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Fernando Savater
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INTRODUCCIÓN
A poco más de diez años de su primera edición, Ética para Amador ha terminado por convertirse en un libro de
texto para el nivel medio superior. La obra fue escrita por un filósofo que a primera impresión parece no tomarse la
vida en serio: Fernando Savater. El ensayo es por lo tanto ágil, ameno y con numerosas referencias a la cultura
contemporánea. De hecho, el Amador del título no es otro que el hijo del autor, cuyo nombre también figura en otro
manual de similares recomendaciones: la imprescindible Política para Amador.
El estilo de Savater –ajeno a chocantes presunciones académicas– y su profundo conocimiento del tema ofrece por
resultado un texto que abarca más de la presente reseña. A leer en su versión integra Ética para Amador sería mi
más sincero consejo.
RESUMEN
De qué va la ética
Desde un principio se advierte: no es un manual de ética para bachillerato. Más bien pretende impulsar la
proliferación y desarrollo de libres pensadores. La lectura completa del texto, definirá a que se refiere Savater con
dicho término.
Contamos con la ventaja de poder estudiar. Podemos estudiar la ciencia por interés o para aprender algo que nos
remunerará una recompensa económica o de otra índole. También podemos no estudiar. Finalmente, nadie es capaz
de saberlo todo y únicamente queda ser humildes y aceptar lo poco que sabemos o lo mucho que ignoramos según se
prefiera ver. Desde luego que podemos ignorar la gran mayoría de conocimientos y no pasa nada, pero aún así, hay
saberes posibles e imprescindibles. De la misma forma, resulta necesario saber distinguir entre lo bueno y lo malo;
lo que resulta conveniente y lo que no. Una mentira es mala por que deja en entredicho la veracidad de la palabra
pero, ¿mentirle a un enfermo terminal sobre su salud es igual de cuestionable? Entonces tenemos que actos buenos o
malos dan resultados contrarios a lo supuesto. Luego de enumerar varías contradicciones entre el acto y el resultado.
Savater llega a una curiosa conclusión: Todos estamos de acuerdo que no estamos de acuerdo con todos. Tratar de
poner un acuerdo común tiene, como suponemos, un alto grado de dificultad.
Apoyado en una narración de Homero, donde el héroe decide enfrentarse a su enemigo, antepuesto a un ejemplo de
instinto de unas termitas que sacrifican su vida a favor de la colonia, Savater llega con la palabra clave: la Libertad.
Héctor, el personaje homérico, toma la decisión por propia voluntad mientras que las termitas reaccionan
instintivamente, atacan mientras los demás se ponen a salvo y dan su vida de antemano. Nosotros tenemos la
capacidad de responder con un Si o con un No ante cualquier situación aunque se aclara: No somos libres de elegir
lo que nos pasa. De lo que somos libres, es de nuestra respuesta a lo que nos pasa. Somos libres de intentar cambiar
algo, más nuestra libertad no es garantía de que lo consigamos. Ejemplo del libro: Soy libre de querer subir el
Everest más sin la preparación y físico adecuado fallaré inminentemente en el intento.
Muchas fuerzas limitan nuestra libertad, pero finalmente podemos elegir nuestra forma de vida, apoyados en
nuestros principios de bueno y malo. Desde luego que podemos equivocarnos –algo que no les pasa a los animales-
en nuestras decisiones. El objetivo es saber vivir y la ética responde sobre el arte del buen vivir.
Ponte en su lugar
Robinson Crusoe es ahora el punto de apoyo del autor. Luego de exponer su situación de hombre
salvaje adaptado a las circunstancias, Robinson encuentra alterados sus hábitos al toparse con una
huella humana. Surge entonces un dilema ético en el protagonista vivir con o contra un semejante.
La ética busca la manera de vivir bien la vida humana. La vida es malgastada cuando se carece de ética,
ahora ¿cuál sería la manera correcta de comportarse con un semejante? Regresando con Robinson
Crusoe, no sabía si podían ser caníbales o marinos y una vez que encuentra al negro que a la postre
será Viernes, se encuentra con un semejante con muy pocas cosas en común con él. Ambos tenían sus
ideas preconcebidas de lo bueno o malo así como sus propios códigos de ética. A pesar de todo,
Robinson y Viernes desarrollaron un propio sistema de comunicación y pronto se hicieron amigos.
