Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
PRESENTACION.......................................................................................................................5
PROLOGO..................................................................................................................................7
INTRODUCCION....................................................................................................................11
CONCLUSIONES....................................................................................................................69
La exploración retrospectiva del panorama socio urbanístico de la ciudad que realizó el autor
en archivos y repositorios históricos de Sucre, sirvieron para entender que, por aquellos años,
se produjeron transformaciones arquitectónicas que fueron sucediendo paralelamente a los
acontecimientos sociales y políticos que demandaba la nueva realidad democrática y republicana.
Los cambios surgían de la necesidad de consolidar la institucionalidad estatal en los marcos que
había sellado la independencia el 6 de agosto de 1825.
El autor, por los vericuetos que dibujaban los documentos consultados, virtualmente se trasladó
hacia un ambiente enrarecido y tenso, impregnado aún por los olores que la guerra había dejado
en las calles, plazas, edificios, iglesias, casas. Infraestructura destruida en parte por los impactos de
la violencia en el combate y, por otra, afectada por el largo período de enfrentamiento entre reales
y patriotas. Bien se podría decir que la república olía a pólvora en sus albores.
Cuando el célebre explorador francés, Alcides d’Orbigny, arribó a Chuquisaca, en las primeras
décadas del siglo XIX, según registra su monumental obra de cuatro tomos de sus Viajes al
hemisferio sur como naturalista y científico, se sintió compungido ante el panorama desolador
que por aquellos años presentaba el territorio de los Charcas. Las huellas de la guerra se advertían
en las provincias y es así cómo describe, entrando a Pasopaya (Tarabuco) el estado de casas y
edificios derruidos, quintas y huertas abandonadas. Preocupado, interpuso sus buenos oficios
ante las máximas autoridades de gobierno, solicitando la urgente elaboración de un plan de
rehabilitación arquitectónica de la ciudad de Sucre.
Durante los primeros períodos gubernamentales del Mariscal Antonio José de Sucre (1825-
1828) y del Mariscal Andrés de Santa Cruz (1829-1839), se desarrollaron fundamentales obras de
rehabilitación. Luego de ambas gestiones de buen gobierno, nuevamente se ingresó a una etapa
de poca celeridad en las obras, de casi abandono.
Corresponde señalar que el noventa por ciento de los manuscritos consultados, son parte de
los fondos documentales que atesora el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB).
Centenares de expedientes, “comprobantes de pago” y otros celosamente resguardados en el
fondo documental del “Tesoro Público de Chuquisaca” (ANB: TNC-Serie catalogada por cada
departamento republicano, hoy Contraloria Nacional de Bolivia). Gracias a esa “cantera virgen
documental” es que se ha podido lograr la elaboración del presente trabajo, así como por la
especial colaboración que han prestado los funcionarios de planta de la ABNB.
Al terminar el texto introductorio, corresponde destacar el apoyo del actual cuerpo directivo del
Proyecto de Rehabilitación Arquitectónica de las Áreas Históricas de Sucre PRAHS y ponderar
la cooperación inicial del ex Director, Arq. Francis Arce Bohorquez, en cuya gestión se perfiló
la presente publicación. Relievar, por otra parte, la eficiente colaboración de la señorita Beatriz
Pinto, secretaria de la Escuela Taller Sucre, dilecta amiga que, como en otras oportunidades, tuvo
la gentileza de asumir la sacrificada labor de transcribir las fichas de resúmenes de la información,
sin dejar de valorar la eficiente labor que cumple la funcionaria Heidi Terrazas, artífice del libro
que hoy, con orgullo, el autor y el PRAHS tienen a bien ofrecer al público en general.
CLAUDIO ANDRADE
Sucre, 2010
La ciudad de Sucre fue fundada entre los años 1538-1540. Heredó -según refieren las crónicas-
cuatro legendarios nombres: Charcas, Chuquisaca, La Plata y Sucre. El territorio de los Charcas
cobijó en su seno a diversas culturas prehispánicas cuyo modus vivendi y cosmovisión de sus
habitantes plurilingües y multiétnicos, hizo que preservarán sus peculiares costumbres ances-
trales, tales como los indígenas Quechuas, Jalq’as, Yamparas (Tarabuco) y las tribus guerreras
Tupi Chiriguano-Guaraníes. Aquellos tradicionales grupos étnicos que se asentaron en sitios
específicos, permiten en la actualidad estructurar un circuito de rutas etno-ecoturísticas loca-
les y departamentales, de incomparable paisaje, riqueza humana y diversa riqueza ecológico-
ambiental.
Su área geológica es Cretácica, piso Maastrichtiano, formación El Molino, con una edad cal-
culada de 66 a 72 millones años de antigüedad y su área científica de estudio se constituye en
una de las más importantes existentes en el mundo, por el valor genuino que representa para los
estudios posteriores de las demás ciencias sobre los orígenes del universo y del hombre.
Cabe acotar también que, a escasos kilómetros de la Capital Sucre, recientemente fueron des-
cubiertas otras impresionantes huellas de dinosaurios que se hallan ubicadas exactamente en la
región denominada Horepajlla, perteneciente a la Comunidad de Humaca, Cantón Quila-Quila,
en la Primera Sección de la Provincia Oropeza de Chuquisaca, a 65 kms. de la ciudad. Según
la Sociedad Científica Universitaria de Paleontología (SOCIUPA), dichas huellas fueron des-
cubiertas en un farallón de 150 metros de largo y 50 de ancho, con un ángulo de inclinación de
28 grados. Huellas de dinosaurios que provienen del período cretácico, con una antigüedad de
70 a 80 millones de años, entre carnosaurios y hadrosaurios, ornithomimosaurios, saurópodos
y terópodos.
Los milenarios grupos étnicos del ex-reino “Charcas”, que se asentaron al pie de los cerros
Churuquella y Sicasica, aún perduran a través de la expresión de sus costumbres mitológicas,
leyendas e interpretación de sus propios dioses, fiestas religiosas de carácter pagano, que ge-
neralmente van ajustadas al calendario agrícola y entrelazadas por una descendencia consan-
guínea comunitaria. Así, por ejemplo, se tiene la celebración anual (mes de marzo) de aquella
gran fiesta ritual indígena del “Pujllay” de Tarabuco, con una serie de instrumentos aerófonos,
vestimenta y danza eminentemente autóctonos.
Los Charcas son herederos de una incalculable riqueza patrimonial y cultural por sus pinturas
rupestres e inmensos yacimientos arqueológicos que últimamente fueron dados a conocer en los
ayllus de San Lucas, Presto, Azurduy. Se ha podido detectar en la fortaleza incaica de “Cusco-
tuyo” (concretamente entre las Provincias Tomina y Hernando Siles), ruinas valiosas, así como
en Calle-Calle en Zudáñez, ruinas de Pucará en Icla y restos paleontológicos de Chillijchi,
Soroma y otros dispersos por el Gran Chaco Chuquisaqueño; habitat natural de las Capitanías
Tupi Chiriguano-Guaraníes, donde también se encontraron varios fósiles pertenecientes a la
época prehispánica.
La legendaria e histórica Villa de la Plata, inicialmente fue poblada el 16 de abril de 1540, por
el Capitán Español y Marqués Pedro Anzúrez de Campo Redondo. Su creación se debió a una
estrategia militar de conquista sobre las demás tierras del oriente. Sin embargo, su asentamiento
masivo y, posteriormente, el surgimiento de la Villa de la Plata como ciudad (hoy la Capital
Constitucional de Bolivia), se explica debido al fabuloso descubrimiento del Cerro Rico de
Potosí, ejecutado un quinquenio después de la creación de la Villa de La Plata.
Cabe recordar que en 1552 fue fundada en la Villa de La Plata una de las primeras sillas Epis-
copales u Obispales para la administración de la cúpula eclesiástica de todo el Cono Sur. Cin-
cuenta años después, el Obispado fue ascendido a rango de Arzobispado. Además de los altos
títulos eclesiásticos, la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chu-
quisaca (creada en Marzo 27 de 1624), a fines del Siglo XVIII, recibió los mismos privilegios
y preeminencias que la célebre Universidad Española de “Salamanca”.
Los encargados de la construcción de estas obras de arte, consideradas verdaderas joyas arqui-
tectónicas, fueron parte de la denominada “clase media” compuesta por un millar de hábiles ar-
tesanos que habían pasado a engrosar las filas de mestizos o cholos, quienes ciertamente fueron
excelentes talladores de piedra, madera labrada y especialistas en orfebrería en plata y oro, tal
como se puede apreciar en los artesonados de los llamados Templos Mayores. De ahí algunas
repercusiones e influencias sociológicas para que la Villa de la Plata sea providencialmente
receptora y heredera además, de una notable superioridad cultural en dicha época, más una
serie de grandes avances o logros arquitectónicos. Pues no en vano en la actualidad, la Capital
Sucre, ha sido catalogada como una de las ciudades que más monumentos históricos posee en
Sudamérica.
Las demás Iglesias como la de Santo Domingo (1545), es de entorno ecléctico y gótico. El
Hospital e Iglesia de Santa Bárbara (1554), de estilo renacentista. La Iglesia de San Agustín
(1-VII-1564), conserva su cúpula del gótico tardío. El Monasterio e Iglesia de Santa Mónica
(1565), con portadas en barroco mestizo. Iglesia de San Francisco (1540), que se destaca por su
impresionante arquitectura. Iglesia de la Merced (1582), de estilo barroco y ostenta cuadros de
Melchor Pérez de Holguín. Iglesia de San Sebastián (1539), erigida para las clases populares.
Iglesia de San Miguel (1621), de estilo renacentista y mudéjar. El Monasterio de Santa Clara
(1639), que cuenta con un hermoso Museo. Monasterio de las “Carmelitas Descalzas” o Santa
Teresita (1665). Iglesia y Convento de San Felipe de Neri (1796), de estilo neoclásico, de pura
piedra, con imponentes bóvedas y amplias terrazas techadas con ladrillo vidriado. Mientras
que el Convento de “La Recoleta”, merece un capítulo aparte por constituirse en un excelente
Museo Turístico e Histórico.
A raíz de la caída del precio de la plata a nivel mundial, en las postrimerías del Siglo XVIII,
estallaron las sublevaciones indígenas (1780-81), cual protesta generalizada contra el gobierno
colonial. Dichos movimientos sociales de los grupos étnicos ex- Charcas en esta vasta región,
fueron liderados por el kuraka nortepotosino Tomás Katari, apoyado por sus combatientes del
“tinku” quienes habían intentado cercar la Villa de La Plata. Al final de este histórico episodio,
dichos rebeldes fueron vilmente masacrados.
En esa época, sumamente decisiva para el futuro e historia de Bolivia, fue creada en la Villa
de La Plata la Academia Carolina de Estudios de Leyes Reales y Practicantes Juristas (1776),
escuela en donde se formaron los Doctores de Charcas filosofando sobre el dogmatismo teoló-
gico y escolástico, así como aproximándose al discurso político y a los postulados de libertad
propagados por la Revolución Francesa, además de la influencia que produjo en la nueva gene-
ración de juristas, la Declaración de la Independencia de las ex-Colonias Inglesas en América
del Norte, acontecimiento singular que propició un sentimiento autonomista en los próceres de
la nación.
“La Casa de la Libertad”, como principal atractivo turístico, cuenta con un valioso Museo His-
tórico: los ex-Salones del Honorable Senado que fue Palacio del Congreso Legislativo de la
Nación. Esta joya arquitectónica ha sido declarada Monumento Nacional, pues su construcción
se remonta a principios del Siglo XVII, a cargo de la Congregación Jesuita, que formó parte de
la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca.
