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VOLUMEN

EXTRA

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basado irv.a: hech«*v-e!'principio de'''a autoridad aue
dsriv? de la d e p - i r i c í n c i a biológica osicoafectiva ael
niño r e d e c í a í i o s adultos. A n t e la - i s i s i<i ia autori-
dao. Gijrai-d M e . ' i s l , fuatíador d e•.. s j c i o r s i c o a n á ' ¡ s i s
insticucior.2.. ^ s n LA D c . S' - ' J L O N I Z / ' C i ó N D E L
r

NIÑO -'• e * t s > b ¡ « ? c ^ " « t o - V i e uh' o e v o c o n s e n s o s o c i a l


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CpiJJMBOTal
ÍNDICE IV. L a época actual: un condicionamiento me-
nos pronunciado de los niños a la autoridad. 116
V. ¿A qué perspectivas y problemas nos con-
duce nuestro análisis? 144

Tercera parte

L A REVOLUCIÓN PEDAGÓGICA: O SOBRE U N NUEVO


ESTATUTO DE IGUALDAD ENTRE E L NIÑO
Prólogo a la edición española 7 Y E L ADULTO
Introducción 11
1. ¿Entreacto o etapa? 151
II. E l fenómeno del conflicto como nuevo valor
Primera parte y como nuevo consenso entre el individuo
y la sociedad 173
LOS TRES CARACTERES D E L FENÓMENO III. La infancia como estado y como clase socio-
DE L A AUTORIDAD política independiente de los adultos, o una
I. Definición preliminar y evocación semántica. 33 utopia realista 225
II. Esbozo de análisis semántico y conceptual
del fenómeno de la autoridad 39 Bibliografía 269
III. Las sociedades occidentales contemporáneas:
¿autoridad y legitimidad o creación de una
relación de fuerza no jerárquica? 53
IV. La autoridad: su componente psicoafectiva . 60

Segunda parte
D E L A AUTORIDAD ABSOLUTA: DESDE LOS ORÍGENES
HASTA SU DISGREGACIÓN ACTUAL

I. Un paso más en la definición de la autoridad


o nuevas perspectivas 71
IL De la sujeción (biológica, psicoafectiva, so- M e n d e l , Gerard (1974) La descolonización del niño.
ciopolitica) absoluta a una liberación pro-
gresiva 88
Ariel Barcelona
III. Ruptura de la tradición en el siglo x: la feu- V .
daÜdad europea 102

275 276
CAPITULO I
D E F I N I C I Ó N P R E L I M I N AR
Y EVOCACIÓN SEMÁNTICA

PRIMERA P A R T E Definición preliminar

Ofreceremos la definición de la Encyclopaedla Uni-


LOS TRES CARACTERES DEL versalis: "La Autoridad es el poder de obtener sin re-
curso a la coacción física un determinado comporta-
FENÓMENO DE LA AUTORIDAD miento de aquellos que le están subordinados. AI ex-
cluir la intervención de la fuerza, esta definición des-
taca el carácter psíquico ligado al fenómeno de la
Autoridad. Pono igualmente de relieve que este fenó-
meno" se analiza necesariamente con respecto a una
relación entre el origen de la Autoridad y el sujeto,
sobre cuya conducta ejerce una influencia. Esto equi-
vale a decir que el simple análisis de las psicologías
individuales no permite descubrir los cimientos psíqui-
cos de la Autoridad. Dichos cimientos se sitúan en
una relación entre el mando y la obediencia, lo que
permite considerar la Autoridad, como un fenómeno
sodaL* 1 ' ' ~ —
Veremos más adelante que, por nuestra parte, nos
mostrarnos mucho más reservados en lo tocante a la
ausencia de recurso a la coacción física o a la fuerza

1. Encyclopaedla Vntotnalü, tomo 2, p. 901.

33
2. — HKMDZL
en la formalización del fenómeno de la Autoridad. Tras 4. "Actitud autoritaria o muyfirme.*
la formulación "enciclopédica'*, querríamos ofrecer la ' 5. "Superioridad por méritos o por seducción que im-
definición que han dado como conclusión de sus discu- pone la obediencia sin coacción, el respeto, la con-
siones los jóvenes miembros del Club UNESCO perte- fianza. Ver: Ascendiente, consideración, crédito,
necientes al liceo de Bordeaux-Bastide: 2
dominio, influencia, magnetismo, peso, prestigio,
reputación, seducción."
Es el respeto del conjunto de reglas libremente acepta- 6. "Persona que es autoridad. Un historiador, una
das e indispensables a toda comunidad organizada. Una de obra, un sabio que es autoridad."
las tareas de la educación permanente consistirá en favore-
cer la más amplia difusión de esta autoridad.
En una primera aproximación, las acepciones 1 y 2
Nos damos cuenta inmediatamente de la diferencia son comparables (las autoridades, en efecto, no ejercen
su autoridad más que por delegación), así como las
entre la "sumisión'' a la Autoridad mencionada por la
4 y 5, que giran alrededor de la noción de ascenden-
definición clásica y el "libre" "respeto" que lleva con-
te, de autoridad natural, de carisma. La acepción 3 re-
sigo la segunda formulación.
sulta interesante por cuanto hace intervenir la noción
Como veremos seguidamente, la amplia gama de
de una ausencia o disminución de lo arbitrario: la pro-
significados posibles que presenta el término en sí mis- pia ley, si es injusta o draconiana, limita por defini-
mo no es, evidentemente, una de las menores dificulta- ción la arbitrariedad total que sería el simple "capri-
des que surgen al abordar el fenómeno de la Auto- cho" de las autoridades. La acepción 6, finalmente,
ridad. realiza una desmitificación casi total de la Autoridad:
un sabio no es autoridad, por lo menos hoy en día,
más que después de haber sido juzgado por unas
Evocación semántica obras, por unas pruebas; así pues, la autoridad de un
sabio contemporáneo no se funda, con toda evidencia,
El Dictionnaire de Robert menciona seis acepcio-
sobre el principio de Autoridad según el cual basta-
nes posibles del término Autoridad.
ba, por ejemplo, que "Aristóteles dixit" para que una
cosa fuera juzgada como cierta: antes, la autoridad la
1. "Derecho de mandar, poder (reconocido o no) de
constituían el hombre y el texto; ahora, autoridad se
imponer la obediencia."
asienta sobre la prueba experimental.
2. "Los órganos del poder." En otras palabras, "las
autoridades: las personas que ejercen la autoridad". Vemos así que ya la acepción 3, y más todavía
3. "Fuerza obligatoria, ejecutoria de un acto de la la 6, hacen patente una evolución semántica del con-
autoridad pública. Autoridad de la ley." cepto de autoridad, del término en sí mismo. En el
caso 6, podríamos incluso decir que el término se ha
2. Grupo de trábalo de la Federación francesa de Clubs despojado casi por completo de su carga original y que
UNESCO «obre " L o i /óvenei y la autoridad". Bérier», abril 1969.

