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Unidad didáctica

La conciencia

¿Qué aprenderás?
• ¿Cómo se relacionan el sistema nervioso y la conciencia?
• ¿Qué partes componen el sistema nervioso?
• ¿Qué grados de alteración de la conciencia hay?
• ¿Cómo podemos valorar la gravedad de un estado de inconsciencia?
LOS SIGNOS DE COMPROMISO VITAL

2.1. Los signos de compromiso vital

Cuando se produce una emergencia que requiere la intervención de equipos sanitarios el


primer paso es siempre la protección, y para conseguirla se deben observar los riesgos de esa
situación concreta y tomar las medidas de protección oportunas.

A continuación podemos iniciar la atención a la víctima y lo primero que hemos de valorar es si


su vida está en peligro inminente, es decir, si observamos signos de compromiso vital. Si lo
está, iniciaremos las maniobras de soporte vital para mantenerla con vida; si no lo está,
seguiremos con otras valoraciones.

Lo primero que debemos hacer ante cualquier víctima, una vez comprobada la seguridad de la
zona, es determinar si su vida corre un peligro inmediato.

Las funciones básicas que valoramos en emergencias para saber si existe compromiso vital, es
decir, si la vida de la víctima corre grave peligro, son las siguientes:

-Estado de conciencia. Identificar si la víctima está consciente o inconsciente es el primer paso


en la atención de emergencias. El nivel de conciencia depende del funcionamiento del sistema
nervioso, que estudiaremos en esta unidad.

-La respiración. La función respiratoria es esencial para la vida ya que aporta el oxígeno
necesario para mantener vivos y activos los distintos tejidos y órganos, y se ocupa de eliminar
el dióxido de carbono que estos generan en su metabolismo.

Una víctima que no respira requiere una intervención inmediata porque su vida corre serio
peligro –el cerebro solo puede resistir unos pocos minutos sin aporte de oxigeno−. En la
Unidad didáctica 3 explicaremos con más detalle la función respiratoria.

-La circulación. El sistema circulatorio realiza el transporte de oxígeno y nutrientes a todo el


organismo y recoge los productos de desecho. La circulación puede verse interrumpida o
disminuida debido a un paro cardiaco o a causa de hemorragias graves que ocasionen una
pérdida significativa de sangre. En la Unidad didáctica 4 explicaremos con más detalle la
función circulatoria.

En la Unidad didáctica 5 comenzaremos el estudio del soporte vital básico, es decir, cómo
debemos actuar en caso de víctimas que se encuentran en situación de compromiso vital. Pero
antes de desarrollar estos procedimientos hemos de profundizar un poco en las características
de las tres funciones vitales que acabamos de citar: conciencia, respiración y circulación, lo cual
haremos en esta unidad y en las dos siguientes.
2.2. EL SISTEMA NERVIOSO

En una situación de emergencia sanitaria una de las cosas que primero percibimos −y la que
primero debemos observar– es el estado de conciencia de la víctima. Si una persona está
consciente percibirá los estímulos –una pregunta, un pellizco o una palmada– y será capaz de
emitir una respuesta –un sonido, un balbuceo, un gesto, etc.– .

Esta capacidad de percibir los estímulos y responder a ellos está regida por el sistema nervioso.

El sistema nervioso está formado por una red de células especializadas que perciben,
transmiten y procesan información sobre el entorno –estímulos externos– y sobre el propio
organismo –estímulos internos− y generan la respuesta adecuada a cada situación.

Por ejemplo, si nos hacemos una pequeña quemadura en la mano, la apartaremos


inmediatamente de la fuente de calor. Los órganos de los sentidos han percibido el calor, han
transmitido esa información y se ha generado una respuesta.

Lo mismo ocurre con muchos otros estímulos que generan distintas respuestas: hambre
cuando el organismo necesita energía, salivación cuando el alimento ya está en la mesa,
movimiento cuando hemos de llevarlo a la boca, etc.

