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Desacoplados
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0 279
1 author:
Jordi Claramonte
National Distance Education University
5 PUBLICATIONS 1 CITATION
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All content following this page was uploaded by Jordi Claramonte on 07 January 2015.
ISBN: 978-84-614-6199-8
Deposito legal:
Impreso en España
Madrid Enero 2011
A Chus y a Elisa, a Gloria, Karen, Lucía,
Nacho y Elena, a Giancarlo y el Negro...
Desacoplados todos y por eso compañeros
en la mayor y más gozosa aventura editorial
que vieron los siglos.
Indicio 09
Advertir el Desacoplamiento. 15
High Noon.
Constitución del desinterés y filosofía moral del desperado. 17
Gradientes de desacoplamiento: la frontera. 19
¿Qué es lo que se desacopla? 21
9
DESACOPLADOS
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Indicios
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DESACOPLADOS
12
Indicios
Como pasa con otros óptimos modales, con otros modos de re-
lación llevados a sus extremos más excelentes e inhabitables, pensar a
los protagonistas del western supone pensar una de esas figuras que,
sin demasiada vacilación, estaríamos dispuestos a llamar un “imprescin-
dible imposible”: una figura sin cuya presencia no podemos explicar el
mundo, pero una figura –a su vez- que resulta imposible de concebir,
que no puede existir y contra cuya existencia podemos estar dispuestos
a conjurarnos incluso.
El imprescindible imposible ha venido siendo un recurso relati-
vamente habitual en el pensamiento, la política y la teología. Así, por
ejemplo, en la arquitectura de la Razón Práctica de Kant, esos impre-
scindibles imposibles son, nada menos, los tres postulados de la Razón
Práctica: la libertad, la inmortalidad y Dios.
Un juego parecido al que plantea Kant, se da con la figura de
lo instituyente en el pensamiento político. Necesitamos saber que la
soberanía reside en el pueblo, que podemos “hacer las costumbres”,
inventar las leyes, pero por alguna razón ese momento instituyente –
como la inmortalidad o como dios- es difícil, o directamente imposible,
13
DESACOPLADOS
de ver.
De ese modo, el cowboy en el imaginario político norteamericano,
no deja de ser una suerte de santo1 instituyente, una mezcla curiosa –a
buen seguro- de los tres postulados de la razón práctica que concentra
sobre todo la fuerza de aquellos elementos que necesitamos postular
como si de astros se tratara, cuya presencia equilibrara las atracciones
y órbitas de nuestra cosmología, pero cuya existencia no podemos en
modo alguno demostrar…
1
Pienso en los santos, en la medida en que funcionan encarnando diferentes óptimos
modales, máximos grados de despliegue y cumplimiento de una contextura determinada,
pero que resultan intratables cuando están demasiado cerca. Los santos o no existen o no
hay quien los aguante y desde luego sólo se les puede tener devoción una vez muertos.
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01
Advertir el Descoplamiento.
High noon.
01
Advertir el Descoplamiento.
High noon.
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01 Advertir el Desacoplamiento.
quedado fuera de juego, la ciudad ha crecido –en parte gracias a él- pero
ésta ahora no sólo no lo necesita sino que su empeño por mantener el
orden es contraproducente. Se habla de unos inversores que van a traer
dinero, dinero y más gente a la ciudad, dice que los
inversores se asustarán si se enteran de que hay tiros en las calles…
En fin, todo el mundo le dice al bueno de Gary que se largue lo antes
posible con lo que le queda de rabo entre las piernas.
Algo ha pasado. Ha habido algún tipo de cambio que provoca que
nadie le conozca ya y que sus competencias –antaño importantes- aho-
ra ya no sean apreciadas. Si se queda y actúa como él aún cree que es su
deber, lo hará en soledad y a contrapelo del resto del pueblo. Si cumple
su deber se tratará de una acción claramente desinteresada: nadie se
lo va a agradecer ni a recompensar, puesto que nadie parece estar en
disposición de comprenderlo siquiera. ¿Se puede estar más solo?.
