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HORTICULTURA GENERAL
Especialmente aplicada al
cultivo de plantas de consistencia herbácea
J. V. MAROTO BORREGO
Dr. Ingeniero Agrónomo
Catedrático de Horticultura y
Cultivos Herbáceos. ETSIA
Universidad Politécnica de Valencia
ELEMENTOS DE
HORTICULTURA GENERAL
Especialmente aplicada al
cultivo de plantas de consistencia herbácea
3.a edición
revisada y ampliada
Ediciones Mundi-Prensa
Madrid • Barcelona • México
2008
Grupo Mundi-Prensa
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© 2008, J. V. Maroto
© 2008, Ediciones Mundi-Prensa
MAROTO BORREGO, J. V.
Elementos de horticultura
general. Madrid: Ediciones
Mundi-Prensa, 3.a ed. 2008. 481
pp.; 16,5 x 23,5 cm
ISBN: 978-84-8476-341-3
Materia: 634
Introducción, 11
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Índice
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INTRODUCCIÓN
11
Introducción
Como hemos señalado anteriormente, éste es un libro de síntesis, con una clara
intención didáctica, en el que, por la amplitud de los temas abordados, los espe-
cialistas pueden y van a encontrar imprecisiones, algún error inadvertido por el pro-
pio autor y muchas omisiones.
Por último queremos agradecer a la editorial Mundi-Prensa y a su Director Ge-
neral, D. José María Hernández, la buena disposición con que ha acogido nuestro
original.
Valencia, septiembre de 1989
J. V. MAROTO
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PARTE PRIMERA
GENERALIDADES
1.1. Horticultura. Historia, conceptos y acepciones
El término Horticultura deriva del latín Hortus, que significa jardín, huerto,
quinta, terreno acotado, etc.
La domesticación de plantas hortícolas en el Antiguo Continente parece ser que
es posterior a la de cereales y leguminosas. Existen algunos testimonios en los que
se señala que el cultivo artesanal de «primor» se venía desarrollando en China,
desde épocas muy antiguas utilizando plantas como algunas raíces comestibles
(Colocasia, Dioscorea, Nelumbo...), col china, pepino, algunos taxones de melón,
sandía, berenjena, diversas faseoleas, etc. La Horticultura ornamental es asimismo
antiquísima en el Lejano Oriente y la India. En el continente americano plantas hor-
tícolas de cultivo muy antiguo son las calabazas, la judía común, la judía de Lima,
el pimiento, la patata, etc.
Aunque se sabe que los antiguos egipcios cultivaron plantas hortícolas, como la
cebolla, algunas cucurbitáceas (probablemente melones, pepinos y sandías) en ban-
cadas, determinadas plantas de condimento, como el hinojo, el comino, la menta,
etc., conocían y aprovechaban los tubérculos de chufa, etc., no parece ser que la
producción hortícola se extendiera como una práctica habitual hasta que los roma-
nos la expandieron en sus quintas o mansiones de «campo». A este respecto puede
señalarse que el cultivo de plantas hortícolas, aunque conocido, no estaba muy di-
fundido hasta nuestra era, como lo demuestra el hecho de que Virgilio en sus Geór-
gicas no hiciera mención al mismo, y que Columela sí que desarrollara un largo
poema en el libro X de su De re rustica dedicado al cultivo de los huertos, seña-
lando que había sido «descuidado por los viejos labradores, pero ahora (siglo I) re-
sulta importantísimo». Columela viene a indicar que el interés por las hortalizas era
una consecuencia del encarecimiento de los alimentos básicos (pan, carne, leche)
atribuyendo a los antiguos «una más parsimoniosa frugalidad» en las comidas, ba-
sada en leche, carne y trigo.
Terrón (1981) matiza las opiniones de Columela señalando que las especies de
hortalizas, aunque conocidas, habían sido despreciadas tradicionalmente como ali-
mento por los ricos, constituyendo las verduras lo que denomina «despensa de los
pobres», puesto que se mezclaban con gachas de cebada o trigo, para economizar la
cantidad respectiva de cereal. Esta práctica, según el mismo autor (Terrón, 1981)
15
Generalidades
16
1.2. Sociedades hortícolas
17
Generalidades
rae n.° 487); «VI International Symp. on Artichoke, Cardoon and their wild rela-
tion», celebrado en 2006 en Lorca-España (Acta Horticulturae n.º 730).
En el XXIII Congreso Internacional (celebrado en Florencia en 1990), las po-
nencias y comunicaciones se agruparon en función de los siguientes temas: Frutos
en zonas templadas; Cítricos; Olivos; Frutos subtropicales y tropicales; Hortalizas
en zonas templadas; Hortalizas subtropicales y tropicales; Flor cortada; Plantas or-
namentales en contenedores; Plantas ornamentales leñosas; Viveros; Arquitectura
paisajística; Plantas medicinales; Hongos comestibles; Materias especiales e inter-
disciplinares.
Dentro de cada tema, se establecen sesiones más concretas sobre aspectos como:
Citología, Morfología y Taxonomía; Mejora genética; Recursos de germoplasma;
Control de malas hierbas; Protección de cultivos; Reguladores del crecimiento; Nu-
trición, etc.
Existe una revista de gran altura científica denominada Scientia Horticulturae
patrocinada por la propia ISHS.
En España existe desde 1983 la SECH (Sociedad Española de Ciencias Hortíco-
las) adherida a la ISHS, y que ha convocado hasta el momento los siguientes Con-
gresos Nacionales:
Los grupos de trabajo de los que se compone actualmente la SECH son los si-
guientes: Fruticultura, Horticultura (Olericultura), Fresón, Viticultura, Ornamenta-
les, Citricultura, Fertilización, Ingeniería hortícola, Mejora genética, Protección de
cultivos, Economía hortícola, Sustratos, Olivicultura, Agricultura Ecológica y Pos-
trecolección e Industrias.
La SECH publica periódicamente un boletín y además todas las reuniones de los
grupos de trabajo, así como las comunicaciones de los Congresos generales, se reco-
gen en publicaciones específicas denominadas Actas de Horticultura. Con-
18
Sociedades hortícolas
19
1.3. Características más importantes del cultivo hortícola
21
Generalidades
22
1.4. Tipos de explotaciones hortícolas
Aunque puede ser muy discutible establecer una clasificación sobre la tipología
de las explotaciones hortícolas, a grandes rasgos se distinguen los siguientes tipos:
23
Generalidades
24
Tipos de explotaciones agrícolas
25
Generalidades
Fig. 1.4.3. Explotación hortícola extensiva de cebollas con riego por aspersión en Badajoz
(Extremadura).
26
1.5. La Horticultura olerícola y ornamental en España
1.5.1. Importancia
27
Generalidades
1995 y 2.498.119 t en 2002, siendo importantes las cantidades desviadas hacia este fin
en cultivos como tomates, alcachofas, pimientos, espárragos, fresones, cebollas, etc.
Un aspecto de suma importancia en el sector hortícola es su proyección expor-
tadora que pasó de un volumen global en fresco de 1.812.685 t en 1986 a 3.417.195
t en 1995 y a 4.641.971 t en 2002, constatándose de forma clara en esta cifra la re-
percusión que ha tenido la incorporación a la CEE. Por cultivos, los tomates
(398.351 t en 1986 y 974.399 t en 2002), tienen la primacía entre todos los produc-
tos de nuestra exportación, siendo asimismo muy importantes los pimientos
(194.564 t en 1986 y 495.630 t en 2002), las lechugas (55.082 t en 1986 y 505.231 t
en 2002), los melones (131.267 t en 1986 y 390.397 t en 2002), las sandías (125.450
t en 1986 y 308.474 t en 2002), los pepinos (98.939 t en 1986 y 359.953 t en 2002),
las cebollas (332.301 t en 1986 y 259.912 t en 2002), los fresones (76.504 t en 1986
y 241.896 t en 2002), las patatas (72.139 t en 1986 y 239.294 t en 2002), etc. (Cua-
dros 1.1.A, 1.1.B y 1.1.C). Un aspecto no contemplado en los cuadros reseñados y
que también se ha evidenciado tras nuestra incorporación a la CEE es el incremento
notable de nuestras importaciones en hortalizas y frutas, aunque hasta el momento
la balanza de pagos es claramente positiva en este aspecto para España.
Un aspecto importante a reseñar es la gran dependencia que tiene este sector en
material vegetal de propagación, de forma que una gran mayoría de los cvs uti-
lizados, como se indicará en el epígrafe 6.1.2, ha sido obtenido por firmas transna-
cionales asentadas en España.
En los cuadros 1.2.A, 1.2.B. y 1.2.C se presenta un desglose aproximado de la
Horticultura ornamental española en 1986 y 1995, observándose que globalmente
había pasado de 3.356 ha en 1986 a 4.871 ha en 1995 y a 7.944 ha en 2002 y siendo
digno de mencionar el hecho de que más del 50% de la superficie de cultivo es pro-
tegida. En el apartado de flor cortada destaca claramente la producción y exporta-
ción de claveles, seguida de la de rosas, y aunque no se explicita en las fuentes con-
sultadas (MAPA, 1997), también tienen una cierta importancia en el sector cultivos
como gladiolos, crisantemos, Lilium, gerberas, etc. El valor de las importaciones
del sector ornamental suele rebasar en valor el de las importaciones y probable-
mente en este capítulo es importante el material de propagación.
Cuadro 1.1.A
Producción española de hortalizas en 1986
(Fuente: Anuario de Estadística Agraria, 1986, MAPA)
Superficie Producción
Producción destinada
Regadío Producción por
Cultivo Secano Al aire Total a la
Protegido (t) transfor-
(ha) libre
(ha)
(ha) mación (t) exportación
(ha) (t)
Hortalizas aprovechables por sus:
HOJAS O TALLOS
Col ................................... 4.977 11.705 539 17.221 435.680 8.167 25.437
Berza ................................ 1.410 1.946 — 3.356 70.138 207 —
Espárrago ........................ 6.280 14.015 3 20.298 77.826 48.785 7.433
Apio ................................. 47 1.701 32 1.780 48.031 100 28.843
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La Horticultura olerícola y ornamental en España
Cuadro 1.1.A
Producción española de hortalizas en 1986 (cont.)
Superficie Producción
Producción destinada
Regadío Producción por
Cultivo Secano Al aire Total a la
Protegido (t) transfor-
(ha) libre (ha) mación (t) exportación
(ha) (t)
(ha)
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . 1.808 22.793 333 24.934 589.386 2.895 55.082
Escarola . . . . . . . . . . . . . . 118 3.481 – 3.599 78.110 12 22.165
Espinaca . . . . . . . . . . . . . 233 3.148 – 3.381 55.809 4.572 –
Acelga . . . . . . . . . . . . . . 436 3.533 14 3.983 85.287 980 2.467
Cardo . . . . . . . . . . . . . . . 87 1.035 – 1.122 23.377 647 –
Achicoria verde . . . . . . . . 13 72 – 85 1.241 – –
Endivia . . . . . . . . . . . . . . 41 373 – 414 6.102 1.480 —
Borraja . . . . . . . . . . . . . . – 307 5 312 7.097 70 –
FRUTOS
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . 10.941 7.367 7.529 25.837 539.607 366 125.450
Melón . . . . . . . . . . . . . . . 23.571 35.800 7.486 66.857 951.512 210 131.267
Calabaza y calabacín . . . . 1.393 3.037 1.552 5.982 180.481 9.233 59.432
Pepino . . . . . . . . . . . . . . 157 3.330 2.428 5.915 251.190 260 98.939
Pepinillo . . . . . . . . . . . . . 14 2.528 22 2.564 29.742 25.572 –
Berenjen . . . . . . . . . . . . . 117 3.273 705 4.095 110.706 3.159 12.477
Tomate . . . . . . . . . . . . . . 3.524 46.710 6.800 57.034 2.399.647 702.757 398.351
Pimiento . . . . . . . . . . . . . 1.323 17.387 8.453 27.163 692.795 112.023 194.564
Guindilla . . . . . . . . . . . . 18 387 – 405 3.932 1.143 -
Fresa y fresón . . . . . . . . . 1.500 1.773 6.519 9.792 190.456 35.913 76.504
INFLORESCENCIAS
Alcachofa . . . . . . . . . . . . 445 25.579 – 26.024 360.911 138.783 25.337
Coliflor . . . . . . . . . . . . . . 803 10.324 – 11.127 230.132 30.665 2.823
RAÍCES Y BULBOS
Ajo . . . . . . . . . . . . . . . . . 21.915 17.986 – 39.901 237.780 460 34.135(1)
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . 5.739 28.543 11 34.293 1.165.913 44.587 332.301
Cebolleta . . . . . . . . . . . . . 209 1.658 – 1.867 28.473 1.405 –
Puerr . . . . . . . . . . . . . . . . 688 2.122 – 2.810 54.928 10.430 1.027
Remolacha de mesa . . . . . 35 716 – 751 15.667 276 –
Zanahoria . . . . . . . . . . . . 354 5.861 – 6.215 172.373 22.165 46.947
Rábano . . . . . . . . . . . . . . 89 985 – 1.074 16.097 60 38
Nabo . . . . . . . . . . . . . . . . 225 1.200 – 1.425 22.491 105 406
VAINAS U ÓRGANOS VARIOS
Judías verdes . . . . . . . . . 2.037 17.330 5.791 25.158 245.047 22.018 25.759
Guisantes verdes . . . . . . . 2.715 8.546 36 11.297 55.949 21.040 5.128
Habas verdes . . . . . . . . . . 3.467 13.375 55 16.897 155.423 12.759 7.276
Champiñón . . . . . . . . . . . – – 249 249 52.063 19.970 586
Otras hortalizas . . . . . . . . 888 8.778 1.532 11.198 149.220 2.907 –
TUBÉRCULOS
Patata . . . . . . . . . . . . . . . 155.368 141.379 – 296.747 5.124.509 – 72.139
Boniato . . . . . . . . . . . . . . 728 1.867 – 2.595 44.664 – 1.768
Chufa . . . . . . . . . . . . . . . . – 686 – 686 6.719 – 67
Pimiento para pimentón . 4 9.099 – 9.103 30.924 30.924 18.537(2)
TOTALES . . . . . . . . . . . . . 253.717 481.735 50.094 785.546 14.997.487 1.317.115 1.812.685
(1) 1985.
(2) Pimentón.
29
Generalidades
Cuadro 1.1.B
Producción española de hortalizas en 1995
(Fuente: Anuario de Estadística Agraria, 1997, MAPA)
Superficie Producción
Producción destinada
Regadío Producción por
Cultivo Secano Al aire Total a la
Protegido (t) transfor-
(ha) libre
(ha)
(ha) mación (t) exportación
(ha) (t)
Hortalizas aprovechables por sus:
HOJAS O TALLOS
Col . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.715 10.143 32 14.890 396.098 7.698 66.077
Berza . . . . . . . . . . . . . . . 1.006 1.542 – 2.548 48.947 – –
Espárrago . . . . . . . . . . . . 2.918 13.017 2.681 18.616 73.536 41.758 20.877
Apio . . . . . . . . . . . . . . . . 22 1.805 – 1.827 75.751 363 40.475
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . 1.418 29.743 1.472 32.633 898.537 1.405 295.545
Escarola . . . . . . . . . . . . . . 53 2.336 21 2.410 51.626 304 9.021
Espinaca . . . . . . . . . . . . . 117 2.558 3 2.678 42.348 11.940 860
Acelga . . . . . . . . . . . . . . . 174 2.488 31 2.693 54.312 2.925 –
Cardo . . . . . . . . . . . . . . . . 32 928 – 960 27.795 11.078
Achicoria verde . . . . . . . . 4 58 – 62 1.276 135 –
Endivia . . . . . . . . . . . . . . 322 4 326. 8.225 1.316 –
Borraja . . . . . . . . . . . . . . . – 441 61 502 12.033 3.391 –
FRUTOS
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . 5.202 7.960 8.686 21.848 729.994 5 276.423
Melón . . . . . . . . . . . . . . . 9.099 20.984 12.165 42.248 860.234 2.330 295.361
Calabaza . . . . . . . . . . . . . 493 1.113 6 1.612 32.210 9.788 16.972
Calabacín . . . . . . . . . . . . . 229 1.703 3.085 5.017 232.328 1.630 96.516
Pepino . . . . . . . . . . . . . . 59 1.981 3.592 5.632 330.753 1.640 259.811
Pepinillo . . . . . . . . . . . . . 11 967 17 995 10.921 8.770 –
Berenjena . . . . . . . . . . . . 20 2.306 1.137 3.463 131.098 8.937 37.038
Tomate . . . . . . . . . . . . . . 2.283 41.649 11.292 55.224 2.841.160 1.051.848 742.229
Pimiento . . . . . . . . . . . . . 781 12.404 9.689 22.874 790.465 70.207 322.577
Guindilla . . . . . . . . . . . . 14 257 7 278 2.544 609 –
Fresa y fresón . . . . .. . . . 320 1.317 7.263 8.900 287.462 53.432 204.090
INFLORESCENCIAS
Alcachofa . . .. . . . . . . . . 116 18.282 33 18.431 250.743 86,286 22.503
Coliflor . . . . . . . . . . . . . . 578 13.922 23 14.523 284.896 44.705 90.922
BULBOS Y RAÍCES
Ajo . . . . . . . . . . . . . . . . . 9.477 17.115 – 26.592 173.586 408 27.513
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . 3.165 23.751 – 26.917 - 977.179 35.744 269.842
Cebolleta . . . . . . . . . . . . . 123 1.250 – 1.373 22.798 1.666 –
Puerro . . . . . . . . . . . . . . . 236 2.199 5 2.440 57.403 8.162 2.124
Remolacha de mesa . . . . . 16 548 – 564 12.458 942 ≤ 1.000
Zanahoria . . . . . . . . . . . . 183 6.697 21 6.901 304.592 13.546 53.957
Rábano . . . . . . . . . . . . . . 40 523 – 562 8.174 33 ≤1.000
Nabo . . . . . . . . . . . . . . . . 113 726 – 839 14.532 60 ≤3.418
VAINAS Y SEMILLAS (LEGUMINOSAS)
Judías verdes . . . . . . . . . 1.468 13.688 6.451 21.607 222.718 37.987 26.468
Guisantes verde . . . . . . . . 1.140 8.673 100 9.913 57.607 30.911 2.386
Habas verdes . . . . . . . . . . 1.229 9.131 32 10.392 72.587 8.665 4.017
30
La Horticultura olerícola y ornamental en España
Superficie Producción
Producción destinada
Regadío Producción por
Cultivo Secano Al aire Total a la
Protegido (t) transfor-
(ha) libre (ha) mación (t) exportación
(ha) (t)
(ha)
HORTALIZAS VARIAS
Champiñón . . . . . . . . . . . – – 38.810* 38.810* 75.968 40.627 365
Setas . . . . . . . . . . . . . . . . – – 1.890* 1.890* 2.339 195 873
Otras hortalizas . . . . . . . . 881 8.671 149 9.701 137.594 11.596
TUBÉRCULOS
Patatas . . . . . . . . . . . . . . . 98.365 107.657 – 206.022 3.913.770 – 214.897
Boniatos y batatas . . . . . 90 968 – 1.058 19.191 – 119
Chufas . . . . . . . . . . . . . . . – 490 – 490 8.820 – –
Pimiento para pimentón . 1 2.414 – 2.415 20.881 20.881 10.211
TOTAL . . . . . . . . . . . . 146.191 394.726 68.466 609.383 14.577.489 1.634.694 3.417.195
* Areas.
DE FRUTO
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . 2.876 8.108 4.693 15.677 622.546 – 308.474
Melón de piel lisa . . . . . . 6.218 146.072
Melón tendral . . . . . . . . . 3.988 96.090
Melón cantalupo . . . . . . . 3.622 133.957
31
Generalidades
32
La Horticultura olerícola y ornamental en España
Cuadro 1.2.A
Producción ornamental española
(Fuente: Anuario de Estadística Agraria, 1986, MAPA)
Superficie Rendimiento
Cuadro 1.2.B
Producción ornamental española en 1995
(Fuente: Anuario de Estadística Agraria, 1997, MAPA)
Superficie
Regadío Producción Producción
Cultivo Secano Total (miles de exportada
Areas Al aire libre Protegido (Áreas) docenas) (t)
(áreas) (áreas)
Flor cortada
Claveles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12.920 15.304 100.879 129.103 166.117 26.159
Rosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6.452 6.166 32.809 45.427 32.541 938
Otras flores . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.210 54.546 49.484 109.240 46.311 171
TOTAL FLORES . . . . . . . . . . . 24.582 76.016 183.172 283.770 244.969 27.268
Plantas ornamentales . . . . . . . . . . . 7.260 129.361 66.807 203.428 102.334(1) 3.192(2)
TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31.842 205.377 249.979 487.198 – 30.460
(1) Miles de plantas.
(2) Incluyendo bulbos, cormos, follaje, ramas, hojas, etc.
33
Generalidades
Cuadro 1.2.C
Producción ornamental española en 2002
(Fuente: Anuario de Estadística Agraria, MAPA, 2003)
Superficie (áreas)
Regadío Producción Producción
Cultivo (miles de exportada
Secano Total docenas) (t)
Aire libre Protegido
Al finalizar este libro, se incluye un anejo con los últimos datos publicados so-
bre la Horticultura española, correspondientes a 2005.
— Costa Mediterránea.
— Costa Atlántica.
— Islas Canarias.
— Zonas del interior peninsular.
34
La Horticultura olerícola y ornamental en España
35
Generalidades
Andalucía Occidental, que es una región muy amplia, en la que existen zonas
más hacia el interior en las que se desarrolla y puede desarrollar, todavía más, una
Horticultura extensiva e industrial, con hortalizas como melones, sandías, zanaho-
rias, etc. En la costa atlántica, y concretamente en la provincia de Huelva, se ha
desarrollado en los últimos años una Horticultura muy tecnificada forzada o semi-
forzada, que gira, principalmente, en torno al cultivo del fresón, aunque es previsi-
ble que en un futuro, tanto en esta área, como en zonas colindantes (Cádiz, Sevilla,
etc.) se desarrolle una Horticultura más diversificada, forzada o semiforzada, pro-
yectada a la exportación en fresco.
Islas Canarias, región en la que por sus especiales condiciones climáticas se ha
desarrollado una importantísima Horticultura de exportación a base de numerosas es-
pecies olerícolas, especialmente tomates y pepinos, siendo asimismo notable la pro-
ducción de flores y plantas ornamentales. El cultivo bajo invernaderos ligeros y las
técnicas como el riego localizado, están ampliamente difundidos. La gran restricción
de la Horticultura canaria es, sobre todo, la escasez de agua para el riego, lo que
obliga a hacer perforaciones muy profundas con el fin de explotar acuíferos que per-
mitan el cultivo hortícola, así como la realización de ingentes obras de distribución
del agua. La salinidad de las aguas, es, como en otras regiones, otro factor limitante.
Todas las regiones hortícolas costeras están siendo afectadas ostensiblemente de
forma negativa por la expansión urbanística. En el área mediterránea se están des-
arrollando bastante los sistemas de desalación para compensar la carestía hídrica.
En el interior de la península existen varias zonas en las que los cultivos hortí-
colas poseen una cierta importancia, como:
— Valle del Ebro, que agrupa áreas distintas pertenecientes a regiones dife-
rentes, como La Rioja, Navarra y Aragón. Probablemente lo más carac-
terístico es que predominan las explotaciones hortícolas extensivas e indus-
triales muy mecanizadas con una producción estacional cosechada sobre
todo en los meses estivales, y en las que son frecuentes los cultivos destina-
dos a la industria, como tomates, pimientos, espárragos, pepinillos, guisan-
tes, etc. El sector transformador industrial tiene una cierta importancia.
— Región Castellano-Manchega, que es una amplia región, a veces ligada a
los valles de los ríos, en la que se desarrolla principalmente un tipo de horti-
cultura extensiva y a veces industrial, siendo importantes las superficies
destinadas al cultivo de melones, tomates, pimientos, ajos, etc.
— Extremadura, región en la que predominan las explotaciones hortícolas ex-
tensivas e industriales en las que se cultivan hortalizas como tomates, pi-
mientos (principalmente para pimentón), espárragos, patatas, cebollas, me-
lones, etc., con una producción marcadamente estacional y estival,
destinada en muchos casos a su industrialización. El riego por aspersión, a
la demanda, está ampliamente difundido en esta zona. Existe una cierta pre-
sencia del sector industrial transformador.
En todas las regiones hortícolas españolas existe gran interés en mejorar la ca-
lidad de sus producciones, certificando los procesos productivos con distintas nor-
mativas respetuosas con el medio ambiente.
36
La Horticultura olerícola y ornamental en España
37
Generalidades
38
1.6. La Horticultura en el mundo
y en menor medida:
39
Generalidades
Entre los países con mayores niveles de producción de hortalizas pueden citar-
se China, India, naciones de la antigua URSS, EE.UU., Japón, Italia, etc.
Determinados países como Méjico o China, están tratando en los últimos años
de potenciar sus producciones hortícolas.
Dentro de los países más cercanos culturalmente a nosotros, es EE.UU. sin
duda el que posee una Horticultura más importante, tanto olerícola, como orna-
mental, con producciones muy elevadas de patatas, tomates, cebollas; maíz dulce,
zanahorias, sandías, etc. El nivel tecnológico alcanzado por la Horticultura de Es-
tados Unidos es de los más elevados del mundo, y probablemente el tipo de explo-
taciones más expandido es el que se aproxima a lo que hemos denominado Horti-
cultura extensiva o bien Horticultura industrial, con niveles de mecanización muy
elevados.
En cualquier caso son los países de la UE y algunos ubicados en áreas próxi-
mas, los que tienen sectores hortícolas de mayor interés para nosotros, puesto que
nuestra Horticultura abastece sus mercados y/o compite con sus producciones en
determinados momentos.
En el cuadro 1.4 pueden verse los volúmenes de algunas hortalizas producidos
por los países más importantes de la UE, así como los de Israel y Marruecos, dos
países «terceros» que son grandes abastecedores de los mercados comunitarios.
Los grandes productores hortícolas en la UE son Italia, Francia y Holanda, con
un importante desarrollo, sobre todo en este último país, de la Floricultura.
Como se observa en el cuadro citado, Francia posee una gran importancia en la
producción de determinadas hortalizas como patatas, zanahorias, coliflores, coles,
40
La Horticultura en el mundo
41
Generalidades
Cuadro 1.4
Producción de hortalizas de algunos países europeos y de su entorno en 2002 (t)
(Fuente: Anuario FAO de producción, 2002)
Reino
Francia Italia Holanda Grecia Portugal Alemania Marruecos Israel
Unido
Ajos 31.000 30.000 12.000 14.000 1.000 - - 9.000 7.000
Alcachofas 68.000 456.000 - 35.000 - - - 44.000 5.000
Berenjenas 20.000 332.000 33.000 80.000 6.000 - - 31.000 46.000
Calabazas y 219.000 410.000 11.000 80.000 12.000 - - 114.000 29.000
calabacines
Cebollas 450.000 412.000 882.000 209.000 110.000 293.000 283.000 610.000 1.274.000
Coles 247.000 422.000 236.000 200.000 140.000 632.000 244.000 33.000 63.000
Coliflor 442.000 452.000 42.000 65.000 35.000 128.000 116.000 48.000 26.000
Fresas y fresones 49.000 151.000 34.000 9.000 2.000 105.000 38.000 90.000 10.000
Guisantes verdes 418.000 68.000 36.000 9.000 7.000 27.000 407.000 69.000 9.000
Judías verdes 103.000 205.000 63.000 70.000 17.000 50.000 1.000 64.000 59.000
Melones 282.000 506.000 2.000 150.000 20.000 - - 574.000 54.000
Patatas 6.877.000 2.075.000 7.363.000 882.000 1.250.000 11.492.000 6.967.000 1.334.000 394.000
Pepinos 136.000 66.000 433.000 160.000 7.000 191.000 74.000 45.000 144.000
Pimientos 28.000 326.000 310.000 100.000 1.000 - 13.000 156.000 111.000
Sandías 7.000 545.000 - 633.000 2.000 - - 370.000 334.000
Tomates 816.000 5.748.000 555.000 1.574.000 994.000 46.000 102.000 991.000 383.000
Zanahorias 704.000 561.000 259.000 32.000 150.000 415.000 717.000 233.000 88.000
42
La Horticultura en el mundo
ducción suele ser forzada bajo invernaderos. Algunas empresas muy asenta-
das en España en la comercialización de semillas, son holandesas.
— Italia es un importante abastecedor de la UE en determinados productos
como pimientos, fresas, berenjenas y melones. Por sus condiciones geográ-
ficas, podría reforzar la producción y exportación de determinadas hortali-
zas con sistemas de cobertura ligera, y, por tanto, a un costo más ventajoso
que Holanda. El hecho de que hasta el momento Italia no se haya desarro-
llado más en esta línea, induce a pensar que no es previsible un incremento
de su competencia a un plazo medio.
— Por razones de diversa índole no parece esperarse una fuerte competencia
por parte de las producciones hortícolas griegas y portuguesas, aunque sin
duda en un futuro se incrementará. En este sentido, tanto en Grecia conti-
nental como en la isla de Creta en los últimos años se han incrementado y
mejorado las estructuras de su producción protegida. Algo similar ha ocu-
rrido en el suroeste de Portugal en la región del Algarve y en general en ese
país hay un gran interés en potenciar todo tipo de producciones hortícolas,
en particular aquellas como la lechuga o las Brassicas que pueden adaptar-
se sin demasiados problemas a una producción fuera de época bajo condi-
ciones de un clima atlántico templado.
— Francia, aparentemente el principal obstaculizador de nuestra integración
en la CEE, no sólo no posee una importancia exportadora destacable en hor-
talizas exigentes en calor, sino que la producción hortícola española es su
principal vía de abastecimiento entre el otoño y la primavera. Se observa un
cierto interés en reconvertir parte de la producción de hortalizas bajo inver-
nadero en explotación forzada de ornamentales. Algunas empresas france-
sas productoras de semillas están fuertemente implantadas en el mercado
español.
— Las exportaciones españolas de hortalizas al área de la UE, concurren en
muchos casos con producciones procedentes de otros países ribereños del
Mediterráneo, como Marruecos e Israel. La estructuración de la Horticultu-
ra de estos países es desigual, pero debe ser tenida en cuenta a la hora de es-
tablecer una valoración global del sector, puesto que sus condiciones de me-
dio físico son más parecidas a las nuestras y su solapamiento es, en algunos
productos, prácticamente total.
— La unificación de Alemania y la disolución de la estructura política de eco-
nomía centralizada de los países del este de Europa y la incorporación pau-
latina a la propia UE de algunos de éstos, conjuntamente con los nuevos
rumbos de la PAC, hacen que en un futuro la situación de la que hemos par-
tido cambie. Por un lado incrementándose los niveles de consumo, en la
medida en que los antiguos países del bloque socialista incrementen su ni-
vel de vida y puedan adquirir productos hortícolas fuera de estación (y de
todo tipo); por otro lado ante la ampliación de la UE a partir de la primera
década de los años 2000; y conjuntamente con todo esto, con la posibilidad
de que algunos de estos países, sobre todo los poseedores en parte de su
geografía de una climatología mediterránea, puedan intervenir en los circui-
43
Generalidades
44
La Horticultura en el mundo
45
1.7. Legislación comunitaria sobre el sector hortícola
y su evolución
47
Generalidades
48
Legislación comunitaria sobre el sector hortícola y su evolución
animal, etc., siendo destinados a su destrucción tan sólo en último extremo. De ob-
tenerse algún ingreso en esta distribución secundaria, la indemnización se rebajaba
en la cantidad conseguida.
Otro procedimiento de control y protección de los mercados, en vigor en la
CEE, era el denominado Mecanismo Complementario de Intercambios (MCI) que
era un sistema de vigilancia para, por una parte, realizar un seguimiento de los
intercambios de productos «sensibles» y en segundo lugar para aplicar medidas
ante la aparición de situaciones «anómalas» en los mercados. Su aplicación podía
concretarse en dos medidas (Barceló y García, 1987):
Según el último acuerdo suscrito por nuestro país con la CEE (a la redacción de
la 1.a edición de este texto, 1989) a este sistema de MCI estarían sometidos entre
1990 y 1995 las exportaciones españolas de las siguientes hortalizas: tomates,
melones, escarolas, lechugas, fresas, espárragos y zanahorias. En el caso de toma-
tes, escarolas y fresas, se aplicarían adicionalmente «calendarios».
Para determinados productos derivados de frutas y hortalizas, existía la
posibilidad de subvencionar a las industrias transformadoras si éstas se comprome-
tían a pagar un precio mínimo fijado por la Comisión Europea.
Para una mayor ampliación y comprensión de estos temas, recomendamos al
lector la consulta de los trabajos de Aguirre (1985) y Barceló y García (1987) rese-
ñados en la bibliografía.
Existían normas de calidad establecidas para la comercialización de hortalizas
en fresco, como fresas, zanahorias, ajos, alcachofas, pimientos, apios, cebollas, co-
les de Bruselas, coliflores, endivias, espárragos, espinacas, guisantes, judías ver-
des, lechugas, escarolas, pepinos, calabacines, berenjenas, puerros, coles-repollo y
tomates, previendo en la mayoría de los casos cuatro clasificaciones (extra, pri-
mera, segunda y tercera), de las que la última estuvo aprobada sólo provisional-
mente y no para todas ellas. Un sistema similar se utilizaba en la comercialización
de flores pero con normativa específica para cada tipo de planta.
En el reglamento 3-6-68 se señalaban las normativas comunitarias para flores
cortadas frescas y en verde, mientras que en el reglamento 3-5-68 aparecía la nor-
mativa en materia de calidad para bulbos, tubérculos y rizomas de flores (Peris,
1985, b). En plantas ornamentales en maceta existían unas normas particulares en
cada uno de los países comunitarios, aunque en síntesis preconizaban características
cualitativas similares; algunas de estas normas son curiosas, como la expedición en
contenedores de plástico, el uso de tierras oscuras, etc., y un gran número de aspec-
tos muy heterogéneos como corresponde a un sector de tales características. Un re-
sumen de esta normativa puede ser consultado en la referencia Peris (1985, b).
En determinados países comunitarios han existido subvenciones destinadas a la
adquisición de combustibles diversos para la calefacción de los invernaderos. Estas
ayudas, que deberían haber desaparecido, fueron prorrogándose paulatinamente
(teóricamente hasta 1984).
49
Generalidades
50
Legislación comunitaria sobre el sector hortícola y su evolución
51
1.8. Futuro de la Horticultura
El aumento del nivel de vida en los países desarrollados conduce hacia prácti-
cas dietéticas que se admite que resultan más «sanas». En este sentido, algunos
autores, como Rovic (1985), indican que existen múltiples razones para incremen-
tar el consumo de hortalizas de calidad, como las siguientes:
53
Generalidades
doras ni bebedoras habituales, que no comían diariamente carne y que ingerían coti-
dianamente zanahorias, espinacas y calabacines eran las que se veían menos afecta-
das por diversos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas y determinados trastornos
psicosomáticos. En contrapartida, el grupo más afectado por estas enfermedades era
el de los fumadores y bebedores habituales, consumidores diariamente de carne y que
no ingerían las hortalizas reseñadas. Curiosamente, en grupos de fumadores y bebe-
dores habituales o de consumidores diariamente de carne, si además ingerían cotidia-
mente las hortalizas señaladas, los porcentajes de riesgo disminuían. En este estudio
el efecto beneficioso de una dieta rica en las hortalizas mencionadas se correlacio-
naba con el alto contenido de vitaminas A y C, hierro, calcio y fibra (Hirayama,1994).
Si a todo ello le unimos el hecho de que la mayor parte de las hortalizas además
de ser ricas en vitaminas y en minerales, poseen un valor energético no demasiado
elevado, el desarrollo de su consumo debe ser importante.
En los últimos años son muchos los estudios dedicados a detectar principios
bioquímicos en distintas hortalizas que pueden actuar muy favorablemente sobre la
salud humana (p.e. Finley, 2005; Lester, 2006, etc.) y entre ellos podemos citar los
siguientes casos:
54
Futuro de la Horticultura
55
Generalidades
BIBLIOGRAFÍA CITADA
56
Futuro de la Horticultura
57
PARTE SEGUNDA
61
Los componentes del clima en Horticultura
que en algunos casos puede ser un eficaz sustituto de los retardadores del creci-
miento, soslayando los problemas de ahilado. Se cree que la radiación UV impre-
siona determinados fotorreceptores vegetales como flavonas o criptocromos, que
desencadenan respuestas morfogenésicas y en algunos casos pueden incrementar
los contenidos en fitocromo activado. En algunos estudios efectuados con lechu-
gas o tomates que crecían bajo focos lumínicos a base de lámparas de sodio, que
proporcionan poca intensidad en radiaciones UV y visible azulada, se han cons-
tatado deficiencias notables en el crecimiento de las plantas. El UV-B exacerba
la esporulación de hongos como Botrytis cinerea.
Como se verá en un epígrafe posterior, el paquete radiativo UV es el gran res-
ponsable del deterioro de los plásticos utilizados en Horticultura, para evitar lo
cual, en ocasiones se comercializan láminas plásticas con una protección especial
anti-ultravioleta, para conseguir una mayor duración. De forma análoga en cultivo
bajo invernadero, existen algunos materiales plásticos que transmiten muy mal esta
radiación, por lo que en algunas fuentes antiguas (Fernández Cuevas, 1968) se
indica que si las plantas se «cultivan» en una primera fase bajo estas protecciones
y después se transplantan al aire libre, pueden experimentar lo que se conoce como
«Shock ultravioleta» que induce un mal crecimiento, fenómeno que no hemos po-
dido contrastar documentalmente en alguna experimentación clara y más actual.
