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Explicación

Tema 1: Introducción a la Ecología


Los primeros seres vivos aparecieron en la Tierra hace millones de años, y los primeros mamíferos hace aproximadamente
180 millones de años. Para poder sobrevivir, a los seres humanos les era necesario hacer frente a su medio ambiente, y la
mejor manera de hacerlo era conociéndolo, pues así podrían saber cuáles eran los mejores lugares de cacería y las
costumbres de los animales (lo que hacía más sencillo atraparlos); o las propiedades curativas o alimenticias de las plantas
y el mejor momento para recolectarlas. Es decir, los primeros humanos que vivieron hace tantos millones de años ya
estaban haciendo ecología, pues entender y relacionarse con su medio ambiente era una premisa básica para sobrevivir; lo
mismo podría aplicarse a nosotros, pues nuestra supervivencia también está ligada a los recursos terrestres. La Ecología es
la ciencia que estudia a los seres vivos y su relación con el medio ambiente, es decir con su hábitat.
Historia de la Ecología
A lo largo de la historia han sido muchos los que han dado algo a la Ecología como ciencia, como es el caso de
Aristóteles, quien fue uno de los primeros en concluir que la Tierra era redonda, basándose en la observación de los
astros, los eclipses y las mareas. La observación de este pensador griego también lo llevó a escribir los primeros tratados
sobre la flora y la fauna, en obras como Teoría de las plantas y Tratado sobre el principio general del movimiento de los
animales.
Es en el Imperio Romano donde comienza a desarrollarse el Derecho ambiental, ya que dentro del derecho romano se
consideraba que: la flora, la fauna, los yacimientos, los recursos panorámicos y el ambiente en sí, son “res communi”, es
decir, cosa de la comunidad, que puede ser empleado por todos. Mientras los usos particulares de los recursos no
afectaron en general la naturaleza (por ser relativamente inidóneos para provocar verdaderos desastres ecológicos), ningún
obstáculo legal o económico impidió el uso y el abuso de tales bienes (FUP, 2010).
Siglos después, ya encaminados en el Renacimiento, cuando la ciencia se convirtió en la forma de explicar los fenómenos
naturales, alejándose entonces de la fe, el mito y la religión, surgieron grandes científicos y pensadores como Descartes,
quien plantea un acercamiento a la naturaleza a través del razonamiento mental, pues solo así se puede entender la
causalidad de la realidad y con ella los fenómenos naturales. “Solo se conoce a través de la razón” (García, 1980). Es la
verdad con la cual Descartes enfrenta a la naturaleza y la aprehende.
Por otra parte, Bacon es el primero en fundamentar el conocimiento a través de una experiencia de los sentidos; es decir,
creer únicamente lo que los sentidos dicen y no basarse en la leyenda o el mito para comprender la naturaleza.
Son estas dos perspectivas las que modelarán la ciencia a partir del Renacimiento: creer a partir de lo que se experimenta
y comprenderlo solamente a través de la razón.
En el siglo XVI, Carlos Linneo realizó la clasificación de las especies que se sigue utilizando hasta hoy en día.
Para el siglo XVIII, “la ciencia natural”, como se le llamaba entonces, recibe obras como las de Jean-Baptiste Lamarck,
autor de Filosofía zoológica, en la cual explica las características de los organismos, sentando las bases para los estudios
de población, entre otros. Por otra parte, es en su obra Investigación sobre los organismos vivos donde por primera vez se
utiliza y se define el término Biología.
En los trabajos de Lamarck, la investigación biológica estaba constituida por un pensamiento transformista, basándose en
los trabajos de Descartes y Bacon; esto cambia con la llegada de Charles Darwin, autor del libro El origen de las
especies, donde la evolución aparece ligada de manera muy estrecha a la Ecología como una ciencia.
Sin embargo, no es sino hasta 1869 cuando Ernst Haeckel, un zoólogo alemán, es el primero en utilizar el término
