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Trabajo de Autobiografía Profesional Docente

José Santis Cáceres. Profesor de Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Chile.

Me hice profesor desde niño, mirando desde una banca de un humilde local de iglesia
evangélica de población las largas predicaciones de mi padre-pastor, mi primer mentor,
intervenciones que luego fui haciendo yo mismo cuando me convertí en predicador, casi
todos los martes, jueves y domingos entre mediados de los años setentas a los largos
ochentas dictatoriales. En esas largas alocuciones aprendí a valorar el saber, sobre todo
el teológico, para luego involucrarme con los restantes saberes, que en el caso de mi
padre tenían relación con la medicina natural y prácticas de sanación por imposición de
manos, cosas que llevo conmigo hasta el día de hoy. En el último año de la enseñanza
media, y tras intentar vía PAA ingresar a Medicina en la Chile, me matricule en pedagogía
en Biología en la UMCE. El ambiente del Peda de ese tiempo me sedujo por su aroma de
cambio político, de primavera fresca y juventud anhelante de poesías y músicas nuevas.
La experiencia de conocer y empaparme de la militancia juvenil crítica a la Dictadura me
arrebató el sueño de ir por el lado científico, a cambio de ello me regaló dos años después
el ingreso a Historia en la Chile, y en ese tiempo aún no sabía que eso definiría mi vida.

De la vida que hice como niño y joven evangélico, además de aprender a predicar, obtuve
la habilidad de tocar instrumentos musicales y cantar, lo cual me sirvió más adelante para
obtener recursos propios en la paupérrima vida estudiantil. De manera que en todos los
lugares en que he estado he hecho música, tanto de mis autores predilectos como de mis
propias canciones. Junto con enseñar, cantar ha sido siempre mi segundo trabajo,
también enseño cantar y tocar instrumentos, pese a tener una formación
mayoritariamente autodidacta en este rubro. Tras el fracaso de la medicina, junto a la
música elegí el camino de las ciencias sociales para saciar esas ansias de conocer lo que
aún no sabía.

El ingreso a la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Chile el año 91’ en la carrera de


Historia me significó confrontar las visiones rígidas del cristianismo pentecostal del que
provenía con corrientes de pensamiento nuevas, extrañas al marco anterior, como las
vertientes humanistas, socialistas y anarquistas que se develaron de la enseñanza de
profesores y compañeros de generación. La renovación del Departamento de Historia en
1992 con el reingreso de los profesores exonerados en Dictadura fue una inflexión
fundamental en mi formación como futuro profesor. Estos maestros influyeron
poderosamente en mi visión educativa, pues fueron despedidos arbitrariamente de sus
trabajos por su forma de pensar y hacer docencia e investigación, que por eso debieron
continuar su trabajo en universidades extranjeras hasta el advenimiento de la Transición.
Estos maestros tenían un común denominador en la Historia Social, lo que nos llevó a
admirar a los maestros franceses como Marc Bloch y Lucien Febvre, y en Inglaterra a Eric
Hobswaun intelectuales críticos de la historia tradicional. Por ello, en Educación más tarde
adherí a la discusión de las pedagogías críticas y el paradigma sociocrítico. Como
mentores de esa época debo señalar a Gabriel Salazar, Andrés Orrego, Luis Vitale y
María Eugenia Horvitz, pero también lo fueron Pedro Godoy, Leonardo Jeffs, y otros
maestros que conocí como coordinador estudiantil de Cátedras Alternativas a la formación
de pregado, que impulsamos con otros compañeros(as) como mecanismo de cátedras
paralelas, que luego se implementó en la carrera para dotar de más de una visión a cada
curso, sobre todo en el tema de la historia social frente a la clásica historia tradicional.

La experiencia de los cuatro años de la carrera de Historia me sirvió para comprender la


delicada época de transición política en la que estábamos inmersos como generación, por
el papel que nos cabía en ello, por eso quise continuar estudios de posgrado en la
facultad, para desarrollar estudios vinculados con la historia reciente del país. Sin
embargo, las dificultades de pagar el posgrado y encontrar trabajo estable como
licenciado me llevaron a matricularme en el reciente Centro de Estudios Pedagógicos
CEP en 1995, que surgió como respuesta a la imposibilidad de fusión de la UMCE con la
Chile, donde obtuve el título de Profesor y pude comenzar a trabajar en liceos. La
experiencia de formación pedagógica, de dos años, sembró en mí la inquietud de estudiar
el constructivismo y su aplicación en el aula, además de conocer a maestros como María
Loreto Nervi, Jacqueline Gisling y Cristian Cox, de quienes recibí la visión del sistema
educativo chileno y sus características.