Algunos autores, como Lipton (1977), hacen responsable a la fracción UV de la ra-
diación solar de las fisiopatías conocidas como «planchado» y «Vein tract brow-
ning», de los melones cantalupos.
Las radiaciones UV juegan un importante papel en la síntesis de la vitamina D
a partir de ciertas esterinas vegetales, como la ergosterina, particularmente pre-
sente en hongos.
En algunos experimentos se ha visto que determinadas radiaciones del UV
corto (< 253 mµ) pueden propiciar en algunas plantas la formación de fitoalexinas,
inactivando la acción de determinados patógenos. Plásticos fotoselectivos que no
transmiten el UV y refuerzan la banda azul pueden tener una cierta acción disuaso-
ria en el ataque de insectos vectores de enfermedades virales e inhibir la esporula-
ción de ciertos hongos.
• La radiación visible, que comprende el paquete radiativo con una l.d.o. entre
380 y 730 mµ, viene a suponer el 50 por 100 de la radiación solar incidente y juega
un papel primordial en la fotosíntesis, que presenta dos máximos, uno en la zona
del azul (entre 400 y 500 mµ), y otro más elevado en la zona del rojo (entre 600 y
700 mµ). Resulta de suma importancia la utilización en Horticultura, de cubiertas
de invernaderos, túneles, etc., que transmitan lo más fielmente posible el espectro
de este paquete radiativo, al que se le califica de PAR (Radiación activa sobre la
fotosíntesis). La incidencia de una débil luminosidad visible, es la responsable di-
recta de determinadas anomalías en plantas hortícolas, como ahilado de plantas
(muy frecuente en semilleros); coloración irregular y «jaspeados» («blotchy ripe-
ning») en frutos de tomate; menor contenido en materia seca, en azúcares y menor
firmeza en frutos de tomate, etc. (Wacquant, 1988). Una radiación visible dema-
siado elevada puede inducir desequilibrios hídricos de la transpiración que conduz-
62
La luz en Horticultura
• La radiación infrarroja, que abarca el paquete radiativo con una l.d.o. com-
prendida entre 730 y 4.000 mµ, fracción que viene a suponer entre el 50 y el 80 por
100 de la radiación solar. Es una radiación principalmente térmica, responsable del
aporte de calor a las plantas, procedente de la radiación solar. En cultivo bajo in-
vernadero, el papel de la radiación infrarroja es fundamental, a la hora de conocer
las aportaciones caloríficas de la radiación solar, lo que por otra parte será primor-
dial determinar, a la hora de diseñar sistemas de refrigeración, de particular interés
en nuestras latitudes, entre mediados de la primavera y mediados del otoño.
Para algunos autores, la fracción infrarroja es la principal responsable del
«planchado» del tomate (Adegroye y Jollife, 1983). En este sentido, sea una u otra
fracción radiativa la responsable de este tipo de alteraciones, Rabinowitch et al.
(1986), estudiando el «planchado» de los frutos en tomate (figura 2.1.1), pimiento
y pepino, han constatado que la acción de la luz (cuando en la maduración se está
produciendo en los frutos la degradación de clorofilas a carotenos, por procesos fo-
tooxidativos), tras una fase de inducción por elevadas temperaturas, es funda-
mental para la manifestación de esta fisiopatía, observando que la susceptibilidad
específica es variable y que el proceso de «planchado» se producirá como conse-
cuencia de que una temperatura demasiado elevada induciría una fotosíntesis anó-
mala, lo que provocaría que la energía de la radiación visible se encauzara hacia
procesos fotodinámicos negativos.
La intensidad máxima de la iluminación solar en un día claro y sin nubes puede
variar entre 106.000 y 128.000 lux a mediodía.
No todas las plantas muestran las mismas exigencias en iluminación para con-
seguir una mayor eficiencia fotosintética. En muchos casos un exceso de lumino-
sidad puede acarrear una serie de fenómenos negativos, como una disminución de
la actividad fotosintética, que puede llegar a hacerse nula, produciéndose asimismo
la acumulación de sustancias intermedias, procesos catabólicos, etc.
En función de las exigencias en iluminación, las plantas se clasifican en tres
grandes grupos:
63
Los componentes del clima en Horticultura
Edmond et al. (1975) distinguen dos grupos intermedios, el de las plantas que
pueden vegetar adecuadamente con sombra e iluminación directa durante breves
períodos (en el que incluyen plantas como Gloxinia, algunas especies de Sanse-
vieria, Peperomia, té, etc.) y plantas tolerantes a una iluminación elevada, que pue-
den crecer sin problemas con un sombreado ligero (como Gardenia, Berberis, co-
les, patatas, etc.).
64
La luz en Horticultura
2.1.2. Fotoperiodicidad
— Plantas de día largo, que son aquellas que para florecer requieren una dura-
ción del período iluminado (hemoperíodo) superior a las 12 horas. Entre
otras pueden citarse: remolacha de mesa, rábano, zanahoria, espinaca, varie-
dades reflorecientes de fresón, col china, Begonia, Gypsophilla, Fuchsia,
Hibiscus syriacus, etc.
— Plantas de día corto, que son aquellas que para florecer requieren una dura-
ción del hemoperíodo inferior a la del período oscuro (nictoperíodo). Entre
otras pueden citarse boniatos, cultivares no reflorecientes de fresón (como
Chandler, Douglas, etc.), algunos cultivares de patata, algunos cultivares de
judías, crisantemo, flor de Pascua, Kalanchoe, Cattleya trianae, Impatiens,
etc.
— Plantas indiferentes, son aquellas en las que la floración no se ve influida
por la duración del fotoperíodo, como berenjenas, tomates, judías, rábanos,
pimientos, cucurbitáceas, algunos cultivares de fresón (como Selva, Brigh-
ton, Fern, etc.), clavel, petunia, Fuchsia, Cyclamen, etc.
65
Los componentes del clima en Horticultura
BIBLIOGRAFÍA
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66
2.2. La temperatura en Horticultura
De todos los componentes del clima, es quizás el calor recibido el que de una
forma más aparente influye sobre el crecimiento y desarrollo de las plantas, y el
que primeramente se considera, a través de su evaluación mediante la temperatura,
para instaurar un determinado cultivo en unas condiciones de medio físico desfa-
vorable. También es el primer factor climático que se intenta regular en el cultivo
hortícola forzado.
La temperatura influye prácticamente en la totalidad de los fenómenos bioquí-
micos que constituyen la fisiología de la planta, como fotosíntesis, respiración y
transpiración.
La temperatura tiene una influencia clara en todos los procesos físicos y físico-
químicos de la planta, como permeabilidad celular, estabilidad enzimática, translo-
cación de líquidos, etc., así como sobre el propio medio físico (sobre el estado
mismo del suelo, influyendo en las reacciones de mineralización del nitrógeno y su
consiguiente puesta a disposición en forma asimilable para las plantas; en la modi-
ficación de su estructura, etc.).
Asimismo la temperatura tiene una incidencia fundamental en la realización de
los diversos estadios del desarrollo de la planta como germinación, floración, fruc-
tificación, etc. El crecimiento de un turión de espárrago puede variar entre 1,8
cm/día a 13° C y 3 cm/día a 17° C. En las comarcas litorales de la Comunidad Va-
lenciana, un mismo cv de judía verde de enrame (Garrafal Oro de enrame),
sembrado con acolchado plástico a mediados de febrero, inicia su recolección a
mediados de mayo, mientras que sembrado sin protección alguna a mediados de
julio, su recolección se inicia a mediados de septiembre.
A título de ejemplo puede señalarse que la coincidencia de una temperatura
nocturna elevada con un descenso en la humedad relativa nocturna puede repercu-
tir en la aparición de una fisiopatía conocida como «Tipburn» en distintos tipos de
hortalizas de hojas (lechugas acogolladas, repollos, coles chinas, etc.).
Por todo ello, resulta de particular importancia, sobre todo en Horticultura for-
zada, tener un conocimiento lo más amplio y profundo posible de todas y cada una
67
Los componentes del clima en Horticultura
de las posibles incidencias que un determinado régimen térmico puede tener sobre
las plantas de cultivo.
Para una adecuada comprensión del efecto temperatura y su manejo sobre las
plantas cultivadas, es conveniente retener una serie de conceptos, que serán abor-
dados en el siguiente epígrafe.
68
La temperatura en Horticultura
existen otras variables de distinta índole como la duración del día, la temperatura
concreta del terreno, etc., que pueden tener asimismo una gran influencia en las di-
versas fases del desarrollo de las plantas. Existen numerosos estudios de modeliza-
ción en diversas hortalizas, como guisantes, tomates, coliflores, en los que para
prever el calendario de recolección de las mismas se introduce primordialmente
como variable climática la integral térmica, si bien en algunos de estos modelos
también se incluyen otros parámetros, como las temperaturas máximas y mínimas,
la radiación, etc. (Maroto, 1993). Existen asimismo modelos predictivos similares
en algunas plantas ornamentales como Poinsetia, Lilium, etc. (Steininger, Pasian,
2003; Shimizu et al., 2004).
— Plantas poco exigentes en temperatura, que vegetan sin problemas para re-
gímenes térmicos de 7-10° C de temperaturas nocturnas y 10-25° C de tem-
peraturas diurnas. Entre otras pueden citarse: espárrago, ruibarbo, espinaca,
lechuga, fresas, coles, hortalizas aprovechables por sus raíces, patatas, gui-
santes, claveles, Cyclamen, Aster, etc.
— Plantas medianamente exigentes en temperatura, que vegetan en buenas
condiciones con regímenes térmicos de 13/18° C durante la noche, y 16-
30° C durante el día. Entre otras pueden citarse: tomate, pimiento, beren-
jena, calabacines, judías, Azalea, Cattleya, etc.
— Plantas muy exigentes en temperatura, que requieren temperaturas diurnas
de 21-36° C y nocturnas de 18-24° C. Entre otras pueden citarse las siguien-
tes: boniato, ñame, okra, muchas cucurbitáceas, maíz dulce, Dieffenbachia,
Croton, Ficus, etc.
2.2.4. Termoperiodicidad
69
Los componentes del clima en Horticultura
70
La temperatura en Horticultura
2.2.5. Vernalización
71
Los componentes del clima en Horticultura
Entre las hortalizas que requieren vernalización en alguna medida para subir a
flor pueden citarse las siguientes: remolacha de mesa, coles de Bruselas, coles-repo-
llo, zanahorias, apios, apio-rábano, hinojo, berzas rizadas, col-rábano, cebollas,
perejil, rábano, nabo, salsifí (Knott, 1957). Entre las plantas ornamentales con algún
tipo de requerimientos en bajas temperaturas para florecer pueden citarse:
Chrysantemum morifolium, Dianthus deltoides, Lilium, Hydrangea, Cyclamen, etc.
72
La temperatura en Horticultura
Lang et al. (1987) definen la «dormición o latencia» como una suspensión tem-
poral del crecimiento visible de alguna estructura vegetal provista de meristemos,
diferenciando tres términos bajo esta acepción: endo-dormición, para-dormición y
eco-dormición. En el caso de la endo-dormición o endo-latencia, ésta estará regu-
lada por factores fisiológicos internos de la estructura afectada. La para-dormición
o para-latencia estará controlada por factores fisiológicos de la planta originados
fuera de la estructura afectada. En el caso de la eco-dormición o eco-latencia, ésta
será regulada por la acción de factores ambientales. En tal sentido, las respuestas al
frío y las fotoperiódicas pueden originar casos de endo-latencia; la dominancia
apical y algunas respuestas fotoperiódicas pueden ser objeto de paradormición,
mientras que circunstancias como el estrés hídrico, deficiencias de nutrientes y
temperaturas extremas pueden ocasionar casos de eco-latencia.
Esta terminología es sin embargo contestada por autores, como Juntilla (1988),
que la consideran poco clara, al señalar que existen muchos casos de latencia o
«dormición» en que pueden aparecer involucrados factores de eco-, endo- y para-
latencia, por lo que propone asignar el término «dormición», «latencia», sola-
mente a los casos en que la paralización del crecimiento es debida únicamente a
factores fisiológicos.
En otras ocasiones se hacen otras clasificaciones más complejas de la latencia,
distinguiéndose entre dormancia primaria, con varios subtipos: exógena, física,
química, endógena (morfológica, fisiológica...), combinacional (morfo-fisiológica,
epicotílea, etc.); y dormancia secundaria (termodormancia, dormancia ocasional,..)
(Geneve, 2003). En la mayor parte de los geofitos cultivados como florícolas, ade-
más del ya citado gladiolo (p. ej., jacinto, lirio, narciso, tulipán, azucena, etc.), la
ruptura de la latencia mediante un tratamiento con bajas temperaturas, en determi-
nados ciclos, es un factor fundamental en el forzado para la consecución de un cul-
tivo programado en el tiempo (Dole, 2003).
De todo lo expuesto se deduce la complejidad del término latencia o dormancia,
cuya etiología puede ser muy variable según las distintas especies.
Probablemente sería más riguroso desarrollar este concepto fisiológico en el
epígrafe 6.1, relativo al material de propagación, puesto que, como se ha visto, la
latencia solamente en algunos casos va ligada con la temperatura. En cualquier
caso, en 6.1.3.4 se ha hecho una breve cita a este fenómeno, haciendo la oportuna
referencia a este epígrafe.
73
Los componentes del clima en Horticultura
— Heladas por olas de viento frío o de advección, que se producen como con-
secuencia del desencadenamiento de un fuerte viento muy frío y de origen
polar, que al arrastrar las capas de aire de la zona afectada provoca des-
censos muy bruscos de la temperatura. Generalmente las heladas de viento
suelen dar lugar a heladas negras. En las heladas por advección no suelen
haber grandes gradientes térmicos en altura (Durand, 1987).
— Heladas en calma o por radiación-convección, se producen con una intensa
situación anticiclónica en la atmósfera, en días invernales de fuertes calmas
y sin nubes, por lo cual, la radiación infrarroja nocturna del suelo es muy
fuerte, quedándose el terreno más frío que el aire circundante por esta pér-
dida de calor. Las capas más bajas de aire ceden entonces calor por con-
ducción al terreno, por lo que quedan a una temperatura inferior a la de los
niveles superiores del mismo. Si el suelo posee una cierta pendiente, esta
masa de aire frío, al ser más densa, se desplaza en el sentido de la pendien-
te, acumulándose en las zonas más profundas. Por esta razón, habitualmen-
te se proscribe el emplazamiento de cultivos hortícolas invernales en el
fondo de valles angostos.
Este descenso de temperatura, cuando baja de 0° C, si se solapa con un alto
contenido en vapor de agua, se manifiesta en forma de helada blanca, y en
caso contrario, en forma de helada negra. En las heladas de radiación suelen
presentarse gradientes térmicos importantes tanto en altura como en pro-
fundidad (Durand, 1987).
— Heladas por evaporación, en situaciones en que un descenso acusado de las
temperaturas origina una fuerte condensación, quedando un bajo nivel de
humedad relativa en el ambiente. Al amanecer del día siguiente y al salir el
sol, las temperaturas ascienden, por lo que el gradiente de tensión de vapor
es muy fuerte, lo que provoca la vaporización de parte del rocío formado so-
bre la planta, tomando calor de la superficie de los órganos vegetales, que
pueden enfriarse notablemente.
74
La temperatura en Horticultura
Las heladas pueden llegar a destruir totalmente a las plantas hortícolas de con-
sistencia herbácea (figura 2.2.2).
Los daños físicos son de dos tipos:
— Marchitamiento de las plantas, que puede afectar tan sólo a algunos órganos
o a todo el vegetal, en función de la intensidad de la helada. En el apio,
p. ej., las heladas blancas poco intensas, provocan el ennegrecimiento de los
extremos de las hojas más externas, el desprendimiento de la epidermis de
las pencas, su ahuecado, etc.
— Parada vegetativa. El crecimiento de las hortalizas, cuando sobreviene una
helada, queda paralizado, pudiéndose o no recuperar las plantas, en función
de la especie en cuestión y de la intensidad de la helada. Si la planta, con el
75
Los componentes del clima en Horticultura
En suma, debe tenerse en cuenta que en la apreciación del daño producido por
heladas hay que considerar cuatro aspectos importantes:
En este último sentido cabe decir que entre las hortalizas puede hacerse la si-
guiente clasificación:
76
La temperatura en Horticultura
— Hortalizas resistentes al
frío: Remolacha de mesa,
espárrago, col, bróculi,
zanahoria, nabos, chirivía,
guisante, habas, ruibarbo,
salsifí, fresa, etc.
— Hortalizas medianamente
resistentes al frío: Patata,
apio, coliflor, cebolla, ajo,
lechuga, alcachofa, espi-
naca, rábanos, etc.
— Hortalizas susceptibles al
frío: Judías, tomates, maíz
dulce, espinaca de Nueva
Zelanda, etc.
— Hortalizas muy susceptibles
al frío: Pepino, melón, san-
día, calabaza, berenjena, pi-
miento, boniato, okra.
77
Los componentes del clima en Horticultura
Las heladas sobre los suelos arcillosos y húmedos, como consecuencia del des-
menuzamiento y el aumento del volumen, pueden incrementar la permeabilidad.
La acción de las heladas puede producir descalzamientos de las plantas.
La congelación del suelo puede producir una ascensión del agua a la superficie,
con suspensión de los coloides arcillosos y alteraciones de la estructura del suelo.
78
La temperatura en Horticultura
Entre los sistemas directos de luchar contra las bajas temperaturas pueden ci-
tarse los siguientes:
79
Los componentes del clima en Horticultura
cierta aportación a las plantas que se pretende proteger. Diehl et al. (1982)
estudian ampliamente este problema y en el caso de la aspersión común, se-
ñalan que para obtener una cierta garantía es necesario utilizar dotaciones
medias de 20 a 30 m3 por ha y hora, aunque pueden resultar insuficientes,
en caso de fuertes heladas, aportando numerosos estudios sobre el tema, en
circunstancias diversas.
En determinadas circunstancias, al formarse un manguito de hielo sobre al-
gunos órganos de las plantas a proteger, pueden observarse desgarros, rotu-
ras, etc.
— En explotaciones que cuentan con un helicóptero para la realización de los
tratamientos fitosanitarios, en los momentos en que existen peligros de he-
ladas, se suele hacer sobrevolar a estas naves, para conseguir mover e inter-
cambiar las capas de aire. Como en el caso de las torres, este sistema resulta
más adecuado para prevenir los efectos de las heladas por radiación. Los
mejores resultados con el helicóptero se consiguen volando con su carga
máxima a una altura del suelo de unos 10 m, y a una velocidad de des-
plazamiento lenta, aproximadamente de unos 30 km/h, lo que implicaría ve-
locidad vertical del aire a nivel de la hélice de 4-5 m/s. Con estas caracte-
rísticas, sería necesario el vuelo de un helicóptero para proteger unas 20 ha
y su efectividad sería mayor para saltos térmicos de unos 2° C (Villele,
1978).
— La aplicación de determinados fitorreguladores, como los retardadores del
tipo del clormecuat, la daminocida o el etefón, pueden ser eficaces para in-
ducir una cierta resistencia al frío, como ha sido comprobado, p. ej., en el
caso del tomate (Folquer, 1979). En determinados trabajos también se habla
de respuestas parecidas con sustancias del tipo del ácido naftalén-acético
(Diehl et al., 1982). Wilson (1984) indica que la aplicación de ácido abscísi-
co o algún producto antitranspirante, puede tener algún efecto en la pre-
vención de daños de las bajas temperaturas. En el caso concreto del pepino,
la aplicación de mefluidina puede reducir la incidencia de los efectos nega-
tivos de las bajas temperaturas (Wilson, 1984). El uso de sustancias surfac-
tantes de alto peso molecular, empleadas como crioprotectores (etilén-gli-
col, polietoxietanol, etc.) ha sido aplicado con éxito sobre vid y frutales en
la prevención de heladas (Himelrick et al., 1991).
En los últimos tiempos están siendo revisados los conceptos clásicos que inter-
pretaban las bases fisiológicas de los daños producidos por heladas, sobre todo a la
luz de las investigaciones llevadas a cabo principalmente en EE.UU. sobre planta-
ciones de agrios y frutales.
Al parecer, la mayor o menor susceptibilidad de las plantas al frío está relacio-
nada con su mayor o menor capacidad de formar cristales de hielo en sus tejidos.
En este sentido, se denomina «superenfriamiento» a la facultad que poseen los ve-
80
La temperatura en Horticultura
Fig. 2.2.4. Daños en una planta de Hibiscus, como consecuencia de una helada ligera.
Posteriormente, la planta rebrotó, se recuperó y superó la helada.
81
Los componentes del clima en Horticultura
82
La temperatura en Horticultura
83
Los componentes del clima en Horticultura
84
La temperatura en Horticultura
Otros métodos más o menos indirectos para evitar los efectos negativos de las
temperaturas elevadas, pueden ser:
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87
2.3. El agua y sus formas en Horticultura
2.3.1. Generalidades
89
Los componentes del clima en Horticultura
2.3.2.2. Rocío
2.3.2.3. Nieve
La nieve puede suponer un importante aporte hídrico. Una vez que la nieve se
ha depositado sobre el suelo, tiene un efecto aislante sobre el espacio subtendido
bajo esta capa. En términos generales, una capa de 10-12 cm, puede inducir un in-
cremento en temperatura de 7-8° C. En primavera puede evitar el calentamiento rá-
pido del suelo y frenar el rebrote de las plantas.
Cuando se funde la nieve, puede tener un efecto compactante contra el suelo,
que deberá ser corregido mediante la oportuna labor de aireación.
En Horticultura, la nieve debe ser tenida en cuenta, como carga, a la hora de
calcular las estructuras de túneles e invernaderos, para evitar la rotura y deforma-
ción de las mismas, como se verá en 3.3.6.
En cultivos hortícolas al aire libre, una nevada copiosa puede acarrear daños
mecánicos sobre las plantas.
2.3.2.4. Granizo
90
El agua y sus formas en Horticultura
91
Los componentes del clima en Horticultura
este procedimiento, mucho más cómodo y económico que el anterior, una eficacia
del 20 al 40 por 100, si bien en estudios estadísticos efectuados por el profesor Ro-
mero Villafranca en Valencia se ponen en duda estos valores de eficacia, en fun-
ción de la propia metodología establecida en los mismos (Coscollá, 1986).
En Suiza, entre los años 1977 y 1981, se puso en marcha el programa Grossver-
such IV, para prevenir el granizo, con metodología muy similar a la utilizada en la
URSS, sin que haya podido ser confirmada, desde un punto de vista estadístico, la
bondad de estos sistemas (Schiesser, 1987).
Otro método, ligeramente distinto, consiste en inseminar directamente el iodu-
ro de plata desde una avioneta sobre la nube portadora de granizo, una vez que ésta
haya sido detectada con radar, con resultados muy variables, cifrables en una
reducción de daños entre el 0 y el 90 por 100 según países y años (Coscollá, 1984).
En cualquier caso, debe reseñarse que resulta muy difícil el diseño de expe-
riencias de las que puedan extraerse conclusiones estadísticas muy rigurosas, por
numerosas razones, como: irregularidad del fenómeno meteorológico, gran varia-
bilidad de la incidencia de las tormentas, deficiente grado de conocimiento del mo-
vimiento de los núcleos de congelación en el interior de la nube, etc. (Coscollá,
1984). Por otra parte, estas actuaciones con estos productos suelen resultar muy
controvertidas desde posturas ambientalistas.
El seguro antigranizo, puede ser una cláusula de seguridad para los agriculto-
res, aunque en ocasiones y debido a los elevados costos de implantación que supo-
nen los cultivos hortícolas, las primas pueden resultar excesivamente elevadas, en
cuyo caso el agricultor, al establecer el seguro, debería plantearse objetivos menos
maximalistas.
Aunque en la mayor o menor incidencia de un granizo influye la intensidad de
éste, su duración, el tipo de viento que le acompaña, etc., en general y dentro de las
plantas hortícolas suelen mostrarse más susceptibles aquellas que por su desarrollo
rastrero ofrecen una mayor superficie de impacto, existiendo también diferencias a
nivel varietal en virtud de la arquitectura de la planta. En una granizada que sufrió
uno de nuestros experimentos con distintos cvs de fresón en 1995, estableciendo
una escala de daños entre 0 a 5, obtuvimos una gradación de mayor a menor sus-
ceptibilidad varietal, de la siguiente manera: Vilanova (3,33), Pajaro (3,0), Chan-
dler (2,58) y Oso Grande (2,16), si bien esta gradación sólo posee un valor rela-
tivo. En lechugas, los cvs Iceberg (acogollados con una superficie externa más
redondeada) pueden en general verse más afectadas por un granizo que los cvs tipo
Romana, de hojas más enhiestas (Maroto, 2002).
Tras la incidencia de un granizo, si existen posibilidades de recuperación, siem-
pre es conveniente la aplicación de algún fungicida.
2.3.2.5. Lluvia
La lluvia constituye el acopio hídrico natural más importante para todos los cul-
tivos.
92
El agua y sus formas en Horticultura
93
Los componentes del clima en Horticultura
Fig. 2.3.3. Daños infringidos por una granizada en una explotación de invernaderos de vidrio
(Paiporta, Valencia).
94
El agua y sus formas en Horticultura
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URBANO, E.: Tratado de Fitotecnia General. Ed. Mundi-Prensa. Madrid, 1989.
95
2.4. El viento en Horticultura
Las acciones del viento pueden ser positivas o negativas en el cultivo hortícola.
Entre las primeras podemos citar, p. ej., en el caso de un viento ligero en el interior
de un invernadero o túnel, que puede ser beneficioso, al poder disminuir en cierta
medida una excesiva higrometría del ambiente climático subtendido. Asimismo y
en cultivo hortícola al aire libre, tras un período de fuertes humedades, cosa bas-
tante usual en otoño-invierno, el desencadenamiento de un cierto viento, no dema-
siado intenso, puede resultar positivo, por proporcionar unas condiciones menos
favorables al ataque de ciertas enfermedades criptogámicas (p. ej., Botrytis en nu-
merosas hortalizas, el mildiu en coles, coliflores, etc.).
97
Los componentes del clima en Horticultura
98
El viento en Horticultura
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
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SOLTNER, D.: Les bases de la production végétale. I. Science et Techniques Agricoles. An-
gers, 1979.
99
PARTE TERCERA
Toda capa transparente deja pasar a su través una parte más o menos importante
de la radiación solar, y es a través del paquete radiativo infrarrojo de ésta de donde
principalmente el recinto subtendido por la mencionada capa recibe los aportes ca-
lóricos. Existirá, por lo tanto, una marcada correlación entre la temperatura alcan-
zada por el recinto durante el día y el índice de transmisibilidad de la radiación lu-
minosa del material empleado como cobertura.
Durante la noche, en que no hay aporte radiativo solar, el suelo se comporta
teóricamente como un cuerpo negro y emite energía calórica al exterior, en forma
de rayos infrarrojos de longitud de onda elevada, normalmente entre 7.000 y
14.000 mµ. En la medida en que la cobertura plástica del recinto sea más o menos
impermeable a esta radiación del suelo, la temperatura que se alcanzará en el re-
cinto durante la noche será más o menos elevada.
A la propiedad que tiene una determinada capa de cobertura para conseguir a lo
largo de todo el día, y en particular durante la noche, que la temperatura del recinto
protegido por ella sea lo más elevada posible, es a lo que se conoce como «efecto
invernadero». Esta propiedad estará íntimamente relacionada con la trans-
misibilidad de la radiación solar diurna y la impermeabilidad al infrarrojo nocturno
de larga longitud de onda emitido desde el suelo.
A veces y de forma poco rigurosa, al efecto invernadero que un determinado
material proporciona, utilizado como cobertura, se le conoce con el nombre de
«termicidad» del susodicho material1.
Con independencia de la naturaleza intrínseca del material, parece que se ad-
mite que en materiales plásticos laminares ligeros existe muy poca retención del
1
Nisen (1975) llega a proponer que se pueda «medir» el efecto invernadero en una determinada
situación, multiplicando el salto térmico positivo por el número de horas en que se obtiene, o bien de-
terminando la superficie subtendida por la curva de un termógrafo sobre la temperatura exterior.
103
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
infrarrojo nocturno de longitud de onda larga, para espesores muy finos (como me-
dia por debajo de 400 galgas).
En algunas ocasiones, cuando se utiliza polietileno normal, muy permeable al
infrarrojo de l.d.o. larga, se constata que durante la noche la temperatura del re-
cinto recubierto por el polietileno puede llegar a ser incluso inferior a la tem-
peratura del exterior. A este fenómeno se le conoce con el nombre de «Inversión
térmica», y tiene como causa el hecho de que al aire libre, en situaciones de hela-
das, sobre todo por radiación, siempre hay más movimiento de las capas exte-
riores de aire, que en el interior del recinto protegido, y en cierta medida también
por el transporte de calor producido por la evaporación del agua y posterior con-
densación (Tapia, s/f). Esta es la razón por la que en invernaderos recubiertos
con polietileno, en noches en que hay riesgo de heladas por radiación, puede ser
conveniente ventilarlos adecuadamente. En ensayos efectuados en Valencia en el
cultivo del fresón, en 1985-86, se observó que en túneles bajos, se registraban in-
versiones térmicas, de unos 2° C en noches de heladas incluso para coberturas de
PVC, copolímeros EVA y polietileno térmico de 300-400 galgas (López Galarza,
1986)2.
2
100 galgas equivalen a 0,025 mm de espesor.
104
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
105
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
106
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
Fig. 3.1.1. Láminas plásticas para acolchado de fresones con dos colores, blanco en la cara
superior y negro en la cara inferior.
107
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
llos, anaranjados y/o con franjas aluminizadas, utilizados como acolchados, eficaces
frente a áfidos, tisanópteros y aleuródidos transmisores de virosis. En invernaderos,
la utilización de plásticos que no refracten la radiación UV puede ser altamente efi-
caz para hacer disminuir la transmisión de ciertas virosis transmitidas por insectos,
ya que éstos utilizan en su visión este paquete radiativo (Costa et al., 2003).
De forma análoga se ha constatado que la radiación visible azul puede inhibir la
esporulación de hongos como Botrytis cinerea, mientras que la radiación UV-B
puede incentivarla, por lo cual existen plásticos a base de PVC que refuerzan la
transmisión de la banda azul y minimizan la transmisibilidad del UV, con cuya
utilización no sólo se puede conseguir la disminución de los ataques de Botrytis,
sino también los del hongo Sclerotinia en producciones bajo invernadero de to-
mate, berenjena y pepino (Reuveni et al., 1994).
En experimentos realizados en el CIDA de Murcia con distintos tipos de plás-
tico utilizados como cobertura de invernaderos se vio que bajo polietilenos térmi-
cos transparentes y a través de trampas cromáticas se capturaban muchos más in-
sectos (tisanópteros y aleuródidos) que bajo plásticos azules, amarillos o
transparentes anti-UV (González et al., 2001). En invernaderos recubiertos con fil-
mes opacos al UV se observó una merma de cuajado de frutos de tomates, a causa
de la desorientación que experimentaban los abejorros (Bombus), instalados para la
polinización de las flores, por lo que en este caso se recomendaría un vibrado de las
mismas (Lagier, 2004). En este sentido en la actualidad, se están llevando a cabo
numerosos trabajos con distintos tipos plásticos que afecten en menor medida a los
insectos polinizadores. Los plásticos que no transmiten el UV pueden soslayar fi-
siopatías como la necrosis de pétalos de la rosa y su eficacia en el control de cier-
tos hongos es debida al bloqueo de la síntesis de ergosterol, molécula fundamental
en la formación de tabiques celulares en los mismos. De cualquier manera en los
plásticos fotoselectivos utilizados como coberturas deben guardarse ciertas precau-
ciones pues pueden afectar negativamente a algunos parámetros del crecimiento de
las plantas, como p.e. aquellos que no transmiten el infrarrojo lejano, reducen el
alargamiento de los tallos de muchas especies olerícolas y ornamentales en interac-
ción con otros factores como los fitocromos (Ilías et al., 2005). En acolchados, y
tal y como se indicó anteriormente, cada vez son más abundantes los trabajos que
preconizan el papel positivo de los plásticos aluminizados frente a plagas y espe-
cialmente sobre insectos vectores (Greer, Dole, 2003). El acolchado con plásticos
azules o plateados puede incrementar el contenido en glucosinolatos en raíces de
nabos respecto a plásticos amarillos, blancos o rojos, aunque el efecto está correla-
cionado con el cv (Justen et al., 2007).
108
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
ocasiones, sobre todo cuando se utilizan como acolchados, los restos de los mis-
mos que quedan en el terreno, pueden causar problemas principalmente físicos, de
interferencia con las labores normales de cultivo. Duranel (1973) estudió hace
unos años ampliamente estos problemas.
El sistema más frecuente por el que los agricultores eliminan los plásticos utili-
zados es la incineración de los mismos, con el peligro que a veces entraña para la
persona que efectúa la incineración, si no adopta las medidas de seguridad ade-
cuadas protegiéndose de los pequeños trozos de plástico encendido que a veces
«saltan». Queda prácticamente descartada una acción química importante sobre el
medio físico, puesto que tras la incineración la mayor parte de las sustancias que se
originan son CO2 y H2O en todos los casos y N2O3 en poliamidas y poliuretanos
(Duranel, 1973). Sólo en el caso de quemarse PVC se puede desprender a la atmós-
fera una cierta cantidad de C1H. En cualquier caso, es una operación enojosa y que
además no asegura la eliminación total, puesto que no hay garantía de que se haya
recogido todo el plástico, pues siempre quedan pequeños trozos en el campo, sobre
todo cuando se trata de acolchados.
Por todo ello se ha investigado en adoptar sistemas de fabricación que permi-
tieran una degradación rápida y limpia de los plásticos. En este sentido se ha visto
que la degradación por digestión enzimática es muy dificultosa dado el tamaño de
las moléculas químicas que componen el plástico. El sistema más desarrollado es
el de la fabricación de plásticos fotodegradables, iniciado probablemente en Israel
a finales de los años setenta (Gilead, 1979) y consiste en utilizar en el proceso de
fabricación del plástico la incorporación de moléculas órgano-metálicas que ajus-
tadas a cada polímero actúan en una primera fase como estabilizadores de las pro-
piedades del plástico, pero, tras recibir un período de irradiación determinado, se
activan e inician el proceso de degradación tanto mecánicamente (de manera que la
lámina pierde elasticidad y comienza a fraccionarse), como químicamente (redu-
ciéndose la cadena del polímero poco a poco hasta formar CO2 y H2O).
La fotoactivación es más rápida, naturalmente, en climatologías muy ilumina-
das que en circunstancias con limitación de la luz, por lo que la degradación variará
con la zona en la que se utilizan estos plásticos, la estación, etc. Actualmente se fa-
brican plásticos fotodegradables para acolchado cuya duración en condiciones nor-
males puede variar entre 3/4 hasta 28 semanas (Perrella et al., 1983).
Le Brasseur (1977) describe ampliamente el proceso químico de la fotodegra-
dación de los plásticos.
Existe otra posibilidad de degradación natural de los plásticos como es la bio-
degradabilidad (Hatat, 1985), en la que la descomposición de los plásticos se efec-
tuaría como consecuencia del ataque de microorganismos sobre cargas nutritivas,
como el almidón, que se incluirían en la masa plástica. A este respecto, en el
Departamento de Agricultura de EE.UU. se llegó a proponer la utilización de almi-
dón de maíz para la fabricación de plástico biodegradable (Anónimo, 1983).
Una variación de los plásticos biodegradables son las láminas plásticas que
incluyen moléculas de amilosa. Otra variación en los plásticos degradables para su
utilización como acolchados son los plásticos celulósicos, a base de fibra de celu-
losa, colofonia y resinas poliamídicas, que llegan a degradarse al 100 por 100, aun-
109
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
que tienen su principal restricción de uso en el coste elevado que actualmente su-
ponen.
Existen diversos tipos de «bioplásticos», obtenidos por fermentación bacte-
riana, adaptables a su uso hortícola y que resultan biodegradables, algunos par-
tiendo de materias primas de origen natural como el almidón de maíz o patata junto
con aditivos biológicos de síntesis tipo «Policaprolactona», o los tipos «Celofán».
También existen bioplásticos de origen natural obtenidos por biotecnología a partir
de la fermentación bacteriana de sacarosa o almidón, como los tipos «Polihidroxi-
butirato», «Polihidroxivalerato», etc., así como otros, partiendo de materias primas
de origen artificial o de síntesis, como polímeros alifáticos y aromáticos (poliéster,
poliesteramida, copoliéster,..) o derivados del almidón o la leche (ácido polilác-
tico) (Mazollier, 2001; Cesar et al., 2001). Otra alternativa para el acolchado a los
plásticos convencionales, pero con carácter biodegradable, son las láminas trenza-
das a base de fibras de sisal, yute, fibra de coco, corteza de pino, etc. (Recoules,
2006), o a base de mezclas entre estas últimas fibras con bioplásticos (derivados de
polilactona, almidón, etc.). El uso de plásticos biodegradables coloreados (blancos
y negros) a base de policaprolactona y almidón, junto con plásticos fotodegrada-
bles marrones ofreció resultados interesantes en el cultivo de la lechuga en Murcia
(López et al., 2007). Como se indicó anteriormente la principal restricción de todos
estos tipos de productos biodegradables para el acolchado hortícola radica en su
mayor costo en relación con los plásticos usuales.