“Ecología” con el objetivo de definir las relaciones entre los seres vivos y el hábitat en el que se mueven.
Haeckel eligió las palabras griegas oikos, cuyo significado es casa; y logos, que significa estudio, para hablar del estudio
de la casa, del planeta, que al final de cuentas es nuestra casa.
A finales del siglo XIX, Henry Ch. Cowles introduce el concepto de comunidad ecológica en el tiempo y el espacio, por
lo que también se inicia la polémica sobre las características y los componentes de una comunidad.
Para comprender a la Ecología como una ciencia interdisciplinaria, es muy importante acercarse a su desarrollo a finales
del siglo XIX. Tomemos como ejemplo la expedición realizada por el almirantazgo británico a través del Challenger, una
nave que recorrió todos los mares conocidos, recogiendo muestras de todas las latitudes, para obtener un valioso material
de investigación, el cual fue trabajado por distintas ciencias como la Paleontología, la Oceanografía y la Geología, entre
otras. El documento final fue dirigido por John Murray, y publicado en 1912 bajo el nombre de Las profundidades del
océano.
Estas memorias fueron consideradas como uno de los primeros tratados de Ecología. Las primeras obras enfocadas
directamente a la ciencia ecológica surgen alrededor de los años 20, ya que este es el momento en que se independiza de
la Biología mediante obras como Plant succession: an analysis of development of vegetation de Frederic E. Clements,
donde se introduce el concepto de comunidad; incluso surgen revistas sobre el tema como Ecology, en Estados Unidos; y
Zeitschrift für Morphologies und Önkologie en Alemania.
En la década de los 30 se introducen nuevos conceptos, tales como ecosistema (Arthur George Tansley), que
posteriormente fue caracterizado por Lindema a través del flujo de energías; o como el término sinecología (E. Birge).
Los estudios sobre Ecología Humana tendrán que esperar al final de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, habrá dos
áreas de investigación dentro de este campo: la línea etnológica, enfocada a las comunidades humanas; y la urbana, que
trabaja con las comunidades que habitan las ciudades.
Hoy en día hay grandes expertos que alertan y trabajan sobre el impacto que tienen las acciones humanas en la Ecología,
como por ejemplo Julia Carabias, quien se ha destacado en el campo de la defensa del medio ambiente y la lucha contra
la pobreza; y Rachel Carson, quien en su obra Silent Spring busca despertar la conciencia sobre el uso indiscriminado de
pesticidas y sus efectos en el agua, la tierra y las personas.
También debemos mencionar a Eugene P. Odum, quien descubrió los mecanismos homeostáticos de los ecosistemas; es
decir, los mecanismos que les permiten mantenerse en equilibrio y el impacto que las acciones humanas tienen en ellos.
Jorge Soberón Mainero, biólogo mexicano quien impulsa los programas de cooperación internacional en las áreas de
cambio climático, pérdida de ozono, pérdida de la biodiversidad y degradación de aguas internacionales. Y, sin duda
alguna, al inolvidable Jacques Cousteau, quien nos maravilló a todos con sus increíbles imágenes sobre la fragilidad de
los ecosistemas marinos; sus trabajos fueron fundamentales para divulgar la importancia, belleza y diversidad de la vida
marina alrededor del mundo.
Así pues, verás que el estudio de la Ecología es sumamente importante para concientizarnos de que somos parte del
planeta, y que la Tierra es nuestro hogar, por lo que todo lo que hagamos o dejemos de hacer tiene influencia sobre ella,
así como también sobre nosotros mismos como especie. Incluso podríamos llegar a ser una especie en peligro de
extinción, como consecuencia de nuestras acciones y omisiones: ¿Alguna vez habías pensado así?
Es por ello que debemos pensar muy bien cómo nuestras decisiones pueden cambiar no solo el futuro del planeta, sino
nuestro propio futuro como especie y, por supuesto, nuestra supervivencia en la Tierra.
Campo de estudio de la Ecología

