Fascículo 7

Iniciación eucarística

~NUEVOJ<i.--l
ARQUIDIÓCESIS DE BOGOTÁ
~RUMBO/ )
HOY SAliMOS TESTIGOS DE LA MISERICORDIA
© Arquidiócesis de Bogotá, 2017
Plan de evangelización

Iniciación eucarística

Primera edición:
Junio de 2017

Ilustración carátula:
Kommunion (Comunión)
Autor: Sieger Koder

Equipo de iniciación cristiana Arquidiócesis de Bogotá:

Daniela Joya Valbuena
Ingrid Johana Otálora González
Manuel José Jiménez R. Pbro.

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Bogotá, Colombia

Za formación eucarística de los
niños es uno de los acontecimientos cristianos
que tienen un profundo significado social, fa-
miliar y eclesial.
Es una realidad que nuestra práctica pasto-
ral en este sentido ha mejorado respecto a
tiempos pasados. La catequesis de los niños
se hace más sistemática y prolongada, bus-
cando también integrar a las familias y demás
miembros de la comunidad parroquial. Exis-
ten igualmente muchos esfuerzos orientados
a brindar un acompañamiento al niño y a sus
familias después de celebrado el sacramento.
Pero a la vez, es un hecho que este momento
pastoral genera entre nosotros gran cantidad
de interrogantes, tensiones y problemas. Nos
cuestiona profu nda mente la consta ncia y la
continuidad de los niños después de haber re-
cibido el sacramento, la participación de las
D?
fIJ
n
ñ'
e
O-
••••
familias y el fuerte peso social que puede lle-
gar a ahogar el sentido cristiano del mismo.
Para los fines del enfoque catecumenal no se
analiza toda la realidad que implica el Sacra-
mento de la Eucaristía en la vida de la Iglesia.
Solamente, se hará referencia a dos aspectos
íntimamente relacionados que son de vital
importancia para la formación eucarística de
los niños y el acompañamiento de los adultos:
a. como sacramento de iniciación que
representa la culminación del proceso
b. como sacramento de la existencia
cristiana, y por tanto celebrado repe-
tidamente a lo largo de toda la vida,
que está en función del progreso y la
edificación espiritual del cristiano.
119
Arquidiócesis de Bogotá
 Desde estos dos aspectos referidos a la Euca-
ristía, es posible establecer también la relación
Es verdad que la
profunda que existe entre iniciación cristiana
Eucaristía es el desarrollo
y comunión. A este respecto es interesante lo
que afirma el Sínodo de América: "La comu- de lo que empezó el día
nión de vida en la Iglesia se obtiene por los del Bautismo, razón por la
sacramentos de la iniciación cristiana: Bau- cual no podemos aislarla
tismo, Confirmación y Eucaristía. El Bautismo
como un acontecimiento
es la puerta de la vida espiritual: pues por él
nos hacemos miembros de Cristo, y del cuer-
aparte; pero también
po de la Iglesia. Los bautizados, al recibir la es cierto, que tampoco
Confirmación se vinculan más estrechamente podemos considerarla
a la Iglesia, se enriquecen con la fuerza del como la meta y elfinal de
Espíritu Santo, y con ello quedan comprome-
la educación en la fe.
tidos más estrictamente a difundir y defender
la fe, como verdaderos testigos de Cristo,
por la palabra juntamente con las obras. El
proceso de iniciación cristiana se perfecciona Veamos las implicaciones de esta afirmación
y culmina con la recepción de la Eucaristía, para la práctica de la formación eucarística
por la cual el bautizado se inserta plenamente inicial del niño:
en el Cuerpo de Cristo"!
En la catequesis se hace necesario destacar
Esta misma idea, contenida en el Catecismo aquellos signos y textos que hacen ver que la
de la Iglesia Católica- y en el RICA (No 36), Eucaristía pertenece a ese proceso de inicia-
ofrece implicaciones de inmenso valor para la ción que tuvo su comienzo en el Bautismo, de
pastoral de la iniciación eucarística de los ni- modo que ninguno de los tres sacramentos
ños, tanto más si tenemos presente la actual y sus correspondientes formaciones, aparez-
insistencia del Directorio General para la Cate- can como aislados, sino conectados entre sí,
quesis sobre la comunidad como origen, lugar como partes de una única iniciación. Impor-
y meta de la catequesis de iniciación" Esto tante resaltar en este sentido el significado
nos hace no olvidar que la iniciación cristiana más profundo de la iniciación cristiana conte-
se realiza necesariamente por la mediación de nida en los tres sacramentos que conforman
la comunidad eclesial, lo que significa que la el proceso: la inserción y participación en el
iniciación sucede en la Iglesia, por la Iglesia y Misterio Pascual.
para la Iglesia.
