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26/04/2017

Sobre la filosofía cartesiana en la meditación


Cuarta y Tercera acerca de la Primera Filosofía

Por: David Felipe Buitrago Rivera.

Tras las tres primeras meditaciones metafísicas Descartes ha encontrado ya dos criterios de
verdad de manera racional y haciendo pleno uso de su método que le ha venido funcionando, el
primer criterio de verdad fue el Cogito Ergo Sum y el segundo, la existencia (y necesaria) Bondad
de Dios. Debemos recordar que el primer criterio de certeza es evidente y el segundo es causa del
primero. Es decir, es el fundamento último que ve Descartes en su yo, existiendo Dios y este siendo
bueno, nuestro pensador puede estar tranquilo que lo que lo que piensa es real y que además no
está siendo engañado. Pero Descartes no se conforma con encontrar estos dos criterios, necesita
uno más y este es la demostración de que el mundo extenso también existe. En razón de que
Descartes sabe que no es solo racionalidad, también está limitado por la materia y esa materia hace
parte de él. Por ello intenta demostrar con su método esto en las meditaciones siguientes, pero
primariamente, meditará sobre lo verdadero y lo falso. Pues aún sabiendo que Dios existe y que no
puede engañarnos, es evidente que el hombre es falible.

Empezando su cuarta meditación Descartes reflexiona que, conocer el mundo material es


mucho más difícil que conocerse a sí mismo o conocer la idea de Dios y que a través de la experiencia
reconoce que ha tenido la facultad de juzgar, que sin atribuir el error propio como causa de Dios,
este está en el hombre evidentemente pero no sabe por qué. Este pensador llega a decir que frente
a una idea positiva como Dios está una idea negativa como la Nada y que le hombre se encuentra
en el medio, por ello no le atribuye a Dios sus errores, sino lo ve como privaciones que tiene el
hombre al no ser un ser perfecto como Dios.

“Y entiendo así ciertamente que el error, en cuanto es error, no es algo real que dependa de Dios,
sino únicamente un defecto; y que, por lo tanto, para errar no me hace falta alguna facultad
otorgada por Dios para ese fin, sino que sucede que yerre porque la facultad que tengo de él para
juzgar lo verdadero no es en mí infinita.” Descartes. R., c2009 pg.133

Aun así Dios nos ha dado la facultad de ver lo bueno y lo malo, lo verdadero de lo falso y Descartes
llega a pensar que para que se dé el error deben haber dos causas.

 Facultad de conocer - Intelecto


 Facultad de elegir - Voluntad

El intelecto, por una parte, sirve para llegar a ideas claras y distintas de mis ideas acerca de las cosas,
por otra parte, la voluntad me permite destinar si tales ideas son verdaderas o falsas. El intelecto es
una facultad bastante limitada, ya que conocemos sólo unas pocas cosas de las que no se puede
dudar, mientras que la gran mayoría persiste ignorada. La voluntad, sin embargo, es para Descartes
una capacidad casi ilimitada y la más perfecta que disponemos. En eso radica el error y la falsedad
para este pensador, le damos demasiada confianza a la voluntad y afirmamos o negamos el estado
de las cosas sin saber si son claras o distintas
“Pero entonces ¿de dónde nacen mis errores? Pues únicamente de que, como la voluntad es más
amplia que el intelecto, no la contengo dentro de los mismos límites, sino que la extiendo también
a las cosas que no entiendo; al ser indiferente a ellas, con facilidad se desvía de lo verdadero y de lo
bueno, y así me equivoco y peco.” Descartes. R., c2009 pg.141

Para evitar el error, entonces, Descartes nos dice que debemos someter la voluntad a través de la
razón y nunca renegar o culpar a Dios el hecho de que nuestro intelecto sea finito y nuestra voluntad
casi ilimitada, porque estas características son la esencia de donde proceden dichas facultades. Y si
las sé usar encontraré la verdad, así, Dios no nos ha negado la posibilidad de ver la verdad y lo bueno.
Argumento que encaja perfectamente con su demostración de que Dios es bueno.
Cuando no sepa usar bien mi voluntad, realmente no seré libre, ya que estaré escogiendo solo cosas
falsas o malas, la libertad para Descartes consiste en que el intelecto le de límites a la voluntad y así
llegar a ser virtuoso si lo hablamos en términos más clásicos.

En la Quinta Meditación Descartes ahora delibera sobre la posibilidad de la existencia de las


cosas materiales que concluirá en su siguiente meditación y además, dará otro argumento para
demostrar que Dios existe y darle más fuerza o peso a la ontología que él usa.

El filósofo francés hace una analogía con el ejemplo del triángulo, diciendo que si imagino un
triángulo, aunque piense que este no existe en la realidad, tiene una esencia y ciertas características
particulares que lo hacen ser como es, que lo conforman. Aunque tales características las ignore,
como que: “los tres ángulos de un triángulo valen lo mismo que dos ángulos rectos” Descartes. R.,
c2009 pg.151 y más características matemáticas similares. Así toma la idea de Dios, el cual tiene
propiedad como el triángulo (sean reales o no, pero más adelante dirá que necesariamente son
reales) así, con la idea de Dios, su esencia es que es perfecto y siendo perfecto este debe existir, así
como con el triángulo, no puedo separar una de sus características fundamentales de la cosa que
pienso porque o si no dejaría de ser lo que pienso, así sucede con la idea de Dios, una vez encontrada
su característica esencial ahora me es imposible separarla de la idea que tengo de Dios.

Es como si no tuviéramos libertad a la hora de pensar a Dios, en razón que es una idea clara y distinta
en grado absoluto y siendo así, todas las demás cosas que se derivan de él o son causadas por él,
necesariamente también serán claras y distintas. Este será su comienzo para la siguiente meditación
donde tratará de salvar el mundo físico.

A manera de conclusión y crítica, desde el mecanicismo de Descartes no sé qué tanto podría


justificar o aceptar el argumento de que la voluntad está por encima del entendimiento, que es casi
ilimitado, ya que el mecanicismo tiene algún determinismo implícito, sin haber finalidad desde esta
postura filosófica ¿cómo puede haber voluntad? Es decir, para que exista voluntad, los clásicos y los
medievales dijeron que esta está presente en el hombre porque de alguna manera escogemos o
vemos algún fin, el fin es necesario para que haya voluntad y así como otros pensadores
contemporáneos o modernos han afirmado el determinismo, no lo hacen todavía deliberando sobre
la voluntad como lo ha venido haciendo Descartes. Si el problema es elegir, o elegir bien, sigue
habiendo voluntad, aunque si lo vemos solo como una ilusión, entraría perfectamente, a mí manera
de ver a la antropología cartesiana que vimos en estas meditaciones.

Bibliografía
 Descartes, R. (Jorge Aurelio Díaz) (2009). Meditaciones acerca de la Filosofía Primera.
Bogotá. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas. Biblioteca
abierta.

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