De cualquier manera, debe señalarse que existe una profunda inquietud en las
zonas hortícolas en que se utilizan los plásticos, por los efectos contaminantes que
suponen y ya existen en diversas zonas españolas, como en algunos municipios de
Andalucía Oriental, planes de recogida, aprovechamiento y reciclado de plásticos.
Entre las posibilidades que se les atribuyen a los residuos plásticos, figuran su ele-
vado poder calorífico, que es de 46.000 KJ/Kg en el polietileno, 18.900 KJ/Kg en
el PVC, 44.000 en el polipropileno, etc.
A) Polietileno (PE)
110
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
111
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Fig. 3.1.2. Restos en el terreno de polietileno utilizado como acolchado en el cultivo anterior.
112
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
B) EVA (Etilen-Vinil-Acetato)
Se obtiene por polimerización del etileno, con el monómero acetato de vinilo.
Sus propiedades ópticas y térmicas dependen del porcentaje en acetato de vinilo
113
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
114
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
ciente con PVC, polietileno térmico, EVA y polietileno normal (Maroto et al.,
1988).
Aunque tiene buenas propiedades mecánicas, es menos resistente que el PE al
desgarro.
Tarda más en envejecer que el PE y sus láminas blandas pueden mantenerse sin
problemas 2-3 años, mientras que en placas rígidas su duración puede ser de 6-7
años. Con la acumulación de polvo pierde transparencia, por lo que a veces se fa-
brica en forma «despolarizada» para evitar su adherencia. También suelen fabri-
carse PVC «antigota», con lo que se mejora además la transmisión luminosa y
calorífica (Magnani, 1984).
También se fabrican PVC con aditivos estabilizadores para retrasar su envejeci-
miento.
Existen en el mercado placas rígidas de PVC «biorientados» tratados contra la
acción degradante de los rayos ultravioleta, que resultan ser además muy resis-
tentes al impacto y cuya duración se dice que puede alcanzar hasta los 10 años.
Tesi et al. (1986) han estudiado ampliamente las propiedades ópticas y mecánicas
de las placas de PVC biorientado, que constituyen una buena alternativa a las co-
berturas clásicas rígidas de los invernaderos.
El PVC tiene muchos usos agrícolas (material de riego, envases, coberturas,
etc.). Puede emplearse en Horticultura en acolchados, túneles o invernaderos,
principalmente en estas dos últimas aplicaciones (figura 3.1.3). En nuestro país, su
uso no está muy difundido, aunque en otros lugares, como Japón, está ampliamente
extendido como material de cobertura.
115
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Brighton (1983) señala que se han detectado casos de fitotoxicidad sobre plan-
tas, como pepinos, pimientos, coles, etc., que crecían bajo PVC, atribuibles a un
aditivo plastificante, el DIBP (di-iso-butil-ftalato). Estos daños podían soslayarse
con el empleo de otros plastificantes como el di-isodecil-ftalato.
También existen en el mercado láminas de PVC coextrusionadas con EVA;
láminas tricapas de PVC, sobre mallas de poliéster provistas de filtros fluorescen-
tes que reducen la transmisión de la banda verde y refuerzan la banda roja, con lo
que poseen propiedades térmicas mejoradas y una mayor eficiencia fotosintética
que el PVC normal, etc.
Se emplea como plástico rígido en planchas que pueden o no ser alveolares. Es-
tas últimas al presentar doble pared dan mejor rendimiento térmico, pero su geo-
metría debe ser estudiada previamente a su uso, para evitar deficientes transmisio-
nes luminosas (Magnani, 1984).
Posee una densidad de 1,18 g/cm3. Es muy transparente a la radiación solar, de-
jando pasar aproximadamente un 84 por 100. Es prácticamente impermeable al in-
frarrojo nocturno de longitud de onda larga. Su durabilidad se puede cifrar hasta 8-
10 años. Aunque se raya con facilidad, posee una elevada resistencia al impacto
hasta los 70 kg/m2.
A veces para mejorar sus propiedades se fabrica mezclándolo con fibra de vi-
drio.
Es un material relativamente caro, que se utiliza principalmente como cobertu-
ra rígida de invernaderos, aunque también puede emplearse en cajoneras, cam-
panas, etc.
E) Poliéster
116
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
F) Policarbonato
G) Polietilen-tereftalato (MYLAR)
Plástico semirrígido y flexible, con una densidad de 1,38 g/cm2, puede trans-
mitir hasta un 85 por 100 de la radiación visible y sólo deja pasar a su través un
46 por 100 de la radiación infrarroja nocturna, con espesores de 0,12 mm (Tesi,
1972).
Suele llevar incorporada alguna sustancia inhibidora de la radiación ultravioleta
y puede ser utilizado durante 4-7 años. Se utiliza como cobertura de invernaderos
pero se trata de un producto caro.
Está poco difundido en España.
117
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
H) Poliamidas
Plásticos de baja densidad (1,04 g/cm2). Transmiten el 85-88 por 100 del espec-
tro visible y resultan impermeables en un 50 por 100 a la radiación infrarroja noc-
turna de longitud de onda larga, con espesores de 0,04 mm (Tesi, 1972).
Poseen buena resistencia a los agentes atmosféricos por lo que son plásticos de
envejecimiento lento. Su uso en Horticultura no está muy difundido en nuestro
país.
A veces se fabrican redes antigranizo, antipájaros, etc., con poliamidas.
J) Polipropilenos
K) Agrotextiles
Están mucho menos difundidos que los anteriores, pero en algunas circunstan-
cias pueden tener una cierta proyección en el futuro cubriendo los objetivos que se-
ñalábamos con los plásticos fotoselectivos. Este es, por ejemplo, el caso de un
grupo de plásticos denominados tipo «Polisvetan», confeccionados con PE, PVC,
PMM u otros polímeros, a los que se les han adicionado aditivos fotorreductores
como complejos de tierras raras (Europium, Samarium, Terbium, etc.), conjunta-
118
Materiales utilizados en Horticultura como coberturas en la protección contra las bajas....
BIBLIOGRAFÍA CITADA
119
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
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121
3.2. Técnicas e instalaciones de semiforzado
3.2.1. Introducción
123
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Fig. 3.2.1. Acolchado parcial del terreno con polietileno transparente en el cultivo de maíz
dulce en Sollana (Valencia).
Fig. 3.2.2. Acolchado total del terreno con polietileno negro en fresones en cultivo intercalar
entre líneas de arbolitos de cítricos en Betxí (Castellón).
124
Técnicas e instalaciones de semiforzado
Existen muchos trabajos en los que se detallan aspectos diversos sobre las ven-
tajas del acolchamiento. Macchia (1985) publicó una excelente revisión sobre esta
técnica, en la que además de analizar los efectos positivos que la misma acarrea so-
bre el medio físico de cultivo, analiza sus efectos concretos sobre determinados
cultivos, como tomates, cucurbitáceas, patatas e incluso cultivos arbóreos, recopi-
lando numerosos trabajos sobre el particular. En España algunos agrónomos, como
Martínez García y González (1981) en tomates, Costa (1984) en pimientos, Maroto
(2002) en fresones, etc., han expresado y/o recopilado experiencias (propias y/o
ajenas) sobre el acolchamiento.
Como se ha visto, en los acolchados, y en determinadas ocasiones, se utilizan
plásticos transparentes en cuyo caso al dejar pasar a su través en gran medida a la
radiación luminosa, se calienta el suelo protegido, por lo que la precocidad es más
manifiesta. Si se emplean plásticos negros en el acolchado, el atempranamiento es
menor, si bien se obtiene la ventaja subsidiaria de evitar en gran medida el comba-
te de las malas hierbas.
Los plásticos de color negro al absorber la mayor parte de la radiación, trans-
miten menos calor al suelo que los transparentes, pero en determinadas épocas,
pueden provocar quemaduras, por contacto, a los órganos de las plantas cultivadas.
Así, p. ej., en fresón, a veces, cuando el cultivo además de acolchado con plástico
negro está recubierto con túneles, es relativamente frecuente en primavera (y, por
supuesto, en verano, si todavía no se han eliminado los túneles) la presencia de fru-
tos «planchados».
125
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
126
Técnicas e instalaciones de semiforzado
color blanco en su parte superior, y de color negro en su parte inferior (fig. 3.1.1).
Como se indicó en el epígrafe 3.1.2.2, los plásticos para acolchado que llevan fran-
jas reflectantes metalizadas o aluminizadas pueden ser un método eficaz en la di-
suasión de insectos transmisores de virosis, como pulgones, tisanópteros, etc.
Como ha sido señalado anteriormente, el acolchamiento puede ser parcial o
total.
En el primer caso, la técnica del acolchado consiste en recubrir simplemente las
líneas de siembra o plantación con una lámina plástica cuya anchura normalmente
no rebase el 1,5 m. Este tipo de acolchamiento es frecuente en cultivos como judías
verdes, melones, calabacines, pimientos, etc. En la figura 3.2.1 puede verse una
plantación acolchada de maíz dulce.
Cuando se practica el acolchado total, todo el terreno de cultivo se recubre con
una lámina de plástico, a base de solapar entre sí bandas de mayor anchura. Este
tipo de acolchamiento puede ser frecuente en nuestro país en cultivos como el fre-
són en el área mediterránea, como puede verse en la figura 3.2.2.
En acolchamientos parciales suelen emplearse menores espesores de plásticos,
normalmente a partir de las 80/100 galgas. Para acolchamientos totales, y sobre
todo en cultivos que van a permanecer más tiempo en el terreno, como en el caso
de los fresones, los espesores que se suelen emplear son algo mayores, normal-
mente a partir de 300 galgas.
En un cultivo de judías verdes de enrame, en el que las líneas de siembra estén
separadas entre sí 0,70/0,80 m, para la consecución de un acolchado parcial con es-
pesores de 80-100 galgas de polietileno transparente y láminas de una anchura de
0,6-1 m, pueden utilizarse entre 100 y 300 kg/ha de plástico. En un cultivo de fre-
sones en el que se emplee acolchado total con polietileno negro de un espesor de
300 galgas, pueden llegar a gastarse entre 750 y 1.500 kg/ha.
La colocación del acolchado puede realizarse a través de diversos sistemas,
como la forma manual, de manera que una persona va desenrollando poco a poco
el plástico, mientras que otras dos se ocupan de ir recalzando las faldas de la lámi-
na. El acolchamiento también puede efectuarse de forma mecanizada, existiendo
en el mercado acolchadoras automotrices que en una primera fase abren surcos
para que su fondo pueda alojar las partes laterales de las láminas plásticas, al des-
plegarse poco a poco el rollo sobre el que están plegadas. Posteriormente unos sim-
ples aperos como los discos van rellenando con tierra los surcos abiertos quedando
el plástico fijado, en la superficie del terreno. Algunas de estas máquinas llevan a
continuación mecanismos de perforación del plástico y sobre estos agujeros, pue-
den incluso realizar la plantación, en cuyo caso son máquinas acolchadoras-
plantadoras integradas.
En ocasiones, como se señala en la figura 3.2.3, con pequeños tractores puede
semimecanizarse la operación del acolchado, racionalizándola ostensiblemente.
En el caso de utilizarse acolchado parcial, p. ej., en cultivo de judías verdes,
melones, etc., lo que se recubre, naturalmente, son las líneas de siembra, con lo que
la germinación resulta más rápida. Una vez que las plantitas ya tienen un cierto ta-
maño, se procede a la perforación del plástico para que aquéllas emerjan al exterior
del mismo. Para ello es conveniente hacer esta operación poco a poco, en primer
127
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
128
Técnicas e instalaciones de semiforzado
— De arquillos poligonales.
— De arquillos semicirculares, que son los más frecuentes.
Entre los túneles más o menos herméticos pueden citarse los siguientes:
— Herméticos propiamente dichos, en los que la sujeción se hace aporcando
tierra lateralmente en las faldas de las láminas plásticas, sin que exista nin-
gún tipo de aireación (figura 3.2.4). Entre los túneles herméticos son el sis-
tema más utilizado.
— De sujeción lateral mediante piquetes de hierro en T, que se introducen a
través de sendos ojales que lleva lateralmente el plástico. Lógicamente en
este caso las faldas laterales de las láminas plásticas están reforzadas.
— Túneles en los que la sujeción se hace mediante el empleo de estaquillas de
madera y alambre axial de tensión.
— Túneles en los que la fijación de la lámina plástica se hace a través de do-
bles arquillos que la engloban entre ambos.
— De sujeción mediante listones de madera, colocados sobre las faldas de la
lámina plástica.
— Túneles con doble lámina plástica, que por consiguiente permiten una ma-
yor protección climática.
— Túneles aireados, que poseen en la base de los arquillos sendos bucles, a
través de los cuales se introducen cuerdas, normalmente plastificadas, que
sirven para fijar el plástico y para subirlo y bajarlo en uno de los lados (fi-
gura 3.2.5). Estos túneles permiten un mejor manejo de los cultivos al resul-
tar bastante factible el mayor o menor levantamiento del plástico, por uno
129
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
130
Técnicas e instalaciones de semiforzado
dio, en relación con la conseguida al aire libre. Nuestro mismo equipo de trabajo ha
estudiado el efecto que el empleo de túneles bajos recubiertos con polietileno tér-
mico puede tener en la producción tardía de apios y coles chinas, como soslayantes
de la vernalización tras el transplante (Maroto et al., 1986). Perella et al. (1983) es-
tudiaron la influencia de láminas de EVA con un mayor o menor número de aguje-
ros en su superficie aplicadas sobre túneles bajos, en el cultivo del fresón, habiendo
observado que la cosecha más precoz se obtenía con las láminas menos agujerea-
das, pero la cosecha total tendía a ser más elevada bajo las láminas agujereadas, y
en todos los casos de cobertura, mucho mayor que al aire libre.
La colocación de los pequeños túneles en nuestro país suele ser manual. En pri-
mer lugar, y a la distancia convenida, se hincan en el suelo los arquillos, y poste-
riormente, se despliega la lámina plástica tratando de sujetarla, sobre los arquillos,
con los sistemas que sean, lo antes que se pueda, para evitar su rotura por efectos
del viento.También existe la posibilidad de mecanizar esta operación, pero ello no
resulta frecuente en nuestro país, salvo en determinadas circunstancias.
Resulta bastante usual que en determinados cultivos se asocie el acolchado con
el empleo de túneles bajos, con lo que se consigue todavía una mayor precocidad.
Un problema que se plantea muy a menudo en la utilización de los túneles ba-
jos en nuestro país, es que a partir de determinadas fechas la temperatura que se al-
canza bajo los mismos resulta excesiva para las plantas, por lo que hay que pro-
ceder a airearlos, pues de lo contrario los cultivos pueden verse gravemente
afectados. En el caso de que se trate de túneles herméticos, no habrá más remedio
que empezar a ir haciendo agujeros sobre la superficie de las láminas plásticas, de
forma paulatina, hasta eliminar la cobertura totalmente (figura 3.2.6).
Fig. 3.2.6. Túneles primitivamente herméticos, agujereados para airear el cultivo del melón.
131
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Fig. 3.2.7. Túneles aireados levantados parcialmente en el cultivo del fresón sobre el terreno
acolchado con plástico negro.
Espalderas
Son alineaciones elaboradas con materiales diversos, como cartón, plástico o
paja, colocados sobre estructuras muy ligeras a base de pequeños tutores, como lis-
tones de madera o cañas, que protegen las líneas de un cultivo, normalmente de los
132
Técnicas e instalaciones de semiforzado
133
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
vientos fríos, por la vertiente más expuesta a los mismos, normalmente el lado
norte. Lógicamente el abrigo que suponen no es muy elevado pero puede resaltar
eficaz en determinadas épocas y zonas en las que no sean frecuentes descensos tér-
micos demasiado acusados. Es frecuente el empleo de espalderas, en cultivos de
tomates transplantados al aire libre entre finales de enero y mediados de marzo, en
el área mediterránea (figura 3.2.8).
Bastidores
Son marcos rectangulares, generalmente de madera, recubiertos tradicional-
mente con vidrio, que actualmente puede ser sustituido por láminas plásticas, que
se utilizan colocándolos sobre la superficie del terreno que se quiere proteger. Lo
normal es que se empleen sobre superficies reducidas, como semilleros, apoyados
lateralmente en las cumbres de los surcos, y siendo frecuente el que se dispongan
varias unidades en batería, unas a continuación de otras (figura 3.2.9).
Campanas
Son superficies poliédricas, cuyas aristas están construidas de madera o alumi-
nio generalmente, y en las que las caras o coberturas suelen ser de vidrio o plásti-
co. Su empleo suele hacerse sobre semilleros. En determinados casos y en centros
especializados, las campanas se mueven con ruedas sobre rieles (figura 3.2.10).
Antiguamente, antes de introducirse los túneles bajos de plástico, era relativamen-
134
Técnicas e instalaciones de semiforzado
Camas
Suelen utilizarse principalmente como lechos de siembra para favorecer el cre-
cimiento de las plantas en las primeras fases de su desarrollo. Lo más frecuente son
las camas calientes, que se elaboran rellenando una excavación de terreno de pro-
fundidad variable hasta de 1 m con una mezcla de estiércol fresco y estiércol des-
compuesto en una proporción aproximada del tipo 2:1, que ocupa los 60-70 cm
más profundos, de manera que el estiércol fresco al ir fermentando, irá des-
prendiendo calor que llegará a las capas superiores de la cama y por lo tanto al sis-
tema radicular de las plantitas. Con las camas calientes, pueden asegurarse tem-
peraturas de hasta 20-25° C durante 30-40 días. También existen camas tibias, en
las que la mezcla de ambos tipos de estiércol se establece a partes iguales y en las
que pueden asegurarse, en algunos casos, temperaturas de hasta 15-20° C durante
20-30 días. Por último también existen camas frías, en que la excavación se rellena
con ambos tipos de estiércol en la proporción 1:3, por lo que supondrá un menor
aporte calorífico.
En muchas ocasiones, el estiércol «fresco», se coloca separado del estiércol
«hecho» y se sitúa en un estrato más profundo que éste.
Normalmente, los horizontes superficiales de las camas se recubren simple-
mente con tierra y a veces, en el fondo, se coloca una capa de grava para facilitar la
evacuación del agua de riego.
Las camas calientes han sido y son muy empleadas en los cultivos hortícolas,
sobre todo en períodos con temperaturas bajas en semilleros de solanáceas y cucur-
bitáceas. En algunas zonas, las camas calientes se llegan a utilizar incluso en repi-
cados intermedios entre la siembra y el transplante definitivo al aire libre, tal y
como se hacía antiguamente en algunas comarcas valencianas (La Safor, área cer-
cana a Gandía) en cultivo de la berenjena (Cornejo, 1964).
Un tipo particular de «cama caliente» es la que se confecciona en el área va-
lenciana en el cultivo de tomates, en siembras otoñales e invernales, conocida
como semillero en «barraca» (figura 3.2.11). En esencia consiste en realizar una
excavación de longitud variable, una anchura de 1-1,5 m, y una profundidad de
40/50 cm, en la que se depositan las siguientes capas: lecho de estiércol «fresco»
de 10/20 cm, colocado sobre el fondo; un segundo lecho más superficial y de un
espesor similar, de estiércol «hecho», y una capa superficial a base de tierra nor-
mal, tierra y mantillo o una mezcla de tierra y estiércol bien descompuesto. La
vertiente norte de la excavación se recubre con una empalizada de cañas y paja
de arroz, que puede alcanzar una altura de hasta 2 m, inclinada hacia la vertiente
opuesta. El lado opuesto al de la protección, durante la noche, tradicionalmente
se recubría con balas de paja de arroz. Actualmente, a veces, esta protección noc-
turna se sustituye por una lámina plástica, que se enrolla o despliega según la
temperatura existente.
135
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Cajoneras
A veces las camas calientes se
disponen sobre zanjas cuyas pare-
des están construidas con muros de
albañilería, que a veces se prolon-
gan al exterior. En este caso se ha-
bla de cajoneras. En ocasiones las
cajoneras quedan tapadas
externamente con bastidores (fi-
gura 3.2.12) unas veces de una sola
vertiente, en cuyo caso el murete
del lado norte está más elevado
que el correspondiente a la cara
sur; mientras que en otras ocasio-
nes, cuando se utilizan dos basti-
dores, los muretes sobresalen
igualmente en ambas caras y se
utiliza una hilera de apoyos
longitudinales a lo largo del centro
de la cama.
Estufines
Fig. 3.2.11. Semillero en «barraca» de tomates.
En algunas ocasiones, se hacen
excavaciones, normalmente menos
profundas, con los paramentos laterales de obra y de forma que la capa más pro-
funda es a base de grava, para facilitar el drenaje. A continuación se dispone una
capa de arena, vermiculita u otro material aislante en la que existe una parrilla de
cables eléctricos a base de cobre, aluminio, cobre niquelado, etc., que actúan como
Norte
20 cm
Bastidor
cm
25
Tierra y mantillo
75 / 100
40 / 50
cm
cm
Estiércol fermentado
Estiércol en fermentación
cm
20
25
Grava
136
Técnicas e instalaciones de semiforzado
Fig. 3.2.13. Plantación de coles chinas protegidas con una manta de polipropileno.
resistencias recubiertos con un aislante que puede ser el teflón. Sobre este lecho
aislante se deposita una capa de suelo de espesor variable (15-40 cm). A este tipo
de instalación, se la conoce genéricamente con el nombre de estufines. En los paí-
ses del norte de Europa, estos sistemas se utilizan frecuentemente, en semilleros,
como lechos de forzado en determinadas producciones hortícolas, como las achi-
corias de Bruselas. La corriente eléctrica utilizada se transforma previamente a una
baja tensión, normalmente 24 voltios, para evitar riesgos de manejo, existiendo ta-
rifas especiales, más económicas para los cultivadores, para estos usos agrícolas.
137
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
das con agrotextiles de diversos tipos (epígrafe 3.1.2.4.K) son cada vez más
utilizadas como cubiertas flotantes (figura 3.2.13), sustitutorias a veces de
los acolchados y los túneles bajos en diversos cultivos (melones, sandías,
calabacines, tomates, etc.), puesto que permiten un manejo más sencillo del
cultivo, una retirada del plástico menos problemática y además constituyen
una barrera física importante frente al vuelo de insectos que además del
daño directo que pueden infringir sobre los cultivos hortícolas son vectores
de virosis.
— Bolsas o manguitos de plásticos flexibles, como polipropileno, copolímeros
EVA, etc., para protección individual de plantas.
— Cortavientos, ya descritos en 2.4.
— Cerramientos con mallas de materiales plásticos.
— Pantallas térmicas, que se despliegan temporalmente en el interior de los
invernaderos.
BIBLIOGRAFÍA
CORNEJO, J.: «Cultivo de la berenjena». Diez temas sobre la huerta, págs. 43-62. M.°
Agricultura. Madrid, 1964.
COSTA, J.: «El cultivo del pimiento para pimentón». III Curso Int. de Horticultura en Cli-
mas Áridos. II, cp. 5.2. INIA. Murcia, 1984.
138
Técnicas e instalaciones de semiforzado
139
3.3. Invernaderos: aspectos generales
141
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
rior, de forma que la altura de las paredes laterales debería ser superior a 2,5 m,
mientras que la altura en cumbrera debería rebasar los 3,8 m. La relación volu-
men/superficie debería rebasar el valor 3,25 m3/m2.
En la Norma UNE-EN-13031-1 los invernaderos se clasifican en función de la
tolerancia a desplazamientos de la estructura por acción de las cargas en: tipo A (no
se admite ningún desplazamiento estructural, o bien que se desplace parcialmente
sólo una parte de la estructura) y tipo B (el cerramiento permite desplazamientos
de la estructura por acción de las cargas); y a su vez en función de la durabilidad
mínima de los invernaderos que establece entre 10 y 15 años para los del tipo A
(A10 y A15) y entre 5 y 15 para los del tipo B (B5, B10 y B15). Los invernaderos
con cerramiento de vidrio deberán tener una vida útil mínima de 15 años. En inver-
naderos del tipo B en el caso de cosechas valiosas y/o que exista maquinaria, se re-
comienda como mínimo un período de vida útil de 10 años.
Las primeras instalaciones para el forzado de plantas parece ser que datan de la
antigüedad greco-romana, aunque no se tienen excesivas referencias de las mismas
(Tesi, 1972). Concretamente se sabe que los romanos en la época de Tiberio cons-
truían en sus «quintas» los llamados «Specularia» a base de mica o alabastro para
el cultivo «forzado» de plantas hortícolas, como el pepino.
Sin embargo parece ser que hasta el siglo XVI los invernaderos no se introdu-
jeron en los jardines botánicos europeos, donde albergaban el cultivo de plantas
exóticas (Tesi, 1972).
142
Invernaderos: aspectos generales
Los objetivos que se consiguen en el cultivo bajo invernadero son los siguientes:
143
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
La mayor parte de ellas se deduce de toda la temática que sobre aspectos diver-
sos se han analizado hasta el momento, así como de otras cuestiones que serán ex-
puestas posteriormente, como coberturas, climatización, etc.
Entre las características básicas que debe considerar un proyectista a la hora de
instaurar un invernadero, deberá tener en cuenta las siguientes:
144
Invernaderos: aspectos generales
145
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
temperaturas del verano, etc., no parece lógico efectuar una instalación de estas ca-
racterísticas recubierta con láminas plásticas blandas, puesto que la incidencia eco-
nómica de la cobertura y estructura del invernadero, no va a suponer la principal
restricción económica. Por otra parte, con una construcción menos liviana, será
más factible una mayor optimización de los implementos de control climático.
146
Invernaderos: aspectos generales
147
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Todo ello unido a los altos valores que el capital de explotación supone, en la
mayor parte de las producciones, antes de llevar a cabo un proyecto de este tipo,
deben tenerse en cuenta algunos aspectos que debe cumplir el lugar en el que se
quieren construir, como:
148
Invernaderos: aspectos generales
tipo A-15, debiéndose tener en cuenta las fuerzas horizontales de los cables
que sujeten estos implementos.
— Sobrecargas de manejo del cultivo, como consecuencia de tutores, cultivos,
personal desplazándose sobre la cubierta, etc., que deben suponer como mí-
nimo 15 kg/m2 (Alpi y Tognoni, 1984). La Norma UNE 76-208/92 señala
que en el centro de los canalones de recogida de aguas de los invernaderos,
aquellas estructuras deberán ser capaces de soportar una carga puntual de
980 Newtons (100 kg fuerza). Según la Norma UNE-EN 13031-1, para una
cosecha de tomates y pepinos, habrá de considerarse una carga mínima de
0,15 kN/m2, en cosechas como fresas sobre recipientes ligeros de 0,30
kN/m2 y en cosechas en recipientes pesados, como plantas en maceta de
1,00 kN/m2. En el supuesto de que las cargas aludidas se transmitan a la es-
tructura a través de cables horizontales, el efecto de estas cargas deberá ser
aplicado en la estructura de los soportes de los cables; en las operaciones de
mantenimiento y reparaciones por desplazamiento humano deberán consi-
derarse cargas de 1,0 kN en canalones y elementos estructurales y 0,35 kN
en correas y tirantes, sobre un área cuadrada de 100 mm × 100 mm.
— Sobrecargas por nieve, que variarán mucho según la zona y el país en cues-
tión. Alpi y Tognoni (1984) resumen el valor de estas cargas en distintos
países, en función de la inclinación de las cubiertas de los invernaderos.
Tesi (1972) en zonas en las que por sus características climáticas utilicen
plásticos flexibles en las coberturas, recomienda la consideración mínima
de una sobrecarga de 15 kg/m2, aunque, aun en estos casos, puede ser
conveniente llegar hasta 25 kg/m2 en proyección horizontal. En la Norma
UNE-EN 3031-1 se hace una referencia amplia a las acciones de carga por
nieve.
— Sobrecargas debidas al viento. La acción estática del viento sobre el inver-
nadero puede traducirse en esfuerzos de sobrepresión o depresión sobre los
distintos elementos del invernadero, siendo la acción total la resultante de
las acciones producidas sobre cada elemento.
P=c·p
149
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
creta de cada país. A veces se llega hasta 100 kg/m2. En AIAC (1992) y Matallana
y Montero (1995) se hace un estudio exhaustivo de la incidencia del viento en los
invernaderos, que recomendamos al lector interesado en profundizar en las bases
teóricas de las cargas debidas al viento. La Norma UNE 76-208/92 aconsejaba
que en relación con el viento se parta de la combinación más desfavorable de pre-
siones y succiones, dando como valor medio a considerar en invernaderos de más
de 6 m en cumbrera el de 392 Newtons/m2, recomendando en todos los casos uti-
lizar un coeficiente de seguridad de 1,33. En la Norma UNE-EN 13031-1 se hace
una mención expresa y detallada de todas y cada una de las sobrecargas debidas al
viento, a sus bases de cálculo y a los valores mínimos que se deben adoptar en
cada caso.
Adicionalmente en esta última Norma también se hace referencia a otros tipos
de Sobrecargas a considerar en los invernaderos, como las debidas a acciones acci-
dentales de las instalaciones, acciones térmicas, acciones sísmicas, etc. En el do-
cumento que contiene y desarrolla la mencionada Norma se abordan exhaustiva-
mente y de forma mucho más compleja de la que hemos indicado en este texto,
todos aquellos aspectos relacionados con el proyecto de construcción de los inver-
naderos comerciales (definiciones, cálculos, normativas, tolerancias, etc.), por lo
que en caso de que se pretenda adquirir un conocimiento más riguroso y amplio del
tema, remitimos al lector a la consulta completa del mismo (Norma Española
UNE-EN1303-1. Documento de AENOR, 2002).
Algunos autores (Peña y Pérez, 2003) sostienen que la mencionada Norma
en vigor UNE-EN 13031-1, es aplicable esencialmente a los invernaderos de vi-
drio, pero algunos de sus aspectos no resultan excesivamente adecuados para in-
vernaderos ligeros de cubierta plástica, como la mayoría de los existentes en
Andalucía Oriental, donde la incidencia del viento es muy importante, por lo
que se muestran partidarios de que se estudie y desarrolle otra normativa al res-
pecto.
Salvador (1976) indica diversas medidas a adoptar complementariamente en la
construcción de los invernaderos, para tratar de soslayar los esfuerzos debidos al
viento, como:
— Procurar que las uniones entre distintos elementos de la estructura, como pi-
lares, correas, armaduras, etc., sean lo más rígidas posibles.
— Dotar al invernadero de arriostramientos longitudinales para tratar de evitar
la fuerza tangencial horizontal del viento.
— Cuando se utiliza el vidrio como cobertura, procurar que las placas se asien-
ten en sus cuatro costados.
— Prever que las barras de hierro sólo trabajen a tensión.
— Dotar a los pilares de una cimentación adecuada.
— En determinadas circunstancias, colocar cortavientos.
— Tener previsto algún sistema automático de protección contra la succión, de
forma que a partir de determinados valores del viento se cierren los practi-
cables a barlovento y se abran los situados a sotavento, etc.
150
Invernaderos: aspectos generales
151
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
152
Invernaderos: aspectos generales
Fig. 3.3.5. Gran túnel o túnel invernadero recubierto con PE térmico de larga duración.
153
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
154
Invernaderos: aspectos generales
155
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
156
Invernaderos: aspectos generales
Fig. 3.3.8. Invernadero tipo «capilla» con estructura de madera en el Maresme (Cataluña).
157
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Son similares a los anteriores, pero con la particularidad de que una de las
vertientes forma prácticamente un ángulo de 90°. Usualmente la vertiente normal
(pendiente de ángulo agudo) suele construirse hacia el lado de máxima ilumina-
ción, mientras que la cara casi vertical a veces se aprovecha para proporcionar
una eficaz aireación cenital, que mejora los efectos normales de la ventilación la-
teral.
Cuando se construyen baterías de invernaderos de este tipo resulta fundamental
el diseño de canaletas con suficiente capacidad para la evacuación de aguas en la
vertiente vertical.
Suelen construirse con estructuras metálicas galvanizadas, en las que los pilares
son perfiles tubulares cuadrados, generalmente separados entre sí 2-4 m, que des-
cansan sobre una cimentación que puede ser por simple empotramiento del pilar,
planchas de anclaje y/o dados de hormigón. La estructura de la cubierta está com-
puesta por elementos metálicos curvados unidos con el resto de la estructura a tra-
vés de bridas, «omegas» y atornillamientos metálicos (figura 3.3.3).
La anchura de las unidades de estos tipos de invernaderos suele variar entre 6 y
8 m. La altura en cumbrera de estas unidades ha sido frecuentemente algo inferior
a los 4 m, y los parámetros laterales han alcanzado habitualmente un alzado algo
superior a los 2 m. Como en los invernaderos tipo capilla existe una cierta tenden-
cia hacia módulos más anchos y más altos en cumbreras y en paredes laterales
(4-4,5 m).
Los tipos más ligeros de estos invernaderos pueden recubrirse con láminas
blandas como los polietilenos térmicos de larga duración, el PVC o el EVA.
Resulta sin embargo normal, en estos invernaderos de techumbre curvada, que
como material de cobertura se utilicen los plásticos rígidos, como los poliésteres, el
polimetacrilato de metilo, etc.
Estos invernaderos, normalmente, están dotados de un sistema de ventilación
cenital que puede accionarse eléctrica o manualmente, por un sistema de crema-
lleras que abre una de las partes de la cubierta (figura 3.5.1).
Los modelos comerciales de estos invernaderos llevan instalados sendos
canalones para la evacuación de agua, construidos también con hierro galvani-
zado, que se colocan entre cada dos cubiertas, si se construyen baterías de este
tipo.
158
Invernaderos: aspectos generales
159
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Ello hace que, en ocasiones, se sustituyan por modelos más ligeros, como los
invernaderos de techumbre curvada recubiertos con placas rígidas, o con el mismo
tipo «capilla», pero empleando otras coberturas más livianas como el poliéster, po-
licarbonato, etc.
A) Invernaderos torre
Son invernaderos especialmente construidos con fines experimentales, para la pro-
pagación de plantas ornamentales o la producción de plantas ornamentales de maceta.
160
Invernaderos: aspectos generales
B) Invernaderos hinchables
Fig. 3.3.12. Invernadero singular del jardín
El tipo más conocido es el de- botánico de Copenhague (Dinamarca).
nominado «invernadero burbuja»
que consiste en enmarcar un recinto con una lámina plástica enterrada en sus bor-
des y proceder al hinchado del espacio existente entre la lámina y el suelo, a tra-
vés de un ventilador. Para acceder a ellos deben estar dotados de un sistema de
doble puerta. Proporcionan una gran iluminación, y durante el día incrementan
ostensiblemente la temperatura del recinto. Suele ser necesario disponer de una
ventilación subsidiaria para airear el recinto, con lo que en el cálculo del genera-
dor de hinchado deberá contabilizarse la potencia de este segundo ventilador.
A la ventaja de no necesitar estructuras de sostén, se le opone el inconveniente
de requerir de una fuente de energía para el mantenimiento de una presión de
hinchado.
Actualmente existen en el mercado unos tipos de invernaderos con estructuras
y cubiertas muy ligeras, cuyo rendimiento térmico se mejora ostensiblemente des-
plegando en el interior del recinto unas láminas plásticas a base de pliegues hin-
chables, que en ocasiones pueden sustituir incluso a la cobertura normal, apoyadas
sobre la estructura. Para conseguir un buen rendimiento del sistema, es necesario
que los pliegues estén suficientemente hinchados en todo momento, por lo que dis-
ponen de una pequeña bomba insufladora de aire de unos 75 watios de potencia
que debe estar funcionando de forma continua.
161
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
D) Invernaderos móviles.
E) Invernaderos desmontables.
F) Invernaderos de mallas.
Han sido descritos en el epígrafe 3.3.9.2.
BIBLIOGRAFÍA
162
Invernaderos: aspectos generales
163
3.4. Calefacción en invernaderos: conceptos,
cálculo y sistemas
3.4.1.1. Generalidades
Qq + Qs + Qe + Qr = Qc + Qt + Qp + Qg + Qv
Qq = Calor a aportar.
Qs = Calor cedido por el sol.
Qe = Calor debido a las estructuras.
Qr = Calor debido a la transpiración de las plantas.
Qc = Pérdidas de calor por conducción.
Qt = Pérdidas de calor por radiación térmica a la atmófera.
Qp = Energía solar empleada por las plantas para su fotosíntesis.
Qg = Calor absorbido o cedido por el terreno.
Qv = Pérdida o ganancia de calor debida a la ventilación.
165
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
en la que
Qf = Calor a aportar.
Qcc = Pérdidas caloríficas de-
bidas a la conducción-
convección a través de
las paredes.
Qra = Pérdidas debidas a la re-
novación del aire por
fugas controladas o in-
controladas.
Qr = Pérdidas debidas a la ra-
diación infrarroja emi-
tida por el suelo o las
plantas.
Qcs = Pérdidas debidas a la
dispersión calorífica por
calentamiento del suelo.
Fig. 3.4.1. Calefacción por agua caliente en El = Aportaciones energéti-
un invernadero cultivado con lechugas
en Holanda.
cas debidas a la irradia-
ción del sol.
166
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Spiga et al. (1984), para velocidades del viento mayores a 5 m/s, proponen la
fórmula:
he = 6,708 · v · 0,8
mientras que si la velocidad del viento es inferior a los 5 m/s admiten la fórmula
anterior.
