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2017
Universidad Tecnológica de México Campus en Línea 1
Terapia de Familia y Pareja
Todo terapeuta se aproxima a una pareja con un propio modelo de ésta, formado a partir de las representaciones más las experiencias
personales sobre el tema. Para que un terapeuta le sea realmente útil a la pareja deber tener un trabajo terapéutico donde haya analizado
su ciclo vital (personal, de pareja y familiar), haya revisado los mitos y creencias que tiene sobre la pareja, los modelos y
representaciones de pareja que tiene, tener la capacidad de “ponerse en la piel del otro” a pesar de las diferencias en la visión del
mundo; este cuestionamiento pretende que el terapeuta pueda ampliar sus visiones, estar atento de sus juicios de valor y conectarse
mejor con las creencias de cada integrante de la pareja.
Expertos afirman que para llevar a cabo una terapia de pareja efectiva, es importante reconocer los mitos y las creencias presentes en la
cultura donde el terapeuta y la pareja consultante están insertos, pues muchas veces la fuerza de estos impide la modificación de
conductas, a pesar de la necesidad y la conveniencia del cambio.
“Encontrar al príncipe azul”, “encontrar a la media naranja”, “exclusividad”, “fidelidad”, “si me cela me ama”, “el amor todo lo
puede”, “matrimonio y pasión eterna”, “el verdadero amor no cambia con el paso de los años”, “si uno quiere, sabe todo lo que
necesita el otro”, “en una buena pareja no hay lugar para las críticas o los enojos”, “el verdadero amor es querer siempre al otro, tal
cual es, no importa lo que haga”, son algunos de los mitos presentes en nuestra cultura.
Biscotti (2006) propone que el terapeuta de pareja se pregunte:
¿Cuáles son los mitos en que se basan mis creencias sobre la pareja?
¿Cuáles son los mitos en que se basan las creencias de mi familia?
¿Cuánto conozco y comparto los mitos presentes en la cultura en que me muevo, acerca de la
pareja?
¿Cómo quiero que sea la pareja?
¿Qué rechazo y qué admiro?
¿Qué prejuicios tengo?
¿Qué me llama más la atención cuando veo a una pareja: la apariencia física, el trato mutuo, los
sentimientos, los pensamientos?
¿Qué me cuesta más ver en una pareja: la sexualidad, los desacuerdos, el maltrato, las relaciones
con la familia extensa?
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¿Qué pienso acerca del divorcio?, ¿de la sexualidad convencional?, ¿de la infidelidad?, ¿de los secretos?
¿Qué lugar creo que deben tener el hombre y la mujer en la pareja?
¿Qué funciones debe cubrir cada uno?
¿En qué los considero iguales?
¿En qué diferentes?
¿Qué modelos tuve?
¿Qué acepto y que rechazo de ellos?
En caso de que el terapeuta tenga pareja, preguntarse:
¿En qué momento está mi pareja?
¿Estoy atravesando una crisis?
¿La atravesé hace poco?
¿Cómo salí de ella, qué me ayudó?
¿Atravesé otras crisis en otro momento?
En caso de estar divorciado, preguntarse:
¿Cómo viví mi divorcio?
¿Qué lugar tuve en él, pasivo a activo?
¿Cuál es mi relación actual con mi ex cónyuge?
Si no ha atravesado la experiencia, preguntarse:
¿Qué creo que me ayuda a comprender esa situación?
Todo terapeuta de pareja debe entrenarse para lograr una visión circular y no lineal de los problemas. Esto se logra preguntándose:
“¿Cómo incidirá un cambio en la interacción de la pareja?”, ¿Qué creo que hace él para que ella se siente y se comporte así?”, “¿Qué
creo que hace ella para ser vista así por él?”, “¿Qué creo que hace ella para que él se comporte así?”, ¿Cómo lo está viendo ella a él?”,
¿Qué creo que provoca esa visión?”
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Terapia de Familia y Pareja
Para Sternberg (1989) citado en Cooper y Pinto (2008), el amor es una de las más intensas y deseables emociones humanas. Las
personas pueden mentir, engañar y aún matar en su nombre y desear la muerte cuando lo pierden.
Sternberg (1986, citado en Cooper y Pinto 2008), plantea su teoría del “triángulo del amor”, donde refiere que el amor implica
combinaciones de intimidad, pasión y compromiso, estos componentes son interdependientes entre sí y cambian en relación a
diferentes momentos históricos, lugares geográficos y culturas.
“Este elemento tiene un crecimiento acelerado durante los primeros años de relación debido a la
activación fisiológica y/o de la atracción física sentida hacia el otro (generalmente inconsciente), la
atracción personal (incentivada por la similaridad, la obtención de refuerzos, el efecto halo, etc. y
nuestras propias expectativas románticas (generalmente asumidas de forma inconsciente durante el
proceso de socialización. Posteriormente se produce una disminución de la pasión debido básicamente a
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la convivencia en pareja, que supone la progresiva reducción de incertidumbre y de la atención selectiva), aumentando los efectos de la
habituación-saciación, la ley de la ganancia-pérdida, la ley del cambio de las emociones, la disminución de la atracción por lo
novedoso y los deseos de seducir y ser seducido” (Maureira, 2011).
El compromiso consiste de dos aspectos: uno a corto plazo y otro a largo plazo. El primero es la decisión de
amar a otra persona, mientras que el segundo es el compromiso por mantener ese amor (Kusnetzoff, 2000,
citado en Cooper y Pinto 2008). Hace referencia al interés y responsabilidad que se siente por una pareja y por
la decisión de mantener dichos intereses con el transcurso del tiempo pese a las posibles dificultades que
puedan surgir, debido a que se cree en lo especial de la relación (Yela, 1997, citado en Maureira, 2011). Este
elemento tenderá a crecer a medida que trascurre el tiempo de duración de la relación debido al aumento de la
interdependencia personal y material entre ambos miembros (Levinger y Snoek, 1972; Altman y Taylor, 1973,
citados en Maureira, 2011).
