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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación y lenguaje

Carrera Comunicación social

Materia: Historia de la comunicación de masas

Britanny Betancourt
Mateo Pedraza
Nicolás Ulloa

18 de Marzo 2013

Relatoría No. 8
Parcial
Análisis de la psicología de las masas según Gustave Le Bon y según Sigmund
Freud

Síntesis temática

En el siglo XIX la muchedumbre se hace visible en la ciudad. Con la proliferación


de las ideologías anarquistas y comunistas, los movimientos populares empiezan
a moldearse y a estructurarse, en consecuencia, se originan los levantamientos
populares de 1848, y más tarde, el levantamiento de 1871, cuando los
movimientos populares se toman París. Por el contrario a estos levantamientos, se
empieza a idear un discurso desde los olimpos del poder para deslegitimar y
criminalizar los movimientos masivos obreros y populares. El abogado Spicio
Sighele es el primero en criminalizar a las masas populares con la publicación de
su libro “Las muchedumbres criminales”. En el prólogo de éste, Sighele manifiesta
lo siguiente: El estudio de los delitos de la muchedumbre es, en efecto, muy
interesante, sobre todo en estas postrimerías del siglo, durante las cuales las
violencias colectivas de la plebe—desde la huelga de los obreros hasta las
sublevaciones públicas—no escasean. Parece como que de cuando en cuando
quiere aquélla satisfacer, por medio de un delito, todos los resentimientos que han
acumulado sobre ella los dolores y las injusticias que sufre (Sighele; 1910). En
este escrito, el autor, no solo criminaliza a la masa sino que le otorga un tinte
psicológico, el cual, más tarde Gustave Le Bon le otorgará un toque patológico. En
efecto, tenemos una masa criminal y enferma, que amenaza con destruir el orden
civilizado.

No obstante, Le Bon en su análisis de las muchedumbres, también va a aportar


nuevos conceptos a la psicología de las multitudes, de suma importancia, los
cuales, más adelante, van a ser imprescindibles pilares de los dos paradigmas
principales de la psicología moderna, conceptos que explicaremos a continuación.
En primera instancia, Le Bon descubre en la masa un elemento instintivo, un
automatismo, cuyo efecto solo es observable en las aglomeraciones de gente. En
segunda instancia, nuestro autor plantea que la conducta humana, y animal en
general, es predecible a partir de la lógica de “estímulo-respuesta”. Más tarde, el
psicoanálisis va a dedicar a la idea del inconsciente un estudio más concienzudo,
y el conductismo a la idea de estímulo-respuesta.

Pero es la primera idea la que nos interesa, aquella del inconsciente, es ésta la
que el controversial Sigmund Freud prestará atención. Al plantear la idea del
inconsciente, Le Bon lo hace desde una mirada netamente biológica, un
inconsciente de los instintos primarios del hombre, el cual dota a éste de un
salvajismo animal, como el que compone la masa. No obstante, Freud, a pesar de
desarrollar muchos de los principios psicológicos en la biología, y de creer que el
complejo de Edipo era algo biológico propio y universal del ser humano, plantea
un inconsciente con propiedades metafísicas, es decir, plantea una
metapsicología, idea contraria a la de Le Bon. De igual manera, le otorga al
inconsciente humano numerosas funciones que van más allá del simple salvajismo
colectivo del que habla Le Bon. En otras palabras, lo que va a hacer el padre del
psicoanálisis es rescatar ciertas ideas de Le Bon y elaborarlas más a fondo, ideas
como el tipo de masas (homogéneas y heterogéneas), sus cualidades y
características (sectas, clases sociales, castas, etc.) y especialmente como el
inconsciente influye en el comportamiento de aquellas. Freud va a complementar
dichas ideas con su teoría de la estructura de la mente humana y va a plantear
que el inconsciente se construye de adentro hacia afuera, tesis que explicaremos
a continuación.

Problematización

Freud plantea que los deseos primarios del ser humano son sexuales, y que las
primeras experiencias eróticas del niño son a través de la libido oral, con la madre,
al mamar de su seno. Asimismo, el infante desarrolla dos relaciones básicas que
van a marcar los pilares de su personalidad de por vida. Por un lado establece una
fijación sexual hacia el objeto materno, y por el otro en una primera instancia, una
admiración por el padre, luego, dicha admiración se convierte en identificación. El
niño quiere ser como su padre, lo imita en la forma como camina y en sus
expresiones corporales, u otros aspectos. Más tarde, el chico ve al padre como un
rival sexual, un obstáculo que le impide estar junto a la madre, es entonces
cuando la libido sufre una regresión y a través del principio de sustitución, el niño
introyecta de manera simbólica a la figura paterna. Él quiere ser su padre, quiere
suplantarlo y tener el acto sexual con la madre, quiere cometer parricidio, ahí
tenemos completo el complejo de Edipo.

