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Relación Lenguaje Sociedad

El leguaje es la facultad humana de intercambiar ideas y sentimientos, a través de una


lengua, por medio del habla. Entonces, el ser humano comunica, primero, por la necesidad
innata de socializar y, segundo, por la capacidad que éste tiene de formular pensamientos.
Todo ser humano nace con la facultad de adquirir un lenguaje, pero lo desarrollamos por que
vivimos en sociedad. Roger Fowler nos dice que el lenguaje es un aspecto intrínseco de
nuestra herencia humana, y es natural porque es general a la especie; además es el atributo
más típicamente humano y universalmente reconocido como único en el hombre.
El lenguaje es parte del carácter esencial del hombre; éste es un animal especializado
en el lenguaje. Todos los aspectos del sistema de comunicación que emplea naturalmente
están determinados por su tipo de organismo. Después de todo, esto es lo natural: que el
hombre, como cualquier otra criatura, se comporte comunicativamente de la manera en que
se lo ordena su naturaleza.
El mundo del lenguaje es mucho más vasto y más complejo de lo que los gramáticos
han llegado a demostrar. Dentro de la lingüística existen algunas disciplinas de reciente
creación, que nos están permitiendo vislumbrar cuál es su verdadera extensión y complejidad,
tales son la sociolingüística y la etnología. Uno de los aspectos que más se está tratando son
las relaciones que se establecen entre lenguaje y la sociedad.
El aspecto esencial del lenguaje es el de ser un sistema de comunicación inserto en
una situación social; por lo tanto, no solo es un proceso cognoscitivo, sino también un
comportamiento simbólico, actividad esencial y genuinamente social.
Como se menciona anteriormente, la relación Lenguaje-Sociedad es estudiada por la
sociolingüística y es abordado casi siempre, desde el punto de vista de “el lenguaje como
comportamiento social”. Pero recordemos además, que el lenguaje es el instrumento
fundamental por el que le son transmitidos los modelos de vida, cultura, manera de pensar y
actuar, normas y valores de la sociedad.
Ricci Briti describe a la sociolingüística o sociología de lenguaje como la ciencia que
estudia las relaciones entre lenguaje y sociedad, entendiendo al lenguaje no tanto como
código o sistema abstracto, sino como instrumento fundamentadle comunicación que se usa
dentro de una comunicación social.
Podemos hablar ahora, sobre la relación entre lenguaje, cultura y pensamiento: la
cultura es la clase de conocimiento que aprendemos de los demás, bien mediante la
instrucción directa, bien mediante la observación del comportamiento de los demás. La
mayor parte del lenguaje está comprendida en la cultura, de modo que podemos afirmar que
“la lengua de una sociedad es un aspecto de su cultura.” Al desarrollar el lenguaje,
paralelamente se desarrolla la capacidad del pensamiento. De este modo, el sistema
lingüístico condiciona nuestra percepción del universo y, por consiguiente, nuestra manera
de pensar.
Vivimos, por tanto, en una comunidad lingüística que modela una lengua a su antojo
y que ve, piensa y siente en función de su lengua.
Cada comunidad selecciona una parte de la realidad, le da nombre y la introduce de
este modo en su sistema lingüístico; a medida que las necesidades cambian, se modifica la
lengua, ya sea que se agreguen nuevos elementos o cambie el sentido y significante-
significado de un símbolo.
Así pues, la lengua no es un conjunto de signos verbales y no verbales que hayan
surgido de forma aleatoria y fortuita, si no que responden a la voluntad de los hablantes, y,
para poder valorar en su justa medida la naturaleza de los elementos que la integran e
interactúan en su estructura interna, conviene tener en cuenta las características de la
comunidad que la ha creado. (El lenguaje), como toda obra humana, tiene la huella de su
creador (en la lengua) y de sus usuarios (en la forma de hablar). Estudiar los signos
lingüísticos nos permitirá, por tanto, conocer y reconocer al grupo humano que ha dado forma
y la utiliza.
Ante esta cuestión, no podemos dejar de lado el hecho de que existen lenguas que han
sido impuestas de un grupo social a otro. Tal es el caso de la lengua española, que fue