Así pues las respuestas que genera el sistema nervioso son muy diversas, pero podemos hacer
una primera gran clasificación en dos bloques:

-Voluntarias. Son respuestas conscientes, que dependen de la voluntad de la persona,


a estímulos sensitivos recibidos del medio externo. La parte del sistema nervioso que
las genera se denomina sistema nervioso somático. Son ejemplos de estas respuestas:
hablar, caminar, masticar, etc.

-Involuntarias. Son respuestas automáticas del organismo para autorregularse y no se


pueden realizar ni modificar a voluntad; los estímulos que las provocan proceden de las
vísceras y del medio interno. La parte del sistema nervioso que las genera se denomina
sistema nervioso autónomo. Son ejemplos de estas respuestas: secreción salival, ritmo
cardiaco, secreción de hormonas, etc.

Estudiaremos brevemente cómo se producen estas respuestas, aunque nos centraremos


especialmente en las voluntarias, porque son las que nos interesan para realizar una valoración
neurológica en una situación de atención en emergencias –las involuntarias no nos aportan
información sobre el nivel de conciencia de la víctima.

La masticación es una respuesta voluntaria; la salivación es involuntaria.


2.2.1. Las células nerviosas

El sistema nervioso está formado básicamente por células especializadas denominadas


neuronas, que se encargan de recibir, procesar y transmitir información. Esta transmisión de la
información se hace a través de señales eléctricas.

En la estructura de las neuronas distinguimos tres partes (Fig. 2.2):

-Cuerpo celular o soma, en el que se encuentra el núcleo de la célula y la mayoría de los


orgánulos.

-Dendritas, que son prolongaciones celulares, cortas y ramificadas. Constituyen el canal de


entrada de los estímulos

-Axón, que es una prolongación mayor, a veces muy larga, que a menudo tiene múltiples
terminaciones llamadas botones o terminales del axón. Constituye la zona de conducción y
salida de la información.

Las neuronas son células muy delicadas, ya que no pueden reproducirse –no se pueden crear
nuevas neuronas para sustituir neuronas dañadas−, por esta razón el sistema nervioso está
resguardado por un complejo sistema de protección, tal como veremos más adelante.

Esquema de la unión de dos neuronas.


2.2.2. Anatomofisiología del sistema nervioso

El sistema nervioso podemos dividirlo en sistema nervioso central y sistema nervioso


periférico.

Sistema nervioso periférico. Está constituido por los nervios que recorren todo el organismo.
Estos nervios reciben y transmiten estímulos del exterior o del propio cuerpo –nervios
sensitivos– y transmiten o ejecutan órdenes procedentes del sistema nervioso central –nervios
motores–.

Sistema nervioso central. Recibe los distintos estímulos, los interpreta y genera una respuesta
que, en forma de señal eléctrica y a través del sistema nervioso periférico, llegará hasta los
músculos o las glándulas que deban ejecutarla. El sistema nervioso central está compuesto por
el encéfalo y la médula espinal.

-El encéfalo

El encéfalo consta de tres partes: el cerebro, el cerebelo y el tronco encefálico, que


estudiaremos a continuación.

-El cerebro

El cerebro alberga las funciones mentales avanzadas y es el responsable de los movimientos en


general, de las funciones viscerales, de la percepción, del comportamiento y de la integración
de todas las funciones.

El cerebro está dividido en dos hemisferios –derecho e izquierdo−, y se compone a su vez de


lóbulos cerebrales, que tienen funciones específicas:
Lóbulo frontal, responsable del movimiento voluntario y de la formación de la palabra.

Lóbulo parietal, responsable del procesamiento de los datos sensoriales recibidos.

Lóbulo occipital, que contiene el centro principal de la visión.

Lóbulo temporal, responsable de la percepción y de la interpretación de los sonidos.

En la parte inferior del cerebro encontramos el sistema límbico, responsable delos patrones de
conducta –agresividad, miedo, apareamiento, afecto, etc.– y de la memoria.

-El cerebelo

El cerebelo ayuda a integrar los movimientos voluntarios, procesando e interpretando datos


que recibe de los ojos, de los oídos y del tacto. También mantiene el tono muscular y el
equilibrio.