En este contexto, en que los paradigmas modales hegemónicos se
han movido hasta el punto de dejar por completo desamparado a un
agente que sigue actuando desde viejos modos de relación, podemos
empezar a hablar de un orden de “desacoplamiento” que será caracte-
rístico de muchos de los westerns. No hablaremos de psicología, sino
de modos de producción del mundo y la sensibilidad, de la medida
en que diferentes modos de producción se solapan y se hacen la vida
imposible. Ahora puede empezar el baile.
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DESACOPLADOS
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01 Advertir el Desacoplamiento.
La frontera es la única tierra disponible para los pobres: aquí no están en deuda
con nadie ni piden permiso para vivir…
(Daniel Day-Lewis en “El último mohicano”)
19
DESACOPLADOS
Es tan obvio como inevitable recordar que Marx realizará uno de sus
diagnósticos más certeros al definir la “acumulación originaria” precisa-
mente como el proceso histórico de disociación entre los productores y
los medios de producción.
Una de las procedimientos más claros y expeditivos para llevar a
cabo esa disociación es el cercamiento de los comunes habitados por
los productores. Cuando como explica Marx, miles de campesinos son
expulsados de sus tierras suceden dos cosas: en primer lugar, los reperto-
rios objetuales y formales –los campos de labor, caseríos, dehesas, arroyos
y bosques comunales- que daban base a sus modos de producción y a su
sensibilidad, son expoliados o desaparecen. Por otro lado, las disposicio-
nes concretas, las inteligencias y las competencias que esos campesinos
habían ido desarrollando quedan desconectados, desacoplados de los cer-
cados repertorios formales, institucionales y productivos a la medida de
los que se habían ido configurando. Cuando sucede un cercamiento los
agentes han de volver a encontrar acoplamiento para sus disposiciones.
Así los campesinos expulsados por la duquesa de Shuterland, tal y como
relata Marx, se hacen pescadores, reinventando una repertorialidad pro-
ducida a golpes de las desacopladas disposiciones con que podían contar.
Así el desahuciado sheriff Cooper, tal y como se ve en High Noon,
debe reacoplar las disposiciones que le quedan con el muy escaso reper-
torio que el cercamiento le ha dejado: las calles desiertas y su revolver.
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01 Advertir el Desacoplamiento.
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DESACOPLADOS
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Al tiempo que se organizan
las primeras expulsiones.
La diligencia.
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Al tiempo que se organizan
las primeras expulsiones.
La diligencia.
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02 Al tiempo que se organizan las primeras expulsiones.
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02 Al tiempo que se organizan las primeras expulsiones.
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02 Al tiempo que se organizan las primeras expulsiones.
Necesidad de la complejidad
o cómo el habitus no hace al cowboy.
Duelo de paisajes.
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03 Y nos situamos en la batalla de paisajes.
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DESACOPLADOS
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03 Y nos situamos en la batalla de paisajes.
Cuando el sol empezaba a ocultarse observé sobre el terreno una línea que
cruzaba de este a oeste. ¿Serán los raíles del ferrocarril? Pregunté a mi caballo.
Pronto comprobé que así era, en efecto. Ante aquella señal de civilización
sentí una extrañeza dentro de mi. Desde hacía mucho tiempo vivía casi como
un salvaje en medio de aquellas interminables praderas. Pensé que me bastaría
hacerle una seña al maquinista del tren para que éste me llevara al este o al
oeste, a mi capricho. Sólo tenía que pagar el billete. Eso era la civilización.
(Karl May. En la boca del lobo)
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DESACOPLADOS
como hay otros en los que lo que se construye y refuerza son modali-
dades del servilismo o la indolencia.