La Culta Charcas fue, sin duda, uno de los centros sociales e intelectuales más importantes de
Bolivia. Pues en la Capital Sucre, no solamente nacieron connotados Presidentes de la Repúbli-
ca, sino también grandes escritores, poetas, historiadores, dramaturgos, novelistas, cuentistas
y ensayistas, afamados artistas plásticos y demás escultores del arte a nivel nacional e interna-
cional. Así como destacados compositores musicales, autores de cuecas y bailecitos que cons-
tituyen el símbolo de la identidad cultural sucrense. Al igual que el arte culinario netamente
sucrense, con sus exquisitos platos acompañados de rojos ajíes y elixir de los vinos y singanis
más añejos de Bolivia.
Sus hermosos balcones coloniales, adornados por rojos claveles, testigos de inolvidables no-
ches de serenata y bohemia.
El imponente Castillo de los Príncipes (único en su género en Bolivia), fue construido a fines
del siglo XIX, por sus ex-propietarios, los esposos Argandoña. En sus interiores resulta impre-
sionante la fusión arquitectónica de los estilos gótico renacentista, barroco, neoclásico y arte
mudéjar, así como resulta importante destacar que el edificio cuenta con su propio Museo His-
tórico, digno de ser visitado por los turistas.
Cada uno de estos monumentos nacionales chuquisaqueños cuenta con su propia relación his-
tórica. En la presente edición se citará a los Museos Turísticos que revisten mayor importancia:
Convento de la Recoleta, Museo Catedralicio, Museo de Santa Clara, Museo Antropológico de
la UMRPSFXCH y Museos de Arte Colonial y de Anatomía dependientes de la misma Casa
Superior de Estudios. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Repositorio Documental del
Arzobispado, Archivo Histórico de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca,
Caserón de la Capellanía (Arte Textil a cargo de ASUR), Cementerio General de la Capital,
actual Palacio Prefectural, el ex-Banco Francisco Argandoña (hoy MUSEF), el Banco Nacional
de Bolivia.
Entre estas memorables culturas de cabeceras de valle, se destaca aquel legendario señorío
indígena de los Charcas. Estos predios posteriormente se constituirían en su epicentro político-
religioso y socioeconómico dentro la cosmovisión andina. Luego, se crearía la ciudad de los
cuatro nombres: Charcas, La Plata, Chuquisaca y Sucre, cuyas agrupaciones poblacionales pa-
sarían a caracterizarse -señala textualmente el arqueólogo V. Edmundo Salinas C.-, por ubicarse
en las riveras de los ríos o en las colinas próximas y con frecuencia en los alrededores de las
fuentes de agua. Durante la expansión incaica (aproximadamente 1350-1550 d. C.), la cúpula
gobernante del otrora Collasuyo con su Capital Cuzco – Perú, había decidido establecerse en
las faldas de los cerros Sica Sica (serpiente) y Churuquella con el objetivo esencial de llegar
Según el reconocido cronista Pedro Ramírez del Águila, se ratifica que durante el asentamiento
de los españoles en los predios de los antiguos indígenas Charcas, éstos solían aprovisionarse
de los tradicionales manantiales existentes en las faldas del cerro Churuquella y de la anexa
zona de Guayapaccha. Las cristalinas aguas eran conducidas en forma intermitente por ace-
quias y acueductos construidos con lozas de piedra,
Mientras las madres lavaban ropa, los niños jugaban en los a fluyentes
que existían en la zona del El Guereo
“practicándose varios desmontes de tierras, piedra y excavaciones para el propio efecto sobre
el mismo camino”
reflejando la actuación responsable del gobierno colonial que tuvo el suficiente criterio de cons-
truir una estructura de “canaletas de agua”, bastante funcionales en las faldas del cerro. Hacién-
dose énfasis en el informe al Sr. Alcalde Don Francisco Zeballos, que durante los trabajos de
mantenimiento general se llegó a utilizar el siguiente material:
Proyecto de gran envergadura para su época, que contemplaba la reparación total de los acue-
ductos, los cuales se hallaban en pésimas condiciones a lo largo y ancho de la accidentada
topografía, en una extensión de cerca de 100 varas. Acotando el “maestro cañero” que, por sus
servicios prestados: “como también en haber atendido reiterados días a la reparación de la
cañería vieja sumamente quebrantada en el mismo sitio, con pérdida de casi todo el agua por
distintas partes (….)” y en cuyas labores participaron quince peones (jornal a 1 real por perso-
na), él percibía 2 reales de jornal. Tema central de discusión del prolongado juicio que se suscitó
entre el “cañero” y el Real Cabildo, por ciertos salarios devengados desde una década atrás.
Asimismo, se logró ubicar un voluminoso expediente con relación al específico tema del Ser-
vicio de agua potable en la Villa de La Plata (ANB: EC 1783, Nº 148, Fs. 183), en donde se
manifiesta que se había generado una situación de conflicto por lo complejo de aquel servicio
social, siendo el juicio ventilado en la Real Audiencia de Charcas y llegando a tener una apela-
ción judicial de duraría más de una década.
Por los documentos consultados, se puede deducir que durante las postrimerías del coloniaje,
las autoridades decidieron optar por “la fabricación” -muy rústica- de las respectivas tuberías de
arcilla cocida, bajo el consabido método de fundir los agregados en el horno, para la renovación
parcial del sistema de distribución del servicio de agua proveniente de la (textual fs.35) “Caja
Principal que llaman del monte de La Recoleta”, depósito de agua tradicional, estratégicamen-
te ubicado desde donde solía distribuirse el líquido cristalino a todas las arterias principales de
la ciudad.
Durante la era republicana, a partir del 6 de agosto de 1825, este esencial e imprescindible
servicio de agua potable, no sufriría significativos cambios con relación a las postrimerías de
la época colonial. Poco antes al estallido de la Guerra por la Independencia Americana, cuyos
sucesos revolucionarios acaecieron en el epicentro del “casco viejo” de la ciudad el 25 de mayo
de 1809, se conoce que el último Presidente de la Real Audiencia de Charcas (cita: Sucre a
través de sus planos 1639-2010, Ed. USFXCH. 1992, pág. 73), ordena se realicen mejoras en la
ciudad e incluyendo una incipiente red de alcantarillado.
Cabe recordar que -según el cronista Lic. Pedro Ramírez de Águila-, solía ser una antiquísima y
natural costumbre que las “aguas servidas” se echaran a las cuatro quebradas de la ciudad”; am-
bos servicios básicos se hallaban indisolublemente ligados, por obra de la cotidianidad urbana.
En el periodo gubernamental del Gral. José Ballivián, se instruye con carácter obligatorio la
respectiva publicación oficial de este prolijo censo de consumidores de agua potable. Los altos
funcionarios de gobierno (febrero 23 de 1845), en cumplimiento de la instrucción presidencial,
editan un tiraje de varios centenares de ejemplares. Cada ejemplar consta de tres páginas ta-
maño doble carta, constituyéndose en una suerte de testimonio en “resguardo de su derecho”
para cada consumidor. Refrendándose con la emisión de un Decreto Supremo, que a partir de
esa fecha prácticamente quedaban inutilizados (textual. Pág1), sin valor alguno cualquier libro
o cuaderno de distribución de aguas dentro la ciudad. Por lo que recomiendan a todos los inte-
resados, su necesaria adquisición del citado ejemplar en la imprenta. La “Comisión de Aguas”,
integrada por los peritos Manuel Eusebio Ruiz y José de Arrién, reitera que -en lo futuro- sola-
mente serán reconocidos legalmente aquellos consumidores insertos en el nuevo “libro oficial”.
A través del documento, se puede determinar con precisión la red de agua potable que se hallaba
vigente a mediados del Siglo XIX en la Capital Sucre, zonas y calles por donde se extendía la
instalación de los tradicionales “tubos de arcilla cocida”, un total de media docena de zonas y
casi una veintena de “Piletas Públicas” que, generalmente, ofrecían entre 1 ½ de paja, como
medida de flujo y presión de agua.
A saber:
• La primera red de distribución ubicada en la calle Recta (textual), desde la quinta de Don
Sebastián Toribio Caviedes y herederos, con dirección al extramuro de Alalaypata. Lugar
donde se halla la “fuente pública” (pileta), de la plazuela de la Iglesia La Merced -hoy plaza
Cochabamba- con 1 ½ paja de consumo (150 litros de agua por hora). Asimismo, en dicha
área existía otra fuente pública de agua, concretamente en la esquina de San Pedro (ahora
esquina formada por las arterias Bustillos-Colón), teniendo como vecinos a las reconocidas
familias: Pizarro, Toro, Poppe, Alzérreca, Malarvia, Álvarez, Cuellar, etc. Sumándose a este
“dote de agua” la congregación religiosa de San Felipe de Neri con 2 pajas de consumo de
agua.
• Segunda matriz: “la calle recta de la Recoleta…hasta los tres molles”. Vale decir, su instala-
ción abarcaba inclusive la actual y populosa calle Olañeta, en cuyo extenso tramo contaban
con un par de piletas públicas, una situada en la esquina de la familia Noguera y, la otra, en
la esquina de la familia Valda. Ambas piletas fueron instaladas a lo largo de la ahora calle
Dalence. Asimismo, se sabe que el Convento de La Recoleta a cargo de la Congregación
Franciscana, recibía excepcionalmente la cantidad de 12 pajas de agua (1200 litros de agua
por hora), juntamente el extinguido “Colegio de San Luis” que consumía apenas una paja.
• A esta misma “matriz” pertenecía además, la legendaria “Pila Pública de la Esquina de los
Caños Rotos”, la cual se hallaba ubicada en la actual calle Avaroa (cuadra entre las arterias
• Culminando dicha extensa red de distribución de agua potable, con el empalme de dos pile-
tas públicas instaladas en inmediaciones de la actual Plaza Zudáñez (teniendo originalmen-
te como referencia a la Iglesia de San Agustín), ya que la otra fuente de agua de uso común,
se encontraba en el interior del “Tambo de Socabaya” que llegó a funcionar en esa época
de mercado central de abastecimiento, hoy patrimonial inmueble del Colegio Don Bosco.
Culminando esta larga cadena de piletas públicas, en la citada esquina de “Los tres molles”
o prolongación final de la calle Olañeta.
• Un tercer “punto estratégico” de distribución de agua (textual), era la “Calle Recta desde
la Plazuela de Santa Elena hasta Pantipanti”. Constituyendo esta área presumiblemente las
actuales arterias Grau-Audiencia (donde existía otra pileta pública), porque en dicho tra-
mo hacen mención al otrora “Palacio Arzobispal” (en cuyos predios, medio siglo después
se construiría la actual Prefectura Departamental), prolongándose el mismo hasta la pileta
pública ubicada detrás del templo de Santa Mónica. En esta zona convivían también ciuda-
danos prominentes como el Dr. Casimiro Olañeta, el Dr. Francisco Prudencio y Don Jorge
Mallo; quien dos décadas más tarde plantearía un novedoso e impactante proyecto para este
complejo servicio básico de agua potable en Sucre.
• La “Cuarta Ruta del Agua Potable” en la Capital (textual), tenía origen en la “Calle de la
cancha de Santa Ana que forma un codo hacia la esquina de San Lázaro (hoy final Cal-
vo) y que atravesando el ex Palacio de Justicia (antigua Real Audiencia), descendía por la
Plazuela San Juan de Dios (Hospital Central de Santa Bárbara) hasta “El Prado” o Parque
Simón Bolívar. Existiendo tres piletas públicas metódicamente distribuidas: la primera en la
esquina y justo “al frente” del monasterio de Santa Clara (Calvo-Avaroa), la segunda pileta
instalada en pleno epicentro de la Plaza Mayor “25 de Mayo”, de cuya principal fuente de
agua solían aprovisionarse casi todos los demás estratos sociales de aquel entonces, ya que
la misma contaba con un presión de nada menos que “12 pajas”, lo cual significaba una in-
termitente fluidez de 1200 litros por hora. Estando registrados en dicha área el Monasterio
de Santa Mónica (4 pajas), el Hospital Central (2 pajas), culminando con la pileta pública,
“en la cabecera del Prado” con 1 ½ pajas e incluyendo a la “Glorieta del Prado” con cuatro
pajas de consumo, paralelamente contaban con aquella privilegiada instalación domiciliaria
del agua potable, algunos personajes reconocidos dentro la reciente guerra revolucionaria
independentista, tal es el caso del Dr. Joaquín Lemoine, la familia Michel, los herederos del
patriota José Mariano Serrano y otros.
