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Construcción de la República Argentina (UOCRA) Seccional La Plata y
que se pusieron de acuerdo para cometer delitos de modo indeterminado
por sí, o utilizando a tal fin a personal obrero, mediante actos intimidatorios
y bajo amenazas de parar las obras y trabarlas en conflictos gremiales,
procurando la concesión por parte de empresas y contratistas de
importantes beneficios económicos y la imposición de personal y de la
empresa proveedora de viandas. También se verificó en la justicia
provincial la existencia de peligro de fuga y de entorpecimiento del proceso
respecto de los imputados, pues la magnitud de la pena hacía improbable
una condena de ejecución condicional y las características de la
organización presuponían un riesgo para el proceso. Dicho peligro es
expuesto con justeza en el voto de uno de los tres camaristas del fuero
ordinario platense (Dra. María Silvia Oyhamburu) al analizar el auto de
prisión preventiva dictado por el juez de garantías:
“[…] considero que se ha inferido fundadamente el
riesgo procesal de entorpecimiento probatorio, sustancialmente,
de la objetiva y provisional valoración de las características del
hecho y de las condiciones personales de los encausados y, no
sólo de la probable pena en expectativa que se espera como
resultado de este proceso desde un pronóstico concreto de pena
[…] Este criterio se fortalece, en atención a que nos encontramos
frente a miembros que formaban parte o estaban vinculados a
una organización sindical, adunado a que las mismas probanzas
dejan traslucir componentes de ‘poder’, mando, relaciones y
nexos inherentes a dichas funciones y tareas. Este es un dato
objetivo e indicador de que los imputados podrían intentar
destruir o modificar elementos de prueba, influir sobre el resto
de los involucrados en el hecho, testigos o deponentes de cargo o
bien, inducir a otros a realizar cualquier tipo de
comportamiento”.
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CAMARA FEDERAL DE LA PLATA - SALA II
FLP 55652/2017/70/CA9
Pagnoni, Lara Micaela Muñoz, Pablo Nicolás Neves y Rubén Darío Roldán
consideró que debía interponer ante el juez federal solicitudes de
excarcelación, las cuales dieron lugar a la formación de sendos incidentes,
uno de los cuales es el FLP 55.652/2017/70/CA9 de María Fabiola García
que aquí se tratará.
III. La defensa de María Fabiola García, que es la misma que
la de los otros nombrados en el párrafo anterior, solicitó su excarcelación al
juez federal el 28 de diciembre de 2017, argumentando la inexistencia de
peligro para el proceso en caso de que recupere la libertad. Entiende que
existe arraigo, que los domicilios fueron allanados, requisados y está todo
embargado, que la prueba de cargo se halla prácticamente sustanciada y que
es un razonamiento injusto tomar en cuenta la expectativa de pena para
presuponer un peligro de fuga que, además, no existe.
Particularmente en relación a María Fabiola García la defensa
esgrime que es madre de un niño de seis años de edad, cuyo bienestar se
halla en riesgo dado que sus dos padres (la nombrada y Juan Pablo Medina)
se hallan detenidos, y que a este respecto debe tenerse en cuenta el interés
superior del niño a la vez que debería darse intervención al Asesor de
Menores (fs. 18 y ss.).
IV. Con dicha solicitud el juez federal de Quilmes formó el
presente incidente de excarcelación y en el mismo auto precalificó la
conducta de la imputada en los arts. 210 y 303 C.P., y luego corrió vista a la
fiscal federal (fs. 25).
Esta magistrada sugirió no hacer lugar al beneficio. Tuvo en
cuenta para ello que el máximo de la pena, por la concurrencia real de las
figuras, llegaría hasta 20 años de prisión, y si bien el mínimo (3 años de
prisión) habilitaría una eventual condena de ejecución condicional,
consideró que podía obstruir la investigación en caso de concederse la
libertad “ya sea coaccionando a testigos o frustrando las medidas
probatorias” pendientes” (fs. 26 vta.). Además, valoró la fiscal que los
imputados tenían abultados patrimonios, vehículos, inmuebles, etc., de lo
cual deriva la suposición de la existencia de recursos materiales y medios
tendentes a eludir el accionar de la justicia. Finalmente, reparó en las
características de la organización investigada, con varios miembros y
recursos materiales y económicos, y consideró que el grado de peligrosidad
aumenta “a mayores recursos y contactos, toda vez que estas circunstancias
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colocan a los imputados en una situación ventajosa para una eventual fuga”
(fs. 26 vta.). En cuanto al aspecto vinculado al hijo de la imputada, entendió
que aunque superaría los cinco años de edad (art. 32 inc. f de la Ley
24.660), correspondía solicitar un informe socio-ambiental para determinar
si se halla contenido, escolarizado, etc. (fs. 27).
