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Heinz Kohut **
psicológicos, el Self puede ampliarse mucho más allá de los límites del individuo
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o bien contraerse y coincidir con una sola de sus acciones o metas (d. 43, págs.
226 y sig.). La antítesis del narcisismo no es la relación de objeto sino el amor
objeta!. La profusión de relaciones objeta les que pueda exhibir un individuo,
en el sentido en que lo vería un observador del campo social, puede ocultar
su experiencia narcisista del mundo de los objetos;" y luego el aislamiento y la
soledad aparentes de una persona pueden constituir el marco para una gran
riqueza de cargas objeta les.
,El concepto de narcisismo primario constituye un caso ilustrativo. Aunque
se debe a una extrapolación a partir de observaciones empíricas, no se refiere
al campo social sino al estado psicológico del bebé. Implica afirmar que éste
experimenta originalmente a -la madre y a sus cuidados no como un "tú" y
sus acciones, sino dentro de una visión del mundo en que la diferencia yo-tú
aún no se ha establecido. Así, el control sobre la madre y .sus cuidados se
asemeja más al concepto que un adulto tiene de sí mismo y del control que
espera ejercer sobre su propio cuerpo y su propia mente, más que a la expe-
riencia que el adulto tiene de los demás y de su control sobre ellos *.
Sin embargo, el narcisismo primario no constituye el tema central de
las consideraciones sobre el desarrollo que haré a continuación. Aunque sigue
siendo durante toda la vida un importante residuo directo de la posición ori-
ginal -un tono narcisista básico que impregna todos los aspectos de la perso-
nalidad-, pasaré a considerar otras dos formas en las que llega a diferenciarse:
el Self narcisista y la imago parental idealizada.
El equilibrio del narcisismo primario se ve perturbado por las presiones
de la maduración y las dolorosas tensiones psíquicas que se producen debido a
que los cuidados maternos son necesariamente imperfectos y a que resulta
imposible impedir que haya demoras traumáticas. Con todo, la organización
psíquica del bebé intenta manejar esas perturbaciones construyendo nuevos
sistemas de perfección. Freud llamó a uno de ellos 21 (págs. 136) el "Vo del
* Bing, McLaughlin y Marburg 3 (pág. 24) consideran que el narcisismo primario es un estado "en
el que diversas partes del organismo se cargan con libido de manera difusa e indiferenciado". As!
su definici6n indica que el narcisismo primario es anterior a la época en que la aplicaci6n
de un enfoque psicol6gico comienza a ser adecuada. 373
Heinz Kohut
** Para un examen del eeneepte que la psiquis inmadura se forma de un objeto tod'opoderoso y
la relación del niño con él, véase Ferenczi 10 y Jones 37. Asimismo, véa,se Sandler et al., quienes
374 en este contexto ·hablan ,efe un "objeto ideal" 48 (págs. 156 y sig.).
Formas y tra"sformaciones del narcisismo
sista, que puede diferenciarse del descrrello del amor objetal con sus propias
fases transicionales.
Aunque la idealización de la imago parental constituye una continuación
directa del narcisismo original, la imagen cognitiva del progenitor idealizado
cambia a medida que madura el equipo cognitivo del; niño. Durante un impor-
tante período transaccional en el que poco a poco se reconoce que la gratifica-
ción y la frustración proceden de una fuente externa, el objeto alternativamente
emerge y vuelve 'a sumergirse en el Self. Con todo, cuando está separado del
Self, la experiencia que el niño tiene del objeto es total en cada punto del
desarrollo, y la clasificación aparentemente objetiva de objetos "parciales" y
"totales" se funda en el juicio de valor del observador adulto.
Así, la forma y el contenido de la representación psíquica del progenitor
idealizado varían según la etapa de la maduración por la que atraviesa el apa-
rato cognitivo del niño; asimismo, sufren la infl¡uenda de factores ambientales
que afectan la elección de internalizaciones y su intensidad.
