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Para Elisa o también llamado Para Teresa (Therese) WoO 59 (Für Elise o Für Therese, en alemán)

es una bagatela para piano solo, compuesta en la menor por el compositor alemán Ludwig van
Beethoven. Es una de las obras más conocidas del compositor.123 La pieza fue publicada por
primera vez en 1867 en una transcripción de Ludwig Nohl, supuestamente basada en un manuscrito
autógrafo de cuya existencia no existe prueba alguna. El musicólogo y pianista Luca Chiantoreha
demostrado en su monografía Beethoven al piano (Barcelona, 2010) que existen pruebas suficientes
como para afirmar que Beethoven no fue quien dio la forma definitiva a esta obra, y que Ludwig Nohl
se basó, en realidad, en los esbozos del conocido manuscrito 116 de la Beethoven Haus.4

Origen del nombre[editar]

Elisabeth Röckel, 1814

Según una antigua teoría de Max Ünger, la pieza debería su popular nombre a la confusión de
Ludwig Nohl a la hora de transcribir el manuscrito original. Debido a la mala legibilidad de la
dedicatoria, donde parecía estar escrito «Elise» debe leerse, en realidad, «Therese». Así, la
bagatela en realidad es «Para Teresa» («Für Therese»).5 Therese podría ser Therese Malfatti von
Rohrenbach zu Dezza (1792–1851), una joven alumna de Beethoven a la que se declaró en 1810
pero ella se casó con un noble y funcionario estatal austriaco, Wilhelm von Droßdik en 1816.6 Klaus
Martin Kopitz apunta la posibilidad de que Elisa fuera Elisabeth Röckel (1793–1883),
una soprano alemana y hermana de Joseph August Röckel.7

El vuelo del moscardón


(conocido también como "El vuelo del abejorro", título original en ruso, Полёт шмеля, Poliot
shmelyá) es un interludio orquestal escrito por Nikolái Rimski-Kórsakov para su ópera El cuento del
zar Saltán, compuesto entre 1899 y 1900. La pieza cierra el Acto III, Cuadro I, justo después de que
el Ave-Cisne mágico le da al príncipe Gvidón Saltánovich (el hijo del Zar) instrucciones de
cómo transformarse en un insecto, entonces puede volar para visitar a su padre, quien no sabe que
él sigue vivo. Aunque en la ópera el Ave-Cisne canta durante la primera parte del "Vuelo", su línea
vocal es melódicamente desenvuelta y fácilmente omitida; este hecho, combinado con el hecho de
que el número decisivamente cierra la escena, crea una fácil extracción que hace posible la pieza
orquestal.

Vista general[editar]
Aquí está el texto de la escena en la que el Ave-Cisne canta durante esta pieza:
Aunque el "Vuelo" no tiene un título en la partitura de la ópera, su común traducción en muchos
idiomas proviene del título en ruso (Полёт шмеля = El vuelo del Abejorro). Por cierto, esta pieza no
constituye uno de los movimientos de la suite para orquesta que el compositor derivó de la ópera
para los conciertos.
Quienes están familiarizados con la ópera del Zar Saltán pueden reconocer dos leitmotivs usados en
el Vuelo, los cuales están asociados con el Príncipe de Gvidón anteriores en la ópera. Aquí se ilustra
la notación musical (en inglés):

Historia[editar]
Contexto[editar]
No iríamos muy lejos en el análisis de las obras de arte si nos atenemos a lo que sus autores han dicho o
incluso han creído hacer.
Claude Lévi-Strauss, a propósito del Boléro.3

El año 1928 fue un buen momento para la música contemporánea, ya que vio el nacimiento de
obras maestras como el Cuarteto de cuerda n.º 4 de Bartók; el Cuarteto de cuerda n.º 2 de Janáček;
el Concierto para clarinete de Nielsen; la Sinfonía n.º 3 de Prokófiev; las Variaciones para
orquesta de Schönberg; y Die Dreigroschenoper («La ópera de tres peniques») de Kurt Weill. Otras
composiciones relevantes vieron la luz en Rusia, donde Mosólov finalizaba La fundición de
acero y Shostakóvich la ópera La nariz y Tahiti Trot. En la Europa meridional, Respighi componía
en Italia la Feste romane, mientras que en España, Joaquín Turina acababa las Evocaciones, opus
46 para piano.
En Francia, Honegger había compuesto Rugby; Martinů Le Jazz; Messiaen La banquet
eucharistique; Milhaud, la ópera Christophe Colomb. En la temporada parisina, Stravinski estrenó
dos nuevos ballets: Apolo Musageta, el 12 de junio con los Ballets Russes, y Le baiser de la fée (El
beso del hada), con su «rival», «Les Ballets Ida Rubinstein», el 27 de noviembre de 1928.4
Ravel ese año solo había compuesto Le Boléro, una de sus últimas obras escritas antes de que una
extraña enfermedad le condenase al silencio.5 Al año siguiente, el mundo sufriría una crisis
económica —el crac de 1929— pero eso a Ravel, en el apogeo de su fama, le afectaría poco, y
seguiría componiendo todavía algunas obras importantes, como el Concierto para la mano
izquierda (1929-30), para el pianista manco Paul Wittgenstein, el Concierto en sol mayor (1929-31) y
las tres canciones de Don Quijote y Dulcinea (1932-33).

Concepción[editar]
¿Mi obra maestra? ¡El Boléro, por supuesto! Por desgracia, está vacío de música.
Maurice Ravel.6
Vista de la ciudad de Córdoba. De la Rapsodie espagnole a la Alborada del gracioso, la luz y el calor del sur de
España fueron para Ravel una fuente inestimable de inspiración, cuyo más célebre exponente es el Boléro.

La historia del Boléro se remonta a 1927. Ravel, cuya reputación superaba ya las fronteras de
Francia, acababa de terminar su Sonata para violín y piano y había firmado el contrato más
importante de su vida para realizar una gira de conciertos de cuatro meses en los Estados
Unidos y Canadá. Esa gira le encumbraría definitivamente y en ella fue recibido como un gran
artista, actuando en 25 ciudades, unas veces como pianista, otras como acompañante al piano y,
otras, al frente de la orquesta.7 Poco antes de partir, la empresaria y bailarina rusa Ida Rubinstein, le
encargó que compusiera un «ballet de carácter español» que ella misma, con cuarenta y dos años,
contaba representar con su propia compañía, «Les Ballets Ida Rubinstein».

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