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UN VIAJE AL

PRINCIPIO DE LA
ETERNIDAD
Día 4: ¿Qué es “Teshuvá ”?

Hemos llegado al día cuatro de nuestro Viaje al principio de la eternidad.

Algunas personas creen que Teshuvá es arrepentimiento o simplemente pedir


disculpas o sentirnos apenados por nuestras acciones. Pero la Kabbalah revela que es
mucho más efectivo y potenciador que eso.

Tal y como mi esposo el Rav Berg siempre decía: Puedes pedir disculpas si pisaste el
pie de alguien, pero pedir disculpas no le quita el dolor. Por supuesto tenemos que
pedir disculpas si es que le hemos hecho algo malo a alguien, y debemos buscar
siempre tratar a los demás con dignidad humana por encima de todo.

Pero, al fin y al cabo, nuestros errores se rectifican en el nivel en donde se


originaron: el nivel de conciencia.

Cuando algo sale “mal”, debemos preguntarnos qué conciencia en nuestro interior lo
manifestó en primer lugar. Debemos responsabilizarnos por esa conciencia y luego
sacarla de nosotros.

Cuando devolvemos nuestra conciencia a su legítimo estado creativo, proactivo y


generoso, lo que vivimos también cambiará.

Si observamos los aspectos en los que más hemos herido a los demás y a nosotros
mismos, nos daremos cuenta de que usualmente había una “buena razón” para
hacerlo. Decimos: “pero él me dijo esto” o “ellos me hicieron hacerlo” o “bueno, lo
hice porque no tenía esto o aquello”. El elemento común de estas justificaciones es
que todas reflejan una conciencia en la que somos el “efecto” directo o indirecto de
alguna persona, lugar o situación. En otras palabras, fuimos una víctima, de alguna
manera, de algo “allá afuera”.

El Rav explicaba que la palabra hebrea averá, que viene de la palabra “transferir”,
suele ser erróneamente traducida como “pecado”. Como resultado, se podría pensar
que este mes se trata de sentirnos mal o pedir perdón por nuestros “pecados”. Pero
la verdad es que cuando actuamos o hablamos desde el egoísmo o la negatividad,
estamos quitándole chispas de Luz a nuestra naturaleza de Creador y, en vez de eso,
alimentamos y fortalecemos nuestra conciencia de víctima. Al estar dispuestos a
observar con detenimiento lo que hemos hecho y asumir la responsabilidad de

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nuestra conciencia, podemos recuperar estas chispas de Luz no sólo para nosotros,
sino para el mundo.

Una de las herramientas que los kabbalistas usan en este proceso es el Nombre de
Dios de cuatro letras, el Tetragrámaton: Yud, Hei, Vav y Hei. Las primeras tres letras
corresponden al plano espiritual (en términos kabbalísticos: Zeir Anpín), mientras
que la segunda Hei corresponde al plano físico (en términos kabbalísticos: Maljut).

Según el Zóhar, el propósito de este mes es “traer la Hei de regreso a la Vav”, es


decir: unir el plano físico con el espiritual, que de lo contrario están separados. El Rav
dijo: “Cuando Rav Shimón (autor del sagrado libro kabbalístico llamado Zóhar) dijo,
‘Trajeron la Hei de regreso a la Vav’, quería decir: ‘Hemos renovado la conexión entre
el efecto y la causa, entre Maljut y Zeir Anpín. Hemos regresado a un estado virginal,
al principio, revelando de esa manera nuestro verdadero potencial” (Rav Berg, Días
de poder Vol. 1, pág. 16).

En arameo, Teshuvá realmente es Tashuv Hei (literalmente, “regresar la Hei”).


Cuando hacemos Teshuvá eliminamos todas las posibles barreras que evitan que
verdaderamente eliminemos todos nuestros bloqueos y, en consecuencia,
regresemos a nuestro “estado virginal de existencia”.

Mañana vamos a conocer una herramienta que simplificará este concepto y nos
ayudará a hacer Teshuvá y regresar la “Hei a la Vav”. Sin embargo, por ahora me
gustaría que hicieras un ejercicio que sentará las bases para que vivas lo que
aprendiste hoy en el trabajo de mañana.

EJERCICIO:

En los próximos días, escribe en tu diario o en tu teléfono (como te sea mejor) lo que
te molesta durante todo el día. Nota qué saca tu naturaleza reactiva en lugar de tu
naturaleza de Creador. Nota las situaciones en las que te sientes impotente o
desesperanzado como una víctima. Nota las veces que quieres apagarte o reaccionar
violentamente. Nota lo que te pone triste, te enoja, te hace refugiarte en la comida o
la bebida, o en cualquier cosa que te de comodidad o alivio. Nota qué activó tus
puntos sensibles.

Escribe una nota simple sobre cada una de tus observaciones. No hagas nada: sólo
permítete observar tu verdadera naturaleza. No intentes arreglarla, esconderla ni
escapar de ella. No trates de ser “espiritual” inmediatamente. La palabra clave aquí es
“permitir” porque lo que te permitas ver es lo que podrás cambiar.

En los próximos días, empezaremos a trabajar con estas observaciones de una


manera muy poderosa. Te espero mañana para conectarme contigo en el Día 5.

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UN VIAJE AL
PRINCIPIO DE LA
ETERNIDAD
El Tetragrámaton:
el Nombre de Dios de cuatro letras

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Hei Vav Hei Yud

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