La imago parental idealizada recibe en parte cargas Iibidinales de objeto,
y las cualidades idealizadas son amadas como una fuente de gratificaciones a
la que el niño se aferra tenazmente. Sin embargo, si la psiquis queda privada
de una fuente de gratificación instintiva, no se resigna a esa pérdida sino que
transforma la imoqo objetal en un introyecto, esto es, en una estructura del
aparato psíquico que asume las funciones que previamente desempeñaba el
objeto. Así, la internalización (aunque forma parte del equipo autónomo de la
psiquis y tiene lugar de modo espontáneo) se ve realizada por la pérdida del
objeto. No obstante, en este contexto meta psicológico, la pérdida de objeto debe
entenderse en términos muy amplios, que van desde la muerte de un proge-
nitor, o su ausencia o el retiro de su afecto debido a una enfermedad mental o
psíquica, hasta la inevitable desilusión del niño en lo relctlvo a algunos aspec-
tos circunscriptos de la lmoqo parental, o a las .prchlblclcnes de un progenitor
con respecto a exigencias instintivas no modificadas.
No refutaría a nadie que afirmara que e~ término pérdida objetal no
debe utilizarse para las frustraciones impuestas por la educación o por otras
exigencias de la realidad. Sin embargo, en el contexto de las precondiciones 375
Heinz Kohuf
Ideal del Yo", O, en otros términos: el Ideal del Yo es ese aspecto del Supery6
que corresponde a la introyección masiva, específica de fase, de las cualidades
idealizadas del objeto. El hecho de que el progenitor idealizado fuera el depo-
sitario de la perfección y la omnipotencia originalmente narcisistas explica la
omnipotencia, la omnisapiencia y la perfección del Superyó, y a estas circuns-
tancias se debe que los valores y las normas del Superyó se experimenten como
absolutos. Con todo, el hecho de que el narcisismo original haya pasado por un
objeto querido antes de que fuera reinternalizado, y de que la carga narcisista
misma hubiera 'alcanzado el nuevo nivel de idealización, explica la importancia
emocional única que tienen nuestras normas, valores e ideales, en tanto forman
parte del Superyó. Desde el punto de vista psicol,ógico, ese valor no puede
definirse según su contenido o su forma. Un chiste deja de ser gracioso cuando se
relata su contenido sin tener en cuenta la estructura psicológica espedfica de
las bromas. Del mismo modo, la posición especial que ocupan los valores e
ideales que pertenecen al dominio del Superyó no está determinada por su
contenido, que es variable, (y puede consistir en exigencias de una conducta
generosa y altruista oen exigencias de hazañas y éxitos) ni por su forma,
también variable (es decir, se trate de prohibiciones o valores positivos, inclu-
yendo las exigencias de modos específicos de descarga impulsiva), sino por su
génesis y su ubicación psíquica. lo que caracteriza al Ideal del Yo no es su
forma o su contenido, sino su cualidad única que le permite despertar nuestro
amor y admiración al tiempo que nos impone la tarea de controlar los impulsos.
Hemos de referirnos ahora al Self narcisista. Su carga narcisista, en
contraste con la que se utiliza en la carga instintiva de la imago parental idea-
lizada y del Ideal del Yo, se retiene en el núcleo del Sel,f y no da ese paso
parcial específico hacia el amor objetal que trae como resultado la idealiza-
ción. El Ideal del Yo está predominantemente relacionado con el control de
los impulsos, mientras que el Self narcisista está estrechamente vinculado con
los impulsos y sus tensiones inexorables. A riesgo de parecer antropomórfico,
aunque no hago más que condensar una serie de impresiones clínicas y recons-
trucciones genéticas, me siento tentado de decir que el Yo experimenta la in-
fluencia del Ideal del Yo como algo que previene desde arriba y la del Self 377
Heinz Kohuf
exterior ... de modo que siempre está vinculada con una parte del Yo que no
se percibe" 4 (págs. 57 y sig.).
Como ya señalé, los correlatos preconscientes del Self narcisista y el
Ideal del Yo se experimentan como nuestras ambiciones e ideales. A veces
resulta difícil distinguirlos, no sólo porque las ambiciones a menudo se dis-
frazan sus ideales como ambiciones y, por último, ciertos contenidos del Ideal
vida, o períodos afortunados en la vida de los mimados por ta fortuna, en
los que ambiciones e ideales coinciden. Los tipos adolescentes a menudo dis-
frazan sus ideales como ambiciones y, por último Ciertos contenidos del Ideal
del Yo (exigencias de logro) pueden confundir al observador. Con todo, si se
tienen presentes las diferencias metapsicológicas, la distinción fenomenológica
resulta más fácil.