El cowboy tiene que ser competente en la medida en que habita
un paisaje sumamente hostil, árido y sin ningún tipo de asidero, de
facilidad:
“Estas sierras forman tan pronto enormes y desnudos baluartes, como
elevadas mesetas cubiertas de espesa selva, separada por profundos cañones cor-
tados a pico, o por cañadas de suave pendiente. Es un territorio que parece estar
aislado del resto del mundo. La vegetación muy variada crece exhuberante. Los
osos, negros y grises, tienen allí un tranquilo retiro y trepan por las rocas para
buscar sus guaridas en medio de la soledad... sólo de vez en cuando, por entre
aquel laberinto de rocas asoman sus rostros hombres de tez blanca o cobriza.
Hombres de raza distinta, pero la mayoría de las veces tan salvajes y duros
como el mismo suelo que pisan.”8
Se trata de un paisaje topológicamente constituido por desiertos y
estepas, por llanuras inmensas sin sombras, bosques agrestes, en medio de
los cuales hay que acampar -siempre en descubierto.Y se trata también de
un paisaje relacional caracterizado por la ausencia de leyes e incluso de las
más básicas instituciones que pudieran estar en disposición de articular
dichas leyes: Nuevo México en los años 70 del siglo XIX, cuando ese
territorio aún no había sido reconocido como “estado” y por tanto
carecía propiamente de legalidad instituida. Como también sostiene
Hobsbawn al hablar de los bandidos, los cowboys necesitan un paisaje
difícilmente accesible, sin pistas, laberíntico en su exuberancia o su deso-
lación, pero a la vez, necesitan que cerca de ese paisaje haya rutas relati-
vamente organizadas de mercancías: caminos, cañadas de ganado, vías de
ferrocarril que asaltar. Por eso su paisaje es intrínsecamente problemático
y por eso, aún siendo los más diestros y los más competentes, tienen, en
términos históricos, todas las de perder.
La añoranza del cowboy que suscita el cine es, por una parte, la
añoranza por el periodo instituyente de la historia americana, es la
añoranza, obviamente mítica, por los orígenes puros de la democracia
basada en los hombres libres. No deja de ser una triste patología de la
historia que esta competencialidad instituyente, o su recuerdo y simula-
cro más bien haya quedado cristalizado en las milicias de los “Free Men”
norteamericanos, movilizados contra el Estado.
Ahora bien si el western es relevante no es porque le recuerde a un
puñado de nativos de Oklahoma un momento mítico y más o menos
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Karl M ay, En la boca del lobo, pág. 77
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03 Y nos situamos en la batalla de paisajes.
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04
Saber quien fuerza las transiciones modales.
El hombre que mató a Liberty Valance.
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Saber quien fuerza las transiciones modales.
El hombre que mató a Liberty Valance.
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04 Saber quien fuerza las transiciones modales.
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DESACOPLADOS
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04 Saber quien fuerza las transiciones modales.
Las cosas pintan peor, mucho peor en “El hombre que mató a Liberty
Valance”, puesto que aquí John Wayne tiene que optar, finalmente, por
organizar los encuentros de un modo en que sabe que no sólo no va
a aumentar su potencia específica, sino que, antes al contrario, va a
contribuir a hacer desaparecer la constelación modal en que su modo
de existencia encontraba acoplamientos convenientes. Matar a Liberty
Valance ayuda a poner fin al mundo en el que el mismo Wayne era po-
tente y contribuye a la hegemonía de un mundo en el que va a quedar
excluido.
Lo terrible es que Wayne no parece organizar sus encuentros de
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DESACOPLADOS
ese modo llevado de alguna peculiar pasión triste, como sería el caso
con Gary Cooper si claudicara ante el chantaje emocional de su mujer
o sus vecinos, sino porque diríase que históricamente no le queda más
opción, o al menos ninguna con un mínimo de dignidad y lucidez.
Ese es el acerado filo por el que transcurre buena parte de este ensayo.