En la relación de pareja, cada miembro puede percibir el nivel de los tres componentes del amor de su pareja de un modo muy
diferente a como uno mismo juzga su propio nivel de implicación. Por lo tanto, pueden surgir discrepancias en un triángulo entre lo
que experimenta un miembro y lo experimentado por el otro. A lo largo del tiempo estos tres componentes van evolucionando de
modo diferente, y por lo tanto se modifica la naturaleza de las relaciones amorosas (op.cit.). Sternberg propone 7 tipos de amor:
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Cariño: Es la relación donde existe un alto grado de intimidad, de verdadera amistad, pero sin la pasión y el compromiso
a largo plazo.
Encaprichamiento: Es una relación con alto grado de pasión, pero sin intimidad y compromiso, por lo cual tiende a
disolverse con facilidad.
Amor vacío: Existe una unión por compromiso, pero la pasión y la intimidad han muerto. No sienten nada uno por el
otro, pero hay una sensación de respeto y reciprocidad. En los matrimonios arreglados, las relaciones suelen comenzar con un
amor vacío.
Amor romántico: Es la relación que se solventa en la intimidad y la pasión, pero carece de compromiso. Esto es común
en los “novios eternos”.
Amor sociable: Es la relación en donde existe la intimidad y el compromiso, pero no hay pasión. Esto es común en lo
matrimonios de larga duración, amor a familiares, y amistades profundas.
Amor fatuo: Es la relación basada en la pasión y el compromiso, pero no existe intimidad. Por ejemplo, los amigovios,
frees, aventuras, si están ahí porque se atraen, se comprometen por conveniencia, pero no conocen a la persona.
Amor consumado: Es la relación en donde podemos observar los tres componentes: intimidad, pasión y compromiso.
Un sistema que establece un intercambio de materia, energía e información con su medio circundante es considerado “abierto”, este
sistema es influido y modificado por su entorno, y al mismo tiempo influye en él y lo modifica. Los sistemas abiertos logran mantener
un estado constante en su composición mediante procesos de “autorregulación” a pesar del cambio y las fluctuaciones contantes del
medio, conservando un orden, evolucionando hacia una diferenciación y organización creciente (Garibay, 2013). Un sistema “cerrado”
es aquel que no establece intercambio de materia, energía e información con su medio circundante.
El Modelo Estructural de Salvador Minuchin, se guía por algunos principios básicos de la Teoría General de los Sistemas:
La familia es un sistema vivo y abierto en el que su totalidad lo conforman no solamente sus elementos (miembros de la
familia) sino también las relaciones que éstos establecen entre sí.
Como sistema, la familia tiende al equilibrio (homeostasis) y al cambio (morfogénesis).
El sistema se autorregula.
Como sistema, la familia se relaciona con suprasistemas de los cuales forma parte (familia de origen, familia extensa,
comunidad, etcétera).
La familia es un sistema en el que se pueden identificar subsistemas: individual, conyugal, parental, fraterno.
Existe un conflicto familiar cuando se produce una disfunción en las interrelaciones que se establecen entre sus miembros.
El conflicto individual en cualquiera de los miembros del sistema es sólo la manifestación de un conflicto familiar (Andolfi,
1989; Barker, 1983; Hoffman, 1998; Martínez, 1986; Umbarger, 1987).
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En el Modelo Estructural se considera a los miembros de la familia relacionándose de acuerdo a ciertas reglas que constituyen la
estructura familiar. Minuchin (2003) define la estructura familiar como “el conjunto invisible de demandas funcionales que
organizan los modos en que interactúan los miembros de una familia” (p. 86).
Señala además, que la familia está conformada por varios subsistemas u holones. Holón es el término que significa que se es un todo y
una parte al mismo tiempo, con lo que se considera entonces que la familia es un todo (sistema familiar) y a la vez un sistema que es
parte de otro (s) mayor (es) como la familia extensa, por ejemplo. Los holones o subsistemas como también se les conoce, al interior
del sistema son: individual (cada miembro), conyugal (la pareja), parental (padres e hijos), y el fraterno (hermanos).
Asimismo, Minuchin establece que en la estructura familiar se pueden identificar los límites, los cuales “están constituidos por las
reglas que definen quiénes participan y de qué manera lo hacen en la familia. . . tienen la función de proteger la diferenciación
del sistema” (pp. 88 y 89). Los límites indican cuáles individuos pueden estar en un holón o subsistema y cómo deben
interactuar.
En la pareja, los límites internos se identifican entre los integrantes de la pareja, mientras que los límites externos se reconocen por
las reglas de interacción entre la pareja y otros subsistemas o el medio ambiente externo. Minuchin reconoce tres tipos de límites:
Claros: aquellas reglas que pueden definirse con precisión como para permitir a los miembros del sistema el desarrollo de sus
funciones sin interferencias entre subsistemas, pero permitiendo el contacto entre los miembros de los diferentes holones.
Difusos: aquellos que no se definen con precisión; no queda claro quién debe participar, cómo y cuándo, habiendo falta de autonomía
entre los miembros del sistema, quienes están aglutinados mostrando invasión entre subsistemas. El estrés de un miembro individual
repercute intensamente en los demás.
Rígidos: en las familias con este tipo de límites, la comunicación entre sus miembros se torna muy difícil; cada uno funciona en forma
autónoma con desproporcionado sentido de independencia, careciendo de sentimientos de lealtad y pertenencia. Sólo un alto nivel de
estrés afectando a un miembro puede activar los sistemas de apoyo de la familia.
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ROLES
El rol es la función que cada integrante de la pareja tiene. Los roles nacen y se nutren de la cultura. Son dinámicos y flexibles, cambian
de acuerdo al momento que la pareja está atravesando.