• Una penúltima red de distribución fue (textual), “la Calle Recta que baja de la quinta de
Cucucancha hasta la esquina conocida por la de Itano”, zona actual de la calle final San
• La última “red de distribución de agua potable” se extendía por la calle denominada Mojo-
torillo, actual prolongación de la calle Potosí y cercanías a la antiquísima arteria denomina-
da “Pisco-Jaitana”. Desembocando el acueducto en el puente de aquel sector.
A la conclusión del indicado “censo general” (en septiembre de 1845), el gobierno decide elevar
y otorgar “150 pajas más” con destino a las Piletas Públicas, en atención al clamoroso reclamo
del pueblo que observaba el consumo de las casas solariegas, más de una docena de “casas-
quintas” y “huertas” que utilizaban entre 2 y 4 pajas mínimo. Atendiendo el reclamo general, el
gobierno de José Ballivián, prohíbe terminantemente el “uso y abuso” del agua potable en estos
predios particulares (sin descartar a sus entidades estatales más representativas; incluyendo a
los conventos, monasterios e iglesias), ya que el servicio de agua potable en Sucre por con-
ducto de sus diecisiete piletas públicas, no abastecía normalmente a toda la población. Dicha
Ordenanza Suprema es dada a los quince días del mes de diciembre del año 1845.
Finalmente, la misma “Comisión de Aguas” tenía proyectado llegar a captar otras valiosas e
imprescindibles 16 pajas (textual) “que filtran en Guayapaccha”, sumándose el consumo global
en Sucre de 456 pajas de agua (45.600 litros por hora) motivo justificado para que sus aproxi-
madamente 15000 habitantes consideren seriamente la elaboración de nuevos proyectos de
captación de agua potable.
A mediados del siglo XIX (año 1849) se conoce que el gobierno populista del General Manuel
I. Belzú -según el historiador chuquisaqueño Jáuregui Rosquellas- brindó su pleno apoyo para
intentar captar agua potable del anexo río Cachimayu. Obviamente, por hallarse éste enca-
jonado dentro un declive geológico con relación a los metros de altitud s.n.m. de la Capital,
prácticamente quedó desechado dicho ambicioso proyecto. Poco después, se insistiría con la
captación de agua mediante “el sistema de irrigación” planificado en la zona de mesa verde, con
aguas proveniente de las lluvias.
El año 1863, el dinámico chuquisaqueño Jorge Mallo presenta ante la opinión pública (a tra-
vés de un folleto de 17 páginas), una interesante propuesta de captación de agua. Haciendo un
somero estudio, sumamente ilustrativo del aspecto geológico de la ciudad, afirma categórica-
mente que por su característica composición rocosa la zona es clasificada como peña arenisca y,
por lo tanto, la urbe hallábase sobre una serranía acuosa con bastante humedad en el subsuelo.
Vale decir, Sucre se asentaba sobre profusas vertientes de agua que corrían a relativa profundi-
dad, confirmándose este privilegio natural en la forma cómo sus habitantes lograban “pozos de
agua” y suministro a domicilio, perforando apenas unos metros.
Hace –además- reminiscencia de los principales “ojos de agua existentes” en torno a la ciu-
dad: Guayapaccha, Inisterio, Lechuguillas, Garcilazo, Azari, Pacchiri, La Hoyada, Sancho, etc,
-que según Jorge Mallo-, se trataba de manantiales perennes “formados por las exhalaciones y
descomposición mutua de vapores independientes de las variaciones atmosféricas (como deja
conocer la inalterable cifra estadística que vierte) sea la estación más seca o la más lluviosa”,
prueba fehaciente de que Sucre se hallaba ocupando un espacio esencialmente compuesto por
rocas acuíferas.
Aquel intrépido proyecto en ningún momento se consideró como una idea descabellada (al
margen de esa reconocida ocurrencia temperamental o linda locura de los chuquisaqueños), se
constituyó más bien en iniciativa precursora respecto de la forestación de la ciudad y demás
serranías próximas. Ya que añade al final de su propuesta, “una vez lleno de agua el cerro ma-
yor”, automáticamente las demás vertientes dejarían de suministrar sus fuentes con dirección al
Churuquella y, por lo mismo, se registraría paralelamente un notorio excedente de agua por los
cuatro puntos cardinales del radio urbano. Fomentándose de esta manera, el futuro cultivo de
variedad de vegetales e inclusive árboles de clima templado. Refiriéndose fundamentalmente a
la ornamentación de las veredas ubicadas en las arterias coloniales, quintas, huertas, jardines,
etc donde, según el pionero ecologista Jorge Mallo, ciertamente abundarían los cedros, ceibos,
palmeras, naranjos y reconocidas plantas del lugar, exclusivamente para el fomento de la flori-
cultura.
Aunque este proyecto con un amplio criterio futurista, no tuvo ninguna objeción por aquellos
duros años de escasez, solo se conoce las observaciones publicadas por el reconocido Ing. Er-
nesto Otto Ruck (Sept. 1863), quien cuestiona el “bajo presupuesto” planteado, al extremo de
Durante el gobierno del Gral. Narciso Campero, se aprueba una Orden Suprema fechada en 7
de Noviembre de 1882, instruyendo al Sr. Prefecto de Chuquisaca (el prestigioso jurisconsulto
Dr. Pantaleón Dalence), la ejecución de un nuevo “padrón general” sobre el consumo y servicio
de agua potable en la ciudad de Sucre; señalándose específicamente a través de sus artículos el
nuevo plan de provisión de agua, más el fomento que se debiera brindar a la “preplantación de
árboles” en áreas urbanas (cita Anuario Administrativo - AA 1882, pág. 246, 247 y 248).
De acuerdo con la relación histórica que brinda el reconocido libro “Sucre a través de sus
planos 1639 – 2010” y los valiosos datos que ofrece, (editado por la Universidad de San Fran-
cisco Xavier de Chuquisaca (Serie Desarrollo Urbano – Año 1992. Obra compilada por la
Dirección y ex -funcionarios del Centro Bibliográfico Documental USFXCH; Dra. María del
Carmen Rúa de Tirado, Joaquín Loayza Valda y Ruth Balderrama de Jalíl), del estudio socio-
urbanístico del año 1838, se recoge lo siguiente:
“En nuestra ciudad se siguieron las disposiciones de Indias para su “TRAZA” o Plano
de ciudad Mediterránea: damero con la Plaza Mayor al centro, en la cual se encontra-
ban la Iglesia, el Cabildo y las casas de las familias de mayor abolengo, cada manzano
tenía, generalmente, cuatro solares, un solar correspondía a un propietario, por ello que
nuestra ciudad tenía casas grandes, con jardines y huertos “aptísimos para la vivienda
holgada, tranquila y placentera. Los españoles escogían cuidadosamente el lugar don-
de habían de fundar un poblado, vale decir “que tengan comodidad de aguas, tierras y
montes, entradas y salidas y labranzas y un éjido de una legua de largo, donde los indios
puedan tener sus ganados”. (Remitirse a páginas 11, 31, 32 --Plano de la ciudad del año
1838 y periodo de estudio del presente año--, más p.33);
“Las diferentes órdenes religiosas que llegaron a la Villa de Plata, (franciscanos, domi-
nicos, agustinos, mercedarios y jesuitas), paulatinamente fueron construyendo templos y
conventos para realizar la labor catequista que los trajo a la América. Inicialmente estos
edificios fueron construidos empíricamente, ya que en las primeras décadas no se con-
taba con arquitectos y fueron edificados en base a las experiencias de los sacerdotes. Su
labor no sólo se limitó a la construcción de este tipo de edificios, “...los frailes también
participaron en la construcción de acueductos, cajas de agua y hospitales...” (Tipologías
Arquitectónicas del Centro Histórico de Sucre, 1997:111).
“Hemos considerado de gran interés adjuntar este plano de las calles de nuestra ciudad,
por cuanto hasta este año no hemos podido encontrar planos de Sucre donde se incluyan
los nombres oficiales de las calles, pues, como habíamos expresado antes, éstas tomaban
el nombre de alguna característica específica de ella, por ejemplo, calle de la Carnicería,
calle del Comercio, calle de La Pelota, calle de La Audiencia, calle de Santo Domingo,
calle detrás de La Merced, calle de La Retama, etc Bien sabemos que Bolivia se declara
en Estado Independiente el 6 de agosto de 1825, suponemos que los consignados en este
plano pueden ser los primeros nombres asignados durante la república, pues apenas ha-
bían transcurrido doce años desde la fundación de la república.
“La falda de dos cerros que forma una superficie bastante irregular, es el local sobre que
está construida la ciudad. Su mayor extensión es de E . a O. y sus calles tienen la misma
dirección con alguna inclinación hacia el S. N. Las que cruzan a estas en su latitud tienen
la inclinación á proporción. Está dividida en ocho cuarteles que se notan en el cuadro de
la Plaza formando por las letras A, B, C, etc. en el plano que esta al principio.
El año 1835 “la Plaza Mayor de la Capital (textual; ANB. TNC Nº 874, fs. 204), contaba con
unas pintorescas “crucetas” o veredas transversales de “piedras cuadradas” ingeniosamente
reforzadas con cal. El arreglo y la reposición de las demás lozas de piedras que cubrían los
amplios espacios de la veredas “que forman el cuadro de la Plaza” (doc. cit., fs. 204 vuelta), se
hallaban bajo la responsabilidad de los propietarios de cada inmueble, vecinos que se aprovi-
sionaban de agua de la tradicional pileta de la ahora Plaza 25 de Mayo.
Edificio y monumento más importante del país, mandado a construir por los jesuitas en 1612. A
principios del siglo XVII se fundó la Universidad de San Francisco Xavier y funcionó en estas
instalaciones, donde en 1776, se instaura la Real Academia de Carolina como Escuela Superior
de Prácticas Jurídicas y Preparación Retórica.
La Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, fue crea-
da por Bula Papal en fecha 27 de Marzo de 1624, sobre la base del antiguo colegio San Juan
Bautista de la Compañía de Jesús, uno de los centros más importantes de Bolivia, el tercero en
crearse en Sudamérica y el primero en el país. Inicialmente se fundó para impartir las cátedras
de Latin, Artes, Teología y Cánones. Este centro de enseñanza superior fue de vital importancia
para Bolivia, ya que en sus aulas se gestaron las ideas libertarias de América Latina.
El 6 de agosto de 1825 se reúne en este edificio el Congreso de la República para firmar el Acta
de Independencia del Alto Perú, hoy Bolivia. Actualmente funciona como museo histórico don-
de se conservan objetos y mobiliario de la época colonial y republicana.
Durante los meses de julio y agosto de 1832, LA CASA DE LA LIBERTAD sería objeto de al-
gunos trabajos de restauración complementarios. Por instrucción expresa del máximo dignata-
rio de Estado, Mariscal Andrés de Santa Cruz (periodo presidencial de Bolivia durante los años
1830–1839), se aprobaría el presupuesto de inversión fiscal. Luego, considerando el rol prota-
gónico a cumplir dentro la flamante estructura del la nueva República de Bolivia, como sede de
la Asamblea Constituyente y Palacio Legislativo de la Nación, procederían a la contratación
de “Maestros Mayores” tanto en obras civiles para albañilería más pintado, como en el ramo
especializado de carpintería bajo la responsabilidad del artesano ebanista Ildefonso Vargas.