35
34
probablemente está destinado a desaparecer en este En resumidas cuentas, la autoridad abarcaría un
caso preciso: se habla actualmente, y cada vez se ha- amplio campo que iría de la arbitrariedad a la Ley,
blará más, del crédito científico de un sabio, cada vez incluso al Derecho. Y, en cierta medida, podríamos pre-
menos de su autoridad. guntamos si el campo espacial así cubierto no podría
Pero volvamos de nuevo a la acepción 1, que es la descifrarse de un modo temporal: la arbitrariedad co-
principal. Nos damos entonces cuenta de que, según rresponde a lo más antiguo y la ley a lo más reciente.
los ejemplos que da el diccionario, el término en sí En todo caso, digamos que acraalínente la Autoridad
mismo está tan mal delimitado y definido que no tiene se apoyará siempre sobre la ley o sobre una apariencia
valor más que por el adjetivo que le acompaña y que de legalidad, mostrando escrúpulos de valerse del apo-
puede darle un sentido radicalmente opuesto: Autori- yo de la arbitrariedad o incluso de poner por delante
dad legítima y Autoridad ilegal. la legitimidad a costa de la legalidad.
Veamos las diversas utilizaciones que se hacen del En cuanto a la acepción 5, que prolonga en cierta
término Autoridad en la acepción 1, afinde intentar medida la acepción 4, nos parece que responde perfec-
descubrir cuál podría ser su común denominador. tamente al concepto de carisma tal como lo desarrolló
Max Weber. Para La Sociohgie* tanto diccionario de
La autoridad suprema. La autoridad del soberano, del términos de sociología como análisis de ideas o bio-
¡efe del Estado. La autoridad del superior sobre sus subor- grafías,
dinados, del jefe sobre sus soldados (...). Autoridad pater-
na. Autoridad del tutcr sobre el menor (...). Autoridad
legitima, establecida; ilegal, usurpada. Autoridad absoluta, (...) etimológicamente, "carisma" significa "gracia divina".
despótica, dictatorial, sin limite, sin control. Régimen de E n la teología católica es el nombre dado a unos dones
autoridad. Ver absolutismo, arbitrariedad, autocracia, auto- espirituales extraordinarios que el Espíritu Santo confiere
ritarismo, cesarismo, despotismo, dictadura, dominio, opre- con miras al bien de la Iglesia. Las cosas son asi para el
sión, totalitarismo, Urania. carisma de la infalibilidad del papa. Max Weber adopta
el concepto (...) y lo precisa, haciendo de él uno de los
tipos ideales de la dominación política (...). Max Weber
Lo menos que puede decirse es que el horizonte define la política como una relación de dominio del hombre
sobre el hombre. Pero esta relación no es nunca mera vio-
que presenta este término es bastante amenazador.
lencia. Implica un orden de reciprocidad psicológica (domi-
Como las acepciones 4 y 5 no aportan limitación al- nio-sujeción) y un orden de lenguaje (la legitimación). (...),
guna a la arbitrariedad (un soberano puede tener mu- L a dominación carismática reposa en el valor personal del
cho ascendiente y autoridad natural aun siendo un jefe, en su carácter sagrado, histórico o ejemplar. Su base
autócrata y, si ha heredado el trono, representar la au- es emocional. Implica el abandono de los hombres en la
persona del que ha sido llamado a desempeñar nnn "eleva-
toridad legal), el único límite, fundamental podríamos da misión".
decir, de k autoridad es la ley o, mejor aún, como en
la definición dada por los estudiantes del Club UNES-
CO, esto que podríamos llamar el Derecho. 3. C.E.P.L, 1970, pp. 50-51.

36 37
Esta evocación puramente semántica, destinada a CAPITULO II
mostrarnos la variedad de sentidos del ternúno autori- ESBOZO DE ANÁLISIS SEMÁNTICO
dad, y también la contradicción entre algunos de estos
Y CONCEPTUAL DEL FENÓMENO
sentidos, nos conducirá a intentar un rápido análisis
DE L A AUTORIDAD
semántico y conceptual de la autoridad.

Si los estudiantes del Club UNESCO se esforzaban


en extender el significado del término autoridad más
allá de los limites clásicos, a barrer para casa y darle
el sentido que ellos querrían que tuviera, es que, dete-
niéndose ante la pregunta que se habían formulado y 1

que es efectivamente fundamenttal, habían querido


conservar todo el aspecto un poco mágico que puede
atribuirse al término autoridad y no dejar su monopo-
lio a los nostálgicos de la autoridad autoritaria.
Intentaremos, por nuestra parte, dar algunos ele-
mentos de respuesta a esta pregunta. Pero, de momento,
nos parece más razonable limitarnos a las acepciones
clásicas del término.
La definición "enciclopédica" y la precedente evo-
cación semántica nos permiten, en suma, extraer dos
puntos, a los que añadiremos un tercero que también
nos parece.fácilmente observable, a saber, la necesidad
de un cierto misterio para que el fenómeno de la Auto-

1. Dicha pregunta era: "¿Podría existir una sociedad sin auto-


ridad?" y la respuesta: "Dificultad de emitir un Juicio debido al
contexto actual. Es difícil imaginar una sociedad distinta a la
nuestra".

