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TEMA: CONCEPCION DEL YO

Concepto psicoanalítico. Presentado por Freud en la llamada "segunda


tópica", junto con el ello y el super-yo, el yo (o "ego") es la parte de la personalidad
que se organiza como consecuencia de la influencia del ambiente. Por su capacidad
para evaluar y comprender la realidad, el yo le permite al sujeto superar las
amenazas externas e internas. El yo se rige por el principio de realidad y en él
funcionan los procesos secundarios (percepción, pensamiento, ...). Es básicamente
consciente y de su dominio en las actividades del sujeto depende la salud psíquica
del mismo.

El yo tiene como fin cumplir de manera realista los deseos y demandas


del ello con el mundo exterior, a la vez conciliándose con las exigencias
del superyó. El yo evoluciona según la edad y sus distintas exigencias
del ello actuando como un intermediario contra el mundo externo. El yo sigue al
principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada.
Utiliza razonamiento realista característico de los procesos secundarios que se
podrían originar. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que mediar entre
las tres fuerzas que le exigen: el mundo de la realidad, el ello y el superyó.
El yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su
organización integrada. Aunque en sus escrituras tempranas Freud comparó
el yo con nuestro sentido de uno mismo, en adelante comenzó a retratarlo más
como un sistema de funciones psíquicas tales como el examen de realidad,
defensa psíquica, funciones cognitivas e intelectuales (síntesis de la información,
memoria y similares).
Es la entidad que actúa como regulador entre las demandas del ello y del superyó.
No es ciento por ciento consciente, en particular, los contenidos referentes a las
funciones yoicas de defensa son esencialmente inconscientes. Se basa en un
concepto realista del mundo para adaptarse a este.
Casi ejemplificado como un poder o una persona dentro de la mente, que nos
presta atención en todo momento, incluso en nuestras acciones más íntimas, esta
observación no es lo mismo que una persecución, pero no está muy lejos de serlo.
Todas las acciones ejecutadas, son analizadas por el yo y a menudo se les
comunica los resultados: «ahora debe decir esto…», «ahora deberá salir».
Amenazando con el castigo en caso de incumplimiento.
El yo, en su observación nos permite reconocer las acciones que realizamos, la
oportunidad de elegir el camino a seguir, y razonar los impulsos que realizábamos
con tal de no ceder lugar a la liberación libidinosa, y velar por la integridad general
de la realidad. Es el primer paso del reconocimiento, para afrontar las alegrías,
culpabilidad o castigo.

La psicología del yo
Después de Freud, un número de teóricos psicoanalíticos prominentes
comenzaron a trabajar sobre la versión funcionalista del Yo de Freud. El mayor
esfuerzo fue puesto en detallar las varias funciones del Yo y cómo se deterioran
en psicopatología. Varias funciones centrales del Yo-realidad: impulso-control,
juicio, está probado que afectan la tolerancia, la defensa, y el funcionamiento
sintético. Una revisión conceptual importante a la teoría estructural de Freud fue
hecha cuando Heinz Hartmann discutió que el Yo sano incluye una esfera de las
funciones autónomas de éste, que son independientes del conflicto mental. La
memoria, la coordinación motora, y la realidad-prueba, como ser, pueden
funcionar sin la intrusión del conflicto emocional. Según Hartmann, el tratamiento
psicoanalítico apunta a ampliar la esfera sin conflicto del funcionamiento del Yo.
Haciendo así pues, que el psicoanálisis facilite la adaptación, es decir, una
regulación mutua más eficaz de Yo y del ambiente.