El campo de estudio de la Ecología es muy amplio, para comprenderlo vamos a
conocer los diferentes niveles en los que se basa; es decir, nos enfocaremos en conocer los niveles de organización de los
seres vivos:
Átomo: “Cantidad menor de un elemento químico que tiene existencia propia y se consideró indivisible. Se compone de
un núcleo, con protones y neutrones, y de electrones orbitales, en número característico para cada elemento químico”
(Rae, 2013).
Molécula: “Unidad mínima de una sustancia que conserva sus propiedades químicas. Puede estar formada por átomos
iguales o diferentes" (Rae, 2013).
Organelo: "Estructuras con funciones especializadas que están limitadas por una membrana".
Organismo: "Ser viviente”.
Población: “Conjunto de individuos de la misma especie que ocupan una misma área geográfica" (Flores, 2012).
Comunidad: “Conjunto de poblaciones que interactúan entre sí" (Rae, 2013).
Ecosistema: “Conjunto de los seres vivos (biocenosis) cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en
función de los factores físicos de un mismo ambiente (biotopo)” (Flores, 2012).
Los ecosistemas pueden ser divididos en dos categorías: terrestres, como su nombre lo dice la flora y fauna se desarrollar
en el suelo o subsuelo. El otro tipo de ecosistema es el marino que incluyen las aguas de los océanos y las aguas
continentales dulces o saladas.
Bioma: Comunidad ecológica donde domina un cierto ecosistema” (Flores, 2012).Los biomas se pueden clasificar en
terrestres, marinos y de agua dulce.
Biosfera: “Capa de la Tierra incluyendo la atmósfera y los océanos y en la que viven todos los seres vivos” (Flores, 2012)
Es muy importante entender el camino de lo particular a lo general, pues así es como comprendemos que el objeto de
estudio de la Ecología es la biósfera, además de los ecosistemas, las comunidades y las poblaciones. Otros niveles son
estudiados por distintas ciencias como la Anatomía, la cual se hace cargo de estudiar al individuo; o la Fisiología, que
estudia los órganos.
Ramas de la Ecología
• Autoecología
Esta rama analiza las acciones recíprocas entre el medio y los organismos que lo habitan; es decir,
cómo el individuo (en referencia a un organismo completo, sea una persona o un león) cambia a su medio y a su
vez es afectado por este.
• Sinecología
Su objeto de estudio es la comunidad (conjunto de poblaciones) y el medio ambiente que la rodea en un
área determinada.
• Demoecología
Estudia a una población en cuanto a su medio y a sus relaciones con otras poblaciones.
El estudio de la Ecología es una de las herramientas más valiosas que tenemos para conocer, entender y preservar el
planeta, con toda su riqueza; así como a nosotros mismos como especie.

