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DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO

APUNTES DE CLASES

CAPÍTULO PRIMERO
EL PROCESO LABORAL EN CHILE

1. DERECHO PROCESAL DEL TRABAJO


El tema de la naturaleza del Derecho Procesal del Trabajo no es una cuestión
pacífica entre los autores. Tradicionalmente se ha discutido si se trata de una rama que
forma parte del Derecho Procesal o, por el contrario, es propia del Derecho del
Trabajo.
Reconociendo que el Derecho Procesal del Trabajo es, sin duda, Derecho
Procesal, estimo, sin embargo, que estamos frente a una etapa en que su fisonomía no
puede ser entendida a cabalidad sin un adecuado conocimiento y comprensión esencial
de la sustancia misma del Derecho del Trabajo. No se concibe como posible la
abstracción de las normas procesales de los principios, normas y caracteres propios del
Derecho Laboral sustantivo. El Derecho Procesal, por mucha importancia que tenga,
se encuentra al servicio de las normas que regulan el trabajo dependiente subordinado
y de nada servirá su conocimiento detallado sin un adecuado dominio de las normas
sustantivas que lo regulan. Debe reconocerse, sin embargo, que por muy
evolucionadas que sean las normas sustantivas que rigen las relaciones laborales, la
eficacia de la protección que busca para la clase trabajadora no podrá lograrse sin una
adecuada regulación del proceso laboral, entendido éste, como el único instrumento
idóneo para dirimir el conflicto surgido entre los diferentes actores que intervienen en
la vida laboral, por acto de juicio, imparcial, irrevocable, coercible, emanado de la
autoridad1.
El Derecho Procesal del Trabajo es más que el simple estudio de las normas de
procedimiento que rigen en un momento dado. Se trata de una verdadera rama de la
ciencia jurídica, que estudia la naturaleza, desenvolvimiento y eficacia del conjunto de
relaciones jurídicas que se desarrollan en el marco de la búsqueda de la solución a las
controversias surgidas entre los actores que intervienen en el desarrollo de las
relaciones laborales.

2. EVOLUCIÓN DE LA REGULACIÓN JURÍDICA DEL DERECHO


PROCESAL LABORAL EN CHILE
El gran desarrollo de la legislación sustantiva laboral hizo nacer la necesidad de
lograr su tutela judicial efectiva, lo que, sin embargo, no se logró de manera tan rápida
como la evolución de las normas propias del derecho individual del trabajo y de la
previsión social.
La necesidad de reducir gastos judiciales, promover la sencillez de la defensa
para el trabajador, el acceso efectivo al amparo judicial de sus derechos, hacían
evidente la necesidad de introducir elementos que proporcionaran rapidez y celeridad
en los actos procesales y un papel activo del juez en la solución de los conflictos
1
Siguiendo a COUTURE, Eduardo J. En Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Editorial B. de F., Montevideo-Buenos
Aires, 2005, pág. 10

1
laborales. Ello llevó al nacimiento de los que hoy conocemos como Derecho Procesal
del Trabajo, que ha ameritado un estudio particular y especializado de sus
instituciones.
Sin embargo, la búsqueda de este verdadero amparo ha sufrido altos y bajos,
adelantos y retrocesos y, seguramente, seguirá requiriendo de avances y
perfeccionamiento.
De manera análoga a lo ocurrido en el derecho individual laboral, el acceso de
los trabajadores a la potestad jurisdiccional para garantizar el cumplimiento de las
normas que iban estructurando la protección que éste confería cada vez con mayor
fuerza a los asalariados, fue históricamente el fruto de la tensión para arrancar de la
jurisdicción civil las controversias derivadas de los conflictos nacidos con ocasión del
desarrollo de las relaciones laborales. Solo creando órganos jurisdiccionales especiales
fue posible acercar o facilitar el acceso de los trabajadores a la jurisdicción2.
Han sido diversas etapas las vividas en el largo camino hasta contar con un
verdadero proceso laboral que, aun cuando presenta imperfecciones en su
consagración legislativa, ha constituido un gran paso en el logro de la tutela efectiva de
los derechos laborales.

1) Los primeros intentos por lograr una legislación procesal especializada.