David Rapaport sistematizó el modelo estructural de Freud y las revisiones de
Hartmann. Rapaport discutió que el principio central de la teoría freudiana era que
los procesos mentales son motivados y formados por la necesidad de descargar la
tensión. El trabajo de Freud que clarificaba Rapaport retrató la mente organizada
en pulsiones y estructuras. Las pulsiones responden a la energía de la libido
retenida y se orientan a una descarga rápida, a la satisfacción inmediata de
deseos. Debido a que es raro que los deseos puedan ser satisfechos
inmediatamente en la realidad, la mente desarrolla mecanismos para retrasar la
satisfacción, o para alcanzarla a través de los desvíos o sublimaciones. Por lo
tanto, la energía de la pulsión es contenida por las estructuras mentales
relativamente estables que abarcan al Yo. Rapaport definió las estructuras como
organizaciones mentales con un índice de cambio lento, en comparación con las
pulsiones.
Arlow y Brenner discutieron que la teoría anterior de Freud de los sistemas
conscientes, preconscientes, e inconscientes de la mente deben ser
abandonados, y el modelo estructural debería ser usado como la única teoría
psicoanalítica de la mente.
Los autores psicológicos del Yo recientemente se han acercado en varias
direcciones. Algunos, tales como Charles Brenner, han afirmado que el modelo
estructural debe ser abandonado y los psicoanalistas deben centrarse
exclusivamente en conflicto mental que entienden y tratan. Otros, tales
como Frederic Busch, han sofisticado cada vez más el concepto del Yo.
La psicología del Yo se confunde a menudo con la psicología del uno mismo, que
acentúa la fuerza y la cohesión del sentido de una persona consigo misma.
Aunque algunos psicólogos del Yo escriben sobre el uno mismo, distinguen
generalmente a uno mismo del Yo. Definen el Yo como una agencia abarcativa de
las funciones mentales, mientras que el uno mismo es una representación interna
de cómo una persona se percibe. En la psicología del Yo, el énfasis se pone en
entender el funcionamiento del Yo y sus relaciones conflictivas de la identificación,
el Superyó, y la realidad, más que al sentido subjetivo de uno mismo.
MECANISMOS DE DEFENSA DEL YO
El Yo. Es la instancia mediadora entre el Ello (Deseos reprimidos que desean
expresarse) y el Súper Yo (Exigencias y normativas punitivas), con el fin de proteger
al individuo y lograr su adaptabilidad a la sociedad. Para lograr tal fin, esta instancia
psíquica recurre constantemente a diversas estrategias las cuales denominó
Sigmund Freud, los Mecanismos de Defensa del Yo.
Estos Mecanismos de Defensa del Yo, se manifiestan frecuentemente durante el
proceso psicoterapéutico, dificultando y/o ayudando en la evolución del tratamiento,
expresándose como Resistencias y de esta manera, no hacer conscientes el
contenido que el Yo ha mantenido inconsciente a fin de mantener nuestro equilibrio
mental. Sin embargo, como se indicó, cuando logramos identificar
estas Resistencias y los Mecanismos de Defensa que las sustentan, logramos abrir
una ventana que nos permitirá avanzar en la terapia y por lo tanto, ayudar en mejor
medida con el sufrimiento por la cual el paciente nos ha consultado. Conozcamos
estos Mecanismos de Defensa:
1.- Represión. Según Sigmund Freud, es el Mecanismo de Defensa principal del
Yo y es el usado principalmente por la mayoría de personas quienes tenemos una
estructura neurótica de la personalidad o por personas con personalidad histérica
de nivel superior. La Represión consiste en expulsar de la conciencia toda
expresión de deseos, sentimientos o fantasías inaceptables impulsadas
principalmente por el Ello. Sin embargo, debido a que la carga energética de estos
deseos y fantasías inaceptables puede ser muy elevada, el aparato psíquico
necesitará implementar otras estrategias a fin de expresar el contenido del Ello, por
lo cual, el Yo implementará sus estrategias defensivas alternas para evitarlo.