A continuación, un cuadro que se elabora sobre la base de la información contenida en los do-
cumentos, “obras de arreglo” que se hacen referencia, intentando mantener la descripción con
el léxico estrictamente técnico arquitectónico (ABN : TNC Nº 663, fs. 1041 – 1042).
DESCRIPCIÓ MATERIALES
AREAS DE RESTAURACIÓN
TÉCNICA COMPLEMENTARIOS
• Pretiles de los corredores interior/ Revoque y pintado Cal y arena,
exterior. general Cimiento de piedra, más
• 2do, Patio; construcción de una pa- Divisorio adobe y ladrillo.
red. Tejado colonial. Cañahueca, /paja
• Zaguán; reparación de techo. Tapiado/puerta Adobe y yeso.
• Noviciado del Colegio (2º Patio). “Dos piernas de tijera Suncho / correas/clavos.
• “Mudar la casa de duende del techo para cumbrera”. Tipo pastelado
de la sacristía”. “Enladrillado”
• Pisos del patio y corredores..
Antes de concluir con el presente capítulo, es importante señalar que, al interior de LA CASA
DE LA LIBERTAD, simultáneamente funcionaba y con carácter provisional, la denominada
“Oficina del Crédito”. Asimismo, es de honestos reconocer, lamentablemente nos quedamos
con una gran duda: Dónde se hallaba ubicado en realidad esa “otra vivienda que da a la ca-
lle” que textualmente se hace puntual referencia durante el proceso del pintado arquitectónico.
Es más, cabe preguntarnos a propósito; ¿Acaso dicha “vivienda” contaba con su respectiva
puerta hacia la plaza central? (Para mayor información remitirse al folio 2046 del documento
citado).
Monumento eclesiástico construido en las postrimerías del siglo XVI; entre 1626-1627, son eri-
gidas la capilla mayor y el campanario. La iglesia de estilo barroco simple, cuenta con espadaña
lateral más tres vanos. Corresponde advertir que, en el proceso de búsqueda de la información,
se ha logrado ubicar documentos sobre el área urbana de su “ex Convento “.
A principios del siglo XVIII, los fundadores de la orden Dominicos, fueron seriamente afecta-
dos por el estallido revolucionario del 25 de Mayo de 1809. Las tropas insurgentes, en el dramá-
tico transcurrir de los subsiguientes años, decidieron utilizar los amplios predios del Convento
de Santo Domingo, tratando de obtener una máxima funcionalidad, ya que el mismo contaba
con un entorno físico, propio de una fortaleza.
El patio central del ex -Convento de Santo Domingo (ubicado hacia la paralela de arriba de
la Plaza 25 de Mayo), pasaría a convertirse en el cuartel general de grupos irregulares que se
habían rebelado contra la real corona. Hoy edificio del Colegio Nacional Junín y donde última-
mente se desarrollaron las sesiones de la Asamblea Constituyente en Bolivia.
Al respecto, existen varias testificaciones jurídicas (Villa La Plata, años 1812 – 1813), en el
“juicio criminal” a Manuel Yáñez de Montenegro, patriota chuquisaqueño egresado de la Aca-
demia Militar de Buenos Aires, acusado de rebelarse contra el orden colonial establecido, “or-
ganizando y disciplinando tropas revolucionarias en el Cuartel de Santo Domingo” (ANB: Se-
rie Minas, Tomo 54, Nº 11, fs. 13 v). Capítulo a exponerse en detalle, a través del próximo libro
documentado del suscrito “CHARCAS (1809 – 1825); MINERÍA EN CRISIS Y REVOLUCIÓN
CONTINENTAL”
Una vez consolidado el nuevo Estado Boliviano, en los predios del ex Convento de Santo Do-
mingo, se decide establecer la Prefectura departamental y el Tribunal Nacional de Cuentas. Los
demás ambientes serían destinados a la creación de la mencionada escuela e internado para ni-
Entre los instrumentos laborales más destacados del “Maestro Albañil” figuran: “angarillas” del
adobero, escalera grande de magué (maderamen sólido y liviano a la vez) tarima de madera,
comúnmente conocida como “pampajuri”. (ANB: TNC Nº 893, fs. 3139; 3977 – 3977v.).
La Iglesia y Convento de San Francisco fue mandada a construir el año de 1538 por Fray Fran-
cisco de Aroca, quien levantó inicialmente una pequeña capilla cubierta de enramada, sustituida
posteriormente, en 1580, por el templo. En 1592, se edifica una nueva capilla que fue rehecha
en 1595 y techada con artesonado. En 1610 se realizan algunas modificaciones que no afectan
su estructura original. Declarada basílica el año 2002, es una de las edificaciones religiosas más
importantes y antiguas que tiene la ciudad, destacando en su interior el hermoso artesonado de
estilo mudéjar y los altares de estilo barroco mestizo dorados a la hoja.
Se estructura con una nave a la que se adosan capillas a uno de sus lados, con fachada manie-
rista. En una de sus torres guarda la “Campana de la Libertad”, que tocó a rebato el 25 de Mayo
de 1809, declarando el Primer Grito de Libertad de América.
Con respecto al notorio deterioro arquitectónico general del ex -Convento y Cuartel de San
Francisco a mediados de 1827, el Ministro de Estado y Guerra, A. Geraldino, remite a su similar
del “Ramo de Hacienda” un revelador e histórico oficio bajo el tenor siguiente:
RETEJO GENERAL.- Con la inversión de un millar de ellas, “para el retejo tanto en las
cumbreras cuanto en sus corrientes (desagües), incluso de la grada del callejón de los
altos que dan a la calle”.
ENTABLADO DE LOS ALTOS.- Para cubrir el claro que se ve en el corredor de los
altos.
BARANDAS.- Maderamen destinado a su “recomposición” con la contratación de un
maestro carpintero.
SALONES.- “Remiendos” en los enladrillados, más el consabido “blanqueo con cal” en
sus ambientes interiores.
CORREDORES.- Renovación de 1.200 ladrillos para una restauración parcial del “en-
tresuelo”.
MATERIAL COMPLEMENTARIO.- “Madera, cañahueca, paja y clavos para techar”.
“Importe de las maderas con destino al “Callejón de Jerusalén” (Es así como lo de-
nominan al área del CORREDOR), tirantillos colocados en los dos PILARES de dicho
corredor; un tercio de Maguey “que sirvió para entreverar con las tablas”, Contratación
del “Maestro Pintor” Mariano Barahona, “por haber hecho las Cintas o líneas en los
Salones”; Adquisición de “Palos que sirvieron en el mismo techo, y una costanera”.
La ejecución de la primera fase de obras que mereció una oportuna respuesta, fue debidamente
aprobada en fecha 8de octubre de 1835, con la dotación del material de construcción, a saber:
medio millar de tejas, decenas de quintales de cal, tareas de arena, contratación de un especia-
lista “en el arreglo de caballetes y canales maestras”. (ANB: TNC Nº 874, fs. 189 v).
Fundado en julio de 1564 junto al convento que ahora funciona como el colegio Don Bosco. El
templo es de una sola nave de planta de cruz latina, con capillas y crucero de forma ochavada.
En 1608 se realizan diversos trabajos concluyéndose la portada en 1619 y la capilla mayor en
1630. Presenta dos torres idénticas y un remate central con una escultura de la virgen. Inte-
riormente tenía retablos originales tallados por Clemente Suárez y Luís Espíndola que fueron
sustituidos por altares de estuco moldeado. El altar mayor luce una pintura del italiano Rollini
que representa a María Auxiliadora.
Aunque, a decir verdad, por los detalles que se transcriben a continuación, se trataría más bien
de una “rehabilitación arquitectónica” de los antiguos ambientes. Textual:
“Señor Gobernador.- La casa del Convento extinguido de San Agustín se halla en el día
en un estado bastante servible, con las aguas (temporada de lluvia) y de otros mil modos
se irá arruinando, si acaso no se toma una MEDIDA PARA SU CONSERVACIÓN. En el
día ésta se halla acéfala, y sin que produzca al Estado cosa alguna que pueda aún servir
para SUS REFACCIONES QUE NECESARIAMENTE LO DEMANDAN, con perjuicio
(erogación) de los fondos del Estado”.
Ponderable iniciativa de aquella autoridad, cuyo propósito era otorgarle al ex convento no sola-
mente la oportunidad de prestar un reconocido servicio para el abastecimiento de los alimentos
básicos de la población, sino que paralelamente se estaría precautelando su preservación arqui-
tectónica a través de un singular e ingenioso “proyecto auto-sostenible”, considerándose los
futuros ingresos debidamente planteados por el aludido proponente:
“Examinando su local, comodidad y proporción, he visto que en la casa expresada podría muy
fácilmente FORMARSE UN TAMBO BASTANTE CÓMODO Y PRODUCTIBLE DEL QUE
MERECE ESTA CAPITAL, con solo el trabajo de hacer algunas divisiones en las mismas ha-
bitaciones que se hallan en buen estado, lográndose de este modo LA CONSERVACIÓN DE
ELLO y consiguiendo al mismo tiempo el que la casa (refiriéndose al edificio colonial, claro
está), pueda producir alguna cantidad capaz de ella misma ( ….) “.
La autoridad policial adjunta un revelador plano (ver en foja tres; copia con dimensiones origi-
nales del expediente), tal como solía ser la estructura arquitectónica hasta la época y sus demás
terrenos perimetrales sobrantes como “corrales” o caballerizas. Área urbana donde se construyó
hace una década la infraestructura del colegio particular “Don Bosco” de Sucre.
El plano fue elaborado por el reconocido técnico Pio Sánchez de Lozada (11 de marzo de 1838),
destacándose al pie del mismo una nota donde advierte el autor:
“Las diagonales que se cortan, indican los espacios sin techo como patios y corrales”.
Ratificándose aquella referencia historiográfica, que otrora los atrios de las iglesias cumplían
la función de cementerios. Asimismo, es digno de destacar la excelente ilustración del plano en
general mediante escala de la periferia más superficie total mediante la antigua medida VARA,
con casi todos los detalles arquitectónicos, mostrando mucha calidad, sin nada que envidiar a
las cartografías de obras civiles urbanas que se elaborarían un siglo después.
Por su parte, el Prefecto de Chuquisaca, Sr. Manuel Molina (27 /Nov. / 1835), otorga el visto
bueno a este emprendimiento. Plantean al Ministerio de Estado la rehabilitación arquitectónica,
estableciendo los pormenores del trabajo de la siguiente manera:
Mientras tanto, se cumplía igualmente con el arreglo en la estructura de los techos de teja
común y sólidamente construidos a base de voluminosas vigas, tijerales unidos con clavos
grandes reforzados con resistentes cuerdas de “cuero de buey remojado”, incluyendo las deno-
minadas “costaneras” de maderamen de pino, cañahueca proveniente de la localidad cercana de
Huanifaya, más otros aditamentos secundarios.
Al margen del aprovisionamiento de piedra, arena, cal y yeso, se tuvieron que elaborar centena-
res de “tareas de adobe” bajo estricta supervisión de cuatro maestros constructores, reconocidos
“contratistas” de la época, como eran Don Mariano Cervantes, Vicente Ulloa, Manual Pórcel
y Mariano Méndez, colaborados por una veintena de peones, más media docena de obreros
adolescentes aprendices e identificados en el argot popular de aquel entonces como “cabritos”.