VALORES
Toda conducta humana, sea por economía de energía, por reducción de la ansiedad que produce el estar constantemente a merced de la
diversidad de estímulos internos o externos, se por hábitos o por dar un significado o trascendencia a la vida, tiende a organizarse y a
regirse según unas pautas, unos patrones, a la cúspide de los cuales llamamos valores.
Desde luego, estos pueden tener o no una procedencia ideológica, religiosa, o social. Y es verdad que pueden ser, realmente, los
condicionantes más poderosos de la motivación y conducta humana. Por ello es imposible intentar acercarse a la felicidad o a la misma
salud mental sin tener en cuenta la conciencia que tiene cada sujeto respecto a la adecuación de sus conductas y actitudes con respecto
a sus valores.
Los valores no son absolutamente estáticos para la persona, y en algunas ocasiones, de hecho, cambian para ella como, por ejemplo, a
lo largo del ciclo vital. Y hay determinadas fases de la vida social en las que este dinamismo se acentúa.
Los integrantes de la pareja se ven en la necesidad de construir o fijar, de ponerse de acuerdo, acerca de sus propios valores, sus
propias normas y reglas de funcionamiento, estos no pueden ser completamente de espaldas a las presiones sociales puesto que viven
en un estado inevitable de permeabilidad.
Se puede hablar, en aras de una salud mental, de un estado ideal de equilibrio entre adecuación a los valores sociales y sus presiones y
a los valores propios intra-pareja. Estos últimos son los que le dan la capacidad crítica frente a las agresiones exteriores. Representan la
libertad de la pareja. Pero, lógicamente, la salud mental no puede depender únicamente de una adhesión cognitiva a ese equilibrio. La
felicidad, el ajuste, la salud, dependerán del grado de coherencia entre esos valores asumidos (intra-extra) y la vida vivida.
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Biscotti (2006) propone ponerse en la piel del otro como una herramienta terapéutica para:
(PAREJA)
(TERAPEUTA)
1) Ampliar la comprensión sobre la percepción que tiene cada miembro de la pareja, tanto de sí mismo, como del otro.
2) Ampliar la comprensión sobre la percepción que tiene cada miembro de la pareja sobre el terapeuta.
3) Ampliar la comprensión sobre la percepción que cada miembro de la pareja tiene sobre el tema por el que consultan.
4) Enriquecer, en base a lo anterior, la construcción relacional del problema.
5) Tomar contacto con las creencias que dificultan y con las que facilitan la capacidad para ponerse en la piel del otro.
6) Reconocer en esas creencias, los determinantes del género.
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A continuación se relatan algunos ejercicios e intervenciones propuestas por Biscotti (2006) que podemos aplicar para facilitar el
“ponerse en la piel del otro”.
1. Sin la pareja presente, sentarse en el lugar habitual en que se sienta cada miembro de la misma y hablar desde ahí empezando por
decir: "Yo soy......", y descubriendo su vida, sus creencias y fundamentalmente su forma de ser varón o mujer.
Después estas visiones del terapeuta pueden ser chequeadas con los integrantes de la pareja, de este modo: "A mí me parece que Ud. es
un hombre que..." o "... Una mujer que...". En este chequeo se corrobora, o se modifica, la comprensión que tuvo el/la terapeuta en su
propia ejercitación.
2. El/la terapeuta puede repasar sus propias creencias sobre género, a través de preguntas autorreflexivas:
¿Cómo creo que debe ser la relación hombre/mujer en una pareja en términos de complementariedad y simetría? • ¿Qué pienso de la
capacidad que tiene un hombre para acompañar y adentrarse en las cuestiones afectivas y emocionales de sí mismo y de la mujer? •
¿Pueden las mujeres confiar en un terapeuta masculino que se está encargando de los problemas emocionales de una pareja? • ¿Puedo
compartir con mis pacientes hombres mi identidad de género y mis creencias sobre lo que es ser un hombre? • ¿Puedo compartir con
mis pacientes mujeres mi identidad de género y mis creencias sobre lo que es ser una mujer? • ¿Puedo pensar las cuestiones de lo
masculino y lo femenino desde una diversidad de opciones vinculadas al contexto? • ¿Puedo yo como hombre expresar mis
sentimientos y emociones sin sentir vergüenza ni que estoy traicionando a mi género y/o poniendo en riesgo mi identidad? • ¿Tolero
que la mujer haya cambiado buscando independencia, autonomía? • ¿Tolero que la mujer se adentre en terrenos que a mí me producen
rechazo? • ¿Puedo pensar ese rechazo como producto de mis temores sin descalificar las elecciones femeninas? • ¿Considero que la
mujer tiene tanto derecho como el hombre a manifestar sus sentimientos hostiles? • ¿Considero que el hombre tiene tanto derecho
como la mujer a manifestar sus temores e inseguridades? • ¿Qué mandatos fundamentales recibí sobre cómo debía ser hombre/mujer?
• ¿Está mi profesión y la forma en que la desarrollo en paz o en conflicto con esos mandatos? • ¿Tolero que el hombre tenga menos
desarrollo laboral-económico que la mujer en una pareja? • ¿Puedo como mujer tolerar que el hombre se sienta abrumado por sus
obligaciones? • ¿Cómo tolero las críticas que pueden hacerse mutuamente dentro de una pareja? • ¿La opinión que tengo en general
de mis colegas, está muy vinculada al género? • ¿Suelen ser opiniones estereotipadas?