2.- Desplazamiento. La carga emocional adherida a una fuente, evento o persona,
se redirigen por un proceso inconsciente hacia otra fuente que pueda ser admisible
a la consciencia por el Yo. Como expresiones del Desplazamiento tenemos:
– Transferencia. Proceso mediante el cual transferimos y adherimos hacia una
persona del presente, sentimientos o carga emocional que se encuentra adherido a
una persona de nuestro pasado. Este mecanismo se manifiesta de manera común
en psicoterapia cuando el paciente transfiere la carga emocional adherida a uno de
sus progenitores hacia la figura actual del terapeuta. También se observa esa
transferencia emocional adherida de nuestros progenitores hacia nuestra pareja
actual.
– Fobia. A un sustituto consciente, generalmente inofensivo, le adherimos la
ansiedad que estuvo adherida a determinada fuente inconsciente. Una
ejemplificación muy frecuente en psicoanálisis es cuando un niño manifiesta un
fuerte temor y ansiedad hacia los perros (Sin experiencia previa de haber sido
atacado por estos), ya que le adhirió a estos, la ansiedad que había fijado en el
padre por el temor a ser castrado por éste (Fase Edípica del Desarrollo Psicosexual
del niño). De esta manera, el inconsciente expresa su ansiedad contenida en el Ello,
el Yo expresa la ansiedad en la consciencia de una manera aceptable y el niño
puede establecer una relación más armoniosa con el padre ya que no mantiene la
ansiedad de manera consciente hacia éste en la actualidad.
– Desplazamiento. Es un camuflaje expresado principalmente durante los sueños
cuando el Yo no se encuentra totalmente activo. Esto permite la disminución de la
angustia emocional al sustituirla por otra figura neutral. El análisis onírico es en
muchos casos importante para la psicoterapia ya que nos permite detectar
elementos inconscientes que de otro modo no podríamos acceder. Ante esto, es
siempre recomendable tener una libreta al lado en una mesa de noche y recurrir a
esta inmediatamente despertemos ya que el contenido onírico se mantiene más
fresco y podremos recordarlo con más facilidad.
3.- Formación Reactiva. Es la adopción de un carácter completamente opuesto al
deseo o impulso inaceptable del cual queremos alejarnos. Muy característico
del Trastorno Obsesivo Compulsivo.
4.- Aislamiento. Muy común igualmente en personas obsesivas-compulsivas,
opera por lo general, en conjunto con la Intelectualización. Permite al individuo
evocar el evento traumático con facilidad sin el afecto del dolor emocional que éste
le causó ya que este afecto fue desprendido inconscientemente de éste.
5.- Anulación. Es la manifestación del pensamiento mágico en la cual
consideramos que con una acción simbólica lograremos revertir o anular un
pensamiento o acción inaceptable ya consumado. Mecanismo de Defensa del
Yo muy frecuente en personas obsesivas compulsivas también. Para visualizarlo,
digamos que al caminar, el sujeto tiene un pensamiento de carácter moralmente
indebido al ver a una chica atractiva. Este sujeto, a fin de revertir el pensamiento
moralmente indebido, camina de espaldas y hacia atrás por la misma dirección
hasta llegar al punto en la cual vio a la chica y tuvo el pensamiento. Así, es como si
regresará al pasado y por lo tanto, cancela el pensamiento ya que no se habría
generado.
6.- Somatización. Consiste en transferir a distintas partes del cuerpo, nuestros
sentimientos dolorosos. Muy frecuente en pacientes hipocondríacos y trastornos
somatomorfos. Es un gran reto para los médicos, los pacientes que presentan
somatizaciones, ya que estos síntomas carecen de alguna causa orgánica
evaluable.
7.- Conversión. Es la representación simbólica de un conflicto intrapsíquico.
Relacionado principalmente con la histeria. Puede expresarse, a modo de
visualización, cuando un deportista, quien falló un penalti decisivo en un importante
juego que su equipo perdió, presenta fuertes dolores en las piernas (sin resultados
médicos que avalen el malestar) pocos días antes de enfrentarse al mismo equipo
de nuevo en la temporada, dificultándole jugar el partido y enmendar su fallo previo.