Nuestros ideales son nuestros líderes internos; los amamos y anhelamos
alcanzarlos. Los ideales pueden absorber gran parte de la libido narcisista
transformada y, por ende, disminuir las tensiones y la vulnerabilidad narci-
sistas. Si la carga instintiva que el Yo hace del Superyó no está suficiente-
mente desexualizada (o si vuelve a sexualizarse), el resultado es el masoquismo
moral, un estado en el que el Yo puede quedar anegado en un estado de humi-
llación cuando no logra vivir a la altura de sus ideales. En general, sin em-
bargo, el Yo no experimenta específicamente la sensación de estar narcisista-
mente herido cuando no puede alcanzar los ideales, sino más bien una emoción
similar al anhelo.
También nuestras ambiciones, aunque derivan de un sistema de fan-
tasías infantiles grandiosas, pueden alcanzar un grado óptimo de restricción,
fusionarse con la estructura de Ips metas yoicas y alcanzar autonomía. Sin
embargo, también aquí es posible discernir un cíerto sabor psicológico carac-
terístico y genéticamente determinado. Nos vemos empujados por nuestras
ambiciones pero no les amamos. Y si no logramos realizarlas, tampoco po-
demos descargar las tensiones narcisistas y exhibicionistas, que entonces se
acumulan, y la desilusión que el Yo experimenta contiene siempre un ingrediente
de vergüenza. Con todo, si la grandiosidad del Self narcisista no ha sido sufi-
cientemente modificada, debido a ataques traumáticos contra la autoestima 379
Heinz Kohut
dinarse a sus actividades dirigidas a una meta, propósito que se logra en forma
óptima a través de frustraciones graduales acompañadas por apoyo afectuoso,
al tiempo que las diversas actitudes, manifiestas y encubiertas, de rechazo o
excesiva permisibilidad (sobre todo sus amalgamas y sus alternancias rápidas
e imprevisibles) constituyen el terreno emocional, para una amplia gama de
trastornos. Aunque los resultados desfcvcrcb.es varían en gran medida, y
van desde una severa hipocondría hasta formas leves de vergüenza, desde el
punto de vista metapsicol6gico todos ellos constituyen estados de acentuada
tensión narcisista-exhibicionista, con modos de descarga incompletos y abe-
rrantes. En todas estas situaciones, el Yo trata de obtener la participación del
objeto en el exhibicionismo de su Self narcisista, pero cuando se produce el
rechazo por parte del objeto, también fracasa la libre descarga de la libido
exhibicionista; en lugar de una sufusión placentera de la superficie corporal,
surge el calor del rubor desagradable; en lugar de una confirmación placentera
del valor, la belleza y la capacidad del Sel,f para despertar amor, aparece una
dolorosa vergüenza.
Pasaré ahora a examinar la posición que ocupa y la función que de-
sempeña la fantasía gr'andiosa en la estructura de la personalidad. Si bien
las urgencias narcisistas-exhibicionistas pueden considerarse como el aspecto
impulsivo predominante del Self narcisista, la fantasí'a grandiosa constituye su
contenido ideacional. Que contribuya a 1,0 enfermedad o a la salud, al éxito
o al fracaso del individuo, depende del grado de desexualizaci6n y de la
medida en que está integrada con los propósitos realistas del Yo. Consideremos,
por ejemplo, la afirmación de Freud en el sentido de que "un hombre que ha
sido el favorito indiscutido de su madre conserva durante toda la vida el senti-
miento de un conquistador, esa confianza en el éxito que a menudo lleva al
éxito real" 24 (pág. 26 y, en 1,0 traducción de E. Jones 38, pág. 5). Evidentemente,
Freud habla .aquí sobre los resultados de las fantasías narcisistas valiosas desde
el punto de vista adaptativo, que constituyen un apoyo perdurable para la
personalidad. Es evidente que, en esos casos, las tempranas fantasías narci-
sistas de poder y grandeza no chocaron con experiencias prematuras súbitas
de desilusión traumática, sino que se integraron gradualmente en la organi-
zación orientada hacia 1'0 realidad. 381
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Ideol del Yo), afirman que el, niño trote de "evitar la desilusión y la frustración
viviendo de acuerdo con su Self ideol" y llegan a la conclusión de que la ver-
güenza surge cuando el individuo no logra "vivir de acuerdo con las normas
ideales que acepta, mientras que 1'0 culpa se experimenta cuando su Self ideal
difiere de lo que siente que le dictan sus introyectos".
