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4. Patología de la libertad
• (cf. Gregorio de Nisa, La creación del hombre, XVI; Discurso catequético, 5; 30;
Basilio de Cesarea, Homilía: Que Dios no es autor del mal; Juan Damasceno,
Exposición exacta de la fe ortodoxa, II, 12; 25; Máximo el Confesor, Disputa con
Pirro, 324D).
• Al crear libre al hombre, Dios quiso que el bien adquirido por el hombre, que se uniría a él
por la realización de la semejanza, fuera verdaderamente suyo.
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• Dios “ha honrado al hombre al conferirle la libertad, a fin de que el bien pertenezca
propiamente al que lo eligiera, no menos que a aquel que puso las primicias del bien
en la naturaleza” (san Gregorio de Nacianzo, Discursos, XLV, 632C).
• A la objeción común de que Dios no hubiera debido crear libres a los hombres a fin
de que no pudieran caer en el mal, san Ireneo de Lyon responde:
• “En tal hipótesis (…), la comunión con Dios sería sin valor, y no habría nada
deseable en el bien que sería adquirido por él sin movimiento, ni cuidado, ni
aplicación de su parte y hubiera surgido automáticamente y sin
esfuerzo” (Contra las herejías, IV, 37, 6).
• San Máximo el Confesor que la libertad consiste para el hombre en hacer concordar
su disposición de querer personal o voluntad “gnómica” (thelema gnomikón) con su
voluntad natural (thelema physikón),
• Hemos mostrado que la naturaleza del hombre es tender hacia Dios a fin de volverse dios.
• Así pues, manteniendo todas sus facultades conforme a su naturaleza orientadas hacia
Dios, y realizando la semejanza con el Logos, el hombre puede ser verdaderamente él
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mismo, obrar en conformidad con su naturaleza, no estar determinado por nada
exterior o extraño a sí mismo.
• Viviendo según las virtudes el hombre no solamente lleva una vida en la cual
es él mismo, obra según lo que es, es movido por su propia naturaleza sin ser
llevado por nada exterior o extraño que se imponga a él o actúe como parásito
en su querer, sino que también obra en conformidad con Dios mismo,
participa de su Voluntad soberana y de Su absoluta libertad.
• Deificado de este modo, el hombre unido a Dios por la virtud, es libre con la libertad
de Dios: es “la libertad de la gloria de los hijos de Dios” de la que habla san Pablo
(Rom 8, 21).
• San Gregorio de Nisa enseña también que estos tres principios se implican recíprocamente y
significan en el fondo la misma cosa:
• Entonces, al conformarse con los mandamientos divinos que le indican cómo crecer en virtud
y unirse más estrechamente a Dios, el hombre puede realizar su libertad en toda su
perfección.
• Por eso san Marcos el Monje llama a los mandamientos “mandamientos de libertad”,
“obra de libertad” o siguiendo a Santiago (St 2, 12) “ley de libertad”
• y san Agustín puede escribir: “No hay más que una libertad: la de los
bienaventurados y la de los que adhieren a la ley divina”.
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• “La libertad es la voluntad de un alma razonable dispuesta a moverse hacia su objeto”
dice san Diádoco de Fótice, en Cien capítulos gnósticos, 5.
• Adán había sido creado por Dios en proceso de deificación y tendiendo, pues,
hacia el bien de forma espontánea.
• El hombre, sin embargo, estaba constantemente tentado por el diablo para que usara de su
libertad de una manera distinta a la que Dios le había indicado.
• “Era necesario que el hombre fuera ante todo probado”, escribe san Juan
Damasceno, Exposición exacta de la fe ortodoxa, II, 30.
• En la tentación la libertad se revela verdaderamente como tal, porque, por una parte
se revelan sus otras posibilidades, y por otra, la voluntad es probada y muestra cuál es
la medida de su adhesión a Dios por la fuerza del rechazo que ella opone a todo lo
que busca alejarla de Él.
• El hombre, a pesar de todos los bienes que Dios le ofrecía, cedió a la tentación diabólica.
Utilizó su libre albedrío para apartarse de Él, para tomar parte del mal que le sugería el
Maligno, y para introducirlo en él y en la creación.
• Todos los Padres de la Iglesia insisten en el hecho de que el mal que hay tanto en el
hombre como en el mundo es producto del uso perverso de la libertad del ser humano,
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de una voluntad personal o en la terminología de san Máximo el Confesor voluntad
“gnómica”.
• “No existe mal fuera de una elección” afirma san Gregorio de Nisa, “la libre
elección le da su consistencia (al mal)”;
• San Máximo el Confesor muestra que el hombre, por el pecado, disocia y desacuerda su libre
arbitrio, su “voluntad gnómica” de su voluntad natural que,
• por lo mismo se aparta de su naturaleza, con todas las facultades de su ser se desvía
de una vida conforme a su naturaleza para llevar una vida contra la naturaleza, se
aparta del Bien para entrar en todas las formas del mal y se destruye a sí mismo.
• Cuando en su estado primitivo Adán no quería conocer nada más que a Dios y no vivir sino
para asemejársele, su libre albedrío, lo hemos visto, concordaba con su voluntad natural y no
se desviaba de la norma o logos de su naturaleza, se orientaba espontáneamente hacia el
Bien.
• Por el uso perverso de su libertad, el hombre se vuelve esclavo del pecado (cf. Jn 8, 34; 2 Pe
2, 19; Ro 6, 20; Is 61, 1; Ro 6, 17; 8, 21; Gál 5, 1),
• cautivo de los deseos y los placeres sensibles hacia los cuales se volvió. (Tt 3,3;
Rom 6, 19), sujeto a las falsas divinidades que él se hizo de las criaturas (Gál 4, 3.
8-9).
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• Los Padres no dejan de mostrar cómo el hombre caído, incluso cuando cree ser
libre o liberarse, se hace esclavo.
• Hablando con propiedad, ya no es él quien obra, sino la ley del pecado que habita
en él (Rm 7, 17. 20. 23).
• Esclavo de sus pasiones, el hombre también lo es del diablo y de los demonios. No solamente
está influenciado, sino incluso dominado y aplastado por la tiranía del Maligno (cf. san
Simeón el Nuevo Teólogo, Catequesis, V, 409-413).
• San Isaac destaca que “aquel que no somete a Dios su propia voluntad, se somete
a su adversario” (Isaac de Nínive, Discursos ascéticos, 42).
• San Macario describe así esta doble esclavitud que sufre el hombre de parte de las
pasiones y de los poderes del mal:
• Hay evidentemente una relación directa entre estas dos series de lazos: porque el
hombre vive en el mal los poderes demoníacos tienen sobre él tal poder; por sus
pasiones él se abre a ellos y los hace vivir en él.
5. Patología de la memoria
6. Patología de la imaginación
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