En este caso, ante el fuerte temor y ansiedad de volver a fallarle al equipo,
el Yo crea el síntoma conversivo como mecanismo de defensa y así podría evitar la
confrontación con sus temores inconscientes. Posterior al encuentro el cual el sujeto
no jugó, el dolor de sus piernas cesó sin necesidad de ningún tratamiento médico.
Así como estos Mecanismos de Defensa del Yo, que son considerados más maduros y
saludables, también existen otros Mecanismos de Defensa más primitivos e inmaduros.
Estos son:
8.- Escisión. Observado por Sigmund Freud en casos de Psicosis, Fetichismo, histeria e
hipnosis y posteriormente desarrollado a profundidad por la psicoanalista Melanie Klein,
consiste en la coexistencia dentro del Yo de dos actitudes psíquicas que no interactúan
entre sí respecto a una realidad exterior que contraría una exigencia pulsional, lo cual
implica una incapacidad de integración cognitiva. Estas actitudes psíquicas representan
polos opuestos que oscilan entre la Idealización (Nutritivo, protector, fuerte, amoroso,
pecho bueno) y la Denigración (Perseguidor, castigador, malo, indigno, pecho malo). Si
bien este Mecanismo de Defensa es muy usado por individuos con Estructura de
Personalidad Psicótica, es parte del repertorio defensivo de todas las personas, ya que es
uno de los mecanismos principales que desarrollamos de bebé, cuando aún no nos
hemos integrado adecuadamente a la sociedad. Se desarrolla durante el período llamado
por Melanie Klein: Posición Esquizo-Paranoide para luego lograr una integración psíquica
de los aspectos buenos y malos escindidos en el mismo objeto (persona, situación, etc)
en la fase denominada Posición Depresiva.
9.- Proyección o Identificación Proyectiva. Es la escisión de aspectos internos de nuestro
Yo que son proyectadas en otra persona o sociedad. Por lo tanto, se crea la fantasía
inconsciente de que estos aspectos proyectados no me pertenecen sino que son
cualidades de la persona u objeto receptor de la proyección.
Para muchas personas es muy común decir que otro sujeto, empresa o sociedad es el
culpable de nuestras tragedias y decisiones sin tomar nuestro rol y responsabilidad
principal de nuestras acciones y de nuestra vida. Usualmente cuando estamos en esta
fase de percepción, es porque nos estamos negando a nosotros mismos, de que lo que
nos sucede es nuestra responsabilidad. Nuestro Yo no puede conciliar que nos sintamos
derrotados porque podría resquebrajar nuestra moral e incluso, nuestra identidad en caso
de tener un Yo muy Débil, así que todos estos elementos internos negativos que nos
pertenecen y de las cuales deseamos despojarnos, las proyectamos en otro individuo,
empresa, sociedad, situación y así nos liberamos de esta ansiedad interna. De esta
manera, afirmamos con entera convicción de que nuestro jefe es el malo, quien es
perseguidor, acosador, nos exige más que a los demás, no nos motiva, etc y por lo tanto,
es el culpable de que no cumplamos adecuadamente con los niveles de exigencia,
deberes y obligaciones. Igualmente proyectamos aspectos positivos de nuestro Yo y se
evidencia frecuentemente al iniciar una relación de pareja. Siendo esta fase por lo general
idílica hasta que con el tiempo se caen las máscaras junto a las proyecciones y
comenzamos a conocer al Otro realmente, ya no por nuestras proyecciones sino por sus
verdaderas cualidades y defectos. Es aquí el verdadero reto en la relación de pareja.
10.- Introyección. Si bien en el Mecanismo de Defensa del Yo descrito con anterioridad
proyectamos aspectos escindidos de nuestro Yo a un objeto externo (Persona, institución,
sociedad, situación, etc), en la Introyección es el proceso contrario. El Yo internaliza
cualidades (buenas y malas) del mundo externo y las integra en la Psiquis.

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