-El tronco encefálico

El tronco encefálico es la zona que conecta el encéfalo con la médula espinal. Controla muchas
de las funciones involuntarias −respiración, ritmo cardiaco, etc.−.

En el tronco encefálico se localiza el Sistema Reticular Activador Ascendente (SARA), que es un


grupo de neuronas que, entre otras funciones, regula los ciclos de vigilia y sueño y asegura la
conexión entre algunas zonas del cerebro y el tronco cerebral.

- La médula espinal

La médula espinal nace en el tronco encefálico, transcurre por el interior de la columna


vertebral y termina al final de esta.

La médula espinal está formada por agrupaciones de fibras nerviosas, entre las cuales
distinguimos:

-Unas que transmiten los impulsos generados en el encéfalo hacia el organismo. Desde
ellas nacen nervios que van hacia las distintas zonas del organismo para transmitir las órdenes.

-Otras que transmiten señales hacia el encéfalo. La médula espinal recibe también
nervios, que en este caso le aportan información sensorial para que sea transmitida al
encéfalo.
Los nervios que nacen de la médula espinal y los que llegan directamente hasta ella se
denominan nervios espinales o raquídeos.

La médula espinal contiene además centros nerviosos capaces de generar respuestas muy
sencillas, denominadas actos reflejos, que se producen de manera automática, sin que
intervenga la conciencia, ante un estímulo externo. Generalmente los actos reflejos tienen
como objetivo la protección del organismo. Por ejemplo, retirar la mano del fuego que la está
quemando es un acto reflejo, que hacemos sin pensar, con el objetivo de proteger la mano de
una quemadura.

2.2.3. Estructuras de protección del sistema nervioso

El sistema nervioso central tiene una primera protección, las meninges, que son tres capas
membranosas que lo recubren. Entre las membranas hay un líquido denominado líquido
cefalorraquídeo. El conjunto de las membranas y el líquido que hay entre ellas constituye un
sistema de protección del sistema nervioso central frente a choques y sacudidas, ya que
absorbe y dispersa los impactos, actuando como un amortiguador.

Además, el sistema nervioso central tiene también la protección de estructuras ósea: el cráneo
–que protege el encéfalo– y la columna vertebral –que protege la médula espinal–. A
continuación detallaremos las características de estas estructuras.

En las emergencias sanitarias, es muy importante tener presente todo lo relacionado con la
protección del sistema nervioso central y su fragilidad, ya que las lesiones en las estructuras
óseas de protección pueden producir lesiones graves en el sistema nervioso central. En
consecuencia, deberemos manipular con mucha precaución a las víctimas para evitar producir
o agravar lesiones en estas estructuras.
-El cráneo

El cráneo es una caja ósea destinada a alojar y proteger la parte más voluminosa y más noble
del sistema nervioso, el encéfalo. Está esencialmente constituido por ocho huesos, de los
cuales cuatro son impares y otros cuatro, pares.

Huesos impares: frontal o corona, occipital, etmoides y esfenoides.

Huesos pares: dos parietales y dos temporales.

- La columna vertebral

La columna vertebral o columna raquídea o raquis es la protección ósea de la médula espinal.


Está constituida básicamente por una sucesión de estructuras óseas, denominadas vértebras,
de las cuales la especie humana tiene 33 o 34.

Cada una de las vértebras tiene un agujero en su interior, y todos esos agujeros están alineados
para formar el canal vertebral, a través del cual pasa la medula espinal.

El alineamiento de las vértebras no es totalmente recto, lo cual hace que en una vista lateral
observemos cuatro curvaturas en la columna vertebral: cervical, dorsal, lumbar y sacro-coxígea.

Estas curvaturas delimitan y dividen la columna vertebral en cuatro porciones: columna


cervical, columna dorsal, columna lumbar y columna pélvica.
La columna cervical. Está formada por las 7 primeras vértebras, que se denominan, en
general, cervicales.

Las dos primeras reciben además nombres propios, ya que tienen características morfológicas
diferenciadas: la primera vértebra cervical se denomina también atlas, y la segunda, axis.