Contratan éstos a “maestros herreros” chuquisaqueños para la confección de sus instrumentos
básicos de trabajo como: badilejos, “alcayatas”, azadones y picos, clavos grandes, faroles para
el alumbrado, aldabas, “chapas de una mano”, quienes también se ocuparían de “calzar las
barretas”; voluminosas barras metálicas sumamente requeridas en las labores cotidianas. Por
otra parte, requieren los servicios de un artesano en carpintería, con el objetivo de aprovisionar
puertas, ventanas, “tablas para los mesones”, más la respectiva confección de algunos catres
que llevaban en calidad de “reposo central”, un cuidadoso tejido con tiras o franjas de cuero
de ganado vacuno; deduciéndose que dichos catres de madera y cuero fueron utilizados en el
De tal manera que todos los indígenas del departamento chuquisaqueño, provincias aledañas y
comerciantes forasteros que visitaban la ciudad de los cuatro nombres, en su calidad además de
ex -guerrilleros patriotas, se beneficiaban con dicha infraestructura cómoda de hospedaje públi-
co y con destino especial a los forasteros -valga la redundancia-, al parecer los mismos fueron
recíprocamente compensados con la reconstrucción de “La Recoleta” más esta posada céntrica,
donde podían pernoctar o depositar sus productos con las garantías que el caso ameritaba.
Su vocablo ancestral es Q’uri Pata que, en quechua significa, colina de las “cañas huecas”, de-
bido a que en dicha zona se encontraban dos especies: la “Socko y Q’uri”. Se ubica en lo que
hoy es la plazoleta 1º de Mayo frente a la Cooperativa de Telecomunicaciones Sucre. En torno
a la colina se encuentran atractivos turísticos como la casa de Dña. Juana Azurduy de Padilla,
insigne guerrillera de la independencia.
Plazuela 1o de Mayo
Siendo que el gobierno municipal capitalino se hallaba prácticamente “exhausto del ramo pro-
pio”, firman un contrato público de alquiler con el ciudadano Patricio Robles Gorena, por un
monto de 1.950 pesos, por el lapso de un año estableciendo el predio como centro de abasteci-
miento destinado a la oferta de productos “al por mayor”, con más “sus tiendas”. La llamada
“cancha de Curipata” contaba “con once tiendas (por 3 ps. mensual), dos cuartos (2 reales por
día), y tres chicherías (alquiler 6 reales al mes)”. Mientras que su amplio corral estaba destinado
a las recuas de carga procedentes del interior con diversos productos agropecuarios. (ANB TNC
Nº 48, FS. 1612).
Casi una década después (2 – IV- 1833), el “tasador de las fincas urbanas” Francisco Paula
Sanz, por instrucciones directas de la comandancia prefectural, ejecuta un estudio técnico de la
“Casa de Abasto de Curipata” para una pronta restauración. Las labores se inician con el res-
pectivo retejo general (usándose tejas coloniales), más el “reforzamiento” de los cimientos del
patio. Igualmente se procede con el arreglo del corral adyacente, empleándose en los trabajos
aquellos imprescindibles materiales de construcción como la piedra tallada, quintales de cal y
arena seleccionada (ANB: TCN Nº 880, fs. 1071).
Otro estratégico centro municipal de este género, pasaría a convertirse en la flamante “Casa
de Abasto del Prado” (28 – III – 1833), la cual sería diseñada con su propio corredor para el
ingreso. Dentro aquel plan de rehabilitación arquitectónica, emplean “trescientas tejas para la
barda y varias tareas de adobes”, contratándose además un maestro albañil, con el objetivo de
“calzar” los cimientos del corral e inmueble de abastecimiento público. (ANB: TNC Nº 880,
fs. 1071 – 1071v).
A saber:
Art. 1º Todo rematador recibirá el local de la Casa de Abasto, bajo un formal inventario,
arreglado al cual deberá hacer la entrega, siendo responsable de todo detrimento causa-
do por omisión suya, conforme a las leyes.
Art. 2º Toda refacción del Edificio que no alcance a la suma de veinticinco pesos,
se practicará por el asentista en las casas de Abasto cuyo local corresponde a la Muni-
cipalidad; siendo de cargo de esta la refacción, cuando sea la cantidad mayor, previo el
respectivo presupuesto.
Art. 3º Es obligación del Rematador hacer barrer diariamente a su costa el patio,
y los corrales cada ochos días, consultando el bienestar de los vivanderos y sus bestias;
y no podrá criar ni permitir cerdos u otros animales perjudiciales, bajo la multa de dos
a ocho reales, que la impondrá según las circunstancias, el Comisario encargado de la
Casa de Abasto.
Art. 4º Es también de su obligación cuidar de que las habitaciones tengan toda se-
guridad por medio de buenas llaves y del todo diferentes; de manera que la llave de una
habitación no pueda abrir otra, siendo responsable de cualquier perjuicio que sufran los
vivanderos, por omisión ó falta en cumplimiento de esta artículo.
Art. 5º Ningún Rematador de las Casas de Basto puede tomar para si clase alguna
de víveres con el objeto de especular; sino puramente los necesarios para su subsistencia
y la de su familia.
Art. 6º No podrá ejercer por sí, ni por interpósita persona, los oficios de regaton,
vendedor o comisionista.
Art. 7º Llevará un Libro de las internaciones diarias con expresión de las especies,
número de cargas, y personas que las introduzcan. Estas partidas serán firmadas por el
Comisario de turno y el asentista; quien pasará una copia mensual al Administrador del
tesoro público con visto bueno del Comisario.
Art. 8º La venta de los víveres principiará en invierno á las siete de la mañana, y en
verano a las seis, hasta las cinco de la tarde, prefiriéndose hasta la diez a los vecinos,
por el Comisario encargado, quien deberá asistir por la mañana y por la tarde.
Art. 9º Los dueños de los víveres gozarán de plena libertad para contratar sobre el
valor de ellos; son sujeción a lo dispuesto en el artículo anterior, sin poder los asentistas,
ni persona alguna, intervenir para fijar su precio.
Art. 10º Los víveres de mala calidad que se internen en las Casas de Abasto, se presenta-
rán por el asentista al Comisario, quien los inspeccionará con dos peritos para que de-
clarados de mala calidad y perjudiciales á la salud de los consumidores, impida su venta.
Art. 11ºLos asentistas solo recaudarán un medio real por cada carga que se interne, y
otro medio por la persona del vivandero siempre que haga noche en la Casa de Abasto;
sin hacer exacciones violentas ni faltas á la consideración que se merecen los interna-
dores.
Art. 12ºLos vivanderos que ocuparen una habitación en la Casa de Abasto, por más tiem-
po que el de tres días, pagarán un medio real por persona, y uno, el que ocupase solo,
una habitación entera.
Art. 13º Cuidará que no se vendan las especies internadas en la Casa de Abasto con el
objeto de expenderlas, ni se saquen con pretexto alguno, mientras que el Comisario tome
conocimiento de ellas, para que tenga lugar lo dispuesto en el artículo octavo.
Don Ramón García Pizarro, Presidente de la Audiencia de Charcas, planeó y ejecutó un jardín
público rodeado de álamos al que se denominó el Prado o la Alameda, construido a mediados
del siglo XVIII.
Inicialmente fue denominada “Plaza de la Victoria” (una vez creada la república), siendo el hos-
pital de Santa Bárbara el edificio público más importante de su entorno. Las robustas paredes
del nosocomio, cobijaron y sirvieron de “cuartel general” a los guerrilleros patriotas chuqui-
saqueños. Las áreas verdes del otrora Prado y demás trayectos en dirección al norte de Potosí,
eran en realidad considerados los “dominios insurgentes” del reconocido guerrillero patriota
Don Manuel Ascencio Padilla, vecino de la localidad de Moromoro.
En este entendido, uno de los sagrados emblemas patrios y debidamente seleccionado por con-
senso cívico, fue precisamente la fabricación de una enorme réplica en honor a la primera Ban-
dera Nacional de Bolivia (obra artísticamente diseñado por el maestro José Piza; ANB – TNC
Nº 493, fs 1654), con la ayuda de algunas planchas e inversión de medio centenar de “latas”
para su respectivo repujado.
Aunque no se especifican las medidas exactas de la aludida Bandera Nacional, los proyectistas,
debido al tamaño, verían necesario reforzar los bordes de largo y ancho con “varillas de fierro”,
para luego fijarla en plena cúspide del “Obelisco de la Plaza de la Victoria”, constituyéndose en
un acto de profundo homenaje simbólico a la independencia republicana.
Conviene recordar, respecto del obelisco, que el mismo fue construido con dineros provenientes
de una severa imposición de parte del gobierno español en contra del gremio de los panaderos.
A propósito del reconocido sector de los “panaderos” (según otra referencia documental de la
época ANB – TCN Nº 249, fs 2698), figuran casi una decena entre los principales elaboradores,
quienes seguramente contaban con hornos a leña (hábilmente confeccionados con el tradicional
ladrillo chuquisaqueño). En fecha 2 de enero del año 1838, las panaderías son registradas por
los nombres de sus propietarios; a saber: Juan Pórcel, Manuel Chumacero, Joaquina Gallardo,
Casimira Castro, Nicolás Serrado, Rafael Campos, Victoriano Meza, María Ureta e Isidoro
Campos; tradicionales familias que aprovisionaban el “pan de cada día” a la población.
En inmediaciones del extenso perímetro del Prado (hoy Parque Simón Bolívar), las máximas
autoridades gubernamentales habían decidido construir otros dos atractivos simbólicos de ca-
rácter cívico dignos de ser mencionados. En el área de ingreso se hallaba una gran pirámide
(Ver expediente - 21 sobre “Pirámide del Prado de esta Ciudad”, ANB – TCN Nº 493, fs. 1654),
cual si fuese “obelisco gemelo” de la “Plaza de la Victoria”.
En la “cabecera del citado obelisco del Prado”, se instalaron en lo más alto los primogénitos
símbolos patrios del Escudo Boliviano. Vale decir, el Sol, el Gorro de la Libertad y, lógica-
mente, la imagen del Cóndor de Bolivia, hábilmente diseñados en metal por el maestro herrero
Tomás Flores, a través del respectivo “forjado” y aplicación de cuatro arrobas y una veintena
de libras de hierro.
Según documento proveniente del Archivo Nacional de Bolivia (con fecha 1º Octubre – 1827),
se conoce que el Sr. Presidente de la República, Mariscal Antonio José de Sucre, habitó y con
carácter permanente en el Palacio Arzobispal de La Plata. Después de la guerra de la indepen-
dencia, el aludido inmueble de tipología peculiar (Ver ilustración del legendario explorador y
naturista francés Alcides D’Orbigne), se conviertió en el principal establecimiento del poder
ejecutivo o Palacio de Gobierno de la República de Bolivia.
Los ambientes eclesiásticos fueron refaccionados, recomponiéndose los techos construidos con
teja colonial, más el respectivo “reboque y blanqueo en el interior del Palacio de su Excelencia
(textual); incluyendo el blanqueo de sus pilares con cal (ANB: TNC Nº 48, fs. 1404).
A través de un informe anexo, se ratifica que el Palacio Presidencial contaba con una estructura
de dos plantas, ya que hacen mención al “tabique del alto” e igualmente a la recomposición
de “dos varillas para la Azotea”. Asimismo, destaca “el techo del Correros de su Jardín”, es-
pacio de ornamentación al interior de la mansión presidencial, que era objeto de un esmerado
mantenimiento. Sumándose a este interesante complejo recreativo de aquella época, un “Baña-
dor” (pequeña piscina privada), que formaba parte del jardín del PALACIO DE GOBIERNO.
(ABNC: TNC Nº 890, fs. 2022 – 2022v).