Debido a la censura cultural del incesto y de la culpa por el deseo de cometer


parricidio, el niño al crecer, reprime dichos deseos incestuosos, y transfiere su
fijación en el objeto materno hacia las niñas de su misma edad, es decir, la libido
sigue su adaptación continua dentro del ambiente social impuesto. Sin embargo,
muchas veces, por no decir la gran mayoría, la ruptura saludable de dicho lazo
afectivo con la madre no es posible debido a múltiples factores, (que no podemos
explicar a fondo en este texto) los cuales Freud va a llamar neurosis. En efecto, la
persona ya en una etapa más madura de su vida, al verse enfrentado
(inconscientemente) ante este dilema moral ambivalente donde a nivel
inconsciente aún desea sexualmente a su madre y matar a su padre, y en
contraparte, su lado consciente piensa que enfermos y aberrantes dichos deseos,
su libido va a sufrir, lo que nuestro autor va a denominar, una regresión. La
regresión es una sobre carga libidinosa que crea una ruptura en la personalidad, y
por ende, en la vida del sujeto, en otros términos, el individuo va a tener un
desnivel entre su vida emocional y amorosa, y su vida profesional y demás
situaciones sociales cotidianas, puesto que, la sociedad va a exigirle cumplir con
una serie de estatutos y de conductas propias de su edad para poder sobrevivir
dentro de ésta a medida que avanza el tiempo progresivamente.

Con base en esto, Freud va a desarrollar todo su estudio de la psicología social, y


como dijimos anteriormente, va a suponer que la formación de la estructura
inconsciente se construye de adentro hacia afuera. En otras palabras, va a
otorgarle a la libido y a la psique humana un papel dominante ante la cultura, y las
formaciones sociales. Por ejemplo, va a decir que el capitalismo es el efecto de la
regresión de la libido al estadio anal, entre otras cosas. Es decir va a supeditar la
cultura y lo social a los complejos y las neurosis de la mente humana, toda la
formación inconsciente que se constituye a través del complejo de Edipo en la
primera infancia va a ser, para el padre del psicoanálisis, la razón por la cual se
van a formar diferentes grupos sociales, religiones, instituciones sociales, odios y
guerras, y también masas, todas aquellas que Le Bon tipifica y caracteriza.

El parricidio y la figura del padre castrante van a constituir, en el psicoanálisis de


masas, representaciones inconscientes fundamentales en la formación de las
instituciones y de grupos políticos. En primera instancia, los discípulos y
partidarios de Freud, estudiosos de la psicología social y la sociología van a
formular lo siguiente: La familia es una institución natural donde se da la
transmisión de valores generacionalmente, por lo tanto, es una institución
conservadora, pero también es un espacio donde se generan lazos afectivos y
donde el niño tiene las primeras relaciones con otros seres humanos. Entonces, si
la familia es la institución social por excelencia, la cual está cohesionada por sus
lazos afectivos, es la libido la formadora de las instituciones sociales, esto nos
lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo puede la libido formar las instituciones
sociales si necesita de éstas mismas para desexualizarse? La respuesta a dicha
pregunta –van a descubrir- es que la libido logra desexualizarse a través del
parricidio.

Así, tenemos que los procesos psíquicos ayudan a entender el origen de las
instituciones sociales. Sin embargo, no siempre se encuentra una misma teoría del
origen de ciertas instituciones. En algunos casos se le atribuyen al trauma del
nacimiento (que descubre Otto Rank), el complejo de Edipo, el narcisismo, y en el
caso de algunos grupos y movimientos políticos, a la idea del sadismo y del
sadomasoquismo. Por ejemplo, los dogmas religiosos nacen de la gran necesidad
inconsciente que impulsa al enfermo a romperlos, más no lo hace, y a través de su
fe devota intenta esconder dicha necesidad. También, dentro de las
organizaciones religiosas se puede ver la formación de la masa, dentro de la cual
-explica Freud-, cada individuo se siente identificado con su líder (Dios, todos
quieren llegar al cielo para estar junto a él) y se aman unos a los otros por el
padecimiento de la misma condición (todos son amados de igual manera por el
Señor). En segunda instancia, Dios representa la figura del padre, en la Sagrada
Biblia podemos ver un Dios vengador y temerario, este es el símbolo del padre
castrador que es producto de la imaginería de las masas, debido no solo al miedo
a la castración, sino también a la culpabilidad no superada por la muerte del
padre.