La columna dorsal. Está formada por 12 vértebras dorsales o torácicas. Estas vértebras
contribuyen a la formación de la caja torácica.

La columna lumbar. Está formada por 5 vértebras lumbares, que se articulan en la zona
inferior con el hueso sacro.

La columna pélvica. Está formada por 9 o 10 vértebras pélvicas o sacras.

Mientras que las demás vértebras son independientes, estas están soldadas entre ellas,
formando dos estructuras denominadas sacro y coxis.

Sacro. Es un hueso plano que en realidad está formado por la fusión de 5 vértebras
sacras.

Coxis. Es el último hueso de la columna vertebral y está formado por la fusión de 4 o 5


vértebras. Se articula por encima con el sacro, mientras que el resto del hueso está
libre.

Las curvaturas de la columna vertebral

En las situaciones de emergencia podemos observar alteraciones de la columna vertebral, pero


hemos de tener en cuenta la posibilidad de que la curvatura anómala sea previa al accidente.

Podemos observar la columna vertebral desde el frente -plano frontal- o lateralmente –plano
sagital–.

En una observación frontal, se considera normal una desviación de la vertical de hasta 10º. Si la
desviación es superior se considera anormal y se denomina escoliosis.

En una observación lateral, la columna presenta tres curvaturas fisiológicas. Una cervical de
concavidad posterior, una dorsal o torácica de convexidad posterior y una curva lumbar de
concavidad posterior.

La zona cervical es muy corta y no presenta problemas de curvatura.

La zona dorsal presenta de forma normal una curvatura que oscila entre 20º y 50º. Cuando la
curvatura es superior se habla de cifosis.

Finalmente, la curvatura de la zona lumbar oscila entre 20º y 55º y se considera anormal
cuando supera los 55º. Esta alteración se denomina lordosis.
2.3. LOS TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA

El sistema nervioso permite al organismo captar estímulos internos y externos y responder a


ellos.

Los estímulos internos producen respuestas involuntarias –como por ejemplo, segregar una
hormona o salivar– y, por tanto, no nos sirven para valorar el nivel de conciencia de la persona.

Los estímulos externos, en cambio, producen respuestas voluntarias y controlables que sí nos
resultan útiles para conocer el grado de conciencia, ya que requieren de la participación de la
persona para producirse.

2.3.1. La conciencia

La conciencia es el estado de una persona en el cual obtenemos de ella respuestas normales a


los estímulos externos.

Desde el punto de vista fisiológico, la conciencia depende de que funcionen correctamente dos
estructuras:

Los dos hemisferios cerebrales. En ellos residen la mayoría de las funciones cognitivas como
el cálculo, la abstracción, el juicio o la memoria. Podríamos decir, de manera figurada, que
alojan los contenidos de la conciencia.

El sistema reticular activador ascendente (SARA). Como ya hemos explicado, el SARA es un


grupo de neuronas del tronco. Su papel en la conciencia es de activador, debido a que regula
los ciclos de vigilia y sueño.

Las patologías o lesiones que afecten a alguna de estas dos estructuras podrán ocasionar
trastornos en la conciencia.

El SARA regula los ciclos de vigilia y sueño.


2.3.2. Los trastornos de la conciencia

Los trastornos de conciencia son aquellas alteraciones del sistema nervioso que se manifiestan
como ausencia de respuesta o en forma de respuestas inadecuadas a los estímulos externos.

La valoración del estado de conciencia se obtiene inicialmente formulando preguntas sencillas


a la víctima –estímulos auditivos− y observando si contesta o no, y si lo hace de forma
coherente.

Si no obtenemos respuesta a los estímulos auditivos recurrimos a los estímulos dolorosos. La


respuesta normal sería que se produjera un acto reflejo, para proteger el organismo de la
agresión; si se produce significará que las conexiones nerviosas y la médula espinal –donde se
generan los actos reflejos− están íntegras.

El estímulo doloroso en ningún caso debe lesionar a la víctima. Puede ser un pequeño pinchazo,
un pellizco, aunque lo más habitual es presionar una de sus uñas utilizando un objeto romo.