La formación eucarística de un niño o de una
niña pertenece a ese camino único, unitario,
1. EA 34.
que se llama iniciación cristiana. Es un proce-
2. cc 1322.
3. DGe 254. so por el cual una persona queda incorporada

120
Arquidiócesis de Bogotá
a la comunidad de Cristo y de su Espíritu.
Un proceso que empezó en el bautismo, que
incluye la confirmación como don del Espíritu
y que culmina con la primera eucaristía, para
luego continuar ya con la vida cristiana en su
ritmo normal.
Es verdad que la Eucaristía es el desarrollo de
lo que empezó el día del Bautismo, razón por
la cual no podemos aislarla como un acon-
tecimiento aparte; pero también es cierto,
que tampoco podemos considerarla como la
meta y el final de la educación en la fe. No
solo porque después venga, según la práctica
habitual entre nosotros, la formación y la ce-
lebración del sacramento de la confirmación,
sino porque ella hace referencia a la comu-
nión eclesial, a la vida en comunidad y a la
Eucaristía en comunidad.
La Eucaristía, como los otros sacramentos de la
iniciación cristiana, son pasos rituales, sacra-
mentales, que incorporan a una persona a la
comunidad eclesial. Por eso la iniciación euca-
rística del niño, además de significar el primer
momento en que se recibe a Cristo presente
en el pan y en el vino, expresa y realiza una
incorporación más completa con la comuni-
dad de creyentes, que es también comunidad
de celebrantes, una comunidad eucarística.
Este principio es básico para cualquier acción
catequística, según la comprensión del actual
Directorio: "por ser iniciación la catequesis
incorpora a la comunidad que vive, celebra y
testimonia la fe'", tanto que, "el acompaña-
miento que ejerce la comunidad en favor del
4. DGC 69.
que se inicia, se transforma en plena integra-
ción del mismo en la comunidad".
~
111
n
-,
Más que ser admitido a la Eucaristía, comul- n
e
O'
gando por primera vez, a lo que es admitido un .•..•
niño es a la comunidad. Esedía, un niño, si bien
es verdad que recibe por primera vez el cuer-
po y la sangre de Cristo, es también admitido e
invitado a la comunión eclesial ya la construc-
ción del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, que
tiene como ritmo de alimento y crecimiento la
Eucaristía, sobre todo la dominical. De lo que
se trata es de entrar en la dinámica de la co-
munión eclesial: no es solo recibir el cuerpo y la
sangre de Cristo, es tomar conciencia de hacer
parte de su cuerpo, que es la Iglesia.
Es interesante, en este sentido, que el Direc-
torio para la Misa con Niños, insista que no se
trata solo de introducir a una Eucaristía mejor
celebrada, sino a una vida cristiana, dentro de
la que se incluye la Eucaristía: "Merece espe-
cial mención la catequesis de los niños que se
preparan para la primera comunión. En ella no
han de aprender solamente las verdades de fe
relativas a la Eucaristía, sino cómo después,
preparados por la penitencia según su propia
capacidad, insertos plenamente en el Cuerpo
de Cristo, puedan tomar parte activa con el
Pueblo de Dios en la Eucaristía, participan-
do de la mesa del Señor y en la comunidad
con los hermanos". Esto obedece a que la
Eucaristía no es solo el rito de comunión. La
Eucaristía es la expresión de la Iglesia entera,
de la pertenencia eclesial, de la participación
en la vida y misión de la Iglesia.
