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Muchos años atrás, cuando el mundo era aún muy joven, salvajes y maravillosas
creaturas corrían libres por todas partes. El más hermoso de todos ellos era el
Unicornio.
Constantemente perseguido por los poderes mágicos de su cuerno, el Unicornio no
era fácil de capturar. No solo era suave y gentil, sino también extremadamente
rápido, seguro y agraciado, lo que frustraba hasta los más expertos cazadores.
Pero lo que aseguraba la captura segura del Unicornio, era la ayuda de una joven
e inocente moza. Pues a la creatura le atraía su pureza, se acercaba confiado y
descansaba su cabeza en las piernas de la joven.
Era un viejo cacique indio: alto, musculoso, de melena tirando a gris y de plumas
rojas bajo la vincha. La india que compartía su toldo le había dado varios hijos
varones seguidos y recién al final, una hija, la cual fue criada como una princesa,
salvaje, es cierto, pero con mimos de princesa. Al llegar a los quince años, esta se
enamoró del hijo del cacique de la tribu vecina que era enemiga, y como por las
leyes indígenas no podían unirse en m matrimonio, se unieron ellos por voluntad de
amor ante el máximo sacerdote de sus creencias primitivas, que era el Sol. Y la
princesa, así, desapareció del toldo, o sea del hogar, pues el hijo del cacique,
huyendo a su vez de los suyos, le había llevado lejos. El padre de la joven,
desesperado, salió con un grupo de guerreros a rescatar a su hija. En su busca
cruzaron bosques, ríos, arroyos, escalaron serranías, andando durante meses bajo
las lunas blancas. Pero llegó el invierno, y los guerreros creyendo que el cacique
había enloquecido de dolor y creyendo a la vez que la princesa no iba a ser hallada,
lo abandonaron.
MINOTAURO
La leyenda del minotauro nace en creta, cuando el rey Minos era quien gobernaba
a esta misma. Y en sus dominios un laberinto del cual era imposible escapar, y en
el interior de este vivía el Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de
hombre, al cual habría que ofrecerle un muchacho en cada novilunio; si no se
procedía de esta manera, este salí del laberinto y asesinaba a quien encontrase
para saciar su sed. Es aquí cuando el hijo del rey Minos, es asesinado en Atenas,
entonces este con su rabia decide atacarla desprevenida, la cual le pidió paz, pero
creta a cambio de esta paz le propuso un tratado, cada nueve años los siete chicos
y las siete chicas más lindas de Atenas tendrían que ser ofrecida al minotauro, pero
si uno de estos llegase a matarlo, quedaba libre de este tratado y a demás salvaba
a todos los ofrecidos. Es aquí cuando El hijo del rey de Atenas se decide sacrificar
para matar al minotauro, entonces él es enviado junto con los 7 chicos y chicas
hacia creta, pero allí este se enamora de Ariadna una de las hijas de rey de Creta,
la cual le promete ayudarlo, le regala en el momento de ingresar al laberinto un hilo
el cual no se podía romper, el cruza todo el laberinto hasta encontrarse con el
minotauro y lograr asesinarlo, y gracias al hilo que le había brindado Ariadna logra
salir del laberinto y salvar a Atenas del malicioso tratado.
Las tres pascualas vivían en la naciente ciudad de Concepción, allá por el siglo XIX.
Las tres eran hermanas. Ellas, siendo jóvenes, lindas y lavanderas, solían ir
diariamente a lavar la ropa en una laguna cercana. Allí, entre lavado y lavado,
cantaban canciones de amor. Y al caer la tarde, le pedían a la laguna que, por favor,
les trajera el verdadero amor de sus vidas.
Un día vieron llegar por la orilla opuesta a un gallardo joven que, al verlas, se acercó
hacia ellas y les ofreció tertulia. Compartieron con el joven su comida y este las
acompañó hasta que el sol se puso. Las encontró muy lindas y malvadamente se
propuso hacerlas suyas.
Por otro lado, las tres Pascualas regresaron a su casa en silencio, arrobadas y cada
una de ellas convencida de que el hermoso joven había venido por ella ¡solo por
ella!
Por su lado, el joven regresó día a día a la laguna, dispuesto a rendirlas, una por
una, a su pérfido deseo.
Así, las tres Pascualas se enamoraron locamente. Como cada una se sentía la
elegida, no se atrevían a mirarse de frente, temerosas de despertar sus celos. Ya
no cantaban: solo suspiros llenaban el atardecer. La laguna ya no era verde y clara,
si no turbia y revuelta como sus pobres almas, que le habían dado todo a su bien
amado.
Según cuentan los lugareños, desde entonces ciertas noches suelen verse las tres
Pascualas, luego de luna llena, lavando y lavando en la laguna que lleva su nombre.
