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Unidad didáctica
La conciencia
¿Qué aprenderás?
• ¿Cómo se relacionan el sistema nervioso y la conciencia?
• ¿Qué partes componen el sistema nervioso?
• ¿Qué grados de alteración de la conciencia hay?
• ¿Cómo podemos valorar la gravedad de un estado de inconsciencia?
LOS SIGNOS DE COMPROMISO VITAL
Lo primero que debemos hacer ante cualquier víctima, una vez comprobada la seguridad de la
zona, es determinar si su vida corre un peligro inmediato.
Las funciones básicas que valoramos en emergencias para saber si existe compromiso vital, es
decir, si la vida de la víctima corre grave peligro, son las siguientes:
-La respiración. La función respiratoria es esencial para la vida ya que aporta el oxígeno
necesario para mantener vivos y activos los distintos tejidos y órganos, y se ocupa de eliminar
el dióxido de carbono que estos generan en su metabolismo.
Una víctima que no respira requiere una intervención inmediata porque su vida corre serio
peligro –el cerebro solo puede resistir unos pocos minutos sin aporte de oxigeno−. En la
Unidad didáctica 3 explicaremos con más detalle la función respiratoria.
En la Unidad didáctica 5 comenzaremos el estudio del soporte vital básico, es decir, cómo
debemos actuar en caso de víctimas que se encuentran en situación de compromiso vital. Pero
antes de desarrollar estos procedimientos hemos de profundizar un poco en las características
de las tres funciones vitales que acabamos de citar: conciencia, respiración y circulación, lo cual
haremos en esta unidad y en las dos siguientes.
2.2. EL SISTEMA NERVIOSO
En una situación de emergencia sanitaria una de las cosas que primero percibimos −y la que
primero debemos observar– es el estado de conciencia de la víctima. Si una persona está
consciente percibirá los estímulos –una pregunta, un pellizco o una palmada– y será capaz de
emitir una respuesta –un sonido, un balbuceo, un gesto, etc.– .
Esta capacidad de percibir los estímulos y responder a ellos está regida por el sistema nervioso.
El sistema nervioso está formado por una red de células especializadas que perciben,
transmiten y procesan información sobre el entorno –estímulos externos– y sobre el propio
organismo –estímulos internos− y generan la respuesta adecuada a cada situación.
Lo mismo ocurre con muchos otros estímulos que generan distintas respuestas: hambre
cuando el organismo necesita energía, salivación cuando el alimento ya está en la mesa,
movimiento cuando hemos de llevarlo a la boca, etc.
Así pues las respuestas que genera el sistema nervioso son muy diversas, pero podemos hacer
una primera gran clasificación en dos bloques:
-Axón, que es una prolongación mayor, a veces muy larga, que a menudo tiene múltiples
terminaciones llamadas botones o terminales del axón. Constituye la zona de conducción y
salida de la información.
Las neuronas son células muy delicadas, ya que no pueden reproducirse –no se pueden crear
nuevas neuronas para sustituir neuronas dañadas−, por esta razón el sistema nervioso está
resguardado por un complejo sistema de protección, tal como veremos más adelante.
Sistema nervioso periférico. Está constituido por los nervios que recorren todo el organismo.
Estos nervios reciben y transmiten estímulos del exterior o del propio cuerpo –nervios
sensitivos– y transmiten o ejecutan órdenes procedentes del sistema nervioso central –nervios
motores–.
Sistema nervioso central. Recibe los distintos estímulos, los interpreta y genera una respuesta
que, en forma de señal eléctrica y a través del sistema nervioso periférico, llegará hasta los
músculos o las glándulas que deban ejecutarla. El sistema nervioso central está compuesto por
el encéfalo y la médula espinal.
-El encéfalo
-El cerebro
En la parte inferior del cerebro encontramos el sistema límbico, responsable delos patrones de
conducta –agresividad, miedo, apareamiento, afecto, etc.– y de la memoria.
-El cerebelo
El tronco encefálico es la zona que conecta el encéfalo con la médula espinal. Controla muchas
de las funciones involuntarias −respiración, ritmo cardiaco, etc.−.
- La médula espinal
La médula espinal está formada por agrupaciones de fibras nerviosas, entre las cuales
distinguimos:
-Unas que transmiten los impulsos generados en el encéfalo hacia el organismo. Desde
ellas nacen nervios que van hacia las distintas zonas del organismo para transmitir las órdenes.