No fue fácil comenzar a trabajar. Parecía que éramos muchos los profes de historia, no
había tantas “pegas”. Primero obtuve reemplazos en liceos hasta que en 1998 tuve mi
primer cometido anual en el liceo Huertos Familiares de Til Til, pero no continué allí al año
siguiente por mi participación en el paro de profesores de ese año, que me significó ser
vetado por la directora para continuar como docente por “conflictivo y político”. En el 99’
llegué a Quilicura al Complejo Educacional “José Miguel Carrera” Allí me convertí
realmente en profe, aprendiendo la dinámica del profesor de enseñanza media, de aula,
profesor jefe, jefe de departamento, asesor de Centro de Alumnos y presidente del
Consejo Gremial, además de connotado cantor y formador de incontables grupos
musicales estudiantiles. Pero me hacía falta el vínculo con la Academia, por lo que en el
2003, con algo de solvencia, me inscribí en el magister en Estudios Latinoamericanos de
la Universidad de Chile. Allí me encontré con mentores como Grinor Rojo, Maximiliano
Salinas y Alfredo Jocelyn Holt, experimentados maestros que nos transmitieron sus
investigaciones y preguntas fundamentales que hasta el día de hoy aplico en mis clases y
en el trabajo escolar.

Tras el magister, a la par de hacer clases en media comencé a trabajar en el Programa de


Educación Continua de la Chile y a hacer la asignatura de Gestión Educacional en la
carrera de Filosofía en la Universidad ARCIS. Esta experiencia de retroalimentación entre
la secundaria y la academia me llevó a hacer colaboraciones y a escribir algunos artículos
sobre la crisis de la Educación Pública, sobre todo en el advenimiento de la revolución
pinguina de 2006. En el año 2007 gané mi segundo concurso como profesor, en la
comuna de Santiago, en el liceo República de Brasil, y desde la comodidad de vivir más
cerca de mi domicilio en San Miguel pude aumentar mis colaboraciones con el mundo
académico, a través del Observatorio de Políticas Educativas y el Equipo de Psicología
Educacional de la facultad de Ciencias Sociales de la Chile. En este tiempo tuve el
privilegio de tener una estudiante en práctica de la Universidad Bernardo O’higgins, de un
sesgo de formación distinto al mío, con quien finalmente terminamos muy agradecidos el
uno del otro por la retroalimentación de saberes y del trabajo de preparación de las
clases. Siento que le transmití lo más positivo de mi historia como docente
experimentado.

A fines del año 2009, gané una plaza de la Beca Conycit de Profesores para estudios de
Posgrado. Me fui a estudiar a Argentina, a la Universidad de Buenos Aires, a la maestría
en Pedagogías Criticas y Problematicas Socioeducativas en la Universidad de Buenos
Aires. Tras el proceso de instalación con mi familia, me aboqué a estudiar el paradigma
educativo sociocrítico, en autores como Gramsci, Foucault, Habermas y Baugman. Allí
tuve clases con maestros como Daniel Suárez, Silvia Llomovatte y Luis Rigal, incluso tuve
conferencias de profesores extranjeros como Gary Anderson y Andy Hargreaves. El
profesor que más recuerdo es Hugo Zemelman, maestro chileno que tras el exilio se
instaló en el Colegio de México con su epistemología crítica, y que nos hizo un curso de
doctorado muy significativo, porque consideraba que como profesores debíamos
hacernos cargo del presente para su transformación. El maestro falleció en el año 2013, y
aún tengo pendiente una colaboración con su sucesora intelectual, la profesora argentina
Estela Quintar, con el tema de las didácticas no parametrales. En Argentina fui docente ad
honorem de Bachilleratos Populares, instituciones educativas comunitarias de enseñanza
privada y secundaria surgidas tras la crisis de 2001. El mío estaba en el Tigre, en una
zona muy humilde que se llamaba Las Tunas.

En el año 2012 culminé los estudios argentinos y retorné a Chile. Por mi plaza de profesor
con formación de posgrado fui asignado a la Dirección de Educación de Santiago como
coordinador pedagógico. Esta nueva responsabilidad me permitió observar el
funcionamiento de la Educación Pública desde la perspectiva institucional, por tanto mi
acción docente era fundamental en este campo. Presté apoyo pedagógico y profesional a
los liceos Darío Salas Confederación Suiza y Manuel Barros Borgoño. En este último liceo
fui asignado en el año 2015 como Inspector General, cargo que ejerzo en la actualidad,
pero que me devolvió a las aulas, pues les hago clases a los cursos cuando los y las
profes están con licencia. Estoy contento con mi trabajo en liceo, a mi cargo se encuentra
la Revista de Historia y Ciencias Sociales, que publica trimestralmente los mejores
trabajos de los alumnos en la asignatura, participo del Departamento de Historia y asisto a
mis colegas jóvenes en lo curricular y pedagógico, y además participo a veces como
cantante y guitarrista en la Orquesta de Jazz del colegio.

En mi presente se proyecta el desafío de la formación doctoral, como una manera de


seguir dando sentido a mí hacer docente. Espero que la salud, la energía, y el amor de
mis hijos y esposa no me fallen para poder lograr mis propósitos.

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