38 39
ridad alcance su plenitud: la Autoridad, al igual que implica algo más que la simple puesta en juego de
la endibia, precisa de la sombra para prosperar. unos fenómenos cuantitativos.
E l primer punto introduce la noaón^e desigual- j De hecho, nos parece que el fenómeno de la Auto-
dad entre aquel que es la autoridad o que tiene auto- ridad no puede prescindir de una trascendencia —sea
ridad y aquel sobre el que se ejerce dicha autoridad. i religiosa: los dioses o bien Dios; sea laica: el Estado-
Este punto es fundamental tanto en la acepción 1 como Dios o bien el Sentido de la Historia— de la que flui-
en la 5. ría de arriba a abajo, invistiendo escalonadamente y
de una forma jerárquica a los que estuvieran revesti-
* En la acepción 1, esta desigualdad puede ser de 1
dos de dicha Autoridad.
esencia, de hecho o de derecho.
La autoridad suprema es, en última instancia, la El fenómeno de la Autoridad resulta de una legiti-
de Dios. Desigualdad de esencia. En cuanto a la auto- midad y no de una legalidad. Actualmente, existe una
2

ridad del soberano, existe "por la gracia de Dios": tras confusión entre Autoridad y poder, como si no pudié-
la coronación-consagración, el ungido de Dios procede ramos decidirnos —y veremos por qué— a abandonar
de la esencia divina. Al igual que en la acepción 5, el todos los elementos arcaicos que confieren un carác-
ter sagrado al poder.
carisma es una gracia divina, un don de Dios, que in-
troduce así una diferencia de esencia. En cuanto a la Cuando se habla de la autoridad del poder o bien
autoridad paterna, podemos considerar que, a menor de las autoridades, se introduce un elemento que es
escala (en el peldaño inferior en la escala de la Auto- ; precisamente este fenómeno de la Autoridad que nos
interesa.
ridad, valga la expresión), existe también como una di-
ferencia de esencia entre el padre y sus hijos. Cual- Resumiremos este primer punto diciendo que el
quiera puede advertir que, a niveles diferentes, ese ca- fenómeno de la Autoridad nos parece indisociable de
1

rácter de ofensa "sagrada", de sacrilegio, que acompa- la creencia en una trascendencia, poco importa que
ñaba con la misma reprobación escandalizada al deicida sea laica o religiosa, de la que fluye su legitimidad,
(el judío o el ladrón de una hostia), al regicida o al que se encama de forma jerárquica en diversos indivi-
parricida,, era, sin embargo, el mismo. En los tres casos, duos o instituciones. Un elemento adicional: la autori-
las "columnas de la sociedad" se tambaleaban en sus ' dad se ejerce siempre de arriba a abajo, del superior
cimientos, y tanto la actuación jurídica como la ejecu- al inferior. De la misma forma que un río no remonta
ción revestían unas formas particulares.
En los ejemplos cuya lista hemos dado anterior- 2. Legitimidad que, por ejemplo, se situaba más allá de los
tratares de la investidura legal cuando el general de Gaulle decla-
mente por este orden: Autoridad suprema, ha autori-raba —alocución radiotelevisada, 20-1-60—: "Encamar la legiti-
dad del soberano, del jefe del Estado. La autoridad midad francesa desde hacia 20 años", desde 1940. (Lo que, para
los comunistas, hace legitima la toma del poder, incluso aunque
del superior sobre sus subordinados, del jefe sobre sus quebrante la legalidad, es que la misma se sitúa dentro del sentido
soldados. Autoridad paterna. Autoridad del tutor sobre de la historia, sentido e historia que le proporcionan su funda-
el menor, existe una degradación de la Autoridad que!mento legitimo.)

40 41
la corriente, la autoridad no fluye de abajo arriba. notario pasa a ser honorario cuando se jubila. Cuando
No se trata de la autoridad de los individuos-ciudada- un general se retira no pierde su título sino que "pasa
nos que, actualmente, fundamenta, por la vía electo- a la reserva".
ral, la autoridad del presidente de la República fran- Señalemos, finalmente, que, dentro de la escala je-
cesa, ya que esta última fluye de una trascendencia: el rárquica que va desde una trascendencia cualquiera
Estado, el Pueblo, Francia. Esto es tan verdadero, que a la autoridad paterna —remplazada hoy en día por
el presidente de la República francesa no se considera la autoridad de los padres— o a la tutela del mayor
en modo alguno delegado de sus electores —lo que sobre el menor, y por debajo de este último nivel,
es, sin embargo, en realidad— pues nunca se enemis- sólo queda el niño, sobre el que todo el mundo tiene
tará con ellos, por lo mismo que no pierde jamás de autoridad —Dios, el Estado, los padres, los adultos
vista los períodos electorales —si bien, por un abuso profesores, incluso el transeúnte que se arroga "por
de lenguaje, aunque no de derecho, se llama a sí mis- autoridad" el derecho de reprenderlo—, mientras que
mo "el elegido de todos los franceses*', o bien declara, él, de por sí, no tiene autoridad sobre nada, ni siquie-
si no encamar, por lo menos "representar a Francia"—. ra sobre sí mismo.
Reconocemos aquí las secuelas deterioradas del carác- Si la autoridad es una expropiación tanto más acen-
ter sagrado atribuido en otro tiempo al que, por la tuada cuanto más se desciende en la escala jerárquica,
gracia divina, era rey. La investidura, con el ceremo- podríamos decir entonces que la escala se apoya sobre
nial que la acompaña, y la entrega del Gran Cordón los hombros del niño y que sobre él, el desposeído to-
de la Legión de Honor, hacen las veces de coronación- tal, se van asentando todos los depositarios de la Auto-
consagración. ridad. Tendremos ocasión de ver que hay aquí mucho
Trascendencia. Legitimidad. Jerarquía. Irreversibi- más que una simple imagen literaria.
lidad. E l segundo punto recupera el elemento esencial
Daremos otro ejemplo ilustrado de esta tendencia a de la definición de la Encyclopaedia:
la irreversibilidad observada en nuestras sociedades, L a Autoridad es el poder de obtener, sin recurrir a la
atiborradas de recuerdos de la Autoridad de los que coacción física, un determinado comportamiento por parte
no logran desembarazarse. Al término de su mandato, de aquellos que le están sometidos.
el presidente de una asociación será frecuentemente
nombrado presidente "honorario", lo que evitará el Es decir, un comportamiento de sumisión delante
sacrilegio que —como si fuera un soberano despojado de la Autoridad y de las autoridades, sin interven-
de sus derechos— le haría caer, a él, en quien se había ción de la fuerza física.
encamado la Autoridad, bajo la autoridad de quien, Esta definición, útil eu el sentido en que "Autori-
en otro tiempo, fue su inferior. Cuanto mayor sea el dad" no es pura y simplemente idéntica a "fuerza",
carácter tradicional de las asociaciones, más frecuente nos parece, con todo, muy incompleta en la medida
será la denominación de miembros honorarios. Todo en que el primero y el último recurso de la Autoridad