impuesta por los españoles a los nativos mesoamericanos. ¿Entonces el idioma (lengua) que
usamos hoy en día no aplica en este caso? ¿Acaso los mexicanos no hemos aportado
características internas a nuestro lenguaje? La profesora María Ángeles Calero responde con
gran certeza a estas interrogantes en su libro Sexismo lingüístico:
Cuando se trata de una lengua impuesta, podríamos argumentar que los que la han
recibido no tienen ninguna relación de filiación con ella y que, por ende, no son responsables
de su forma interna y que ésta no los refleja; pero lo habitual es que se produzca un proceso
de adaptación con vistas a que esa lengua que ha venido de fuera les sirva a lo que necesitan
o desean decir, y en este proceso sí participan los que han sufrido la imposición. Lo
conservado es porque les es útil, lo transformado es porque no se ajusta a las pretensiones
comunicativas.
La sociolingüística distingue entre grupo de pertenencia y grupo de referencia. Los
individuos podemos no sentirnos identificados con el colectivo al que pertenecemos de
manera natural (esto es por nuestras características biológicas, por el lugar - geográfico y/o
social - en el que hemos nacido) en este caso, “la persona se proyecta en otro colectivo del
que desearía formar parte e imita en lo que puede a quienes sí lo integran, a veces sufriendo
problemas de adaptación.”
El lenguaje es una institución cultural de un grupo social, pero las lenguas no son sólo
un medio que utiliza el ser humano para comunicar sus ideas y sus sentimientos a aquellos
que comparten el mismo sistema lingüístico, sino que ellas mismas transmiten en su seno, un
modo determinado de pensar y de sentir que se perpetúa de generación en generación en tanto
ellas subsistan.
La fisonomía y evolución del sistema lingüístico se ven condicionadas por la cultura,
la cual impone todo el conjunto de experiencias pasadas que han quedado fosilizadas en su
estructura gramatical y en si léxico. A esto se refiere la teoría de Roger Fowler acerca de que
todo ser humano nace con la facultad de adquirir un lenguaje, pero dependerá del grupo social
en que se desarrolle, qué tipo de lengua desarrollará y de qué manera la usará. Lo único
natural - es decir con lo que nace el ser humano sin su mediación, lo biológico e intrínseco -
es la capacidad que éste tiene para crear y utilizar signos que le permitan comunicarse; el
modo en que lo haga en la práctica es obra suya, no de la naturaleza, por consiguiente es un
producto cultural de la misma índole que os objetos que construye para diversos fines.
Por ejemplo, un grupo social que ha tenido el destino de existir a las orillas del mar,
seguramente habrá desarrollado signos lingüísticos (asignados por la colectividad) que tienen
que ver con este entorno natural, es decir, habrá la necesidad de llamar aves a los animales
con plumas que vuelan por los cielos, mar a la masa de agua que hay en la costa, palmera a
la planta que da cocos, peces a los animales que viven en el mar, y así con todo lo que forma
su ecosistema. Por otro lado, el grupo social que haya corrido con la suerte de habitar en el
desierto, los signos lingüísticos que asigne a su ecosistema serán muy pobres, al contrario del
grupo social que vive a orillas del mar, o de una selva. Por ello no hablamos en el planeta
una lengua, sino miles.
De cualquier forma, existen elementos naturales afines a todas las regiones del
planeta, como el agua, el cielo, la tierra, las estrellas, las nubes, el viento, las montañas, etc.,
y no obstante, los diferentes grupos humanos perciben esos aspectos idénticos de manera
distinta, en función de lo importante que sea para la comunidad y para su subsistencia.
Las personas limitadas a una cultura única suelen encontrar muy difícil conceptualizar
otras culturas, de hecho se les puede ver como desviaciones incorrectas de la suya. Por eso,
si alguna vez necesita comer <<granos de maíz que al tostarse se abren en forma de flor>>
pida rosetas en España, cotufas en Venezuela, cocaletas en Santo Domingo, goyorí en
Cuba, canguil en Ecuador, ancuas en Argentina, cabritas en Chile, canchas en
Perú, pororó en Paraguay, punches en Honduras, y palomitas en México.

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