5. DGC 69.
6. DMN 12.
121
Arquidiócesis de Bogotá
 En nuestras catequesis es necesario resaltar
l"o
este aspecto de inserción en la comunidad.
o Una consecuencia sencilla, pero significativa
-;
v
,- de esta visión, consiste en cuidar más el len-
V
!Il
~ guaje con que solemos presentar la iniciación
eucarística de los niños, ya no debe ser tanto
la primera comunión, entendida como la pri-
mera vez que se recibe a Jesús, sino que es
la primera vez que el niño participa en forma
plena con la comunidad cristiana en la cele-
bración eucarística. Aparte de la dimensión
personal, que existe y es importante, y aparte
de la dimensión familiar que tampoco no hay
que descuidar, hay que favorecer sobre todo la
dimensión comunitaria y eclesial de la forma-
ción eucarística inicial.
Aparece claro que no se trata solo o principal-
mente de preparar para la primera comunión,
sino de iniciar en la vida cristiana dentro de
la comunidad. La meta de la catequesis, lo
decíamos antes, no es la primera comunión,
sino la vida cristiana, dentro de la cual la Eu-
caristía es un momento esencial': tampoco se
trata de llevar a los niños a la perfección ya la
madurez, eso será trabajo de toda la vida. Se
trata de introducirlos en el camino cristiano
eucarístico, una vez dentro de él, el ritmo de
la celebración, junto con las otras formas de
educar en la fe, les permitirá perseverar y se-
guir creciendo.
De lo dicho, también aparece claro que la
iniciación eucarística de los niños debe va-
lorarse y entenderse siempre en referencia a
la Eucaristía de la comunidad adulta, como el
7. DMN 55.
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Arquidiócesis de Bogotá
comienzo pedagógico de una iniciación eu-
carística que debe progresar, hasta llegar a la
plena participación consciente y responsable.
Este criterio es fundamental tal como lo seña-
la el Directorio para Misas con Niños: "Habrá
que tener siempre presente que tales celebra-
ciones eucarísticas deben ir introduciendo a
los niños a las misas de los adultos, sobre todo
aquellas en las que la comunidad cristiana
debe reunirse los domingos" 8.
Si esto no se respeta se corre el riesgo de con-
vertir la Eucaristía en cosa de niños, en algo
infantil que no es necesaria en la vida adul-
ta; por esta razón muchos niños al llegar a la
juventud y a la adultez van abandonando su
práctica. Repitámoslo una vez más: el objetivo
de la formación eucarística de los niños es la
comunidad y la eucaristía de la comunidad.
Solo así, la Eucaristía será en verdad el centro
y la cima de toda la vida cristiana.
La meta de la catequesis, no
es la primera comunión, sino
la vida cristiana, dentro de
la cual la Eucaristía es un
momento esencial, tampoco
se trata de llevar a los
niños a la perfección y a la
madurez, eso será trabajo de
toda la vida.
8. DMN 21.
 Comunión
1Lemos dicho, señalando al DGC
que "por ser iniciación la catequesis incorpora
a la comunidad que vive, celebra y testimonia
la fe'", tanto que, "el acompañamiento que
ejerce la comunidad en favor del que se inicia,
se transforma en plena integración del mismo
en la comunidad:".
Dicha insistencia comunitaria del proceso de
iniciación cristiana y por lo mismo de la cate-
quesis eucarística de iniciación, debe lIevarnos
a no descuidar estos otros aspectos en orden a
la renovación de la catequesis presacramental
de la Eucaristía. Veamos algunos puntos a te-
ner presentes desde esta insistencia:
Si de lo que se trata de conseguir es una cate-
quesis eucarística desde, en y para la comuni-
dad cristiana, no podemos olvidar que es una
realidad que muchos de nuestros procesos
catequéticos fallan precisamente en la capa-
cidad de conseguir esta meta final: la incor-
poración a la comunidad. Este hecho nos lleva
a preguntarnos hasta qué punto nuestras co-
munidades son comunidades auténticamente
convocantes, verdaderas comunidades de fe,
tanto para los niños como para sus familias.
La vinculación con la comunidad, meta de
la catequesis, debe darse en el doble sentido
de identificación y de pertenencia. La iden-
tificación consiste en asumir el misterio de
la Iglesia como misterio de comunión, exige
9. DGC 69.
10. Ibid.
y comunidad
~
111
n
-,
n
asumir la misión de la comunidad e integrar- e
O'
se en ella. La pertenencia se hace efectiva por ••••
la participación y la corresponsabilidad en la
construcción de la comunidad. Esta identifi-
cación y pertenencia harán que el creyente se
comprometa en su vida diaria a la causa de
construir el Reino de Dios.