«hi» es el coeficiente de intercambio superficial interior, y es un valor variable
que según Alpi y Tognoni (1984) puede oscilar entre 3 y 9. Matallana y Marfa
(1980) indican que este coeficiente está ligado a los movimientos convectivos del
invernadero y por tanto al sistema de calefacción, a la ETP, etc.
Mancini y Castrignano (1984) proponen un valor constante de hi = 5 en un ré-
gimen estacionario.
«d» es el espesor del material de cobertura en m.
«1», la conductividad térmica del material de cobertura.
Como d/l es un valor muy bajo, este término suele despreciarse, quedando la
fórmula anterior en la forma:
hi · he
K=
hi + he
Para autores como Caruso (1971) y Nisen (1976) el valor de «K» varía con el
material de cobertura, la velocidad del viento y la forma del abrigo, si bien su
determinación a través de esta fórmula no la acaban de engarzar, remitiendo el cál-
culo a un conjunto de valores, probablemente empíricos, obtenidos mediante el
empleo de ábacos.
En el caso de que se trate de una cobertura doble, la fórmula anterior pasaría a
la expresión:
1
K=
1/hi + 1/he + 1/hp
En que «hp» sería el coeficiente de convección entre la doble pared, que en mu-
chos casos se considera aproximadamente como 1 Kcal/m2 h °C.
167
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Cuadro 3.4.1.
Algunos calores medios del coeficiente K (Kcal/m2 °C h)
Por otra parte en el trabajo citado de Matallana y Marfa (1980) pueden am-
pliarse diversos aspectos de cálculo relacionados con la determinación del coefi-
ciente K.
Un estudio descriptivo bastante amplio sobre las pérdidas de calor por con-
ducción-convección, puede ser consultado en el trabajo de Bordes (1980).
Para el cálculo del salto térmico tomaremos como temperatura del interior la
que se corresponda con el cero vegetativo del cultivo que pretendemos proteger y
como temperatura exterior, puede adoptarse, p. ej., la señalada por Alpi y Tognoni
(1984), que es la temperatura mínima cuya incidencia probable es de cinco días al
año. En cualquier caso, el proyectista, en función de criterios diversos, sobre todo
el grado de protección que se pretenda y el costo económico que ello suponga, será
el que deberá marcar el salto térmico en cada caso.
168
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Qra = N · V · 0,307 ∆T
En las que «N» es el número de renovaciones por hora que experimenta el in-
vernadero, «V» el volumen del invernadero, 0,307 el calor específico del aire en
Kcal/m3 ° C y ∆T el salto térmico en ° C.
El número de renovaciones depende fundamentalmente de las turbulencias ex-
teriores e interiores, así como las diferencias de presiones ocasionadas por las dis-
tintas temperaturas existentes dentro y fuera del invernadero.
Alpi y Tognoni (1984) indican una relación entre la velocidad del viento y el
número de renovaciones del aire en un invernadero con vidrio, que se indica en el
cuadro 3.4.2.
Cuadro 3.4.2.
Relación entre el número de renovaciones de aire en un invernadero
de cristal y la velocidad del aire
(Alpi yTognoni, 1984)
169
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
N = 1,1 +0,4 · v
R = e · q · (T 41 – T 42 )
170
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Además de las pérdidas indicadas, es evidente que todo invernadero está reci-
biendo una energía radiante del sol, que una vez atravesado el material influirá po-
sitivamente en la elevación de las temperaturas en el interior del mismo.
Para nuestras latitudes y en el mes de diciembre, esta aportación puede cifrarse
entre 50 y 150 Kcal/h/m2 para una superficie perpendicular.
En la transmisión de esta energía, lógicamente, influirá el tipo de material de
cobertura y la forma y disposición del mismo.
171
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Con todo, aunque en este aspecto sí que influirían ambos factores, considera-
mos que es más restrictivo en la evaluación de las pérdidas eliminar esta aporta-
ción.
Q = Kr · S · (Ti – Te)
172
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
173
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
174
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Las principales ventajas que poseen estos sistemas estriban en aspectos distin-
tos, como un costo relativamente bajo de instalación; no provocar demasiadas in-
terferencias con las labores de cultivo; al estar dotados de una escasa inercia tér-
mica, una vez que se han puesto en marcha elevan rápidamente la temperatura de
los invernaderos, etc.
Como inconvenientes, pueden citarse los siguientes: proporcionan una defi-
ciente distribución del calor, creando a veces turbulencias internas que ocasionan
pérdidas caloríficas; su costo de funcionamiento es elevado y si por cualquier cir-
cunstancia se averían, la temperatura desciende rápidamente en los invernaderos.
A veces para tratar de soslayar la poca uniformidad en la distribución del calor,
sobre las boqueras de salida del aire caliente, se colocan sendos tubos de plástico
perforado, que recorren en todas direcciones el invernadero.
El combustible que suelen utilizar estos sistemas suele ser fuel, y están dotados
normalmente de un sistema eléctrico de encendido con accionamiento a través de
un termostato. Los productos combustibles señalados en 3.4.2.1 también pueden
ser utilizados cono alternativos.
Un aspecto a considerar es el referente al lugar de ubicación del termostato con
el fin de que el sistema de calefacción funcione lo mejor posible. Un criterio puede
ser el de situar el termostato a una distancia que sea aproximadamente los 2/3 de la
existente entre el emplazamiento del generador de aire caliente y el extremo del in-
vernadero, a un nivel distinto al de salida del aire caliente y colocándolo debida-
mente protegido de la luz.
En invernaderos ligeros y sin calefacción del litoral valenciano, a veces, en no-
ches en que hay riesgo de heladas, se procede a quemar ocasionalmente alcohol en
platos o bandejitas distribuidos a lo largo del invernadero, con el fin de elevar la
temperatura del aire, como consecuencia de la reacción exotérmica producida en la
combustión del alcohol.
175
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
Fig. 3.4.4. Cultivo de pimiento bajo un gran túnel en el que se han instalado entre cada dos
líneas de plantas, mangas de plástico rellenas de agua para caldear el recinto
(Benicarló, Castellón).
176
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Los colectores más empleados son los captadores planos, que son como dos lá-
minas de cristal que enmarcan una superficie de absorción de calor por la que cir-
cula un fluido, generalmente agua, aunque en otras ocasiones se gasta una solución
de cloruro de cobre. Las superficies interiores de las placas, suelen estar cons-
truidas de metal y pintadas de negro para aumentar la capacidad de conducción.
Del captador se transfiere el calor a un sistema de acumulación que puede ser
de agua, rocas, etc. En Francia se han desarrollado prototipos en los que el acumu-
lador está constituido por sacos aluminizados de cloruro cálcico enterrados en el
suelo. La absorción o cesión de calor se realiza al cambiar de estado el cloruro cál-
cico (Cayrol, 1980). La inclinación a la que deben colocarse los captadores se cal-
cula sumando a la latitud del lugar entre 10 y 20° sexagesimales, según autores.
La calefacción por energía solar más que un sistema único se considera como
un sistema convencional de apoyo en los invernaderos, para funcionar en deter-
minadas circunstancias.
En el trabajo de Martínez García (1980), reseñado en la bibliografía, pueden
ampliarse los conocimientos sobre este sistema y sus bases de cálculo.
Rossi y Plaitano (1983) han propuesto un sistema peculiar y económico de cap-
tación solar para calefacción solar de invernaderos, utilizando materiales plásticos,
como: absorbedores de polipropileno, cobertura de policarbonato, caja de los pane-
les y tubos de transporte del calor de polietileno/polipropileno rellenos con poliu-
retano expandido; estación de distribución rellenada con poliuretano expandido y
tubos de difusión del calor de polipropileno corrugado. Existen captadores planos
más eficaces como los que están revertidos por óxido de titanio y el material absor-
bente es cobre: tubos de vacío en los captadores solares y cobre como material ab-
sorbente; paneles fotovoltaicos de células solares, cuya base es un semiconductor
como el silicio que generan electricidad, etc.
177
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
sirve para calentar agua a 30-40° C, que es utilizada al discurrir a través de tuberías
o mangas, para incrementar la temperatura del invernadero.
Como es lógico, para que el sistema funcione, es necesario que se disponga de
grandes caudales de agua (p. ej., procedentes de centrales térmicas) a temperaturas
superiores a los 10° C (Matallana y Marfa, 1980). Sobre aspectos técnicos de ma-
nejo de una bomba de calor en invernadero, puede consultarse el trabajo de Sáez
(1984).
b) Otros sistemas
Figura 3.4.5. Calefacción a un invernadero con tomates, por aire caliente con generador
provisto de intercambiador de calor (Benicarló-Castellón).
178
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
Las bases del cálculo de estas instalaciones pueden ser consultadas en Aznar
(1984). El fundamento de estos sistemas se basa en calentar localmente los inver-
naderos, concentrando la aportación de calor en la vecindad de plantas, de manera
que el suelo actúe como acumulador de calor, manteniendo en lo posible su tempe-
ratura en torno a los 18° C.
En algunos estudios (Shedlosky y White, 1987) se ha visto que una técnica que
permite disminuir los costos de calefacción de los invernaderos consiste en dismi-
nuir la temperatura del aire durante la noche, proporcionando calefacción a nivel
de las raíces, tanto en hortalizas (tomate, pimiento, berenjena, lechuga, col) como
en plantas ornamentales (Petunia, Anthirrinum, Tagetes,Viola, Calceolaria, etc.) lo
que puede tener, en el contexto de los procedimientos de calentamiento del suelo,
un cierto futuro dentro de la problemática general de la calefacción de los inverna-
deros. Esta aportación de calor puede hacerse a través de tuberías radiantes en un
horizonte inferior al de las bases de los contenedores, como se indicó anterior-
mente, o bien extendiendo sobre las mesas de cultivo unas mantas especiales con-
feccionadas con una lámina de plástico que lleva incorporadas unas resistencias
eléctricas que funcionan a bajo voltaje y que se accionan a través de un termostato.
Existen una serie de medidas que permiten reducir las pérdidas de calor en un
invernadero, y en consecuencia disminuir los costos de manejo por calefacción.
Este tema ha sido ampliamente estudiado desde una perspectiva global por muchos
autores, como Nisen (1976), Walker y Duncan (1978), Bordes (1980), Brun
(1980), etc.
Entre otras pueden citarse las siguientes:
179
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
180
Calefacción en invernaderos: conceptos, cálculo y sistemas
181
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
BIBLIOGRAFÍA CITADA
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183
3.5. Regulación de la humedad y las temperaturas
demasiado elevadas en invernaderos
185
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
masiado elevada (85-95 por 100) puede afectar negativamente la dehiscencia de las
ameras y la propia polinización, aunque se haya formado polen fértil (Martínez
García, 1976). Como sensores de la humedad relativa se utilizaban psicrómetros de
cabello aunque en la actualidad son más frecuentes los aspiropsicrómetros de
bulbo seco y húmedo y los sensores capacitivos (Valera et al., 2003).
Existen en el mercado humidificadores que son emisores de tipo centrífugo que
permiten, por nebulización de agua al ambiente, accionados con un humedostato,
regular el contenido en humedad relativa de los recintos, sobre todo para mantener
un cierto nivel higrométrico, aunque a decir verdad su utilización no está dema-
siado extendida en los invernaderos de nuestro país.
En ocasiones, y para tratar de soslayar los descensos en humedad relativa que la
calefacción a través de aire caliente puede ocasionar, junto a las toberas de salida
de los generadores de aire caliente, se colocan recipientes rellenos con agua.
Para reducir el contenido excesivo de humedad relativa de los invernaderos, se
procede normalmente a su aireamiento a través de las ventanas o practicables, aunque
en este caso, como en otros, el usuario también pretende actuar sobre la temperatura.
En algunos invernaderos ligeros se instalan sistemas de ventilación forzada col-
gados de las cerchas que permiten disminuir la humedad relativa y evitar la con-
densación.
En muchos casos la regulación de la temperatura, sobre todo su exceso, se efec-
túa conjuntamente con sistemas que hacen variar la humedad relativa, como se
verá en el epígrafe posterior relativo al control de las altas temperaturas.
Existen multitud de factores que pueden afectar a la humedad relativa de los
invernaderos, como la temperatura, la hermeticidad del invernadero, la textura del
suelo o substrato, la cadencia y dosis de riegos, la condensación, la ET (evapo-
transpiración), etc.
186
Regulación de la humedad y las temperaturas demasiado elevadas en invernaderos
187
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
188
Regulación de la humedad y las temperaturas demasiado elevadas en invernaderos
189
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
A) Por aportación al recinto de una niebla de agua a alta presión (High Pressure
Fogs)
190
Regulación de la humedad y las temperaturas demasiado elevadas en invernaderos
etc., cuyo principal inconveniente puede ser que, como consecuencia del elevado
grado higrométrico que instaura, puede producirse una mayor incidencia de enfer-
medades criptogámicas. En el área mediterránea española hemos comprobado que
debido al elevado contenido en bicarbonatos y otras sales de las aguas disponibles,
se pueden producir graves deficiencias en el manejo de los sistemas de «fog», si no
se intercalan filtros o se utiliza agua de lluvia. Como emisores de «fog», pueden
utilizarse boquillas de alta presión (60 kg/cm2, 5 1/h y gotas con un diámetro infe-
rior a 20 mµ), boquillas de baja presión generalmente ultrasónicas accionadas por
válvulas solenoidales (3-6 kg/cm2 y gotas con un diámetro inferior a 10 mµ) y hu-
midificadores mecánicos (Matallana y Montero, 1995).
B) Cooling system
191
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
192
Regulación de la humedad y las temperaturas demasiado elevadas en invernaderos
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193
3.6. Iluminación artificial en los invernaderos
195
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
196
Iluminación artificial en los invernaderos
en algunas semillas (p. ej., lechuga con suministro de luz roja); para evitar
la caída de hoja en arbustos ornamentales de hoja caduca; en el cultivo de
tejidos de muchas plantas; para conseguir un mejor enraizamiento de esque-
jes en plantas ornamentales diversas como Magnolia soulangeana, Rhodo-
dendron, etc. (Canham, 1966).
— Para romper la continuidad del período oscuro en plantas ornamentales de
día corto, como crisantemo, Kalanchoe, Begonia rex, Poinsetia, etc., con la
finalidad de favorecer el crecimiento vegetativo en una época en que se ve-
ría favorecida la floración sin que las plantas tuvieran el adecuado tamaño,
o bien para proporcionar los efectos contrarios (es decir, la floración) en
plantas de día largo (p. ej., Gypsophila paniculata, Aster) en épocas con
poca iluminación.
En el caso del crisantemo, es bastante frecuente «romper» el nictiperíodo
mediante un suministro cíclico de iluminación artificial, de forma que el pe-
ríodo oscuro se divide en ciclos de 15/30 minutos de duración, en los que se
interrumpe una mayor o menor proporción de estos ciclos oscuros, según la
intensidad del foco luminoso. Así para la iluminación de 200 lux se consi-
guen buenos resultados simplemente iluminando un 5 por 100 la duración
de cada uno de los ciclos acotados; con una iluminación de 100 lux, la
irrupción luminosa debe llegar al 10 por 100, y si tan sólo se cuenta con fo-
cos de 50 lux, se hace necesario iluminar como mínimo un 20 por 100 del
período oscuro (Vogelmann, 1973). Con la iluminación cíclica se consiguen
los mismos objetivos que se obtendrían con una iluminación fotoperiódica
adicional, con un menor costo de energía.
197
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
198
Iluminación artificial en los invernaderos
Existen en la mayor parte de los textos que tratan de esta problemática (p. ej.,
Canham, 1966) una amplia gama de propiedades que se proponen como adecuadas
en la elección de un tipo de foco luminoso para su utilización en Horticultura.
Salvador (1976) publicó una magnífica recopilación de las principales caracte-
rísticas de los principales tipos de lámparas.
Entre aspectos a considerar en la elección de un foco luminoso en Horticultura,
pueden destacarse los siguientes:
Alpi y Tognoni (1984) han señalado que todo foco luminoso produce en las
plantas, un determinado estado fotoestacionario del fitocromo (e.f.f.), como
consecuencia de la proporción entre el flujo luminoso que suministra con la radia-
ción emitida a 660 mµ y la emitida a 730 mµ, induciendo una cierta proporción en-
tre el contenido en la planta de fitocromo activado y el fitocromo total existente,
siendo este cociente de gran importancia, puesto que determina en gran medida, el
crecimiento de las plantas, y de modificarse, puede afectar al crecimiento y des-
arrollo de las mismas.
Para la luz natural, el cociente entre los flujos lumínicos a 660 mµ y 730 mµ es
de 1,2, lo que induce un estado fotoestacionario del fitocromo (e.f.f.) de 0,55,
punto para el que existe un equilibrio estable de aquél.
Como consecuencia de la formación de sombras, p. ej., por la interferencia en-
tre plantas, el cociente entre los flujos luminosos puede descender a 0,2 y el e.f.f.
puede descender hasta 0,3.
199
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
200
Iluminación artificial en los invernaderos
nario del fitocromo cercano a 0,8, salvo en el caso de las lámparas fluo-
rescentes azules, que sitúan este estado fotoestacionario en 0,35 (Alpi y
Tognoni, 1984). Lo normal es que se fabriquen en tubos de 30 a 250 cm de
longitud, que suelen utilizarse a 50-60 cm de las plantas que pretenden ilu-
minar (Croci, 1981).
Aunque son utilizadas ampliamente en Horticultura, presentan el gran in-
conveniente de producir sombras. Suelen emplearse en iluminación adi-
cional y como irrumpidoras del nictiperíodo, si bien hay que tener en
cuenta que los chisporroteos que implican los «tratamientos» cíclicos pue-
den afectar su duración útil.
D) Lámparas de gases, que emiten la radiación luminosa tras atravesar la co-
rriente eléctrica algún gas o vapor situado en el interior de la lámpara. Son
201
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
muy frecuentes las que utilizan como gas el sodio, que emiten una radia-
ción muy rica en el paquete amarillo, aunque resulta algo deficiente en la
banda azul. Poseen una eficacia en luz visible muy elevada, superior al 25
por 100, con poca emisión calorífica y con estado fotoestacionario del fito-
cromo de 0,74 (Alpi y Tognoni, 1984). Su vida útil puede alcanzar las
7.000 h (Salvador, 1976). Son muy utilizadas en iluminación suplementa-
ria de invernaderos (Canham, 1982).
E) Lámparas mixtas, fluorescentes de mercurio con un filamento de tungs-
teno de gran eficacia luminosa visible y que se emplean para incrementar
la fotosíntesis y en el alargamiento del día, siendo los tipos más utilizados
los de 600 y 1.000 W (Croci, 1981). Actualmente en algunas de estas lám-
paras, el arco mercúrico se mejora con ioduro de metales, alguno de ellos
conocidos como «tierras raras» (indio, talio, disprosio, etc.), con lo que la
eficiencia total queda ampliamente mejorada, llegando al 23 por 100 (Can-
ham, 1982). También se están desarrollando las lámparas con recubrimien-
to trifosforado que proporcionan una gama amplia de posibilidades en
cuanto a emisión radiativa y una notable reducción de los costos energéti-
cos (hasta el 40 por 100) en relación con tipos que proporcionan similares
niveles de iluminación (Canham, 1982). En algunos casos se están introdu-
ciendo reflectores para mejorar el nivel y la homogeneidad de la ilumina-
ción en los invernaderos. Existe en el mercado una gama muy amplia de
lámparas de todos estos tipos, de las que las propias firmas comerciales su-
ministran sus características técnicas concretas.
202
Iluminación artificial en los invernaderos
que trabajando en el cultivo de tomates, se vio que era el nivel de irradiación lumí-
nica, y no el tipo de lámpara, el principal factor de respuesta, lo que se encuentra en
aparente contradicción con los estudios de Grimstad, en este mismo cultivo, en los
que se han constatado diferencias ostensibles en el peso fresco de las plantas some-
tidas a iluminación artificial con distintos tipos de lámparas.
Probablemente, como señalaban Alpi y Tognoni (1984), todavía se conocen de
forma muy poco precisa los mecanismos fisiológicos de la luz, sobre las plantas y
aunque probablemente es el fitocromo el principal receptor responsable de las res-
puestas morfogenésicas, deben existir en las plantas otros fotorreceptores, sobre
todo en determinadas bandas del espectro luminoso, que contribuirán a conseguir
una cierta acción fotorreguladora, como es el caso de los carotenoides y las flavo-
nas, en relación con la banda azul.
203
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
204
Iluminación artificial en los invernaderos
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3.7. Fertilización carbónica en invernaderos
3.7.1. Fundamentos
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Técnicas de modificación del clima en Horticultura
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Fertilización carbónica en invernaderos
4 h
V= ·C·
3.000 t
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210
Fertilización carbónica en invernaderos
211
3.8. Sistemas integrales de control climático
Son recintos fabricados por el hombre en los que regulan los principales fac-
tores climáticos, como temperatura, humedad relativa, iluminación, contenido en
CO2, etc. (figura 3.8.1).
Tienen un valor incalculable en la investigación agronómica, puesto que per-
miten simular condiciones climáticas distintas, de manera que cuando se trabaja
con varios fitotrones a la vez, puede llevarse a cabo simultáneamente una investi-
213
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
214
Sistemas integrales de control climático
BIBLIOGRAFÍA
215
3.9. Comparación entre distintos tipos de invernadero
y sus respectivos sistemas de manejo
217
Técnicas de modificación del clima en Horticultura
de larga duración, sin calefacción, cultivo en suelo y riego localizado con un sis-
tema de fertirrigación muy simple; el nivel 2 (N2) se corresponde con un inverna-
dero parral mejorado de estructura metálica, 2 m en los laterales y 3,5 m en cum-
brera, recubrimiento similar al anterior, calefacción por aire caliente que asegura
una temperatura mínima de 8-10º C , ventilación lateral, riego localizado y sistema
de fertirrigación más complejo que el de N1; el nivel 3 (N3) está referido a un in-
vernadero multitúnel con estructura metálica, 3 m en los laterales y 5 m en cum-
brera, cubierta de plástico similar a los anteriores, ventilación lateral y cenital, ca-
lefacción con agua caliente que asegura temperaturas mínimas de 14-16º C,
pantalla térmica interior, cultivo sobre sustrato (perlita o fibra de coco, principal-
mente), riego localizado y sistema de fertirrigación complejo; el nivel 4 (N4) esta-
ría referido a un multitúnel de 4-4,5 m de altura lateral y cerca de 8 m en cumbrera,
recubierto con plástico similar a los anteriores, calefacción por agua caliente que
aseguraba 19-20º C, pantalla térmica, interior y de sombreo en el exterior, ventila-
ción supercenital, ventiladores desestratificadores, aportación de CO2, cultivo en
los mismos sustratos anteriores, riego localizado, sistema complejo de fertirriga-
ción y control informatizado de todos los parámetros controlables del invernadero.
Los costos totales de instalación de los equipos de cada nivel tecnológico, eran
los siguientes:
En el mencionado estudio (Fdez. Zamudio et al., 2006) existen más ratios y da-
tos económicos, cuya consulta recomendamos al lector interesado en el tema, así
como las fuentes anteriormente señaladas (Castilla, 2004; Fdez. Mtnez., 2004).
218
Comparación entre distintos tipos de invernadero y sus respectivos sistemas de manejo
BIBLIOGRAFÍA
219
PARTE CUARTA
EL SUELO Y LA FERTILIZACIÓN
EN HORTICULTURA
4.1. El suelo en Horticultura. Conceptos generales
4.1.1. Introducción
El suelo es el medio físico sólido sobre el que se asientan y desarrollan las plan-
tas y del que, como es sabido, las raíces toman, en mayor escala, el agua y los ele-
mentos minerales necesarios para el crecimiento.
Existen numerosas obras monográficas sobre el estudio del suelo, a algunas de
las cuales haremos referencia en el desarrollo de este capítulo, pero el objetivo del
mismo no es la realización de un estudio exhaustivo de este elemento primordial
del medio físico, sino la reconsideración de aquellos aspectos más importantes,
que pueden tener una clara influencia sobre los cultivos hortícolas.
223
El suelo y la fertilización en Horticultura
0
100
10
TAMAÑO DE LAS
PARTÍCULAS EN mm. 90
20
< 0,002 Arcilla
0,002-0,05 Limo 80
0,05-2,0 Arena
30
70 ARCILLOSA
LIM
40
O
60
%
%
LA
50
CIL
50
AR
ARCILLO
60
LIMOSA
ARCILLO
40
ARENOSA
FRANCO FRANCO ARCI-
70
ARCILLOSA LLOSA LIMOSA
30
FRANCO ARCILLO
ARENOSA
80
20
FRANCA
90
AR FRANCO ARENOSA FRANCO LIMOSA
10 EN
OS
A LIMOSA
0
10
0 ARENOSA FRANCA
10
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
0
ARENA %
Existe un diagrama triangular que aparece en la figura 4.1.1 que permite clasi-
ficar cada tipo de suelos según su textura.
La mayor parte de las hortalizas se desarrollan bien en suelos permeables, en
los que predominan las partículas arenosas y/o limosas, como los suelos fran-
cos, franco-arenosos, etc., sobre todo las hortalizas que se van a aprovechar a
través de sus raíces o sus órganos subterráneos, como las patatas, el apio-rá-
bano, etc.
En terrenos demasiado arcillosos, además de que pueden surgir problemas pa-
tológicos, como consecuencia de un excesivo encharcamiento de las aguas de
riego, al resultar más compactos, pueden inducir anomalías en determinadas plan-
tas hortícolas, así, p. ej., se ha visto que este tipo de suelos puede inducir la forma-
ción de raíces de zanahoria más fibrosas, una mayor fibrosidad en los turiones del
espárrago, una forma más alargada en los tubérculos de chufa, etc.
En terrenos con exceso de elementos gruesos, en forma de gravas o piedras, se
han constatado efectos negativos en zanahorias, rábanos (figura 4.1.2), nabos, etc.,
induciendo raíces deformadas por bifurcación, en el caso del espárrago blanco, tu-
riones retorcidos, etc.
En igualdad de condiciones, se ha observado que en suelos arenosos algunas
cepas de Fusarium oxysporum pueden resultar más agresivas que en suelos arci-
llosos con un elevado contenido en montmorillonita (véase epígrafe 6.8.1.3).
224
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
Fig. 4.1.2. Rábanos con raíces deformadas como consecuencia de un suelo pedregoso
o aterronado.
4.1.3. Estructura
225
El suelo y la fertilización en Horticultura
En suelos muy compactos o con problemas de una capa freática demasiado ele-
vada, a veces se utilizan rejas subsolares tipo «topo», para facilitar la evacuación
del exceso de agua.
Las labores superficiales se pueden dar con aperos diversos, como cultivadores,
escardadores, etc. En Horticultura es bastante frecuente que se use y abuse de la fre-
sadora o «rotovator», lo que induce, en ocasiones, la formación, a una cierta profun-
didad, de un horizonte compactado del suelo, llamado en algunas zonas «tap».
La incorporación de materia orgánica al terreno mejora sensiblemente la es-
tructura del mismo al humificarse, a través principalmente de los poliurónidos y
otros electrolitos que se derivan de la fracción húmica, contribuyendo directamente
a su agregación estable. La aportación de materia orgánica también contribuye a
favorecer aspectos como la retención del agua; la aireación, la mejor capacidad de
evacuación del exceso de riego, y la formación de un complejo arcillo-húmico de
fundamental importancia en la capacidad de suministro de nutrientes a las plantas.
226
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
Cuadro 4.1.1
Intervalos deseables de pH para diversas plantas hortícolas
Intervalo de Tolerancia
Planta PH deseable a la acidez
Apio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,5 L
Berenjena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-6,5 M
Boniato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,2-6,0 A
Bróculi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,2 L
Calabaza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-7,5 M
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,4 L
Coles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,7-8,0 L
Coliflor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,2 L
Escarola. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,5 A
Espárrago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-8,0 L
Espinaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,5 L
Fresa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,0-6,5 A
Guisante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,5 M
Judías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,6-7,0 M
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,5 L
Maíz dulce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-7,0 M
Melón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-8,0 M
Nabo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,3-7,0 A
Patata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,0-6,0 A
Pepino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-7,5 M
Pimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-7,0 M
Tomate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-7,5 M
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-6,5 A
Zanahoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,5-7,5 M
L: Ligera. M: Moderada. A: Alta.
Fuentes: Mc Collum, 1980; Lorenz y Maynard, 1980: Domínguez, 1984.
Cuadro 4.1.2
Intervalos óptimos de pH para la absorción de diversos elementos
nutritivos en suelos minerales
Nitrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-8,0
Fósforo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,5-7,0
Potasio, Azufre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,0-8,5
Calcio, Magnesio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7,0-8,5
Hierro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4,0-6,5
Manganeso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,0-6,5
Boro, Cobre, Zinc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5,0-7,0
Molibdeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7,0-8,5
Basado en Lorenz y Maynard, 1980.
227
El suelo y la fertilización en Horticultura
En términos generales puede decirse que para elevar el pH del suelo en una uni-
dad, se requiere en suelos arenosos, entre 3 y 6 t/ha de caliza molida, mientras que
en terrenos arcillosos estas cifras deben elevarse hasta 6-10 Tm/ha, todo ello como
enmiendas de corrección, a las que deben añadirse las enmiendas de manteni-
miento, que oscilan anual y respectivamente entre 300/800 y 1.000-2.000 kg/ha de
caliza molida.
Algunos estudios americanos aconsejan el uso de silicato cálcico como basifi-
cante de suelos ácidos, que además puede soslayar en alguna medida ataques del
mildiu de las cucurbitáceas (Pseudoperonospora cubensis) (Heckman et al., 2003).
En el área hortícola mediterránea son frecuentes los suelos alcalinos a los que
resultan sensibles muchas especies hortícolas, como fresas, judías, etc., y en los
que son usuales los problemas de clorosis férrica (figura 4.1.3) al propiciar el alto
contenido en caliza el paso de iones ferrosos a iones férricos, poco asimilables y
que precicipitan o forman hidróxidos amorfos coloidales fijados en las arcillas del
suelo. La corrección de estos tipos de suelo resulta frecuentemente dificultosa, y a
veces, ocasional.
Entre los sistemas de modificación de los suelos excesivamente alcalinos pue-
den citarse los siguientes:
— Aportación de grandes canti-
dades de estiércoles de reac-
ción ácida o neutra, como los
de la oveja, caballo, etc.
— Incorporación, conjuntamen-
te con el abonado de fondo,
de aportaciones de sulfato de
hierro, práctica más preven-
tiva que eficaz.
— Utilización periódica de que-
latos de hierro, lo que es una
práctica habitual en suelos al-
calinos con cultivos sensibles
a la clorosis férrica, como los
anteriormente señalados.
— Aportación de azufre, lo que
resulta más teórico que real,
por los elevados aportes re-
queridos. Así, p. ej., en suelos
arenosos para hacer descen-
der el pH de 8,5 a 6,5/7 se re-
querirían 1.700-2.200 kg/ha
de azufre, repartido en toda la
superficie, y cantidades muy
superiores en suelos arcillo-
Fig. 4.1.3. Planta de judía afectada por clorosis sos (Domínguez, 1984).
férrica.
228
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
229
El suelo y la fertilización en Horticultura
Cuadro 4.1.3
Tolerancia a la sal de algunas plantas hortícolas
Umbral (salinidad
% de pérdidas
máxima en el
del rendimiento
extracto de
por encima
saturación del
del umbral
suelo sin pérdidas
del % por
productivas) CE
dS/m
dS/m
Cultivos sensibles
Judías. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,0 19
Zanahorias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,0 14
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,2 16
Fresa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,0 33
Cultivos moderadamente sensibles
Pimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,5. 14
Boniato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,5 11
Patata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,7 12
Col repollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,8 9,7
Apio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,8 6,2
Espinaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,0 7,6
Pepino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,5 13
Tomate. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,5 9,9
Bróculi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2,8 9,2
Calabacín (cultivo «tipo Scalope») . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3,2 16
Cultivos moderadamente tolerantes
Remolacha de mesa y espárrago (aprox.) . . . . . . . . . . . . . . . 4,0 9,0
Calabacín (cv Zuchint) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4,7 9,4
1 dS/m (1 decisiemen/m) equivale a 1 mmho/cm)
CE = Conductividad eléctrica.
Fuente: Maas, 1984. (Como complemento, consúltese el cuadro 6.4.2).
230
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
Cuadro 4.1.4
Tolerancia a la salinidad de algunas plantas ornamentales (Tesi, 1980)
Especies tolerantes (toleran niveles de salinidad comprendidos entre 2,1 y 2,8 mmhos/cm de CE
del extracto de saturación del suelo).
Esparraguera, Ficus, Pelargonium, Saintpaulia, Cineraria, clavel, crisantemo, Limonium.
Especies moderadamente tolerantes (toleran niveles de salinidad comprendidos entre 1,4 y 2,1
mmhos/cm de CE del extracto saturado): Aphelandra, Aechmea, Cyclamen, Rosal, Sansevie-
ria, Tagetes, Zinnia, Calceolaria, etc.
Especies sensibles (toleran niveles de salinidad de hasta 1,4 mmhos/cm de CE del extracto satu-
rado del suelo).
Gladiolo, tulipán, Azalea, Anthurium, orquídeas epifitas, Camellia, Gardenia, etc.
231
El suelo y la fertilización en Horticultura
232
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
— Regar con caudales elevados de agua, una vez que se asegure la evacuación
o drenaje de los suelos, en función de la conductividad de las aguas de riego
y drenaje.
— Aportar al suelo determinadas sustancias químicas, como azufre, yeso, etc.
y en suelos sódicos con el fin de sustituir en el terreno el sodio por calcio,
eliminando aquél en forma de sulfato sódico que se lava con el riego. Para
rebajar 1 meq de sodio cambiable/100 g de suelo en suelos con un PSI supe-
rior al 15 por 100, se requeriría aportar por cada hectárea al terreno 1,9 t de
yeso o 360 kg de azufre. Existen actualmente en el mercado preparados lí-
quidos, a base principalmente de ácidos orgánicos (como ác. glucónico, ác.
oxálico, etc.) y calcio, que se aplican conjuntamente con el agua de riego, a
dosis entre 50 y 200 1/ha, y con los que se consigue desplazar el sodio del
terreno al intercambiarlo con el calcio.
— Determinadas técnicas hortícolas como la utilización de riego localizado o
el empleo de «enarenados», puede soslayar en distinta medida la acción ne-
gativa de los suelos salinos, según circunstancias.
La salinidad del suelo o de las aguas puede influir en la aparición, con una ma-
yor incidencia de fisiopatías, como el «tipburn» de la lechuga o de la col china (fi-
gura 4.1.5), la necrosis apical de los frutos de tomate (figura 4.1.6), etc. (Maroto,
1997).
En Horticultura a veces se presentan problemas como consecuencia de utilizar
en semilleros o en cultivo definitivo determinadas turbas originarias de yacimien-
tos o turberas cercanos al mar en los que por intrusión marina existen niveles exce-
sivos de salinidad.
233
El suelo y la fertilización en Horticultura
Gros (1981) señala que a partir de la materia orgánica de un suelo bien provisto
pueden formarse entre 50 y 100 kg/ha y año de nitratos.
También existen microorganismos anaerobios que pueden inducir la desni-
trificación, sobre todo ante problemas de falta de aireación de los suelos, permea-
bilidad defectuosa, etc.
Otra función de gran importancia que realizan los microorganismos del suelo es
la fijación del nitrógeno atmosférico, que corre a cargo principalmente de las cepas
de Rhizobium, responsables de la formación de los nódulos simbióticos en las raí-
ces de las leguminosas.
234
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
Otros microorganismos que también pueden fijar nitrógeno en el suelo son los
Azotobacter (bacterias aerobias), los Clostridium (bacterias anaerobias), las algas
azules, los actinomicetos, etc.
Algunas criptógamas, como numerosas especies de hongos zigomicetos de la
familia Endogonaceae, pueden formar micorrizas en las raíces de las plantas, me-
jorando aspectos diversos como la absorción del fósforo, cinc o cobre, el propio
aprovechamiento del agua e incluso existen citas sobre su efecto protector frente a
los ataques de diversos patógenos (Barea, 1981). Bolgiano et al. (1983) han estu-
diado las ventajas que proporciona al cultivo de la cebolla la formación de micorri-
zas con el hongo Glomus etunicatus, sobre todo en relación con una mayor capta-
ción del fósforo y una mejor utilización del agua. Robertson et al. (1988) han
constatado el efecto beneficioso sobre el crecimiento y la productividad de plantas
de fresón tras la inoculación en vivero de distintas cepas de los hongos micorríci-
cos Glomus vesiculifer y G. clarum. Algunas ectomicorrizas exacerban la produc-
ción en la rizosfera de sustancias como los terpenos o incluso antibióticos, que
pueden defender a las plantas de determinados patógenos como Pythium, Phytoph-
thora, Fusarium, etc. Glomus intraradicens, inoculado sobre raíces de tomate
puede prevenir los ataques de Fusarium oxysporum f. lycopersici. Las micorrizas
vesículo-arborescentes proporcionan menos protección frente a patógenos, aunque
al propiciar la formación de sideróforos (que captan el hierro en competencia con
los patógenos), también pueden ejercer algún tipo de control (Jarvis, 1998). Algu-
nas micorrizas arbusculares pueden captar el N del suelo, incorporarlo como argi-
nina y transferirlo a las plantas de las que reciben glucosa. En patatas la inocula-
ción sobre microtubérculos de la micorriza Glomus intraradicens mejora la
absorción de hierro, magnesio y sobre todo de fósforo, incrementando la eficiencia
foliar sobre el peso seco de los tubérculos producidos. Algunos flavonoides como
la formonometina, mejoran en estos casos la formación de hifas durante la inocula-
ción (Davies et al., 2005).