MATERIALES.- Mil tejas (15 ps.), cien qq. de cal (37 ps), diez tareas de arena (c/u a 1
ps), trescientas lozas (10 ps. por cien) y, quinientos ladrillos “a un peso el ciento”.
HOJALATERÍA.- Por once vidrios grandes (c/u a 3 ps.), ocho vidrios regulares (c/u a 2
ps.), siete vidrios medianos “para tiras y serchos” (a diez reales), un farol nuevo para el
segundo patio (en dos pesos), la compostura de cinco faroles (tres pesos), composición de
las vidrieras rotas y limpiaduras de todas las ventanas y puertas (11 ps. y 4 rls).
PINTURAS.- “Por pintar al óleo LOS CINCO BALCONCITOS” y puertas vidrieras y
PUERTA PRINCIPAL QUE DÁ A LA PLAZA (20 PS.), por los FRIZOS de las paredes
de la calle al temple y en los del patio principal y corredor del alto con pinturas finas (12
ps.), por dos faroles de los balcones grandes (c/u a p.- ps.).
HERREROS.- Por nueve picaportes grandes (a 6 rls.), por otros nueve picaportes pe-
queños (a 4 rls.); incluyéndose los “costos menores” por concepto de nudos de visagras,
“chapitas de los cerrojos de las ventanas” de la CUADRA DEL ALTO”, más la com-
postura de las chapas de las puertas DE LA CUADRA DE ABAJO, una llave PARA LA
ANTESALA y otros por citarse.
CARPINTEROS.- “Por compostura de veinte sillas del COMEDOR Y DEL ALTO DE LA
(textual) DE MARA, asientos de “pasua azul”, refacción de cuatro bancas forradas con
De tal manera que la colección o estilo de los muebles vigentes en aquella época tenía una
fuerte influencia europea, detalles en madera tallada y cuero artísticamente repujado más (entre
sofás de lujo, sillones robustos y un sin número de “silletas apoltronadas”).
La relación de los costos en la rehabilitación del entorno físico arquitectónico en general, tiene
la función elemental de información conocer sobre los impactos o efectos socioeconómicos que
generaba este tipo de actividad gremial en los diversos estratos sociales de la ciudad.
En este entendido, los asiduos visitantes capitalinos hacia las “Aguas Termales de Talula”, re-
presentados por el intendente de policía, José Martínez, expresan su preocupación por la preser-
vación de aquellos predios. Conminan al gobernador de la provincia de Yamparáez, Francisco
de Mendizábal (7 /Julio / 1836), a tramitar ante la prefectura departamental un desembolso
financiero con destino a las obras de restauraciones arquitectónicas e indicándole que “La Casa
de Baños que costó grandes trabajos al formarla, requiere algunas composiciones y antes que
las aguas inmediatas (época de lluvia) no los haga mayores”. (ANB: TNC Nº Expediente
“Presupuesto aprobado por el Supremo Gobierno para la Refacción de las Casas de Baños de
Talula”, ver fs., del 20 hasta el 30)
Transcurridos seis meses de trámites burocráticos (3 / Enero / 1837), efectuados ante el mi-
nisterio de hacienda y cuyos ejecutivos al no contar con una partida específica, sugieren más
bien recurrir a los fondos sobre “contribución indigenal del tercio de San Juan”, frente aquella
incertidumbre fiscal, saldría a la palestra un honorable cliente de los tradicionales “Baños de
Talula”; se trataba nada menos que del máximo dignatario del estado boliviano Mariscal Andrés
de Santa Cruz y que instruiría no solamente su provisional restauración, sino que aprobaría in-
mediatamente la elaboración de su respectivo plano, el cual trasluciría el ambicioso complejo
recreativo que, finalmente, se aprobaría: “El presupuesto para la obra de los Baños de Talula,
SEGÚN LAS ÓRDENES DE SU EXCELENCIA EL PRESIDENTE, Y EL PLANO QUE SE
ACOMPAÑA” (ANB: TNC – CHUQ. AÑO 1836, fs.3941)
Previamente al análisis del costo global de este ambicioso proyecto (Obras civiles que incluían
el mejoramiento o apertura de caminos a herradura provenían desde la gestión de 1835), resulta
oportuno hacer mención especial a esos por demás ocurrentes denominativos asignados a cada
uno de los reducidos “espacios rústicos de veraniego”, que se pueden leer en el improvisado
plano a todo color.
Así, se invocarían por ejemplo, inspirados por el entorno geofísico peculiar de aquellas “aguas
calientes” e impregnadas por un denso vapor, que inspiraron a bautizarlos cual si se tratasen los
mismos recipientes construidos a base de calicanto como “El Purgatorio”, que se hallaba junto
al otro estanque del “Infierno”; ambos ubicados con dirección a las “serranías del frente”. O,
en cambio, mencionar también al área adjunta e identificada como “La Gloria”.
Sin el ánimo de entrar en otros detalles y los cuales saltan a la vista en el plano presente (aun-
que sin las coordenadas cartográficas de rigor), se puede deducir que dicho complejo estaba
situado casi a la vera del río Pilcomayo y muy cerca de “la población de indios”. La Casona de
los “Baños de Talula” contaba con su respectivo portón arqueado de ingreso e igualmente un
pequeño patio que le separaba por el sector superior con la “Casa para Pobres”. En las áreas ver-
des anexas se encontraban ingeniosamente distribuidos sus afamados “Estancos” o estanques a
los que se acaba de hacer referencia.
Llamado también “Hospital Real o de Pobres” es uno de los pocos ejemplos del arte arquitectó-
nico renacentista en Bolivia. Su construcción data del año 1557 a 1563 y fue fundado en 1554
por Bartolomé Hernández. Su administración tuvo varias épocas, la primera hasta 1563, a cargo
de sacerdotes y almas piadosas; desde 1564 a 16664 por un administrador mayordomo, desig-
nado por el patronato Real. Desde 1665 a 1823 la administración es confiada a los religiosos de
la orden de San Juan de Dios, para luego pasar a depender, desde 1823, de personal seglar. Por
último, a fines del siglo XIX pasa a depender de la orden de las Siervas de María.
A mediados del año 1833, el supremo gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, instruye
la ejecución de una serie de restauraciones arquitectónicas en el centenario hospital, bajo las
especificaciones técnicas siguientes:
• Construcción de un corredor con un arco menos del que ocupa actualmente el frente de la
entrada de las salas (ANB: TNC Nº 98, fs. 1476).
• Ampliación de 150 “covachas” con 2 ¼ varas de largo por el 1 ¼ de ancho. Dichas co-
vachas de medio punto, irían separadas a través de una columna divisoria de un ladrillo y
medio de volumen, sobre tres varas de alto, más su piso de estuco.
• Apertura de sus ventanas en los ambientes en la “sala militar” e igualmente una decena de
“ventanas de medio punto ” para la sala de mujeres.
• Al margen de “ensanchar el patio” central (textual fs. 1476 v), construyen una nueva lavan-
dería anexa a dos estanquillos de cal y ladrillo. Existiendo dos piletas principales de agua
A partir de 1833, al margen de las obras de restauración citadas, lo más relevante fue sin duda
la determinación de construir una “Sala nueva de Mujeres” de 50 varas de largo sobre 8 ½ de
ancho (cita el mismo documento fs. 1476 v – 1477 e inciso 18ª), con un cimiento de “dos varas
de alto”. La enorme sala daría lugar en realidad, a la creación de su arquería en el segundo patio
ya que textualmente especifican:
“Entendido que todo el terreno que sobrase de las cincuenta varas que tendrá de largo la expre-
sada SALA se empleará en formarle un patio; ESTA SALA TENDRÁ AL MEDIO UNA FILA
DE ARCOS SEMEJANTES A LOS QUE FORMAN EL CORREDOR ACTUAL DE LA EN-
TRADA PRINCIPAL DE LAS SALAS”. Añadiéndose además; “Para sostener el techo, tendrá
igualmente una buena puerta de entrada, y 16 ventanas; ocho a cada frente”. (doc. cit. fs. 1477).
“Los medios puntos de estuco”, arcos, cornisas, bases, capiteles y el tabique a construirse sobre
la nueva arquería, más la grada, portones, pilares y “cajones” alcanzarían la cantidad de 98.400
ladrillos comunes. Otros 7.500.- “ladrillos pastelones” destinado al revestimiento de todos los
pisos interiores. Mientras, “para la erección de los pilares de los corredores que hande formar-
se”, se requerían nada menos que cinco mil “ladrillos redondos”.
Consignan por ítems en el presupuesto 14.000 tejas, 70 cargas de “caña – hueca”, centenares
“tareas de piedras”, “tareas de adobes”, madera o tijerales del techo (con una veintena de tiran-
tes a colocarse en “cada nave”), incluyendo a cuarenta cargas menores de costaneras”, medio
centenar de puertas y ventanas con sus respectivos “bastidores” (marcos), rejas de hierro, cla-
vos, aldabones, cuero y otros materiales complementarios. El cronograma laboral del proyecto
es de 460.- días, donde además trabajarían treinta peones por cada jornada, el costo global de
dichas obras alcanza la suma de 13.774.- pesos.
La elaboración del plan de restauración arquitectónica estuvo a cargo de Francisco Sanz y la re-
cepción del mismo rubrica el Dr. O. Corrales, en calidad de director del hospital Santa Bárbara.
Mientas el “maestro contratista” para las obras en general es Tomás Pobeda. En conformidad
del mismo, rubrican el “Ecónomo del Hospital de Santa Bárbara y proto -Médico Cirujano
Mayor Dr. Don Venancio Rojas del Tejo, junto al Dr. Don Carlos Augusto Torally (galeno de
procedencia italiana), cerrando el acta el inspector fiscal Dr. O. Corrales.
Cabe hacer especial relevancia a ese acertado criterio de conservar su característica arquitectura
de tipología colonial en los trabajos de ampliación. Siendo el hospital de Santa Bárbara, objeto
de complejas obras civiles que se prolongarían inclusive hasta el año 1835.
A continuación se hará una sucinta relación del “Plan de Trabajo” adjunto al expediente, para
una mejor ilustración, teniéndose en cuenta que dicha restauración fue una de las “obras estre-
llas” del gobierno previa aprobación de una treintena de cláusulas a especificar:
1º. Formación de un Corredor con un arco menor del que ocupa actualmente al frente de la
entrada de las Salas; a este efecto desatar los dos cuartos que ocupan este sitio.
2º Formar una pared divisoria en la Sala 1ª, desatar el Coro, abrir una puerta y una venta-
na de medios puntos.
3º Formar 150 covachas de medio punto separadas con una calamina divisoria de un la-
drillo y medio de ancho, sobre 3 varas de alto, su piso de estuco: la covacha tendrá dos
varas y cuarta de largo sobre vara y cuarta de ancho.
4º Abrir más ventanas de medio punto en la sala actual de Militares.
5º Abrir 10 ventanas de medio punto en la sala actual de los Mujeres y abrir de nuevo el
arco cerrado que se halla a la entrada.
6º Desatar el cuarto de la puerta falsa de la Sala de mujeres actual, cerrar dicha puerta y
componer su corredorcito.
Artículos adicionales:
1º Reconocer todas las paredes del edificio; y en caso que algunas de las que no van anota-
das en el presente plan necesitase refacciones, graduar lo que podrá importar.
2º Todas las ventanas que se abrirán en las salas serán guarnecidas con rejas de hierro,
puertas de ventanas a la parte de a fuera para cerrarlo de noche y prevenir los robos, y
sus bastidores de clarín a la parte de adentro.
3º El cuarto que tiene actualmente de dispensa la refaccionaría igualmente en cuanto sea
posible para rendirla propio a este objeto.
