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 La desagregación (separación) de la conciencia origina diferentes conciencias

que responden a diferentes niveles, “identidades” y límites.


 La diferencia de conciencias responde de diferente manera a la pregunta
“¿Quién soy?”.

La serie va más allá de la versión original: ¿qué hay de esos robots?, ¿sufrirían?, ¿reaccionarían ante ese
sufrimiento?, ¿se darían cuenta del “engaño” en el que viven o se comportarían como meros autómatas?

En definitiva, ¿serían conscientes? Los


androides de Westworld son humaniformes no sólo en aspecto, sino en comportamiento. Sus ingenieros
se esfuerzan en pulir cada detalle del mismo para hacerlo creíble.

es ahí cuando aprendimos a ser conscientes, cuando caímos en la cuenta de que esas voces eran
nuestras

No es la única laguna de la teoría de Jaynes: este investigador nos explica que en realidad el
psicólogo confundía la conciencia (“actividad mental de propio sujeto que permite sentirse
presente en el mundo y en la realidad”, según la RAE) con la metaconciencia, la capacidad que
tenemos los seres humanos de ‘hablar’ sobre nuestros pensamientos

“Jaynes defendería que la conciencia es como ‘martillear’: se necesita un martillo, un clavo y


una madera (o lo que sea), pero ‘martillear’ no se encuentra en ninguna de esas cosas. De
forma similar, usamos nuestros cerebros (neuronas, neurotransmisores) para permitir la
conciencia como una actividad, pero también usamos el lenguaje y formas particulares del
lenguaje (como la metáfora) para comunicarnos”, detalla Greer. Jaynes defendería así que la
conciencia no es una ‘cosa’, sino una actividad que se desarrolla a través de las metáforas.

La consciencia tiene contenidos, pero aunque pueda tener una enorme variedad de contenidos
no puede tener muchos al mismo tiempo. La consciencia no es un fenómeno pasivo como
respuesta a estímulos, sino un proceso activo de interpretación y construcción de datos
externos y de la memoria relacionándolos entre sí.

Se pueden distinguir dos tipos de consciencia. La consciencia primaria, que es la experiencia


directa de percepciones, sensaciones, pensamientos y contenidos de la memoria, así como
imágenes, ensueños y sueños diurnos. La consciencia reflexiva es la experiencia consciente
per se. Este tipo de consciencia es necesaria para la auto-consciencia, que implica darse
cuenta de ser un individuo único, separado de los demás, con una historia y un futuro
personales. La consciencia reflexiva incluye el proceso de integración, o sea, de observar la
propia mente y sus funciones; con otras palabras: conocer que se conoce. En realidad, la
experiencia consciente en el humano adulto normal implica tanto la consciencia primaria como
la consciencia reflexiva.

Para poder entender el tema de la conciencia, se debe tener en cuenta que en el humano existen dos
conciencias que están íntimamente relacionadas. Son la conciencia del cerebro y/o cuerpo físico, y la
conciencia del Sujeto Psíquico que no es el cuerpo.

La conciencia de la psique interna o Sujeto Psíquico, o llamada conciencia reflexiva, por lo general se
activa siempre después de haberse iniciado primero la conciencia del cerebro y el cuerpo, salvo en el
sueño, donde el cerebro descansa, y podemos con la conciencia de la psique interna, percibir imágenes
mentales visuales o auditivas de modo muy vívido y real. De este modo entonces, la conciencia de la
Psique, es un proceso activo de interpretación, de construcción de datos externos junto con los de la
memoria, pudiendo relacionarlos entre sí con el ensamble del elemento Tiempo y entorno.

Se ha equiparado la consciencia a la vigilia, esto es conciencia cerebral, pero estar despierto no es lo


mismo que ser consciente psíquicamente de algo en el sentido de apercibirse de algo, o saber de sí
mismo.

Los actos voluntarios, la toma de decisiones, la intencionalidad y el Tiempo, son aspectos importantes de
la experiencia consciente de la Psique.

La confusión de muchos psicólogos es creer que el cerebro es quien procesa informaciones paralelas,
cuando en verdad, son dos procesos concientes paralelos los que interactúan con el cerebro. Si se sabe
entender, lo que pretendo decir, sin duda es muy diferente. También es común confundir la auto-
conciencia corporal con la auto-conciencia psíquica, si bien ambas están relacionadas, son cosas muy
distintas. El cerebro humano no piensa. Realiza incontables operaciones, pero no piensa, no interpreta
conjuntamente la Realidad, el Tiempo y el entorno.

Otra pequeña confusión deviene de integrar o asociar a la conciencia primaria el pensamiento. El


pensamiento sólo se produce en la conciencia reflexiva. El pensamiento no es del cuerpo ni del cerebro.
La asociación de un objeto físico externo con la memoria de objetos similares conocidos es parte de la
conciencia primaria. Pero no pertenece a ésta, la interpretación intencional de determinados sucesos
guardados en la memoria con otros eventos temporales, afectivos o subjetivos, pues esto último es sólo
resorte de la conciencia psíquica o reflexiva.

No es difícil entender el fenómeno de la conciencia y la mente humana, sólo hay que establecer mejor los
límites entre el cerebro y la psique. La psique no surge del cerebro

La toma de conciencia es, por encima de todo, un despertar. Es abrir lo ojos


desde el interior para hacer consciente lo inconsciente y así poder dar el paso e
iniciar toda una necesitada revolución personal. Solo entonces seremos capaces
de sanarnos, de desprendernos de lo que hace daño y, sencillamente, avanzar
hacia lo que merecemos.

En psicoterapia, uno de los aspectos primordiales en el proceso de curación


es conseguir que la persona tome conciencia de los auténticos problemas que
generan su malestar. Cuando uno llega a la consulta de un psicólogo tiene, por
lo general, muy claros los focos “externos” de su malestar, de su infelicidad (mi
pareja no me entiende, mis padres me agobian, mi jefe me infravalora, no
tengo trabajo y la sociedad parece haberse olvidado de mi…).
Sin embargo, el buen profesional deberá acompañar a esa persona hacia
nuevos “despertares” internos en los cuales conferirle un control auténtico y
mucho más pleno de su vida. Ahora bien, este no es un proceso precisamente
fácil.

No se trata solo de hacer consciente lo inconsciente, sino darle una nueva


construcción. Por ejemplo, yo puedo tomar conciencia de una de mis
limitaciones: mi incapacidad de poner límites o de decir “NO”.
Hacer consciente esta dimensión no me servirá de nada si no le doy un
propósito, que no es otro más que ejercer el cambio, reconstruir esa parte del
“yo” para sanarme, para tener un mayor control sobre mi realidad al salir de esa
caverna de “sombras” e infelicidad. Veamos ahora cómo generar este proceso
de despertar y reconstrucción

la conciencia como una sutil armonía entre un yo autobiográfico, otro


social, y un tercero donde se entremezcla un yo emocional con otro
espiritual. El ser plenamente conscientes de esta estructura única y particular
nos permitirá ser más hábiles y congruentes en nuestra realidad.

¿Es exclusivamente humana la consciencia?

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