Tema 2: Ecología de la población


La Ecología de poblaciones es una de las más útiles herramientas para conocer los factores que determinarán las tasas de
natalidad (la cantidad de nacimientos) y mortalidad (la cantidad de defunciones); además nos permite pronosticar, a
partir de dichos datos, mejores cosechas, o evitar las plagas entre otras aplicaciones.
Vamos a comprender primero algunos conceptos ecológicos básicos, como por ejemplo población, el cual se refiere a “un
grupo de organismos de una misma especie que ocupan un área determinada y realizan un intercambio de genes” (Flores,
2012). Por ejemplo, una población sería la cantidad de personas que habitan la ciudad de Monterrey, o la cantidad de
peces que hay en un acuario.
Las poblaciones se estudian a partir de sus características básicas:
a. Tasa de natalidad
b. Tasa de mortalidad
c. Migración (cantidad de individuos que salen de la población) e inmigración (cantidad de individuos que se
introducen en la población)
d. Densidad (cantidad de organismos por unidad de área)
Otro concepto básico es el de comunidad, que se define como “una colección de poblaciones que interactúan entre sí”
(Flores, 2012).
Un ecosistema será la convivencia entre el biotopo (medio físico) y la biocenosis (comunidad). Los límites no suelen ser
muy claros, pues en general un ecosistema no es un elemento estático, sino completamente en movimiento, interactuando
con otros ecosistemas y poblaciones, y dependen en gran manera de su medio físico y de los factores bióticos (se precisa
por la presencia de vida) y abióticos (hace referencia a los factores que no están vivos), que estudiaremos a continuación.
Factores abióticos:
Bióxido de carbono: Este compuesto químico es la base fundamental de la fotosíntesis, y por tanto fuente primaria de la
alimentación para los organismos fotosintéticos, que a través de la cadena alimenticia se convertirán en reserva para los
consumidores.
Suelo: Es el lugar donde se encuentra la principal fuente de materias primas que dan lugar al proceso fotosintético y la
base de producción alimentaria para el resto del medio ambiente. El suelo se ve afectado por una gran cantidad de
factores, tales como: la temperatura, la precipitación, el clima y la acción de los organismos vivos (tales como
animales, plantas, bacterias y hongos); esto es lo que hace que el suelo cambie constantemente y, por lo tanto, cambie
también el ecosistema en el que se encuentra.
Agua: El agua es necesaria para que todos los elementos químicos del ecosistema lleven a cabo su circulación, en un ciclo
perene que permite también la descomposición y la circulación de los nutrientes. Además es vital para la supervivencia de
todos los seres del planeta.
Atmósfera: Se trata de la capa gaseosa (nitrógeno, hidrógeno de carbono, oxígeno y otros gases) que rodea la Tierra. La
atmósfera es importante no solo porque el oxígeno es necesario para la supervivencia de los seres vivos, sino porque en
ella suceden múltiples fenómenos que son necesarios para la vida, tales como el intercambio de masas de aire,
responsable de los cambios de temperatura; y la precipitación, que es parte indispensable del ciclo del agua en la Tierra;
así como la circulación atmosférica que origina los patrones de circulación superficial en los océanos.
Energía solar: La energía que recibe la Tierra proviene del Sol, en forma de luz ultravioleta, calor y luz visible, siendo esta
la principal fuente de energía. La luz del Sol es la principal fuente energética para el proceso fotosintético.
Factores bióticos
Cuando hablamos de factores bióticos nos referimos a los organismos vivos que se encuentran en el medio ambiente y que
están realizando intercambios entre sí; por ejemplo las plantas, los animales, los hongos y las bacterias.
A estos organismos los podemos dividir de la siguiente manera:
a. Autótrofos: aquellos que producen su propio alimento (plantas).
b. Heterótrofos: también son llamados “consumidores”, pues no tienen la capacidad de producir su alimento y
por tanto “consumen” a aquellos que sí lo hacen (animales).
c. Descomponedores: son aquellos que destruyen los organismos que una vez estuvieron vivos y reintegran al
suelo sus propiedades (hongos y bacterias).
Así pues, en un ecosistema encontramos la convivencia de animales, plantas, bacterias y hongos, y es lo que hace de ellos
una joya preciosa para mantener de cara el futuro de nuestra especie y de nuestro planeta.

Tema 3: Ecosistemas y recursos naturales


Recordemos que un ecosistema es un conjunto de los seres vivos (biocenosis) cuyos procesos vitales se relacionan entre sí
y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente (biotopo)” (Flores, 2012). La naturaleza a lo
largo de los años ha provisto a la humanidad de los recursos necesarios para la subsistencia de esta. Por ejemplo el suelo,
agua, petróleo.
Desde la aparición del hombre, este ha dependido de la tierra para obtener el sustento que requiere para vivir (vestido,
alimento, habitación e inclusive salud), las cuales son necesidades que han sido satisfechas a partir de lo que ofrece la
tierra.
Al tomar elementos de la naturaleza es muy importante conocer qué tipo de recursos estamos utilizando, así como
protegerlos del abuso, de manera que estos recursos se mantengan para continuar jugando el papel que les toca en el
ecosistema en el que están.

Los recursos se dividen de la siguiente manera:


• Recursos renovables: son aquellos que tienen la capacidad de regenerarse, como por ejemplo la flora y la fauna.
Pueden convertirse en no renovables cuando no son protegidos y se encuentran sobreexplotados, lo que los pone
en peligros de extinción.
• Recursos no renovables: son los que carecen de la capacidad de regenerarse, o simplemente porque llevaría
millones de años a la naturaleza conjugar los elementos para crearlos de nuevo, como por ejemplo el petróleo
Dada la explotación que se ha hecho a lo largo de los siglos, los recursos naturales no renovables e incluso algunos de los
renovables pueden estar en peligro, debido al impacto ambiental generado por la activad humana, así como por la
sobreexplotación de los mismos y los patrones de consumo como veremos a continuación.
Tema 4: La sobreexplotación de recursos y sus consecuencias ambientales
La moda de lo ecológico
A lo largo de los miles de años que los humanos hemos habitado la Tierra, hemos cambiado nuestras formas de vida, y
con ello los patrones de consumo. Las distintas sociedades humanas han generado una relación con la naturaleza que no
siempre ha sido la más adecuada.
A continuación revisaremos de manera precisa los patrones de consumo de las sociedades humanas:
• Sociedades prehistóricas
Se trata de grupos reducidos conformados por cazadores y recolectores. Aprendieron a
conocer su medio ambiente y se relacionaron con el mismo para sobrevivir.