Las respuestas que obtengamos a los estímulos que aportamos a la víctima nos permitirán
determinar si sufre un trastorno de conciencia y establecer de qué grado.

Grados de alteración de la conciencia

Los principales grados de alteración de la conciencia que encontraremos son los siguientes:

Somnolencia. La víctima manifiesta una tendencia al sueño, pero responde


adecuadamente a órdenes simples o complejas que le damos y también a los estímulos
dolorosos.

Confusión. La víctima es incapaz de pensar con la claridad y velocidad usuales, se


siente desorientada y tiene dificultades para prestar atención, recordar y tomar
decisiones.

Estupor. La víctima está casi inconsciente y solo se despierta brevemente cuando la


estimulamos de forma enérgica y repetida. En el momento en que se despierta
responde de manera lenta e incoherente.

Coma. La víctima no responde a estímulos, aunque mantiene las funciones vegetativas


–circulación, respiración, etc.–. Hay una pérdida total o parcial de la conciencia.
Existen diversos grados de alteración de la conciencia que es importante saber identificar.

Causas de la inconsciencia

El estado de coma o inconsciencia puede tener distintas causas, ya sea a causa de lesiones
provocadas por accidentes o bien patologías orgánicas.

En general, podemos clasificar las causas de inconsciencia en tres grupos:

Lesiones orgánicas del encéfalo. Como ya hemos explicado, las lesiones en los
hemisferios cerebrales o en el SARA ocasionan trastornos de la conciencia.

Estas lesiones se pueden producir por hemorragias, traumatismos, falta de riego sanguíneo por
PCR, infecciones, tumores, etc.

Trastornos metabólicos. En este caso no hay ninguna lesión orgánica en el encéfalo,


pero una concentración inadecuada de alguna sustancia provoca que su funcionamiento sea
anómalo. Por ejemplo, la falta de oxígeno o el exceso de dióxido de carbono, glucosa o urea.

Intoxicaciones. Algunas sustancias externas pueden ocasionar situaciones de


inconsciencia, por el mismo mecanismo que los trastornos metabólicos.

En este caso las sustancias responsables no son endógenas sino externas: drogas,
tóxicos, medicamentos, etc.
2.4. VALORACIÓN DEL NIVEL DE CONCIENCIA

Para facilitar la labor de determinar el grado de conciencia de una víctima podemos utilizar
escalas, que nos guían de forma sencilla. Las escalas más utilizadas son la escala AVDI o la
escala de Glasgow.

2.4.1. La escala AVDI

La escala AVDI es una escala sencilla, que se usa en el ambiente prehospitalario. Las siglas que
componen su nombre y se usan para identificar a las víctimas corresponden a: Alerta, estímulo
Verbal, estímulo Doloroso e Inconsciencia.

A: la persona está alerta. Es capaz de responder espontáneamente a todos los


estímulos del medio. Si se le pregunta sabe su nombre, la fecha y el lugar donde se encuentra.
Es el nivel de conciencia en el cual estamos cuando nos encontramos despiertos.

V: la persona responde a estímulos verbales. La respuesta no es coherente, sino que


consiste en frases confusas o, incluso, ruidos incomprensibles. Puede o no estar ubicada en el
tiempo y el espacio. Puede tener los ojos cerrados y responder solo cuando le hablamos y la
tocamos. Este estadio incluye los grados de alteración de la conciencia de somnolencia y de
confusión.

D: la persona responde a estímulos dolorosos. No obtenemos respuesta al hablarle o


sacudirla, pero observamos respuesta a los estímulos dolorosos. La persona está en estado de
estupor.

I: la persona está totalmente inconsciente. No obtenemos respuesta a ningún tipo de


estímulo. La persona está en estado de coma.

Esta evaluación permite tener una idea clara del estado neurológico de la víctima de forma
rápida y sencilla.

Identificar en qué fase de la escala AVDI se encuentra una víctima es uno de los elementos que
componen la realización de un mínimo examen neurológico.