Fuente de Referencia.- “Presupuesto de materiales y costo en la obra del Hospital de Santa Bár-
bara de esta Ciudad, con arreglo a los treinta artículos de la instrucción del Cirujano Mayor y
Médico Dr. Don Carlos Toralli que se inserta, pues ella indica una gran y plausible obra, cuyo
Presupuesto sería difícil levantarse acaso aun por los mismos Profesionales de la Arquitectura
con aquel acierto que se desea; pero obedeciendo ciegamente los que subscriben el decreto de
Su Gobernador el Prefecto del Departamento en su cumplimiento lo efectuamos en lo posible
del modo solicitado”. (ANB: TNC Nº 98, fs. 1476 – 1476v; 1477 -1477v y 1478)
A principios de la década del cuarenta (6 / Enero / 1843), el director del hospital de Santa Bár-
bara Dr. Manuel Sánchez de Velasco, remite un oficio al prefecto del departamento Manuel
Molina con una serie de requerimientos prioritarios. El problema de restauraciones y demás
modificaciones al interior del nosocomio capitalino continuarían siendo críticos.
Los médicos insisten en la urgente construcción de otra “Enfermería donde puedan medicinarse
a las personas decentes u oficiales que no querían ocupar las cabachas comunes”; referiéndose
a las salas comunes para internos.
No deja de ser relevante, (en fecha 15 / Abril / 1843) la vigencia de la “Sala de los Militares”
en el hospital, pacientes que recibían un tratamiento adecuado en su calidad de beneméritos
de la guerra independista o, en cambio, internos a causa de los constantes movimientos re-
volucionarios entre militares de alta jerarquía por la consabida disputa de espacios de poder
gubernamental. A propósito, éstos solían contar en pleno nosocomio con su propio “calabozo”;
como advertencia a quienes se atrevían a violar las rígidas reglas castrenses impuestas por los
generales de turno en las esferas dignatarias. (ANB: TNC Nº 274, fs. 1-1v; 2-2v y 3-3v.)
Todo parece indicar que, a partir de los siglos XVII-XVIII, la Real Audiencia recién fue tras-
ladada a aquel edificio en la calle que lleva su nombre; hoy valioso monumento patrimonial
donde funciona la Sociedad Administradora de Fondos de Inversión (SAFI).
La Real Audiencia de Charcas fue Creada por Felipe II, el 18 de Septiembre de 1559 e instalada
en 1561, con jurisdicción en las provincias de La Plata, La Paz, Potosí, Santa Cruz de la Sierra,
Moxos, Beni, Chiquitos y Cochabamba. La Audiencia, así como fundamentalmente administra-
ba justicia, al mismo tiempo intervenía en asuntos religiosos, políticos, económicos y militares.
Fue suprimida el año 1814 y se la restableció con el nombre de Audiencia Nacional de Char-
cas”.(Tipologías arquitectónicas del Centro Histórico de Sucre, 1992:65).
Estaba situada en la calle que lleva el mismo nombre, hoy destinadas a viviendas particulares
e instituciones financieras. El edificio como tal presenta una arquitectura de estilo colonial con
columnas de estilo dórico. Posteriormente fue modificada y rehabilitada siguiendo el estilo
francés, muy en boga en la década de los años 20 del siglo XX.
Bajo criterio estrictamente personal como autor del presente libro, por la inapelable evidencia
de los diversos testimonios recientemente ubicados en el ANB, se deduce que la primera cons-
trucción arquitectónica de la REAL AUDIENCIA DE CHARCAS se ejecutó en el mencionado
predio urbanístico del Parador Santa María La Real (propiedad del Lic. Luís Rodríguez Calvo),
y aquello se debió fundamentalmente a la existencia en sus anexos o “Huerta” de una pequeña
vertiente, la cual garantizaba la provisión de “agua potable” para la Real Audiencia, sus autori-
dades y todas las demás dependencias institucionales. De ahí se explicaría también, al margen
de contar con su propia fuente, la posterior erección arquitectónica, en la arteria ubicada exac-
tamente “al frente” del aludido ex Solar de la Real Audiencia de Charcas, de la casona solariega
denominada “Casa de la Señoras Minas” (espacio urbanístico entre calle Bolívar esquina Grau),
utilizado como depósito mineralógico con destino a ejercer una celosa custodia de las remesas
de plata en tránsito provenientes del cerro rico de Potosí hacia los puertos del pacífico.
Cabe señalar que los hechos sociales más relevantes de la fatídica noche del 25 de Mayo de
1809, se registraron precisamente en ambas intersecciones y dentro la extensa área que ocu-
paba la Real Audiencia. Vale decir, entre las actuales calles Audiencia y Bolívar, aunque con
mayor preponderancia en la edificación antigua.
En febrero de 1832, el Dr. José María de la Llosa presenta una solicitud formal ante la Prefectu-
ra del Departamento, para adquirir la “Huerta de la Antigua Audiencia (sic. Textual), hoy Corte
Superior de Justicia del Distrito”. El proponente se respalda en las nuevas leyes del estado bo-
liviano, que determinan la venta de las propiedades rústicas y urbanas del fisco. Haciendo notar,
sobre todo, que la extensa huerta (incluyendo un solar anexo y situado en la intersección arterial
superior) se hallaba abandonada desde la época de la guerra de la independencia.
Antes, en 1818, dicho solar (ubicado concretamente en torno al inmueble del Ing. Mario Ra-
mírez), se hallaba a punto de ser totalmente demolido. El proponente, con la firma intención de
llegar a construir en dicha área urbana “una mansión”, invita al administrador del tesoro público
y agente fiscal para proceder a su justiprecio. Destaca la presencia, en plena esquina (actual
intersección de las arterias Audiencia-Bolívar), de una “caja de agua” imprescindible para las
obras civiles a emprenderse, tomándose en cuenta el material rústico de construcción “a resca-
tarse” como ser, tierra para adobe, piedras talladas de tres cuartos con destino a los cimientos
de la nueva “mansión”.
Por otra parte, refiriéndose a la denominada huerta, se especifican ciertos detalles: “lo divide
una quebrada y movedizas aguas corren bajo una bóveda” (ANB: TNC Nº 1064, fs. 647 –
648). Asimismo, cabe recordar que en este sector se hallaba la cárcel pública. y donde aquel
memorable 25 de mayo de 1809, fue hecho provisionalmente preso el protomártir patriota Dr.
Jaime Zudáñez. Es más, cual un acto simbólico de reivindicación popular, el mismo habría
sido después sistemáticamente destruido; a partir precisamente del primer estallido revolucio-
nario americano contra la real corona e históricamente lanzado en Chuquisaca.
El Dr. José María de la Llosa, plantea adquirir además la mitad de aquel terreno baldío anexo
al solar y, obviamente, incluyendo “con su frente hacia la calle, para proceder allí a adornar
la Ciudad con la construcción de Edificios”. Según los peritos en planificaciones urbanas de
esa época, indican que el solar cuenta con “treinta varas de frente a la Casa de Minas” (casa
solariega ubicada en plena esquina Bolívar-Grau); hoy aún conserva vistosas puertas, ventanas
y balcones prolijamente tallados, casona llamada también de las “Señoras Minas (de Potosí)”,
y donde al parecer funcionaba una sucursal financiera del emporio minero de la Villa Imperial.
De acuerdo al detalle formalmente expuesto por el reconocido tasador Francisco de Paula Sanz
(ratificando las “treinta varas de frente y setenta de fondo), el aludido solar originalmente con-
taba además:
“Con arquería de adobes entre la dicha huerta, las paredes del cerco de adobe calza-
das de una y otra calle, la dicha perebrena con tres arcos más cuatro pilastras de cal y
El 22 de mayo de 1832, se decide ejecutar en aquel solar y huerta otra tasación aún más prolija
(a cargo de José Isidoro Patzi), ratificándose su dimensión total de 35 x 70 varas y especificán-
dose algunas tipologías arquitectónicas del derruido edificio que, textualmente reza:
“EL BUQUE de ciento vinco varas, un PUENTE en el primer patio, las paredes de sus
SALONES rajadas, los cimientos de piedra con un retazo de 18 varas de cal y piedra, 16
tijeras de madera de pino, 27 tirantes de la misma madera, y entre ellas algunas de cedro
que son las que tiene la antigua Presidencia (refiriéndose al edificio anexo de la Real
Audiencia de Charcas y actual Universidad Andina “Simón Bolívar”), sus tumbadillos
con medio centenar de tablitas cortadas, ocho mulas de caña e inservibles del techo, dos
mil quinientas tejas que pueden aprovecharse útiles. Finalmente, sus ARCOS DE CAL Y
PIEDRA que por necesidad se han de deshacer y que el trabajo ha de costar mucho más
que la piedra…”
“No hay vivienda que pueda habitarse por su estado ruinoso y que por fuerza se hade deshacer
todo para edificar de nuevo”. (ANB: TCN Nº 663, fs. 421 – 421 v).
En los predios de esta institución colonial, los patriotas de Charcas verían por conveniente (a
partir de los primeros meses del año 1825), como homenaje simbólico al nacimiento de la nue-
va patria, la instalación de las dos cabezas del Poder Judicial Boliviano, vale decir que el año
1838 en dicho edificio continuaría funcionando la Excelentísima Corte Suprema de Justicia de
la Nación y, paralelamente, la Corte Superior del Distrito de Chuquisaca.
La casona que cobijaba a la Real Audiencia, por los hechos acaecidos la noche del 25 de mayo
de 1809, pasaría a convertirse en símbolo y monumento histórico. En memoria precisamente
de ese trascendental hecho revolucionario, una vez consolidado el nuevo estado boliviano, la
arteria donde se ubicaba la casona, se vino en denominar “CALLE DEL 25”.
Sin embargo, debido al inexorable transcurrir del tiempo, se olvidarían de aquella denomina-
ción simbólica. Tal parece que pudo más la presencia del edificio y la tradición que mantenía
inalterable el recuerdo de la institución más importante de la colonia, por lo que después dicha
arteria recobraría su original nominación de “Calle de la Audiencia”.
CARACTERIZACIÓN
GÉNEROS Y FLUJOS OTROS
DE SUS ESPACIOS
FUNCIONALES “AVALÚOS” TÉCNICOS
ARQUITECTÓNICOS
• “Su local Edificio/Edificio “Casona que compone en cua- Más 50 varas de frente y 65
con piso enladrillado. dro un buque de 115 varas”. de fondo.
• “La Puerta de calle”, con “De dos manos”/con gorrones Laterales del portón-pared de
arco umbralado y marco do- de hierro y bronce en los qui- cal y ladrillo.
ble. cios… Largo 1 vara/Ancho ½ vara.
• -Cimientos de piedra. “calicanto de piedra labrada”. Pared de cal y ladrillo.
• Portada; “grande bajo de Con pared “doble que abra- No especifican más.
Alar”. za”. 7 vigas y 7 taloneras de cedro
• “Saliente”; en tres piezas. Piedra labrada. “todo perfilado” y moldura-
• Saguán; “bajo de alto”. De seis huecos de tablazón do.
• “Un poyo con cubierta de con cenefas (orla u orilla que De cal y ladrillo.
ladrillo. bordea). “Los huecos con magué
• -Cuarto anexa al zaguán y Con arco interior/alto sobre trenzado”.
con ventanas a la calle. calicanto. “Todo moturado y perfilado”.
• “Un corredor al patio con “De cinco huecos”; techo con Con “saliente” de piedra.
entre-cielo”. 6 vigas de cedro perfiladas. “y sus respectivas bases y
• Nueve arcos anchos. “De 31 huecos de tablazón, cornisas”.
• “Postin en el costado” cenejas y 32 vigas con sus ta- 3 varas largo x ½ de alto.