El nacimiento de diversas leyes laborales de carácter sustantivo no fue
acompañado de la creación de una estructura judicial especializada ni tampoco de
procedimientos acordes a las nuevas relaciones jurídicas que se creaban.
En 1925 el Decreto Supremo N° 857, creó para los empleadores particulares los
llamados Tribunales de Conciliación y Arbitraje, aun cuando la ley N° 4.059,
aprobada el 8 de septiembre de 1924, sobre Contrato Individual de Trabajo de
Empleados Particulares expresamente hizo referencia a la materia al disponer que las
controversias entre empleados y empleadores serían resueltas por la judicatura
ordinaria, con arreglo al procedimiento sumario regulado en el Código de
Procedimiento Civil, lo que se mostraba como un triste anuncio de los que sería la
protección judicial de los derechos de los trabajadores. Sin embargo, el 31 de diciembre
de 1924, se dictó el decreto ley N° 188 que la derogó y creó los Tribunales de
Conciliación y Arbitraje y las Juntas de Conciliación en diversos departamentos, con
una composición tripartita. Además, creó una Junta de Previsión Social para conocer
de las cuestiones previsionales relativas fundamentalmente al Fondo de Retiro de los
Empleados Particulares. Esta Junta de Previsión Social es el primer antecedente
administrativo de la actual Superintendencia de Seguridad Social3. El rasgo más
característico de estos tribunales era que carecían de imperio, lo que significaba, en la
práctica, que para obtener la ejecución de las sentencias que dictaren debía recurrirse a
la justicia ordinaria.

2
PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos; ALVAREZ DE LA ROSA, Manuel. Derecho del Trabajo. Editorial Universitaria
Ramón Areces, Decimoséptima Edición, Madrid,2009, pág. 872.
3
THAYER ARTEAGA, William y NOVOA FUENZALIDA, Patricio. Manual de Derecho del Trabajo. Tomo III, tercera edición
actualizada y aumentada. Editorial Jurídica de Chile, pág. 250.

2
2) Los primeros tribunales del trabajo.
El 31 de diciembre de 1927 se dictó el decreto ley N° 2.100, de, sobre
"Tribunales de Conciliación y Arbitraje y Juntas Permanentes de Conciliación".
Los Tribunales de Conciliación y Arbitraje estaban destinados a resolver
problemas de carácter jurídico, mientras que las Juntas Permanentes de Conciliación
tenían por misión intervenir en los conflictos colectivos de intereses.
Si bien se acostumbra a considerar que estos son los primeros verdaderos
tribunales del trabajo, presentaban características que en la actualidad no serían
fácilmente aceptables. En efecto, la primera instancia se entregaba a un juez
unipersonal a quien no se le exigía ser letrado y que era designado por el Poder
Ejecutivo, a través del Ministerio de Bienestar Social; la segunda instancia estaba a
cargo de un tribunal de alzada, de carácter colegiado, integrado por un ministro de
Corte de Apelaciones, que lo presidía, por un representante del sector empresarial y
otro del sector laboral. Estos particulares tribunales no estaban sujetos a la
supervigilancia de la Corte Suprema.

3) La judicatura laboral en el Código del Trabajo de 1931.


Este código fue una recopilación de las diversas leyes laborales que se habían
ido dictando bajo diversas circunstancias. En materia procesal se siguieron las bases
establecidas en el anterior decreto ley N° 2.100. Se diferenciaba una primera y una
segunda instancia.
La primera instancia estaba entregada a juzgados especiales ubicados en los
diferentes departamentos y la segunda a tribunales colegiados, en carácter de tribunales
de alzada en igualdad de condiciones que los establecidos en el decreto ley N° 2.100.
Si bien se insistía en la creación de una incipiente judicatura laboral, persistía
implícitamente la idea de dotarlos del carácter de organismos más bien
administrativos. Fue solo con la dictación de la ley N° 5.158, de 1933, que vía
modificación introducida a la entonces Ley Orgánica de Tribunales, fueron sometidos
a la supervigilancia de la Corte Suprema, aun cuando seguían formando parte del
Poder Ejecutivo.

4) Las Cortes del Trabajo.


La ley N° 7.726, de 1943, sustituyó los tribunales de alzada por las Cortes del
Trabajo, integradas con miembros exclusivamente letrados, aun cuando debían
integrarse asimismo, por vocales, representantes de los trabajadores y de los
empresarios. Funcionaron en Valparaíso, Santiago y Concepción, aun cuando en 1966
se determinó que las cortes de apelaciones ya existentes conocieran en de asuntos
laborales en calidad de tribunales de segunda instancia, esquema que se ha mantenido
hasta la actualidad.

5) La incorporación de los tribunales del trabajo al Poder Judicial.


En 1955 se dictó la ley N° 11.986, que dispuso que los tribunales del trabajo
pasarían a constituirse como tribunales especiales, con sus propios escalafones, pero
sometidos a las disposiciones del Código Orgánico de Tribunales, en cuanto a su
régimen laboral interno.

3
6) Los retrocesos jurisdiccionales en el decreto ley N° 3.648, de 1980.
Este decreto ley transformó los juzgados laborales existentes en juzgados civiles
y suprimió las cortes especiales del trabajo, produciéndose un importante paréntesis en
la administración de la justicia laboral. Las razones de tal decisión se expresaron muy
sumariamente: se pretendía optimizar la utilización de recursos y entregar a un mayor
número de tribunales el conocimiento de las causas del trabajo4.

