Perfil evolutivo de los niños de 3 años

Un niño de tres años, desde el punto de vista de su desarrollo y crecimiento

cognitivo, se encuentra en la etapa que Piaget denominó pre-operatoria, donde
comienza a integrar el conocimiento obtenido de sus experiencias sensoriales y
motrices dentro de esquemas de conocimiento básicos. El niño aprende en base a
experiencias que le dan satisfacción y busca repetirlas para reeditar ese placer y
el conocimiento obtenido.

Desde el punto de vista afectivo, a los tres años el niño ingresa en la etapa del
Complejo de Edipo (Sigmund Freud), la cual se extiende hasta los cinco años. En
esta etapa, en el caso de los varones, comenzarán a apegarse más a su madre y,
en el caso de las nenas, a su padre. De alguna forma van a competir, según el
sexo, por el “amor” de su padre/madre como modelo para poder conquistar al
progenitor con el que desarrollaron su complejo edípico.

Según la mirada que aporta del niño la pedagogía Montessori, desde los cero a los
tres años de vida, la mente está en constante adquisición inconsciente de aquellos
aprendizajes que le proporciona el entorno más cercano, utilizando como
herramienta exploradora para esta absorción todos sus sentidos.

En relación al desarrollo psicosexual, es una etapa de transición entre la anal,

donde encuentra placer en la exploración de sus genitales, y la fálica, que es
donde aparece la distinción de sexo y la angustia que esto les genera. Adquieren
jerarquía las funciones de excreción (retención o expulsión), experimenta gran
interés por los productos de su propio cuerpo. Suele experimentar miedo de sus
propios excrementos.

En cuanto a la motricidad gruesa, logra correr de un modo más controlado,

moderando la velocidad con mayor facilidad. Inhibe mejor los movimientos
involuntarios, sube escaleras con mayor seguridad y alternando los pies al bajar,
comienza a manifestar predominio por su lateralidad y su lado más habilidoso,
puede saltar con dos pies y patear pelotas.

Respecto a la motricidad fina, se inicia en el control del dibujo, la manipulación de

las herramientas de escritura/dibujo imitando al adulto, realiza trazos mejor
definidos y controlados. Tiene mayor dominio de la coordinación vertical, pudiendo
realizar torres, y comienza a lograr desabrochar botones.

El lenguaje oral se incrementa, logra producir frases más extensas, incluye

preposiciones y artículos. Comprende relaciones entre acontecimientos y expresa
sus emociones e ideas. Puede describir objetos cotidianos, se divierte con el
lenguaje y disfruta de los poemas. Logra responder a preguntas simples.

El juego característico del niño de tres años es el juego simbólico o de ficción, el

cual posee determinadas características: es un juego solitario o en paralelo (cerca
de otros pero sin interacción), no es un juego organizado con otros, no hay orden,
secuencia u orden lógico de las acciones y no posee intencionalidad.

A medida que el niño se desarrolla, el juego simbólico va evolucionando en forma

natural y paulatina, favorecido por los procesos de su pensamiento, que van
superando el egocentrismo, y por su mayor nivel de socialización.

En la expresión plástica, se encuentra en la etapa pre esquemática. La figura

humana aparece en forma de renacuajo, coexisten formas comprensibles para el
adulto y garabatos, aún no existe intencionalidad en el dibujo: el movimiento del
lápiz es por simple placer motriz, alrededor de los tres años y medio se inicia en
otorgarle intencionalidad a sus producciones. El color posee un interés secundario,
el niño se concentra en la representación de figuras.
En relación con su independencia y hábitos, oscila entre la independencia que le
permite jugar y la dependencia y necesidad de consuelo. Logra alimentarse de
forma autónoma utilizando cuchara, maneja el tenedor con cierta dificultad. Está
preparado para alejarse algún tiempo de su madre y de su hogar, puede realizar
pequeños encargos y es capaz de lavarse las manos y cepillarse los dientes.

En momentos de angustia puede no controlar esfínteres.