-Otras que transmiten señales hacia el encéfalo. La médula espinal recibe también
nervios, que en este caso le aportan información sensorial para que sea transmitida al
encéfalo.
Los nervios que nacen de la médula espinal y los que llegan directamente hasta ella se
denominan nervios espinales o raquídeos.
La médula espinal contiene además centros nerviosos capaces de generar respuestas muy
sencillas, denominadas actos reflejos, que se producen de manera automática, sin que
intervenga la conciencia, ante un estímulo externo. Generalmente los actos reflejos tienen
como objetivo la protección del organismo. Por ejemplo, retirar la mano del fuego que la está
quemando es un acto reflejo, que hacemos sin pensar, con el objetivo de proteger la mano de
una quemadura.
El sistema nervioso central tiene una primera protección, las meninges, que son tres capas
membranosas que lo recubren. Entre las membranas hay un líquido denominado líquido
cefalorraquídeo. El conjunto de las membranas y el líquido que hay entre ellas constituye un
sistema de protección del sistema nervioso central frente a choques y sacudidas, ya que
absorbe y dispersa los impactos, actuando como un amortiguador.
Además, el sistema nervioso central tiene también la protección de estructuras ósea: el cráneo
–que protege el encéfalo– y la columna vertebral –que protege la médula espinal–. A
continuación detallaremos las características de estas estructuras.
En las emergencias sanitarias, es muy importante tener presente todo lo relacionado con la
protección del sistema nervioso central y su fragilidad, ya que las lesiones en las estructuras
óseas de protección pueden producir lesiones graves en el sistema nervioso central. En
consecuencia, deberemos manipular con mucha precaución a las víctimas para evitar producir
o agravar lesiones en estas estructuras.
-El cráneo
El cráneo es una caja ósea destinada a alojar y proteger la parte más voluminosa y más noble
del sistema nervioso, el encéfalo. Está esencialmente constituido por ocho huesos, de los
cuales cuatro son impares y otros cuatro, pares.
- La columna vertebral
Cada una de las vértebras tiene un agujero en su interior, y todos esos agujeros están alineados
para formar el canal vertebral, a través del cual pasa la medula espinal.
El alineamiento de las vértebras no es totalmente recto, lo cual hace que en una vista lateral
observemos cuatro curvaturas en la columna vertebral: cervical, dorsal, lumbar y sacro-coxígea.
Las dos primeras reciben además nombres propios, ya que tienen características morfológicas
diferenciadas: la primera vértebra cervical se denomina también atlas, y la segunda, axis.
La columna dorsal. Está formada por 12 vértebras dorsales o torácicas. Estas vértebras
contribuyen a la formación de la caja torácica.
La columna lumbar. Está formada por 5 vértebras lumbares, que se articulan en la zona
inferior con el hueso sacro.
Mientras que las demás vértebras son independientes, estas están soldadas entre ellas,
formando dos estructuras denominadas sacro y coxis.
Sacro. Es un hueso plano que en realidad está formado por la fusión de 5 vértebras
sacras.
Podemos observar la columna vertebral desde el frente -plano frontal- o lateralmente –plano
sagital–.
En una observación frontal, se considera normal una desviación de la vertical de hasta 10º. Si la
desviación es superior se considera anormal y se denomina escoliosis.
En una observación lateral, la columna presenta tres curvaturas fisiológicas. Una cervical de
concavidad posterior, una dorsal o torácica de convexidad posterior y una curva lumbar de
concavidad posterior.
La zona dorsal presenta de forma normal una curvatura que oscila entre 20º y 50º. Cuando la
curvatura es superior se habla de cifosis.
Finalmente, la curvatura de la zona lumbar oscila entre 20º y 55º y se considera anormal
cuando supera los 55º. Esta alteración se denomina lordosis.
2.3. LOS TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA
Los estímulos internos producen respuestas involuntarias –como por ejemplo, segregar una
hormona o salivar– y, por tanto, no nos sirven para valorar el nivel de conciencia de la persona.
Los estímulos externos, en cambio, producen respuestas voluntarias y controlables que sí nos
resultan útiles para conocer el grado de conciencia, ya que requieren de la participación de la
persona para producirse.