La inoculación de plantas hortícolas (tomate, pimiento, melón, sandía, ...) con
rizobacterias promotoras del crecimiento (cepas de Bacillus subtilis, B. amyloque-
faciens, B. pumulis, Pseudomonas syringae, Ps. lacrhymans, etc. en cultivo hidro-
pónico puede prevenir determinados ataques patogénicos, por nematodos u hongos
(Meloidogyne en melón, Didymella en sandía, etc.) y favorecer el crecimiento (Va-
vrina et al., 2003; Kokalis-Burelle et al., 2004).
Algunas orquídeas, para ser cultivadas necesitan ser inoculadas con hongos del
género Rhizoctonia, que forma micorrizas con sus raíces.
Lógicamente, la actividad de los microorganismos del suelo depende de otros
factores, como la profundidad (disminuye con ella, el pH del suelo (en el caso de
las bacterias, es mayor con pH neutros o ligeramente alcalinos), la temperatura (el
intervalo óptimo se centra para valores comprendidos entre 30 y 40° C), etc.
Como se ha señalado anteriormente, el suelo también alberga organismos dañi-
nos, como los parásitos telúricos que afectan ostensiblemente al cultivo hortícola
intensivo, caso de algunos hongos del suelo (Fusarium, Verticillium, Rhizoctonia,
etc.), los nematodos, los insectos del suelo, etc.
235
El suelo y la fertilización en Horticultura
Dado que las plantas toman los elementos minerales del suelo a través de sus
raíces, resulta primordial conocer la proporción en que estos elementos nutritivos
se encuentran en el terreno, sobre todo con el fin de ajustar lo mejor posible un pro-
grama de fertilización; de ahí la gran importancia que tiene poseer un análisis de
los principales componentes del suelo en el manejo de un cultivo.
Los análisis de los suelos se pueden efectuar de formas diversas por lo que las
claves para la interpretación de los mismos pueden variar según el procedimiento
de determinación utilizado. Urbano (1989) detalla para cada elemento nutritivo los
valores correspondientes a los métodos de análisis más usuales.
Los principales parámetros que se analizan en un suelo son los siguientes:
Materia orgánica (MO), que además de influir en una mejor estructura de los
suelos, es una fuente de nutrientes, principalmente de nitrógeno. Normalmente se
admite que entre un 3 y un 5 por 100, el contenido en MO de los suelos puede ser
tildado de normal. En zonas áridas y/o suelos arenosos, normalmente el contenido
en MO es inferior a otros casos.
La aportación de estiércoles y abonos orgánicos es el medio que se utiliza en
Horticultura para mejorar el contenido en MO de los suelos. Los abonos orgánicos
236
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
237
El suelo y la fertilización en Horticultura
238
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
bacines, sandías, tomates, pimientos, etc., son muy poco tolerantes a la deficien-
cia en magnesio de los suelos, mientras que otras, como boniatos, judías, lechu-
gas, guisantes y rábanos, ete., resultan más tolerantes (Lorenz y Maynard, 1980).
Su papel en el metabolismo de los vegetales es fundamental, puesto que el mag-
nesio forma parte de la clorofila. Resulta relativamente frecuente aportar, en caso
necesario, sulfato magnésico como abonado de fondo y en ocasiones con abonos
foliares.
El azufre es otro elemento absorbido en gran medida por las plantas, particu-
larmente ciertas crucíferas, como coles, coliflores, etc., entre las hortalizas. Aun-
que juega un papel muy importante en numerosas rutas metabólicas, no suele
aportarse como fertilizante, porque, en general, los suelos contienen niveles sufi-
cientes (como media entre 0,1 y 0,8 por 1.000 de azufre total), y además en base
a que forma parte de los abonos fosfatados más corrientes, los superfosfatos.
Entre los oligoelementos necesarios para el normal crecimiento de las plantas,
el hierro, aun existiendo en suficiente cantidad en el suelo, puede quedar blo-
queado en terrenos excesivamente alcalinos, con lo que se produce la fisiopatía co-
nocida, como «clorosis férrica», a la que resultan sensibles muchas hortalizas
como las judías (figura 4.1.3), las fresas, etc. Algunas especies, como las espina-
cas, en suelos alcalinos, al bloquearse la absorción del hierro, sus hojas amarillean
y se deprecian comercialmente.
Los mismos sistemas que se señalaron para mejorar los suelos alcalinos, en par-
ticular la utilización y aportación de hierro en forma quelatada, son los más ade-
cuados para corregir la clorosis férrica.
El boro es otro oligoelemento necesario en pequeñas cantidades (son suficien-
tes niveles solubles en agua de 1-2 pmm, en los suelos) particularmente en deter-
minadas especies hortícolas, como los apios, los nabos, rábanos, espárragos, remo-
lachas, coliflores, etc. Sin embargo, si su contenido en el terreno es demasiado
elevado, puede resultar fitotóxico. Para prevenir las deficiencias en este elemento,
son suficientes aportaciones en el abonado de fondo de 15-20 kg/ha de bórax, o
recurrir a aportaciones correctivas foliares, ricas en boro (normalmente pentabo-
rato sódico).
El molibdeno, prácticamente, es el único oligoelemento cuya absorción se ve
inhibida en suelos ácidos (cuadro 4.1.2). Resulta importante sobre todo en la nodu-
lación de las leguminosas, como judías, guisantes y habas. En algunas hortalizas,
como el melón, se han descrito en nuestro país carencias en molibdeno.
Manganeso, zinc y cobre son tres oligoelementos cuyas carencias son más ra-
ras, en cultivos hortícolas, por las aplicaciones foliares de fungicidas que los con-
tienen, que suelen efectuarse asiduamente en su manejo. Determinadas hortalizas,
como judías, lechugas, cebollas, espinacas, rábanos, etc., responden de forma
altamente positiva a las aportaciones de manganeso, lo que también ocurre en ju-
días comunes y judías de Lima para el zinc, y en zanahorias, remolachas, lechu-
gas, cebollas, espinacas, ete., para las aportaciones de cobre (Knott, 1957). Con el
fin de prevenir o corregir las carencias en oligoelementos se recurre a menudo a
las aplicaciones de abonos foliares ricos en uno o varios de los mencionados oli-
goelementos.
239
El suelo y la fertilización en Horticultura
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240
El suelo en Horticultura. Conceptos generales
241
4.2. La fertilización en Horticultura
4.2.1. Introducción
En horticultura resulta normal que se aporten dos tipos de abonos: los estiérco-
les o abonos orgánicos y los abonos minerales.
243
El suelo y la fertilización en Horticultura
dora como materia prima para la extracción de ácidos húmicos (Alcaide et al.,
1991), así como las ventajas que entrañaba la compostización mixta de lodos con
paja de arroz, lo que proporciona valores elevados de N y P y una disminución del
contenido en metales pesados (Ferrer et al., 2002).
Cuadro 4.2.1
Composición analítica media de algunos abonos orgánicos(*)
% % % % Materia
P2O2 K2O Reacción
Nitrógeno orgánica
Gallinaza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l,1-4,0 0,5-3,2 0,5-1,9 50-74 B
Estiércol de ganado vacuno. . . . . . . 0,5-0,7 0,2-0,30 0,5-0,65 30 A
Estiércol de oveja . . . . . . . . . . . . . . 1,0-2,0 0,75-1,0 1,0-2,50 60 A
Estiércol de caballo . . . . . . . . . . . . . 0,65-1,0 0,25-0,75 0,60-0,85 30 A
Estiércol de cabra . . . . . . . . . . . . . . 2,77 1,78 2,88 60 A
Estiércol de conejo . . . . . . . . . . . . . 2,0 1,33 1,20 50
Sangre desecada (**) . . . . . . . . . . . 13,0 1,5 - 80 A
Harina de semilla de algodón (**) . 6,5 3,0 1,5 80 A
«Compost» de lombriz . . . . . . . . . . 2-3 2-3 2-3 50
(*) Las variaciones entre las fuentes pueden llegar a ser muy importantes.
(**) En algunas fuentes estos mismos valores se dan sobre materia seca.
Fuentes: Knott, 1957: SICCFA, 1975 y otros trabajos.
244
La fertilización en Horticultura
Existen muchos textos en castellano a los que el lector interesado puede acudir,
para estudiar en profundidad los distintos tipos de abonos minerales que existen ac-
tualmente en el mercado, sus propiedades, formas de uso, etc. (Gros, 1981; Domín-
guez, 1984; Primo y Carrasco, 1973). En este epígrafe vamos a efectuar una expo-
sición muy sintetizada del tema tratando de remarcar aquellos aspectos de mayor
interés desde la especificidad del cultivo hortícola.
Los fertilizantes minerales se clasifican en función de caracteres diversos,
como los siguientes:
— Por el estado físico en que se presentan, hay abonos gaseosos, líquidos y só-
lidos. Entre estos últimos, que son los más habituales, se distinguen entre
los preparados en polvo, en gránulos, en cristales, en perlas, etc.
— Por el número de elementos fertilizantes que suministran, podemos encon-
trarnos con abonos simples, que son los que sólo proporcionan un único ele-
mento nutritivo; abonos compuestos, son los que proporcionan a través de
un único formulado varios elementos nutritivos y según que las sustancias
precursoras de los nutrientes hayan reaccionado o no entre sí, se habla de
245
El suelo y la fertilización en Horticultura
246
La fertilización en Horticultura
— Los que aportan con una menor rapidez el nitrógeno disponible para ser ab-
sorbido por las plantas, como:
• Sulfato amónico del 21 por 100.
• Cianamida cálcica del 20,5 por 100 en N.
• Urea del 46 por 100 en N.
• Amoníaco en formas variables.
— Los abonos de liberación lenta del nitrógeno entre los que pueden citarse:
• Urea-azufre con el 35 por 100 en N.
• Urea-formaldehído con el 38 por 100 en N.
• Crotonilén diurea con el 30 por 100 en N.
• Isobutilén urea con el 32 por 100 en N.
• Oxamida, con el 32 por 100 en N.
247
El suelo y la fertilización en Horticultura
248
La fertilización en Horticultura
— Nitrato potásico con una riqueza media del 13 por 100 en N y del 44 por
100 en potasio.
— Fosfato monoamónico, con una riqueza media del 10/11 por 100 en N y
50/55 por 100 en P2O5.
— Fosfato biamónico, con una riqueza media del 16/18 por 100 en N y 46/48
por 100 en P2O5.
— Polifosfato amónico, con una riqueza media del 13 por 100 en N y del 48
por 100 en P2O5.
— Metafosfato potásico, con una riqueza media del 55 por 100 en P2O5 y del
35 por 100 en K2O.
— Polifosfato potásico, con una riqueza media del 41/51 por 100 en P2O5 y del
35/45 por 100 en K2O.
249
El suelo y la fertilización en Horticultura
250
La fertilización en Horticultura
251
El suelo y la fertilización en Horticultura
15,4% del N aportado, del 4,1% del K, y prácticamente nula en el caso del P. Tam-
bién evaluaron la lixiviación de otros cationes (Ca y Mg) y aniones (Cl–, SO4=, ...).
Existen fórmulas aproximadas de equilibrio mineral para los distintos cultivos.
Así, p. ej., Knott (1957) propone los siguientes equilibrios (N/P/K) en condicio-
nes medias.
— Espárragos y hortalizas aprovechables por sus hojas: 1/1/1.
— Hortalizas aprovechables por sus raíces o tubérculos: 1/2/2.
— Hortalizas aprovechables por sus frutos: 1/2/1.
Citando a Pontailler, Tesi (1980) amplía estos equilibrios aproximados en la si-
guiente forma N/P2O5/K2O):
— Flores: 1/1/2.
— Hortalizas aprovechables por sus hojas: 1/1/1.
— Hortalizas aprovechables por sus tubérculos: 1/1/1.
— Hortalizas aprovechables por sus bulbos: 1/1, 5/2.
— Hortalizas aprovechables por sus frutos: 1/2/2.
— Leguminosas: 0/1/2.
En cualquier caso, estos equilibrios, tan sólo tienen el valor de una aproxima-
ción y siempre debe acudirse a la cifra total de extracciones. A este respecto, y
como base, puede consultarse el cuadro 4.2.2 en el que aparecen los valores me-
dios de las extracciones de diversas plantas hortícolas para rendimientos medios. A
pesar de todo y a la hora de establecer un plan de fertilización, aconsejamos al lec-
tor la consulta de trabajos más específicos, puesto que en el nivel de extracciones
de plantas hortícolas, dada su gran variabilidad, pueden intervenir factores diver-
sos, no contemplados en este cuadro, como el cultivar, el sistema de manejo, el ren-
dimiento esperado, etc.
En lo referente a la fertirrigación, puede señalarse que será válido parte de lo
que se comentará posteriormente al estudiarse las técnicas de manejo de las solu-
ciones nutritivas. En la práctica de la fertirrigación, el procedimiento a seguir suele
consistir en la elaboración previa de una solución concentrada con los fertilizantes
que van a ser utilizados, en función de su solubilidad y evitando mezclas que pue-
dan ser poco recomendables. A este respecto, Verdier (1987), citando una amplia
gama de fertilizantes usuales en la fertirrigación del fresón (nitratos de potasio, cal-
cio, magnesio, amonio y sodio; fosfato biamónico; sulfatos magnésico, amónico, y
potásico), sólo señala problemas entre el nitrato cálcico y los fertilizantes: sulfato
magnésico, nitrato amónico, sulfato potásico y sulfato magnésico.
Tesi (1980), a la hora de establecer la difusión final en el riego, recomienda no
rebasar en ningún caso la concentración de 1-2 g/1. En el cultivo del fresón, espe-
cie sensible a la salinidad, Verdier (1987) establece este límite en 1 g/1.
La calidad del agua de riego (en forma de concentración salina) debe ser tenida
en cuenta a la hora de efectuar un programa de fertirrigación, teniendo en cuenta
que, de forma aproximada, toda agua con una CE (conductividad eléctrica), de
1.000 micromhos/cm, equivale a una concentración de 0,64 g/1 de sales totales.
252
La fertilización en Horticultura
Cuadro 4.2
Extracciones medias aproximadas para algunos cultivos hortícolas (*)
(Basados en trabajos diversos cono Maroto, 2002; Tesi, 1980; Vidalie, 1983, etc.)
N P2O5 K2O
Apios 200 150 500
Coliflores 200 80 250
Cebolla 90 40 120
Lechuga 80 40 200
kg/ha Melones 90 40 200
Patata 175 60 300
Pepinos 150 80 300
Pimientos 200 60 300
Tomates 250 90 400
Zanahorias 150 90 400
253
El suelo y la fertilización en Horticultura
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254
La fertilización en Horticultura
255
PARTE QUINTA
5.1.1. Introducción
Desde finales de los años sesenta y principios de la década de los setenta la uti-
lización de turbas con aplicaciones diversas se ha extendido ampliamente en la
Horticultura española. La naturaleza de estas materias primas y los principales sis-
temas de aplicación serán estudiados a continuación.
259
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Fig. 5.1.1. Extracción de turbas para la Horticultura en una turbera del norte de Europa.
de las plantas que las originaron, siendo la naturaleza de éstos fundamental para el
comportamiento físico de estas turbas en aspectos como la porosidad, la retención
de agua, etc. (André, 1981; Penningsfeld y Kurzmann, 1983, etc.).
Entre las propiedades más importantes de los diversos tipos de turbas rubias
cabe señalar los siguientes (Gras, 1983; Penningsfeld y Kurzmann, 1983; Tesi et
al., 1985; Verdure y Fauche, 1981; Zuang et al., 1985):
260
Cultivos en turba
— Una vez desecadas, pueden volver a humedecerse tomando agua sin exce-
sivos problemas.
— Suelen ser un sustrato normal de cultivo con soluciones nutritivas sobre
todo en producciones florales, y en la elaboración de composts de uso hor-
tícola, mezcladas con tierra, arena, etc.
261
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
— Las turbas negras suelen emplearse como enmienda húmica o, como las tur-
bas rubias, en la elaboración de abonos para siembras, repicados, etc.
Las turbas marrones presentan propiedades intermedias a los dos tipos ante-
riores (rubias y negras solígenas).
En cualquier caso existe una amplia variedad de turbas dentro de cada tipo, por
lo que las propiedades anteriormente reseñadas en los valores concretados pueden
variar en algunos casos, como puede comprobarse analizando detenidamente las
fuentes bibliográficas anteriormente reseñadas. Cattivello et al. (1997) estudiaron
exhaustivamente las propiedades de 32 tipos distintos de turbas de Sphagnum ru-
bias y marrones, procedentes del norte y este de Europa, difundidas comercial-
mente en Italia, habiendo constatado una amplia variabilidad en los parámetros
analizados (p. ej., en pH en agua 1:5, entre 3,1 y 5,6; en contenido en materia seca
entre el 26 y el 68,2 por 100; en densidad aparente entre 48,2 y 147,2 Kg/m3, etc.)
y detectando en algunas de ellas la presencia de cesio radiactivo, aunque a niveles
que nunca sobrepasaban los límites de peligrosidad establecidos.
Almendros (1981) estudió las características más sobresalientes de las principa-
les turberas españolas, tomando muestras de turberas ubicadas en Moguer
(Huelva), Daimiel (Ciudad Real), Padul (Granada) y Torreblanca (Castellón).
Los profesores Abad y Noguera están realizando en la Universidad Politécnica
de Valencia estudios diversos de aprovechamiento con turbas procedentes de tur-
beras bajas mediterráneas y de otras procedencias, determinando los parámetros fí-
sico-químicos más importantes para su utilización, en formulación única o en mez-
clas, en Horticultura (p. ej., Abad et al., 1995).
262
Cultivos en turba
263
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Fig. 5.1.4. Cultivo de fresones con estolones de coronas engrosadas sobre cajas rellenas con
turba o fibra de coco. Universidad Politécnica, Valencia.
Resulta bastante normal que la turba se comercialice ensacada tras haber efec-
tuado sobre ella una serie de operaciones, como son:
264
Cultivos en turba
(1980) señala, entre otros, los siguientes valores óptimos de pH, en agua,
para plantas ornamentales:
265
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
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266
5.2. Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo
convencional o en soluciones nutritivas
5.2.1. Introducción
267
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
268
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
269
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Como ventajas, los cultivos en soluciones nutritivas pueden ofrecer las siguien-
tes:
5.2.4. Substratos
270
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
Substratos artificiales
• Perlita. Material obtenido como consecuencia de un tratamiento térmico a
unos 1.000° C de una roca silícea volcánica del grupo de las riolitas. Se presenta en
partículas blancas cuyas dimensiones varían entre 1,5 y 6 mm, con una densidad
baja, en general inferior a los 100 kg/m3. Posee una capacidad de retención del
agua de hasta cinco veces su peso y una elevada porosidad, su capacidad de inter-
cambio iónico es prácticamente nula (2-5 meq/1), su durabilidad como substrato,
está limitada a 1-2 cultivos. Su pH está cercano a la neutralidad y se utiliza a veces,
mezclada con otros substratos, como turba, arena, etc.
• Arcilla expandida. Se obtiene tras el tratamiento de nódulos arcillosos a más
de 1.000° C, formándose como unas bolas de corteza dura y un diámetro, com-
prendido como media, entre 2 y 10 mm. La densidad aparente está en torno a los
400 kg/mi. Posee una baja capacidad de retención del agua y una buena capacidad
de aireación. Su capacidad de intercambio catiónico es prácticamente nula (2-5
meq/1). Su pH está comprendido entre 5 y 7. Con relativa frecuencia se mezcla con
turba, para la elaboración de substratos.
• Vermiculita. Se obtiene por la exfoliación de un tipo de micas sometido a
temperaturas superiores a los 800° C. Su densidad aparente es de 90 a 140 kg/m3,
presentándose en escamas de 2-6 mm. Puede retener 350 litros de agua por m3 y
posee buena capacidad de aireación, aunque con el paso del tiempo tiende a com-
pactarse. Posee una elevada capacidad de intercambio iónico cifrable en 80-120
271
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
meq/1. No puede decirse que sea inerte químicamente, puesto que puede contener
hasta un 8 por 100 de potasio asimilable y hasta un 12 por 100 de magnesio asi-
milable. Su pH suele estar comprendido entre 7 y 7,2. Puede ser empleada en una o
dos cosechas. Su desinfección, en ocasiones, resulta problemática.
• Lana de roca. También conocida como «grodan». Se obtiene al fundir a tem-
peraturas superiores a los 1.500° C una mezcla de rocas volcánicas, calcáreas y
carbón de Cock, produciéndose unas fibras, que para darles estabilidad se mezclan
con una resina llamada bakelita y que posteriormente se recogen y comercializan
en láminas, paralelepípedos, panes o cubos. Su densidad aparente es inferior a los
80 kg/m3. Puede retener hasta el 80 por 100 de su volumen en agua y posee una
elevada porosidad (mayor del 90 por 100). Su capacidad de intercambio iónico es
prácticamente nula. No es del todo inerte, pudiendo aportar algunas pequeñas can-
tidades de hierro, magnesio, manganeso y sobre todo calcio. Su pH puede variar
entre 7 y 9,5 aunque con el tiempo tiende a la neutralidad. Puede utilizarse en un
período muy variable, comprendido entre 2 y 6 cosechas, según sea la conserva-
ción, si bien difícilmente se prolonga su uso más de 2-3 campañas. Posee una esca-
sa capacidad tampón, por lo que exige un alto control de la solución nutritiva. La
lana de roca ha sido ampliamente utilizada como substrato en los últimos años, si
bien su dificultosa degradabilidad (en 1 ha pueden quedar hasta 100 m3 de dese-
chos de lana de roca), conjuntamente con su uso inicial, principalmente en sistemas
abiertos, han hecho replantearse su idoneidad en el ámbito de los cultivos hidropó-
nicos, al menos en la forma en que se empleó en los años ochenta y gran parte de
los noventa.
• Poliestireno expandido. Es un plástico troceado en flóculos de 4-12 mm, de
color blanco. Su densidad es muy baja, en términos generales inferior a 50 kg/m3.
Posee poca capacidad de retención de agua y una gran posibilidad de aireación. Su
pH es ligeramente superior a 6. Suele utilizarse mezclado con otros substratos,
como la turba, para mejorar la capacidad de aireación. La desinfección con tem-
peraturas elevadas o con desinfectantes como la cloropicrina, el DD o el bromuro
de metilo, degrada su estructura.
• Fibra de coco. Es un producto natural cuya utilización va en aumento, aun-
que suele presentar amplias variaciones según procedencias. Abad et al. (1997) y
Noguera et al. (1999) han estudiado ampliamente las propiedades agronómicas
como substrato de diversas muestras de fibra de coco, que posee una porosidad to-
tal entre el 94 y el 99 por 100, el agua total disponible supone entre el 12 y el 14 por
100 del volumen, con una capacidad media de retención de 602 ml agua/1 de subs-
trato; el agua fácilmente disponible varía entre el 0,7 y el 37 por 100 en volumen,
siendo la mediana del 19,9 por 100; su pH en saturación es de 4,7 a 6,25, con una
mediana de 5,3-5,7. La CE del extracto de saturación puede variar entre 0,39 y 6,77
dS/m, con una mediana, según trabajos, de 1,27. Su capacidad de intercambio ca-
tiónico varía entre 31 y 97 meq/100 g, siendo la mediana de 61, con niveles signifi-
cativos de P, K, Ca, Mg, cloruros, etc. y con una contracción media del 14 por 100.
Existen otros substratos naturales o artificiales que pueden ser utilizados en al-
gunos casos como:
272
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
— Corteza de pino.
— Ladrillo molido.
— Serrín.
— Esquistos expandidos.
— Urea-formaldehído.
— Fibra de vidrio.
— Puzolanas.
— Pumita.
— Poliuretano regenerado.
— Hortifibra (fibra de madera tratada térmicamente y degradable).
— Compost de corcho.
— Poliacrilamidas, copolímeros (poliacrilonitrilos, propenamida, etc.).
— Zeolitas.
— Turbas (de las que se ha hablado con anterioridad).
— Cascarilla de arroz, cáscara de almendras, leonardita (carbón oxidado como
lignito, fibra de pino).
— Etc.
Para una mayor información sobre substratos pueden consultarse, aparte de los
textos generales anteriormente mencionados (Penningsfeld y Kurzmann, 1983;
Resh, 1982, etc.), otros trabajos más específicos como Zuang et al. (1985), Tesi et
al. (1985), Ryser (1985), Gras (1983), INRA (1985), Urrestarazu (2004), Carmona
et al. (2003 a y b), Boronat et al. (2004), etc.
El agua destinada a la solución nutritiva deberá ser lo más pura posible, siendo
muy apropiadas las aguas de lluvia. Sin embargo, lo normal es utilizar otras fuen-
tes de aprovisionamiento, como el agua de pozos, cauces, etc.
Resh (1982), Vincenzoni (1980) y Penningsfeld y Kurzmann (1983), recopilan-
do información de diversos autores (Bentley, Hewitt, etc.), señalan algunos datos a
tener en cuenta a la hora de utilizar un tipo de agua.
Desde el punto de vista de la concentración salina, no puede haber problemas de
uso de aguas con valores inferiores a los 200 ppm de sales totales, puesto que estas
concentraciones no poseen una significación apreciable en la solución nutritiva.
Un tipo de agua con un contenido en cloruro sódico superior a las 50 ppm no es
aconsejable que sea empleada como vehículo de la solución nutritiva.
Algunas sustancias pueden resultar tóxicas en determinadas proporciones, como
el cloro libre en cantidades superiores a las 5 ppm, el boro, fluor y manganeso en
concentraciones superiores a las 2 ppm, el sodio en cantidades superiores a 10 ppm.
Determinados productos, como los sulfatos, a concentraciones inferiores a 20
ppm, no tienen significación alguna en la solución nutritiva, lo que también debe
273
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
ser considerado en el caso del magnesio para valores inferiores a las 10 ppm o el
hierro para concentraciones inferiores a 1 ppm.
En países áridos es relativamente frecuente que las aguas posean un exceso de
sales bicarbonatadas, normalmente en forma de bicarbonato cálcico o magnésico,
con lo que el pH (del agua) puede resultar demasiado elevado. Con el fin de sosla-
yar estos problemas, puede aportarse en estos casos ácido nítrico, que formará ni-
trato cálcico o magnésico y hará desprenderse anhídrido carbónico. El exceso de
calcio, aunque se encuentre en proporciones más elevadas a las necesidades de la
planta, no suele plantear graves problemas a la solución nutritiva (aunque lógica-
mente, su concentración no se deberá incrementar por aportación de sales (Lesaint
y Coïc, 1983).
Entre las sales que aportan nitrógeno, son muy utilizadas: Nitrato amónico,
nitrato cálcico, fosfato monoamónico, fosfato biamónico, ácido nítrico...
Entre las sustancias aportadoras de fósforo, cabe destacar: Ácido fosfórico, fos-
fato amónico, fosfato potásico, etc.
Como sustancias suministradoras de potasio, suelen utilizarse: Nitrato potásico,
fosfato monopotásico, sulfato potásico, etc.
Otros productos que aportan otros elementos nutritivos y que son muy utiliza-
dos son: Sulfato cálcico, fosfato monocálcico, sulfato magnésico, sulfato de zinc,
sulfato de hierro, sulfato de manganeso, sulfato de cobre, citrato de hierro, ácido
bórico, quelato de hierro (EDTA), quelato de manganeso (EDTA), etc.
Algunos productos, como el cloruro potásico o el cloruro cálcico, pueden em-
plearse en caso de graves deficiencias de potasio y calcio respectivamente, pero
tienen el inconveniente de que su uso no es recomendable en aguas en las que es-
tén presentes los aniones «cloruros».
274
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
Cuadro 5.2.1
Algunas soluciones nutritivas a emplear en hidroponía
(Pennisgsfeld y Kurzmann, 1983)
1) Soluciones de Hoagland
Nitrato potásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 540 g
Nitrato cálcico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 g
Fosfato monocálcico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140 g
Sulfato magnésico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 g
Sulfato de hierro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 g
Sulfato de manganeso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 g
Bórax . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,7 g
Sulfato de zinc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,8 g
Sulfato de cobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,6 g
Un total de 919,1 g de solutos de 1.000 1 de agua.
Concentración aproximada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,1%
Equilibrio N:P2O5 · K2O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1:0,83:2,84
275
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
nómicas, como el sulfato potásico, que resultan menos solubles que otras, se deben
disolver con agua caliente.
Vincenzoni (1980) indica que en primer lugar deben disolverse las sales más
solubles y ácidas, utilizando al menos el 75 por 100 del agua necesaria.
Resh (1982) aconseja disolver individualmente cada sal y aportarla posterior-
mente al tanque de la solución que posea un 10 por 100 del volumen final apor-
tando en primer lugar los micronutrientes y después los macronutrientes, disol-
viendo como se ha señalado anteriormente, en primer lugar los sulfatos y a
continuación los nitratos y fosfatos. Posteriormente ajustar el pH de la solución en-
tre 6 y 6,5 añadiendo ácido sulfúrico o hidróxido potásico, dejando circular durante
5-10 minutos la solución nutritiva y volviendo a ajustar su pH al cabo de este
tiempo.
Lesaint y Coïc (1983) preconizan la elaboración de dos soluciones madres alta-
mente concentradas, una para macroelementos y otra para microelementos, que
posteriormente se mezclan y diluyen en la formación de la solución nutritiva.
Realmente no hay soluciones nutritivas únicas para cada planta, sino que exis-
ten en la literatura científica, tal y como se señala en el cuadro 5.2.1, diferentes so-
luciones, fruto de la experimentación de diversos autores, que se han ensayado con
mayor o menor éxito en distintos cultivos y situaciones.
A este respecto existen soluciones muy conocidas, como las indicadas en el
mencionado cuadro 5.2.1 de Hoagland, de Ellis-Swaney, de Turner y Henry, de
Meier-Schwarz, etc.
Lesaint y Coïc (1983) llegan a uniformizar las soluciones nutritivas en
dos grandes grupos: soluciones acidófilas, ajustadas a un pH 5,5 y soluciones
neutrófilas, adaptadas a la nutrición de la mayor parte de las hortalizas, ajustadas
a un pH 5,8-6 y de éstas, hacen ajustes concretos para crasuláceas (menos exi-
gentes en agua), crucíferas y liliáceas (con grandes exigencias en azufre) y legu-
minosas.
La adecuación de la solución nutritiva a los equilibrios en macronutrientes ab-
sorbidos por cada planta, puede ser un buen punto de partida. Vincenzoni (1980) a
este respecto señala que los equilibrios óptimos para plantas como lechuga, to-
mate, cucurbitáceas y coles son de 1:0, 29-0,8: 0,58-1,5; para los claveles se cifran
en 1:0,8:1,75-2,25; para las rosas de 1:0,6:1-1,5; etc.
Existen estudios en los que se señala la conveniencia de tener controlada la re-
lación N/K. Resh (1982) indica que en invierno esta relación debe reducirse a la
mitad que en el verano, puesto que la iluminación es mucho menor y las plantas ne-
cesitan menos nitrógeno.
Turner y Henry (1968) preconizan relaciones N/K de 1/0,3-0,5 en verano y de
1/4-8 en invierno, haciendo hincapié en el hecho de que las especies leñosas como
el rosal, la gardenia, etc., requieren mayores niveles de potasio que las especies
herbáceas, como claveles, alhelíes, crisantemos, etc. (con grandes exigencias en
nitrógeno), o Anthirrinum (con escasas exigencias en nitrógeno). Sin embargo, al-
gunas plantas, como los tomates, se desarrollaban bien en la solución empleada
para las rosas.
276
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
B) Control del pH
El control del pH de la solución nutritiva resulta de suma importancia y deberá es-
tar acorde con la planta que se está cultivando. En el epígrafe 5.1.4 relativo a turbas se
han señalado los pH óptimos que pueden emplearse para una serie de plantas
ornamentales, mientras que los relativos a algunas hortalizas pueden verse consul-
tando el epígrafe 4.1.4 y el cuadro 4.1.1. La mayor parte de las plantas cultivadas pue-
den tolerar soluciones nutritivas con pH comprendidos entre 5 y 6,5, aunque lo nor-
mal en soluciones comerciales es que el pH esté comprendido entre 6 y 6,5 (Ellis y
Swaney, 1967). Un pH demasiado alcalino puede provocar la precipitación del hierro,
manganeso, fosfato, calcio y magnesio en forma de sales insolubles, no asimilables
para la planta; mientras que soluciones con pH demasiado ácidos pueden inducir ca-
rencias de calcio y baja utilización de los cationes amónicos (Ellis y Swaney, 1967).
Verdure y Fauche (1981) señalan que en cultivo de especies acidófilas como Azalea y
hortensia azul sobre turba u otros substratos con soluciones nutritivas, cuando el pH
rebasa el valor de 5, pueden surgir graves problemas de coloración, por bloqueo del
aluminio, mientras que si el pH desciende por debajo de 4, pueden producirse altera-
ciones, como el azulamiento de los ápices foliares por carencia de calcio. En el caso
de la hortensia rosada, un pH demasiado débil puede acarrear un azulado de los pé-
talos, mientras que su color natural se mantiene con pH superiores a 5,8, pero sin so-
brepasar los valores 6,5-7, puesto que en este caso, surgen problemas de alteraciones
en las raíces y carencias más o menos marcadas de hierro y manganeso.
Ya se ha señalado que el ajuste de pH suele hacerse, para acidificar, con la adi-
ción de ác. sulfúrico, mientras que para alcalinizar suele emplearse hidróxido potá-
sico, aunque también pueden usarse otros hidróxidos, como el cálcico o el sódico
(Penningsfeld y Kurzmann, 1983). Para acidificar también se pueden utilizar ác.
nítrico y/o ác. fosfórico, aunque en estos casos debe considerarse el aporte de N y/o
P, que estos ácidos suponen. Algo similar debe ser considerado si se basifica con
otros productos como el bifosfato amónico (aporte de P y N) o el bicarbonato potá-
sico (aporte de K).
277
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
— Época del año, en verano las soluciones nutritivas se aportan más diluida-
mente que en invierno, de forma que en promedio según los diversos auto-
res consultados, en verano las soluciones se suministran a una concentra-
ción entre el 0,05 y el 0,125 por 100, mientras que en invierno, las
concentraciones pueden variar entre el 0,15 y el 0,5 por 100.
— Estadio de desarrollo de la planta, de manera que en las primeras fases, la
concentración de la solución será inferior al 0,1 por 100, mientras que en
pleno crecimiento podrá variar entre el 0,15 y el 0,4 por 100.
— Resistencia de las plantas a la salinidad, plantas como las judías, las fresas,
las orquídeas, las bromeliáceas, son muy sensibles a la salinidad, mientras
que otras, como los espárragos, los tomates, claveles, rosas, etc., pueden te-
ner una tolerancia más o menos acusada (consultar los cuadros 4.1.3, 4.1.4 y
6.4.2).
278
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
279
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
(p.e. 5%) y durante el mediodía se sitúa en los valores más elevados (p.e., 30-
40%). En el inicio de los ciclos de cultivo bajo invernadero de hortalizas de fruto,
los drenajes también son menores, mientras que con el mayor desarrollo vegeta-
tivo y la maduración de los frutos se incrementa. Usualmente en un sistema hidro-
pónico se vuelve a regar cuando se ha agotado un 5% del agua disponible más el
agua de reserva del sustrato (contenido hídrico del sustrato a una tensión entre 10
y 100 cm de columna de agua). Otro sistema que también se utiliza automatizada-
mente para complementar/sustituir los anteriores es emplear una sonda de salini-
dad que determina la conductividad eléctrica máxima, a partir de la cual el sis-
tema deja de inyectar fertilizante y riega sólo con agua (Baixauli y Aguilar, 2002;
Moreno, 2004).
Existe una cierta tendencia hacia la reutilización de las soluciones nutritivas
mediante los sistemas cerrados y en este sentido además de tener que intervenir pe-
riódicamente para renovar aquéllas, deben emplearse sistemas de desinfección de
las propias soluciones nutritivas para evitar riesgos fitopatológicos. Entre los siste-
mas utilizados pueden citarse (Fernandes, 2005):
280
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
D) Lucha fitosanitaria
También es posible añadir a la solución nutritiva insecticidas o fungicidas
que sean absorbibles por las raíces y que permitan luchar frente a plagas y enfer-
281
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
medades. En este sentido, entre los insecticidas de mayor uso pueden citarse: ciro-
mazina, frente a dípteros minadores; imidacloprid principalmente frente a áfidos,
aleuródidos, microlepidópteros y algunos dípteros; oxamilo, frente a dípteros mi-
nadores, ácaros, nematodos, etc. Entre los fungicidas pueden indicarse: etridiazol,
frente a Pythium, oidios, mildius, Rhizoctonia, Fusarium, etc; bupirimato, frente a
oidio; flutalonil frente a Rhizoctonia; metaxanina, frente a mildius; propamocarb,
frente a Pythium, Phytophthora, etc. En algunos casos, deben adoptarse precaucio-
nes adicionales como con el uso del oxamilo en que el pH de la solución nutritiva
debe ser inferior a 7 y siempre se deben tener en cuenta los plazos de seguridad que
establece la legislación fitosanitaria al respecto (Baixauli y Aguilar, 2002).
La desinfección de los sustratos suele hacerse con vapor de agua, mediante la
utilización de productos químicos y se están desarrollando estudios para el empleo
de antagonistas biológicos (consúltese el epígrafe 6.7).