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1. Que cada miembro de la pareja pueda "ponerse en la piel del otro", o sea ver el mundo como lo ve el otro, sobre todo en su
condición de hombre o mujer. Dentro de ese mundo focalizar especialmente en cómo ve a su pareja y qué espera de él o ella. Para
lograr esto el terapeuta le pide a los miembros de la pareja que intercambien sus lugares, y que cada uno de ellos hable "siendo" o
"haciendo como que es" el otro, especialmente de "cómo es ser hombre" y "cómo es ser mujer". Biscotti (2006) propone ayudarlo con
preguntas. El otro miembro al escucharlo, va teniendo una idea de lo que es ser hombre y mujer para el otro, y a través de eso, cuáles
son las expectativas que ese otro tiene sobre el otro género (o sea sobre el/la que está escuchando).
Otra alternativa si hay demasiada dificultad para el ejercicio corporal, es realizarlo a través de un diálogo con preguntas hipotéticas:
"¿Si tú estuvieras en la piel o en los zapatos de él, cómo verías esta situación? ", "¿Cómo crees que ella sintió (o pensó) eso desde su
lugar de mujer?".
2. Redefinir a cada uno de ellos en función de romper estos estereotipos de género. Por ej.: al hombre como un robot que no debe
tener sentimientos para que nadie se asuste, pero que condena a su pareja a la infantilidad o a la permanente maternidad en la relación;
a la mujer como una madre universal que no puede dejar de cuidar y someterse en pos del bienestar del otro, pero al que también
condena a ser un chico malcriado. Y a ambos como sometidos a mandatos que ni ellos mismos eligieron.
3. Reconocimiento de esos mandatos en cuanto a lo familiar y a lo cultural o contextual. Esto es muy importante: muchas veces, en
especial los hombres, permanecen sometidos a mandatos que no sólo vienen de su familia sino de determinados contextos, con sus
pautas determinantes culturales, que pueden ser actuales o históricos. Si ese o esos contextos son actuales, suele estar en juego la
permanencia al mismo, que generalmente se contrapone al de su pareja, y se establece un conflicto de lealtades por las pertenencias.
Aquí es muy importante el trabajo sobre los determinantes de la elección de pareja, que aparecen por lo general como intentos de
rebeldía. En estos casos coincide mucho el contexto familiar con el cultural, por ej. Representado por el trabajo. Se focaliza el trabajo
sobre esta dicotomía. En cambio, si el contexto cultural dominante sobre la masculinidad es histórico, se trabaja en principio con una
revisión crítica de esos "patrones", la utilidad o inutilidad en la actualidad, y un ritual de despedida, que incluye un agradecimiento,
junto a la bienvenida de la nueva modalidad. Lo mismo para el trabajo sobre la femineidad, donde se juegan más cuestiones de culpa
que de deslealtad, como en el hombre. Se proponen rituales de desculpabilización y de bienvenida de las nuevas formas.
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6. Uso de metáforas: que se van deslizando a lo largo de las conversaciones terapéuticas, como las de malcriado, o malcriadora, o
acorazado a la fuerza, o construcción de nuevos puentes por desgaste de los pilares de los anteriores.
Ella poniéndose en la piel de él: Me siento frustrado, nada de lo que hago me es reconocido, trabajo todo el día para darle una mejor
posición a mi familia. Me gustaría que ella fuera más independiente, que me ayudara más, que tomara decisiones y resolviera asuntos
de la vida diaria, es el equipo que yo necesito.
Quiero que comprenda que si no le hablo o le mando mensajes es porque estoy muy ocupado, esforzándome por darles una mejor vida.
Cuando me reclama es anular todo el esfuerzo que yo con mucho gusto hago. Quiero llegar a casa y descansar, relajarme, es horrible
llegar y que me reclame, que se queje, que me dé una lista de lo que falta por hacer.
Ella hablando como si su pareja hablara: Llegamos a un acuerdo y ha cambiado mucho como nos relacionamos. No sabemos que
nos conviene en este momento. Sabemos que las peleas van a desgastar y a alejar. Me siento tironeada y necesito que estén más juntos
y satisfechos. Fernanda me defiende, pero desde una posición egoísta, Luis me tiene algo abandonada, soy lo más importante en su
vida.
NEGOCIACIÓN
La negociación es el proceso mediante el cual ambas partes de la pareja intentan exponer sus opiniones e intereses a fin de llegar a una
decisión conjunta lo más satisfactoria posible para los dos. Así, una negociación será provechosa cuando las partes que intervienen
lleguen al compromiso de poner en práctica lo acordado.
Las opiniones e intereses pueden ser divergentes al principio de la negociación pero ir evolucionando hacia un punto convergente.
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Ambas partes deben tener la voluntad de conseguir que el resultado final de la negociación sea satisfactorio, aunque tengan que
ceder en algunos aspectos para conseguirlos. Si no lo consiguen se romperá la negociación.
Existe un compromiso, las partes actuaran sobre la base de la solución contraída por medio del acuerdo.
En una negociación la partes, con intereses diferentes, deben tener el objetivo de lo que quieren conseguir muy claro y la intención de
cumplir el compromiso acordado.
La sexualidad es una función básica del hombre y la mujer que implica factores fisiológicos, emocionales y cognitivos, y tiene una
estrecha relación con el estado de salud y con la calidad de vida del individuo (Arrington, Cofrancesco y Wu, 2004; Frohlich y Meston,
2002; McCabe y Cummins, 1998; Taleporos y McCabe, 2002; Ventegodt, 1998).
La satisfacción sexual es un concepto multidimensional, constituye un componente subjetivo y psicológico central en la experiencia
sexual; incluye, aspectos físicos, emocionales y relacionales. Es evaluada en términos del grado de bienestar y plenitud, o la ausencia
de los mismos, experimentados por una persona en relación con su actividad sexual. Diferentes investigaciones refieren que: niveles
elevados de autoestima sexual, motivación sexual, asertividad sexual, erotofilia, consistencia orgásmica y frecuencia de las relaciones
sexuales en la pareja están relacionados con una mayor satisfacción sexual. (Carrobles, J., Gámez-Guadix, M. y Almendros, C., 2011).