Lo anterior no debe Ilevarnos a una sobreva-
loración de la catequesis de la Eucaristía en
el caso de los niños, porque en el caso de los
adultos vinculados al proceso sí debe darse
dicha identificación y pertenencia de modo
verdaderamente adulto y maduro. No quiere
decirse que esto no pueda darse en el niño, lo
que se afirma es que en el niño se dará como
niño y en el adulto como adulto. De lo que se
trata en el caso de los niños, es de favorecer,
además de la pedagogía eucarística hacia la
Eucaristía de la comunidad adulta, una peda-
gogía de vida en comunidad, en vista de su
participación plena en la comunidad adulta
de modo adulto pues, como lo afirma el Di-
rectorio General para la Catequesis, "la vida
cristiana en comunidad no se improvisa y hay
que educarla con cuidado"!'.
La vida cristiana en
comunidad no se improvisa
y hay que educarla con
cuidado.
11. DGC 86.
123
Arquidiócesis de Bogotá
 l-ouuació II cUC~H-¡StlCü
y sacramento de la pen iteucia
[; n el camino de formación
eucarística de los niños, no debe faltar la ini-
ciación a la vida moral y al sacramento de la
penitencia o reconciliación. La preparación
y celebración de la primera confesión de los
niños bautizados hay que enmarcarla no solo
como requisito previo a la primera comunión
ya la confirmación, sino como parte integran-
te de la iniciación cristiana.
La formación y el
desarrollo de la conciencia
moral del niño es
una tarea continua y
progresiva, siendo la
confesión sacramental uno
de los momentos.
Al final del Directorio Catequístico General del
año 1971, se aborda el tema de El primer acer-
camiento de los niños a los sacramentos de
la penitencia y Eucaristía. Dicho documento
comienza señalando la gran importancia que
tiene la preparación de los niños a estos sa-
cramentos, destacando el valor que tiene esta
preparación en el contexto de los demás fines
o cometidos de la catequesis. Como adverten-
cias fundamentales para la práctica pastoral,
señala:
124
Arquidiócesis de Bogotá
a. Que la preparación a estos sacramen-
tos hay que situarla en el contexto
dinámico de la educación integral del
niño, en el contexto de la educación
religiosa del mismo, una educación
que tiene que ser no solo personal,
sino también comunitaria, bajo la
responsabilidad y el compromiso la fa-
milia y de toda la comunidad cristiana.
b. Que la recepción sacramental tie-
ne que estar precedida por toda una
preparación catequética, evangeliza-
dora, orientada a que los niños mismos
tengan ya una fe personal, de la que
brote obviamente el deseo, también
personal, de acercamiento a estos dos
sacramentos.
Consecuencia de estas afirmaciones es
entender que el problema pastoral de la
formación eucarística y primeras confesio-
nes de niños hay que situarlo en el contexto
más amplio de la educación integral y reli-
giosa del niño. Significa, lo decíamos antes
al hablar del concepto de catequesis como
iniciación cristiana integral, la necesidad de
comprender los sacramentos, su preparación
y su celebración no como metas aisladas o
conclusivas del proceso catequético, sino
como momentos fuertes del crecimiento y
maduración en la fe.
El Directorio Catequístico General de 197112
plantea, en relación con la primera confesión,
que ésta se inserte y se entienda tanto a par-
tir del proyecto general de educación en la
fe, como de un proyecto particular de forma-
ción en la vida moral. En este mismo orden de
ideas, el actual Directorio General para la Ca-
tequesís", afirma que tarea de la catequesis es
la formación moral que implica inculcar en los
discípulos las actitudes propias del maestro,
proceso en el cual el sermón del monte debe
ser referencia fundamental y debe mostrar las
consecuencias sociales de las exigencias evan-
qélicas".