Creen que sus aguas no son buenas y evitan su cercanía.
LA CAJA DE PANDORA
Antes que fueran creados la tierra, el mar y los cielos, todas las cosas tenían el
mismo aspecto, al que llamaban Caos, una masa confusa y sin forma, un peso
muerto en el cual, sin embargo, estaban las semillas de las cosas. Como la Tierra,
el Aire y el Agua estaban mezclados, la tierra no era sólida, el mar no era fluido ni
el aire transparente.
Dios y la Naturaleza pusieron fin al desorden, separando la tierra del mar y al cielo
de ambos dos. Luego, Dios y la Naturaleza se las arreglaron para disponer mejor la
Tierra y distribuyeron los ríos, las montañas y las bahías, dibujaron los valles, los
bosques y las planicies. El aire se esclareció y las estrellas fueron apareciendo. Los
peces tomaron posesión del mar, los pájaros del aire y las bestias de cuatro patas
se apropiaron de la tierra.
Pero era necesario un animal más noble, y entonces se hizo al Hombre. Prometeo
tomó un poco de tierra, donde todavía se mezclaba con un poco de cielo, y
mojándola con un poco de agua, moldeó en el barro al hombre, haciéndolo a imagen
de los dioses, erguido, para que al revés de los otros animales, el hombre se levante
hacia los cielos y observe las estrellas.
Prometeo fue uno de los Titanes, una raza de gigantes que habitó la Tierra antes
de la creación del hombre. A él y a su hermano Epimeteo fue encargada la tarea de
hacer al hombre, y proveerlo, tal como a los otros animales, de las facultades
necesarias para su preservación. Epimeteo fue el obrero y Prometeo vigiló el
trabajo. Así fueron otorgando a los diferentes animales de coraje, fuerza, rapidez,
sagacidad; garras para uno y alas para el otro, etc... Pero cuando llegó el momento
de dar sus dones al hombre, que tenía que ser superior a todos los demás animales,
Epimeteo había sido tan pródigo con sus recursos que ya no le quedaban dones.
La mujer todavía no había sido creada. La leyenda cuenta que Zeus hizo a la mujer
y la envió a Prometeo y su hermano para castigarlos por haber robado el fuego... y
también para castigar al hombre por haber aceptado el don.
La primera mujer fue Pandora. Fue hecha en el cielo y todos los dioses
contribuyeron en algo para perfeccionarla. Afrodita le dio belleza, Hermes la
persuasión, Apolo la música, etc. Así equipada, Pandora fue llevada a la Tierra y
presentada a Epimeteo que la aceptó feliz, a pesar de los temores de su hermano,
que no confiaba en Zeus y sus regalos.
Epimeteo tenía en su casa una habitación donde guardaba algunos objetos que no
había alcanzado a repartir por la Tierra. Entre ellos un baúl. Poco a poco fue
creciendo en Pandora una gran curiosidad por conocer el contenido de dicha caja;
finalmente, un día quebró el sello y abrió la tapa para mirar dentro. Pero en ese
mismo momento escaparon de la caja una multitud de plagas para atormentar a los
hombres, como la gota, el reumatismo y los cólicos para el cuerpo, y la envidia, la
ira y la venganza para el alma, y estos males se repartieron por todas partes.
LEYENDA DE LA HIDRA
En la mitología griega, la Hidra de Lerna era una criatura similar a una serpiente.
Esta bestia acuática poseía numerosas cabezas –diversos poetas afirman que tenía
tantas cabezas que tornaba imposible la tarea de cualquier pintor que quisiera
retratarla–. Además, contaba con una respiración venenosa que la hacía aún más
peligrosa.
La Hidra de Lerna fue aniquilada por Hércules durante uno de sus doce trabajos.
Su guarida era el lago homónimo, situado en el Argolid. Aunque se especuló que tal
sitio habría existido en la Antigüedad Clásica, la arqueología ha desmentido el mito
de que este sitio sagrado era incluso más antiguo que la ciudad de Mecenas, en
Argos.
Cuenta la leyenda que debajo de las aguas de Argolid existía una entrada al mundo
subterráneo, y que la Hidra era su guardiana.
Se ha precisado que esta criatura se veía favorecida por una reacción biológica:
cada vez que una de sus cabezas era cortada, surgían dos más en su lugar. Esta
cualidad era la expresión más acabada de la desesperación que generaba en
cualquiera de sus adversarios, aunque no en Hércules.
Los detalles del enfrentamiento fueron narrados por Apolodoro. Cuando Hércules
se convenció de que no podría derrotar a la Hidra valiéndose de métodos
convencionales, pidió ayuda a su sobrino. Éste le propuso la idea –probablemente
inspirada por Palas Atenea– de utilizar trapos ardientes para quemar los cuellos
decapitados después de cada cercenamiento. Entonces Hércules se dedicó a cortar
cada una de las cabezas de la Hidra mientras su sobrino quemaba los cuellos
degollados y sangrantes.