7) La dictación de la ley N° 18.510 y el restablecimiento de los tribunales especiales del


trabajo.
En 1986 y en vista de la mala experiencia que había significado la supresión de
tribunales especializados, se restablecieron los juzgados de letras del trabajo, aun
cuando no las cortes del trabajo, permaneciendo la segunda instancia entregada a las
cortes de apelaciones ya existentes en el país, manteniéndose el esquema básico hasta
la vigencia del actual régimen procesal laboral, aun cuando puede sostenerse que las
bases organizativa siguen siendo las mismas.

8) La actual organización judicial en materia laboral.


Con fecha 22 de septiembre de 2003, se envió al Congreso un proyecto de ley
bajo el N° 4-350, que buscaba sustituir el procedimiento laboral contemplado en el
Libro V del Código del ramo. Ya el año 2000, se había planteado la necesidad de
modificar la justicia laboral y previsional creándose, para el estudio de las
modificaciones pertinentes, el Foro de la Reforma Procesal Laboral y Previsional, que
fuera conducido por el profesor Patricio Novoa Fuenzalida. Esta comunidad jurídica
volcó su propuesta en el documento Bases Fundamentales para la Reforma de la
Justicia Laboral y Previsional.
Como consecuencia del trabajo de la Comisión, se presentaron tres proyectos de
ley, referidos tanto a aspectos orgánicos, como a la justicia laboral y previsional, los
que condujeron a la aprobación de la ley N° 20.022, que creó los Tribunales de
Cobranza Laboral y Previsional y los nuevos Tribunales del Trabajo; la ley N° 20.023,
que modificó la ley 17.322, sobre normas para la cobranza judicial de cotizaciones,
aportes y multas de las instituciones de seguridad social y la ley N° 20.087, que
modificó el procedimiento del juicio del trabajo.
En conjunto, las leyes señaladas sustituyeron el Libro V del Código del
Trabajo, estableciendo un nuevo proceso laboral. La nueva normativa debía entrar a
regir el 1 de marzo de 2007, según lo disponía el artículo 1 transitorio de la ley Nº
20.087, pero la ley Nº 20.164, de 14 de febrero de 2007, sustituyó tal norma,
disponiendo que la entrada en vigencia fuera el 1 de marzo de 2008. Lo propio ocurrió
con la ley Nº 20.022 que, como se dijo, creó los Juzgados Laborales y los Juzgados de
Cobranza Laboral y Previsional y que en su artículo 16 disponía como fecha de
vigencia general, el 1 de marzo de 2007.
El artículo 8 de la ley Nº 20.252 sustituyó también el artículo 1° transitorio de la
ley Nº 20.087, disponiendo su vigencia gradual, esto es, el 31 de marzo de 2008, en las
Regiones III y XII; el 31 de octubre de 2008 en las Regiones I, IV, V y XIV; el 30 de
abril de 2009 en las Regiones II, VI, VII y VIII; el 31 de agosto de 2009 en la Región

4
THAYER, W. y NOVOA, P. ob.cit. pág. 252.

4
Metropolitana y el 30 de octubre de 2009 en las regiones IX, X, XI y XV. En la
actualidad, el nuevo sistema procesal y la nueva organización judicial se encuentra
vigente en todo el país.

a. Antecedentes.
Ante la percepción ciudadana, en orden a que no se había otorgado la
protección jurídica necesaria en el ámbito laboral, se evidenció la idea de que la
defensa de los derechos de los trabajadores en juicio se traducía en una justicia lenta,
formalista y carente de efectividad. Se contrastaba la justicia laboral con la labor
desarrollada por las inspecciones del trabajo, que aparecían como más próximas a la
solución de las demandas del trabajador. Todo ello implicaba a la creencia de que más
valía un mal arreglo que un buen juicio, con lo que se confirmaba la falta de confianza
en los mecanismos jurisdiccionales. La realidad enunciada se plasmó tanto en la
dimensión individual como en la colectiva de las controversias laborales. El
ordenamiento sustantivo sin mecanismos procedimentales, que desde la
administración de justicia aseguren una pronta y efectiva satisfacción de las
pretensiones jurídicas llevadas a juicio, carece de vigencia, pues los titulares a quienes
se reconoce el derecho, carecerán de los mecanismos necesarios para imponer su
cumplimiento forzado. La frontera entre el derecho sustantivo y el derecho de los
procedimientos se debilita, pues estas normas sólo se justifican en función de las otras5.
El mensaje con que se inició el proyecto de ley respectivo, reconoció el
consenso ciudadano y de los operadores del derecho laboral en las debilidades del
derecho procesal del trabajo y en la justicia laboral6. Se expresó que las experiencias
comparadas dan cuenta de las ventajas que suponía para toda sociedad contar con
procedimientos jurisdiccionales, particularmente en el orden laboral, que se
caractericen por la celeridad, la inmediatez y la concentración, lográndose en ellos
importantes niveles de pacificación de las relaciones laborales y, por sobre todo,
alcanzándose un alto nivel de legitimidad entre los justiciables, que ven en los órganos
jurisdiccionales un medio adecuado para canalizar los conflictos y lograr la plena
efectividad del derecho7.
Se pensó, por otra parte, que un nuevo procedimiento debía considerar las
modernas tecnologías, en particular los avances en materia de notificaciones
electrónicas y el documento electrónico considerando que el fin ha de ser la justicia y
no la rapidez, que es sólo un instrumento de aquélla.
El carácter oral, por la cercanía que necesariamente se produce entre el tribunal
y las partes, hace que las actuaciones de la justicia y en especial sus resoluciones sean
más entendibles para los justiciables, lo que redunda en la legitimación del sistema
judicial. Además, es la única forma en la que es posible la real consecución de los
demás principios informadores del proceso laboral8.