En este sentido, no se trata solo de preparar
con una confesión la iniciación eucarística,
puesto que no es lo mismo, aunque se incluya,
llevar a los niños a la confesión que lIevarlos
a la penitencia verdadera ya la vida cristiana:
esto último exige todo un plan catequéti-
co y pastoral en un contexto más amplio de
formación integral. Exige dejar de reducir- la
preparación a la confesión a un tema más
entre los programados en la catequesis y la
celebración del sacramento a un único en-
cuentro masivo y desordenado. De lo que se
trata es de iniciar en una dimensión impor-
tante de la vida cristiana: la dimensión moral,
en la cual la iniciación al sacramento de la re-
conciliación es una de sus tareas, más no la
única.
La formación y el desarrollo de la concien-
cia moral del niño es una tarea continua y
12. DCG.
13. DGC - año 1997.
14. DGC 85.
progresiva, siendo la confesión sacramental
uno de los momentos, no el único ni el más
importante. Por eso hay que evitar caer en
el pre-sacramentalismo, polarizando toda
la atención en la confesión, olvidando otros
elementos penitenciales como la oración, las
obras de caridad, el servicio al prójimo, el des-
prendimiento y la generosidad. Es necesario
integrar en la catequesis y en la celebración
del sacramento todos estos elementos peni-
tenciales de la vida cristiana.
La iniciación a la reconciliación sacramental
es la iniciación en uno de los valores funda-
menta les de la vida cristia na: la conciencia de
un Dios que nos ama, que nos perdona, que
nos ayuda en nuestra lucha contra el mal. La
confesión es el sacramento del encuentro con
Cristo, el Buen Pastor que va en busca de la
oveja perdida, que ama y perdona. Essigno de
nuestra continua conversión a Cristo y a su
Evangelio.
La iniciación a la
reconciliación sacramental
es la iniciación en uno de
los valoresfundamentales
de la vida cristiana: la
conciencia de un Dios
que nos ama, que nos
perdona, que nos ayuda
en nuestra lucha
contra el mal.
125
Arquidiócesis de Bogotá
 Por eso, todo el esfuerzo catequístico y sa-
cramental debe orientarse a que el niño
encuentre en el sacramento de la penitencia
el mismo amor que encuentra en la Eucaristía;
Cristo no está dividido: no es un Cristo distin-
to el de la penitencia y el de la Eucaristía. La
iniciación del niño al sacramento de la peni-
tencia habrá de hacerse evitando todo clima
de miedo y de tristeza. En esta, y en toda edad,
es importante asociar la penitencia y la confe-
sión con la alegría y el gozo, evitando la falsa
imagen de la penitencia como algo mágico,
legalístico y pesado.
Los sacramentos de la eucaristía y la pe-
nitencia, en orden a la integración de los
mismos en el proceso de iniciación cristiana,
deben situarse catequísticamente en la línea
de la continuidad del propio bautismo, pero
también resaltar sus diferencias. La diferen-
cia fundamental está en que el bautismo fue
celebrado cuando eran pequeños, en cambio
el primer acercamiento a la Eucaristía ya la
confesión es opción personal de fe de los
niños.
Por eso se hace necesario, en la pastoral de
estos sacramentos, hacer que ellos sean de
verdad actos de la fe personal del niño y para
ello, es fundamental que, en la catequesis,
se evite todo signo de obligatoriedad
cia estos sacramentos. Es por tanto ambigua
una frecuencia a estos sacramentos impues-
ta a veces al niño con la intención de crear
en él un hábito, que luego pueda resultar
una necesidad. Si la experiencia sacramenta I
se queda en un hecho periférico y marginal
pronto se reduce a un puro ejercicio de actos
126
Arquidiócesis de Bogotá
"/
Es bueno que desde el
principio los niños sepan y
sientan que la Eucaristía
no se identifica con la edad
infantil o con el período
escolar o catequético, sino
que es la celebración central
de todos los cristianos,
sobre todo el domingo.
Solo así podremos hacer
realidad pastoral lo que
afirmamos de la Eucaristía:
fuente, centro y cumbre de
la vida cristiana.
no interiorizados, la validez de la experiencia
sacramental debe construirse a partir de la op-
ción personal, entendida ésta como respuesta
libre en la fe a Dios que nos ama y quiere en-
trar en comunión con nosotros.
Medios de formación de los niños a los sacra-
mentos de la penitencia y la Eucaristía son
las celebraciones eucarísticas, celebraciones
ha- de la palabra, celebraciones penitenciales
sin confesión sacramental y con confesión
sacramental. .La parroquia debe planificar
convenientemente estas celebraciones, hacer
que participen niños y adultos y organizarlas
de manera especial en momentos fuertes del
año litúrgico, adviento y cuaresma especial-
mente.