282
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
grava
bancada
bomba
tanque nutritivo
Sistema Americano
tubería de
desbordamiento grava
bancada
agujero
bomba
tanque nutritivo
B) Cultivo en grava
Las balsas se rellenan con gravas, de manera que las partículas más gruesas
se colocan al fondo de las bancadas. Existen dos sistemas de aportación de las
soluciones nutritivas: por subirrigación, a veces denominado sistema «ameri-
cano»; y por caída libre o sistema de «Filippo», también llamado sistema «ho-
landés» (figura 5.2.1). Este segundo sistema proporciona una mayor aireación,
de gran interés, sobre todo para instalaciones no demasiado grandes, en las que
se efectúan siete o más irrigaciones al día. Con el sistema de subirrigación, la
propia tubería de riego, recoge y evacua la solución nutritiva, siendo normal que
en verano se efectúe un riego por hora y en invierno que esta cadencia se re-
duzca a 3-4 veces/día.
El cultivo en grava funciona muy satisfactoriamente, puesto que proporciona
un buen gradiente de nutrientes, una adecuada aireación, que debe ser superior al
15 por 100 del volumen del substrato (Steiner, 1976) y un buen drenaje. Como in-
convenientes más significativos puede hablarse de su alto costo y la cualificación
que requiere por parte del personal de manejo.
En grandes instalaciones, para mejorar el avance de la solución nutritiva, a ve-
ces se disponen tubos perforados.
283
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
C) Cultivo en arena
Las bancadas se forran con plástico y se rellenan con arena. En sistemas «cerra-
dos» suele ser bastante frecuente el empleo de la subirrigación, procediéndose a
dar 2-5 riegos/día. También puede suministrarse la solución nutritiva desde la su-
perficie.
Con este sistema a veces surgen problemas de mala aireación del substrato, por
compactación en el tiempo, sobre todo si la arena es demasiado fina.
Para evitar el exceso de acumulación de sales, cada 1-2 semanas, o cuando los
análisis lo indiquen oportuno, se procederá al lavado de la arena (Ellis y Swaney,
1967).
A veces se detectan deficiencias en el transporte lateral del flujo de nutrientes.
Para ampliar la información sobre los aspectos descritos de estos sistemas pue-
den consultarse muchos textos, como Ellis y Swaney (1967); Turner y Henry
(1968); Steiner (1970); Penningsfeld y Kurzmann (1983); Resh (1982); etc.
284
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
285
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Fig. 5.2.3. Cultivo de tomates sobre lana de roca y riego localizado con microtubos en Águilas
(Murcia).
286
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
Fig. 5.2.4. Cultivo de tomate sobre paralelepípedos de lana de roca (Benicarló, Castellón).
análisis económico, etc. En el epígrafe 5.2.4.2 ya ha sido indicado que la mala de-
gradación de la lana de roca, una vez utilizada, y el hecho de que hasta principios
de los noventa se utilizara frecuentemente con sistemas abiertos, han sido razones
que han cuestionado en algunos foros estos prototipos, buscándose alternativas con
substratos de más fácil degradación y/o sistemas cerrados de suministro de la solu-
ción nutritiva.
287
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Fig. 5.2.5. Cultivo de melones sobre lana de roca (Fundación Caja Rural Valencia).
Otro de los sistemas, conocido como cultivo en sacos, utiliza filas de sacos de
turba como substrato. Sobre cada saco, abierto por su parte superior se coloca la
planta ya germinada en una macetita de turba o sobre un cubo de lana de roca efec-
tuándose el riego asimismo localizadamente. A veces los sacos se suspenden verti-
calmente desde ganchos situados en las cerchas del invernadero, y en ellos se si-
túan las plantas, de forma similar a lo indicado para el cultivo en «columna».
D) Cultivos aeropónicos
En estos sistemas, ampliamente descritos por Vincenzoni (1980), se pretende
que las plantas se desarrollen sin substratos de ninguna clase, sobre soportes diver-
sos colocados espacialmente de forma que las raíces de las plantas cultivadas sobre
ellos, reciban las sustancias nutritivas a través del mojado periódico o continuo de
sus raíces, con soluciones nutritivas.
Los soportes pueden ser paneles agujereados rectangulares de madera o de
plástico y en estos agujeros se disponen las plantas.
Con estos sistemas se consigue obtener un mayor aprovechamiento de las su-
perficies horizontales, al ocupar las plantas, planos diversos entre el suelo y la te-
chumbre de los invernaderos.
El suministro de la solución nutritiva, puede hacerse por escurrimiento de una
lámina de agua (en cuyo caso, como ya se ha señalado en los sistemas por tuberías,
serían tipos particulares de sistemas NFT) o bien por rociado periódico o continuo
de los sistemas radiculares periódicamente mediante el uso de nebulizadores situa-
dos en puntos estratégicos del sistema.
288
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
E) Otros sistemas
— Bancadas o sacos de serrín.
— Macetas o tiestos, con una parte superior extraíble, rellena con substratos
diversos (arcilla expandida, turba, etc.), y de la que surgen las raíces de la
planta que están en contacto con una solución nutritiva que se renueva pe-
riódicamente y que ocupa el fondo de la maceta.
— Macetas o tiestos rellenos con mezclas de substratos diversos colocados en
bancos escalonados alimentadas con sistemas abiertos, es decir, soluciones
nutritivas a través de riego localizado. Estos sistemas están bastante exten-
didos en «garden centers».
— Platabandas rellenas con substratos diversos con dispositivos automáticos
de subirrigación por capilaridad, de uso en jardinería.
— Sacos o bolsas de plástico rellenas de arena o perlita (figuras 5.2.6 y 5.2.7)
regadas por sistemas abiertos o cerrados. Se observa una amplia presencia
de este método en cultivos de tomates, melones, etc., en algunas explota-
ciones de la costa mediterránea. A esta modalidad de cultivo a veces se la
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Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
290
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
Fig. 5.2.8. Judías sobre contenedores de poliestireno rellenos con fibra de coco
(provincia de Almería).
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Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
Fig. 5.2.9. Pepino dulce sobre contenedores rellenos de turba o fibra de coco
(Universidad Politécnica, Valencia).
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Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
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Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
294
Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
— El cultivo con el sistema NFT era el que cualitativamente difería más del
cultivo con suelo tradicional. Los sistemas que utilizaban puzolana o
vermiculita, como substrato, proporcionaban datos más parecidos a los del
suelo tradicional, sobre todo el cultivo con puzolana.
— Con los cultivos «sin suelo» se observaba una mayor precocidad, y era pre-
cisamente en las cosechas más precoces en las que se veían mayores dife-
rencias entre los parámetros cualitativos.
295
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
ción y calibre, y menos º Brix, agrietado y firmeza, que una solución con
una relación K2O/N de 1,9 (San Bautista et al., 2004).
— En diversos cvs de sandías triploides, el substrato perlita proporcionaba un
mayor º Brix que el suelo, la lana de roca ofrecía el menor º Brix y la fibra
de coco un valor intermedio. La coloración de los frutos medidos en coor-
denadas Hunter daba valores más elevados sobre perlita que sobre lana de
roca y fibra de coco (López G. et al., 2005).
A la vista de estos resultados puede verse que tanto el substrato como la solu-
ción nutritiva pueden influir en diversos parámetros productivos y/o vegetativos de
los cultivos, pero los citados resultados deben ser interpretados un tanto relativa-
mente, en la medida que los cvs y el propio sistema de manejo en ocasiones tam-
bién pueden intervenir, por lo cual a la hora de iniciar un cultivo sobre sustratos,
además de la correspondiente consulta bibliográfica, siempre debe aconsejarse una
experimentación previa, en las propias condiciones en que va a ser desarrollado.
BIBLIOGRAFÍA
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Cultivos hidropónicos, cultivos sin suelo convencional o en soluciones nutritivas
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Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
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298
5.3. Cultivos enarenados
5.3.1. Introducción
299
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
300
Cultivos enarenados
Previamente a la realización de los enarenados y una vez que las parcelas obje-
to de esta técnica hayan quedado adecuadamente sistematizadas, se procede a la
preparación del suelo, mediante dos labores cruzadas profundas, pases de cultiva-
dor y labores superficiales con fresadora. Junto con estas labores, se procede a abo-
nar de fondo el suelo, con cifras que son muy variables y que como término medio
pueden oscilar entre las siguientes:
En primer lugar se procede a la distribución del estiércol que debe ser con-
sistente y no estar ni demasiado caliente ni demasiado recocido. La distribución
puede hacerse manualmente con palas o ayudados por el concurso de alguna dis-
tribuidora, sobre todo, si como suele ser frecuente, una parte del estiércol se entie-
rra en la superficie del terreno, para lo que convendrá, tras el aportado previo de
parte del estiércol, el pase del rotovator, y posteriormente la distribución del resto
del estiércol, formando una capa de 6-10 mm. La cantidad de estiércol que se utili-
za es muy variable. Aunque en la literatura tiende a hablarse de unas 60 t/ha (Rueda
y Rueda, 1965) u 80 t/ha (Serrano, 1976), en algunos casos hemos podido com-
probar que se rebasan las 150 t/ha, lo que puede inducir un desarrollo vegetativo
demasiado vigoroso del cultivo.
Una vez que el estiércol se ha depositado sobre el suelo, se procede a distribuir
la arena, en forma de una capa de 10-12 cm, que debe ser silícea, limpia y de un ta-
maño impreciso, según la literatura, comprendido entre la longitud de medio y un
grano de arroz. Rueda y Rueda (1965) señalan que la arena de playa de rompeolas
es la más limpia, aunque también se puede utilizar arena de río que hay que cribar
y lavar antes de añadirla al terreno.
Con mayores espesores de arena, la duración del enarenado es mayor y el com-
bate de los problemas de salinidad más ostensible.
La arena suele descargarse formando cordones y posteriormente se distribuye
con palas, lo más uniformemente que se pueda.
5.3.7. Retranqueos
301
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
En el retranqueo las operaciones que se realizan son las mismas que se efec-
tuaron en la implantación, es decir:
302
Cultivos enarenados
Fig. 5.3.2. Cultivo de calabacines en un invernadero con el suelo enarenado (provincia de Almería).
303
Técnicas de modificación del suelo en Horticultura
BIBLIOGRAFÍA
304
PARTE SEXTA
TÉCNICAS DE CULTIVO
EN HORTICULTURA
6.1. Multiplicación de plantas hortícolas
6.1.1. Introducción
307
Técnicas de cultivo en Horticultura
• Por multiplicación «in vitro», cuyas técnicas más usuales serán abordadas
en el epígrafe 6.2.
308
Multiplicación de plantas hortícolas
la lechuga, el virus del mosaico común de las judías, etc., pueden transmitirse en
cierta proporción a través del germen interior de las semillas. Otras virosis, como
el TMV, pueden transmitirse a través de las semillas como consecuencia de su ad-
hesión a las capas externas de las mismas.
En algunos textos, como Hartmann y Kester (1984), Janick (1965), Halfacre y
Barden (1984), etc., el tema de la multiplicación de plantas hortícolas está amplia-
mente tratado y hacia ellos remitimos al lector interesado en ampliar la informa-
ción sobre estos temas.
309
Técnicas de cultivo en Horticultura
Fig. 6.1.3. Semillero industrial para la obtención de plantitas sobre bandejas de poliestireno
en Sollana (Valencia).
310
Multiplicación de plantas hortícolas
nales de la década de los noventa, los tres grandes grupos de investigación en semi-
llas, que concurrían principalmente en España eran los siguientes: Grupo Limagrain,
al que pertenecen Clause, Vilmorin, Tezier, Nickerson, Ferry Morse...; Grupo Semi-
nis, al que pertenecen Asgrow, Peto, Bruinsma, Bejo, Royal St. Louis...; Grupo No-
vartis, al que pertenecen St. Louis and Groot, Ciba-Geigy. El Grupo Seminis ha sido
adquirido en el año 2005 por Monsanto. El Grupo Novartis al unirse con Astrozeneca
en 1999, pasó a denominarse Syngenta. Se están produciendo fusiones entre empre-
sas para disponer de potentes divisiones biotecnológicas.
El mercado de las semillas hortícolas es muy dinámico y los catálogos en los
que figuran los distintos cvs suelen variar bastante con el tiempo.
Existe una amplia tendencia hacia la obtención de híbridos, lo que por una parte
permite a las casas comerciales obtentoras disponer de una patente real de esa de-
terminada semilla. Los cultivares híbridos suelen ser muy productivos y en muchas
ocasiones poseen genes de resistencia genética a distintas enfermedades, todo lo
cual hace que su utilización y aceptación sea muy amplia, por lo que con facilidad
desplazan a los cultivares tradicionales, produciéndose, a menudo, problemas de
«erosión genética».
También se observa interés en la producción de cultivares transgénicos en dis-
tintas especies hortícolas (consúltese el epígrafe 6.2.5).
Entre las empresas dedicadas a comercializar material hortícola herbáceo de
propagación clonal pueden citarse: Planasa, Viveros California, Viveros Huelva,
etc., muy conocidas en el ámbito del cultivo del fresón y en algunos casos del cul-
tivo de espárragos, alcachofas, etc.; Agrupal, Appal, Propasi, Opposa, etc., en pa-
tata de siembra, etc.
De acuerdo con el Real Decreto de 21 de marzo de 1986 que estableció el Re-
glamento General de Semillas y Plantas de Vivero, los productores de semillas hor-
tícolas en España se agrupan de la siguiente manera:
Existen una serie de propiedades que deben ser tenidas en cuenta a la hora de
valorar una determinada partida de semillas hortícolas, algunas de las cuales va-
mos a continuación a describir brevemente, remitiendo al lector interesado hacia
textos más específicos (Morgira y Nakagawa, 1988; Thomson, 1979; Besnier,
1967; Stefferud, 1982, etc.).
311
Técnicas de cultivo en Horticultura
6.1.3.1. Pureza
312
Multiplicación de plantas hortícolas
Cuadro 6.1.2
Condiciones de germinación y propiedades de las semillas de algunas hortalizas
(Fuentes: Besnier, 1967; George, 1989)
Condiciones para la germinación Duración media
en laboratorio (1)
Peso medio de la capacidad
germinativa de
Días de aproximado las semillas,
Temperatura conteo
tras de 1.000
de conservadas
Substrato germinación la siembra semillas en buenas
(entre el (g) (2)
(° C) condiciones
día ...) (años)
313
Técnicas de cultivo en Horticultura
6.1.3.3. Vigor
6.1.3.4. Letargo
314
Multiplicación de plantas hortícolas
Las semillas deben estar exentas de todo tipo de plagas y enfermedades que
puedan afectar al posterior desarrollo de las plántulas. Entre los parásitos que pue-
den transmitir las semillas y/o atacarlas pueden citarse: los insectos (como gorgo-
jos, polillas, etc..); hongos; bacterias, y en algunas ocasiones, virus.
Algunas veces las semillas son sometidas a tratamientos térmicos para eliminar
la incidencia de determinadas enfermedades como en el caso del apio, cuyas semi-
llas son frecuentemente tratadas con agua caliente a 48-49° C durante un período
de unos 30 minutos para tratar de eliminar la posible transmisión del hongo Sep-
toria apii. Técnicas parecidas se utilizan sobre cormos de gladiolo para evitar la
transmisión de Fusarium, etc. Contra bacteriosis de la zanahoria puede darse un
tratamiento a las semillas con agua a 50-53 °C durante veinte minutos; un trata-
miento parecido contra Xanthomonas campestris en coles y coliflores, pero me-
diando previamente una inmersión de las semillas en agua fría durante 6 horas.
Contra el TMV del tomate puede darse a las semillas un tratamiento con calor seco
durante 24 horas.
En cultivos como el tomate, las semillas se extraen de los frutos, después de de-
jar fermentar la pulpa, para tratar de evitar la transmisión de ciertas enfermedades,
como la ocasionada por la bacteria Corynebacterium michiganense, aunque otros
métodos que preconizan el empleo de ciertos productos químicos, en la extracción,
como carbonato sódico, ortofosfato trisódico, peróxidos, compuestos de amonio
cuaternario, etc., resultan más eficaces incluso para limitar la propagación de al-
guna virosis como el TMV adosado en la testa de las semillas. En este sentido, al-
gunos estudios (Duffe et al., 1989) han constatado la eficacia de un tratamiento a
las semillas de tomate con agua de Javel (hipoclorito sódico), tanto contra las bac-
terias como frente al TMV.
Resulta bastante usual que, bien por vía húmeda o por vía seca, las semillas se
traten con insecticidas y fungicidas para prevenir el desarrollo y la transmisión de
plagas y enfermedades. Entre los insecticidas se han empleado productos como
diazinon, piretrinas, malatión, acetamiprida, bendiocarb, benfuracarb, imidaclo-
pril, clorpirifos, etc. Entre los fungicidas se han empleado TMTD, captan, quino-
leína, carboxina, cobre, himexazol, imazalil, metaxanina, TCMTB (Tiocianometil-
tiobenzoliazol), pencicuron, triadimenol, metaconazol, etc.
Productos químicos eficaces para evitar la transmisión de bacteriosis en semi-
llas pueden ser: kasugamicina, ác. oxalínico, estreptomicina, algún compuesto cú-
prico, etc.
En ocasiones, y a pesar de que la semilla venga desinfectada desde la casa pro-
ductora, los horticultores tienden a realizar otra desinfección, con mezclas de in-
secticidas y fungicidas, previamente a la siembra.
En cualquier caso siempre deben utilizarse productos autorizados de acuerdo
con la legalidad vigente (consultar epígrafe 6.8.2.2).
315
Técnicas de cultivo en Horticultura
316
Multiplicación de plantas hortícolas
Desde que son recolectadas las semillas, y una vez que han sido conveniente-
mente secadas y limpiadas, se debe proceder a su envasado y almacenamiento en
unas condiciones que aseguren una larga conservación sin pérdidas de germinabi-
lidad y vigor. En general, las semillas de la mayor parte de plantas hortícolas y pra-
tenses son ortodoxas, por lo que toleran la desecación y permiten una larga conser-
vación, una vez secas, a bajas temperaturas. En el caso de algunas plantas
tropicales, leñosas y/o frutales (p. ej., cacao, coco, mango, castaño, caucho, agua-
cate, roble, falso castaño, mangostán, etc.) sus semillas son recalcitrantes, por lo
que no admiten una fuerte desecación y presentan problemas de conservación a
temperaturas bajas. En términos generales, las semillas hortícolas más usuales se
desecan hasta que posean entre un 5 y un 10 por 100 en agua, siendo las condicio-
nes medias de conservación de 0-5° C y una humedad relativa comprendida entre
el 25 y el 40 por 100, existiendo una mayor permisividad hacia la higrometría, si
los envases en que se almacenan las semillas son herméticos, en caso contrario,
para asegurar una buena conservación, la humedad relativa deberá bajarse hasta
valores inferiores al 15 por 100 (Besnier, 1989). Una elevación de la temperatura y
la humedad puede incrementar la actividad vital de las semillas Veyrat (1985) se-
ñala que las semillas deben conservarse tan secas como sea factible y a la tempera-
tura más baja posible, indicando como norma general que la temperatura de con-
servación en ° F (grados Farenheit) sumada al porcentaje de humedad relativa, no
317
Técnicas de cultivo en Horticultura
debe sobrepasar en ningún caso el valor 100, lo que se considera como la regla de
Harrington. En bancos de germoplasma, en los que debe asegurarse una conserva-
ción a largo plazo, las semillas deberán desecarse mucho, hasta el 5 por 100, con lo
que en envases herméticos almacenados a temperaturas muy bajas (–18/–20° C),
pueden conseguirse conservaciones de hasta 30 años con más del 50 por 100 de
germinabilidad, según casos. En el cuadro 6.1.3 se hace mención a las condiciones
de conservación recomendadas para una serie de plantas hortícolas.
Cuadro 6.1.3
Condiciones de conservación de algunas semillas hortícolas para un almacenamiento de un
año. % máximo de humedad de las semillas para una determinada temperatura
(Besnier, 1967; Lorenz y Maynard, 1980)
40-50° F 70° F 80° F
( 4,5 · 10° C) ( 21° C) ( 27° C)
Apio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 9 7
Calabaza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 9 8
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 8 6
Col-repollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 7 5
Espinaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 11 9
Judía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 11 8
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 7 5
Nabo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 8 6
Pepino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 9 7
Pimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 9 7
Remolacha de mesa . . . . . . . . . . . . . . . . . 14 11 9
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 8 7
Tomate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 11 9
Zanahoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 9 7
BIBLIOGRAFÍA
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Multiplicación de plantas hortícolas
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319
6.2. Aplicaciones de los cultivos «in vitro» en Horticultura
6.2.1. Introducción
321
Técnicas de cultivo en Horticultura
322
Aplicaciones de los cultivos «in vitro» en Horticultura
323
Técnicas de cultivo en Horticultura
Aunque hemos descrito las técnicas específicas para una especie olerícola y
otra ornamental, debe insistirse en el hecho de que las técnicas de cultivo de meris-
temos están ampliamente difundidas en Horticultura (caso de fresas, alcachofas,
ajos, boniato, gerbera, cristantemo, orquídeas, Saintpaulia, etc.).
En muchas ocasiones se asocia el cultivo de meristemos con la termoterapia,
puesto que aunque esta última técnica puede fallar ante virus no esféricos, puede
coadyuvar a una erradicación viral más intensa del material vegetal, ya que en cier-
tos casos también se ha constatado que algunos meristemos podrían ser infectados
por determinados virus (Auge et al., 1982).
Las plantas obtenidas por cultivo de meristemos (y más aún, si se ha combina-
do esta técnica con termoterapia) están libres de cualquier enfermedad, viral, bac-
teriana y criptogámica, pero no resultan inmunes y deben protegerse contra todo
tipo de infecciones. En cualquier caso, y antes de utilizarlas como plantas madres,
deberán ser testadas por microscopía electrónica, serología o plantas indicadoras,
para tener la seguridad de que están exentas de las enfermedades que se ha pre-
tendido eliminar (ETIA, Valencia, 1988).
Con las técnicas «in vitro» es posible, partiendo de una planta madre fitopato-
lógicamente sana, obtener un gran número de plantas idénticas.
El fundamento de la micromultiplicación o propagación clonal «in vitro» con-
siste en partir de una planta madre de la que se toma un fragmento de órgano o «ex-
planto»; cultivarlo en condiciones asépticas sobre un determinado medio de cul-
tivo, procediendo posteriormente a repicarlo sobre otro medio en el que se le
provoca el desarrollo o la neoformación de yemas o la producción de embriones
somáticos, que una vez repicados de nuevo, podrán dar una nueva plantita que o
bien se utilizará directamente, o será empleada para obtener nuevas yemas vegeta-
tivas o embriones somáticos, que a su vez podrán dar nuevas plantitas (Auge et al.,
1982).
Además de una utilización comercial directa, la micromultiplicación puede ser
empleada con otros fines, como establecer colecciones de plantas en espacios redu-
cidos, poseer bancos de germoplasma de interés hortícola o botánico, etc.
En el caso de la fresa, la micromultiplicación se ha utilizado comercialmente
partiendo de plantitas obtenidas por cultivo de meristemos, que se repicaban a un
medio de cultivo rico en benzil-amino-purina, lo que inducía la formación de nu-
merosas yemas que se extirpaban, se cultivaban sobre un determinado medio, pu-
diendo dar una plántula joven normal o bien una masa vegetal en miniatura, con
abundante prodigalidad de yemas axilares según que el medio estuviera o no enri-
quecido con la susodicha citoquinina, pudiéndose llegar a obtener, en un año, hasta
varios millones de plantas procedentes de una planta madre (Boxus et al., 1977).
Este sistema, sin embargo, ha sido puesto en entredicho en algunos foros, por
tenerse la sospecha de que un excesivo número de repicados «in vitro» podía indu-
cir algunas irregularidades morfo-fisio-genéticas, como mal arraigado, hiperflora-
324
Aplicaciones de los cultivos «in vitro» en Horticultura
325
Técnicas de cultivo en Horticultura
326
Aplicaciones de los cultivos «in vitro» en Horticultura
327
Técnicas de cultivo en Horticultura
Cuadro 6.2.1
Ejemplo de medios de cultivo: Fórmula de Murashige y Skoog para callos de Nicotiana
tabacum
(Thomas y Davey, 1975)
mg/l
Nitrato amónico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.650
Cloruro cálcico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 440
Sulfato magnésico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 370
Monofosfato potásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
Nitrato potásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.900
Ácido bórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,2
Cloruro de cobalto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,025
Sulfato cuproso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,025
Sulfato de manganeso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22,3
Ioduro potásico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,83
Molibdato sódico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,25
Sulfato de zinc . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ., 8,6
EDTA de sodio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37,2
Sulfato ferroso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28,8
Glicina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
Meso-inositol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,5
Ácido nicotínico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,5
Tiamina ........................................................ 2
}
Piridoxina hidrocloruro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,1
Ác. Indolacético . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
Kinetina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0,2
Sacarosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30.000
BIBLIOGRAFÍA
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329
6.3. Labores de cultivo en Horticultura
6.3.1. Siembra
331
Técnicas de cultivo en Horticultura
Asa
Tacos marcadores
Plancha
332
Labores de cultivo en Horticultura
333
Técnicas de cultivo en Horticultura
334
Labores de cultivo en Horticultura
6.3.2. Aclareos
Consiste en eliminar plantas para evitar la competencia por la luz, los fertilizan-
tes, etc., dejando el número de plantas que se considera como adecuado. El aclareo
es frecuente en los semilleros y también, en las siembras directas a voleo, chorrillo
o a golpes (en los que en cada golpe de siembra se han depositado varias semillas).
6.3.3. Trasplante
Suele realizarse con las plantas que han sido obtenidas en un semillero. Los
trasplantes pueden ser con cepellón y a raíz desnuda. En la primera modalidad,
las plantas sufren menos retraimiento y su crecimiento no se paraliza práctica-
mente nada. Con el trasplante a raíz desnuda siempre hay roturas de raicillas y
las plantas experimentan algún tipo de decaimiento aunque sea pasajero. En
cualquier caso, inmediatamente después del trasplante, siempre se debe dar un
riego y volver a regar en un plazo breve, para asegurarse de que las plantas han
prendido.
Existen en la actualidad trasplantadoras, que no sólo pueden proceder a la plan-
tación de plantas con la raíz desnuda, sino incluso máquinas que permiten el tras-
plante de plantas con cepellón obtenidas en bandejas de poliestireno tipo «speed-
ling», lo que es conocido y utilizado en nuestro país en grandes explotaciones, con
cultivos como las lechugas «Iceberg», apios, bróculis, etc.
6.3.4. Repicados
335
Técnicas de cultivo en Horticultura
6.3.5. Despuntado
6.3.6. Pinzamientos
6.3.7. Blanqueos
336
Labores de cultivo en Horticultura
6.3.8. Entutorados
6.3.9. Atados
337
Técnicas de cultivo en Horticultura
volubles, etc., como es el caso del tomate cuando se entutora con cañas. En estos
casos, las plantas se fijan al tutor con ataduras que se realizan con cuerdas, con cin-
tas plásticas especiales desplegadas a partir de pequeñas máquinas manuales, etc.
6.3.10. Guiados
Cuando se cultivan sobre tutores plantas hortícolas, como las judías verdes de
enrame, a pesar de poseer tallos volubles, es necesario, en los primeros estadios del
cultivo, dirigir las plantas en torno de los tutores, guiándolas. En otros tipos de
plantas este guiado debe ser todavía más amplio y proseguido en el tiempo, a me-
dida que se van desarrollando.
338
Labores de cultivo en Horticultura
6.3.12. Castración
6.3.14. Escardas
339
Técnicas de cultivo en Horticultura
puede afectar a numerosas especies hortícolas, como el pepino, melón, tomate, es-
pinaca, etc., puede detectarse sobre muchísimas malas hierbas, como Sonchus, Se-
necio, Portulaca, Stellaria, Lamium, etc. (Maroto, 1995). El virus de la «cuchara»
del tomate (TYLCV), transmitido por aleuródidos, puede detectarse sobre Sola-
num nigrum, Malva Parviflora, Chenopodium, etc. (Jordá, 2001).
Tradicionalmente las escardas se han hecho manualmente. Posteriormente, y
gracias al desarrollo de maquinaria de dimensiones reducidas, ha sido posible es-
cardar mecánicamente en pequeñas parcelas, combinando muchas veces las escar-
das con cavas o aporcados. Como en todos los cultivos, en Horticultura se ha ex-
tendido ampliamente la escarda química, que presenta algunos problemas
adicionales y específicos, sobre todo debido al alto grado de solapamiento entre
cosechas que suele producirse, por lo que la remanencia de un determinado herbi-
cida y su posible incidencia sobre el cultivo siguiente son aspectos a tener muy en
cuenta, además de los usuales en producción vegetal, como el relativo a la selecti-
vidad (a veces ligado a la dosis y a la forma de utilización) y el relativo a la efica-
cia herbicida (que depende de la flora de malas hierbas). En cultivos acolchados
con plástico transparente, tan frecuentes en Horticultura, es prácticamente obligada
la utilización de herbicidas, para evitar un desarrollo excesivo de malas hierbas. A
veces determinados herbicidas que
pueden utilizarse sin problemas en
cultivos al aire libre pueden causar
fitotoxicidades en cultivos forza-
dos, como clortal en melones, pe-
noxalina en pimiento, etc. En mu-
chas ocasiones, en Horticultura
intensiva, los agricultores para evi-
tar problemas de remanencia en
cosechas posteriores, suelen prefe-
rir el empleo directo sobre las ma-
las hierbas de herbicidas de con-
tacto o translocación, pero con
poca residualidad (paracuat, di-
cuat, glifosato). De todo ello se de-
duce que el desyerbe químico en
Horticultura plantea numerosas
especificidades que es conveniente
conocer por los aplicadores (Ma-
roto, 1995).
6.3.15. Sombreamientos
340
Labores de cultivo en Horticultura
veniente el sombreamiento parcial de los semilleros, con mallas negras (figura 2.2.6),
cañizos, etc. Algunos cultivos ornamentales, como la esparraguera (figura 3.6.2) o los
helechos, como se ha señalado en los epígrafes 2.1.1 y 3.6.1, se sombrean a lo largo de
todo el ciclo de cultivo, mediante la utilización de mallas de sombreo.
En muchos cultivos florales, como Gerbera, en cultivo bajo invernadero, du-
rante el verano, se procede a sombrear las cubiertas para reducir la incidencia de la
fuerte radiación solar.
6.3.16. Injertos
Son mucho menos frecuentes que en plantas leñosas, pese a lo cual en algunas
ocasiones y para prevenir ataques de parásitos telúricos en algunas hortalizas,
como los tomates, pimientos, melones, etc., se procede a injertar las variedad de-
seada sobre portainjertos resistentes a determinados patógenos.
En el caso del tomate, como portainjertos se utilizan híbridos del género Lyco-
persicon que pueden inferir resistencia a Corky-root (K), Fusarium (F), Vertici-
llium (V), nematodos (N), TMV, como los denominados KVNF, KVF, Robusta,
Brigeor, Maxifort, etc. Aunque en un principio el injerto por aproximación era el
más habitual, posteriormente se han desarrollado con éxito las técnicas del injerto
en corona (Ginoux et al., 1978). En el propio tomate existen portainjertos resisten-
tes a la bacteria Pseudomonas solanacearum, de especial interés en climatologías
tropicales, como CRA-66, CRA-74, etc.
341
Técnicas de cultivo en Horticultura
— En el caso del rosal (Rosa canina, R. indica, R. manetti, R. noisetiana, etc.) principalmente
para mejorar su adaptación a las distintas condiciones de medio físico, con problemáticas
similares a las de las plantas leñosas. También para prevenir algunas enfermedades. Se em-
plean diversos tipos de injerto.
— En el caso de las hortalizas para soslayar las enfermedades del suelo, suele practicarse el
injerto por aproximación, aunque a veces también se puede utilizar el injerto de púa.
Ejemplos:
Tomate: como portainjertos se utilizan híbridos del género Lycorpesicon, como
— KVFN, que proporciona resistencia a corky-root (K), Verticillium (V), Fusarium (F) y
nematodos (N).
— Beaufort, Brigeor que confieren resistencia a K, V, F (F.o. raza 2, y F. radicis), N y TMV.
— CRA 66, CR 74, etc. proporciona resistencia frente a Pseudomonas solanacearum.
— Hurón, proporciona especial tolerancia a bacterias, así como a F (razas 1, 2, radici,
crown), V y N.
— Gladiator, King-Kong, que proporcionan resistencia a distintas fusarosis, V, K, N y ToMV.
Pimientos, portainjertos como Phyo 636, P-29 y Smith-5 confieren cierta tolerancia al mildiu
del pimiento (Phythophtora capsici).
Sandías: Híbridos de Cucurbita maxima x C. moschata, p.e. Shintoza, Brava, etc., proporcio-
nan resistencia a F.o. Lo mismo con híbridos de Citrullus como Robusta.
Melones. Líneas de Benincasa cerifera, híbridos de Cucurbita, híbridos de Cucumis melo
(p.e. Manta, Accent, etc.), proporcionan resistencias de diversa índole a V, F, Phomopsis, etc.
342
Labores de cultivo en Horticultura
6.3.17. Laboreo
343
Técnicas de cultivo en Horticultura
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344
6.4. El riego en Horticultura
6.4.1. Generalidades
La práctica del riego es una técnica usual en Horticultura en que la mayor parte
de los cultivos se riegan habitualmente. En el caso concreto de España, en 1986 la
superficie irrigada de hortalizas y flores era de 393.850 ha, lo que suponía el 79 por
100 de la superficie total (sin incluir las patatas). En 1995 la superficie irrigada de
estos mismos cultivos ascendía a unas 360.000 ha mientras que en 2002 suponía
casi 385.000 ha (MAPA) (epígrafe 1.5).
345
Técnicas de cultivo en Horticultura
Fig. 6.4.1. Riegos entre surcos con tubería en un cultivo de lechugas «Iceberg».
346
El riego en Horticultura
347
Técnicas de cultivo en Horticultura
— Cuando las gotas son finas y el clima es muy seco se producen elevadas pér-
didas por evaporación.
— Acción negativa del viento, que puede afectar a la uniformidad de distribu-
ción, etc.
Entre los sistemas no mecanizados de aspersión, existen los sistemas fijos, que
son los más caros; los móviles y los semifijos.
En Horticultura es bastante frecuente que se utilicen sistemas móviles y semi-
fijos en los que los aspersores van sobre trineos que permiten el fácil desplaza-
miento de los mismos una vez que se ha aplicado la correspondiente dosis de riego
(figuras 6.4.2 y 6.4.3).
348
El riego en Horticultura
349
Técnicas de cultivo en Horticultura
medad en una zona del suelo circundante a las raíces de la planta, llamada «bulbo
húmedo». La distribución del agua se hace a baja presión en unos emisores, de
forma que el área mojada es tan sólo un pequeño porcentaje de la superficie total
del terreno.
En toda instalación de riego localizado existen las siguientes partes:
• Cabezal de riego, que engloba un conjunto de unidades que se utilizan para el
control del caudal, el control de las presiones, el filtrado, la fertilización y su inyec-
ción, etc. (figura 6.4.4).
El control del caudal y de la presión se efectúa a través de válvulas volumétri-
cas o válvulas solenoides reguladas por tiempo, reguladores de presión, manóme-
tros, válvulas, etc.
Los filtros se utilizan para eliminar impurezas que pueden producir obturacio-
nes en los sistemas.
En algunos casos, cuando el agua arrastra una cantidad importante de impure-
zas, también se utilizan prefiltros de modelos diversos, según el tipo de impurezas
que lleve el agua. Así, p. ej., en caso de una elevada suspensión de partículas sóli-
das, como arenas, limos o arcillas, se emplean depósitos de decantación; en caso de
arenas, hidrociclones; cuando las aguas llevan algas o exceso de materia orgánica,
se utilizan filtros de malla gruesa en las tuberías de entrada, etc.
Los filtros de grava pueden estar constituidos por varios lechos de grava o de
grava y arena gruesa, que están particularmente indicados para retener algas y ma-
teria orgánica existentes en el agua de riego. Los tipos comerciales presentan dis-
tintos estratos de gravas o gravas y arenas, y suelen tener una capacidad de filtrado
comprendida entre 20 y 30 m3/hora. A la salida del cabezal, tras el equipo de ferti-
350
El riego en Horticultura
351
Técnicas de cultivo en Horticultura
• Mangueras de goteo, como los tipos Twin-vall, By-wall, etc., que permiten
regar longitudes de hasta 200 m. En ellas el emisor consta de dos tubos concén-
tricos o adyacentes ensamblados, de manera que el agua pasa desde el tubo interior
al tubo exterior, a través de unos orificios, y desde éste al suelo, mediante otros ori-
ficios; el tipo de manguera de exudación, con una capa de rezume del agua de ma-
terial poroso (figura 6.4.5); las mangueras perforadas; las mangueras corrugadas,
352
El riego en Horticultura
353
Técnicas de cultivo en Horticultura
TÉCNICAS DE CULTIVO
M. Alto
30
4
28 C1-S4
26 C2-S4
C3-S4
3
24
22
C4-S4
C1-S3
20
18
C2-S3
16
Medio
2
14
C3-S3
C1-S2
12
10 C2-S2 C4-S3
8
C3-S2
6
Bajo
C4-S2
1
4 C1-S1
C2-S1
2 C3-S1
C4-S1
1 2 3 5
Bajo Medio Alto Muy alto
PELIGRO DE SALINIZACIÓN DEL SUELO
Fig. 6.4.7. Diagrama del US Salinity Laboratory para clasificar las aguas de riego.