5
TAPIA GUERRERO, Francisco “La necesidad de Reforma Procesal Laboral y Previsional”: Una constatación empírica.
Anuario de Derecho del Trabajo y Seguridad Social N° 2-2001. Sociedad Chilena de Derecho del Trabajo y de la Seguridad
Social, pág. 17.
6
Nº 4-350.
7
Mensaje de S.E. el Presidente de la República con el que se inicia un proyecto de Ley que sustituye el Procedimiento
Laboral contemplado en el libro V del Código del Trabajo que lleva el N° 4-350, dirigido a la Honorable Cámara de
Diputados con fecha 22 de septiembre de 2003, Párrafo I. pág. 3.
8
CORVERA, Diego. Análisis crítico de la Justicia Laboral. Anuario de Derecho del Trabajo y Seguridad Social. N° 2- 2001,
pág. 31.

5
El tema de la inmediación es relevante en el procedimiento porque, como se
sabe, “el papel no se ruboriza”. La oralidad y la inmediación han de venir de la mano
de la institución de la conciliación. Por fin, se hace presente en el proceso laboral un
factor relevante, la conciliación, en cuya virtud se provee a la solución del conflicto
sobre bases de equidad, más que de estricta juridicidad, en la que el juez desempeña
una función activa para obtener de las partes -incluso con algún margen de sacrificio
de sus pretensiones -lleguen a un avenimiento o acuerdo que les satisfaga9.
En materia de principios, se ha destacado la concentración e inmediación, que
no solo son elementos necesarios de la oralidad, sino que en ninguna otra forma de
proceso, que no sea la oral pueden alcanzar una realización plena. Como consecuencia
de la aplicación de los señalados tres principios, se obtendrá la celeridad, tan
imperiosamente necesaria para el mundo laboral. De este modo, tales cuatro
instituciones se encuentran íntima y necesariamente relacionadas entre sí. Chiovenda,
un apasionado defensor de la oralidad, afirmaba que la experiencia histórica demuestra
que el proceso oral es “con mucho”, el mejor de los dos y el que más conviene a las
exigencias de la vida moderna10-11.
Para Alfredo Gaete y Hugo Pereira, el Derecho Procesal del Trabajo debe estar
dotado, para la consecución de sus fines de los siguientes aspectos12:
a) La existencia de una judicatura especial formada por jueces dinámicos con
amplia comprensión de su rol social.
b) Un procedimiento rápido para evitar “que el hambre llegue antes que la
justicia”. Este objetivo se pretende conseguir :1° Dando preferencia a la oralidad sobre
la escritura; 2° Propendiendo a la concentración de los trámites; 3° Facultando al juez
para proceder de oficio en cuanto sea posible; 4° Limitando la impugnabilidad de las
resoluciones que se dicten durante la substanciación del juicio por la reducción de los
recursos procedentes, en especial el de apelación; 5° Disminuyendo el número de
testigos que puedan deponer por cada punto de prueba; 6° Exigiendo apelación
fundada contra la sentencia definitiva y, consecuencialmente, suprimiendo en segunda
instancia los escritos de expresión de agravios y su contestación; 7° Acortando los
plazos; 8° Suprimiendo trámites que no sean de estricta necesidad, y 9° Dando, en
general, mayores facultades a los jueces en la dirección y marcha del juicio.
c) La apreciación discrecional al sano arbitrio del juzgador de la prueba
rendida.
d) La justicia de avenimiento o conciliación tendiente a reemplazar la justicia
excesivamente jurídica de origen romanista.
e) El abandono de las formalidades en la tramitación y, en consecuencia, la
supresión del recurso de casación en la forma.
f) La celeridad y eficacia del procedimiento de ejecución de las sentencias, y
g) La economía en los gastos de la tramitación.