Más tarde, Wilhelm Reich –psicoanalista marxista- en su libro “psicoanálisis de las


masas del fascismo” escribe que el régimen nazi tuvo tal acogida debido al
carácter masoquista de la masa, un sentimiento de culpabilidad (por el parricidio).
Y como a quien le gusta sufrir le gusta ver sufrir, era de esperarse que los nazis
proyectaran todo ese odio reprimido hacia el padre y lo desviaran hacia otro grupo,
los judíos, los cuales Hitler culpó por todas las desgracias que había tenido que
vivir el pueblo alemán hasta entonces. Tenemos así, la figura de Hitler y de
Mussolini como aquellas del padre sadista y castrador, los cuales mueven a las
masas por su sentimiento de culpa, sentimiento que los lleva a creer ser
merecedores del sufrimiento, y más tarde, de ver reflejado ese sufrimiento sobre el
resto de la humanidad.

Por último, estas teorías desataron otra serie de teorías que planteaban que las
guerras entre naciones eran proyecciones del odio hacia el aspecto oscuro del
padre. Que era una forma desviada de la libido de manifestar el instinto de muerte
y el deseo del parricidio, razón por la cual se manifestaba contra el “otro”, ya que
la patria era la representación de la familia, de lo propio. Según estas ideas, la
guerra era una orgía sadista, una forma pasional de liberar ese odio hacia el
padre, donde los submarinos y los aviones eran representaciones fálicas, y los
ejércitos se enfrentaban por la disputa del amor de la “madre patria” y otras
ocurrencias por el estilo. Todas estas teorías que parten de la noción que el
inconsciente se forma de dentro hacia afuera y que la realidad social no es más
que la proyección de los complejos y las neurosis psíquicas individuales, van a ser
replanteadas por sociólogos, antropólogos y psicoanalistas marxistas, cosa que
explicaremos a continuación.

Contextualización bibliográfica

A los Marxistas, en especial al psicoanalista Eric Fromm, les atrae la teoría de


Freud, ya que explica el capitalismo como una regresión psicológica de la libido,
pero al hacer un estudio concienzudo acerca de ésta, difieren ampliamente con la
idea que la libido moldea las formas culturales y sociales, es la libido la que se
adapta a las condiciones sociales de la época, y no al contrario. Es decir,
volviendo al ejemplo del capitalismo, la libido anal no es la causa primaria por la
cual se forma dicho sistema económico, sino que es a partir de las condiciones
sociales y económicas del periodo histórico que surge el capitalismo, y es este, el
que causa el efecto de regresión a la libido anal, en otros términos, el capitalismo
es la causa y el retorno a la libido oral es el efecto.
Asimismo, la terapia grupal va a demostrar que un individuo enfermo puede ser
curado por un grupo sano. También, –desde la antropología- que la cultura puede
producir individuos enfermos, locos, esquizofrénicos o sujetos completamente
lúcidos y sanos mentalmente.

De igual manera, dicha afirmación de Freud causa gran conmoción en la


antropología social británica, Bronislaw Malinowski responde a Freud y dice: “El
hombre se distingue del animal, ya que sus instintos son plásticos y maleables, y
se moldean a través de la cultura y patrones sociales impuestos.” Más tarde,
Malinowski publica el libro “Psicoanálisis de los Trobriandeses” (o psicoanálisis del
hombre primitivo, depende de la editorial), en este estudio Malinowski demuestra
que el complejo de Edipo no existe en una sociedad matrilineal como la de los
Trobriandeses, y desmitifica la idea biologista de Freud acerca del complejo de
Edipo, poniendo en evidencia que dicho complejo es un fenómeno social, propio
del hombre moderno.
Al igual que con el ejemplo anteriormente mencionado del fascismo, estas nuevas
perspectivas argumentan que no se le puede atribuir todas las formaciones
sociales a los procesos psíquicos y a las relaciones libidinosas, hay que tener en
cuenta que los hechos sociales y las circunstancias que en ellos se erigen tienen
primero unas necesidades según el contexto histórico y las relaciones dinámicas
entre los grupos, y que es a partir de dichos factores que ocurren los cambios
sociales y surgen las instituciones, la libido y los procesos psíquicos se amoldan a
dichas circunstancias y no al contrario como lo planteaba Freud.

Esto no quiere decir que la teoría Freudiana del psicoanálisis quede desmeritada
en su totalidad, por el contrario, las bases que brindó Freud al psicoanálisis fueron
inmensas, lo cual no quiere decir que no se deban cambiar ciertas instancias y
conceptos. Al igual que la constitución de cualquier otro paradigma, es su
naturaleza ser cuestionado y renovado, pues es ahí, en la reflexión y el
surgimiento de nuevas ideas y conceptos, que dichos esquemas se fortalecen.

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