42 43
residen, muy por el contrario, asi nos lo parece a noso- Creemos que la Autoridad no es, en ningún caso,
tros, en la fuerza. más que la máscara encubridora de la violencia. Pero
Primer recurso: hablaremos de él al exponer núes- j nuestro enfoque en este ensayo no apunta únicamente
tra tesis referente a la formalización del fenómeno de a hacer saltar la máscara directamente, a obligar a las
la Autoridad. autoridades a que descubran su juego. Nuestro ensayo
Último recurso: no <?¿iste ninguna Autoridad que quiere intentar comprender cómo y por qué se forja y
no castigue las transgresiones. se utiliza dicha máscara, cómo y por qué se falsifican
Es precisamente entre dos rmmifestaciones de fuer- "inferior" y "superior". Porque si hay un fenómeno
za, en una zona comprendida entre el primero y el últi- que se repite una vez y otra, saltando incluso por en-
cima de las vicisitudes de las transformaciones socia-
mo recurso, donde creemos que se sitúa el fenómeno ¡
les, es, sin duda, la tendencia a "cargar el muerto",
de la Autoridad. Ni siquiera en esta zona dejarán las
como suele decirse, a cuenta del prójimo. El problema
Autoridades de exhibir la fuerza ("para no tener que
de la Autoridad es mucho más complejo que el de k
echar mano de ella", como dr.eía Lyautey, personaje, ; T
utilización de la fuerza, y la alienación que lleva con-
como es sabido, apasionado por la Autoridad) a fin de
sigo mucho más profunda y embaucadora que una sim-
reafirmar su autoridad.
ple relación de fuerzas.
Veremos que la gran ventaja que ofrece la Auto-
ridad para quienes la detentan es que permite obtener La Autoridad, máscara falsificadora de la violencia,
un resultado análogo —e incluso netamente superior sólo conserva su poder de ilusión —que se renueva sin
en eficacia— al que se obtendría con el empleo de la cesar— entre dos manifestaciones de fuerza: la de la
fuerza nuda, ahorrándose la aplicación de la misma. represión, que castiga su transgresión, es de todos co-
A propósito de este problema de la fuerza y de la i nocida; la que permite su aplicación es mucho menos
violencia —la fuerza violenta siempre a aquel a quien aparente: su estudio es uno de los objetivos del pre-
se aplica—, nos parece que, en la busca del enfrenta- 1
sente trabajo. La máscara sólo dejará de correr de ros-
miento con las autoridades o con la policía, o en el ; tro en rostro cuando los individuos dejen de estar i
deseo de hacerles frente, que parece ser la manera de "preparados" para recibirla o reverenciarla. '
obrar de muchos contestatarios, se manifiesta el deseo, La Autoridad no puede permitirse "perder su pres-
más o menos consciente, de probar que la autoridad, tigio". El poder político sólo se preocupa de armoni-
en última instancia, no es más que una fuerza, fuerza i zar unas relaciones de fuerzas. Bien claro se ve la dis-
bruta, fuerza represora. Puesta así al desnudo por tancia que en realidad las separa. Cuando el general
. ..11 M\1WB milan4W< « o a-mAO lo A..f nn'/lo A /ImnnC- de Gaulle deckraba que "el poder no retrocede", pro-
traría no ser más que la máscara encubridora de la vio- cedía implícitamente a amalgamar "poder" y "autori-
lencia. Y, en realidad, digámoslo una vez más, ¿existe dad", dando a entender que la Autoridad lo pierde
acaso una Autoridad que no implique sanciones en todo al descubrirse la superchería. Diremos entonces
caso de transgresión? que k Autoridad se "ridiculiza", término que designa