 [; ntre nosotros se ha ido exten-
diendo cada vez más la práctica de las misas
con niños, especialmente los domingos. Con
ellas se busca educar a los niños en la parti-
cipación activa y consciente en la celebración
eucarística.
Para orientarnos mejor en esta práctica, po-
demos conocer lo que el Directorio para misas
con Niños señala al respecto. El estudio y co-
nocimiento de este documento por parte de
los animadores de la pastoral de la iniciación
eucarística de los niños se hace necesario hoy
día (el directorio es del año 1973). si tenemos
en cuenta el principio fundamental que orien-
ta lo referente a las misas con niños:
Habrá que tener siempre presente
que tales celebraciones eucarísticas
deben ir introduciendo a los niños a
las misas de los adultos, sobre todo
aquellas en las que la comunidad
cristiana debe reunirse los domin-
gos. Por ello, salvo las adaptaciones
necesarias a la edad, no deben esta-
blecerse ritos totalmente especiales
que se diferencien demasiado del ri-
tual de la misa que se celebra con el
pueblo".
15. DMN 21.
El Directorio deja en claro que el objetivo y la
meta final de la misa con niños es la Eucaris-
tía de la comunidad. El ideal no es la misa con
niños, si esta se considera útil y necesaria es
por pedagogía y con cierta provisionalidad,
porque las misas de adultos o de la comuni-
dad, tal como normalmente se celebran, no
pueden ejercer toda su fuerza educadora con
ellos".
El objetivo final es que se les vaya iniciando
a la Eucaristía de la comunidad, ya que de
lo que se trata es de integrar catequística y
pedagógica mente esas dos dimensiones de
la Eucaristía enunciadas con anticipación: la
Eucaristía sacramento de iniciación y la Eu-
caristía sacramento de la existencia cristiana;
si no, se corre el peligro que los niños vean
la Eucaristía como cosa solamente de niños,
mientras se preparan para la primera comu-
nión, pero no como el sacramento que debe
acompañarlos en el crecimiento continuo de
su fe.
Es bueno que desde el principio los niños se-
pan y sientan que la Eucaristía no se identifica
con la edad infantil o con el período escolar o
catequético, sino que es la celebración central
de todos los cristianos, sobre todo el domingo.
Solo así podremos hacer realidad pastoral lo
que afirmamos de la Eucaristía: fuente, centro
y cumbre de la vida cristiana.
16. DMN 2.
127
Arquídíócesís de Bogotá
w
 De acuerdo con esta orientación de fondo,
el Directorio da criterios pastorales tanto
r--
o
La Eucaristía celebrada
-; para las misas con adultos en las que par-
u
'O ticipan también niños como las misas con en pequeños grupos
:.
111
niños en las que participan solamente algunos tiene incluso mucha
adultos. más fuerza pedagógica
que la practicada por
Para el caso de las misas parroquiales del día
domingo, el Directorio afirma que la partici-
nosotros hoy día, pues
pación de adultos y niños es provechosa para ellasfavorecen mayor
unos y otros por las siguientes razones: participación por parte
del niño.

a. En estas misas, el testimonio de los

fieles adultos puede tener una gran in-
fluencia sobre los niños. Pero también
los adultos obtienen un gran provecho
espiritual, puesto que en tales celebra-
ciones experimentan el papel que le
corresponde a los niños en la comuni-
dad cristiana.
b. El espíritu cristiano de las familias se
desarrolla poderosamente si los niños
participan en estas misas en compañía
de sus padres y de otros miembros de
la familia.
En estas misas debe evitarse que los niños se
sientan abandonados o descuidados. De al-
guna manera hay que resaltar su presencia,
por ejemplo, dirigiéndose a ellos de mane-
ra especial en las moniciones, en la homilía,
destacando algunos gestos y signos en los
que ellos puedan ser sus protagonistas. En el
caso que la presencia de los niños sea nota-
ble, la Eucaristía debe responder más a sus
exigencias; de manera particular la homilía se
dirigirá a ellos.