El juez federal no hizo lugar a la excarcelación,
argumentando que si bien la escala penal de los delitos previstos en los arts.
303 y 210 C.P. posibilita, por su mínimo, una condena de ejecución
condicional, la gravedad de los topes máximos y la posibilidad de su
efectivo cumplimiento constituye una pauta objetiva para presumir la
probabilidad de que la imputada eluda el accionar de la justicia. Además,
tuvo en cuenta que existen peligros procesales que parten de considerar las
características de los hechos y las condiciones personales de la imputada.
Específicamente, invocando a la fiscal, señaló que María Fabiola García
cuenta, al igual que los otros coimputados, con abultado patrimonio que
permite presuponer fundadamente la existencia de recursos materiales y
medios para entorpecer el accionar de la justicia y/o darse a la fuga (fs. 32).
Paralelamente al rechazo de la excarcelación, el juez encomendó a
Prefectura Naval Argentina que practicara un informe socio-ambiental
respecto del hijo de la imputada en el sentido solicitado por la representante
del Ministerio Público (fs. 33 vta.).
V. La defensa apela esta decisión del juez insistiendo en su
posición originaria, y sosteniendo, además, que el mínimo legal de los
delitos imputados habilita la ejecución condicional y que del hecho de que
el máximo sea elevado no se puede inferir que la persona imputada se
fugará. Por otro lado, señala que el juez no da razones para justificar por
qué la pena en concreto sería superior a los ocho años de prisión.
Se queja de que el juez haya calificado la conducta en los arts.
303 y 210 C.P. cuando en la justicia provincial el único delito imputado fue
el art. 210 C.P. Aclara que el magistrado federal no tomó indagatoria
haciéndole saber del hecho y la calificación del art. 303 C.P., y de la prueba
de cargo en su contra, de modo que se no se pudo ejercer la defensa en
juicio a este respecto y se vulneró además el debido proceso penal y el
principio de congruencia; añade que mal puede denegarse una
excarcelación en razón de hechos que no han sido motivo siquiera de un
llamado a prestar declaración indagatoria (fs. 53/54). Sugiere la imposición
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VII. Ahora bien, lo primero que corresponde señalar es que la
procedencia o no de la excarcelación debe ser evaluada con arreglo a las
calificaciones designadas por el juez en el incidente de excarcelación
respectivo, y aquí el magistrado ha calificado la conducta en el art. 210 y,
además, en el art. 303 C.P.
VIII. Aclarado esto, introduzcámonos a dicho análisis,
recordando que, de acuerdo con los parámetros reguladores de la libertad
del imputado durante el proceso, fijados en la doctrina del Plenario “Díaz
Bessone”, de la Cámara Nacional de Casación Penal, “no basta en materia
de excarcelación o eximición de prisión para su denegación la
imposibilidad de futura condena de ejecución condicional, o que pudiere
corresponderle al imputado una pena privativa de la libertad superior a
ocho años (arts. 316 y 317 del C.P.P.N.), sino que deben valorarse en
forma conjunta con otros parámetros tales como los establecidos en el art.
319 del ordenamiento ritual a los fines de determinar la existencia de
riesgo procesal”.
Y a la luz de esos principios, la suscripta percibe la
posibilidad de riesgo de entorpecer la investigación a la que alude el art.
319 C.P.P.N. en caso de conceder la libertad a la imputada.
En primer lugar, no puede pasarse por alto que a partir de la
calificación seleccionada (art. 210 C.P. y art. 303 C.P.) y las circunstancias
del caso y de María Fabiola García, no se aprecia como posible una
condena de ejecución condicional pues el pronóstico de pena esperable
superaría holgadamente los límites estipulados en el art. 316, segundo
párrafo, C.P.P.N. Para fundar ese pronóstico tomo en cuenta el significativo
rol de la nombrada en los hechos, pues en el auto de prisión preventiva se le
adjudicó a María Fabiola García estar a cargo del personal femenino, pero
con una actividad hasta cierto punto similar al de su pareja, Juan Pablo
Medina, ya que también impartía órdenes tendientes a la no continuación
de diferentes obras, ocupándose, asimismo, de la confección de las viandas
para las distintas obras a las cuales se imponía su venta bajo amenaza de
paralizarla (fs. 21/22 del Legajo FLP 91.224/2017/1).