la interacción entre el Self narcisista, el Yo y el Superyó determina los
rasgos característicos de la personalidad y, por lo tanto, es instintivamente con-
siderada, más que cualquier otro atributo de la personalidad, como la piedra de
toque de la individualidad o la identidad de una persona *. En muchas perso-
nalidades destacadas, ese equilibrio interno parece estar más dcmlnede por un
Self narcisista bien integrado (que canaliza los impulsos) que por el Ideal del
Yo (que los guía y los controla). Churchill, por ejemplo, repitió una y otra vez,
en un campo cada vez más amplio, la hazaña de surgir airoso de una situación
de la que parecía no haber salida por medios corrientes. (Un ejemplo de ello
es su famosa huida durante la guerra' de los boers). No me sorprendería des-
cubrir que, en lo más profundo de su personalidad, abrigaba la convicción de
que podía volar y así escapar en los casos en que las formas corrientes de
locorncclén eran imposibles. En el volumen autobiográfico My Early Life5 (págs.
43 y sig.) describe los siguientes hechos. Durante unas vacaciones en el campo,
intervino en un juego en el que 1.0 perseguían un primo y un hermano menor.
Mientras cruzaba un puente sobre un precipicio se vio atrapado por sus perse-
guidores, quienes habían dividido sus fuerzas. la captura parecía inevi-
1/. ••
'11
sonalidad total y por lo tanto, también una amplia gama de estructuras psico-
lógicas e impulsos. En consecuencia, cabe esperar que el narcisismo del indi-
viduo creador participe en su actividad creativa, por ejemplo, como un acicate
que lo impulsa a alcanzar fama y aplauso. Sin embargo, si entre el narcisismo
y la creatividad no existiera otra conexión que la interacción entre ambiéión y
un equipo ejecutivo superior, no se justificaría e.xaminar la creatividad de modo
específico entre las transformaciones del narcisismo. 'Empero, creo que, si bien
I,os artistas y los científicos pueden tener necesidad de aplauso y ser individuos
vulnerables desde el punto de vista narcisista, y si bien sus ambiciones pueden
contribuir a impulsarlos a la comunicación adecuada de su obra, la actividad
creativa misma merece que se la considere entre las transformaciones del nar-
cisismo.
las ambiciones del individuo creador desempeñan un papel importante
en su relación con el público, esto es, con un auditorio de admiradores poten-
ciales; sin embargo, la transformación del narcisismo constituye un rasgo de
la relación que el, creador tiene con su obra. En la labor creativa se utilizan
energías narcisistas que han alcanzado una forma a la que me referí antes
como libido idealizadora, esto es, la elaboración de ese punto específico en el
proceso del desarrollo que va desde el narcisismo hasta el amor objetal, en el
que un objeto (en el sentido de la psicología socia/) es cargado con libido narci-
sista y queda así incluido en el contexto del Self.
la analogía con el amor de una madre por el feto y por el bebé recién
nacido es tentadora y, sin duda, la profunda devoción hacia el niño al que
incorpora en su Self ampliado, y su empatía en la respuesta a él, son similares
a la participación de una persona en su obra. No obstante, creo que 1'0 relación
de la persona creadora con su trabajo tiene menos en común con el narcisismo
ampliado de la maternidad que con el narcisismo todavía ilimitado de la tem-
prana infancia. También desde el punto de vista fenomenológico, la perso-
nalidad de muchos individuos excepcionalmente creativos es más infantil que
maternal, e incluso los experimentos de 'algunos grandes hombres de ciencia
revelan sorprendente frescura y simplicidad infantiles. La conducta de Enrico
386 Fermi, por ejemplo, mientras presenciaba la primera explosión atómica es des-
Formas y tral'lsformaciones del narcisismo
cripta por su esposa de la' siguiente manera: rompió une hoja de papel en
pequeños pedazos y, en cuanto se inició la explosión, los dejó caer uno por uno
mientras observaba el impacto de la onda de choque 11 (pág. 239).