44 45
la confianza de los pequeños exalta al hombre de carác-
perfectamente su origen y su naturaleza emocionales. '
ter (...) pues ha nacido protector. (...). Se le devuelve en
La Autoridad pierde su prestigio si se la obliga a : estimación lo que él ofrece en seguridad.
descubrirse tal y como es, puesto que este prestigio no , Y, ante todo, el prestigio va acompañado de misterio,
es más que una máscara. pues no se tiene mucho respeto por lo que se conoce dema-
siado bien. Todos los cultos poseen su tabernáculo y no
Resumamos este segundo punto: las manifestacio-
existe ningún gran hombre para su servidumbre. Es preci-
nes psicológicas de la Autoridad se sitúan entre un pri- i so, pues, que en sus proyectos, en su estilo, en sus ideas,
mero y un último recursos a la fuerza. La Autoridad es 1 haya siempre un elemento que escape a los demás y que
el medio de obtener una actitud de sumisión economi- ¡ les intrigue, que los conmueva, que los tenga en vilo. (...).
zando gastos. E l superior domina, el inferior se somete. (...) La elevación de un hombre por encima de los
demás sólo se justifica cuando dicho hombre aporta a la
tarea común el impulso y la garantía de su carácter. Porque,
alfiny al cabo, el privilegio del dominio, el derecho de
Para ilustrar el tercer punto utilizaremos el texto dar órdenes, el orgullo de ser obedecido, las mil considera-
de un autor, ya citado en párrafos anteriores, que se ciones, respetos y prerrogativas que rodean el poder, ¿por
ha erigido a sí mismo en símbolo de la Autoridad, en qué habrían de ser gratuitos?
encarnación de la Autoridad. Este canto del cisne de (...) los ambiciosos de primera fila (...) que no encuen-
tran otro motivo en la vida que imprimir su sello a los
la Autoridad que supuso la reaparición, en la época acontecimientos (...).*
moderna, de una autoridad de tipo real resulta total-
mente anacrónico. Es algo tan sorprendente como si
pudiéramos ver a Luis XIV siguiendo las incidencias Encontramos aquí todos ios caracteres de la Auto-
del alunizaje en la pantalla de televisión. Pero cons- ridad, tal como los habíamos descrito precedentemen-
tituye a la vez una ocasión, indudablemente única te, haciendo especial hincapié en la jerarquía, en las
—pues, a nuestro entender, poco más puede hacer la diferencias de nivel y de talla ("por debajo de él, se
Autoridad, hoy o mañana, que corromperse bajo for- murmura de su grandeza", "la confianza de los peque-
mas de dictadura policíaca—, de analizar las propias ños", "la elevación de un hombre por encima de los
características de la Autoridad tal como de Gaulle las demás", "el privilegio de la dominación").
ha descrito, desde 1032, en Le Fü de XÉpée: La legitimidad no se debe más que a sí misma
("frente al acontecimiento, A hombre de carácter re-
curre a sí mismo") y, más allá de sí misma, a algún
Frente al acontecimiento, el hombre de carácter recurre
don congénito: "ha nacido protector".
a si mismo. (...). Mucho mejor, abraza la acción con el
orgullo del amo, pues se mete en ella, es suya. (...). Los Resulta interesantísima la notación referente a lo
subordinados lo experimentan y, a veces, se lamentan de que "los pequeños" ganan con someterse: protección,
ello. Un jefe semejante, por otra parte, permanece distante, pues, y "lo que ¿! ofrece de seguridad".
pues la autoridad va acompañada de prestigio, y el presti-
gio de distancia. Por debajo de él se murmura en voz baja
de su grandeza y de sus exigencias. (...). Reciprocamente, 3. Le Ffl de Vtpt», pp. 53, 55, 78, 83, 183.

47

i
Pero el elemento que queremos retener, ya que con la imagen paterna, mientras que en la acepción
constituye a nuestro modo de ver el tercer carácter puramente mágica se refiere a una .imagen materna
fundamental de la Autoridad, es la necesidad del mis- muy arcaica. Hemos dicho acepción elaborada, pero
terio, de las tinieblas, de la distancia y del alejamien- este trabajo de elaboración se ha hecho precisamente
to, elementos todos ellos que, confundiendo las pro- sobre este material mágico.
porciones y la realidad objetiva, permiten al jefe mag- Los juegos de magia o de prestidigitación exigen
nificar con más facilidad sufigurae imponer a los "pe- que el espíritu crítico del espectador esté un poco pa-
queños", de una manera casi hipnótica, su autoridad. ralizado o intimidado. La permanencia de la imagen
Por la noche, cuando la imaginación divaga, los niños del Hombre Fuerte (retratos, letreros, fotografías, apa-
tienen miedo del lobo y de las brujas y, con su espíritu riciones en televisión) desarrolla un poder de natura-
crítico intimidado, se apretujan alrededor del adulto leza casi hipnótica.
que les ofrece protección y seguridad. Pero, en la rea-
lidad, a la luz del día de la Historia, no existen ni
pequeños ni mayores: tan sólo hombres con sus diver- E l tambor de los SS, dos golpes lentos, tres golpes
seguidos, no dejó de tocar ayer por toda la ciudad. Son las
sas competencias que no les autorizan en absoluto a tres de la madrugada: su redoble cercano me ha despertado
valerse de la luz y de las tinieblas para asegurarse un y todavía lo oigo a lo lejos. Esta vez va en serlo. E l gran
predominio moral. tam-tam de la tribu se ha puesto en marcha.
El fenómeno de la Autoridad no puede tomar for- (...) Desde el umbral del café se divisa toda la plaza
de la Ópera. Miles de AS y de SS se alinean ya en
ma sin este mínimo de misterio y de alejamiento que
ella, inmóviles. E l Führer aparecerá en el balcón a las 11.
permite proyectar unos deseos de idealización sobre Hasta entonces (durante seis horas) estos hombres no se
un jefe. Como dice oportunamente el proverbio: "No moverán.
hay ningún gran hombre para su ayuda de cámara", o Inmenso redoble de tambor, raramente interrumpido
también: "Nadie es profeta en su tierra". La cura psi- por una fanfarria de pífanos (...) habrá un millón de oyen-
tes inmediatos.
coanalítica es prácticamente imposible cuando el pa- (...) A veces, un ruido como de oleaje llega por las ven-
ciente, desde un principio, lo sabe todo de su analista. tanas abiertas, cien mil hombres golpean las paredes de la
Pero uno de los objetivos de la cura, y no el menor, plaza. (...).
está en que el paciente se haga consciente de esta Pero, he aquí un rumor de marea, unas trompetas en el
exterior. Las lámparas de arco se apagan en la sala, mien-
idealización y recupere sus elementos por cuenta
tras unas flechas luminosas se encienden sobre la bóveda
propia. apuntando hacia una puerta a la altura de las primeras gale-
Bajo sus formas arcaicas o corrompidas, el fenóme- rías. Una maniobra del proyector hace aparecer en el um-
no de la Autoridad degenera en un ceremonial mágico. bral un hombrecillo moreno, con la cabeza descubierta, de
sonrisa estática. Cuarenta mil hombres, cuarenta mil brazos
Más adelante veremos cómo y por qué, según la acep-
se han levantado de un solo golpe. E l hombre se adelanta
ción elaborada, que tenemos aquí presente con la cita con lentitud, saludando con un gesto lento, episcopal, en
de Le Fil de tÉpée, dicho fenómeno se relaciona medio de una salva ensordecedora de hell rítmicos. (Pronto