La determinación del grado de conciencia


según la escala AVDI es una herramienta
muy útil para la valoración del estado de la
víctima.
2.4.2. ESCALA DE GLASGOW

La escala de coma de Glasgow es una escala de valoración un poco más compleja que la AVDI,
aunque es muy utilizada.

Parámetros y puntuaciones de la escala de Glasgow

Para realizar la valoración con la escala de Glasgow debemos valorar tres parámetros:
respuesta motora, respuesta verbal y apertura de ojos. El procedimiento es el siguiente:

-Para cada uno de estos tres parámetros la escala nos da varias opciones de respuesta, que son
las siguientes: Seleccionamos para cada parámetro la respuesta que observemos en la víctima.

-Anotamos la puntuación que corresponde a cada una de las tres respuestas.

-Sumamos las tres puntuaciones. El resultado que obtenemos es el grado de conciencia en la


escala de GlasgoLa máxima puntuación que nos puede resultar es 15, que es la suma de los
valores máximos de cada categoría (6 + 5 + 4). En función del resultado distinguiremos entre:

Glasgow leve. La puntuación está entre 15 y 13.

Glasgow moderado. La puntuación está entre 12 y 9.

Glasgow grave. La puntuación es de 8 o menos y la persona está en coma.


Aparte de esta escala de Glasgow, que está pensada para personas adultas, también hay
escalas de Glasgow modificadas para niños y niñas y lactantes quienes, por su edad, no pueden
expresar el dolor que sienten ni describir dónde lo padecen.

Los lactantes, y también los niños y niñas muy pequeños, necesitan una escala adaptada, ya
que sus respuestas en condiciones normales son distintas a las de las personas adultas. En
estas víctimas podemos usar la siguiente tabla:

El uso de la escala de Glasgow

La escala de Glasgow inicialmente se usaba en soporte vital básico para medir el nivel de
conciencia de una persona que había sufrido un traumatismo cráneo-encefálico. Hoy en día su
uso se ha extendido y se utiliza también para valorar lesiones patológicas, no causadas por
traumatismos.

Sin embargo, y a pesar de su extendido uso, se han descrito importantes limitaciones en esta
escala. Cabe resaltar que es una medida del nivel de conciencia y no de la gravedad del daño
cerebral total, ya que solo valora la lesión de los hemisferios cerebrales.

Diversos estudios coinciden en afirmar que la escala de Glasgow es una buena herramienta
para predecir la mortalidad intrahospitalaria y un instrumento útil para el triaje previo a la
hospitalización.

Esto significa que para obtener información sobre el tronco cerebral deberemos realizar otras
exploraciones, como la valoración de la reactividad pupilar, la exploración motora y la
valoración del patrón respiratorio.
2.5. LA EXPLORACIÓN DE PERSONAS INCONSCIENTES

Hay varias valoraciones y exploraciones que son determinantes para establecer el grado de
inconsciencia. Las que nos aportan más información son la valoración de la reactividad pupilar,
la exploración motora y la valoración del patrón respiratorio.

2.5.1. Valoración de la reactividad pupilar

La exploración de las pupilas es fundamental en la exploración de personas con trastornos de


conciencia, ya que nos permite valorar si la causa es una lesión orgánica en el cerebro
−hemorragia, traumatismo, tumores, etc.−, o si la causa es metabólica o tóxica –coma
diabético, intoxicación por drogas o alcohol, etc.–.

Dilatación y contracción de las pupilas

Las pupilas tienen la capacidad de contraerse y dilatarse en función de la luz que reciben. Las
dos pupilas tienen el mismo tamaño (pupilas isocóricas) y, en condiciones normales, cuando
estimulamos una de ellas con luz se produce un reflejo que hace que ambas pupilas se
contraigan (reflejo consensuado).

Para que se produzca este reflejo es necesario que los pares craneales que lo transmiten y las
estructuras encefálicas que lo producen funcionen correctamente.

Las respuestas inexistentes o inadecuadas serán indicativas de alteraciones en U.D.2


inconscientes estas estructuras.

Según las pupilas estén en un estado o en otro de dilatación definimos los siguientes términos:

Normal. Las pupilas tienen una dilatación media e igual tamaño (isocoria). Es normal
en condiciones de luminosidad es media.