Sea en el arte o en la ciencia, el individuo creador está menos separado
psicológicamente de su medio que el no creador; la barrera "yo-tú" no está tan
claramente definida. La intensidad con que la persona creadora percibe los
aspectos pertinentes de su medio circundante se asemeja a las detalladas per-
cepciones de~ Self que tienen Jos tipos esquizoides e infantiles: se acerca más a
la relación del niño con sus excrementos o a las experiencias que algunos
esquizofrénicos tienen de su cuerpo *, que a los sentimientos normales de una
madre frente a su hijo recién nacido.
Todos nosotros conocemos la falta de distinción entre lo "interno" y lo
"externo" en nuestra relación con el aire circundante que, al ser inhalado y
expulsado, se experimenta como parte de nuestro Self, mientras que casi no
lo percibimos como parte de nuestro medio externo. Del mismo modo, el indi-
viduo creador tiene aguda consciencia de aquellos aspectos del medio que son
significativos para su obra y los carga con libido narcisista idealizadora; al
igual que el aire que respiramos, se experimentan muy claramente en el
momento de la unión con el Self. La tradicional metáfora expresada en el
término "inspiración" (que se refiere tanto al hecho de tomar aire como a la
influencia fertilizadora de un estímulo externo sobre la capacidad creadora
interna) y la típica descripción de la creatividad ("Formó, pues, el Señor Dios
al hombre del lodo de la Tierra, e inspiróle en el rostro un soplo de vida, y
quedó hecho el hombre con alma viviente" [génesis, 2: 7]), confirman el aserto
de que existe una estrecha proximidad psicológica, por un lado, entre la inspi-
ración creadora y la respiratoria y, por el otro, entre surgir a la vida del polvo
yla transformación creadora en obra de arte de un material que se experi-
menta en forma narcisista.
Greenacre, que hace poco estudió la naturalez·a de la inspiración crea-
dora so (págs. 11 Y sig.) y que menciona el interés del niño por el aire como una
* Traté a una talentosa joven esquizofrénica que, en cierta ocasión, me hizo una hermosa descripción,
artísticamente objetiva, de la aureola de sus pezones, con un conocimiento casi microscópico de los
detalles y una absorta concentración, como si se tratara del mós fascinante de 105 paisajes. 387
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cidos de que carece de todo valor, constituye una clara indicación de que la
obra de arte está cargada con una forma particular de libido narcisista. La
extensión de' esa carga libidinal a las "alternativas colectivas" y, en última
Instcnclc. "01 mundo", que describe Greenacre, me parece indicar una experien-
cia narcisista del mundo (un Self ampliado que incluye al mundo) antes que la
manifestación de un "enamoramiento" dentro de un conte,xto de amor objetal
sin reservas de ninguna clase. Asimismo, el hecho de que, como Eissler demues-
tra convincentemente, la obra de arte sea la materialización de procesos psí-
quicos autoplásticos y aloplásticos a un mismo tiempo y de que, en cierto
sentido, la actitud del artista frente a su obra see similar a la del fetichista
con el fetiche, parece confirmar la idea de que, para el creador, su obra es
un objeto transicional cargado con libido narcisista transicional. El apego del
fetichista al fetiche exhibe la intensidad de una adicción, lo cual no consti-
tuye una manifestación de amor objetal sino de una fijación a un objeto tem-
prano que se experimenta como parte del Self. Los artistas creadores, y también
los científicos, pueden sentirse apegados a su obra con la intensidad de un
adicto, pero tratan de controlarla y moldearla con fuerzas y para fines que
corresponden a un mundo que se experimenta en forma narcisista. Intentan
recrear una perfección que antes constituía un atributo personal; durante el
acto de IIa creación, sin embargo, no se relacionan con su obra dentro de esta
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