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El documento discute la dignidad y la importancia de la profesión del maestro. Se encomienda a los maestros la tarea de transmitir la cultura y guiar a los estudiantes a través de su desarrollo. Sin embargo, la sociedad a menudo no valora adecuadamente el trabajo de los maestros. Para ganar el respeto que merecen, los maestros deben demostrar continuamente su capacitación profesional y estar comprometidos con la mejora continua a través de la investigación y el aprendizaje.
El documento discute la dignidad y la importancia de la profesión del maestro. Se encomienda a los maestros la tarea de transmitir la cultura y guiar a los estudiantes a través de su desarrollo. Sin embargo, la sociedad a menudo no valora adecuadamente el trabajo de los maestros. Para ganar el respeto que merecen, los maestros deben demostrar continuamente su capacitación profesional y estar comprometidos con la mejora continua a través de la investigación y el aprendizaje.
El documento discute la dignidad y la importancia de la profesión del maestro. Se encomienda a los maestros la tarea de transmitir la cultura y guiar a los estudiantes a través de su desarrollo. Sin embargo, la sociedad a menudo no valora adecuadamente el trabajo de los maestros. Para ganar el respeto que merecen, los maestros deben demostrar continuamente su capacitación profesional y estar comprometidos con la mejora continua a través de la investigación y el aprendizaje.
Discutir sobre la dignidad de una profesión u oficio útil, carece de
sentido. Ser expresión del más alto atributo del hombre: su capacidad de transformar y servirse de la materia, es más que suficiente. Pero entre las más dignas, si no la más digna, se inscribe la gestión del Educador, del maestro. En él, delega la sociedad su provisión de futuro, en él deposita la comunidad la custodia de su identidad, en él, descargan los pueblos, las naciones, en suma, la humanidad, la delicada tarea de transmisor y conservador de la cultura.
Se encomienda en sus manos substancias delicada; en sus inicios, en
cierto modo informe, es él quien con maestría habrá de conducirla por los senderos deseados que llevan a los mejores valores de !a vida en sociedad. A ésta, entrega luego su acabada obra; lograda con el concurso de todos sus congéneros, a lo largo del exigente proceso enseñanza-aprendizaje.
Este profesional al cumplir tan delicada empresa, pone en juego todas
sus dotes, cerebro y corazón se atan en estrecho lazo y, las cohortes de infantes y adolescentes cubren bajo su guía, lento proceso de maduración insensible. No en vano se afirma que el maestro trabaja para pasado mañana.
Este reconocimiento no ha tenido jamás réplica. Pero no ha sido
suficiente para que se le conceda el sitial que, por bien ganado, a él con sobras corresponde. No son estos los factores que en tal situación han mediado; entre los que emana del propio docente, está el de la autoestima. En este nivel, las mismas organizaciones gremiales no han logrado lo pertinente. Pero, más graves son los que se desprenden de los dicterios de la propia sociedad; abundan los que asumen el papel de rectores sin el freno exigido por materia tan delicada como la educación. No todo el mundo se propone para practicar una intervención quirúrgica, o proceder a la construcción de un edificio; pero sin menores reparos, hay hasta el exceso, los que opinan, juzgan y deciden acerca del hecho educativo. En Venezuela no son pocos los casos en que hemos vivido tales situaciones Los educadores no hemos terminado aún por convencer a las comunidades que somos los docentes quienes disponemos de las artes y las ciencias específicas que conducen a buen puerto la nave que se nos ha confiado. No obstante los avances de las ciencias del hombre, se cuentan por montones los que se creen autorizados para decidir sobre empresa tan delicada como la educación de las cohortes, que, en un futuro, cerrarán filas en las generaciones de relevo. Pero para conquistar este incontrovertible situar, debemos demostrar y convencer que sólo nosotros los docentes, estamos capacitados y habilitados para la correcta administración del proceso formativo de las generaciones.
En esta minusvalía del maestro no es poca la participación de las
políticas instruidas desde los organismos superiores de dirección. Siempre hemos rechazado la práctica mezquina que al desconfiar de la calificación de los docentes, pretende, con las ardites de un reducido equipo, elaborar instrucciones y programas que se nos imponen sin la menor y elemental de las consultas, y que deben cubrir todo el año escolar. A los organismos superiores queda la custodia de las líneas maestras, expresas tanto en la Constitución de la República como en las leyes específicas; pero la conducción del proceso es potestad de los profesionales de la educación. Siempre he defendido, lo que para mí es doctrina: el programa lo hace el profesor.