Se trata de elucidar de qué orden es nuestro desacoplamiento, cuan
completa o irresoluble es en cada cual la disonancia entre lo estratégico
y lo táctico…
Porque conocer es también conocer los propios límites, y como dice
Hegel, saber es también –en ocasiones- saber inmolarse.
Un individuo, a fin de cuentas, no es más que un grado dentro de
un orden de potencia, las sucesivas modulaciones de una relación caracte-
rística que se corresponde con cierto poder de ser afectado a través de
los acoplamientos en que se implica. Siendo esto así, se hace evidente
que cuando un modo de relación no puede dar con afectos que expre-
sen su específica capacidad de obrar y comprender, cuando ni siquiera
encuentra ya otros modos de relación con los que poder articularse para
producir conjuntamente mundo, se va hallando por completo desaco-
plado. Entonces sobreviene la locura, la muerte o se sigue cabalgando
hacia poniente sin mirar atrás… que es lo suyo.
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04 Saber quien fuerza las transiciones modales.
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No quiero en este punto dejar de mencionar la crucial espuela de mi colega Gloria G. Duran,
sin la cual no hubiera llegado a formular jamás estas correspondencias, para mi tan clarificadoras.
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DESACOPLADOS
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04 Saber quien fuerza las transiciones modales.
...
Como sabe todo el mundo al norte del Picketwire, uno de los más
grandes teóricos de los ingenios10 fue Baruch de Spinoza quien recibió
el concepto directamente de los grandes ensayistas del Renacimiento y
el Barroco hispano: Huarte de San Juan, Luis Vives, y Baltasar Gracián,
que a su vez, como hemos visto, lo habían heredado del estoicismo
latino y sobre todo del averroísmo andalusí en la acepción que ya hemos
ido adelantando y que lo hace consistir en el conjunto de disposiciones
naturales, cualidades innatas, temperamentos o modos en que se
distribuye y manifiesta el ser de los individuos.
Si estos ingenios spinozianos pueden ser reconsiderados como los
elementos agentes capaces de mediar operacionalmente entre el conatus
y los afectos, organizando el despliegue de estos para no alejarnos irre-
mediablemente de aquel, deberíamos considerarlos como las lógicas que
vinculan constitutio y dispositio, es decir que modulan aquello instituido
en nosotros mediante aquello que en nosotros hay de instituyente; o
en otras palabras: discriminan y actualizan lo repertorial a través de lo
disposicional. Los ingenios son, por tanto, los agentes responsables de la
10
En ese sentido hay que destacar el trabajo de investigación de Luis Ramos-Alarcón,
cuya tesis sobre el concepto de ingenium en Spinoza es uno de los mejores trabajos que
conozco al respecto.clarificadoras.
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DESACOPLADOS
Si las poéticas son modulaciones del poiein, modos del hacer, vamos
a postular que a la base de cada una de esas modulaciones y como motor
de cada poética se halle un ingenium. Como pusiera de relieve Cicerón, el
ingenium se nos presenta como origen común y forma agente de compren-
der y establecer relaciones de semejanza, analogía o simpatía entre cosas que
aparentemente pueden diferir mucho entre sí. Cada ingenium ve determina-
das metáforas y alegorías, las constituye y de algún modo es esas metáforas, se
expresa en esas alegorías. Formando por tanto una poética.
Como es sabido, Coleridge, trataba la alegoría como si esta siempre fuera
narrativa o dramática y, por lo tanto, siempre tuviera “agentes” que actuaran
distribuyendo y modulando el repertorio de comportamientos y situacio-
nes. Por supuesto que en la teoría clásica de las alegorías estás son un tanto
unidimensionales, como si de santos o superhéroes se tratara las alegorías van
siempre a lo suyo, no parecen capaces de componerse con otras alegorías. Es
por eso, dice Fletcher, que “si nos encontráramos con un personaje alegórico por la
calle diríamos que está obsesionado con una sola idea, que tiene una fijación mental
absoluta o que su vida se rige según patrones de comportamiento absolutamente
rígidos que nunca se permite variar”11 Ahora bien y en eso se diferencia la
estética modal de una teoría clásica de la alegoría como la de Fletcher, en
contraste con las alegorías que parecen presentarse como fijaciones que no
admiten modulación, en toda teoría de los ingenios, se estipula la acción
11
Fletcher, Angus. Alegoría : teoría de un modo simbólico, Akal, 2002., pág. 83
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04 Saber quien fuerza las transiciones modales.