En algunas ocasiones, si las condiciones dellu-
gar y las personas lo permiten, será oportuno
celebrar con los niños la liturgia de la Pala-
bra, con la homilía, en un local separado, pero
no demasiado alejado. Antes de comenzar la
liturgia eucarística serían introducidos en el
lugar, donde, entre tanto, los adultos habrán
celebrado su propia liturgia de la palabra",
Esta celebración especial de la primera parte
de la misa con los niños requiere de anima-
dores preparados y formados adecuadamente
para el trabajo pastoral con niños.
Para favorecer la participación activa de las
familias en la Eucaristía dominical, el Direc-
torio recomienda que, en el caso de los niños
más pequeños, se les lleve a un lugar aparte
bajo el cuidado de colaboradores preparados
17. DMN 17.

128
Arquidiócesis de Bogotá
y llevados al final de la Eucaristía para que re-
ciban la bendición junto con la comunidad".
En el caso nuestro, se multiplican sobre todo
las misas de niños con la participación de
los padres u otros miembros de la familia,
especialmente con ocasión de la formación
eucarística del niño y el día domingo. La otra
posibilidad contemplada por el Directorio
"misas con niños en las que participan al-
gunos adultos" durante la semana, es poco
practicada entre nosotros, a no ser que sea en
el ámbito escolar. Lo común en nuestras pa-
rroquias es la misa dominical con niños con
algunos adultos, especialmente sus familias;
pero ello no quita, que se comiencen a or-
ganizar y a privilegiar las misas con niños en
pequeños grupos los días entre semana.
Para el Directorio, este tipo de misas tiene un
carácter más pedagógico y ofrece mayores
posibilidades de adaptación, que lo que hoy
hacemos en nuestras parroquias en las misas
de niños los domingos. La Eucaristía celebra-
da en pequeños grupos tiene incluso mucha
más fuerza pedagógica que la practicada por
nosotros hoy día, pues ellas favorecen ma-
yor participación por parte del niño: resaltar
algunos gestos de la misma celebración, lec-
turas adecuadas para los niños que sirvan de
complemento a lo trabajado en la catequesis,
mayor protagonismo de los niños.
Para evitar el peligro señalado: volver la Euca-
ristía cosa de niños y del tiempo catequístico
o escolar, el Directorio señala diferentes crite-
18. DMN 16.
rios, de los cuales subrayamos los siguientes
por su importancia para mejorar nuestra
práctica pastoral. Salvo las adaptaciones ne-
cesarias a la edad, no deben establecerse ritos
totalmente especiales que se diferencien de-
masiado del ritual de la misa que se celebra
con el pueblo; hay que recordar el objetivo
final es la Eucaristía en la comunidad. Si la
de ellos se diferencia mucho de la del pueblo
el día domingo, no lograríamos este objetivo;
por el contrario, lo que estaríamos haciendo
es infantilizar, tanto en los ritos como en el
tiempo.
Puesto que la Eucaristía es siempre acción de
toda la comunidad eclesial, es importante la
participación al menos de algunos adultos,
que tomen parte en la misa, no como vigilan-
tes, sino como participantes y que ayuden a
los niños en lo que sea necesario.
Desde la práctica pastoral, algunas ideas a se-
guir para la misa donde hay niños:
• Un equipo de acompañantes que estén
con ellos para ubicarlos, escucharlos y
hacerles acompañamiento:
Ubicarlos y atraerlos cuando lle-
guen a un lugar cercano donde
vean y sean protagonistas.
Escuchar lo que hablan y dar res-
puesta o por lo menos escucha
paciente.
Acompañarlos, que sientan que
alguien los ve y cuida expresión
de cariño es importante.
129
Arquidiócesis de Bogotá
 • Signos: explicar uno a la vez, orna-
r--
o mentos, vasos, gestos; comparándolos
-;
u
,- con lo que ellos conocen en su vida
U
111
&f habitual. Muy importante hacer que
cada explicación sea muy clara, diná-
mica y festiva.