Las evidencias arqueológicas
señalan que no lo alteraron en demasía, pues su relación con el medio era amigable. Consumían los animales que
encontraban, así como las plantas y el agua que podían hallar cerca de sus refugios. Su energía procedía del Sol o
bien de sus propios músculos. Al tratarse de sociedades nómadas, normalmente abandonaban el lugar antes de
erosionarlo o acidificarlo con los desechos orgánicos.
• Sociedades agrícolas
Surgen cuando los pequeños grupos nómadas se asientan en comunidades que aprenden a
cultivar la tierra y a domesticar animales.

Para obtener terreno cultivable, arrasaban con la vegetación por
diferentes medios (ya sea la quema o la llamada “tumba y roza”), y si la cosecha disminuía se instalaban en otro
sitio, sin preocuparse por el destino del anterior asentamiento. Al tener más alimento disponible, las sociedades se
convierten en ciudades; las personas viven más tiempo y consumen mayores cantidades, lo que trae como
consecuencia enfrentamientos por los recursos disponibles, así como por el espacio. 

Como consecuencia, el
impacto en el medio ambiente se amplifica, puesto que se talan más árboles para conseguir pastizales o terrenos
laborables, se favorece la desforestación, la erosión del suelo, la acidificación y la concentración salina del mismo
y el sobrepastoreo. Se inicia la sobrepoblación de las ciudades y el trabajo masivo de las tierras.
2. Sociedades industriales
Comienzan en el siglo XVIII con la Revolución Industrial en Inglaterra. La principal fuente
de energía era el vapor, y para producirlo se utilizará el carbón como sustituto de la madera, que era más escasa
y más cara. 

La alta disponibilidad del carbón permitió la existencia de máquinas movidas por el vapor como
el ferrocarril, que muy pronto cambiarían su fuente de energía por el petróleo. Esto crearía una dependencia de
los combustibles fósiles que no son renovables (carbón, gas natural y petróleo). También comienza el cambio de
la pequeña producción a la producción en masa, la cual se vuelve mucho más eficiente tras la Primera Guerra
Mundial. 

Esto deriva en un consumismo innecesario y un enorme impacto al ambiente, dado el abuso
mundial de los combustibles fósiles cuyos remantes son enormes cantidades de calor y energías no utilizadas, así
como alteraciones en el agua y el suelo del planeta.
• Sociedad actual
También ha sido llamada “sociedad de consumo”. Dada la sobrepoblación actual, la dependencia
de los combustibles fósiles, la introducción de sustancias sintéticas y el desmesurado consumo de productos
que se trasladan por miles de kilómetros desde su producción hasta su destino final, esta sociedad altera de
manera drástica el medio ambiente.

El consumismo masivo impacta en el clima terrestre, por lo que es muy
importante saber qué consumimos y por qué lo hacemos.