9
PEREIRA ANABALÓN, Hugo. Derecho Procesal del Trabajo. Editorial Jurídica Conosur, Santiago, Chile, 1984, pág. 17 –
18.
10
NOVOA FUENZALIDA, Patricio. El Juicio Oral del Trabajo en Chile, Precedentes históricos y posibilidades de
reimplantación. Revista Laboral Chilena, enero 2002, pág. 81.
11
Sobre el tema Juicio Oral del Trabajo puede verse ZAROR MIRALLES, Danielle. Bases Para un Juicio Oral del Trabajo,
Memoria de Prueba. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Concepción, 2004.
12
GAETE BERRÍOS, Alfredo. PEREIRA ANABALÓN, Hugo. Retrospectiva escritos de Derecho Chileno del Trabajo.
Anuario de Derecho del Trabajo y Seguridad Social N° 2 – 2001, pág. 131.

6
Ante el uniforme diagnóstico y concordante proposición doctrinaria y a objeto
de lograr una reforma, se invitó a mediados del año 2000, por parte del Gobierno y el
Presidente de la Corte Suprema y con la colaboración de la Corporación de la
Organización Internacional del Trabajo, a personalidades vinculadas desde distintas
esferas al Derecho Laboral, a constituir una instancia de estudio, lo que dio origen al
Foro para la Reforma de la Justicia Laboral y Previsional.
La entidad debió diseñar una propuesta de reforma. Así en mayo del año 2002
se hizo entrega del documento Bases Fundamentales para la Reforma de la Justicia
Laboral y Previsional que, a su turno, debería servir de base el proyecto de reforma.
Sin embargo, el proyecto enviado por el poder ejecutivo difirió en cierta considerable
medida de las proposiciones efectuadas por el Foro, como también lo fue lo aprobado,
de manera definitiva, por el Congreso.
Pero no puede desconocerse que, a pesar de ciertas falencias formales de
nuestra legislación, se ha dado un importante paso para que el Derecho Laboral
Procesal dejara de ser el gran olvidado de las reformas del aparato de administración
de justicia.
Finalmente, con esta nueva legislación, se viene, en cierta manera, a completar
la reforma laboral que introdujo la ley Nº 19.759, de 5 de octubre de 2001 13, que
modificó el Código del Trabajo en lo relativo a los derechos fundamentales del
trabajador, nuevas modalidades de contratación, derecho de sindicación, negociación
colectiva y otras materias a que la ley se refiere.

b. Los objetivos del proyecto.


El proyecto no solo se refería a los cambios en el procedimiento de los juicios
del trabajo, sino que alcanzaba al tema del aseguramiento oportuno y efectivos de los
créditos laborales, en que se buscaba la celeridad en el caso de las referidas
obligaciones, por medio de creación de los juzgados de cobranza laboral y previsional,
poniendo además el acento en el impulso procesal de oficio.
Sin duda, era indispensable especializar a los tribunales en las actividades de
cobranza, pensándose también que deberían hacerse cargo de los juicios ejecutivos
laborales y del cumplimiento incidental de las sentencias declarativas laborales.
Se lograría de este modo producir un divorcio entre la tuición jurisdiccional y la
función administrativa, actualmente dirigida por un solo juez.
Por cierto, al mejorar los índices de recuperación de imposiciones adeudados al
ser el tribunal expedito y eficaz, se induciría también al cumplimiento voluntario del
pago de estas obligaciones, todo lo cual redundaría, finalmente, en el mejor nivel de las
pensiones, liberando o disminuyendo el esfuerzo estatal dirigido al pago de pensiones
mínimas garantizadas.
En lo que se refiere el proceso laboral los objetivos que el proyecto declaraba
eran:

1º Brindar un mejor acceso a la justicia y posibilitar la efectividad del derecho sustantivo.


El proyecto buscaba posibilitar a los justiciables un mejor acceso a la justicia, no
sólo en cuanto a la cobertura de los tribunales sino que también en lo relativo a la

13
Publicada en el Diario Oficial Nº 37.078.

7
forma en que se desarrollaban los actos procesales que conformaban el procedimiento
laboral.
Se trataba pues, de materializar en el ámbito laboral el derecho a la tutela
judicial efectiva, que supone no sólo el acceso a la jurisdicción, sino también que la
justicia proporcionada sea eficaz y oportuna.
En el segundo de estos aspectos, es decir con relación a la efectividad del
derecho sustantivo, el proyecto buscaba materializar, en el ámbito del proceso laboral,
un sistema de garantías procesales que se orientasen a dar efectividad al derecho de
fondo.

2º Agilización de los juicios del trabajo.


La situación preexistente, caracterizada por la excesiva dilación de los juicios
del trabajo, suponía, en algunos casos, una verdadera denegación de justicia,
particularmente para los trabajadores que debían postergar en el tiempo la satisfacción
de sus demandas, en la mayoría de los casos con un carácter alimentario, viéndose
compelidos, frente a las escasas posibilidades de lograr resultados oportunos, a aceptar,
en no pocas ocasiones, acuerdos muy por debajo de lo que la ley les aseguraba.