48 49
no oigo más que los gritos roncos de mis vecinos sobre un Si falta uno de estos tres puntos, no es posible, a
fondo de tormenta y de redobles sordos.) Se adelanta paso
a paso, recibe el homenaje mientras traspasa la pasarela que
nuestro juicio, hablar de la existencia de un fenómeno
conduce a la tribuna. Durante seis minutos, mucho tiem- de Autoridad. Deberá hablarse, sea de la aplicación de
po, (...) permanecen erguidos, inmóviles y gritando acom- la pura fuerza, de la utilización de la violencia, sea
pasadamente, con los ojos fijos en este punto luminoso, en del ejercicio del poder. Hablar de una autoridad de-
este rostro de sonrisa extasiada y, en la sombra, las lágri-
mocrática se convierte entonces en una sinrazón, tanto
mas corren por los rostros. (...).
He comprendido. como hablar, por ejemplo, de circulación de la autori-
Esto no puede comprenderse más que por una especie dad o bien de autoridad funcional.
particular de escalofrió y de latido del corazón. (...), Lo El fenómeno de la Autoridad parte de unas carac-
que yo siento en estos momentos es esto que deben llamar terísticas psicológicas, sociológicas y políticas existen-
el horror sagrado.
Me creía en una manifestación de masas, en una mani- tes en el pasado. La persistencia —más adelante ve-
festación política. Pero es su rito lo que están celebrando. remos por qué— de determinadas características psi-
Y lo que se está desarrollando es una liturgia, la gran cere- cológicas hace que el verdadero sentido del concepto
monia sagrada de una religión que no es la mía y que me de autoridad se desborde hacia unos campos que no
agobia. (...).
serían de su incumbencia. No debería hablarse de la
Yo estoy solo y ellos están todos juntos.'
autoridad de un sabio, sino de su competencia, de su
crédito científico. No debería hablarse de la autoridad
Enumeremos ahora los tres puntos que acabamos de la ley, sino de la utilidad, del interés de la ley. No
de desarrollar y a cuyo estudio dedicaremos la primera debería hablarse de la autoridad del Estado cuando
parte de este ensayo. no se trata más que de la fuerza del Estado: la multi-
plicación de la policía y de la represión demuestra a
— Trascendencia. Legitimidad. Jerarquía. Irreversibi- la perfección que se ha iniciado la escalada hacia el
lidad. último recurso a la fuerza.
— Un dominio ejercido entre dos recursos a la fuerza Para nosotros, en otras palabras, el fenómeno de la
que logra la sumisión por otros medios que la Autoridad es un fenómeno sociopsicológico arcaico que
mera fuerza. podría y debería ser superado. Y que se ha superado
— La necesidad de un mínimo de misterio, de tinie- en numerosos casos. Nos parece saludable delimitar
blas, de alejamiento y de distancia, último vestigio en todo momento, cuidadosa y constantemente, lo que
del universo mágico en el que tiene sus raíces el pertenece a los respectivos campos de la Autoridad, de
fenómeno de la Autoridad. la fuerza (y de su utilización) y del poder (y de sus me-
canismos).
Pues el peligro está, precisamente, en que los que
4. Denis de Hougemont, Joumal d'Allemagne (1935-1936), poseen fuerza o poder tienden, en todo momento y en
Gulllmard. todo lugar, a ponerse la máscara de la Autoridad para,

50 51
CAPITULO IV consentido por ella, a la que considera todopodero-
sa. Las inevitables frustraciones y disgustos —inevita-
L A AUTORIDAD: bles e incluso convenientes en la medida en que, den-
SU C O M P O N E N TE PSICOAFECTIVA tro de ciertos límites, sustentan el proceso de madura-
ción— dan lugar a una agresividad reaccional dirigida
contra la madre.
En el universo arcaico y mágico del niño de pecho
o del niño de muy corta edad, fantasmas y realidad
se confunden. E l ataque imaginario de la madre pue-
de ocasionar su destrucción. Pero su destrucción su-
pondría el agotamiento de la fuente de la que mana
Antes de pasar a exponer nuestra tesis, querríamos
todo placer, representada también por la madre.
evocar brevemente algunos puntos relativos a las ba-
ses psicoafectivas de la Autoridad, tal como pueden
Esto que recibe el nombre de culpabilidad huma-
entenderse a la luz de la psicología moderna, es decir,
na no es más que el miedo del sujeto a perder el amor
del psicoanálisis esencialmente.
del objeto —la madre, en esta fase precoz—, sea por-
En los capítulos siguientes hablaremos de nuevo
que este objeto fuera destruido (imaginariamente o no),
de estos elementos psicoafectivos, completándolos a
1 sea porque, una vez atacado, dicho objeto se vengara
medida que vayamos desarrollando nuestro ensayo
apartándose del sujeto, dejándolo solo y sin recursos.
Pero hemos creído conveniente resumir esta compo-
La culpabilidad humana tiene su origen en el temor
nente psicoafectiva en un apartado dedicado a ella al abandono. La cadena completa es ésta: frustración
exclusivamente. del sujeto - » agresividad contra el objeto - » fantasma
de destrucción de este objeto - * temor al abandono — >
Puesto que se ha definido el amor como la relación
culpabilidad. E l número de eslabones que permanecen
del sujeto con sus fuentes de placer, el niño, desde los
inconscientes es variable.
primeros meses de su vida, amará a la persona que
se ocupará de él, es decir, a su madre. Esta última, en Agresividad y culpabilidad son, como ya hemos
efecto, es quien le proporciona alimento, calor, cuida- dicho, en cierta medida inevitables. Y en un determi-
dos, amor —o sea el placer—. Todo lo agradable que nado momento y dentro de unos límites, tienen tam-
le sucede al lactante y luego al niño pequeño se lo bién su utilidad: las pequeñas cantidades de angustia
atribuye a la madre, reforzando así el lazo psicoafecti- obligan al sujeto a progresar, a abandonar las posicio-
vo que existe entre ellos. nes psicoafectivas arcaicas respecto al objeto y, a me-
Pero el reverso de esta medalla es que toda frus- dida que se desarrolla su equipo neurofisiológico y
tración, todo descontento es vivido a esta edad por el motor en particular, a darse a sí mismo el placer im-
sujeto como procedente también de la madre y como prescindible para la vida.