354
El riego en Horticultura
355
Técnicas de cultivo en Horticultura
cebolla, en que se aconseja en una primera fase regar con el 50-80 por 100 del va-
lor de la ETP, mientras que a partir de la fase de engrosamiento de bulbos debe pa-
sarse al 100 por 100 de la ETP, paralizando los riegos una vez que se haya proce-
dido al desecamiento del cuello de la planta, para agrupar la producción, frenar el
crecimiento vegetativo, mejorar las condiciones de conservación, etc.; los de Cau-
dal et al. (1985) que han estudiado en melón cantalupo en Francia sus necesidades
en riego a lo largo del ciclo de cultivo, cifrándolas en el 58 por 100 de la ETP du-
rante la floración, el 82 por 100 durante el cuajado y el 53 por 100 en la madura-
ción, habiendo cuantificado aproximadamente las necesidades globales en
3.000/4.000 m3 en cultivo al aire libre y en 6.000/7.000 m3 en cultivo bajo inverna-
dero; en experimentos llevados a cabo por Mannini y Gallina (1987) en pepino
bajo invernadero frío en el NE de Italia, se ha visto que los mayores rendimientos
se alcanzaron con un programa de riegos que restituía el 150 por 100 de la ETM
(evapotranspiración máxima); Pardo y Suso (1995) determinaron en La Rioja las
necesidades globales en agua del pimiento que podían variar entre 400 y 900 mm,
según el cv y el ciclo elegido, variando los Kc entre 0,4 tras el trasplante, 0,95-1,1
en plena vegetación y 0,8-0,9 durante la última fase de cultivo. En distintas publi-
caciones de la Fund. Caja Rural de Valencia se han determinado las necesidades hí-
dricas y las pautas de riego en numerosos cultivos como el melón, la sandía, la co-
liflor y el bróculi, etc. (Pomares, 1995, 1996, 1997).
El cultivo bajo invernaderos y protecciones especiales es bastante usual en Hor-
ticultura, por lo que las condiciones climáticas pueden variar ostensiblemente res-
pecto a las que se producirían, en condiciones normales, en el exterior. Salvador
(1977) hizo un resumen de los principales trabajos y en lo referente a los métodos ba-
sados en la radiación, indica que en la estimación racional de las necesidades en
agua, además de las exigencias propias de los cultivos específicos y su fase concreta
de desarrollo vegetativo, los parámetros más importantes son la radiación solar exte-
rior y el coeficiente de transmisión del material de cobertura, puesto que ni la cale-
facción (si la poseen) o las renovaciones de aire no intervienen de forma importante
en los flujos de calor sensible, principales factores de la ETP, razones por las que re-
sulta bastante normal que la ETP bajo invernadero sea inferior a la observada al aire
libre, actuando la estructura del invernadero como un cortavientos, si bien esta regla
puede variar cuando en días cubiertos del invierno la radiación es casi nula.
De Villéle (1972), en el área mediterránea francesa y en cultivo en invernadero,
estableció la siguiente relación:
Rg
ETM = 0,67 · –0,2
L
356
El riego en Horticultura
Cuadro 6.4.1
Valores del coeficiente de cultivo Kc de distintos cultivos hortícolas en situaciones diversas
(Doorenbos et al., 1984)
Humedad relativa mínima > 70% Humedad relativa máxima < 20%
Cultivo, Fase del ciclo* velocidad del viento (m/s) velocidad del viento (m/s)
0-5 5-8 0-5 5-8
Alcachofa
3 ...................... 0,95 0,95 1,0 1,05
4 ...................... 0,9 0,9 0,95 1,0
Apios
3 ...................... 1,0 1,05 1,1 1,15
4 ...................... 0,9 0,95 1,0 1,05
Berenjenas
3 ...................... 0,95 1,0 1,05 1,1
4 ...................... 0,8 0,85 0,85 0,9
Coles y coliflores
3 ....................... 0,95 1,0 1,05 1,1
4 ...................... 0,8 0,85 0,9 0,95
Espinacas
3 ...................... 0,95 0,95 1,0 1,05
4 ...................... 0,9 0,9 0,95 1,0
Guisantes
3 ...................... 1,05 1,1 1,15 1,2
4 ....................... 0,95 1,0 1,05 1,1
Lechuga
3 ...................... 0,95 0,95 1,0 1,05
4 ...................... 0,9 0,9 0,9 1,0
Maíz dulce
3 ....................... 1,05 1,1 1,15 1,2
4 ....................... 0,95 1,0 1,05 1,1
Melones
3 ...................... 0,95 0,95 1,0 1,5
4 ...................... 0,65 0,65 0,75 0,75
Pepino
3 ...................... 0,9 0,9 0,95 1,0
4 ....................... 0,7 0,7 0,75 0,8
Pimientos
3 ...................... 0,95 1,0 1,05 1,1
4 ...................... 0,8 0,85 0,85 0,9
Rábanos
3 ...................... 0,8 0,8 0,85 0,9
4 ...................... 0,75 0,75 0,8 0,85
Remolacha de mesa
3 ...................... 1,0 1,0 1,05 1,1
4 ...................... 0,9 0,9 0,95 1,0
Tomates
3 ...................... 1,05 1,1 1,2 1,25
4 ....................... 0,6 0,6 0,65 0,65
Zanahorias
3 ...................... 1,0 1,05 1,1 1,15
4 ...................... 0,7 0,75 0,8 0,85
(*)3: Desde que se obtiene la cubierta sombreada efectiva hasta el principio de la maduración.
(*)4: Desde el inicio de la maduración a la recolección.
357
Técnicas de cultivo en Horticultura
mientras que el Kc variaba aproximadamente entre 0,22 al principio del ciclo y 1,2
a los 70/80 días, para disminuir posteriormente a 0,8 al final del ciclo (aproximada-
mente 200 días). En judías, para el ciclo utilizado, el ETc era de 146 mm y el Kc va-
riaba entre 0,25, tras la siembra y 1,1 entre 76 y 90 días tras la siembra; en pepino,
el valor de ETo era de 156 mm, mientras que Kc variaba entre 0,25 tras la siembra
y 1,1 entre 65 y 90 días tras la siembra; en melón ETo era de 349 mm, mientras que
Kc variaba entre 0,2 tras la siembra y 1,1 entre 106 y 135 días tras la siembra; en
sandía ETo ascendía a 290 mm, mientras que Kc variaba entre 0,2 tras la siembra y
1,0 entre los 91 y 120 días tras la siembra. En todos los cultivos ensayados el valor
de Kc disminuía ligeramente al final del ciclo.
Análogamente a lo que ocurre en todo tipo de cultivo, en Horticultura, para eva-
luar la dosis de cada riego, hace falta recurrir a dos parámetros principalmente:
— La reserva útil de agua en el suelo, es decir, la diferencia entre el contenido
de agua para la capacidad de campo y para el punto de marchitamiento, que
suele utilizarse en el cálculo afectada por el coeficiente 2/3, y que depende,
como es sabido, del tipo de suelo.
— La profundidad de las raíces. En general, en la mayoría de los textos de
riego, se aconseja considerar una profundidad media del sistema radicular
de las plantas hortícolas de unos 30 cm. A este respecto, Lorenz y Maynard
(1980) señalan que existen hortalizas, como apio, cebollas, espinacas, rába-
nos, etc., que pueden llegar a profundizar entre 45 y 60 cm; otras como
acelgas, berenjenas, pimientos, nabos, judías, guisantes, melones, etc., que
pueden profundizar hasta 90-120 cm; y otras, como alcachofas, espárragos,
boniato, tomate, sandía, etc., cuyas raíces pueden alcanzar horizontes supe-
riores a 1,20 m. En cualquier caso, el tipo de suelo tendrá una influencia di-
recta sobre este desarrollo, y los datos de Lorenz y Maynard (1980) sólo de-
ben considerarse, a efectos del riego, como valores relativos.
Existen en el mercado aparatos de fácil uso, como los tensiómetros de cerámi-
ca, con profundidades variables, que permiten conocer el potencial hídrico en el
suelo, y en consecuencia, el momento idóneo para efectuar el riego. Otros imple-
mentos más precisos en este mismo sentido son las sondas de neutrones, y más re-
cientemente las sondas capacitivas.
358
El riego en Horticultura
Conc. en sales totales (mg/1) = 0,64 × Cond. eléctr. (micromhos/cm del agua
a 25° C)
359
Técnicas de cultivo en Horticultura
Cuadro 6.4.2
Tolerancia a la salinidad de diversas hortalizas
(FAO, 1986)
Producc.
Pontencialidad productiva esperada 100% 75% 50%
nula
Conductividad
Cultivo CESS CAR CESS CAR CESS CAR CESS
[Na+]
SAR =
1/2 ([Ca++] + [Mg++])
360
El riego en Horticultura
361
Técnicas de cultivo en Horticultura
362
El riego en Horticultura
Contenido en sales solubles, en cuyo caso las aguas de riego se tipifican en:
363
Técnicas de cultivo en Horticultura
mates, melones, etc. En algunos cultivos, como el melón, una salinidad ligera en el
agua de riego puede redundar en un mayor contenido en sólidos solubles, etc. (Ma-
roto, 2002).
En distintas zonas del litoral mediterráneo español se han instalado desaliniza-
doras, tanto de agua de mar como, sobre todo de acuíferos subterráneos con aguas
de mala calidad agronómica, para una vez tratadas o bien utilizarlas directamente o
bien para mezclarlas con aguas de peor calidad para su uso en el riego de hortali-
zas. Entre los prototipos de desaladoras más comunes pueden citarse las que utili-
zan los siguientes sistemas (Ferrer, 1996; Casas, 2003; Cámara y Melián, 2004):
— Por destilación térmica, en las que se vaporiza el agua salada y posterior-
mente se condensa el vapor. Pueden tratar grandes volúmenes de agua
(55.000 m3/Ha) y aguas muy salinas, incluso agua de mar.
— Por electrodiálisis. Las sales al estar en el agua se encuentran disociadas en
aniones y cationes. En este sistema se utilizan pares de membranas que se
cargan negativa y positivamente de manera respectiva al aplicar una co-
rriente eléctrica, de manera que unas membranas atraen cationes y repelen
aniones y otras membranas atraen aniones y repelen los cationes, por lo que
de esta manera se va produciendo la pérdida de sales de una parte del agua
tratada.
— Por ósmosis inversa. Utilizando tecnologías de membrana de manera natu-
ral, una solución menos concentrada pasa en un recipiente a través de una
membrana semipermeable hacia la otra parte con mayor concentración,
pero en la ósmosis inversa se consigue lo contrario aplicando suficiente pre-
sión y utilizando membranas sintéticas que retienen la mayor parte de las
sales, dejando pasar sólo el agua y unas pocas sales, pueden desalar incluso
agua de mar (> 30 g/l).
Los costes de desalación para agua marina, pueden variar, según los sistemas,
así para ósmosis inversa entre 0,42 y 0,84 euros/m3 para agua de mar y entre 0,17
y 0,38 euros/m3 para aguas salobres (Cámara, Melián, 2004).
En opinión del Comité de Agricultura de FAO, tras la correspondiente con-
sulta a expertos, en el documento «Desalinización del agua para aplicaciones agrí-
colas» de abril del 2005, la desalinización, en particular la del agua del mar, no
debe ser una verdadera alternativa para usos agrícolas, y salvo en casos muy con-
cretos lo lógico es destinarla a potabilización. También contempla la posibilidad de
uso para el riego en áreas periurbanas mezclándolas con aguas de depuradoras.
Un problema medioambiental que no acaba de quedar resuelto con las desala-
doras es el vertido de las salmueras resultantes, que aunque suele hacerse al mar,
no está claramente dilucidado que no pueda tener repercusiones medioambientales
a medio o largo plazo en los ecosistemas marinos donde se vierten.
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El riego en Horticultura
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tivo de la coliflor y bróculi, págs. 89-100, 1997. Todas estas monografías publicadas por
Fundación Caja Rural de Valencia, y las dos últimas reeditadas y muy ampliadas en co-
laboración con la Ed. Mundi-Prensa. 2002 y 2007, respectivamente.
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ZIMMERMAN, J. F.: El riego. CECSA. 7.a impr. México, 1982.
366
6.5. Aplicación de los fitorreguladores y otras sustancias
especiales en Horticultura
6.5.1. Introducción
6.5.2. Giberelinas
367
Técnicas de cultivo en Horticultura
Fig. 6.5.1. Plantas de fresón tratadas con ácido giberélico (obsérvese el desarrollo
de los tálamos florales).
de zonas templadas, en que las temperaturas pueden resultar algo bajas. En alca-
chofas una práctica común de los agricultores mediterráneos españoles ha sido con
el cv Blanca de Tudela, multiplicado por esquejes, aplicar ác. giberélico para ade-
lantar en 2-3 semanas la recolección otoñal de cabezuelas. En alcachofas multipli-
cadas por semillas de los cvs Green Globe, Esmeralda, Imperial Star, con siembras
del mes de abril y 2-3 aplicaciones de ác. giberélico se conseguía adelantar osten-
siblemente la producción, con lo que en parte se soslayaba el problema de adapta-
ción que suelen presentar este tipo de cvs, retrasando las producciones. En plantas
de alcachofas del cv Blanca de Tudela procedentes de cultivo «in vitro», que sue-
len dar producciones bastante más tardías que las normales para este cv, las aplica-
ciones de ác. giberélico se mostraron como un método eficaz para adelantar la co-
secha de cabezuelas (Miguel et al., 1997 a,b; Maroto et al., 1997 a; Maroto, 2007).
En diversos cvs de fresón las aplicaciones invernales de ácido giberélico pueden
adelantar la producción en plantas inducidas a floración, al incrementar el creci-
miento de los tálamos florales (figura 6.5.1), lo que también ocurre en plantas or-
namentales como Cyclamen, gladiolos, etc.
El ácido giberélico también se utiliza a veces para romper la latencia de algunos
órganos de propagación., como tubérculos de patata, Hortensia, etc.; semillas de
apio, lechuga, berro de agua, etc. En algunos de los casos señalados, el ácido gibe-
rélico se mezcla con otros reguladores como etefón, citoquininas, etc., para conse-
guir esta ruptura de latencia.
En viveros de fresal, a veces se ha utilizado el ácido giberélico para inducir una
mayor formación de estolones.
368
Aplicación de los fitorreguladores y otras sustancias especiales en Horticultura
Fig. 6.5.2. Efectos de las aplicaciones de ac. giberélico (AG) sobre el desarrollo vegetativo de
una hortaliza de hojas procedentes del Lejano Oriente, el «pakchoi» (Brassica chinesis).
6.5.3. Auxinas
369
Técnicas de cultivo en Horticultura
370
Aplicación de los fitorreguladores y otras sustancias especiales en Horticultura
6.5.5. Etefón
371
Técnicas de cultivo en Horticultura
Fig. 6.5.4. Fruto de tomate ahuecado como consecuencia de una dosis excesiva de auxinas
de síntesis.
6.5.6. Citoquininas
Su utilización en pleno campo está mucho más reducida que lo que ocurre con
otros grupos de fitorreguladores.
En general se admite que las citoquininas pueden jugar un importante papel
como antisenescentes, por lo que se utilizan en las soluciones de conservación de
flores de forma usual y esta misma propiedad se ha podido comprobar en hortali-
zas, como las inflorescencias de bróculis, que si tras su recolección se tratan con ci-
toquininas naturales, su vida útil en conservación frigorífica se puede alargar os-
tensiblemente.
En el cultivo del fresón se ha visto cómo la aplicación de benzil-amino-purina,
sola o mezclada con ácido giberélico podía inducir una mayor formación de esto-
lones, si bien en otros experimentos el uso de kinetina (furfuril-amino-purina) po-
día hacer disminuir esta formación (López et al., 1993).
372
Aplicación de los fitorreguladores y otras sustancias especiales en Horticultura
6.5.8.1. Antitranspirantes
6.5.8.2. Bioactivadores
Aunque ya han sido descritos en 4.2.3, puede decirse en este epígrafe que son
productos que al ser absorbidos rápidamente por las plantas, no sólo proporcionan
373
Técnicas de cultivo en Horticultura
374
Aplicación de los fitorreguladores y otras sustancias especiales en Horticultura
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6.6. Las rotaciones y alternativas de los cultivos hortícolas
6.6.1. Introducción
Los factores parasitarios son quizás los más estudiados y conocidos dentro de
ciertos límites. Es sabido que como consecuencia del cultivo reiterado de una de-
terminada planta, sus enemigos naturales intensifican los ataques, y entre estos pa-
rásitos hay que citar los insectos, los ácaros, los nematodos, los hongos, las malas
hierbas, las bacterias y los virus. De todo este conjunto quizás los patógenos que
ejercen una acción más destacada son los nematodos y los denominados hongos
del suelo, aunque los efectos negativos de los restantes organismos vivos tampoco
pueden ser soslayados y en ocasiones pueden jugar un papel importante en el de-
crecimiento de los rendimientos.
Entre los factores relacionados con la nutrición y el manejo de los suelos hay
que señalar que como consecuencia del cultivo reiterado, es evidente que se pro-
duce un empobrecimiento paulatino en los horizontes subtendidos por la especie
377
Técnicas de cultivo en Horticultura
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Las rotaciones y alternativas de los cultivos hortícolas
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Técnicas de cultivo en Horticultura
380
Las rotaciones y alternativas de los cultivos hortícolas
— Debe evitarse que plantas de una familia botánica se sucedan unas a otras.
— En lo posible deberán cultivarse alternadamente:
• Plantas con un sistema radicular profundo con plantas con un sistema ra-
dicular superficial (véase lo señalado al final del epígrafe 6.4.3).
• Plantas esquilmantes de nutrientes, con plantas mejoradoras.
• Plantas exigentes en un laboreo profundo del suelo, con especies que re-
quieren un laboreo más superficial.
Existen numerosos factores que deben ser tenidos en cuenta a la hora de elegir
la realización de una determinada alternativa hortícola. Entre otros pueden citarse
los siguientes (Fernández Cuevas, 1968; Eliard, 1979):
— Factores ecológicos, derivados de las características del medio físico, como
el clima, el suelo, la altitud, etc. Por mucho que nos empeñemos, en una
época en que el régimen de temperaturas sea de máximas bajas y mínimas
cercanas a los 0° C deberemos descartar el cultivo en condiciones normales
de plantas exigentes en calor, como el tomate, el boniato, el melón, etc.
— Factores técnicos, relacionados con la naturaleza intrínseca de los cultivos a
disponer, el pleno empleo del material agrícola disponible, suficiente nivel
de las materias primas necesarias, la organización del trabajo, etc.
381
Técnicas de cultivo en Horticultura
382
Las rotaciones y alternativas de los cultivos hortícolas
383
Técnicas de cultivo en Horticultura
Pueden ser de dos tipos en función del grado de solapamiento entre las cose-
chas:
— Extensivas, si el grado de solapamiento no es muy elevado y duele estable-
cerse un cultivo por año.
— Intensivas, cuando en un corto intervalo de tiempo se suceden muchas cose-
chas.
Como ejemplos de posibles alternativas hortícolas intensivas en el área medite-
rránea española podrían citarse las siguientes basadas en especies relativamente
frecuentes en la Comunidad Valenciana.
A) 1.er año: patatas tempranas y semitempranas (plantación desde enero a
marzo; recolección entre mayo y finales de junio) - alcachofas (a partir de media-
dos de julio.
2.° año: alcachofas.
3.er año: alcachofas (hasta marzo) - chufas (de abril a finales de noviembre) -
cebollas babosas transplantadas (desde mediados de diciembre).
4.° año: cebollas babosas (hasta finales de abril) –judías verdes (hasta finales de
julio) –coliflores transplantadas a principios de agosto y recolección hasta princi-
pios del invierno.
B) l.er año: tomate trasplantado en espaldera (desde primeros de febrero a pri-
meros de agosto) – apios trasplantados (desde finales de agosto a finales de sep-
tiembre, iniciando su recolección a finales de año).
2.° año: apios (hasta finales de marzo) - melón trasplantado en túneles bajos
(mediados de abril-finales de julio) - coliflores tempranas trasplantadas (desde
principios de agosto a noviembre) - cebollas babosas trasplantadas en diciembre.
3.er año: cebollas babosas (hasta finales de abril) - boniatos, plantando estaqui-
llas herbáceas (desde primeros de mayo hasta mediados de octubre) - guisantes ti-
rabeques sembrados desde finales de octubre a primeros de noviembre.
4.° año: guisantes tirabeques (hasta primeros de junio) - fresón (planta trigo
trasplantada en julio).
5.° año: fresón (hasta mediados de julio) - lechuga «Iceberg» (desde agosto a fi-
nales de año).
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6.7. Desinfección del suelo
6.7.1. Introducción
387
Técnicas de cultivo en Horticultura
provistas de una batería de peines de tuberías, campanas, rejas de tubos, etc., que
por superposición paulatina sobre el terreno, van desinfectándolo poco a poco, a
profundidades diversas, según el sistema utilizado (como media entre 5 y 15 cm),
con una duración media del tratamiento entre 5 y 20 minutos.
El vapor de agua, a esta temperatura, destruye insectos, nematodos, hongos,
malas hierbas, bacterias y virus. La inyección de vapor de agua a presiones dema-
siado elevadas puede destruir las bacterias nitrificantes.
La efectividad del sistema es mucho mayor sobre el suelo seco que sobre el
suelo húmedo, por lo que en ningún caso será conveniente regar antes de efectuar
el tratamiento (Messiaen y Lafon, 1968).
A veces el vapor de agua se conduce hasta arquetas, barriles, carretillas, etc., en
los que se deposita el suelo para la confección de substratos (Govi y Villa, 1963),
lo que puede ser de utilidad en «Garden Centers».
La desinfección por vapor de agua es de alta efectividad y su principal incon-
veniente es su alto costo.
Es bastante frecuente que, tras un tratamiento con vapor de agua, se constate
una elevación en el contenido en amoníaco del suelo, lo que puede originar, a ve-
ces, fitotoxicidades, puesto que las bacterias amonificantes no suelen ser des-
truidas por este procedimiento. Análogamente, tras una desinfección con vapor de
agua, determinados elementos minerales pueden pasar a formas más asimilables,
lo que en terrenos muy ricos llega incluso a ocasionar riesgos de salinidad o
fitotoxicidad, como la debida a un exceso de manganeso. Por estas razones algunos
autores aconsejan no reemprender el cultivo hasta transcurridas 4-6 semanas desde
la desinfección; proceder a un riego previo de lavado y lixiviación de sales y efec-
tuar nuevos análisis de suelo, para establecer los programas de fertilización
(Chaux, 1972). En general, se considera que los suelos desinfectados con vapor de
agua son muy susceptibles a la reinfección con patógenos transportados.
En los últimos años se han desarrollado nuevos prototipos para la desinfección
del suelo con vapor, que constan de bastidores laterales o frontales que conducen
hacia el terreno el vapor de agua generado en una caldera, por lo que su uso resulta
más económico. Entre algunos aspectos que han podido comprobarse con este sis-
tema pueden citarse los siguientes: que se suelen requerir 50 l agua/m2 de suelo,
pero un exceso de agua puede contribuir a una lixiviación de fosfatos y sulfatos; que
la destrucción de las bacterias nitrificantes que conllevan, puede ocasionar un ex-
ceso de amoniaco que también puede resultar fitotóxico; que pueden producirse va-
riaciones en el pH, lo que puede ocasionar fitotoxicidades por Mn y Cu; que ciertos
patógenos como Fusarium o Verticillium pueden permanecer en el suelo a profundi-
dades superiores a 30 cm, por lo que no quedarían destruidos por este sistema; que
cuando en el suelo existen problemas de Sclerotinia, tras la desinfección podría ser
conveniente la inoculación de Coniothyrium minitrans, etc. (Picard, 2006).
6.7.3. Solarización
Es un procedimiento puesto a punto en Israel en 1976 por Katan y que consiste
básicamente en recubrir el terreno, después de regado, durante el verano, con una
388
Desinfección del suelo
389
Técnicas de cultivo en Horticultura
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Desinfección del suelo
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Técnicas de cultivo en Horticultura
392
Desinfección del suelo
393
Técnicas de cultivo en Horticultura
fabricación a partir del año 2005, al considerarse que puede afectar a la degrada-
ción de la capa de ozono. En tal sentido, desde los últimos años del siglo XX se
están buscando alternativas eficaces a este producto. En la Comunidad Valen-
ciana, el investigador del IVIA Vicente Cebolla está coordinando un amplio plan
de experiencias en este sentido. Entre algunas posibilidades que se manejan, ade-
más del uso de la solarización, la biofumigación o la desinfección con otros pro-
ductos químicos, también se está probando en el recubrimiento del suelo, el em-
pleo de plásticos VIF, muy impermeables a gases, con los que podría conseguirse
un buen efecto desinfectante, disminuyendo ostensiblemente las dosis de bro-
muro aplicadas, etc.
Entre los resultados más sobresalientes de este estudio se ha visto que en cul-
tivo de fresón y alternativas de huerta de la C. Valenciana, durante 3-4 años, la
aplicación de bromuro de metilo a baja dosis con plástico VIF, así como el uso de
dicloropropeno + cloropicrina dan resultados parecidos a los del bromuro de me-
tilo a dosis normal; la aplicación de dazomet y la secuencia dicloropropeno y
metam-sodio, también consiguen objetivos parecidos a los del bromuro de metilo
a dosis normal; la solarización + biofumigación, o la solarización con metam-so-
dio proporcionaron resultados menos efectivos que los otros tratamientos. Al
margen de todo, la forma de efectuar la distribución del fumigante o sus mezclas,
puede tener una gran importancia en los resultados obtenidos (Cebolla, Maroto,
2005).
A pesar de lo mencionado anteriormente, y con posterioridad al 2005, todavía
se ha ido admitiendo un cierto nivel de consumo de bromuro de metilo en Italia,
Francia y España (donde principalmente se ha pedido esta moratoria temporal para
viveros y cultivo de fresones y pimientos).
6.7.4.2. Cloropicrina
394
Desinfección del suelo
6.7.4.5. Dazomet
395
Técnicas de cultivo en Horticultura
Ante los problemas que se derivan de las restricciones de uso del bromuro de
metilo y algunos otros biocidas, en un futuro pueden comercializarse para la desin-
fección de suelos, algunos productos como los siguientes (Cebolla, 2005):
— DMDS (Dimetil Disulfuro), producto que puede extraerse del ajo. Se ha
visto que los extractos de ajo diluídos aplicados sobre sustratos pueden sos-
layar la acción de diversos patógenos criptogámicos del suelo (Fusarium,
Pythium, Rhizoctonia, Phytophthora, Thielaviopsis, etc.), variando las do-
sis en función del patógeno y del sustrato (Sealy et al., 2007).
— Ácida sódica.
— Óxido de propileno.
— Etilén-dinitrilo.
a) Fungicidas
— Quintoceno o PNCB, que se puede utilizar también en desinfecciones de
semillas. Se aplica al terreno en bandas o globalmente. Su acción puede
controlar hongos del suelo, como Sclerotinia, Pythium, Rhizoctonia,
Plasmodiophora brassicae, etc. Su uso puede verse limitado en un futuro
próximo. En la UE actualmente ya lo está.
— TMTD, que también puede emplearse en la desinfección de semillas. Se
utiliza en ocasiones para desinfectar pequeños recintos, como semilleros
hortícolas.
396
Desinfección del suelo
b) Insecticidas-nematicidas
Entre los productos con acción insecticida y nematicida que pueden ser em-
pleados en aplicación al suelo suelen tener plazos de seguridad restringidos, gene-
ralmente formulados en forma granular, pueden citarse:
c) Insecticidas
Entre los productos fitosanitarios con acción netamente insecticida, que se apli-
can al suelo, generalmente en forma granular, pueden citarse:
— Clorpirifos, foxim, etc., cuya acción insecticida más notable se realiza entre
los noctuidos, como los gusanos grises (Agrotis sp).
— Isofenfos, Fipromil, Imidacloprida, cuyo poder insecticida se centra prin-
cipalmente frente a problemas de gusanos de alambre (Agriotes sp) y larvas
de dípteros.
— Teflutrin, de marcada acción insecticida contra gusanos grises.
— Diazinon, fonofos, etc.
397
Técnicas de cultivo en Horticultura
398
Desinfección del suelo
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trate on Soilborne Fungal Pathogens». HortTechnology, 17(2), 169-173, 2007.
402
Desinfección del suelo
403
6.8. La defensa fitosanitaria en Horticultura
(exceptuando la desinfección de suelos, ya abordada)
Existen una serie de aspectos y factores de índole muy diversa que pueden afec-
tar a la globalidad del planteamiento de la defensa fitosanitaria en los cultivos hor-
tícolas, muchos de los cuales han sido expuestos desde una perspectiva general por
autores como Fernández Cuevas (1968) y que vamos a tratar de desarrollar basán-
donos principalmente en experiencias propias. Entre otros aspectos y factores po-
demos citar los siguientes:
Además de los enemigos más o menos específicos para cada hortaliza o planta
ornamental, que pueden consultarse en los libros modernos de Horticultura espe-
cial, existen muchas plagas y enfermedades que pueden afectar a especies muy di-
versas, incluso de familias botánicas diferentes.
Entre las plagas, una gran parte de los lepidópteros noctuidos comedores de ho-
jas (rosquilla negra, Heliothis, Plusia, etc.) puede atacar a hortalizas (figura 6.8.1)
y plantas ornamentales tan distintas como las judías verdes, los boniatos, el tomate,
las lechugas, clavel, gerbera, etc. Lo mismo podría decirse de otras plagas como
los ácaros tetraníquidos que los podemos encontrar parasitando plantas tan diferen-
tes, como los fresones, las judías, los melones, etc. Determinados pulgones, como
el «pulgón negro de las habas» o el «pulgón verde del melocotonero» pueden afec-
tar a un gran número de hortalizas, y como otros áfidos, ser vectores de muchas vi-
rosis. La plaga introducida hace unos años en España, del díptero minador Li-
riomyza trifolii (figura 6.8.2) ataca a un número muy elevado de hortalizas y flores
como lechugas, apios, tomates, judías, crisantemos, etc. con una problemática de
control, hasta hace poco tiempo, ampliamente controvertida (la aparición en el
mercado de insecticidas como abamectina, ciromazina, etc., ha soslayado, en parte,
405
Técnicas de cultivo en Horticultura
Fig. 6.8.1. Plantas de judías afectadas por orugas, de lepidópteros noctuidos, comedoras
de hojas.
406
La defensa fitosanitaria en Horticultura
minado pepino, como espinacas, tomates, melones, zanahorias, apios, gladiolos, ge-
ranios, calendula, etc. (Messiaen y Lafon, 1968; Messien, Lafon et al., 1995).
Un tema importante que afecta a un gran número de especies hortícolas, es el de
los parásitos telúricos que suelen constituir una problemática muy concreta en Hor-
ticultura, abordada con enfoques diferentes en los epígrafes 6.5 y 6.7.
Entre los insectos del suelo que pueden atacar a muchísimas hortalizas, pode-
mos citar los gusanos de alambre (Agriotes sp) y los gusanos blancos entre los co-
leópteros (Melolontha sp o Anoxia sp); entre los lepidópteros cabe citar a los gusa-
nos grises (Agrotis sp) que suelen centrar su ataque en las partes basales de las
plantas; entre los dípteros algunos tipúlidos y múscidos (como la mosca de los
sembrados, Phorbia platura entre estos últimos) y un largo etcétera.
Los nematodos son unos parásitos muy frecuentes en multitud de cultivos, como
patata, tomate, lechuga, melón, rosal, clavel, etc., en algunos casos (p. ej., Meloydo-
gine) forman quistes, en otros casos simplemente parasitan principalmente los siste-
mas radiculares de las plantas, produciendo amarilleamientos, achaparramientos, etc.,
de forma que existen especies que pueden afectar a varias plantas hortícolas.
Entre la flora criptogámica del suelo existe una gama amplísima de hongos
como Fusarium sp, Verticillium sp, Rhizoctonia sp, Thielavia, Pythium, Phy-
tophthora (figura 6.6.1), Sclerotinia (figura 6.8.3), etc., que pueden causar graves
daños a numerosas plantas hortícolas induciendo colapsamientos irreversibles, tra-
queomicosis, etc.
Finalmente, algunos virus pueden asimismo transmitirse en el suelo a través de
organismos como los nematodos, algunos hongos, etc.
407
Técnicas de cultivo en Horticultura
Ante la problemática tan compleja que supone una infestación excesiva con pa-
rásitos telúricos, no queda en muchas ocasiones otro remedio, aunque se efectúen
rotaciones con especies o familias distintas, que recurrir a la desinfección total de
los suelos, con productos biocidas como los indicados en el epígrafe 6.7.4, si bien
en casos de patógenos más concretos, pueden reducirse las medidas al empleo de
productos más específicos, como insecticidas, nematicidas, etc., o recurrir a otras
técnicas como la solarización, que ya han sido abordadas exhaustivamente en el
epígrafe 6.7.
A veces técnicas más «blandas» como la «solarización» pueden combinarse
con otros procedimientos, como el uso de portainjertos resistentes a determinadas
plagas y enfermedades (caso, p. ej., del tomate, la sandía, etc.), el empleo de cvs
con genes de resistencia a determinados parásitos; la utilización de otros medios
poco difundidos todavía, como la lucha biológica, alguno de cuyos casos concretos
ya ha sido comentado en el epígrafe 6.7.7.
408
La defensa fitosanitaria en Horticultura
(Virus del mosaico del apio), mientras que en los apios de «autoblanqueo»
esto no suele ocurrir.
— En el amplio abanico varietal existente en tomates se encuentran cvs como
Carmelo, que se presentan como resistentes al TMV (Virus del mosaico del
tabaco), Verticillium, Fusarium y nematodos; la variedad Fandango, se co-
mercializa como tolerante a «mildiu» y resistente al TMV y a Verticillium,
clapton, con resistencia a distintas fusariosis, Verticillium, Cladosporium,
nematodos, ToMV, TSWV, TYLCV, etc.
— Existen cvs de espinacas como Lagos F1, que se considera como tolerante a
«mildiu» (Peronospora spinaciae) y al CMV (virus del mosaico del pepino).
— La variedad de pepinos Cherokee se presenta como tolerante a «antracno-
sis», «mildiu», «oidio» y Pseudomonas, existiendo asimismo una gama
muy amplia de cvs con distintos grados de tolerancia o resistencia a distin-
tas enfermedades. Así, p. ej., el cultivar Saticoy F1 presenta resistencia a
CMV y «mildiu»; el híbrido Sprint se muestra resistente a CMV, Cladospo-
rium, «mildiu» y oidio, Darina, resistente a oidio, antracnosis, Cladosporo-
rium, mildiu, CMV y a algunas bacterias, etc.
— Los cvs de clavel Scania 3C, Le Rêve, Heidi, Sacha, Pallas, etc., muestran
resistencia a distintas razas de Fusarium oxysporum.
La mejora genética varietal es, sin duda, una ayuda muy importante a tener en
cuenta para el establecimiento de programas de defensa hortícolas, no solamente
en sus aspectos de resistencia o tolerancia genética a determinadas plagas y enfer-
medades, sino también en la incorporación de genes que permitan una mayor adap-
tabilidad a unas determinadas condiciones de medio físico, como va a tratarse en el
próximo epígrafe. Determinadas resistencias genéticas pueden anularse o no fun-
cionar bien en ciertas condiciones, como la resistencia a nematodos en tomate con
elevadas temperaturas.
409
Técnicas de cultivo en Horticultura
característica del terreno, que otros como Selva o Fresno. En tal circunstancia he-
mos comprobado, que suelen ser más frecuentes los ataques de Verticillium.
En algunos trabajos se ha visto que determinadas condiciones de cultivo pue-
den tener una clara influencia sobre una mayor intensidad en los ataques de algu-
nos patógenos. Así, p. ej., como se señaló en 4.1.2, se ha observado cómo en suelos
arcillosos con contenidos más elevados en motmorillonita, son menos frecuentes
los ataques ostensibles de Fusarium, que en otros terrenos con menor porcentaje en
montmorillonita (Tello, 1984).
En cultivos efectuados sobre sustratos orgánicos se ha constatado que los ata-
ques criptogámicos productores de traqueomicosis, tienen menos incidencia sobre
sustratos a base de mezclas de turbas, mezclas de turba y tierra, o mezclas de turba
con corteza de pino, que sobre sustratos elaborados únicamente con turbas rubias
(Couteaudier et al., 1985), tal y como se señaló en 5.2.7.
410
La defensa fitosanitaria en Horticultura
Cuadro 6.8.1
Algunos huéspedes del TSWV
Especies Arvenses
Amaranthus albus, A. retroflexus, Anagallis arvensis, Capsella bursa-pastoris, Fumaria offici-
nalis, Oxalis corniculata, Poa annua, Senecio vulgaris, Portulaca, Solanum nigrum, Sonchus
oleraceus, Stellaria media, Taraxacum officinale, Veronica persica, etc.
Cultivos olerícolas
Acelga, col, achicorias, tomate, pimiento, berenjena, tabaco, pepino dulce, espinaca, habas, pere-
jil, alcachofa, etc. Como infecciones localizadas en pepino, melón y calabaza, etc.
Cultivos ornamentales
Ageratum, Alstroemeria, Anthirrinum, Begonia, Cyclamen, Dahlia, Delphinium, Gerbera, Guz-
mania, Gladiolo, Jazmín, Kalanchoe, Limonium, Pelargonium, etc.