3º Modernización del sistema procesal laboral.


En la última década, nuestro país ha sufrido enormes transformaciones en sus
instituciones políticas, productivas y sociales, acometiendo progresiva y decididamente
en el último tiempo las necesarias e ineludibles modernizaciones del sistema de
administración de justicia.
Este proceso modernizador debe encontrar, quizás como en ningún otro, en el
ámbito del proceso laboral un terreno fértil para su concreción, recogiendo de las
experiencias y tendencias comparadas exitosas en esta materia, las ideas matrices que
permitan lograr los objetivos planteados.

4º Configuración del proceso laboral como un instrumento de pacificación social.


El proceso laboral está llamado a constituirse en uno de los mecanismos
privilegiados de solución eficiente y oportuna de conflictos en el ámbito laboral, dando
con ello las certezas que los actores sociales requieren para el normal desenvolvimiento
de sus relaciones y de la actividad productiva.

5º Potenciar el carácter diferenciado del procedimiento laboral.


El proceso laboral busca materializar en el ámbito jurisdiccional, las
particularidades propias del derecho del trabajo, en especial su carácter protector y
compensador de las posiciones disímiles de los contratantes. De ahí, la necesidad de
contar con un sistema procesal diferenciado claramente del sistema procesal civil,
cuyos objetivos son no sólo diversos sino, en muchos ocasiones, antagónicos.

6º Diseñar un modelo concreto de tutela de los derechos fundamentales en el seno de las


relaciones laborales.
Uno de los pilares centrales del proyecto apuntaba a potenciar la vigencia plena,
en el ámbito jurídico-laboral, de los derechos que el trabajador detenta no sólo en
cuanto trabajador, sino que también en su condición de persona (derecho a la

8
intimidad y vida privada, al honor y a la propia imagen, al libre pensamiento político o
religioso, a la libertad de expresión, al derecho a no ser discriminado, etc.). Se trata, en
definitiva, del posicionamiento de los derechos fundamentales como ejes vertebradores
de unas relaciones laborales plenamente democráticas14.
En concordancia con lo planteado, el proyecto se refería a un tema de la mayor
importancia en la doctrina laboral, cual es, los procedimientos de tutela de los
derechos fundamentales, contemplándose un sistema omnicomprensivo de tutela de
los mismos. Como se dijo, a fines del 2001 había sido promulgada la ley N° 19.759,
que reconoció el límite que las garantías constitucionales imponían a las facultades del
empleador, en especial cuando se pudiera afectar la intimidad, la vida privada y la
honra de los trabajadores.
Con esa reforma se produce un reconocimiento explícito a la vigencia de los
derechos fundamentales en materia laboral, situación que ya se había desarrollado por
la jurisprudencia administrativa de la Dirección del Trabajo.
Asimismo, la ley referida dispuso que las medidas de control de los trabajadores
deban efectuarse por medios idóneos, de aplicación general, garantizándose la
impersonalidad del respectivo mecanismo para resguardar la dignidad del trabajador
(artículo 154 inciso final del Código del Trabajo)15.

c. Las reformas de las leyes números 20.164, 20.174, 20.175, 20.252, 20.260 y
20.287.
Frente a la preocupación demostrada por diversos sectores de la realidad
laboral, empresarial, judicial, económica y académica del país, se dictó la ley N°
20.16416, que postergó la entrada en vigencia de las leyes N° 20.022 y 20.087.
Paralelamente, se enviaron al Congreso dos proyectos de ley, uno de ellos destinado a
modificar el Libro V del Código del Trabajo y la ley N° 20.187, -referidos al proceso
mismo- y el otro, la ley N° 20.022 y otros cuerpos legales, con el objeto de reforzar la
judicatura laboral.

3. CARACTERÍSTICAS Y PRINCIPIOS INSPIRADORES DEL


PROCESO LABORAL

El artículo 425, ubicado bajo el epígrafe De los principios formativos del proceso y del
procedimiento en juicio del trabajo, comienza caracterizando los procedimientos laborales
para luego determinar los principios que priman en ellos, establece que éstos serán
orales, públicos y concentrados. Agrega la norma que primarán en ellos (en los
procedimientos) los principios de la inmediación, impulso procesal de oficio,
celeridad, buena fe, bilateralidad de la audiencia y gratuidad.
Como en muchas otras materias no existe unanimidad entre los autores en
cuanto a cuáles son los principios que deben informar los procedimientos laborales,
efectuando su enunciación partiendo de aquellos recogidos en una legislación y en un
momento determinado.

14
Proyecto de ley ya citado.
15
GAMONAL CONTRERAS Sergio, Ciudadanía en la empresa o los derechos fundamentales inespecíficos. Ob. Cit. págs.
57 y 58.
16
Publicada en el Diario Oficial de 14 de febrero de 2007.