Miosis. Las pupilas están contraídas. Es normal cuando la luminosidad es intensa.

Midriasis. Las pupilas están dilatadas. Es normal en condiciones de baja luminosidad.

Anisocoria. Las dos pupilas están en diferente estado de dilatación, lo cual indica que
existe algún tipo de trastorno, ya que en condiciones normales esto no ocurre.

Algunas drogas producen un cambio en el tamaño normal de las pupilas; así, los opiáceos
provocan que las pupilas se contraigan visiblemente y otras drogas, como las anfetaminas o la
cocaína, que se dilaten. En ambos casos la contracción o la dilatación se producirán a la vez en
ambas pupilas.
Si realizamos la prueba de estimulación de las pupilas en una persona inconsciente, iluminando
una de las pupilas con una pequeña linterna, podemos obtener información sobre su estado
neurológico.

El dato principal que podemos obtener es el origen del coma:

-Los comas metabólicos o debidos a intoxicaciones no afectan al tamaño de las pupilas, ni a su


forma de reaccionar a la luz.

-Los comas por lesión orgánica, en cambio, ocasionan alteraciones de las pupilas –que pueden
ser simétricas o asimétricas− y producen reacciones asimétricas a la luz

Por lo tanto cuando tengamos unas pupilas anisocóricas y que no reaccionan simétricamente a
la luz, hay una lesión orgánica del sistema nervioso. Deberemos prestar especial atención al
movilizar a la víctima y proporcionarle ayuda especializada lo antes posible.

La prueba de estimulación de las pupilas se realiza iluminando cada pupila con una pequeña
linterna.

Si la respuesta es una contracción simétrica entenderemos que es la respuesta normal y que,


por tanto, el sistema nervioso está íntegro. La causa la hemos de buscar en alguna sustancia,
endógena o externa, que afecta al funcionamiento del sistema nervioso. Si hay en el entorno
personas que conozcan a la víctima intentaremos averiguar si padece alguna enfermedad o si
ha tomado alguna sustancia tóxica.

Otra opción que podemos encontrar es que ambas pupilas estén dilatadas −midriasis− y que
no se contraigan al iluminarlas. Esta reacción tiene muy mal pronóstico, ya que indica que no
hay ningún tipo de respuesta y que, por tanto, el sistema nervioso está seriamente
comprometido.
2.5.2. Exploración motora

Hemos visto que el sistema nervioso recoge información y activa respuestas sensitivas y
motoras. Estas respuestas también se pueden ver alteradas en presencia de una lesión cerebral
o una patología, por lo tanto será importante valorar, mediante exploración, su nivel de
afectación.

La exploración motora tiene como finalidad observar y valorar:

-Los movimientos espontáneos que realiza la víctima.

-Si se producen o no convulsiones.

-Las posturas que adoptan las extremidades tras producirles un estímulo doloroso.

La presencia de convulsiones o los movimientos espontáneos que pueda realizar la víctima nos
orientarán sobre la causa de la inconsciencia y su gravedad. Aunque a nivel de emergencias
debemos sobre todo aprender a identificar dos posiciones que son indicativas de lesiones
importantes, la de decorticación y la de descerebración.

Postura de decorticación (a) y postura de descerebración (b).


Postura de decorticación. Esta posición se manifiesta como respuesta a un estímulo doloroso,
tras el cual la víctima queda en una posición que se denomina de flexión rígida:

-La parte superior de los brazos está fuertemente presionada contra los costados del
cuerpo.

-Los codos, muñecas, pies y dedos están flexionados.

-Las piernas están extendidas y rotadas hacia dentro.

-Además puede presentar ligeros temblores o rigidez intensa.

Esta respuesta a un estímulo doloroso es un signo de daño severo en la zona superior del
cerebro y requiere atención médica inmediata.

Postura de descerebración. Esta posición se puede producir de forma espontánea,


intermitentemente o como respuesta a un estímulo doloroso, tras el cual la víctima queda en
una posición que se denomina de extensión rígida:

-Los brazos están totalmente extendidos y rotados hacia el interior y las muñecas y los
dedos flexionados.