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Resultados de diferentes investigaciones muestran que las parejas en conflicto emiten una frecuencia mayor de conductas negativas, es
decir, una tasa menor de refuerzos y mayor número de críticas e interacciones hostiles que las parejas bien avenidas. Dado que este
hecho no aparece cuando cada uno de sus integrantes se relaciona con otras personas, los autores concluyen que los problemas de
comunicación, falta de habilidades de negociación y de solución de problemas son específicos de la pareja y no déficit de cada uno de
sus miembros (Bornstein y Bornstein, 1988, citados en Ochoa de Alda, 1995).
El tratamiento se centra principalmente en entrenar a los cónyuges para que desarrollen habilidades adecuadas de comunicación,
negociación y solución de problemas, mediante técnicas de modelado gradual. Se comienza con ensayos realizados en la entrevista
bajo la supervisión del terapeuta, quien actúa como modelo y fuente de refuerzo, y se completan con tareas para casa -muchas veces
concretadas en registros conductuales.
Evaluación
La primera entrevista se centra en la creación de la relación de trabajo y de expectativas terapéuticas favorables. El objetivo es motivar
a los integrantes de la pareja para que colaboren con el terapeuta y entre sí en el esfuerzo conjunto por mejorar su relación. Para ello, se
permite que expresen sus emociones negativas acerca de los problemas conyugales y se evalúa la motivación de cada uno para salvar
el matrimonio. Posteriormente, se adquiere información de la historia de relación matrimonial y del grado de satisfacción de cada uno
con respecto a su matrimonio.
de fidelidad mientras dure el tratamiento. Algunas veces, un entrenamiento en asertividad hace al cónyuge más atractivo y deseable
para su esposo/a, llevando al abandono de la relación extramatrimonial (Liberman, 1987).
Catarsis emocional
Al inicio de la primera entrevista se permite la expresión de emociones y comentarios negativos en tomo a los problemas en relación
de pareja, individual y conjuntamente. Más adelante, el terapeuta no admitirá expresiones de este tipo y centrará la terapia en el logro
de las metas terapéuticas.
Las respuestas emocionales negativas comprenden palabras, expresiones y actos desagradables que, aparentemente, son un castigo que
distancia a la pareja y destruye su relación. Sin embargo, obtener esas respuestas es mejor que nada, por lo que constituyen un factor
importante para mantener la unión de la pareja.
Intervención
El trabajo de las sesiones se dirige fundamentalmente a conseguir una buena comunicación verbal y no verbal entre los miembros de la
pareja; aumentar los intercambios mutuamente reforzantes; disminuir las interacciones aversivas, y utilizar contratos para negociar la
solución de problemas.
El procedimiento que debe seguir el terapeuta se inicia con una definición operativa de las metas que los clientes persiguen con el
tratamiento. Las técnicas de intervención consisten en un modelado gradual que permite ensayar las conductas deseadas, en el cual el
terapeuta actúa como modelo y a su vez refuerza los progresos alcanzados. Más adelante, se pretende generalizar las adquisiciones
logradas al ambiente cotidiano, mediante tareas directas para practicar en casa.
Lograr una comunicación eficaz
La comunicación entre los miembros de la pareja abarca tres niveles: verbal, emocional y sexual. Se asume que a medida que mejore la
comunicación verbal se producirán cambios positivos en los otros niveles (Liberman, 1987, citado en Ochoa de Alda, 1995).
Dentro de este enfoque se considera que una comunicación es adecuada cuando los efectos reales sobre el receptor coinciden con los
efectos deseados por el emisor, razón por la cual es importante que la pareja comprenda que han de recibirse correctamente tanto los
contenidos de fondo como también los sentimientos asociados al mensaje. A continuación hablaremos brevemente de los elementos y
dimensiones implicados en cualquier comunicación:
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Contacto visual: Para entrenarlos en lograr un buen contacto visual se selecciona una afirmación neutral y se les instruye para que
digan -por tumos- el mensaje con voz neutral, variando el contacto visual. El terapeuta pide a cada uno que mire a los ojos del otro,
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que inicie un contacto ocular y después lo rompa; que no haga contacto y después lo inicie; que suavice la intensidad de la mirada; que
mire levemente por encima del nivel de los ojos de su pareja, etc.
4. Se tienen en cuentan ocho áreas en las que las parejas pueden tener problemas: sexualidad, comunicación, educación de los hijos,
dinero, actividades sociales y de tiempo libre, responsabilidades domésticas, trabajo e independencia-dependencia. Los cónyuges
deben anotar, por separado, aquellos deseos fantaseados para mejorar su relación en todas las áreas. Después, cada uno escoge y pide
en voz alta un deseo. El terapeuta ayuda a transformar y aproximar la fantasía a una acción real que pueda producir sentimientos
positivos, concretando la frecuencia, duración, el tiempo y el lugar. Cuando se ha alcanzado un acuerdo, prescribe la tarea de
intercambiar las fantasías.
GRATIFICACIONES RECIBIDAS
NOMBRE
NOMBRE DEL CÓNYUGE
ESPOSA
AMBOS
ESPOSO
ESPOSA
AMBOS
A menudo la persona se enamora de aquella que representa sus polaridades ocultas. Cada miembro de la
pareja, desarrollará una cara de sus polaridades y llenará una polaridad en el otro. En consecuencia, se
necesitan dos personas para formar a una persona completa, el lenguaje del amor lo dice: “Con él me siento
completa". El conflicto surge cuando una de las partes critica en la otra aquella polaridad que en ella misma
permanece ignorada o le trae problemas. Por ejemplo, uno de ellos valora el autocontrol, no acepta la idea de
que podría dejarse llevar, actuar con espontaneidad y regaña a su pareja de no ser capaz de controlarse. Es
curioso, porque al principio, la había elegido justamente por este aspecto (Luzon, 2011).
