por la experiencia de lo que se
quiere decir cuando se habla de la lógica de una inserción de la situación central de los derechos
del hombre en un organismo social. La única (manera) donde todavía no ha habido abusos (para la
transformación social) es la que proviene del arte, de un lejano pasado histórico. […] Y es aquí
donde se encuentra el umbral entre, por una parte, el concepto tradicional del arte, el fin de la
modernidad, el fin de todas las tradiciones y por otra, el concepto antropológico del arte, el arte
social como condición previa a toda capacidad.
Cada hombre es un artista. La cuestión es la capacidad de cada uno en su lugar de trabajo, lo que
cuenta es la capacidad de una enfermera o un agricultor para convertirse en una fuerza creativa y
reconocerla como parte de un deber artístico a cumplir. La ideología es una filosofía de
embellecimiento, utilizada y reutilizada corrientemente tanto por el capitalismo privado occidental
como por el socialismo tal y como existe. En nuestra búsqueda de la verdad es preciso que nos
apartemos rigurosamente de la idea de filosofía como embellecimiento ideológico que sirve a las
voluntades de poder. Es naturalmente una tarea de primer orden en la teoría del conocimiento.
Esta tarea nos remite al más profundo de los conocimientos antropológicos y a la esencia misma
del ser humano. El mundo está lleno de enigmas, pero el hombre es la solución de estos enigmas.
Ser “políticamente competente” supone renunciar para siempre a todo potencial de ideas. Esta
lengua que, en muchos planos diferentes, nos permite comprender más con detenimiento al ser
humano: cómo la lengua trabaja la conciencia humana, a qué nivel de esta conciencia se
encuentra el hombre cuando habla conscientemente, se prepara y medita, cómo, a través de esta
lengua se forma la conciencia, la conciencia de sí, como proporciona al hombre la capacidad de
autodeterminarse y, a consecuencia de ello, de autogenerar todos los lugares de producción, en el
sistema productivo de la economía fundada en la división del trabajo Este concepto de
autogestión hace obsoleto al concepto de política.
O mejor aún, para todo lo que tengo que decir aquí, no tengo necesidad de recurrir al concepto de
política, pues es una descripción esencial del movimiento que conduce a la liberación del trabajo
impulsada por las capacidades humanas, es cuando menos lógico que el elemento portador sea
primero liberado. Joseph Beuys, 1958.