• “Sala de la Academia”; al loneras de cedro”. “(de 17 vigas), tumbado
extremo derecho (con “ala- De cal y ladrillo ---- raso” con taloneras y cenefas.
cenas en su interior”). “Con un desportillo conside- “Mabos de medio punto de
• Dos ventanas a la calle; rable”. cal y ladrillo”.
“de 2 manos de tablero a la “Bajo de los mismos altos”/ Con 5 huecos, magué trenza-
moda”. de 16 huecos con tablazón y do, 6 vigas de cedro y tumba-
• Otra “salita” (Al lado iz- magué trenzado. do raso.
quierdo del mismo corre- “Pintado al oleo, con rejas de 7 huecos de tumbado de
dor); Secretaría de la Corte fierro”. Otra ventana pequeña tablazón, inclusas las “dos
Superior de Justicia. al patio. medias estrellas” de las cabe-
• “Sala de la Corte Superior “Bajo el mismo girón de las ceras. Cabe hacer notar que
de Justicia” la continuación altos”; más un saliente de dos las salas interiores también
de la Secretaría), en la mis- piedras labradas. tenían vista panorámica libre
ma prolongación, dos corre- 4 pares de tirantes endosados hacia su extensa huerta….
dor. Más tres ventanas con y moldurados cada partido ta- Seis huecos de tablazón siete
rejas de fierro; una mediana llado y perfilado. Con cenefas vigas y “buenas de cedro”,
a la calle y dos al patio… de cedro. Dos puertas a la ca- más puertas y ventanas simi-
• “Una salita”, (al frente del becera pintadas al temple y de lares a las anteriores.
portón principal y ubicada tablero tallado de una mano…
“bajo los altos” (del ahora “El alár de toda su vereda al
Rectorado de la UASB); de patio, con las paredes dobles
pisos impecablemente enla- de cal y ladrillo; sobre ci-
drillados. mientos sólidos.
CARACTERIZACIÓN
GÉNEROS Y FLUJOS OTROS
DE SUS ESPACIOS
FUNCIONALES “AVALÚOS” TÉCNICOS
ARQUITECTÓNICOS
• La grada anexa al corredor • De piedra labrada, aunque • Peldaños “que suben hasta
(con puerta de dos manos) y con algunos “desportillos”. el primer descanso”.
de doce pasos.. • De veinte huecos y techo de • 24 tirantes y 19 “medias ti-
• --Su “entrada umbralada al caña. jeras”.
corredor”. • Y, “paramentado de cal y la- • Pilares de madera cedro.
• “Diez pilares de Madera” drillo”. • 7 tijeras y 7 tirantes con
• “Una Sala sobre la referida • De 8 huecos, techo de ma- “maderaje de cedro desnu-
de Academia” (Hoy Salón guey partido y “rango um- do”.
de Actos de la UASB). bralado para la puerta”. • Puerta de una mano y piso
• Otra Sala contigua (hacia el • De 4 huecos, techo y made- enladrillado.
ángulo izquierdo) raje con idénticas materia- • Incluyéndose 8 tirantes y 8
• “Ultima Sala” (Ahora el les. tijeras de cedro. Piso enla-
Rectorado; frente del 1er. • De 10 huecos; “techo de drillado “puerta de dos ma-
Salón); con pared entera cunqo sobre costillas de nos doble y forrada de table-
de mojinete en indivisión y maguey”. Más sus ventanas ro antiguo”.
umbralada”. de “dos manos tallada y ba-
laustrada de ½ cuerpo”.
Cabe resaltar que poco antes a la presente tasación, se había presentado un personaje notoria-
mente interesado para adjudicarse con aquel imponente monumento patrimonial. Se trataba del
ciudadano Mariano Domingo de Gumucio (“vecino de esta Capital”, reza el documento), de
profesión Azoguero en Aullagas y Maragua de la provincia Chayanta. Quien, en su calidad de
empresario minero solvente, se dirige al Prefecto del Departamento de Chuquisaca ofreciendo
cancelar por el antiguo edificio central de la Real Audiencia de Charcas, la apreciable suma de
cinco mil pesos; dos mil al contado y el resto “por armadas de a mil pagaderos en cuatro me-
ses”, con llave puesto en puerta. Poniendo como condición además, la inclusión en el contrato
de venta de “todas las vidrieras que están en la Salas de la Corte Suprema y Tribunal de Alza-
das”. Asimismo, solicita la dotación (por parte del Juez de Aguas), la provisión de media paja
del líquido elemento, dos pajas de agua “en lugares distintos de ella” (ANB: Nº 975, fs. 565).
Lamentablemente, no se logró conocer el desenlace final sobre esta interesante propuesta legal.
En el presente informe, hacen referencia a la existencia de una cañería con su propia pileta y
“que viene desde el compacto de la calle, más otro PILÓN del cual fluiría “una paja de agua”.
La puerta bilateral dividía el patio con el “canchón” mediante un corredorcito bandada de teja”
(instaladas ahí además “letrinas de cinco asientos en tablazón”), dicho portón de ingreso estaba
confeccionado de “dos manos, ancha y grande, con clavazón y cabezas o escudos de fierro”.
Añadiéndose también a la estructura rústica de la calle Audiencia “totalmente empedrada y sus
veredas con loza de piedra ordinaria; entiéndase por “común o tradicional”. Igualmente el
piso del patio solía lucir ese consabido enlosetado colonial. Antes de cerrar la empírica “Partida
de tasación” oficial, sus responsables tiene a bien adjuntar los ítems considerados “Vidrieras
de la Casa” o vidrios de sus ventanas de diversas dimensiones que ya fueron oportunamente
descritas en el presente cuadro. (ANB: TNC Nº 548 – 548 v; 549 – 549v; 550 – 550v y 551).
El presente trabajo, como cualquier otro aporte dentro ese gigante tablero o “rompecabezas de
la memoria larga” -y aún por complementarse-, ha intentado cubrir ese gran vacío que señalaran
los especialistas en relación a la historiografía de las primeras restauraciones arquitectónicas
de Sucre después de las acciones bélicas de la independencia. Reparaciones llevadas a cabo -a
falta de arquitectos e ingenieros- por funcionarios que mostraron gran responsabilidad, capaci-
dad e ingenio.
Aquellas joyas documentales que forman parte del acervo archivístico nacional y que minu-
ciosamente se revisaron en la ABNB, por primera vez se presentan en la obra con “lujo de
detalles”. Es el caso del escrupuloso inventario sobre los “dos ex -inmuebles” perteneciente a
la Real Audiencia de Charcas. Capítulo, sin duda, inédito dentro el contexto temático investi-
gativo arquitectónico.
Sumándose otros documentos valiosos que permitieron proseguir con el análisis de los diversos
procesos de restauración en el área central urbana capitalina, como son los casos de la tricen-
tenaria “Universidad de Charcas”; recinto que, a decir verdad, no sufrió modificación arqui-
tectónica alguna y la restauración de los ambientes de la CASA DE LA LIBERTAD que, de
igual manera, fueron rehabilitados con el mayor esmero, justo para el magno evento patriótico
e histórico del 6 de Agosto de 1825, en oportunidad de la FIRMA DEL ACTA DE LA INDE-
PENDENCIA DE BOLIVIA.
Citar igualmente las restauraciones del ex Palacio Arzobispal que cuenta con su “propia histo-
ria” hasta hoy totalmente desconocida. Asimismo, las descripciones de las demás obras civiles
de gran envergadura como la del hospital de Santa Bárbara; el ex Convento de Santo Domingo,
el histórico cuartel de San Francisco, al cual se hace referencia aunque fugazmente a través de
una graficación con carácter artesanal al hallarse anexada al Mercado Central o antiguo “Tam-
bo de la Independencia”; así como el ilustrativo plano correspondiente al ex Convento de San
Agustín, el cual sería remodelado para un nuevo centro de abasto público denominado “Tambo
de Socabaya”.
Sin omitir el interesante emprendimiento de los “Baños de Talula”, balneario de medicina natu-
ral que hoy convendría “replantear” como proyecto de desarrollo etno-ecoturístico, en coordi-
nación con el municipio y los Ayllus Originarios de Quila-Quila.
Bajo estricto criterio de análisis del real movimiento económico y socio-urbanístico que se
experimentó en aquella época, se vio por conveniente incluir algunos otros emprendimientos u
obras de beneficencia pública que en su momento jugaron un papel preponderante durante los
albores republicanos dentro la sociedad capitalina en general: tal es el caso de las “Canchas de
Abasto” en el sector de Curipata y del Prado. Luego se hace mención especial a las “pirámides
gemelas” que existían en dos áreas verdes, vale decir, la actual pirámide de la Plaza Libertad y,
la otra ya extinguida, en los predios del Prado o Parque Simón Bolívar.
Por todo lo expuesto, queda tan solo destacar la extraordinaria labor que viene desarrollan-
do acertadamente el PRAHS por la preservación del patrimonio arquitectónico capitalino, en
coordinación directa con la Honorable H. Alcaldía Municipal de Sucre. Que el presente libro
coadyuve esa invalorable gestión institucional y que respalde hacia el futuro otros emprendi-
mientos editoriales.
2. CAPÍTULO HISTORIA AGUA.- Extractos del libro inédito de Claudio Andrade P. e intitu-
lado: Por las vertientes del “Divortium Acuario” en Chuquisaca y Nuevas Rutas Etno –eco-
turísticas.
3. SUCRE (1825 -1845): RELACIÓN GENERAL.- Con bibliografía básica de consulta com-
plementaria;
-- Rúa de Tirado, María del Carmen (más Joaquín Loayza y Ruth Valderrama). SUCRE A
TRAVÉS DE SUS PLANOS 1639 – 2010, Centro Bibliográfico Documental e Histórico
USFXCH, 1992, Imp. Universitaria, 1º Ed., p. 131
-- Archivo Nacional de Bolivia (ANB) Fondo Documental y Signatura del Tribunal Nacio-
nal de Cuentas -- TNC. Serie que contiene los libros de contabilidad y comprobantes
provenientes del tesoro público a nivel nacional (durante el siglo XIX), con un total de
15.000.- ejemplares.
-- Fondo y Signatura.- ANB: Sección Minas, Tomo 54, Nº 11, fs. de 1 a 13 vuelta.
-- Expediente.- Juicio criminal contra los hermanos insurgentes Yáñes de Montenegro 1812
– 1814.
-- Expediente.- “Cuenta documentada de la Refacción del retejo del Cuartel de San Fran-
cisco”. Ver fs. de 188 a 203 inclusive.
-- Fondo y Signatura.- ANB: TNC Nº 890; Chuquisaca 23 / Marzo / 1835. Ver PLANO en
fs. 2089.
-- Reglamento.- “Artículos y reglamentos para las Casas de Abasto de esta Ciudad dado por
el Concejo Municipal”. Remitirse al expediente anterior e impreso en dos fojas.
-- Expediente.- “Cuenta que presenta esta Intendencia de Policía del costo de una Bandera
que se fijó en la Plaza de la Victoria y el Cóndor”. Ver fs. 1654.
-- Expediente.- “Presupuesto que se forma para la Redfacción del Palacio de Gobierno por
orden de su Gobernador el Prefecto”. Ver fs. 2079-2079v y 2080.
-- Expediente.- “Razón en la que se constan las varias cantidades de ingresos y gastos he-
chos en las obras del Hospital de San Juan de Dios durante los Años 1833, 1834 y 1835”.
Ver fs. a partir de 1452 hasta 1959 (Más de un centenar de folios).
-- Expediente.- “Informe del Director del Hospital de Santa Bárbara y la “Junta de Sanidad”
sobre los nuevos emprendimientos u obras arquitectónicas a ejecutarse. Ver fs. 1-1v; 2-2v
y 3-3v.(Plano a colores).