9
Couture habla de los principios que regulan la instancia17 y expone con toda
claridad las diferencias existentes entre diversos autores y agrega que “La enumeración
de los principios que rigen el proceso no pueden realizarse en forma taxativa, porque
los principios procesales surgen naturalmente de la ordenación, muchas veces
impensada e imprevisible, de la disposiciones de la ley.18”, y reconoce que en algunas
oportunidades es el propio legislador el que cree necesario exponer los principios que
dominan la estructura de la legislación creada, lo que se constituye en un elemento que
facilita el trabajo de todos aquellos que, de una u otra forma, se ven en la necesidad de
interpretarla.
En síntesis entonces, nuestro legislador ha entendido que los procedimientos
laborales que ha creado tienen ciertas características, las que, no puede menos que
entenderse que emanan precisamente de los principios en que ha querido sustentar los
procedimientos creados, por lo que, para efectos didácticos, seguiremos la estructura
que le ha otorgado el legislador.

4. ANÁLISIS DE LAS CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS


PROCEDIMIENTOS LABORALES, ATRIBUIDOS POR LA LEGISLACIÓN

4.1 LA ORALIDAD
Se entiende que un procedimiento se caracteriza por la oralidad si los actos
procesales verbales priman mayoritariamente sobre la escrituración de los mismos. Se
entiende que la oralidad constituye un buen medio de hacer efectiva la inmediación,
pero ningún procedimiento es íntegramente oral o escrito, sino que una de aquellas
características es la predominante.
En el documento denominado Bases Fundamentales para la Reforma de la
Justicia Laboral y Previsional, se señaló, en lo relativo a los principios del proceso, la
preferencia por la oralidad indicando que ello correspondía a la tendencia
predominante en las experiencias comparadas, por la cercanía que necesariamente se
produce entre el tribunal y la partes, lo que hace que las actuaciones de la justicia y, en
especial, sus resoluciones sean entendibles para los justiciables y redunda en la
legitimación del sistema judicial, permitiendo, además, la consecución de los demás
principios informadores del proceso laboral19. A su turno, el mensaje 4-350 del 22 de
septiembre de 2003, con que el ejecutivo inició el trámite del proyecto de ley, expresa
que este principio se verifica, fundamentalmente, en los actos de conciliación y juicio.
Su consagración legal se encuentra en el artículo 425, que dispone como
característica perentoria del nuevo proceso el carácter oral de los procedimientos del
trabajo, aun cuando en el inciso segundo admite de manera expresa la existencia de
excepciones.
No obstante la consagración de esta característica distintiva, el inciso tercero de
la misma norma exige, eso sí, que las actuaciones realizadas oralmente, por o ante el
juez de la causa, sean registradas por cualquier medio apto para producir fe y que
17
COUTURE, Eduardo. Fundamentos de Derecho Procesal Civil. Editorial B de F, Cuarta Edición, Buenos Aires, 2005,
pág. 149
18
Ídem.
19
Bases fundamentales para la Reforma de la Justicia Laboral y Previsional. Foro de la Reforma Procesal Laboral y
Previsional, 2001, pág. 21.

10
permitan garantizar la fidelidad, conservación y reproducción de su contenido. Se
consideran válidos, para estos efectos, la grabación en medios de reproducción
fonográfica, audiovisual o electrónica. La norma exige, asimismo, que la audiencia sea
registrada íntegramente, como asimismo todas las resoluciones, incluyendo la
sentencia que dicte el juez fuera de ella.
La referencia a la audiencia, de manera singular puede inducir a ciertas
confusiones, pero su razón histórica radica en que en alguno de los textos previos al
que en definitiva se puso en vigencia, el procedimiento se estructuraba en una sola
audiencia. De todas formas, puede entenderse que la referencia es genérica, a cualquier
audiencia que se realice en el transcurso de cualquiera de los procedimientos en los
cuales se estructura el proceso y ante cualquier tribunal que estas actuaciones se lleven
a efecto.
La oralidad se encuentra presente a lo largo de toda la estructura del juicio, esto
es, en la audiencia preparatoria y en la audiencia de juicio, aun cuando la materia fue
objeto de una evolución en atención a que en el texto original solo la demanda y el
fallo debían ser escritos, sin embargo, la ley Nº 20.260 exigió asimismo que la
contestación a la demanda fuera formulada por escrito, así como el recurso de
reposición que se interpone fuera de una audiencia.