Para que puedan constituir una pareja sólida, sería necesario que aceptaran y desarrollaran en ellos mismos
todas sus polaridades, aprendiendo a ser también aquello que reprochan en su pareja. De este modo, recuperan
la parte que habían proyectado sobre el otro y aumentan su integración personal (Luzon, 2011).
La pareja, una vez formada, necesita satisfacer sus necesidades vinculares. Según la autora, M. Atienza: “Para satisfacer las
necesidades vinculares, cada uno de los miembros contrata al otro. Estos contratos existen en todas las parejas y pueden tener partes
conscientes explicitas, partes conscientes implícitas y partes inconscientes”.
La misma autora muestra el caso de una pareja que, desde que se conocieron, se dieron cuenta que eran el uno para el otro, contrato
consciente compartido. En el transcurso de la convivencia, se dieron cuenta de que él necesitaba una mujer que cuidara de los hijos de
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su primer matrimonio y ella un compañero para tener hijos. En forma implícita y consciente para ambos, contrataron la prestación de
mutuos servicios.
M. Atienza señala: “Para satisfacer sus necesidades en la pareja, cada uno se comporta de manera que genera en el otro las
respuestas que él necesita. Estas actitudes se hacen repetitivas, se convierten en patrimonio común y son el origen de los códigos de la
pareja”. Teniendo en cuenta de que la pareja es una Gestalt, no estática, se dinamiza y sus necesidades van cambiando, los contratos,
por lo tanto, se van renovando a lo largo de la convivencia.
Abraham H. Maslow señala que cada integrante de la pareja, tiene necesidades, gustos y deseos personales, que, aunque no siempre
son compatibles, buscan satisfacerlas. Propone tres tipos de necesidades que están en cada uno de ellos, con más o menos fuerza, según
las circunstancias, el momento y la edad.
1. Necesidades deficitarias. La percepción de que algo me falta y que el otro me puede dar: “Tú tienes aquello que no tengo…” o
“Tú llenarás mis necesidades”. Cuando formamos una pareja, esperamos que todas las carencias profundas heredadas desde la
infancia, sea ella la que las satisfaga. Estas necesidades son el punto de partida de muchas parejas, y si no se cumplen (pues es
imposible que el otro satisfaga las necesidades individuales), comienzan a culparse entre ellos, haciendo responsable al otro de
su desgracia actual. Es importante que cada uno llegue a darse cuenta de que “Yo soy el único responsable de colmar mi propio
vacío”.
2. Necesidades funcionales. Responden a la búsqueda de una mayor eficacia del sistema en el propio interés de los miembros de
la pareja y del conjunto. P. ej.: la necesidad de seguridad material, económica y social; la necesidad de una ama de casa, de un
padre para mis hijos, de un protector,…
3. Necesidades existenciales. Conservan la responsabilidad sobre sí mismo y no espera o exige que el otro lo haga por él.
La Gestalt propone no encasillarse en un solo tipo de necesidades, sino a vivir con flexibilidad el presente de la relación.
Según G. Pierret, (2006): “La condición necesaria para que un sistema a dos funcione bien es la sincronización de las etapas del ciclo
de satisfacción de necesidades y una información reciproca de las dos partes en cuanto a su evolución en el ciclo. […] Si informo a mi
pareja de mi evolución desde el principio de cada ciclo, tenemos más posibilidades de hacer el ciclo conjuntamente y de tener un buen
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contacto”.
La terapia Gestalt de parejas está centrada en las interacciones presentes. El terapeuta observa cómo ciertas respuestas son aprendidas
y repetidas de forma inconsciente, es lo que caracteriza a la resistencia. Estos comportamientos disfuncionales, que en el pasado eran la
mejor solución a situaciones difíciles, ya no son eficaces para solucionar un problema presente. Zinker define las resistencias como,
(2005): “…protecciones contra el riesgo de dolor psíquico, daño, incomodidad, confrontación dura, rechazo, etc. La meta de la
terapia es traer estas resistencias a la conciencia, para que la pareja pueda elegir transformarse a sí misma en una unidad más
conectada”.
Zinker y Nevis, (2005) enumeran las distintas fases de la comunicación de la pareja, describen cómo se producen los encuentros
interpersonales y las interrupciones que pueden darse en el ciclo interactivo.
Toma de conciencia
Cuando la toma de conciencia emerge en cada miembro y es compartido por la pareja (sentimientos, preocupaciones,…), la pareja
funciona como un todo buscando la solución a los conflictos. La toma de conciencia creciente de cada uno, estimula la energía
necesaria para el surgimiento claro de lo que se desea; si ésta es débil, la energía será escasa para la acción, y la persona no tendrá la
fuerza necesaria para establecer un adecuado contacto con el otro. Se da en las parejas que discuten constantemente las mismas cosas y
quedan atrapadas en las mismas situaciones sin encontrar la solución.
Introyección: En la búsqueda de soluciones evitan discutir y utilizan las mismas reglas de siempre manteniendo el hacer las
cosas como continuamente se han hecho, en lugar de buscar otras nuevas formas actualizadas de hacerlo. En estas parejas se
evidencia la apatía y la falta de excitación.
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Proyección: Uno de ellos comunica poco, se lo guarda todo para sí mismo, y el otro tenderá a adivinar o interpretar a su pareja,
proyectará.
Confluencia: No analizan los temas con mentes independientes, los acuerdos a los que llegan son de forma anticipada para
evitar la incomodidad que pueda surgir entre ellos. Es una forma básica de desatender las diferencias.
Energía / acción
Partiendo de que cada uno desea o se preocupa de cosas diferentes, en esta fase surge un interés compartido acerca de algo, la pareja
trabaja unida reuniendo la energía necesaria para llevar a cabo la acción.