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Para intentar sobrevivir en los márgenes.
Pat Garrett & Billy the Kid.
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Para intentar sobrevivir en los márgenes.
Pat Garrett & Billy the Kid.
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05 Para intentar sobrevivir en los márgenes.
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DESACOPLADOS
Sólo así, si las unidades tonales son algo más que meras orquestaciones
emocionales y podemos considerarlas seriamente como ideas estéticas
vinculadas con la “conformación de constelaciones radicalmente hu-
manas”, serán capaces a su vez de ejercer una funcionalidad política, sin
renunciar en absoluto a su específica articulación estética:
“La extraordinaria eficacia ideológica del film se basa entre otras cosas, y
no en último lugar, en que el tono que él produce penetra todas cuestiones de la
concepción del mundo, todas las actitudes respecto de los acontecimientos sociales,
hasta el punto de que éstos no llegan hasta el corazón del receptor sino según ese
tono, a través de su mediación” 13
Podemos sostener entonces que la unidad tonal en tanto ima-
gen, en tanto instancia de un modo de relación modifica no sólo las
posibilidades perceptivas –lo que somos capaces de ver- sino también
distribuye y especifica nuestra potencia, lo que somos capaces de hacer
y comprender...
Pero esa potencia nunca se dice en riguroso singular, todos somos
cruces de diferentes potencias todos nos acoplamos con una multipli-
cidad de unidades tonales. Por eso, lo que puede aportarle a Luckacs
la teoría spinoziana del ingenium es fundamentalmente el ayudarle a
no perder nunca de vista la complejidad inherente a cualquier pensa-
miento estético, evitando maximalismos que nos acercarían a las bastas
teorías barrocas de los afectos que pretendían hacer de los hombres
pianos o flautas puestos a sonar como autómatas. Deberíamos con-
siderar con la mayor atención si, como a veces deja colegir Lukács, la
unidad tonal “penetra todas las cuestiones de la concepción del mundo”, o si
más bien sucede que forzosamente, como hemos visto en Maquiavelo
y Spinoza, hacemos componendas para insertar esa unidad tonal en el
conjunto de herramientas perceptivas y relacionales que ya maneja-
mos. De este modo sucedería que la experiencia estética, tal y como
planteaba Dewey más que estar al servicio de un orden determinado de
vida, lo estaría al de la vida misma como principio, o bien en términos
de Mukarovsky la función estética cumpliría el propósito de evitar
que ninguna otra función comunicativa asumiera un empobrecedor
monopolio relacional.
En los westerns, como en cualquier sistema vivo, se deja ver que
no hay nunca un único modo de relación en funcionamiento, sino que
debemos contar con la confluencia y acaso el conflicto de una serie de
modos de relación. Acoplarse con la operacionalidad de esos diferentes
13
G. Lukacs, Estética tomo IV, pág. 165
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05 Para intentar sobrevivir en los márgenes.
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06 Seguir huyendo como forma de perseverar en su ser.
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06 Seguir huyendo como forma de perseverar en su ser.
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06 Seguir huyendo como forma de perseverar en su ser.
Ganadero acumulador: “Vestía con cierto lujo, andaría por los cuarenta y cinco
años, era fornido, algo grueso y de rostro que parecía tallado en piedra, aunque
ya se le veía papada bajo el mentón.”