411
Técnicas de cultivo en Horticultura
La rapidez de los actuales medios de transporte puede traer consigo que plagas
y/o enfermedades que no se conocían en una determinada región puedan transmi-
tirse rápidamente, con el trasiego de productos hortícolas, de unas zonas a otras, a
través del comercio, de ahí el gran interés que debe tener la realización de oportu-
nas inspecciones fitosanitarias en material procedente de otros países. Hace unos
treinta años, probablemente a través de una importación de esquejes de crisantemo,
se introdujo en nuestro país una plaga de control muy dificultoso como Liriomyza
trifolii, conocido como el «submarino», que se ha expansionado ampliamente en la
mayoría de nuestras zonas hortícolas y en determinadas campañas ha llegado a
plantear la posibilidad de tener que recurrir a la paralización de la exportación de
algunas hortalizas españolas, como el apio, la lechuga, etc., aunque inspecciones y
controles en el propio campo por los organismos oficiales competentes han evi-
tado, afortunadamente, tener que adoptar esta medida.
Más recientemente se produjo la expansión de una nueva plaga, el tisanóptero
Frankliniella occidentalis, cuyos primeros ataques se registraron en Andalucía,
posteriormente se extendió en el área murciana y en la actualidad se encuentra am-
pliamente difundido en la Comunidad Valenciana, atacando a un gran número de
especies hortícolas, como lechugas, tomates, pepinos, sandías, melones, etc., así
como a diversas especies ornamentales e incluso leñosas (melocotón, uva, etc.) y
siendo agente vector de virosis como TSWV (Tomato Spotted Wilt Virus) que
ataca a numerosas hortalizas y plantas ornamentales (Lacasa, 1989). Algo similar
ocurrió posteriormente con la aparición de razas del aleuródido Bemisia tabaci
transmisores del TYLCV (Tomato Yellow Curl Virus).
412
La defensa fitosanitaria en Horticultura
una periodicidad a veces de 7-10 días, con el fin no sólo de combatir determinadas
plagas, sino para prevenir la incidencia de determinadas enfermedades. Así, p. ej.,
en un cultivo de apios destinados a la exportación, resulta usual la realización de
tratamientos preventivos, cada 7-10 días, durante el otoño-invierno para prevenir
los ataques del hongo Septoria apii. Numerosas hortalizas se ven afectadas a lo
largo del verano por los ataques continuos de la «rosquilla negra» (Spodoptera lit-
toralis) que sólo pueden ser evitados con un programa de tratamiento muy sola-
pado. En el cultivo de fresones, los ataques de ácaros alcanzan a veces cotas muy
importantes, por lo que antes de que el cultivo empiece a recolectarse, es conve-
niente la realización de cuantos tratamientos sean necesarios para erradicar esta
plaga, con el fin de evitar posteriores ataques durante la recolección. En este
mismo cultivo cuando se maneja con sistemas de protección climática, en los me-
ses invernales y al principio de la primavera, ante regímenes higrométricos ele-
vados, resulta muy frecuente la proliferación de los ataques de Botrytis cinerea (fi-
gura 6.8.4), parásito criptogámico que desarrolla sobre los frutos un micelio
algodonoso y una posterior podredumbre, que los inhabilita para el consumo, por
lo que su evolución debe prevenirse, sobre todo a partir de la floración, con apli-
caciones periódicas de antibotríticos. En el cultivo del tomate, además de un plan
fitosanitario que asegure la prevención contra agentes criptogámicos, debe tenerse
en cuenta que durante la recolección, suelen ser frecuentes los ataques de la «oruga
del tomate» (Heliothis armigera) sobre los propios frutos, etc.
Todos estos casos, dentro de lo que podría ser un plan general de tratamientos,
sin contar con las plagas y/o enfermedades que en un momento dado pueden surgir,
y que es necesario controlar drásticamente para evitar daños mayores, como un
ataque de «gusanos grises» (Agrotis sp) frecuentes en el litoral mediterráneo espa-
ñol a partir del inicio de la primavera en muchos cultivos (tomates, lechugas, apios,
melones, etc.); la proliferación en determinadas condiciones de enfermedades,
como la oidiopsis (Leveilulla taurica) en cultivos protegidos de pimientos, etc.
Esta reiterabilidad en los tratamientos fitosanitarios lleva pareja una problemá-
tica que puede llegar a ser muy grave, como es la relativa a la toxicidad, que vamos
a tratar a continuación. Tampoco es infrecuente la aparición de resistencias gené-
ticas en plagas a determinados pesticidas, como en pulgones a fosforados, en áca-
ros tetraníquidos a ciertos acaricidas, en hongos a algunos fungicidas e incluso en
malas hierbas a ciertos herbicidas, etc.
6.8.2.2. Toxicidad
413
Técnicas de cultivo en Horticultura
una vez aplicado el pesticida, ambas sin despreciar otros aspectos, como acu-
mulabilidad, efectos secundarios, etc. Existen insecticidas, como el metomilo, con
una toxicidad aguda importante (DL50 de 17-25 mg/kg) pero con una remanencia
no demasiado elevada (plazo de seguridad de unos siete días) pero es tanta la gama
de pesticidas con la que nos podemos encontrar, que prácticamente todas las
combinaciones posibles se pueden dar.
Existe en la legislación española una serie de prescripciones para la utiliza-
ción de los pesticidas, sobre ámbitos de utilización (cultivos sobre los que están
autorizados), forma de empleo (si se requiere o no la presencia o el compromiso
de un técnico titulado para su uso; manera concreta de efectuar la aplicación: al
suelo, a la planta; dosis, etc.), plazos de seguridad entre la aplicación y la reco-
lección, etc.
A pesar de todo, y no sólo en nuestro país, estas normas en ocasiones no se res-
petan en su integridad, por lo que pueden presentarse problemas de contaminación
de alimentos por pesticidas para los consumidores.
Por esta razón los países desarrollados elaboran periódicamente tablas de per-
misividad de residuos de pesticidas en las que se señalan los niveles admitidos de
los mismos, sobre los distintos cultivos hortícolas olerícolas.
Estos niveles de permisividad, conocidos modernamente como LMR (límite
máximo de residuos) para cada pesticida, varían de unos países a otros y aunque a
nivel general se van endureciendo todos con el paso del tiempo, existen legisla-
ciones particularmente restrictivas, como las que resultan oficiales en algunos paí-
ses nórdicos y en Suiza.
414
La defensa fitosanitaria en Horticultura
415
Técnicas de cultivo en Horticultura
otros), LMR de 0,05; d) Maíz dulce, LMR de 0,05. Hortalizas del género Brassica:
a) Inflorescencias (brécoles, coliflores, otros), LMR de 0,05; b) Cogollos (coles de
Bruselas, repollos, otros), LMR entre 0,05 y 1,00; c) Hojas (coles de China, berza,
otros), LMR entre 0,05 y 0,50; d) Colirrábanos, LMR de 0,05. Hortalizas de hoja y
hierbas aromáticas frescas: a) Lechugas y similares (berros, canónigos, lechugas,
escarolas, otros); b) Espinacas y similares (acelgas); c) Berros de agua; d) Endibias;
e) Hierbas aromáticas (perifollos, cebollinos, perejil, hojas de apio, otros), en todos
los casos LMR de 0,05. Leguminosas verdes-frescas (judías con y sin vaina, guisan-
tes con y sin vaina, otros), LMR de 0,05. Tallos jóvenes (espárragos, cardos comes-
tibles, apios, hinojos, alcachofas, puerros, ruibarbo, borraja, otros), LMR dentre 0,05
y 1,00. Hongos y setas, LMR de 0,05. Patatas, LMR de 0,05. Las fresas aparecen en
el epígrafe de bayas y frutas pequeñas y para las fresas «distintas de las silvestres»
se establece un LMR de 0,20, etc.
La sensibilización creciente hacia el tema de residuos en todo el mundo desa-
rrollado, y en particular en los países europeos hacia los que van destinadas nues-
tras exportaciones hortícolas, hace que cada vez sea más necesaria la adopción de
programas fitosanitarios bien estudiados y diseñados por técnicos cualificados, con
el fin de que la aplicación de estas normativas, no pueda volverse como un «boo-
merang» sobre nuestras hortalizas de exportación, con el gran problema económi-
co que ello podría conllevar, sobre productos cuyo costo de explotación, acondi-
cionamiento y transporte alcanza cifras elevadísimas. Coscollá (1993) estudió
ampliamente la legislación sobre residuos plaguicidas en productos agrarios y sus
principales problemáticas, y sus trabajos en el ámbito de los residuos son muy co-
nocidos en el sector hortofrutícola español.
La legislación en materia de plaguicidas, LMR, etc., está siendo constante-
mente revisada y existe una cierta tendencia hacia una uniformización de criterios
en el seno de la UE, así como a una amplia reducción en el mercado de los produc-
tos fitosanitarios. En España en el BOE de 21/11/02 apareció la nueva Ley de Sa-
nidad Vegetal (O.M. 20/11), en la que se desarrollaban todos los aspectos relacio-
nados con la defensa vegetal, se definían los principales términos, se hacían
recomendaciones específicas en la prevención y lucha contra plagas, se delimita-
ban todo tipo de situaciones, se explicitaban los distintos medios de lucha fitosani-
taria, se mencionaba todo tipo de circunstancias que envuelven a los productos fi-
tosanitarios y su utilización, se conceptuaban y desarrollaban los medios
biológicos y los no convencionales de defensa fitosanitaria, se establecían las nor-
mativas sobre inspecciones, infracciones y sanciones, las tasas por inspecciones y
controles fitosanitarios y se exponían las normas reglamentarias de sanidad vege-
tal, manteniendo y derogando disposiciones legislativas anteriores. En el ámbito de
la armonización europea se ha promulgado, entre otras dos, una directiva especí-
fica para hortalizas y frutas (Dir. 90/642/CEE), se ha promulgado el Reglamento
396/2005, que pretende ser la base para que en un futuro próximo exista uniformi-
dad para todos los países de la UE en materia de LMRs/productos. Existe una espe-
cial sensibilidad hacia el contenido en residuos de los alimentos vegetales o anima-
les destinados a lactantes o a niños, reflejadas en España en los R.D. 490/1998 y
480/2004, prohibiéndose específicamente cualquier contenido de plaguicidas
416
La defensa fitosanitaria en Horticultura
6.8.2.3. Intensividad
417
Técnicas de cultivo en Horticultura
6.8.2.4. Fitotoxicidades
418
La defensa fitosanitaria en Horticultura
plantas hortícolas, puesto que para ello se debe acudir a tratados más específicos
(Maroto, 2002), vamos a hacer una breve referencia, de forma muy sintetizada, a
los principales enemigos con que se enfrentan el cultivo de plantas hortícolas.
A) Parásitos animales
Entre los artrópodos, el grupo más predominante de forma clara es de los insec-
tos, aunque también es frecuente la incidencia de otros animales como los ácaros.
Los nematodos también afectan a numerosas plantas hortícolas, sobre todo en su
sistema radicular.
Si agrupamos a estos enemigos en función de los órganos a los que afectan nos
encontramos con la siguiente clasificación:
Entre los parásitos que atacan a las semillas almacenadas nos encontramos con
algunas especies de coleópteros pertenecientes a las familias de los Bruchidos
(como Bruchus pisorum que ataca las semillas de guisantes, Acanthoscelides ob-
tectus a las judías, etc.). Las semillas en germinación y las pequeñas plantitas
emergentes pueden verse muy afectadas por plagas de dípteros, como la «mosca de
los sembrados» (Phorbia platura) que afecta a un gran número de especies hor-
tícolas (guisante, judías, melón, maíz dulce, etc.).
Entre los patógenos que atacan al sistema subterráneo de las plantas hortícolas
(raíces y base de los tallos), nos encontramos con una amplísima diversidad, p. ej.,
las larvas de coleópteros, como los gusanos blancos (melolóntidos), los gusanos de
alambre (género Agriotes, familia elatéridos) que pueden afectar a numerosas hor-
talizas y ornamentales. Algunos lepidópteros noctuidos del género Agrotis devoran
con fruición la base del tallo de numerosas plantas hortícolas, como tomates, ju-
días, maíz dulce, gerbera, etc.
Los nematodos suelen ubicarse en los sistemas radiculares de muchísimas plan-
tas hortícolas, pudiendo ocasionar quistes.
Dentro de los insectos devoradores de hojas principalmente, nos encontramos
p. ej., con diversos coleópteros crisomélidos entre los que puede citarse el criocero
del espárrago, las «pulguillas» de alcachofa (Sphaeroderma rubidum), de la remo-
lacha (Cassida vitatta), escarabajo de la patata (Leptinotarsa decemlineata), etc.;
muchísimos lepidópteros, como «rosquilla negra», Plusia sp, etc., pertenecientes a
la familia de los noctuidos. Entre los ortópteros, la langosta suele ser plaga ocasio-
nal en Olericultura, pero a veces es importante en Horticultura ornamental. El rosal
se ve atacado con fruición por un himenóptero tentredrínido como el Arge rosae,
etc. Algunos dípteros agromícidos (como Liriomyza trifolii, L. huidobrensis) pue-
den ocasionar galerías en hojas de muchas plantas hortícolas. Otros animales (gas-
terópodos), como los caracoles y las babosas, presentan a veces grandes problemas
como comedores de hojas en Olericultura y Floricultura.
Entre los parásitos que chupan o laceran «las hojas», nos encontramos con mu-
chos casos, como los pulgones (áfidos) y las moscas blancas (aleuródidos) entre
los homópteros, que atacan en ambos casos a la práctica totalidad de hortalizas y
plantas ornamentales, produciendo además un daño potencial, tanto los pulgones
como algunas moscas blancas (p. ej., Bemisia), como vectores de virosis. Algunas
419
Técnicas de cultivo en Horticultura
B) Parásitos criptogámicos
Entre los hongos que atacan a los órganos subterráneos de las plantas hortícolas
podemos citar, por una parte, a aquellos que causan enfermedades vasculares que
inducen el colapsamiento de las mismas, como Fusarium, Verticillium, etc., entre
los ascomicetos; Rhizoctonia entre los basidiomicetos; Sclerotinia entre los helio-
táceos, etc. El control de estas enfermedades criptogámicas es muy dificultoso y
requiere, en muchos casos, recurrir a las técnicas de desinfección de los suelos,
ampliamente desarrolladas en 6.7, así como a otras técnicas, como es el caso de ro-
420
La defensa fitosanitaria en Horticultura
421
Técnicas de cultivo en Horticultura
422
La defensa fitosanitaria en Horticultura
Fig. 6.8.8. Envase de tomates sobre cuyos frutos aparece un adhesivo que hace referencia
a la utilización de abejorros en la polinización, como garantía de un producto más «natural».
423
Técnicas de cultivo en Horticultura
424
La defensa fitosanitaria en Horticultura
Cuadro 6.8.2
Ejemplos de lucha biológica en cultivos hortícolas bajo invernadero
Parasitoides y predatores
(Fuentes diversas: Belda, 2006; Coscollá, 2004; Lacasa, 2005; Monserrat, 2002, etc.)
Contra moscas blancas
Encarsia transvena, Encarsia formosa, Encarsia lutea, Encarsia pergandiella, Eretmocerus
californicus, Eretmocerus mundus, Eretmocerus eremicus, Cyrtopeltis tenuis, etc. Hongos
como Paecilomyces fumorosus, preparados comerciales a base de Microdochium dimerum y
Verticillium lecanii, Beauveria bassiana, etc., entre los parasitoides y entre los depredadores:
Macrolophus caliginosus, Diglyphus isaea, Diglyphus tamainii, Delphatus pusillus, Ambly-
seius swirskii , etc
Contra pulgones
Aphidius colemani, A. ervi, Trioxys angelicae, Aphelinus abdominalis, etc., entre los parasi-
toides y Coccinella septempunctata, Adalia decempunctata, A. bipunctata, Aphidoletes aphi-
dimyza, Chrysopa carnea, Chrysoperla carnea, etc., entre los depredadores.
Contra dípteros minadores
Diglyphus chabrias, D. isaea, D. minoeus, D. poppoea, Keitodoma sp, Dacnusa sibirica,
Opius concolor, O. pallipes, Hemiptarsenus zanglerii, etc.
Contra tisanópteros
Depredadores: Amblyseius barkeri, A. cucumeris, A. degenerans, A. swirskii, Orius laeviga-
tus, O. maiusculus, etc.
425
Técnicas de cultivo en Horticultura
426
La defensa fitosanitaria en Horticultura
BIBLIOGRAFÍA CITADA
427
Técnicas de cultivo en Horticultura
LACASA, A.: «Lucha contra plagas y enfermedades bajo invernadero». Curso de Especia-
lista Univ. En Horticultura Intensiva y Protegido. ETSIA.Valencia. 2005.
MAROTO, J. V.: Etiología y descripción de las principales fisiopatías de la Horticultura
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MAROTO, J. V.: Horticultura herbácea especial. Ed. Mundi-Prensa (5.a ed.). Madrid.
MESSIAEN, C. M. y LAFON, R.: Enfermedades de las hortalizas. Oikos Tau. Vilassar de Mar
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MONSERRAT, A.: «El cultivo del tomate bajo el sistema de Producción Integrada». Vida Ru-
ral, 148, 30-35, 2002.
TELLO, J. C.: «Un aspecto de la lucha biológica: los suelos resistentes a las micosis vacula-
res de las plantas». ITEA, 55, págs. 11-21, 1984.
428
PARTE SÉPTIMA
RECOLECCIÓN Y POSTRECOLECCIÓN
DE PRODUCTOS HORTÍCOLAS.
TÉCNICAS DE CONSERVACIÓN
7.1. Normas generales a adoptar para efectuar
la recolección de productos hortícolas
431
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
432
7.2. Sistemas de recolección en Horticultura
433
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
434
Sistemas de recolección en Horticultura
435
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
Tomemos, p. ej., el caso de la recolección del apio. En este cultivo cuando se re-
colecta a mano se efectúa una serie de labores, como:
— Cortado de la pieza.
— Eliminación de hojas externas.
— Recortado terminal de hojas o eliminación de «plumeros».
— Envasado en campo.
— Acarreo al medio de transporte que llevará la mercancía hasta la central
hortofrutícola.
Si estas operaciones en lugar de ser realizadas por una misma persona se des-
glosan de forma que cada labor, o dos de ellas, son efectuadas por personal distin-
to, sin duda se conseguirá una mayor reducción de los costos del personal.
En este mismo cultivo, la recolección puede ser realizada íntegramente con má-
quinas, que recortan, arrancan y acarrean las piezas de apio, o con sistemas mixtos,
como los desarrollados en California, según los cuales en primer lugar y con un
tractor de puente elevado que lleva incluida una rueda cortante, se recortan las pie-
zas, mientras que el resto de las operaciones, se desglosan y son efectuadas por
grupos distintos de gente.
En muchas ocasiones, por tratar de abaratar excesivamente los costos, se recu-
rre a los destajos, lo que, de no ser controlado adecuadamente, puede resultar con-
traproducente, sobre todo en recolecciones que implican diversas «pasadas», sobre
una misma planta (caso de judías de enrame, melones, tomates, pimientos, etc.).
436
Sistemas de recolección en Horticultura
437
7.3. Operaciones que suceden a la recolección
439
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
disminución del peso fresco; una menor incidencia de la desecación, etc. Por otra
parte, con la prerrefrigeración se reducirán en gran medida los ataques de micro-
organismos patógenos y se conseguirá una conservación más prolongada, una ma-
yor calidad de los productos, etc. También se evitará la aparición de oscilaciones
térmicas en cámaras frigoríficas que contienen otros productos, pues si se intro-
dujera en ellas mercancías directamente del campo, para conseguir temperaturas
similares, sería necesario un período comprendido entre 12 y 48 horas.
Los procedimientos de preenfriamiento más corrientes son: por agua fría, por
corriente de aire frío y por vacío, cuyo fundamento será expuesto a continuación.
440
Operaciones que suceden a la recolección
441
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
Torrs. con una precisión de ± 1 mbar (Vandievoet, 1980). En el cuadro 7.1 se señala
la efectividad y duración de la prerrefrigeración por vacío de diversas hortalizas.
Cuadro 7.1
Efectividad de algunos ciclos de preenfriamiento por vacío en varias hortalizas
(Hardenburg et al., 1986)
442
Operaciones que suceden a la recolección
7.3.2.1. Selección
— Verde-maduro.
— Pintón.
— Rojo maduro.
443
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
7.3.2.2. Limpiado
Es una operación muy frecuente, que consiste en limpiar las unidades hortíco-
las, previamente a su envasado y a algunas selecciones. En algunas ocasiones, el
lavado se realiza con agua a la que se le ha añadido un antiséptico, fungicida, etc.
(p. ej., lejía, TBZ, captan, imazalil, etc.), efectuándose el lavado por inmersión o
por ducha. El lavado con agua es frecuente en algunas hortalizas aprovechables por
sus raíces, como zanahorias, rábanos, apio-nabo, chirivías, nabos, etc. (figura
7.3.2); en hortalizas aprovechadas por sus frutos, como los tomates, y también en
ocasiones en hortalizas utilizadas por sus hojas, como espinacas, acelgas, «endi-
vias», etc.
Tras el limpiado con agua, es conveniente secar la mercancía, mediante la ins-
talación, en la «cadena» de manipulación, de ventiladores secadores que propelen
aire caliente.
También es frecuente, en algunos productos hortícolas, como tomates, melones,
pepinos, nabos, boniatos, etc., que a continuación del lavado se les proporcione un
recubrimiento con ceras que reducen el desecamiento de los órganos hortícolas
aprovechados y mejoran el aspecto. Estas ceras suelen estar formuladas a base de
parafina, aceite de cacahuete, soluciones resinosas, etc., y es bastante usual que se
apliquen conjuntamente con un cepillado de los frutos u órganos aprovechados.
Actualmente, y ante la susceptibilidad medioambiental y sanitaria existente, a ve-
ces se prescinde de la aplicación de ceras, o bien si se realiza el encerado, se hace
utilizando ceras naturales siempre autorizadas en los códigos Alimentarios. En
444
Operaciones que suceden a la recolección
cualquier caso, siempre es muy conveniente ajustar la dosis a aplicar de las ceras,
pues en ocasiones a lo largo de la conservación aparecen anomalías, como man-
chas superficiales producidas por una mala aplicación de las ceras. En la aparición
de estas anomalías intervienen a veces factores como la propia susceptibilidad va-
rietal, que el preenfriado no se haya hecho adecuadamente, etc. En algunas hortali-
zas como las aprovechables por sus hojas, las patatas, etc., no es recomendable el
encerado (Hardenburg et al., 1986).
En postrecolección de frutas se ha experimentado con lo que se llama la ter-
monebulización, que consiste en introducir en las cámaras frigoríficas en las que
está depositada la mercancía unos generadores de aerosoles que lanzan una niebla
de agua a la que se le han adicionado fungicidas (como iprodiona, TBZ) y antioxi-
dantes (como la etoxiquina, difenil-amina, etc.), constituida por partículas muy pe-
queñas (1,5-3 µ), cuyo uso podría soslayar el lavado tradicional, si la penetración
fuera homogénea y suficiente (Chapon et al., 1988).
A veces la limpieza se hace en seco utilizando una especie de gamuza, lo que es
relativamente frecuente en pimientos, berenjenas, etc.
En algunas ocasiones el concepto de «limpiado» se amplía a operaciones situa-
das entre la propia «limpieza» y la selección, y supone otros aspectos, como la eli-
minación de hojas externas, que pueden estar más marchitas de lo normal o afec-
tadas por algún parásito muy localizado (podredumbres muy externas, daños de
minadores, etc.), en hortalizas como lechugas, escarolas, apios, etc.
445
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
En el caso de las berenjenas, el calibrado puede hacerse con arreglo a dos pará-
metros distintos:
— Por peso. En este caso se establece un peso mínimo de 100 g y se hacen tres
agrupaciones:
446
Operaciones que suceden a la recolección
447
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
448
Operaciones que suceden a la recolección
Los productos hortícolas son todos ellos muy perecederos, por lo que para con-
seguir una larga y adecuada conservación en buenas condiciones, es preciso situar-
los en cámaras frigoríficas.
En las cámaras frigoríficas la temperatura de conservación varía entre –1 y 10° C,
según la especie de que se trate, y por encima de su punto de congelación. En los cua-
dros 7.2 y 7.3 se adjuntan sendas listas de las condiciones medias de conservación
frigorífica para un amplio grupo de hortalizas y flores respectivamente, con las que
se asegura un determinado intervalo de duración. Como se ve, existen algunas espe-
cies, como las espinacas, cuya temperatura de conservación se cifra en –0,5/0° C y
que con una humedad relativa del 90-95 por 100 pueden conservarse sin problemas
durante 1-2 semanas; las berenjenas conservadas a 7-10° C con una humedad relativa
del 90-95 por 100, pueden conservarse por un espacio de 8-20 días, etc.
449
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
450
Operaciones que suceden a la recolección
Cuadro 7.2
Condiciones medias de conservación frigorífica de algunas hortalizas
(Fuentes: Institut International du Froid, 1967; Moras y Chapon, 1983;
Hardenburg et al., 1986)
Humedad Duración de la Punto de
Temperatura
Especies relativa conservación congelación
(en ° C)
(en %) (en días) (en ° C)
Acelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . –0,5 a 0 90 a 95 10 a 15 –
Ajos secos . . . . . . . . . . . . . . . . . . –1 a 0 70 180 a 240 –2,2
Alcachofas . . . . . . . . . . . . . . . . . . –0,5 a 0 85 a 95 10 a 40 –1,3
Apio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 90 a 98 30 a 90 –0,5
Apio-rábano . . . . . . . . . . . . . . . . 0a1 90 a 95 60 a 180 –0,9
Berenjena . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 a 10 90 a 95 10 a 20 –0,5
Bróculi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 7 a 15 –1
Calabacín . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0a4 90 60 a 90 –0,5
Cebolla seca . . . . . . . . . . . . . . . . –1 a 0 70 150 a 240 –
Cebolla tierna . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 7 a 21 –1
Col China . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 60 a 90 –
Col-repollo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 20 a 90 –0,5
Col de Bruselas . . . . . . . . . . . . . . –1 a 0 95 20 a 35 –1
Coliflor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 25 a 40 –1
«Endivia» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 14 a 21 –0,5
Escarola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 15 a 30 –0,5
Espárragos . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 a 0,5 95 10 a 30 –0,5
Espinaca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . –0,5 a 0 95 7 a 14 –0,5
Fresas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 90 a 95 3 a 10 –0,7
Guisante fresco . . . . . . . . . . . . . . –0,5 a 0 95 7 a 20 –0,5
Hinojo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 30 a 60 –
Judía verde . . . . . . . . . . . . . . . . . 0a7 90 a 95 7 a 15 –0,7
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 7 a 21 –0,5
Melón cantalupo . . . . . . . . . . . . . 0a7 90 10 a 15 –1,2
Melón «Honey Dew» . . . . . . . . . 7 a 10 80 a 90 10 a 20 –0,9
Nabo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 120 a 150 –1
Patata . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 a 10 90 120 a 270 –1
Pepino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 a 10 90 a 95 7 a 15 –0,5
Pimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 a 10 90 7 a 30 –0,7
Rábano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 20 a 30 –0,7
Remolacha de mesa . . . . . . . . . . . 0 90 a 95 30 a 100 –1,5
Sandía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2a4 85 a 90 14 a 21 –0,4
Tomate verde a «pintón» . . . . . . 10 a 15 90 7 a 20 –0,8
Tomate maduro . . . . . . . . . . . . . . 2 a 10 90 7 a 15 –0,8
Zanahoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 90 a 95 60 a 150 –1
Nota: Hay variaciones de unas fuentes a otras.
451
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
Cuadro 7.3
Condiciones medias de conservación frigorífica de algunas flores cortadas y plantas
ornamentales
(Fuentes: Paulin, 1981; Moras y Chapon, 1983; Hardenburg et al., 1986)
Humedad Duración de la Punto de
Temperatura
Especies relativa conservación congelación
(en ° C)
(en %) (en días) (en ° C)
Cattleya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 a 10 85 a 90 15 –0,3
Clavel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 85 a 90 20 a 30 –0,7
Cymbidium . . . . . . . . . . . . . . . . . 0a4 85 a 90 15 –
Crisantemo . . . . . . . . . . . . . . . . . . –0,5 a 0 85 a 90 20 a 40 –0,8
Esparraguera . . . . . . . . . . . . . . . . 2a4 85 a 90 15 a 20 –3,3
Gerbera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1a4 85 a 90 12 a 14 –
Gladiolo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2a5 85 a 90 7 a 14 –0,3
Gypsophilla . . . . . . . . . . . . . . . . 4 85 a 90 7 a 21 –
Narcisos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 85 a 90 4 –0,1
Poinsetia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 a 15 85 a 90 4a7 –l,l
Rosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 95 7 a 10 –0,5
Statice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2a4 85 a 90 20 a 30 –
Tulipanes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 0 85 a 90 15 a 20 –
Nota: Hay variaciones de unas fuentes a otras.
Existen cámaras frigoríficas que funcionan con aire muy húmedo (hasta el 98
por 100 de humedad relativa), particularmente eficaces para evitar la desecación en
productos muy sensibles, como flor cortada, algunas hortalizas de hoja, etc.
7.3.4. Transporte
452
Operaciones que suceden a la recolección
Fig. 7.3.7. Bodegas frigoríficas en barcos en el puerto de Las Palmas. Carga con carretillas
elevadoras de cajas de tomate.
453
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
De la misma forma, ocasionalmente, se hacen envíos por vía aérea con sistemas
similares. En este caso y debido al alto costo que este sistema conlleva, suele tra-
tarse de productos muy perecederos y cotizados en el mercado, lo que a veces sólo
se produce en determinados períodos. Algunos países de gran agresividad comer-
cial, como Israel, distribuyen una parte importante de sus producciones hortícolas
destinadas a Europa a través de aviones.
454
7.4. Conservación de flor cortada y plantas ornamentales
Dentro de los productos hortícolas, quizás las flores cortadas sean los más pere-
cederos, por lo que en su conservación deben tomarse una serie de medidas espe-
ciales para conseguir una vida útil más dilatada.
Una vez que se han cortado las flores de la planta original, se desencadena una
serie de procesos catabólicos que pueden englobarse en el término «senescencia»,
que pueden conducir hacia el deterioro total de las mismas.
La «senescencia» está caracterizada por los siguientes procesos (Casp, 1977;
Paulin et al., 1976):
Existen diversas sustancias que se utilizan para prevenir algunos de estos pro-
cesos, así, p. ej., el sulfato de cobre o el nitrato mercúrico, por su acción microbi-
cida, pueden prevenir los taponamientos xilemáticos producidos por patógenos; el
empleo de ácidos o la utilización de inhibidores enzimáticos como la acida sódica
o el dinitrofenol, empleados en soluciones, pueden evitar la acción obturadora de
los enzimas; el sulfato y el citrato de hidroxiquinoleína, además de un cierto papel
fungicida, pueden ralentizar la transpiración, lo que también ocurre con la aplica-
ción de determinados retardadores del crecimiento, como la daminocida.
455
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
456
Conservación de flor cortada y plantas ornamentales
cos. En determinadas flores, como las gerberas, se pueden utilizar protecciones in-
dividuales para cada unidad floral y/o envases especiales o agujereados para evitar
el deterioro (figura 7.4.1).
La prerrefrigeración y la conservación frigorífica, en muchas ocasiones asocia-
das al empleo de atmósfera controlada, es un procedimiento de conservación usual
en flores cortadas.
Existen asimismo soluciones de «carga», que permiten la recolección en estado
de botón cerrado de las flores, para proceder a su apertura posterior dirigida, en de-
terminadas condiciones de temperatura, iluminación, etc. (Paulin et al., 1976; Jac-
quier, 1983; etc.).
Existen también otros sistemas de conservación y presentación de plantas orna-
mentales como la desecación, que es muy frecuente en determinadas especies ar-
venses o cultivadas, como Agrostis, Chloris, Bromus, Panicum, Phalaris, Briza,
Statice, Gypsophila, etc.
La preservación es otro sistema de conservación que consiste en introducir en
tallos o ramas de algunas especies ornamentales, y a través de sus tejidos conduc-
tores, una solución especial, a base principalmente de glicerina, unida a otros adi-
tivos como el nitrato de plata, el ácido cítrico, etc., con lo que se consiguen largos
períodos de conservación.
457
7.5. Centrales hortofrutícolas
Una central hortofrutícola puede ser definida como aquella instalación a la que
son conducidos tras la recolección los productos hortícolas (horto-floro-frutícolas)
donde son acondicionados, manipulados y conservados en cámaras frigoríficas
hasta su expedición para la venta.
En toda central hortofrutícola hay una serie de partes fundamentales, como:
— Muelle de descarga.
— Sala de espera.
— Instalaciones de prerrefrigeración.
— Sala de acondicionamiento y confección, en la que se efectúan las opera-
ciones de selección, limpieza, clasificación y envasado. En determinados
productos y momentos del año puede ser necesario que toda la sala de acon-
dicionamiento, o al menos una parte, disponga de aire acondicionado. En
esta sala, que debe estar lo más libre de columnas posible, se dispone la ma-
quinaria necesaria para llevar a cabo todas las operaciones del acondi-
cionamiento y confección.
— Sala de materiales, donde se almacenan las cajas, bolsas, cromos, etc., y en
la que se pueden montar los envases.
— Cámaras frigoríficas con sus correspondientes salas de maquinaria adjun-
tas.
— Muelle de carga.
— Instalaciones comunes a toda obra civil: red de agua potable, iluminación,
desagües, etc.
459
7.6. Tipos de comercialización más usuales
de los productos hortícolas
En este caso, antes de nuestra incorporación plena a la UE, las mercancías de-
bían pasar necesaria y obligatoriameante por las oportunas revisiones e inspeccio-
nes de los Servicios de Control del Ministerio de Agricultura o Comercio.
461
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
462
7.7. Sistemas de conservación y/o presentación de los
productos hortícolas
463
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
464
Sistemas de conservación y/o presentación de los productos hortícolas
Cuadro 7.4
Condiciones medias de conservación en atmósfera controlada de varias plantas hortícolas
(Fuentes: Molina y Durán, 1970; Hardenburg et al., 1986; Tesi, 1987)
%
T° C Tiempo de mantenimiento
O2 CO2 Hr
Apio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 5 90 a 95 0 Más de 2-3 meses y en me-
jores condiciones que la
cons. frigorífica simple
Cebolla . . . . . . . . . . . . . . . . . 1a5 5 a 10 70 a 75 1a2 8 meses
Clavel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1a3 5 95 0 30 a 45 días
Coliflor . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2a5 5 a 10 90 a 95 0 50 a 90 días
Gladiolo . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 5 95 0 20-30 días
Lechuga . . . . . . . . . . . . . . . . . 1a5 1 95 0 40 a 45 días
Rosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 5 95 1 20 a 30 días
Tomate rojo maduro . . . . . . . 2a3 2 85 a 90 0a2 30 a 40 días
Hr: Humedad relativa. (Nota: Hay variaciones entre las fuentes consultadas).
465
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
te, que tiene como principal problema el hecho de que entraña la formación
de cristales de hielo excesivamente grandes que puedan afectar la estructura
tisular, por lo que al efectuar la descongelación los productos pueden tener
una apariencia blanduzca y poco natural.
— La congelación rápida, que es el procedimiento usual en el tratamiento indus-
trial, que consiste en hacer descender en el intervalo medio de una hora la
temperatura del producto hasta –40° C, lo que se consigue normalmente en el
interior de un túnel de congelación por propulsión de aire muy frío a gran ve-
locidad. Una vez congelados los productos, se «conservan» a una temperatura
media de –20° C. Existen otros sistemas de congelación rápida como la asper-
sión (sobre el producto a congelar) de nitrógeno líquido (que está a –195° C);
la colocación sobre superficies metálicas previamente enfriadas, etc.
466
Sistemas de conservación y/o presentación de los productos hortícolas
467
Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
Entre los productos que tradicionalmente se han utilizado para estos fines
puede hablarse de ácido salicílico, ácido benzoico, anhídrido sulfuroso, antibióti-
cos, etc.
En cualquier caso, antes de utilizar un determinado conservante, debe con-
sultarse si está autorizado en las normas del Código Alimentario.
468
Sistemas de conservación y/o presentación de los productos hortícolas
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Sistemas de conservación y/o presentación de los productos hortícolas
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Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
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Sistemas de conservación y/o presentación de los productos hortícolas
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Recolección y postrecolección de productos hortícolas. Técnicas de conservación
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475
ANEJO
RAÍCES Y BULBOS:
AJO 1.397 15.934 – 17.331 3.760 8.231 – 136.400 1.330
Cebolla babosa – – – 4.076 – – – 164.907
Cebolla medio grano o Liria – – – 1.140 – – – 47.447
Cebolla grano o valenciana – – – 10.485 – – – 581.074
Otras cebollas – – – 5.802 – – – 212.623
CEBOLLA TOTAL 775 20.609 119 21.503 11.797 48.146 39.290 1.006.051 91.988
CEBOLLETA 60 967 2 1.029 10.594 21.712 36.000 21.704 96
PUERRO 161 2.449 25 2.635 12.813 29.037 23.248 73.755 1.667
REMOLACHA DE MESA 2 687 – 689 8.259 32.977 – 22.671 2.380
ZANAHORIA 148 8.910 19 9.077 6.638 53.549 17.000 478.428 41.827
RÁBANO 10 441 – 451 6.124 16.647 – 7.403 –
NABO 7.532 590 336 8.458 10.582 25.321 – 94.639 –
479
Últimos datos de la Horticultura española (2005)
480