Confluencia: La energía está contenida solo en uno de ellos, absorbiendo mucho poder, y la otra parte se esconde, se somete.
En la pareja el sugerir al otro se convierte en demandar o amenazar.
Retroflexión: La energía es contenida y la conducta expresiva es frustrada. Los miembros de la pareja viven aislados entre
ellos, no llegan a compartir su ira o su dolor y tampoco ofrecen consuelo al otro, mantienen sus sentimientos y pensamientos
para sí mismos. Las fronteras son estrictamente respetadas, poniendo excesivo acento a la privacidad y autonomía.
Fase Contacto
La figura que ha surgido no pertenece solo a un miembro de la pareja, ha sido formada de los distintos deseos, por un proceso de
influencia recíproca. Cuando el contacto es fuerte, hay suficiente energía para llevar a cabo los acuerdos, los entendimientos, las
visiones de futuro.
uno de los otros se acreciente y pueda enriquecer el presente compartido. Los individuos que integran las parejas tienen que verse
entre sí, oírse, tocarse, gustarse, olerse, moverse el uno hacia el otro, hablar entre ellos. En cuanto omiten algunas de estas cosas
tropiezan con dificultades, porque empiezan a arrastrar la cadena de asuntos inconclusos que van dejando atrás”.
Si en la fase anterior la pareja tiende a ser confluente, alcanzan la fase de contacto de manera rápida y débil, eso hace que
tengan dificultad para centrarse en un interés común. Son parejas que sobrevaluan las similitudes y evitan desacuerdos. Evaden
el trabajo necesario para encontrar nuevas formas de ver las situaciones y la resolución de problemas y, si en algún momento
llegan a un acuerdo, manifiestan desgana para cumplirlo.
Si es la retroflexión la que ha predominado, el contacto no se logra, será superficial, y un miembro de la pareja se esconderá en
sí mismo, evitando el contacto.
Si tienden a la deflexión: evitan la conexión desviando el contacto hacia algún otro tema que provoque menos ansiedad. Son
incapaces de construir una temática sólida para ser explorada y lograr la satisfacción de la pareja. Cambian de temas con
facilidad, hablan los dos al mismo tiempo.
Según J. Zinker: “En esta fase del ciclo, la pareja revisa lo que ha sucedido y encuentran modos de expresar su experiencia,
verificando que hay un entendimiento o un acuerdo común, apreciándose a sí mismo y a los otros y lamentando juntos lo que no se
puede ser o hacer. El sistema resume, refleja, y saborea la experiencia y después la dejan […], esto permite que la energía vaya
disminuyendo gradualmente y termina cuando todo el interés, la curiosidad o los sentimientos se disipan. Entonces el cierre es
posible”.
Confluencia: no se puede lograr la separación y la diferenciación, tienen que estar de acuerdo para poder seguir adelante. Tanto
el dejar partir demasiado pronto (no toman el tiempo suficiente para masticar, tragar y asimilar la experiencia), como el seguir
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pegado a ella durante mucho tiempo (no permiten la asimilación, la experiencia es continuamente masticada, con discusiones
interminables).
Fase: Retirada
Hacen contacto con su pareja y a continuación se separan, permitiendo al otro irse. En la retirada es donde toman el tiempo suficiente
para sentirse a sí mismos y sentirse diferentes de su pareja.
A dejar partir, que se caracteriza por una dificultad de la pareja en soltarse el uno con el otro; resistencia a retirarse, ésta se
prolonga, y además evitan hacer contacto con personas distintas a ellos. Sin retirada no es posible la asimilación de lo ocurrido
en el contacto.
Como indican Ansel L. Wold y S. M. Toman, (2005) respecto a la tarea del terapeuta: “Comprender cómo funcionan los asuntos
inconclusos de la pareja para mantener el sistema homeostático y reconocer el mecanismo del sistema para preservar el síntoma.
Como se trata de un mecanismo de auto-regulación del sistema, el terapeuta debe ser respetuoso y no emitir juicios ni críticas en su
observación [...] adoptar una actitud de aceptación del sistema tal y como es en el presente y trabajar con él en el punto en que se
encuentra en la actualidad”.
Zinker, describe de manera detallada, la tarea del terapeuta en cada una de las fases del ciclo interactivo:
Toma de conciencia: fortalecer la comunicación que se da entre ellos; enseñarles la habilidad de percatarse, observar y
escuchar al otro; enfocar la atención en las fortalezas y en los patrones de resistencias en el intercambio de toma de conciencia.
Energía / Acción: despertar el interés de la pareja tanto para sugerir como para recibir sugerencias del otro, de este modo se
trabaja para conseguir una integración de los deseos mutuos mediante el desarrollo de una figura común que contenga y
trascienda sus diferencias.
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Contacto: observar cualquier signo de intercambio en el aquí y ahora de la situación para que puedan emerger figuras bien
definidas; acompañar en el proceso de contacto y de cualquier indicio de resistencia que pueda iniciarse en la fase anterior que
pueda conducir a una figura ambigua.
Resolución y Cierre: notar la presencia o ausencia de las habilidades necesarias para la resolución. Si observa que en la pareja
no se da, puede introducir preguntas que ayuden a la resolución, como: “Comenta a tu pareja qué has aprendido de todo lo
sucedido”.
Retirada: explorar los signos del dejar partir que marcan la independencia y autosuficiencia. Tal vez expresen frases como:
“Estoy satisfecho y no quiero hacer nada más en este momento”.