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06 Seguir huyendo como forma de perseverar en su ser.
teorías sobre el funcionamiento mecánico de las masas dicen más sobre las
cabezas de los que las piensan que sobre los supuestos hombres-masa.
Las foucaultianas tecnologías del yo, las teorías de Bourdieu sobre el
habitus o las de Lukács sobre las “unidades tonales emocionales” no han
sido sino intentos por afinar en esta distinción entre lo molar y lo preindi-
vidual que no sólo afecta a las servidumbres, sino también a las soberanías.
La normalidad -como dice Sloterdijk- está plagada de una miríada de
pequeñas desviaciones a la norma, pero mientras nos limitemos a combinar
grandilocuencias estratégicas con pequeñas desviaciones tácticas, mientras
no seamos capaces de pensar operacionalmente desde una teoría de los
ingenios y los demonios estaremos condenados a no salir del campo de
los desacoplados más o menos trágicos, más o menos patéticos. Desde la
estética modal y mediante la indagación en torno a los acoplamientos, más
o menos saturados, entre repertorios y disposiciones podemos pensar cual
esa dialéctica operacional, que entendemos fundamental para cualquier
teoría de la práctica, es decir cualquier estética y cualquier política.
Esto es así puesto que podemos sostener que la praxis se constituye
precisamente como acoplamiento no saturado de repertorios y disposi-
ciones, es decir como elucidación generativa de una repertorialidad dada.
Un acoplamiento no saturado nos permite reconvertir las servidumbres
precognitivas de que habla Lazzarato, es decir las unidades modulares de
configuración emocional y situacional característicos de una gramática
cultural dada, en soberanías, o mejor en autonomías modales, esto es, en
despliegues de modos de relación susceptibles de incrementar nuestra
capacidad de obrar y comprender.
Para ello se hace fundamental la compresión y modulación de los pro-
cesos desde los que se construyen las posiciones de sujeto, de las modali-
dades de la individuación, a través de las “fórmulas” que Parry identificaba
en las composiciones homéricas, de los diferentes patrones y unidades
tonales que componen y estructuran, por ejemplo, el western y que se
modulan en imágenes tan concretas como poderosas.
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Buscar un reacoplamiento imposible.
Un hombre llamado Caballo.
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Buscar un reacoplamiento imposible.
Un hombre llamado Caballo.
Fantasías de reacoplamiento.
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07 Buscar un reacoplamiento imposible.
nuevo, y se sabe –de buena tinta- que llegan en el tren de las doce, es
cuando tenemos los elementos para un buen western. El western –como
hemos ido viendo- constituye una épica del desacoplado, del desperado
modal, aquel cuyas competencias, en la medida en que van llegando
el Tren, Dios y el Estado –o el Capital si preferís- van quedando en
el vacío, sin correspondencias posibles en un mundo que ha cercado
las potencias de lo instituyente y cuyas formas, una vez instituidas, les
excluyen.
Casi todos los westerns juegan con la tensión resultante de esa ausen-
cia de acoplamientos estables entre repertorios y disposiciones, de las
articulaciones claras y estabilizadas que se supone predominan sin de-
masiadas estridencias en las culturas asentadas e instituidas. No obstante,
hay algunos westerns que se permiten fantasear con una superación de
ese desacoplamiento que no cancele, tan radicalmente como Pat
Garrett, nuestra capacidad de obrar y comprender ni aquellas disposi-
ciones que nos hacen estar más vivos.
Esos westerns –pienso en Un hombre llamado caballo, Bailando con lobos
o incluso Avatar se dedican a fantasear con un reacoplamiento difícil,
o más bien imposible por su pretensión de compleción y su absoluta
extemporaneidad, con un orden repertorial, perdido o nunca visto, que
pueda dar cuenta de las posibilidades competenciales que el desaco-
plado contiene de un modo u otro.