En este sentido, debo recordar que la “elevada escala penal”
puede ser un parámetro que puede conducirnos a presumir un riesgo para el
proceso tal como ha sido avalado por la Comisión Interamericana de
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Asimismo, los miembros de la Sala II de la Cámara Federal
de Casación anularon una decisión de un tribunal oral que había dispuesto
el cese de la prisión preventiva en una causa ligada al juzgamiento de una
asociación destinada a cometer extorsiones, delitos tributarios, tenencia de
armas entre otros. Para anularla, los miembros de esa Sala articularon
razones que versaban en la elevada pena en expectativa que recaería sobre
los imputados, a quienes se les enrostraba las penas de los delitos previsto
en los arts. 210 y 303 inc. 2 a C.P., y valoraron dos de ellos muy
especialmente el peligro sobre la vida e integridad de testigos de cargo que
en muchos casos habían denunciado haber sido amenazados como indicado
de que los imputados en libertad podían entorpecer el normal desarrollo del
proceso (Sala II CFCP in re “Ale, Rubén Eduardo y otros s/ recurso de
casación”, resolución del 15 de diciembre de 2017).
La valoración por parte de la Cámara Federal de Casación de
la posible influencia sobre las víctimas como indicador de riesgo procesal y
motivo de rechazo de la excarcelación, es generalizada (por ejemplo,
también, causa FMP 72000674 “Blanco” Sala IV causa 247/16 resolución
de fecha15/03/16).
Lo dicho es suficiente para confirmar la resolución apelada
por los fundamentos aquí dados.
IX. En cuanto a la cuestión vinculada a que María Fabiola
García tiene un hijo de 6 años de prisión y dos hijas cuyo estado de salud
física y mental ha sido ilustrado por la parte exclusivamente, entiendo que
corresponde dar inicio a un incidente de prisión domiciliaria en primera
instancia, en el cual el magistrado disponga estudios médicos y
psicológicos por parte del Cuerpo Médico Forense sobre los tres hermanos.
También el juez deberá disponer un nuevo informe socio-ambiental
realizado con profesionales especializados en la materia.
Como consecuencia de todo lo dicho, propongo al acuerdo
confirmar la decisión apelada.
EL JUEZ ÁLVAREZ DIJO:
En sustancia comparto que no corresponde conceder la
excarcelación a favor de María Fabiola García, pero, por otro lado, estimo
que están dadas las condiciones para conceder ya en este momento el
arresto domiciliario en favor de María Fabiola García, sin necesidad de
sustanciación de un incidente en el juzgado de origen (ver el mismo criterio
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5° de la Declaración Universal de Derechos Humanos; los artículos 7 y
10.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo
5.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, tal como lo
reconocían expresamente los considerandos del decreto 1058/97,
reglamentario del antiguo artículo 33 de la ley 24.660. A las disposiciones
contenidas por los referidos instrumentos internacionales, corresponde
añadir los postulados que establece el artículo 3 de la Convención sobre los
Derechos del Niño -adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas-, incorporada a la Constitución Nacional por el artículo 72, inciso
22.
En este punto corresponde considerar que el artículo 3.1 de la
Convención sobre los Derechos del Niño establece la obligación de atender
al interés superior del niño. Se discute en doctrina el alcance de esta
prevalencia, en tanto podría referirse la limitación de ámbitos de autonomía
individual por vía de la intervención cuasi-discrecional de las autoridades
públicas (se puede ver Diego Freedman, Los riesgos del interés superior
del niño. O cómo se esconde el ‘Caballo de Troya’ en la Convención
http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documentos/los-
riesgos-del-interes-superior-del-nino.pdf y “Convención sobre los Derechos
del Niño” Mary Beloff, Virginia Deymonnaz, Diego Freedman, Marisa
Herrera y Martiniano Terragni, en Tratado de los Tratados Internacionales,
Walter Carnotta y Patricio Maraniello, directores, Ed. La Ley, Buenos
Aires, 2011, Tomo III, pags 464 y sgtes). Sin embargo la discrecionalidad
interpretativa del resto del ordenamiento jurídico allí donde no está en
cuestión un derecho del niño que pueda colisionar con su interés por parte
de las autoridades públicas, parece innegable. En este sentido la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva OC-
17/2002 del 28 de agosto de 2002 solicitada por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, afirma que la “Convención sobre
Derechos del Niño alude al interés superior de éste (artículos 3, 9, 18, 20,
21, 37 y 40) como punto de referencia para asegurar la efectiva realización
de todos los derechos contemplados en ese instrumento, cuya observancia
permitirá al sujeto el más amplio desenvolvimiento de sus potencialidades”
(párrafo 59). Asimismo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación afirmó
en Fallos 328:2870, que “la consideración primordial del interés del niño,
que la Convención sobre los Derechos del Niño impone a toda autoridad
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juez Álvarez, la que se hará efectiva por intermedio del juzgado de origen
previo cumplimiento de los recaudos ligados a su concesión.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.
Ante mí:
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