Como no escapará a ningún espíritu consciente, para defender este
derecho debemos estar vigilantes en nuestra acreditación profesional. Compartir con los otros colegas, denunciar los problemas confrontados, abrirnos a la investigación, superar las limitaciones y enriquecer nuestro acervo profesional con las mejores lecciones; nunca se termina de aprender, pero lo que sí no debe estar ausente es el verdadero maestro, es su amor a la profesión, ella es devoción de los todos los días porque, ella es nuestra columna espiritual. Gracias a ella no olvidamos jamás que el niño es el sujeto a educar, que educar es orientar para formar; que el joven adolescente es complejo de intereses no siempre fáciles de comprender, que gracias a esta comprensión veremos el resultado por ser fieles al postulado: sólo el maestro advertido, adivina en el botón el fruto. La actualización queda para las instituciones apropiadas. Venezuela está sembrada de universidades e institutos universitarios para cubrir con facilidad tales demandas.
Distinguidos colegas de las comunidades educativas de San Tomé que
me han invitado a compartir este inolvidable momento, cuando hemos dicho no es extraño para ustedes; he regustado vuestro trabajo de investigación y de creación pedagógica ajustado a la estrategia del Diagnóstico de la Comunidad. Esta y no otra han de ser la fuente que alimente los diseños y planes de nuestras instituciones educativas. El diagnóstico es instrumento científico que nos cubre de los tanteos y errores. Como ustedes lo han demostrado, ofrece la radiografía confiable del contexto donde se desenvuelve la gestión docente. Nos instruye debidamente acerca del nivel de instrucción de padres y representantes, y en qué medida ellos pueden auxiliar en el proceso enseñanza- aprendizaje. Con él nos acercamos a un justo conocimiento de la comunidad y hacemos realidad el sabio consejo del maestro: "Estudia el País a dónde vas a ir a enseñar"; nada hay más estéril que una programación divorciada de la realidad.
El diagnóstico no sólo nos auxilia en la gestión educativa sino que nos
avala ante cualquier autoridad; demuestra que la delicada función de educar ya saltó históricamente las barreras de la improvisación y la subjetividad; ella es de nuestra exclusiva competencia está inspirada en la metodología propuesta por nuestro Libertador Simón Bolívar en su Mensaje de Cartagena, cuando alertó: "Los códigos que consultaban nuestros magistrados, no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados". El diagnóstico es nuestro apoyo científico. ¿Podría acaso un funcionario o un grupo de los mismos, impartir con pelos y señales cuando habría que hacer por parte de los docentes de una u otra comunidad del País? En ciencia no hay pronóstico sin diagnóstico; el momento que vive la humanidad y el país es de dimensiones desconocidas; estamos en "nuevas condiciones históricas"; ignorarlo ai diseñar, planificar es correr a ciegas ante el seguro fracaso. A la civilización contemporánea^ la afecta innumerable permutaciones, una de ellas es el vuelco que ha experimentado el espacio geohistórico que ya pasó de las civilizaciones del suelo o agrarias o las civilizaciones urbanas; de los dominios de la sociedad masificada que demanda nuevas respuestas: las instituciones han sido superadas por la dinámica, ignorarlo es suicidarse; en este estadio de la historia de la humanidad y de Venezuela en particular no hay pasado mañana seguro sin intervención científico-realista educativa… El diagnostico es fiel instrumento que responde a estas necesidades, es nuestra mejor arma para consolidar nuestra profesión y silenciar a los empíricos que sin suficiente capacitación quieren lecciones. Marchamos hacia la sociedad donde nada será posible sin la presencia activa del maestro, del científico de la educación. Gracias colegas de San Tomé; gracias por haberme hecho partícipe de tantas enseñanzas. En vuestra investigación descubrí que San Tomé es la síntesis de la Región Oriental; que la sangre negra de la princesa Kariña concreto a tantos compatriotas, pero en esencial de nuestro Oriente; vivo en el frescor de su cultura y de su música. Gracias por confirmarme que andamos por el sendero correcto: que a lo universal no se llega sino desde lo particular; que debemos ser celosos de nuestra identidad para afirmarnos y coexistir en la diversidad; que sigue con vida la propuesta de nuestro Don Andrés Bello: “forma europea y contenido Americano”; que estamos obligados con el alerta de Don José Martí: “la universidad europea ha de ceder a la universidad americana… injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.
Gracias por haberme invitado a permanecer en espíritu con ustedes en
esa sala de trabajo que tuvieron a bien distinguirla con nuestro modesto nombre de maestro de escuela; gracias, agradecido, infinitamente agradecido.