Se parte en estos filmes de un cierto malestar de la cultura
hegemónica, de una callada incapacidad de obrar y comprender –que
en Avatar tiene un claro correlato físico en la invalidez del protago-
nista- de un desacoplamiento en suma, que apunta síntomas de estar
entrando en crisis, aunque tampoco tenga que hacerse evidente de
buenas a primeras. El protagonista de Un hombre llamado caballo es un
Lord inglés que ha abandonado el puesto que -por derecho de familia-
le corresponde en la Guardia Real, y lleva cinco años viajando por el
mundo: lo único que ha hecho en ese tiempo ha sido “mirar”, dice.
En Bailando con Lobos la continuidad de Kevin Costner en el reper-
torio hegemónico, su aquiescencia con el orden instituido, hubiera
supuesto la amputación de su pierna herida: para evitar ser mutilado
por los médicos escapa del hospital y realiza una salida suicida frente al
enemigo, se sale con ello del orden establecido, se desacopla del reper-
torio de posibilidades en que estaba alojado e inicia su deriva, puesto
que siempre ha deseado ver la frontera… antes de que no exista. Cuando por
fin llega a la frontera, su compañero de viaje –posiblemente el hombre
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DESACOPLADOS
más puerco del mundo- no para de decir: Aquí abajo no hay nada. Por
supuesto Kevin decide quedarse, precisamente porque aquí abajo no
hay nada, porque apenas han llegado hasta allí las marcas del repertorio
hegemónico, el que mutila a la gente como él, a la gente que acaba por
perder sus competencias y que como dicen los sioux: no saben montar, no
saben luchar y son sucios.
En estos westerns armados mediante fantasías de reacoplamiento, el
agente desacoplado, el lukacsiano individuo problemático, advierte la
contingencia del repertorio hegemónico y abjura de él en la medida en
que le es insuficiente o directamente inadecuado, iniciando así un lento
acercamiento a una repertorialidad otra que intuye más potente, más
material, más dura y por todo ello, mucho más genuina: Nunca había
visto un pueblo con tantas ganas de reír, con tanta devoción por la familia, con
tal entrega mutua. La única palabra que me venía a la mente era armonía.
Siendo así, cuando por fin se establece contacto con algún tipo
de indios o de marcianos azules y con rabo, estos resultan ser agentes
disposicionales de una repertorialidad escueta pero mucho más potente
que la propia de la cultura original del desacoplado. Éste –que nor-
malmente hace de protagonista de la película en cuestión- acaso sea un
agente excepcionalmente competente, pero esas disposiciones, ese ethos,
a menudo –al contrario también que las de los cowboys clásicos- ni
siquiera han tenido ocasión de manifestarse: tan grande es la falla que
separa ese potencial aparato disposicional, de los repertorios, de los
demonios, que dominan el paisaje y los tiempos, aquellos con los que
debería acoplarse y no puede.
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07 Buscar un reacoplamiento imposible.
There was a wild colonial boy, Jack Duggan was his name
He was born and raised in Ireland in a place called Castle Maine
he was his father’s only son, his mother’s pride and joy
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DESACOPLADOS
and dearly did his parents love the wild colonial boy
At the early age of sixteen years, Jack left his native home
and to Australia’s sunny shores he was inclined to roam
he robbed the rich, he helped the poor he shot James McEvoy
A terror to Australia was, the wild colonial boy
“Surrender now Jack Duggan for you see we’re three to one”
“Surrender in the Queen’s high name for you are a plundering son”
Jack drew two pistols from his belt and proudly waved them high
“I’ll fight but not surrender!” said the wild colonial boy
Reacoplamientos en Technicolor
y Extrañamientos en Blanco y Negro.
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07 Buscar un reacoplamiento imposible.
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O regresar como un espectro.
Sin perdón.
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O regresar como un espectro.
Sin perdón.
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08 O regresar como un espectro.
Teoría de fantasmas.