Frankenstein es otro personaje literario que sale a colación por su triste situación. Debido a que era un
ser de horrible origen y aspecto, Frankenstein exclama: Soy malo porque soy desgraciado, ahora bien, si
partimos de que la felicidad es el fin absoluto entonces mientras más bien y feliz se sienta uno, menos
ganas tendrá de ser malo; por ello el autor recomienda: Fomentar en lo posible la felicidad de los demás.
Tratar a las personas como personas es justo como quisiera uno ser tratado. Ponerse en el lugar de las
personas es tratarlas humanamente, reconociéndolas como semejante. Aquel también siente y piensa...
como yo o como tú. Ver las cosas como él las ve, implica un esfuerzo de objetividad que toma en serio al
semejante.
Tanto gusto
¿Qué entendemos por moral? Savater piensa que el 80% de los sermones que atacan a fulano por inmoral se refieren
a cuestiones sexuales. De modo que en la mayoría de los casos se piensa que una se refiere a la otra. Sin embargo tal
afirmación no es en realidad del toda cierta, nada de vergonzoso tienen nuestras capacidades sexuales y gozosas por
naturaleza. Nuestra realidad esconde un miedo al placer, ¿y cuál es la razón de que nos asuste el placer?
Sencillamente porqué nos gusta demasiado. No olvidar que el sexo también tiene que ver con la procreación, sin
embargo, mientras más practiquemos el sexo sin dicha finalidad, más separamos nuestro instinto animal de nuestro
lado humano. Hacer el amor es tener sexo.
Habría que mencionar a los puritanos, aquellos que le tienen tanto miedo al disfrute que consideran perjudicial su
práctica. Para ellos, si algo no nos gusta hacer es buena señal de que hacemos lo correcto o dicho en otras palabras,
para el puritano siempre tendrá más mérito sufrir que gozar. Desde luego que los puritanos se consideran las
personas más morales del mundo y su deber conservar las buenas costumbres.
El puritanismo es la actitud más opuesta a la ética por lo que aquí no se escribirá ni una palabra que lleve como
mensaje el avergonzarse de nuestro cuerpo y sus capacidades de disfrute. La ética apuesta a que la vida valga la pena
y esto incluye las penas de la vida. La mayor gratificación que nos ofrece la vida desde cualquier punto de vista que
se planteé es la alegría. La alegría experiencia que definitivamente acepta el placer y el dolor, la muerte y la vida
sería la finalidad de la ética. El placer por lo tanto, es sano y deseable cuando obedece a la búsqueda de la alegría.
Sin embargo, no todo se reduce al placer por el placer mismo, su uso o abuso, se ven regidos por la templanza que
cada uno posee. La templanza pone el placer al servicio de la alegría que como anotamos líneas atrás es la mayor
recompensa que podamos obtener.
Finalmente, el autor escribe también sobre el más triste de los placeres: el placer de sentirse culpable. Mala señal
cuando se cree que el placer, es más placer, si posee un tufo criminal.
Elecciones generales.
¿Qué relación guardan la política con la ética? Después de todo ambas se emparentan por su finalidad. La ética
permite elegir lo que más conviene para vivir lo mejor posible. La política organiza lo mejor posible la convivencia
social para que cada cual pueda elegir lo que más le convenga. Las diferencias serían que en la ética uno mismo se
ocupa de su propia libertad, mientras que la política trata de coordinar de manera provechosa el conjunto de lo que
todos hacen con su libertad. El equilibrio es a todas luces obvio: todo proyecto ético requiere de libertad, el ejercicio
de la política debe limitar en lo mínimo posible el derecho a la las facetas públicas de la libertad. De la misma
forma, ese régimen político podrá exigir las responsabilidades consabidas. La justicia es el elemento clave de una
sociedad prospera; ponerse en lugar del semejante, hacer propios sus planteamientos implica justicia en nuestros
actos. Todo régimen político debe de fomentar la justicia. Todos poseemos dignidad y no tenemos precio –
entendiéndolo en el sentido de nadie puede ser sustituido- quienes deseen la buena vida para sí, deben aspirar a que
su política local se base en la libertad la justicia y la asistencia. Finalmente, el autor manifiesta su aborrecimiento
hacia el racismo, los nacionalismos feroces y las ideologías fanáticas que desde luego ponen trabas a la búsqueda del
estado y la convivencia perfecta.