61
80
. Nonnalmente, la mayor confianza en si mismo, la i de una agresividad suplementaria que podría perfec-
participación en la vida social, el reconocimiento de i tamente evitarse.
los obstáculos que debe vencer y el desarrollo del sen- | Otra posibilidad del adulto —y es aquí donde que-\
tido de la realidad permitirán, poco a poco, el aban- ¡j iríamos insistir— está en aprovechar la culpabilidad '
dono de las posiciones de dependencia pasiva respecto i del niño para acostumbrarlo a someterse a los adultos,
al objeto, posiciones que, en sí mismas, están original- " a la autoridad. Este condicionamiento —pues se trata /
mente en relación con la dependencia biológica ma- • aquí de un verdadero condicionamiento, en el sentido
terial y con la existencia de una agresividad culpa- pavloviano del término— tendrá como consecuencia el \
bilizadora. : "adiestramiento" del sujeto para que se someta más \
El adulto puede reaccionar de diversas maneras a ; tarde, una vez adulto, a aquellos que representarán I
este paso de otro ser, nacido de él, por la inevitable la Autoridad. '
primera infancia. Al quedar inconscientes los fundamentos de la cul-
Esta omnipotencia que le otorga el niño de corta ¡ pabilidad —tanto porque al hacer su aparición era de-
edad no puede hacer más que halagar su narcisismo y , masiado pronto para que fueran seguidamente mani-
puede intentar "asumirla actuando de diversas mane- pulados por el lenguaje, como porque son objeto de
ras: mitos y ceremonias rituales mantendrán en el niño ¡ una inhibición—, la base de este condicionamiento
la convicción de que existe indudablemente un uni- • precoz no podrá hacerse consdente, más tarde, para
verso mágico, misterioso, al que solamente tienen ac- el sujeto adulto. Un niño así condicionado será un
ceso los adultos. La función de las ceremonias de ini- í adulto alienado, parcialmente por lo menos.
dación será entonces la de integrar a los jóvenes den- ¡ E l elemento activo de un condicionamiento tal
tro del universo adulto. será, ante todo, el chantaje del amor, que puede poner-
Multiplicando las frustraciones, el adulto puede se en práctica muy temprano y ya sobre el lactante.
también acrecentar la agresividad reacdonal del su- } Si el sujeto no se somete, si expresa una voluntad
jeto y, al mismo tiempo, su sentimiento de culpabili- propia, el adulto le señalará su desaprobación hacién-
dad. Este fenómeno existe en diferentes culturas. 1dole ver que ya no le quiere. De esta forma, el niñoi
Podríamos muy bien pensar que el adiestramiento pre- i aun de muy corta edad, antes incluso de la aparición \
coz al que se somete al niño en las sodedades indus- del lenguaje, asociará de manera irreversible la propia I
triales —en particular, a nivel de control de esfínte- ¡ afirmación y la pérdida del amor del otro. Si pensa-/
res— y la "activación de su proceso de desarrollo", ¡í mos en todo lo que el otro representa para un lactante
a fin de que pueda intervenir lo antes posible en la > —nada menos que la vida— nos daremos perfecta
competición por el éxito escolar y social, son el origen j cuenta de la eficacia de este método. 2

2. Recordemos una vez más que este condicionamiento pre-


1. Cf. lo» lióme dakota estudiados por Erlkion. Y loi mundu- | coz que marca al sujeto para toda su vida, habida cuenta tanto de
gumor de Nueva Guinea detcrltoi por Margare! Mead. la edad a la que habrá tenido lugar —los primeros meses de la

62 63
I
De esta forma, el sujeto no podrá seguir una evolu- frustración y capaz de dispensar lo uno o lo otro a su
ción natural hacia la autonomía. Su miedo a perder el antojo. Se da generalmente el nombre de imago mater- ,
amor de los adultos —miedo que normalmente debe- na arcaica a esta imagen inconsciente. Los mitos y las
ría desaparecer a una cierta edad—, cuidadosamente religiones han reflejado su doble rostro: Madre-imagen
mantenido y cultivado, dejará én él una huella —to- de vida (la gran deidad maternal que precedió a las
mada aqui en el sentido que da a este término Kon- religiones del Padre, las diosas de la fecundidad, Ci-
rad Lorenz— imborrable. beles, Deméter, la Virgen María...) o bien Madre-
Vemos, pues, que un momento de la evolución mar- imagen de muerte (Kali, las Gorgonas, Hécate, Medea,/
cado por el miedo al abandono influye así en toda la las Parcas...).
futura evolución. El adulto se convierte en un "aban- El tipo de autoridad que encarna esta imagen para
donista" que busca desesperadamente un Mayor que el sujeto es el de la autoridad arbitraria, absoluta. Esta
se haga cargo de él. Por eso, a las chinas a las que Madre arcaica —tal como, digámoslo una vez más, es
habían mutilado el pie impidiendo su crecimiento rio interiorizada por el sujeto en función de su propia
les quedaba otra solución que lograr el amparo del agresividad atribuida a la madre, independientemente,
Hombre Señor. por lo tanto, en gran parte, de la realidad objetiva de
Esta huella imborrable, este temor anacrónico a ser esta madre— es la Autoridad. En las culturas y socie-
abandonado —anacrónico puesto que no tiene nada dades en las que predomina el poder de la madre en 8

que ver con la realidad actual, sino que se refiere úni- cuanto a la educación del niño, de manera explícita,
camente al pasado—, es el fundamento psicoafectivo pero mucho más a menudo de manera implícita, es
del fenómeno de la Autoridad en el adulto. esta huella la que ulteriormente ejercerá una mayor
influencia en el adulto. En otras palabras, el que en-
En la práctica, esta huella, este condicionamiento, tonces ejerza la autoridad será temido como un per-
puede disgregarse de acuerdo con la edad y la inciden- sonaje todopoderoso, y el reflejo de la sumisión llevará
cia de la imagen paterna. al sujeto a una obediencia absoluta, so pena de desen-
Podemos afirmar que, en la más tierna edad, la |¡ cadenar la reacción de culpabilidad y el temor de un
Autoridad se encarna en la imagen materna. Precise- j abandono, de una exclusión. La congoja de un tal
mos que se trata de la imagen materna tal como la abandono, de una tal exclusión, reproducirá, sin que
vive y la interioriza el sujeto, es decir, un ser todopo- el sujeto sea en absoluto consciente de ello, su congoja
deroso, origen de todo placer pero también de toda
3. Citemos la obra Bronfenbrenner en la que se muestra
el predominio del poder de una imagen materna arcaica de este
vida— corno de la represión consiguiente, no podrá ser objeto do tipo en Rusia: Tioo worlds of Childhood, Basic Books. En este libro
una toma de conciencia ulterior. E l adulto podrá desmontar inte- se muestra cómo el chantaje del amor y la amenaza de aban-
lectualmente los mecanismos del condicionamiento, pero su huella dono se utilizan sistemáticamente en la URSS como medios edu-
cativos.
psicoafectiva quedará, a pesar de todo, grabada en él.