• El saludo de la Paz podría llevar un
poco de tiempo, pero para un niño o
joven se convierte en la presencia del
Iniciación eucarística y año litúrqico
[; ntre los problemas que, según
el Directorio General para la Catequesis, de-
ben ser examinados para tratar de encontrar
solución, está el de la poca relación y coor-
dinación entre catequesis y liturgia. Afirma el
documento:
La catequesis está intrínsecamente
unida a toda la acción litúrgica y sa-
cramental. A menudo, sin embargo,
la práctica catequística muestra una
vinculación muy débil y fragmentaria
con la liturgia: una limitada atención
a los signos y ritos litúrgicos, una esca-
sa valoración de las fuentes litúrgicas,
itinerarios catequéticos poco o nada
conectados con el año litúrgico y una
presencia marginal de celebraciones
en los itinerarios de la catequesis",
19. OGC30.
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Arquidiócesis de Bogotá
abrazo del mismo Jesús y esta cerca-
nía conquista y desarma. Nota: allí los
niños cuentan sus secretos de manera
sencilla. i Parece una confesión de fe!
• Homilía: debe ser pedagógica, una sola
idea o mejor, una imagen que los lle-
ve a ver en concreto lo que se dice. La
imagen de alguna película, personaje o
cuento; eso ayudará en gran medida.
El mismo documento, cuando hace referencia
a las formas y vías privilegiadas de incultu-
ración del Evangelio mediante la catequesis,
destaca la catequesis litúrgica como factor
fundamental del proceso, en la que sobresalen
los contenidos de los leccionarios, estructura
del año litúrgico y la hornilla".
Esevidente que catequesis y celebración litúr-
gica van inseparablemente unidas, ya que es
el mismo misterio, el que inicia la catequesis
y celebra la liturgia. Como ya lo decíamos, el
fin definitivo de la catequesis es poner a uno
no solo en contacto sino en comunión, en
intimidad con Jesucristo. Es tarea de la cate-
quesis mostrar quién es Jesucristo: su vida y
su misterio y presentar la fe cristiana como
seguimiento de su persona",
20. OGC 207.
21. OGC 41.
Recordemos, además, que la catequesis es ini-
ciación a la liturgia, puesto que inicia y educa
en las actitudes que están a la base de toda
celebración, como es la oración, el silencio y
la escucha de la Palabra, a la alabanza y ac-
ción de gracias, a la capacidad de fiesta y de
celebración en común. Debe introducir a los
signos y a los símbolos de la celebración cris-
tiana; educar, así mismo, a las categorías del
tiempo sagrado: al domingo, como día del
Señor y de la Iglesia, a las fiestas y al año li-
túrgico.
Esta serie de reflexiones sobre la necesaria
conexión entre catequesis y liturgia, permiten
sustentar la catequesis eucarística en los si-
guientes criterios:
Elaboración de los itinerarios de ini-
ciación eucarística en vinculación
estrecha con el año litúrgico
Celebraciones eucarísticas en peque-
ños grupos (especialmente los días
entre semana), que faciliten la inicia-
ción a los símbolos, signos y gestos de
la liturgia
• Celebraciones de paso de una etapa a
otra en el desarrollo del proceso
Celebraciones de la palabra y otro
tipo de celebraciones que eduquen a
las actitudes de la liturgia, especial-
mente al silencio y a la escucha de la
Palabra
Valoración de las fuentes litúrgicas,
para la elaboración y presentación de
los contenidos: leccionarios, misal, ri-
tuales
Favorecer la relación entre Biblia y li-
turgia en el anuncio de la catequesis.
Para ello, recurrir a la presentación
de hechos del Antiguo y Nuevo Tes-
tamentos, que se presentan como
figuras y tipos de los sacramentos. Es
el momento de situar los sacramentos
dentro de la historia de la salvación,
en la que también se releen y revi-
ven los acontecimientos de la historia
de la salvación en el hoy de la
liturqia",
Al término de estas reflexiones sobre una ca-
tequesis que siga el año litúrgico, nos queda
pensar en la distancia que existe entre el rit-
mo dado y el ritmo posible. Entre nosotros es
claro que nos cuesta trabajo acomodar las ca-
tequesis a los tiempos litúrgicos, pues muchas
veces el ritmo que prima en nuestra organi-
zación pastoral es el ritmo del año civil. Pero
esto no quita que con un poco de creatividad
busquemos cada día más seguir en nuestras
catequesis el ritmo ideal propuesto por el año
litúrgico.
22. DGC 108.
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Arquidiócesis de Bogotá ~
PLAN DE EVANGELIZACiÓN
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