-Las mandíbulas apretadas y el cuello extendido.

-Las plantas de los pies flexionadas.

-La espalda puede estar arqueada.

Esta postura es un signo de daño severo en la zona inferior del cerebro y en el tronco cerebral
y requiere atención médica inmediata.
2.5.3. Valoración del patrón respiratorio

Las personas en estado de inconsciencia respiran, aunque su ritmo respiratorio puede verse
modificado por su estado. Por esta razón es importante hacer una valoración de la forma, la
frecuencia y la amplitud de la respiración, ya que puede proporcionarnos una información
valiosa sobre la ubicación de la lesión y su pronóstico.

En este sentido podemos identificar tres patrones o tipos de respiraciones anormales en


personas inconscientes:

Respiración de Cheyne-Stokes. La respiración es muy rápida y luego reduce su


frecuencia, en ciclos que se van repitiendo. Este tipo de respiración suele deberse a
una lesión de la parte alta del cerebro o a causas no neurológicas, como la insuficiencia
cardiaca.

Respiración atáxica o de Biot. La respiración es muy irregular, con respiraciones


profundas seguidas de pausas importantes. Indica la presencia de una lesión en la zona
inferior del encéfalo, que es el lugar donde se encuentra el centro respiratorio. Las
lesiones que producen este tipo de respiración tienen mal pronóstico.

Respiración de Kussmaul. La respiración es rápida, profunda y laboriosa. Puede


aparecer en personas con coma diabético.
2.6. LA VALORACIÓN NEUROLÓGICA

La valoración del estado de conciencia es la primera actuación que realizamos cuando


atendemos a una persona en una emergencia sanitaria. En unos segundos comprobamos si
responde o no a nuestras preguntas, y si no lo hace determinamos que está inconsciente y
aplicamos las técnicas de soporte vital básico, que estudiaremos próximas unidades.

El soporte vital básico tiene como objetivo preservar la vida y comprende valoraciones y
actuaciones destinadas a mantener en funcionamiento los sistemas respiratorio y circulatorio,
para garantizar el aporte del oxígeno al organismo y mantenerlo con vida.

Las primeras actuaciones en una


emergencia sanitaria tienen como objetivo
determinar si la vida de la víctima corre
peligro; si es así, se han de aplicar las
técnicas de soporte vital.

Una vez garantizado el funcionamiento de estos sistemas, imprescindibles para la vida, y si la


víctima sigue inconsciente, debemos pasar a evaluar su integridad neurológica.

Para realizar la valoración neurológica seguiremos el procedimiento siguiente:

1. Hacemos una valoración mediante la escala AVDI o la escala de Glasgow.

2. 2.Observamos las pupilas y cómo responden a la luz de una linterna.

-La contracción simétrica de las pupilas nos remite a un coma metabólico o por
intoxicación.

-Una respuesta asimétrica o unas pupilas dilatadas que no responden a la luz,


nos indican un coma por lesión orgánica que requiere atención especializada
urgente.

3. Valoramos la respuesta motora. Las posiciones de decorticación y de descerebración


indicarán un estado grave que requiere asistencia especializada.

4.Observamos el patrón de respiración. La respiración irregular en amplitud y


frecuencia con pausas importantes indica la presencia de una lesión grave.

En todo paciente inconsciente debe asegurarse el soporte vital básico y luego valorar su estado
neurológico, determinando el grado de coma (escalas ADVI o Glasgow) y observando la
reactividad pupilar, la respuesta motora y el patrón respiratorio.
A partir de la información que habremos obtenido puede ocurrir que:

-Hayamos identificado el tipo de lesión y podamos iniciar alguna acción específica.

-Hayamos constatado la inconsciencia, pero no tengamos idea de cuál es su causa. En


este caso la recomendación es administrar vitamina B1 y glucosa.

En ambos casos, realizaremos el traslado a un centro hospitalario lo antes posible, teniendo


mucho cuidado en todas las maniobras de movilización y traslado de la víctima que debamos
realizar.

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