2.3.1. La conciencia
Desde el punto de vista fisiológico, la conciencia depende de que funcionen correctamente dos
estructuras:
Los dos hemisferios cerebrales. En ellos residen la mayoría de las funciones cognitivas como
el cálculo, la abstracción, el juicio o la memoria. Podríamos decir, de manera figurada, que
alojan los contenidos de la conciencia.
Las patologías o lesiones que afecten a alguna de estas dos estructuras podrán ocasionar
trastornos en la conciencia.
Los trastornos de conciencia son aquellas alteraciones del sistema nervioso que se manifiestan
como ausencia de respuesta o en forma de respuestas inadecuadas a los estímulos externos.
El estímulo doloroso en ningún caso debe lesionar a la víctima. Puede ser un pequeño pinchazo,
un pellizco, aunque lo más habitual es presionar una de sus uñas utilizando un objeto romo.
Las respuestas que obtengamos a los estímulos que aportamos a la víctima nos permitirán
determinar si sufre un trastorno de conciencia y establecer de qué grado.
Los principales grados de alteración de la conciencia que encontraremos son los siguientes:
Causas de la inconsciencia
El estado de coma o inconsciencia puede tener distintas causas, ya sea a causa de lesiones
provocadas por accidentes o bien patologías orgánicas.
Lesiones orgánicas del encéfalo. Como ya hemos explicado, las lesiones en los
hemisferios cerebrales o en el SARA ocasionan trastornos de la conciencia.
Estas lesiones se pueden producir por hemorragias, traumatismos, falta de riego sanguíneo por
PCR, infecciones, tumores, etc.
En este caso las sustancias responsables no son endógenas sino externas: drogas,
tóxicos, medicamentos, etc.
2.4. VALORACIÓN DEL NIVEL DE CONCIENCIA
Para facilitar la labor de determinar el grado de conciencia de una víctima podemos utilizar
escalas, que nos guían de forma sencilla. Las escalas más utilizadas son la escala AVDI o la
escala de Glasgow.
La escala AVDI es una escala sencilla, que se usa en el ambiente prehospitalario. Las siglas que
componen su nombre y se usan para identificar a las víctimas corresponden a: Alerta, estímulo
Verbal, estímulo Doloroso e Inconsciencia.
Esta evaluación permite tener una idea clara del estado neurológico de la víctima de forma
rápida y sencilla.
Identificar en qué fase de la escala AVDI se encuentra una víctima es uno de los elementos que
componen la realización de un mínimo examen neurológico.
La escala de coma de Glasgow es una escala de valoración un poco más compleja que la AVDI,
aunque es muy utilizada.
Para realizar la valoración con la escala de Glasgow debemos valorar tres parámetros:
respuesta motora, respuesta verbal y apertura de ojos. El procedimiento es el siguiente:
-Para cada uno de estos tres parámetros la escala nos da varias opciones de respuesta, que son
las siguientes: Seleccionamos para cada parámetro la respuesta que observemos en la víctima.
Los lactantes, y también los niños y niñas muy pequeños, necesitan una escala adaptada, ya
que sus respuestas en condiciones normales son distintas a las de las personas adultas. En
estas víctimas podemos usar la siguiente tabla:
La escala de Glasgow inicialmente se usaba en soporte vital básico para medir el nivel de
conciencia de una persona que había sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. Hoy en día su
uso se ha extendido y se utiliza también para valorar lesiones patológicas, no causadas por
traumatismos.
Sin embargo, y a pesar de su extendido uso, se han descrito importantes limitaciones en esta
escala. Cabe resaltar que es una medida del nivel de conciencia y no de la gravedad del daño
cerebral total, ya que solo valora la lesión de los hemisferios cerebrales.
Diversos estudios coinciden en afirmar que la escala de Glasgow es una buena herramienta
para predecir la mortalidad intrahospitalaria y un instrumento útil para el triaje previo a la
hospitalización.
Esto significa que para obtener información sobre el tronco cerebral deberemos realizar otras
exploraciones, como la valoración de la reactividad pupilar, la exploración motora y la
valoración del patrón respiratorio.
2.5. LA EXPLORACIÓN DE PERSONAS INCONSCIENTES
Hay varias valoraciones y exploraciones que son determinantes para establecer el grado de
inconsciencia. Las que nos aportan más información son la valoración de la reactividad pupilar,
la exploración motora y la valoración del patrón respiratorio.
