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Un día en la vida de una 

mujer en la Atenas clásica 


Tras ocuparse de las tareas domésticas, las damas atenienses
gustaban de acicalarse y celebrar reuniones con sus amigas

7 de septiembre de 2012

MUJERES

GRECIA

GRECIA ANTIGUA

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Brazalete de oro
Decorado con un motivo de serpiente. Primera mitad del siglo IV a.c.

AKG / ALBUM
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Mujer tocando la flauta doble

Las jóvenes atenienses de buena familia recibían una excelente educación literaria
y musical. Esta pieza pertenece al lateral del trono Ludovisi, siglo V a.C.

ALBUM

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Ni sumisas ni encerradas en su casa


Decoración de un epínetro (soporte cilíndrico para desbastar lana) del siglo V a.C.,
obra del llamado Pintor de Eretria.

ALBUM

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Las protagonistas de las fiestas religiosas

En la festividad de las Leneas, damas honorables y de distintas edades se


transformaban en ménades, mujeres a las que el dios Dioniso inspiraba una locura
mística. Con el cabello suelto, realizaban danzas orgiásticas para celebrar el
renacimiento del dios niño tras ser despedazado y devorado por los Titanes. Esta
pieza es una ​kílix​ o copa ática procedente de Vulci. siglo V a.C. Museos Estatales,
Berlín.
SCALA
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Jarra para vino

Esta jarra atribuida al pintor de Brigos muestra a una dama distinguida, enjoyada,
bien peinada y vestida con un manto y una delicada túnica jónica. Aunque aparece
hilando, esta tarea la realizaban otras mujeres bajo la supervisión del ama de casa.
La escena simboliza, pues, el rol de la mujer como responsable del patrimonio
familiar. 490 a.C. Museo Británico.

BRITISH MUSEUM / SCALA


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Huérfanos de madre

Las muertes por parto o sobreparto eran muy habituales en la antigua Grecia, por
lo que las mujeres muchas veces dejaban un bebé recién nacido. Numerosas
estelas funerarias áticas dan testimonio de estas tragedias familiares. En esta
estela funeraria fechada en torno a 380 a.C., una joven madre, llamada Filónoe,
contempla desde el mundo de los muertos a su hijito, en brazos de una esclava,
que intenta alcanzarla en vano. Museo Arqueológico Nacional, Atenas.

BRIDGEMAN

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Decoración de un epínetro
Detalle de la decoración de un vaso ático de figuras rojas obra del llamado Pintor
de Eretria.

ALBUM
Un día en la vida de una mujer en la Atenas 
clásica 

A los veinte años, una ateniense del siglo V o IV a.C. estaba entrando ya
en el último tercio de su existencia, porque en esa época la expectativa de
vida femenina no llegaba a los treinta años; en ello tenía mucho que ver la
maternidad, que se relacionaba con la muerte de una de cada cuatro
mujeres. Imaginemos que esa mujer se llama Eudoxia. A los catorce años
se había casado con el heredero de una hacienda (​oikos​) de tamaño
medio, que ya había cumplido los treinta. Al principio estuvo en una
posición secundaria en la casa de su esposo, a la que se trasladó después
de la boda; pero, ​ahora que ya es madre de dos hijos, ejerce de dueña
y señora​. No en vano había aportado al matrimonio una dote importante,
mientras que la hacienda de la familia del esposo se había visto disminuida
en parecida proporción para constituir la dote de la cuñada de Eudoxia.

En la casa de su familia de origen, Eudoxia ​aprendió las labores


femeninas y recibió una serie de enseñanzas que garantizaban su
valor como futura esposa​de un ciudadano hacendado. De esta forma,
ahora puede leer y escribir con soltura, sabe tocar la lira y puede controlar
la educación de sus propios hijos, hasta los siete años la de los varones y
hasta su casamiento la de las féminas, aunque cuente para ello con la
ayuda de esclavos ilustrados.
Las ocupaciones matutinas

Se puede decir que Eudoxia es una mujer feliz, querida y respetada por
todos, porque asume su papel de esposa y madre con el mismo sentido
del deber con el que su marido se entrena para la guerra y acude al
combate cuando es necesario. A él le corresponde asegurar la pervivencia
de la comunidad con las armas, y a ella, alumbrar y criar hijos que
sustituyan a los muertos en el combate y a los ancianos. Por otro lado,
mientras el marido participa en la gestión política y en la
administración del Estado​, ella, que no tiene que ausentarse por motivos
bélicos o de trabajo, se encarga de dirigir y administrar la casa.

Un día cualquiera, Eudoxia se despierta con la primera luz del sol.


Mientras da de mamar a su bebé, oye desde su dormitorio, situado en la
planta alta de la vivienda, el ruido de los esclavos que emprenden sus
actividades cotidianas, así como a su esposo que se dispone a salir. Su
hija mayor, de cuatro años, se ha levantado ya de la cama; aunque toma
otros alimentos, no ha dejado todavía de ser lactante, pero es la nodriza
quien se ocupa de ella.

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