Se puede utilizar en las sesiones de terapia el juego, cuyo objetivo es elaborar situaciones irresueltas a través de la experimentación y
resolución creativa:
1. Pintura juntos: realizar una obra juntos y darse cuenta del proceso.
4. Silla vacía, utilizada por Zinker en el trabajo con parejas. El significado que evoca ese asiento vacío comprende la unión de dos
personas, que llama “tercera entidad”. Cuando la pareja sienta que la situación se calienta, uno de ellos se sentará en la silla y hablará
del matrimonio. Según el autor: “El objetivo consiste en hacer que la pareja se dé cuenta que ellos no son únicamente individuos, sino
que son una corporación y que el presidente de la corporación se encuentra sentado en la silla vacía y hablará en defensa de la
corporación”.
Como ya han visto a lo largo de su carrera, existen más modelos en Psicología que pueden ser utilizados para trabajar con la pareja, la
próxima semana veremos modelos de la Terapia Familiar Sistémica que, en mi caso, utilizo también con parejas que llegan a mi
consultorio, los invito a leer sobre todas las propuestas existentes, estudiar las técnicas y estrategias que plantean, para encontrar
aquella que cheque con su forma de ver y conducirse por la vida, en mi caso, trabajo sobre todo con el modelo de Terapia Breve
Centrado en Soluciones, este modelo concuerda con mi forma de ver la vida y por lo tanto de hacer terapia. Quiero dejar en claro que
si una pareja llega y el modelo de Terapia Breve Centrado en Soluciones no alcanza para cumplir los objetivos, no forzare a la pareja a
trabajar de esa manera, buscaré aquel modelo que ofrezca a la pareja lo que necesita.
Los invito a revisar el material complementario disponible en la Carpeta de Contenidos Semanales / Semana 2.
1. Escala de ajuste marital (Locke y Wallace, 1955): El objetivo de la escala es: medir, en una escala de 7 puntos, el acuerdo o
desacuerdo de la pareja en ocho áreas de funcionamiento; determinar cómo finalizan los desacuerdos, y hacer una evaluación global de
la satisfacción marital.
2. Escala de ajuste diádico (Spanier, 1976): Se compone de 76 ítems que miden cuatro factores: satisfacción, cohesión, consenso y
expresión del afecto. Discrimina entre parejas felices e infelices.
3. Inventario del status marital (Weiss y Cerreto, 1975): Consta de 14 estadios que reflejan la posibilidad de ruptura de la pareja.
Recoge tanto conductas abiertas (visitar a un abogado) como encubiertas (pensar en el divorcio).
4. Inventario de actividades maritales (Weiss, 1973): Se trata de una lista de 100 ítems de actividades reforzantes. Cada miembro de la
pareja tiene que informar en cuáles de ellas participó en las cuatro últimas semanas y, después, cuáles quisiera realizar con mayor
frecuencia y con quién. Las parejas con mayores conflictos tienden a no realizar actividades conjuntas.
5. Cuestionario de áreas de cambio (Weiss, 1973): Comprende 32 ítems para detectar conflictos. Se pide que indiquen: a) si desean que
su pareja cambie y en qué dirección (aumentar o disminuir una conducta) y b) si creen que su pareja se alegraría si (quien informa)
cambiara una conducta. Se obtiene una puntuación acuerdo-desacuerdo.
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6. Cuestionario de comunicación de parejas (Zimmer, 1978): El cuestionario contiene 22 ítems para medir la capacidad de
comunicación de las parejas, estimando sus reacciones ante cuatro áreas de funcionamiento: deberes del hogar, tiempo libre, conducta
frente a los amigos y situaciones conflictivas. El informe se efectúa sobre las conductas más frecuentes.
7. Cuestionario de terapia de parejas (Mendel, 1975): Evalúa problemas diversos (enfermedad, religión, trabajo, tiempo libre...) y
razones por las que no pasan más tiempo juntos.
8. Lista de problemas (Hahiweg, 1982): Como el cuestionario anterior.
9. Cuestionario de parejas (Hahiweg, 1977): Abarca 45 ítems distribuidos en tres escalas: comportamiento durante un altercado,
ternura y unión-comunicación.
10. Inventario de observación del cónyuge (Weiss, 1973): Es una lista de más de 400 conductas puntuables como agradables-
desagradables. Comprenden doce áreas de interacción: compañerismo, afecto, consideración, sexo, comunicación, actividades
conjuntas, cuidado de los hijos, manejo del hogar, decisiones económicas, trabajo-educación, hábitos, apariencia personal e
independencia personal y de la pareja. Sirve para planificar la terapia, evaluar el cambio y el éxito o fracaso del tratamiento.
11. Pensamientos agradables (Patterson y Hop, 1972): Se pide a cada miembro de la pareja que registre los pensamientos agradables-
desagradables que tiene sobre el otro, así como las conductas de su pareja que motivan los pensamientos agradables.
12. Técnicas para revelar diferencias (Keefe, 1978): Es un procedimiento de observación de parejas realizado por observadores
entrenados. La pareja rellena un cuestionario y después discute algún punto conflictivo provocado por láminas de TAT, Rorschach...
13. Inventario de conflicto marital: Está compuesto por 12 escenas de conflicto y 6 neutrales que han de evaluarse por observadores
entrenados. Se muestran las escenas a cada miembro de la pareja por separado y se les pide que hagan una atribución de las causas del
conflicto. Finalmente, y de forma conjunta, deben discutir hasta llegar a una conclusión sobre la causa del conflicto.
14. Sistema de codificación de la interacción marital y familiar (Gottman, 1976): Emplea 33 categorías divididas en tres áreas:
afirmaciones procesuales, afirmaciones asertivas y afirmaciones de apoyo. Discrimina entre parejas conflictivas y no conflictivas.
15. Sistema de evaluación de la interacción de pareja: Mide la conducta verbal de la pareja en 8 categorías.
16. Sistema de codificación de la interacción marital: Incluye 28 categorías, 21 verbales y 7 no verbales que miden: conductas de
solución de problemas, descripción del problema e intercambio de refuerzos. Discrimina entre parejas con y sin problemas.
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Terapia de Familia y Pareja
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