Tema 5: La contaminación ambiental y su impacto
Hay un sinnúmero de problemas que se han generado como consecuencia de los patrones de consumo de la sociedad
actual, que ha traído como consecuencia el adelgazamiento de la capa de ozono (que se encuentra en la atmósfera que
rodea la Tierra y evita la llegada de la luz ultravioleta a la superficie del planeta), así como la deforestación (proceso
derivado de la actividad humana, por el cual los bosques son explotados, más allá de su propia capacidad de regenerarse)
Cambio climático
Si bien el cambio en el clima de la Tierra no es nada extraño, en la historia del planeta se ha registrado una y otra vez,
incluyendo lo que conocemos como: glaciaciones.
Sin embargo, desde que el ser humano ha iniciado una extrema explotación del medio ambiente y sus recursos, este
fenómeno se ha acelerado de manera impactante.
A ello se le llama cambio climático, y aunque no es raro, se ha disparado en los últimos años; esto puede traer como
consecuencias el aumento de la temperatura de la Tierra, y con ello el cambio en la altura de los mares y la pérdida de los
glaciares en el los casquetes polares.
Ante el cambio climático, ¿qué podemos hacer?
Hoy en día nuestra sociedad parece volver a inclinarse a una relación menos agresiva con la naturaleza (a partir de la
Revolución verde que comienza en la década de 1950); pero, ¿realmente hablamos de una vuelta a lo natural?, ¿o
estamos más bien frente a una moda que nos lleva al consumismo de objetos y productos supuestamente “verdes”?
Se han creado multitud de ferias y mercados donde podemos conocer a los productores de nuestra comida y obtener
alternativas ecológicas para otras cosas como papel, telas, regalos, velas, etc. Sin embargo, cuando adquirimos opciones
como estas también podemos caer en la trampa de comprar cosas que no necesitamos, bajo el pretexto de ayudar al
ambiente.
Un consumidor que es responsable no se limita a comprar lo “verde” solo porque es “verde”, sino que se fija si de verdad
lo necesita o es una compra por impulso, que terminará tirada en cualquier rincón de la casa y que desde luego, no
ayudará al planeta.
Cuando pensamos en la Ecología pensamos rápidamente en reciclar, lo cual es muy útil; pero hay otras alternativas en las
que a veces no reflexionamos.
Una de ellas es reducir lo que consumimos antes de comprarlo. ¿Realmente necesitamos un producto que viene
envuelto en un doble plástico y luego en una bolsa? Al rechazar este tipo de compras podemos presionar a las empresas
para evitar que nos vendan productos con envoltorios innecesarios.
Por ejemplo, cuando pedimos comida para llevar a casa en un restaurante, taquería o cafetería, podemos reducir los
deshechos evitando el uso de contenedores dobles para la comida que fácilmente puede ser transportada en uno solo y
evitando el uso de unicel en dichos contenedores, ya que este es uno de los materiales más contaminantes de la Tierra, por
lo que es muy importante eliminar el uso del mismo.
Reducir también implica intercambiar, hacer trueque con otros, para que aquellas cosas que no nos son útiles en casa,
encuentren un uso en la de otras personas, en lugar de terminar en un basurero o un relleno sanitario. A veces parece
difícil hacerlo, pero al ponerlo en práctica, veremos que en realidad es más fácil de lo que se ve.
No es un error hacer nuestras compras más verdes, pero debemos ser realmente conscientes de que los pequeños pasos
que damos, la forma en la que nuestros patrones de consumo nos llevan a relacionarnos con la naturaleza, realmente son
un paso más adelante en la búsqueda de un futuro mejor, y no una moda en la que nos dejamos llevar para ser parte del
“consumismo verde”.
Marco legislativo mexicano
Las leyes en México respecto a la ecología han experimentado un gran avance en los últimos años, pues se reconoce ya la
necesidad de contar con una adecuada legislación ambiental.
Así, el objetivo de las leyes ambientales es “garantizar el derecho de los seres humanos a vivir en un ambiente sano,
adecuado para su desarrollo y bienestar colectivo e individual”(Flores, 2012).
No solamente se refiere a las sanciones y leyes que se aplican en el área de la contaminación, sino que integran cuestiones
de salud, prevención de daños, seguridad, uso de suelo e incluso diversidad cultural, de forma que el medio ambiente se
integre de manera amable y segura con el ser humano y sus actividades.
Entre las leyes más importantes que caracterizan el marco legislativo mexicano, tenemos la Ley General de Equilibrio
Ecológico y Protección al Ambiente (LEGEEPA), publicada en el Diario Oficial de la Federación el 28 de enero de
1988, que parte de un principio constitucional mexicano para garantizar que todas las personas gocen de un medio
ambiente sano y adecuado para su desarrollo.
Por otra parte, el marco legislativo mexicano reconoce diferentes formas de protección al medio ambiente, de las cuales
las importantes son las siguientes:

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