64 65
¿ — MHH D E i .
I Deberíamos hablar también aquí, si no fuera por-
original cuando era un niño de muy corta edad, cierta- f
mente un lactante, amenazado por una pérdida de • que nos falta espacio, de la particular relación de
amor. autoridad que une al niño con otros niños mayores. ,
Así como la madre arcaica es la Autoridad, el pa- Es, en efecto, bastante corriente que el adulto delegue
dre, tal como es vivido por el niño si la sociocultüra j una parte de su autoridad y de su poder en ciertos
le permite afirmarse en relación a la madre, tiene auto- ;niños, encargados de ejercerla sobre los más pequeños
ridad. Dicho de otro modo, teniendo en cuenta la edad y de responder de ella delante de los adultos. Este /
a la que el padre comienza verdaderamente a existir i sistema existe, por ejemplo, en la cultura polinesia, 8

para el niño, este ultimo vivirá la persona del adulto ' en el sistema educativo soviético o en los colegios
6

mucho menos como la encarnación mágica de la om- ingleses. E l niño mayor suele ser entonces, mutatis
nipotencia que como posesor de los poderes. mutandis, el equivalente funcional del Kapo.
Puede ocurrir que, en la sociocultüra y en la f amiba,
el padre se afirme como no sometido a la Autoridad A partir de estos elementos psicológicos y de la ob-
de la madre, con lo que su sistema de valores prevale- \ servación del sistema de Autoridad política reinante,
cera. Y puede ocurrir también que el padre no llegue i pueden intentarse, prudentemente, algunas compara-
"a tener la talla suficiente" delante de la imagen de la ciones.
madre tal como ha sido vivida y será entonces el siste- Pues, en efecto, si bien todo representante de la
ma arcaico maternal el que prevalecerá. Hemos inten- Autoridad podría decir, con Salazar: "Gobernar, como
tado mostrar en algunos ensayos en qué forma los
4 veis, es proteger a las gentes de sí mismas", está bien
ritos de iniciación tenían como función la introducción, claro que entre los regímenes de Autoridad existen
para el muchacho, de una ruptura dramática e imbo- diferencias muy profundas.
rrable con el universo materno y una integración en el A propósito de Hitler, hemos traído un testimonio
nuevo universo paterno. A la huella de la Madre suceA escogido entre muchos que hacía hincapié en el as-
de la huella del Padre, lo que además ocurre, a me- i pecto de religión arcaica, de culto mágico destinado
nudo, en una forma inscrita en la carne (incisiones, ta- a condicionar totalmente al espectador. Hemos pues-
tuajes, minimutilaciones diversas). i to también de manifiesto en otra parte cómo para7

Este padre puede representar la Ley o, a un nivel] el propio Hiüer, a juzgar por sus textos, prevale-
más elaborado de reconocimiento del otro, el Derecho. ; cía el personaje de la Madre arcaica. Y podríamos
Así como la Ley impone una obligación en relación a ;
la sociedad, el Derecho recuerda precisamente los "de-j 5. Cf. las obras de Margaret Mead y el artículo de Robert
rechos" del individuo frente a la sociedad. / I. Levy, "Child management structure in Tahitian famiUes", The
Joumal of Polynesia Society, vol. 78, núm. 1, marzo, 1969.
6. Ibid.
4. E n particular, en La Crise de Générationa, Fayot, París, £ 7. La Révolte contra le Pire, Payot, París, 1968. Nueva ed.,
1.' ed., 1969. Nueva ed. corregida y aumentada, 1971. 1969.

66 67

i
comparar de una manera válida la ceremonia, relata-
da por Denis de Rougemont, de la Noche de las bru-:
jas, tal como la describe precisamente un escritor ale-
mán, Goethe, en el segundo Fausto.
La Autoridad de un de GMulle pose?, netamente un
carácter paternal. ¿Pero a quién puede escapar que la
relación que este hombre propone a sus conciudadanos
es la relación de adulto a niño, este hombre "nacido
protector" y que "ofrece ni seguridad"?
Veremos más adelante hasta qué punto los signos
encargados de evocar la autoridad para el adulto serán
evocaciones de la situación adulto-niño. La Autoridad
se impone de arriba a abajo y el que la soporta la SEGUNDA PARTE
vive de abajo a arriba, a imagen de las diferencias de
talla del pasado. E l que encama la Autoridad encuen-
tra siempre su talla realzada: tanto si lleva corona DE LA AUTORIDAD ABSOLUTA:
como birrete de doctor, habla en voz más alta y más DESDE LOS ORÍGENES
fuerte, "con autoridad" como se dice vulgarmente, HASTA SU DISGREGACIÓN ACTUAL
tanto si lo hace desde la tarima del profesor, como
desde el balcón papal o desde el trono real. En el
ejercicio de su Autoridad nunca se coloca al mismo ni-
vel que los que le están sometidos (término que sig-
nifica, precisamente, los que están por debajo); se le
mirará de abajo a arriba porque en otro tiempo el niño
debía levantar sus ojos para mirar de hito en hito a
sus padres. ¿Y qué decir de la prosternación oriental, o
de la genuflexión, de la reverencia, de la cabeza incli-
nada con respeto, que aumentan más todavía la pe-
quenez del sujeto sometido frente a la grandeza del
que es o posee la Autoridad?

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