Una continuación de la leyenda indica que luego de cortar cada una de las cabezas
de la Hidra, Hércules bañó su espada en la sangre ponzoñosa y después quemó
las cabezas caídas para que no pudiesen volver a crecer.
Después de tanto amargo avatar amoroso, Pan se marchó con Baco a la guerra de
la India, donde demostró su inteligencia con la táctica militar.
Esta leyenda tiene sus variantes en diversas capitales del mundo, pero el dato
constante es su protagonista, una niña pequeña. Ella aborda a las personas en la
calle, y su aspecto dulce e indefenso, hace que cualquiera le preste atención. La
pequeña se acerca, te toma de la mano y te ofrece como regalo su muñeca. Un
gesto de lo más tierno, pensaría la mayoría. Pero es aquí donde comienza lo
interesante.
Si respondes que no y te marchas, te encontrarás con ella una y otra vez, en muchas
situaciones de la vida diaria. Si corres, la niña te seguirá y seguirá hasta que aceptes
el regalo, aunque pasen los años. Te lleva hasta el punto de creerla una alucinación,
que nadie a parte de ti puede ver. El único rincón seguro es tu casa, porque por
alguna razón no puede entrar en ella. Haciendo que te vuelvas ermitaño, pasando
la vida encerrado.
A pesar de lo extraño del suceso, es probable que pronto te olvides del pacto y
abandones la muñeca en un rincón. Si eres listo, notaras que todo aquello que le
pase a la muñeca, también te está ocurriendo a ti, existe un vínculo estrecho entre
ella y tú, como si tratara de vudú, si ella pierde una de sus extremidades, la tuya
sufrirá el mismo destino. En este caso, cuidaras la muñeca, de la mejor manera
posible, porque sabes que te va en ello la vida.
Pero a todos aquellos que les cueste trabajo entenderlo, botaran la muñeca a la
basura y perderán la vida cuando esta sea destruida.
LA PARTERA Y EL TESORO
Una leyenda de Chihuahua relata que en un pequeño poblado vivía en una pobre
casa una señora que era partera. En toda la región de Papigochi la conocían y la
respetaban por sus conocimientos. Un día, acudió a la casa de la mujer un grupo
de apaches quienes se la llevaron por la fuerza. Después de cubrirle los ojos con
un paliacate, la montaron en un caballo, la llevaron a un lugar que quedaba muy
lejos de la casa en que vivía la mujer, y que se encontraba en lo alto de una
montaña.
Toda la tribu de apaches estaba muy contenta por el nuevo nacimiento. Entonces,
la mujer se dio cuenta que en la cueva –de grandes dimensiones- había un increíble
tesoro: joyas, monedas, oro y muchas cosas más de mucho valor. En
agradecimiento por haber ayudado a su hija a parir, el jefe le regaló a la mujer mucho
oro y muchas monedas. A la partera la regresaron los indios a su casa sana y salva.
Nunca supo la mujer a dónde la habían llevado con exactitud, pero maliciaba que
se trataba del Cerro de Miñaca que tiene una altura de 2,288 msnm, ya que es la
única montaña que se encuentra en la región. Con el dinero que le entregó el jefe
indio, la mujer pudo comprarse una buena casa, y además compró algunas cabezas
de ganado que le permitieron vivir tranquilamente el resto de su vida.
LA PRINCESA Y EL VIENTO
Un cacique muy respetado tuvo una hija que era la más hermosa de toda la tribu,
ella podía deslumbrar con su belleza y todos los hombres la pretendían. Sin
embargo, el viento también la quería tener y por eso mandó un tornado que se la
llevó para ocultarla en un bosque. Intentó varias veces salir del bosque donde
estaba siendo secuestrada y luego de mucha pena lo consiguió. Cuando al fin volvió
con su familia y su gente, su padre dijo que no podía decir a nadie sobre la pena
que había pasado.
Así fue como la princesa se calló durante años y la pena fue cada vez más grande,
tanto así que su rostro se tornó feo de tanta tristeza, nadie más la volvió a pretender
con tanta fealdad. Sin embargo, un día llegó a la tribu un cacique de otra parte y
venía con su hijo, quien se enamoró a primera vista de la callada, tierna e inteligente
princesa. Todos sus amigos le decían que era muy fea para casarse con ella, pero
él respondía que su amor era semejante.
Se dice que algunos días desde las 9 de la noche hasta la 3 de la mañana puede
oírse en el templo un casamiento y que todos gritan ¡Vivan los novios! El que salga
a la calle cuando suenen las campanadas se convertirá en un espectro más.