Los fantasmas –como todas las ideas estéticas- nos hablan de posibi-
lidades de vida, de habitación, diferentes. Si los fantasmas se han ganado
cierta fama más bien siniestra, acaso sea por su pretendida intención
de arrastrarnos al mundo de sombras, de pálidas pervivencias, del que
surgen. Diríase que el fantasma tiene algo de predicador situacional y
que nos da miedo porque quiere suprimir nuestra complejidad modal,
la multiplicidad de contextos que habitamos para llevarnos a su mundo
unidimensional, monocromático, donde el fantasma ha quedado
atrapado en su propia imagen, en la fórmula de un sí mismo simpli-
ficado y reducido a espejismo de una identidad estetizada. “El jinete
pálido” de Clint Eastwood reúne a la perfección prácticamente todas
esas características, desde la palidez característica de los fantasmas, hasta
su unidimensionalidad, e incluso un difícilmente creíble rol como
predicador. El fantasma de Eastwood se resiste a perder la distancia
que le permite estilizarse a sí mismo y al final, como le pasaba a Ethan
Edwards en The Searchers, tiene que seguir huyendo, para proteger a
la gente que le quiere, de su propia anormalidad, de una monstruosa
y peligrosa monocontexturalidad, que no sabe o no puede acoplarse
con los modos de relación en los que viven los mineros, los granjeros y
los sucesivos habitantes de ese oeste que cada vez está menos lejos. Lo
mismo –aunque en clave algo paródica y difícilmente creíble- le sucede
a Johnny Guitar, cuando a la mínima abandona su rol de guitarrista
bohemio, desenfunda el revolver y se lía a tiros.
Ahora bien, si hemos de pensar en lo que aportan los fantasmas a la
complejidad modal podemos pensar en dos ordenes de los mismos: en
las pervivencias y en las emergencias; es decir en los modos de relación
que han sido y apenas sobreviven cual jinetes pálidos, y los modos de
relación que aún no existen del todo pero que, como los espectros de
Marx, asoman la cabeza y se dejan adivinar. El western clásico se ha
organizado en torno a los primeros, a los fantasmas como pervivencias
modales y en especial en torno a un tipo de pervivencia muy deter-
minada: la del que se hace cargo porque aún cuenta con competencias
instituyentes.
Cuando su ciclo como fantasma se halla ya del todo cumplido,
quizá vuelva a comparecer como espectro: así lo pasado, lo premoderno
vuelve ahora a presentarse con fuerza inusitada.
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08 O regresar como un espectro.
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Y al final, saber inmolarse o mutar.
Grupo Salvaje.
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Y al final, saber inmolarse o mutar.
Grupo Salvaje.
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09 Y al final, saber inmolarse... o mutar.
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DESACOPLADOS
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09 Y al final, saber inmolarse... o mutar.
Por aquí se deja ver entonces lo que pinta Marx en un pueblo del
oeste. Vamos a sostener que en los innumerables duelos, asaltos al tren
o peleas de taberna que llenan los westerns, se están ventilando –entre
otras cosas, por supuesto- algunos de esos procesos históricos de
disociación entre productores y medios de producción, entre
disposiciones y repertorios, que según Marx constituían la acumulación
originaria. Un western es casi siempre la historia de un desacoplamiento
en curso o ya consumado, un desacoplamiento que deja fuera de juego
a determinados individuos o incluso a pueblos enteros –como los
indios- que ven entre impasibles y violentos cómo el modo de produc-
ción, el pequeño o gran repertorio en el que hallaban acoplamiento
se va al garete con la llegada del tren, el ejército y otras ventajas de la
civilización.
Muchas de las historias que traman los westerns arrancan además
directa y literalmente de los procesos de cercamiento de las tierras y los
recursos comunes que eliminaron -de raíz- la posibilidad misma de
existencia de los modos de producción en los que habitaban los indios
o incluso las primeras generaciones de cowboys, nómadas al fin y al
cabo que recorrían las praderas siguiendo la pista a su modo de
producción y a su quehacer instituyente.
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Concluir.
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