4.2 LA PUBLICIDAD
También se refiere a esta característica el artículo 425 en su inciso primero,
principio que se vincula con la oralidad, pero cuya exigencia implica que todas las
actuaciones, tanto las orales como las escritas tengan la adecuada publicidad.
Complementa la idea el artículo 428 al indicar que “los actos procesales serán
públicos… ”.
La publicidad no alcanza solamente a las partes que intervienen en el
procedimiento, sino que está destinada a los terceros, los que se constituyen en un
medio de control de la actividad jurisdiccional, es decir produce un control notorio de
las soluciones en las controversias jurídicas, lo que debiera fomentar la confianza en la
justicia y es la mejor garantía de una buena y correcta administración de la misma. Si
el tribunal actúa en conformidad a la ley, o sea, en forma eficiente y honorable, no
tiene por qué temer a la publicidad; por el contrario, debe ser su más grande
aspiración. Cualquiera persona puede, pues, imponerse de los procesos judiciales,
materializados en los expedientes, de las actuaciones que los componen y de los demás
actos emanados de los propios tribunales20.

4. 3 LA CONCENTRACIÓN
Busca que los actos del juicio se realicen con la máxima aproximación posible
en el tiempo, contribuyendo de esta forma a la más rápida solución del conflicto que
motiva el proceso21.
El respectivo Mensaje del proyecto de ley ya expresaba que el principio de
concentración suponía el agrupamiento de la mayor cantidad de actos procesales en un
solo acto complejo y sin solución de continuidad.

20
CASARINO VITERBO Mario, Manual de Derecho Procesal, Quinta Edición, Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, año 2000,
pág.95.
21
COUTURE Eduardo, Vocabulario Jurídico, Ediciones Depalma, Buenos Aires, año 1987, pág.158.

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La concentración del procedimiento se manifestaba, según se decía, en el
establecimiento de una única audiencia de conciliación y juicio, sin que existiera la
posibilidad de suspender la audiencia ya iniciada, maximizando en consecuencia los
recursos judiciales, lo que conlleva un mayor grado de certeza para los justiciables.
Se planteó esta característica como una de las ideas matrices del proyecto
presentado por el Poder Ejecutivo. Se buscaba que se cumpliera con el principio de la
celeridad, principio considerado esencial en la búsqueda de una justicia laboral
efectiva, que hiciera realidad los derechos conferidos por la ley sustantiva. En este
sentido, el proyecto inicial planteaba un procedimiento que se basaba en una sola
audiencia, a la cual debía el juez citar de inmediato, una vez contestada la demanda;
esta audiencia se efectuaría con las partes que asistieran, afectándole a la que no lo
hiciera todas las resoluciones que se dictasen en ella, sin necesidad de notificación. A
ella debían asistir con todos sus medios de prueba. Al término de la misma, o dentro
del décimo quinto día, el juez debía dictar sentencia. En definitiva se optó por un
procedimiento con una doble audiencia, contemplándose en el artículo 426 inciso
tercero, la posibilidad de que, excepcionalmente, y sólo en el evento de caso fortuito o
fuerza mayor, él pudiere, mediante resolución fundada, suspenderla. En este caso, en
el mismo acto debe fijar nuevo día y hora para su realización.
En todo caso, el artículo 428 en su texto actual, dispone que los actos procesales
deben realizarse con la celeridad necesaria, procurando concentrar en un solo acto
aquellas diligencias en que ello sea posible. Por otra parte, se dispone la celebración de
las audiencias con las partes que asistan, afectándole a la que no concurra todas las
resoluciones que se dicten en ella, sin necesidad de ulterior notificación (artículo 426
inciso primero) y permitiéndose su suspensión de manera excepcional, como se señaló.
La idea, sin embargo, es que las audiencias no se interrumpan, debiendo el juez
habilitar horarios especiales en caso que su desarrollo exceda el horario normal de su
funcionamiento (artículo 426 inciso cuarto).
La concentración queda plasmada también a lo largo de toda la estructura del
juicio citándose, sólo por vía de ejemplo, el artículo 453 número 1, que al referirse a las
excepciones indica que deben tramitarse conjuntamente y fallarse en la sentencia
definitiva, excepto respecto de las excepciones de incompetencia, de falta de capacidad
o de personería del demandante, de ineptitud del libelo, de caducidad, de prescripción
o aquélla en que se reclame del procedimiento, respecto de las cuales el juez debe
pronunciarse de inmediato, siempre que su fallo pueda fundarse en antecedentes que
consten en el proceso o que sean de pública notoriedad. Lo propio ocurre con el
artículo 435, que le confiere a los plazos el carácter de fatales. Se agrega que, en
consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar un
acto se extingue, por el solo ministerio de la ley. En su inciso segundo la
concentración se vincula con el impulso procesal de oficio, al indicarse que en estos
casos el tribunal de oficio o a petición de parte proveerá lo que convenga para la
prosecución del juicio.
Sin embargo, se ha detectado la necesidad del legislador de contemplar
excepciones, la principal de ella y que resulta evidentemente de toda necesidad, está
constituida por la existencia de diferentes fases, ordenadas rigurosamente por el
legislador, que lleva a concluir que unas solo pueden cumplirse después de haberse
concluido las otras.

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