Las pupilas tienen la capacidad de contraerse y dilatarse en función de la luz que reciben. Las
dos pupilas tienen el mismo tamaño (pupilas isocóricas) y, en condiciones normales, cuando
estimulamos una de ellas con luz se produce un reflejo que hace que ambas pupilas se
contraigan (reflejo consensuado).
Para que se produzca este reflejo es necesario que los pares craneales que lo transmiten y las
estructuras encefálicas que lo producen funcionen correctamente.
Según las pupilas estén en un estado o en otro de dilatación definimos los siguientes términos:
Normal. Las pupilas tienen una dilatación media e igual tamaño (isocoria). Es normal
en condiciones de luminosidad es media.
Anisocoria. Las dos pupilas están en diferente estado de dilatación, lo cual indica que
existe algún tipo de trastorno, ya que en condiciones normales esto no ocurre.
Algunas drogas producen un cambio en el tamaño normal de las pupilas; así, los opiáceos
provocan que las pupilas se contraigan visiblemente y otras drogas, como las anfetaminas o la
cocaína, que se dilaten. En ambos casos la contracción o la dilatación se producirán a la vez en
ambas pupilas.
Si realizamos la prueba de estimulación de las pupilas en una persona inconsciente, iluminando
una de las pupilas con una pequeña linterna, podemos obtener información sobre su estado
neurológico.
-Los comas por lesión orgánica, en cambio, ocasionan alteraciones de las pupilas –que pueden
ser simétricas o asimétricas− y producen reacciones asimétricas a la luz
Por lo tanto cuando tengamos unas pupilas anisocóricas y que no reaccionan simétricamente a
la luz, hay una lesión orgánica del sistema nervioso. Deberemos prestar especial atención al
movilizar a la víctima y proporcionarle ayuda especializada lo antes posible.
La prueba de estimulación de las pupilas se realiza iluminando cada pupila con una pequeña
linterna.
Otra opción que podemos encontrar es que ambas pupilas estén dilatadas −midriasis− y que
no se contraigan al iluminarlas. Esta reacción tiene muy mal pronóstico, ya que indica que no
hay ningún tipo de respuesta y que, por tanto, el sistema nervioso está seriamente
comprometido.
2.5.2. Exploración motora
Hemos visto que el sistema nervioso recoge información y activa respuestas sensitivas y
motoras. Estas respuestas también se pueden ver alteradas en presencia de una lesión cerebral
o una patología, por lo tanto será importante valorar, mediante exploración, su nivel de
afectación.
-Las posturas que adoptan las extremidades tras producirles un estímulo doloroso.
La presencia de convulsiones o los movimientos espontáneos que pueda realizar la víctima nos
orientarán sobre la causa de la inconsciencia y su gravedad. Aunque a nivel de emergencias
debemos sobre todo aprender a identificar dos posiciones que son indicativas de lesiones
importantes, la de decorticación y la de descerebración.
-La parte superior de los brazos está fuertemente presionada contra los costados del
cuerpo.
Esta respuesta a un estímulo doloroso es un signo de daño severo en la zona superior del
cerebro y requiere atención médica inmediata.
-Los brazos están totalmente extendidos y rotados hacia el interior y las muñecas y los
dedos flexionados.
Esta postura es un signo de daño severo en la zona inferior del cerebro y en el tronco cerebral
y requiere atención médica inmediata.
2.5.3. Valoración del patrón respiratorio
Las personas en estado de inconsciencia respiran, aunque su ritmo respiratorio puede verse
modificado por su estado. Por esta razón es importante hacer una valoración de la forma, la
frecuencia y la amplitud de la respiración, ya que puede proporcionarnos una información
valiosa sobre la ubicación de la lesión y su pronóstico.
El soporte vital básico tiene como objetivo preservar la vida y comprende valoraciones y
actuaciones destinadas a mantener en funcionamiento los sistemas respiratorio y circulatorio,
para garantizar el aporte del oxígeno al organismo y mantenerlo con vida.
-La contracción simétrica de las pupilas nos remite a un coma metabólico o por
intoxicación.
En todo paciente inconsciente debe asegurarse el soporte vital básico y luego valorar su estado
neurológico, determinando el grado de coma (escalas ADVI o Glasgow) y observando la
reactividad pupilar, la respuesta motora y el patrón respiratorio.
A partir de la información que habremos obtenido puede ocurrir que: